Archivo por meses: octubre 2018

Romería de Lalueza a La Cartuja


El camino Real de Monzón a Zaragoza pasaba por Sariñena, atravesaba la actual Laguna y continuaba por La Cartuja de Nuestra Señora de las Fuentes, allí discurría por las planas de la sierra, por Peñalbeta y ascendía a la sierra de Alcubierre. La cuesta requería la ayuda de caballos fuertes y potentes, “Percherones”, que hacían de apoyo para salvar la sierra y continuar su descenso hacía Farlete, por donde vigilaba la torraza, para acabar en la muy noble, leal, heroica, benéfica, siempre heroica e inmortal Zaragoza, capital de Aragón.

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Mapa de Aragón en 1831

El camino de Lalueza a La Cartuja de las Fuentes gozaba de suma importancia, enlazaba al Real camino de Barbastro a Zaragoza en el mismo corazón de Los Monegros y unía y vertebraba esta inmemorable e antiquísima comarca. Así también lo manifiesta Santiago Vilella Barrachina en su libro “En la vida de Juan Andrés Comenge”, aquel camino de Lalueza a la Cartuja gozaba de “buen estado” y por él “discurrían las tradicionales romerías a San Isidro, en la que labradores de Lalueza y de Los Monegros rogaban a la virgen para que les concediese lluvias y abundantes cosechas”.

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La Cruceta. Foto: Alberto Lasheras Taira.

El camino salía de Lalueza, cruzaba el barranco Salado, por “El Salto”, y alcanzaba la predominante zona de “La Cruceta”, lugar estratégico por donde llegaron a congregarse las tropas francesas, según Santiago Vilella Barrachina, en su avance contra Zaragoza durante la guerra de la Independencia. Hasta allí salían las gentes del lugar de Lalueza a despedir a los romeros con sus estandartes y cruces. Cerca de “La cruceta” se encontraba una losa cóncava, una gran piedra o sillar “foradado” donde, de forma ritual, por creencia o superstición, los peregrinos depositaban piedras, pues según Santiago Vilella Barrachina “se preservaba las cosechas de las tormentas con pedrisco”. Luego marchaban por “La Cobacha”, seguían por “El Boral”, el monte “Artal” de Orillena y el Monte “Oliván” hasta llegar al monasterio de La Cartuja de Las Fuentes (En la vida de Juan Andrés Comenge, Santiago Vilella Barrachina).

Encontramos un ritual mágico, contra tronadas y pedregadas, místico y cultural, donde la tradición obligaba a depositar o tirar una o varias piedras sobre un sillar que encontraban en el camino.

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Losa con piedras. Fotografía: Eugenio Monesma Moliner.

El gran etnógrafo y documentalista Eugenio Monesma Moliner recogió el testimonio de María Teresa Moliner Viñas, dentro de su serie «Los secretos de las piedras»: «En pares. Siempre dos piedras. Dos. Y con esto ya se tenía la garantía, o por lo menos lo creían, que el pedrisco no nos caía y protegía los campos. Bueno, pues yo creo que no tenía otro misterio la piedra.” Para Eugenio Monesma «Estamos ante una piedra ritual en la que los vecinos de Lalueza tenían depositada su confianza para la protección de las cosechas».

El antiguo camino de Lalueza a la cartuja de las Fuentes debía de ser muy importante y transitado, estaba muy bien, aunque actualmente ha sido modificado y ya no existe como tal por las concentraciones parcelarias. En la cartuja existía la portería hospedería, donde se alojaban transeúntes y viajeros.

En Lalueza se mantiene viva la memoria de la antigua romería a la Cartuja de las Fuentes. Marchaban con carros, unos iban más por la misa y otros a pasar un día agradable por la explanada o por el barranco de la fuente del monasterio.

Mosén Demetrio Segura Gavín, sacerdote natural de Castejón de Monegros, ejerció como párroco en Lalueza y vitalizó muchísimo la romería a la Cartuja de las Fuentes. Impulsó la romería, dando voz a la misma cartuja con coro de hombres de Lalueza acompañando la sacra misa.

Mosén Demetrio Segura

Hombre de gran nobleza

Por eso lo quiere tanto

El pueblo de Lalueza. 

En la vida de Juan Andrés Comenge, Santiago Vilella Barrachina

Y para terminar recordar un espléndido romance-poema de Mariano Peralta Asín, natural de Lalueza y que con gran maestría inmortalizó su particular romería a la Cartuja de Nuestra Señora de las Fuentes. Mariano fue un gran escritor de su pueblo y sus gentes que colaboró con la revista del Recautillo y los programas de fiestas de Lalueza.

Peripecias ocurridas en el viaje a la cartuja

El día 9 de mayo

pensando  pasar buen día

en la iglesia la cartuja

en celebre romería.

Este día, por la mañana,

se quedó el pueblo desnudo,

unos para la Cartuja

otros para Torrente, al futbol.

Ya marchan las modistillas

con esa “famosa” rubia

siguiendo la Oscense y Julio

todos a la romería.

Eleuterio con su tractor

se veía con armonía

Antonio con el remolque

con una gran pandilla.

Cambreta con Manoler

también fueron con sus carros,

llevaban a sus familias

y parte del vecindario.

También fueron en bicicleta

para presenciar la escena,

y una rubia pequeña,

con la familia Pena.

Ya estamos en la Cartuja

todos con tanta ilusión

a visitar la iglesia

que es cosa de admiración.

No pudiéndose andar

de tantas personalidades,

unos visitan la fuente,

otros visitan los bares.

Ya llegaron los párrocos

y todos, viejos y menores

todos van a presenciar

los actos religiosos.

Ya terminada la Misa

todos salen por la puerta,

unos a tomar vermut

otros a coger la capaceta.

Ya se marchan a comer

a la sombra las paredes

otros van a las casetas

y alguien a los olivares.

Yo me junté con “Narciso”

que es un amigo cordial,

se dejó la alforja en casa

y partimos la caridad.

