* Cartujo de Monegros desde satelite.
Llegó una nueva soledad al cartujo. Nunca fue fácil la vida en el monasterio, pero a pesar del silencio, la contemplación y el aislamiento monástico, la antigua soledad poseía vida.
A principios del siglo XIX llegó el fin para la Cartuja de las Fuentes, en esos años sucedió la guerra de la independencia contra los franceses, que arrebató los silencios que recorrían los pasillos del gran claustro, del claustrillo, de la iglesia y de los paseos semanales. Los cartujos “hermanos” que realizaban las faenas cesaron en sus trabajos. La cruz que los cartujos asentaron firmemente en esta tierra monegrina, ya no pudo permanecer estable mientras el mundo giraba tan deprisa. La guerra de la independencia deterioró el edificio del monasterio y durante el trienio liberal los monjes tuvieron que abandonar la Cartuja de Nuestra Señora de las Fuentes, sobre los años de 1820 y 1823. Y con los decretos de la desamortización de Mendizábal (1835-1836) el monasterio pasó a ser propiedad privada.
Por aquel entonces, los nuevos propietarios, tuvieron que pedir un crédito para su adquisición. Las capillas del claustrillo fueron dispuestas para albergar salas de baño para el disparatado proyecto de transformar el monasterio en un balneario. Los murales pictóricos de fray Manuel Bayeu de las capillas fueron agujereados para colocar colgaderos para las ropas, los huecos (parecidos a los sagrarios) de las capillas fueron remodelados para servir de armarios. Tanto destrozo y sinrazón, simplemente para caer en las garras del Banco Hipotecario de España, por el impago del préstamo, y la Cartuja fue embargada.
Tras el embargo, la Cartuja pasó a manos de los actuales propietarios. La celda prioral fue arreglada como residencia para las temporales estancias de la familia en el monasterio. Algunos espacios murales fueron llenados con pinturas infantiles, el recinto amurallado albergó hasta hace poco ganado y el interior de la iglesia fue usado por el plan general de la Red de Silos y Graneros, siendo utilizada a partir de aproximadamente de 1953 como silo y granero. El resultado de emplear la iglesia como silo es el destrozo de los murales pictóricos desde el nivel del suelo hasta algo más de tres metros de altura.
También la guerra civil de 1936-1939 causó daños en el monasterio, siendo usado como acuartelamiento militar. Anteriormente, la imagen de la virgen de la iglesia del monasterio fue trasladada a la iglesia parroquial de San Salvador en Sariñena, en plena guerra civil se prendió una hoguera en la plaza de la iglesia de Sariñena y se quemaron los objetos religiosos de la villa, pero de la hoguera rodó la cabeza de la virgen justo a los pies de una señora que, sin que nadie se percatase, la escondió y protegió durante años en su casa; ahora se encuentra en la iglesia parroquial de San Salvador de Sariñena.
Tras el vendaval de enero del 2009 el Cartujo sufrió daños en el tejado y las propietarias mandaron retejarlo, los técnicos de la DGA evalúan anualmente la estructura del edificio y por ahora señalan que no presenta graves problemas estructurales, aunque el claustro y las celdas de los monjes se encuentran ya en ruinas, y otras dependencias semi-ruinosas. El edificio presenta humedades por el subsuelo, debido a la existencia del manantial que florece a las afueras del monasterio, que probablemente sea la principal causa de humedad que afectan a las pinturas. Los murales se conservan muy deterioraros por las humedades, algunos incluso ya desaparecidos. Pero sin duda, la desconsideración a su valor histórico, patrimonial y a su riqueza artística es su principal gran amenaza actual del antiguo monasterio barroco en proceso de ruina.
Ahora es un silencio vacío, inerte, sin vida. El nuevo silencio queda condenado al letargo, vaga en su memoria abandonada, penetra en cada poro de su ruina, por el tejado hundido del chapitel de la torre, se acumula en la enrona del claustro, amenaza el claustrillo y la iglesia. El silencio avanza con el tiempo, aliado del destino, del tiempo que tanto amenaza, deshaciendo nuestro patrimonio, en nuestra establecida condena, al frío invierno del cartujo.
Bibliografía consultada:
Publicaciones del Dr José Ignacio Calvo Ruata y la Dr. Elena Barlés Báguena, las notas históricas del sacerdote Miguel Supervía Lostalé y los artículos de Arturo Morera en la revista «Quio de Sariñena y Los Monegros».
Publicau en “ Os Monegros el 10 de enero del 2012.
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