OFICIOS DESAPARECIDOS V “Colchonero”

MANUEL MARTÍN AINOZA Y ROSA AYALA MORILLA: COLCHONEROS

     Por entre las medievales calles del barrio del Castillo vive un entrañable matrimonio que con toda amabilidad me reciben en su casa y me cuentan numerosos detalles de un oficio que desapareció a principios de los años setenta.

     Hasta hace cuatro décadas en todas las casas de nuestro pueblo se  utilizaban únicamente colchones de lana y teniendo en cuenta que la lana se iba apelmazando por el uso, cada año había que “parar” el colchón, por lo que este oficio contó con numerosas personas que vivían de él o que lo tenían como un apoyo  a la economía familiar. Era una profesión ambulante y nuestros colchoneros/as  se desplazaban por casi toda la comarca

     Dada la imposibilidad de hablar con Manolo, las preguntas me las responde su esposa Rosa.

    Me cuenta que ella es de Lorca (Murcia).

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-¿Vuelve mucho por Lorca?

Muy poco, en 60 años he ido un par de veces. Ya no la conocería.

-¿De dónde les viene el conocimiento de este viejo oficio?

La colchonera era la madre de Manolo y ella fue la que le enseñó el oficio. Manolo la ayudaba si se lo permitía su otro trabajo.

Se llamaba Josefa Ainoza Castejón y era de Castejón de Monegros.  Imagino que  lo aprendería de su madre, allá en Castejón.

-Entonces, ¿ el oficio de Manolo no era el de colchonero?.

Bueno, ese y otros más, trabajó en empresas como Corominas o el tejar y también llevaba el huerto. Después de morir la abuela “paró” colchones esporádicamente si alguien se lo pedía. Al final  lo tuvo que dejar  cuando se cayó de la moto y se rompió los tendones del hombro.

-¿En qué año se perdió el oficio?

Recuerdo que el último colchón que paró fue el año en que  murió la abuela, más concretamente en el año 1973. Ya se habían puesto de moda los colchones FLEX.

-Tengo entendido que había dos tipos de colchones de lana.

Sí, estaba el sencillo y el inglés.

El sencillo no tenía ningún misterio, se cosía redondo y sin bordes y al inglés se le cosía con un bordillo de tres dedos de “reciura” con lo que las camas quedaban  mejor hechas y se dormía mejor. También se unían con cintas las dos superficies del colchón por varios sitios simétricos para que la lana no se moviese haciendo ese característico dibujo de bultos y hondos

…Pero, ¿el precio no sería el mismo?

Los sencillos muy pequeños valían 800 pesetas, los sencillos pequeños 1.000 pesetas, los sencillos de matrimonio 1.500 pesetas y los de estilo inglés sobre 2.000 pesetas, porque se trabajaba el doble.

-¿Cómo se hacía un colchón?

Se ponía un cañizo en alto y en él se colocaba la lana y se “bareaba” con una “bara” de avellano para esponjarla y quitarle la suciedad gorda. Después se iba colocando la lana bareada encima de una tela y cuando se cubría toda se ponía otra encima, se sentaban en  el suelo y se disponían a coser las dos telas. Esta última fase era muy pesada.

-Se necesitarían pocos  materiales.

Pocos: un cañizo, unas “baras” y unas agujas. El cañizo, las telas, la lana y las cintas para coser las ponía la casa. La aguja grande nos la hizo Paquito Casabón (el herrero) q.e.p.d. artesanalmente con martillo y forja..

-¿De dónde sacaban la lana?

Si en la casa no había ovejas la gente compraba la lana en las casas que había, luego la tenían que ir a lavar al río para quitarle la grasa y otras porquerías. Cuando se “bareaba”, la suciedad  se depositaba debajo del cañizo.

-¿Cuántos colchones se podían hacer en una jornada?

En un día se podían hacer dos y si apuraba el trabajo tres. Recuerdo que la abuela Josefa empezaba a las ocho de la mañana y volvía a las tres de la tarde.

¿Sin parar a tomar algo?

No paraba, se llevaba un corrusco de pan en el bolsillo y se lo iba comiendo mientras trabajaba.

¿Sólo trabajaban en Sariñena?

No, también paraban colchones en Albalatillo, Pallaruelo, Capdesaso y en La Estación. Allí iban Manolo y su madre solamente los sábados y domingos, durante todo el día. Hacían los colchones de tres o cuatro casas y comían en una de las casas para las que trabajaban.

Manolo ha hecho colchones hasta en Barcelona. Recuerdo que estuvo durante 20 días parando colchones para la familia que tenemos allí.

-Dado  los difíciles años  de los  que estamos hablando, ¿cómo se desplazaban?

Iban en bicicleta, Manolo llevaba a su madre en el portamaletas y ella llevaba las dos “baras” en la mano.

-¿Había mucha competencia?

Por supuesto, había colchoneros en casi todos los pueblos de la comarca. En Castejón había varios, hasta Sariñena se desplazaban Margarita y su hija Miguela, la madre tenía bastante genio; de Sena venían el matrimonio formado por Victor Mored y Candelaria Alvira que era la encargada de coser los colchones. En Sariñena estaban Catalina “la Eulogia”, Pablo Tomás y sus hijos Faustino y Emiliano y  no recuerdo ninguno más.

    Hoy hemos conocido un oficio de origen medieval que desempeñaron un buen número de monegrinos.

   Las nuevas tecnologías y las nuevas modas arrinconaron hasta su desaparición a los viejos oficios. Podemos decir que el colchón Flex mató al trabajo de colchonero

   Terminó una época y  apareció un nuevo negocio, el del  que compraba la lana de los colchones inutilizados.

   Por las calles sonaba la potente voz  del ¡COLCHONERO LANERO, COMPRO LANA!!!

M.A.C.P.

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Zancarriana w

6 comentarios en “OFICIOS DESAPARECIDOS V “Colchonero”

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  5. francesc Roca

    Interesante artículo, aunque he de decir que el oficio no está del todo perdido. Yo soy colchonero también y cada vez tengo más trabajo con colchones de lana hechos de modo artesanal ya que las nuevas generaciones están muy interesadas en los productos naturales, y la lana de oveja, quizás es el mejor de los rellenos para los colchones.

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