Cogimos la capaceta

como si fuera tal cosa,

comimos en medio un haber

al abrigo de una sosa.

Terminamos de comer

y fue una cosa sencilla,

fuemos a tomar café

invitados por las modistillas.

Al llegar a las modistillas

nos juntamos con los Penas,

que nos obsequiaron bien

y allí se empezó la escena.

Allí cantamos unas jotas,

Miguel pena daba la entrada,

nombrando a las modistillas

también a la profesora.

Con aquel vínico rancio

junto con melocotón,

todo eran cosas buenas

pa alegrar el corazón.

Llegó Pedrito Gascón

y José Raúl de Pena,

nos echaron unas fotos

debajo de la olivera.

También llegaron los quintos

cargadicos de licor

molestando a las modistillas

y se terminó el buen humor.

Nos marchamos al Rosario

todos tan condescendientes,

íbamos a cantar los Gozos

a la virgen de la Fuente.

Ya se terminó la tarde

de gozos y maravillas

y acordamos con “Narciso”

agasajar las modistillas.

Al entrar en Poleñino

a visitar a Otín y Elena

invitar algunas cosas

d´esas botellicas buenas.

Pero esto salió muy mal,

se nos volvió la “naranja”

y veréis lo que pasó

a la salida de Lanaja.

Al pasar el cementerio

ocurrió un accidente

chocó la rubia de Lalueza

con un coche de La Oscense.

No nos matamos ninguno

porque así lo quiso dios,

se nos quedó desmayada

Maribel la de Gascón.

Los dos heridos más graves

fueron Mari Malo Gavín

y el que escribe el romance

Mariano Peralta Asín.

Las primeras asistencias

fueron unos de Poleñino,

también venían, alegres

de sidra, champan y vino.

Al presenciar aquel acto

que tan desesperado había,

allí pasaron el tractor

y me montaron arriba.

Llegamos a Poleñino

y me querían acostar

mi dolor era tan grande

que a casa quería llegar.

Siempre me recordaré

y lo tendré en el cerebro

que el lugar de Poleñino

será mi segundo pueblo.

Me trajeron a Lalueza

con el remolque y el tractor,

todo el pueblo de jaleo

y que no estaba el doctor.

Me visitó un practicante

siendo una cosa buena

que el cual está retirado

llamado D. José Pena.

Ya me quedé tranquilo

después de tan apurau,

y ahora me llamarán todos

“Andrés” el resucitau.

Y me velaron de vivo

hasta las tres de la mañana,

el “afamado” “Narciso”

y Manolo “Estozarranas”.

 Mariano Peralta Asín. Lalueza, 9 de mayo de 1954.

Juan Bastida Cascales


Con la llegada de la telefonía fija se crearon centralitas de teléfonos donde la gente podía recibir y realizar llamadas. Se mantuvieron hasta que el teléfono fijo llegó a cada casa, dando paso a una nueva revolución tecnológica que cada día resulta más vertiginosa. De la mano de Juan Bastida Cascales  y de sus recuerdos viajamos a la Sariñena de la centralita de teléfonos de su tía Matilde, del locutorio y de aquellos tiempos tan especiales.

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Juan Bastida Cascales

Juan Bastida Cascales nació en Sariñena en 1948, de casa Cascales, su madre era Rosario Cascales y su padre Francisco Bastida, natural de Murcia. Tenían un monte por la zona de Capdesaso y allí tenían oliveras y almendreras.

Juan recuerda las calles sin asfaltar y de jugar a los pitos, a las canicas, por las calles y a las perras negras, monedas antiguas, “Si tenían buen sonido se cambiaban bien”. Había un juego en el que doblaban las cartas, jugaban al futbol y los domingos iban al cine del Casino. Eran socios del Casino, así que podía ir a ver el cine, era por la tarde y las películas eran en blanco y negro: “Se hacía en el salón de arriba del casino viejo”. Al casino también iba mucha gente a ver la televisión, sobre todo cuando había partidos de futbol, colocaban una televisión enorme en el salón de arriba y se sentaban en las butacas del cine. El cine Victoria era mejor, pero era más caro, “Para las fiestas ponían películas muy buenas”.

Estudió en las nacionales y Juan recuerda a muchos de los maestros como a Mariano Sampietro, Rafael Mendiburo, Blas Casaus, Encarnación… Después fue a las monjas donde preparaban para el bachillerato, luego iban a estudiar a Huesca, al instituto Ramón y Cajal. Juan acabó licenciándose en Derecho por la Universidad de Zaragoza y durante su vida trabajó para la Seguridad Social en Huesca

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Antigua centralita de Matilde.

Su tía Matilde Cascales llevaba la centralita de teléfonos de Sariñena. Matilde era hermana del médico Pedro Cascales y de Rosario Cascales, madre de Juan. Rosario ayudaba a Matilde con la centralita, que estaba en la calle Santamaria, enfrente de la calle del Mercado. Tenían unos paneles donde iban clavando clavijas mientras la gente iba a llamar o recibir llamadas: “Según el tiempo y el lugar se cobraba la llamada”. Su tía iba conectando las diferentes conferencias. La centralita funcionó hasta que llegó el teléfono a las casas.

En las centralitas manuales la distribución de llamadas se hacía con operadoras (casi siempre eran mujeres) que se encargaban de la conexión de las clavijas de la red en las tomas que correspondieran. De este modo, la persona que efectuaba la llamada telefónica realmente estaba contactando primero con la centralita, que enchufaba la clavija en la toma que correspondiera a la persona destinataria de la llamada.

Historia de la centralita telefónica

(http://www.criteriasistemas.com)

La centralita de teléfonos también llegó a estar en casa Sabineta. Después fue Pilar Aparicio quien estuvo encargada de teléfonos, cogió el relevo.  Matilde llevó la centralita a partir de la guerra y llegó a tener varias personas a su cargo trabajando en la centralita, a Silvia y Nuria (La Albalatillera). En casa Sabineta también estuvo Correos y luego se trasladó a la planta baja del ayuntamiento.

Matilde aceptaba la llamada y decía “Aquí Sariñena” y daba aviso de la conferencia. Juan se dedicó a dar avisos por las casas, llevaba el aviso anunciando a que hora se iba a realizar la llamada y el interesado firmaba el aviso confirmando su comunicación.

Su tío Pedro Cascales ejerció de médico por Cataluña y luego vino a Sariñena donde ejerció como titular. También, como médico, estuvo Nicolás Andión. Pedro Cascales no tuvo descendencia y murió en 1996, con 98 años. La consulta estuvo en la plaza san Roque, actual Mayoral Antonio Susín.

El teléfono fue inventado por Antonio Meucci en 1854 y no fue instalado en España hasta 1877. Su implantación fue lenta, en 1924 se creó la Compañía Telefónica Nacional de España y a partir de aquella fecha comenzó su generalización. Gracias a Juan Bastida nos hemos trasladados a aquellos tiempos, con un hilo romántico que abría Sariñena al mundo de las comunicaciones, donde la voz tomaba su momento:  “Aquí Sariñena”.

Y un agradecimiento a Pilar Guerrero y Aimar Mir de la Residencia de la tercera edad de Sariñena por su colaboración para la realización de las entrevistas, gracias!!.

José Porta Martín


La vida de José, Pepe como se le conoce familiarmente, está muy ligada al Barrio de la Estación de Sariñena y a una de las empresas familiares con más solera de la villa: «Espumosos Porta, Hielos y bebidas carbónicas», actualmente «Comercial Porta SL».

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José Porta Martín

José Porta Martín nació en el Barrio de la Estación de Sariñena el 4 de diciembre de 1929. Sus padres Higinio, natural de Osso de Cinca, y Asunción, de Caminreal (Teruel), emigraron a la Argentina donde vivieron unos 12 años. Regresaron por causas de salud de Higinio y se instalaron en Capdesaso, donde el hermano de Higinio fue secretario del Ayuntamiento. Higinio y Asunción tuvieron 12 hijos de los que vivirían seis, el más pequeño de todos era Pepe.

Higinio fue un gran negociante y emprendedor. Cogía el caballo desde Capdesaso y solía acercarse a la Estación de tren de Sariñena, donde vio una finca que le gustó y la compró; allí edificaron su casa, una fábrica de gaseosas y una fábrica de hielo. En la esquina con la carretera pusieron un almacén de venta al por mayor de arroz, aceite y productos básicos, en la trastienda había otro almacén donde vendían cemento y yesos. En Sariñena, en la Plaza Constitución hacía la calle Eduardo Dato, pusieron un bar que se llamaba “La Favorita” en el que sonó muchas veces, recuerda Pepe, “Suspiros de España” en una pianola que funcionaba con rodillos de papel perforados, después hubo un piano: “A todos los hermanos nos gustaba mucho la música y casi todos tocábamos el piano de oído.   

En aquella época el barrio estaba en su apogeo, en pleno crecimiento, el 90% de los habitantes del Barrio tenían relación con el tren, Sariñena era unos de los centros neurálgicos ferroviarios más importante de Aragón, había mucha vida y mucha demanda de productos.

Espumosos Porta, Hielos y bebidas carbónicas.

Al principio se hacían las gaseosas de pito y cuando se rompía la botella los críos aprovechaban los pitos para jugar a las canicas.  En un caldero de cobre se elaboraba el jarabe: azúcar, esencia de limón y agua; con los años se sustituyó el azúcar por la sacarina. Después vinieron las botellas de brida siempre retornables, en la fábrica se utilizaban máquinas manuales para el llenado una a una, estaban continuamente lavando botellas y era todo muy artesanal.

Espumosos Porta

En el tren les traían desde Barcelona cerveza virgen en grandes toneles de madera, las botellas y las chapas y ellos la tenían que pasteurizar, enfriar y embotellar.

Al principio se repartía la mercancía con un carro tirado por un caballo por los pueblos de la redolada, también mandaban gaseosas, cervezas y hielo con el tren a pueblos cercanos.

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Gaseosa de pito.

«En la Estación había una cantina que estaba al lado del edificio principal, allí paraban muchos trenes y las paradas duraban bastante tiempo, la Lamparera Sra. Paula, vendía gaseosas que las llevaba en un pozal con hielo por los vagones de pasajeros del tren correo y le daba tiempo de vender las botellas y recogerlas una vez vacías, por si acaso cobraba los cascos y algunos viajeros los tiraban por las ventanillas al marchar y ella los recogía en los andenes.» La Lamparera era la mujer del Lamparero, éste se encargaba de mantener el farolillo rojo del último vagón del tren, que indicaba el final del convoy y tenía una oficina- taller donde todos los trabajadores de ferrocarriles arreglaban o llenaban su farol, por las noches siempre lo llevaban encendido.

En la estación había mucho tráfico, los trenes paraban a repostar agua o carbón, para cambiar de maquinista, para revisar y reparar las máquinas, las ruedas de los vagones, recuerda Pepe el sonido al golpearlas todas las ruedas una por una con una barra de hierro, según el sonido podían estar rotas.  Los maquinistas y los fogoneros descansaban, se quedaban a dormir en el “Cuarto de Agentes” donde además había una cocinera, cocina y comedor. El señor Goya fue uno de los jefes de la Estación, recuerda José. Para los silos, la Cross, había dos vías que iban para ellos y otras a los muelles de carga y descarga. En los cargaderos se cargaba cereal y mucha cantidad de remolacha, había una báscula donde la pesaban y luego la cargaban.

Cada dos o tres vagones había un guardafrenos, personal encargado de accionar los frenos según los pitidos que daba el maquinista. En aquella época había muchos oficios relacionados con los trenes, desde el jefe de la estación (el de la gorra roja), jefe del depósito de máquinas, jefe del cuarto agentes, factores, los brigadas, guarda agujas, mecánicos, guarda railes, la encargada del paso a nivel para subir y bajar las barreras, guardafrenos, etc. «Cuando pasó Franco por la estación justamente se habían bajado las barreras y la mujer que se encargaba del paso, toda preocupada exclamó: ¡Ay! hijo mío, ¿quieres que paremos el tren para que pases? Y dicen que le preguntó por su familia, o eso se contó y fue muy nombrado.»

José y sus amigos jugaban por la estación, se metían por los vagones y cuando transportaban gallinas metían una cuchara y cogían los huevos de las jaulas. A las maquinas pequeñas las llamaban chocolateras. José nombra al cura don Pedro: «Iba siempre con una sotana y una vara y cuando alguno le decía – ¡Mosén!, que parece un pastor- él contestaba -¡sí! De cabritos-«. Como la iglesia no se encontraba en condiciones hacían la misa en el Cuarto de Agentes.

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Camión de «Espumosos Porta»

Su padre y sus dos hermanos mayores, Higinio y Antonio, seguían con el negocio y adquirieron un camión para la venta, pero con el inicio de la guerra fue requisado por los republicanos, tan solo hacía un año que lo habían comprado. También les requisaron los almacenes, todo lo que había en ellos, los del campo de aviación iban a buscar cajas de cervezas y gaseosas con unos vales que no tenían valor y nunca cobraron, se llevaron los animales de los corrales, uno de los almacenes lo utilizaron para guardar las bombas destinadas al aeródromo de “Alas rojas”, José las veía desde una ventaneta “Estaban sin la espoleta, para que no explotasen”-comenta. Quizá llegaban en tren y provisionalmente se guardaban en la estación hasta su traslado definitivo al aeródromo.

Los habitantes del barrio construyeron un refugio antiaéreo, cavaron el refugio en el suelo y lo cubrieron primero con railes de las vías, bien juntos, luego había una capa de medio metro de arena, otra capa de railes y por último, tierra encima. José solía jugar por el refugio a Pedro Botero (al escondite) con los demás críos del barrio.

Para avisar cuando se acercaba la aviación colocaron la campana de la iglesia de San Jorge en un árbol grande porque la iglesia se había derruido, a veces llamaban desde Grañén o Tardienta avisando que la aviación venía hacía Sariñena y hacían sonar la campana. La estación la bombardearon hasta en cinco ocasiones, con su hermano Antonio hicieron una zanja en el corral de su casa para refugiarse, veían pasar los aviones y decían “Ya nos dan, ya nos dan”, recuerda como cayeron tres bombas en el campo de al lado y que las mujeres de su casa nunca bajaron al refugio. En una ocasión huyeron a refugiarse a la Torre de Llamas, desde allí su madre Asunción contempló como los republicanos, en su huida, dinamitaban el puente de la vía.

El Cuarto de Agentes pasó a ser hospital de evacuación, también había un tren hospital en uno de los muelles de la estación donde llevaban los heridos y los más graves los derivaban al hospital. Su hermano Luis se encargaba de llevar la ambulancia, iba a recoger al frente a los heridos para llevarlos al hospital, en una ocasión la ambulancia fue bombardeada y él se salvó pero no los heridos que llevaba. A su hermano Higinio se lo llevaron a Tarragona y, como era muy buen mecánico, puso en marcha la maquinaria de una fábrica de harinas.

Al acabar la guerra hubo que empezar de cero y en aquellos difíciles tiempos en los que no quedaba casi nada siguieron con la fabricación de gaseosas y hielo, pero al no dar mucho también compraban y vendían naranjas, pollos, aceite, miel o lo que les demandasen. También se dedicaron al negocio de las almendras, las compraban, las metían en unas máquinas de descascar y por un lado salían las almendras que las mandaban a Reus, por otra las cáscaras que se vendía para las estufas; allí trabajaron de diez a quince mujeres de Capdesaso para acabar de separar la cáscara de la almendra.

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Gaseosa de brida «Espumosos Porta»

Los Porta también habían montado una fábrica de hielo para refrescar las bebidas. Había unos moldes que se llenaban de agua, se sumergían en la “piscina” donde se convertía en hielo, se desmoldaban en un pozo de agua y  luego  guardaban las barras en una cámara frigorífica de muros anchos, para no ir abriendo y cerrando la puerta de la cámara había una ventaneta muy pequeña por donde metían y sacaban las barras de hielo, “El aire deshiela más que el sol. El hielo es muy delicado y había que manejarlo y transportarlo con mucho cuidado, entre paja y sacos». Por medio del tren mandaban el hielo a Grañén y Tardienta y con los camiones de reparto, en años posteriores, a otros pueblos de la comarca. Aquellas cámaras frigoríficas también fueron requisadas durante la guerra y les hicieron mantenerlas siempre en marcha porque las tropas republicanas que andaban por la estación las utilizaron para conservar víveres. El hielo se utilizaba mucho, además de para refrescar la bebida, en las nuevas neveras de hielo que salieron, en las pescaderías, para hacer helados, etc.

Compramos un camión Diamon que duró muchos años y tenía una bocina que hacía: SOL Mi DO. Mi hermano Luis cuando pasaba por delante de su casa le tocaba a Asunción una melodía “sol do mi do sol mi sol do” y así ella sabía que llegaba.

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Sifón «Espumosos Porta»

A todo añadieron la fabricación de sifones, entonces se bebía mucho vino con sifón. A la muerte de su padre y con los años quedaron a cargo del negocio cuatro hermanos: Higinio el mayor era el administrador y era un gran mecánico y negociante, su hermano Antonio era el químico, encargado del laboratorio y muy buen mecánico,  en los años 60 llegaron a fabricar soda de café (cuando comenzaba a llegar la Cocacola), limonada y naranjada además de gaseosas, Luis era un emprendedor y muy negociante «Era como el comodín, hacía de todo, igual estaba en la oficina que llenando gaseosas, que iba de comercial y a repartir por los pueblos la mercancía o iba a Barcelona con el camión, un Pegaso Barajas, recuerda que salía a las cuatro de la madrugada y llegaba a Barcelona a la una del mediodía. En realidad, todos trabajábamos mucho, no tuvimos nunca vacaciones. Yo aprovechaba los domingos que se podía para ir al río Alcanadre con mi mujer y mis hijos a pasar el día al lado de la fuente de Chabarriga en la huerta de Capdesaso y nos bañábamos en las badinas cerca del puente del tren o a la playa a Salou a pasar el día cuando fueron más mayores».

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José Porta durante el servicio militar.

José fue a la escuela en la estación, los chicos a la derecha y las chicas a la izquierda.  Luego estudió dos años en los escolapios en Zaragoza donde vivía con su hermana Josefina que era como su madre. El servicio militar lo realizó a los 17 años en Mallorca donde además aprovechó para estudiar comercio. Antes de realizar la mili, José ya había conocido a María Pilar Murlanch Minguella con la que cortejó nueve años y la bajaba a ver siempre que podía a Sariñena en bici, “el amor de mi vida”. José y María Pilar se casaron, tuvieron tres hijos y su vida se ha desarrollado siempre ligada al barrio de la Estación de Sariñena.

Pepe y Mª Pilar fueron muy bailadores: «En la estación había muy buenas fiestas hasta que sobre 1965, unos cohetes explotaron incontroladamente hiriendo a varias personas, uno de ellos a Vicente Sanclemente, vecino del Barrio, por este motivo las fiestas se suspendieron hasta bastantes años después. Las fiestas son para San Jorge, a la estación venía gente de todos los pueblos de alrededor, en casa Gil se hacían muy buenos bailes.  En aquella época había cinco bares, estaba casa Gil, que era bar y baile de fiestas, casa El Gorrión, bar y tienda de ultramarinos, El Parador, era bar y posada, La cantina del señor Jesús, al lado de casa Gil, y la cantina de la estación y una carnecería, panadería y lechería detrás de la escuela, la de la Sra. Antonia y el Sr. Feliciano».  

José ha sido un gran aficionado a la fotografía, cuando se casó se compró dos libros y todo el material para montar un laboratorio fotográfico y él mismo aprendió a revelar las fotografías que hacía a sus hijos, en las excursiones al río de los domingos, etc. La fotografía era una de sus pasiones al igual que el fútbol, siempre seguidor del CF Sariñena, estuvo 11 años en la directiva y durante esos años y algunos más estuvo de corresponsal deportivo de radio y prensa. En la revista Monegros fue puntual colaborador escribiendo en cada número las noticias deportivas del momento así como la historia del CF Sariñena hasta el año 1981.

Dos años después sufrió una enfermedad que le apartó de su vida profesional habitual: «Menos mal que mi hijo Jaime, del que me siento muy orgulloso, se quedó en el negocio y aunque era muy joven tomó mi relevo con gran entusiasmo y dedicación».

A partir de entonces José y María Pilar viajaron mucho, José por el negocio familiar era socio de ANFABRA (Asociación Nacional de Fabricantes de Bebidas Carbónicas) y visitaron muchos lugares de España, en reuniones y encuentros. También viajaron muchas veces a Mallorca porque le encantaba ir en avión (otra de sus pasiones) y volver a los lugares donde hizo la mili, a la playa y con el IMSERSO.

Pepe recuerda con cariño a tantas mujeres y hombres que han trabajado con ellos algunos como si fueran de la familia y a clientes de toda la comarca con los que después de tantos años les ha unido una gran amistad. En la década de 1960 modernizaron la fábrica y en la de los 80 automatizaron totalmente el proceso. Desde que esta empresa familiar nació por allá los años 20 (luego cumplirá el centenario) siguen adaptándose a los nuevos tiempos y ya va por la cuarta generación.

La saga familiar continúa ligada al barrio de la Estación de Sariñena, un barrio con mucha historia a la que nos hemos acercado gracias a la memoria y la afabilidad de José Porta Martín, un placer.

Joaquín Ruiz Gaspar y Asun Porta Murlanch

Sariñena, la retirada.


En marzo de 1938 comienza la retirada de las tropas republicanas, cometiéndose en su huida asesinatos y la voladura de los puentes sobre el río Alcanadre y el barranco de Malfaras. El 25 de marzo, la legión Alemana Condor bombardea Sariñena y el Barrio de la Estación para ser finalmente ocupadas por las tropas del general Moscardó. Sariñena fue duramente golpeada, según José María Maldonado “Sariñena era un lugar citado que había que machacar”. Así, su destrucción llegó a más del 65% de la población, lo que le valió, en el franquismo, su declaración como “localidad adoptada por el caudillo”, debiéndose hacer cargo de su reconstrucción “Regiones devastadas”.  

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Foto aérea del bombardeo del Barrio de la Estación de Sariñena

Artículo enmarcado en la serie sobre la guerra de España en Sariñena

La retirada

Con la caída del frente de Aragón y el gran avance de las tropas nacionales, se produjo la retirada general de milicianos y fuerzas republicanas y el desalojo de la población civil a casetas y masadas del monte, además muchos huyeron a Cataluña por miedo a represalias. La retirada fue dura, fatigosa y trágica, fue una retirada sin orden, a la desesperada, hacia Cataluña.

En Sariñena, la retirada contó con algunos hechos trágicos y se cometieron una serie de asesinatos por parte de las tropas republicanas durante su retirada. Además se produjo la voladura de los dos puentes sobre el río Alcanadre.

Y, a  pesar de una retirada general que prácticamente dejó Sariñena desierta, el bando nacional bombardeo intensamente y destructivamente Sariñena, «Fue un enseñamiento gratuito y equivocado, porque Sariñena había sido ya totalmente evacuada por las tropas republicanas en la noche anterior. Los daños materiales fueron cuantiosos, muchísimas casas quedaron totalmente destruidas y si sólo hubo dos víctimas, fue debido a que la mitad de la población había huido ya hacía Cataluña, y la otra mitad se encontraba en masadas y en pajares fuera del núcleo urbano» (Arturo Morera. La guerra del 36).

Victimas de la retirada

Daniel Grustán Ballarín (Guerra, Exilio y Represión) cuenta como en plena retirada republicana, algunos vecinos confundidos salieron a recibirles como libertadores portando la bandera monárquica. Resultó muerto el abanderado, apodado «El Zamarro», trabajaba en Obras Públicas, caminero, y no se había significado políticamente.

Antonio Loscertales Labarta El Droguero, labrador de 60 años, su mujer Carmen Tierz Marías, 58 años, y Teodoro Cabellud Blanco El Zumarro, caminero de 58 años,  fueron «Muertos a tiros» en la cocina de su casa el día anterior a la liberación de Sariñena, la noche del 25 al 26. En la Causa General de Sariñena (ES.28079.AHN//FC-CAUSA_GENERAL,1412,Exp.1) aparece la declaración de su hijo Manuel Loscertales Tierz,: «Sus padres Antonio Loscertales y Carmen Tierz fueron fusilados en la cocina de su casa el día anterior a la liberación de Sariñena, suponiéndose que fue por delatarlos alguien de que estaban celebrando la entrada de los nacionales en esta villa». Los cadáveres presentaban heridas de bala y los sospechosos respondían a «Un comisario, un capitán y un teniente rojos cuyos nombres se ignoran».

Gregorio Lana Capitán declaró, en el expediente personal de José Carrera Gavín Consejo de guerra, Procedimiento sumarísimo de urgencia 351-39 (Víctor Pardo Lancina y Raúl Mateo Otal. Todos los nombres): «El día 26 por la mañana, sobre las tres y media de la madrugada del mes de marzo de 1938, el mismo día de la liberación por nuestro glorioso y heroico ejército, desde la casa del declarante oyó una voz que le pareció ser la del encartado José Carrera Gavín que dijo:- ¿Qué hacen aquí estos bandidos?-, y a estas palabras contestó otro -¡Viva Franco!- . Preguntado si el declarante pudo apreciar quién dijo la voz tan elocuente de -¡Viva Franco!- dijo que le pareció ser la del vecino alias Zamarro, por nombre Teodoro Cabellud, y que al poco oyó unas detonaciones que cree que fue cuando mató al citado Cabellud.» 

El mismo día  asesinaron a Pilar Conte Dueso, 18 años, o Pilar Martín Dueso «En los porches de la plaza del Mercado de esta villa, presentando una herida de arma blanca que le seccionaba la yugular suponiendo autores de estas cuatro muertes a José Carreras (Fallecido) y Francisco Nogués (Huido).» No obstante, en la Causa General de Sariñena encontramos la declaración de Teresa Conte Dueso, en la que manifiesta que su hermana Pilar Conte Dueso fue asesinada sin haber sido detenida:  «Su cadáver presentaba heridas de arma de fuego en la cabeza, en la calle las monjas de esta villa». (ES.28079.AHN//FCCAUSA_GENERAL,1412,Exp.1).

Aurelio Arizaleta, administrador de casa Bastaras, de Lanaja, fue fusilado por republicanos el 25 de marzo de 1938. Al parecer ocurrió en extrañas circunstancias, en el monasterio de la Cartuja de las Fuentes, en plena ofensiva del bando nacional.

Teodoro Cabellud Blanco, de profesión caminero de 51 años, el 19 de julio de 1936  «Fue detenido por milicianos rojos en la puerta de su casa y conducido a la cárcel de esta localidad, donde se encontraban ya otros detenidos y permaneció allí durante cuatro y cinco días, puesto en libertad, se le obligó a trabajar en el campo de aviación siendo asesinado en la retirada de los rojos. Sabiéndose que fue fusilado, su cadáver se halló en la calle Fatas de esta localidad». Testimonio de su hija Rosario Cabellud Viñuales, Causa General de Sariñena (ES.28079.AHN//FC-CAUSA_GENERAL,1412,Exp.1).

Víctor Pardo Lancina también recoge el asesinato de José Almerge Peralta, en aquel 25 de marzo antes de la entrada de las tropas nacionales  (A una milla de Huesca, diario de una enfermera australiana en la Guerra Civil española. Autores: Agnes Hodgson, Víctor Pardo Lancina, Judith Keene). También aparece como José Almerge Montel, caminero de 60 años de edad fusilado el 26 de marzo de 1938 (La guerra civil en Sariñena).

Ante el “Hotel Anoro”, sirviendo de dosel unos rótulos inconmensurables de gritos “antifascistas” se encuentra el cadáver de un miliciano. Quedó rezagado en la huida de sus compañeros. Cuando habían llegado las fuerzas nacionales a la plaza, este miliciano quiso defenderse usando granadas de mano. Un certero disparo de pistola le desplomó y quedó con los brazos extendidos y los ojos abiertos.”

Arturo Morera

Detonación de los puentes

Los puentes sobre el río Alcanadre, tanto el de ferrocarril como el de la villa de Sariñena, de paso para vehículos y personas, fueron dinamitados por las fuerzas republicanas en su retirada. El puente de la vía ferroviaria fue rápidamente reconstruido en mayo de 1938 por el Servicio Militar de Ferrocarriles, para continuar su avance de tropas nacionales hacía Lérida. Puentes de guerra, Sariñena

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Portada del ABC del 22 de mayo de 1938

En su retirada, el Comisario de Guerra de Compañía Francesc Roca Matamoros, en sus Memorias de su exilio, narra su paso por Sariñena: “Llegamos a Sariñena y virtualmente estábamos todos desfallecidos, eran tres días de andar, combatir y no dormir, nuestros cuerpos parecían autómatas pues nos movíamos por intuición. La comida no la habíamos probado desde que empezó el ataque y nuestra intendencia funcionaba mal completamente. Un tren militar nos esperaba en Sariñena donde se había dado la orden que la 32 división, fuera a instalarse en unas posiciones que había a 13 Km. A la retaguardia de Sariñena”. La posición que tomaron fue El Tormillo, donde prepararon un contrataque. A pesar de dinamitar el puente del tren del ferrocarril sobre el río Alcanadre (El 27 de marzo de 1938), las tropas nacionales avanzaron hacia sus posiciones donde trataron de contratacarles con el factor sorpresa. “Empezamos el ataque y sin artillería, sin tanques y sin ametralladoras, el desastre fue grande, pues de 500 soldados, llegamos a nuestras líneas como 300, quedó en poder del enemigo y nuestras filas completamente desorganizadas” (Memòries escrites pel Comisari de Guerra de Companyia Francesc Roca Matamoros durant el seu exili cap a Mèxic – D’Ulldecona a Morelia).

 

El avance nacional

El 22 de marzo de 1938 se inició la ofensiva nacional del Cuerpo del Ejército de Aragón, al mando del general José Moscardó Ituarte, rompe y avanza imparable en el frente de Aragón. A su mando las divisiones 51, 53, 54 y 55: «El día 23 de marzo la 53 División llegó a un kilómetro de Sangarrén y la 54 ganó y rebasó Tardienta. Al día siguiente, la División 54 ocupaba Torres de Barbues y Almuniente, y la 54 se situaba en Torralba. El día 25, la 53 ocupó Grañén, la 54 Senén y Robres y la 55 Bujaraloz y La Almolda. El día 26 la División 53 alcanzó Capdesaso, Lalueza y Poleñino, mientras la 54 lo hacía con Alcubierre y Lanaja y la 55 alcanzaba Castejón y Pallaruelo» (Arturo Morera. La guerra del 36).

Sariñena bombardeada

La ofensiva en el norte de Aragón es apoyada por la aviación alemana nazi de la Legión Condor. Sariñena y su barrio de la estación fueron severamente bombardeados el 25 de marzo, Arturo Morera apuna que fue un escuadrón de Junkers 52 “El escuadrón Junkers 52 actuó bajo las órdenes de Joaquín González Gallarza”, aunque queda claro que fueron cuatro escuadrillas de tres aviones Heinkel-111 de la Legión Cóndor quienes bombardearon de forma «inmisericorde la villa», tal y como recogen diferentes autores como José María Maldonado y Jesús Inglada.

Daniel Grustán Ballarín, en “Guerra, exilio y represión”, recuerda ver como 28 aviones Junkers sobrevolaban Sariñena, dando la vuelta a la altura del barranco Malfaras y colocándose en fila india bombardearon intensamente Sariñena. Afortunadamente, la población prevenida se había refugiado en las masadas y casetas de los montes cercanos, evitando lo que podría haber sido una gran masacre. Aunque no todos corrieron la misma suerte. A la familia de Jesús Ángel Ariste Justo les alcanzó el bombardeo en su casa de la calle Enado número 3;  donde, tras la guerra, estuvo el bar «La Parra». En la casa, que constaba de casa y corral, les pilló por separado. En la casa se encontraba la madre mientras que el padre y los hermanos se hallaban en la parte trasera en una cuadra pequeña. La bomba cayó justo en el corral hiriendo gravemente a los hermanos Ángel y Antonio. La madre bajó corriendo asustada, embarazada de Jesús Ángel, y rápidamente llevaron al Hospital de Sariñena los dos hermanos. Tanto al padre como a una hermana la explosión no les causó ninguna herida. Ángel murió en el Hospital a causa de las heridas, contaba con ocho años. Mientras, con la entrada de las tropas nacionales, el Hospital fue desalojado en retirada y la familia se tuvo que llevar a Antonio al monte donde se refugiaron. Antonio acabó de recuperarse en la caseta del monte y hasta años más tarde no terminó de ser tratado correctamente con cirugía para reparar la sordera de un oído.

La ocupación de Sariñena

La ocupación de Sariñena llegó por parte de las tropas del cuerpo del ejército del general Moscardó, del ejército de Franco, después del feroz bombardeo: “El 26 de marzo una división de marroquíes dirigidas por el general Moscardo ocuparon Sariñena”.  Sariñena fue ocupada el 26 de marzo por las divisiones 53, 54 y 55 «No todos los efectivos pisaron las calles de la población, pero todos atravesaron sus campos y andaron sus caminos persiguiendo a los republicanos que huían a la desbandada por las planicies del Saso de Miranda, las Almunias Altas, Cachicorba, Cajal o Saso las Fitas» (Arturo Morera. La guerra del 36).

«La División 53 estaba mandada por el general Alvaro Suciro Vilariño y se componía de las siguientes unidades: Tabores 1ª y 3ª de la Mehala de Tetuán (moros); 2ª y 15ª Banderas de la Legión; Tercio de Requetés del Pilar; 2ª y 7ª Banderas de Falange; un grupo de artillería del 75 y otro mixto de montaña; por último, una compañía de zapadores y otra de Transmisiones.

En la División 54 dirigida por el general Ricardo Marzo Pellicer, se integraban los siguientes efectivos: Batallones 283, 286 y 289 de Tiradores de Ifni (moros); 6° Batallón de San Quintín; el 7° de América; el 3º de Palma; el 2°de Bailén el 8º de Vitoria y el «C» de Ceriñola; el Tercio de Requetés Ntra. Sra. de Valvanera y los Batallones de Infantería 131 y 287. Había también un grupo de cañones y otro de obuses ligeros y dos grupos de Ingenieros.

Por último, la División 55 (antes 13rigada Mista de Posición y Etapas) estaba al mando del coronel Enrique Adrados. Disponía de los Batallones 1 al 10 del Regimiento de Carros de combate y de la 1ª y 9ª Banderas de Falange; una Batería del 75, otra del 105 y una sección de antitanques, dos compañías de Zapadores y una de Transmisiones.»

Arturo Morera. La guerra del 36. 

Sariñena ocupada y sierra alcubierre rebasada

El Adelanto: Diario político de Salamanca: Año 54 Número 16545 – 1938 marzo 27.

27 de marzo.- Sariñena ya es nacional. Parece que dentro de esta semana empezaremos a avanzar. Se oyen fuertes bombardeos. Por la mañana, por encima de las montañas del norte de Huesca se veían las humaredas de las explosiones de las granadas. Por la tarde nos comunican que los rojos han abandonado las posiciones de Orna y corren rumores de que esta noche avanza este sector.

Diario de guerra. Ramiro C. de Sobregrau i Jubert.

Aquel 27 de marzo de 1938 debió de ser un día tranquilo en Sariñena, Manuel Sánchez Forcada relata lo que parece ser debió de ser una jornada sin avance en el frente: «Salimos de operación por la carretera hasta unos tres kilómetros del pueblo, como no hay nada volvemos al pueblo a la noche.» (Sánchez Forcada, Manuel. Diario de campaña de un requeté pamplonés). Realmente, el 27 de marzo sirvió a las tropas nacionales para su reorganización, la 55.ª División se concentra y a la vez soluciona el paso sobre el río Alcanadre. J. María Pinto de la Rosa, del Grupo Mixto de Ingenieros Nº 4, lo refleja en su diario «En la noche del 27 al 28 las Compañías de Zapadores en unión de la del Grupo n.° 3 restablecieron la comunicación a la salida de Sariñena, permitiendo que al amanecer del 28 pudiesen emprender la marcha las Divisiones 53 y 54, por lo que fueron felicitados los Zapadores Divisionarios.» (Pinto de la Rosa, J. María. El Grupo Mixto de Ingenieros Nº 4).

Así, el día 28, las fuerzas nacionales continúan su ofensiva avanzando hacía Sena y Villanueva de Sigena «Se termina la concentración de la División en Sariñena». Pinto de la Rosa continúa su relato «El día 28 se vadeó el río Alcanadre ocupándose los pueblos de Sena, Villanueva de Sigena con su Monasterio, Ontiñena, Ballobar y Chalamera, alcanzando en este último, con alguna resistencia, el río Cinca, día éste en que la Compañía de Transmisiones tuvo una de sus más acertadas actuaciones, dando comunicación desde Sariñena hasta el río Cinca, conforme iban avanzando las columnas.» (Pinto de la Rosa, J. María. El Grupo Mixto de Ingenieros Nº 4).

El testimonio de Peirats

José Peirats, sindicalista cenetista, recogió en sus memorias “De mi paso por la vida. Editorial Flor del Viento”, la retirada del frente de Aragón. José Peirats ya había pasado otras veces por Sariñena, en una ocasión para la inauguración del campo de aviación, a mano del Coronel Felipe Díaz Sandino. También, en sus visitas al frente de Huesca, por medio de “Acracia”, estuvo junto a Manuel Magro (Acracia era la revista de la CNT de Lérida editada durante los últimos años de la Guerra Civil. José Perirats y Manuel Magro fueron durante un tiempo directores de la revista, además Magro fue alcalde de Lérida durante la contienda bélica).

José Peirats recordaba el aeródromo: “Era de tierra y por todo ornamento de un palo colgaba la manga de una camisa que señalaba la dirección del viento. ¡Qué diferencia desde entonces!”. Al divisar Sariñena, aún humeante de los bombardeos, Peirots relata una imagen macabra: “Centenares de soldados estaban echados por el suelo, medio muertos por la fatiga. Debían ser los de Huesca. El espectáculo era horripilante, digno de una escena dantesca”. Peirots se reencontró con algunos camaradas y fue testigo del consejo de guerra contra Sostre. El jefe máximo Bellmonte “impasible como siempre”, nombró como jefe de batallón a Rubi y asesinaron a Sostre. Se encontraban de retirada, en huida hacía Lérida: “Sonó la alarma de aviación, mucha gente se fue a refugiar debajo del puente, pero no hubo bombardeo, se trataba de aviones de reconocimiento”.

Refugiados, exiliados y represaliados

La disminución del censo de población de Sariñena fue del 8%, antes y después de la guerra,  de 2.857 habitantes en 1930 a los 2.639 en 1940. Muchos se vieron obligados a exiliarse y Cataluña acogió a numerosos aragoneses que buscaban su huida hacía Francia, por la Vall de Aran o por la costa. Una de aquellas localidades catalana fue Manresa que acogió a numerosos refugiados a lo largo de la guerra, proporcionando alojamiento y manutención hasta su retirada tras el avance de las tropas sublevadas. Entre sus archivos aparecen varios vecinos de Sariñena, algunos integrantes de la misma familia.

  • Grañón Vicente, Mariano. De Sariñena. 48 años, casado. Llegó el  26/03/1938 a  Manresa Ctra. Igualada. Permaneció 5 meses. Observaciones: 5 hijos y 1 pariente. Baja racionamiento 11 de julio de 1938. Fuente documental de que procede la información: AHB, lligall «Refugiats de guerra (1936-39)-VI».
  • Ibor Cuello, Ezequiel. De Sariñena. 2 años, soltero. Nombre responsable de la casa Antonia Cuello Laín, parentesco Madre (?). Llegó el  5/04/1938 a  Manresa Ctra. Igualada (Torre). Fuente documental de que procede la información: AHB, lligall «Refugiats de guerra (1936-39)-VI».
  • Ibor Cuello, María. De Sariñena. 6 años, soltera. Nombre responsable de la casa Antonia Cuello Laín, parentesco Madre (?). Llegó el  5/04/1938 a  Manresa Ctra. Igualada (Torre). Fuente documental de que procede la información: AHB, lligall «Refugiats de guerra (1936-39)-VI».
  • Cuello Laín, Pilar. De Sariñena. 32 años, profesión S.S. Llegó el  5/04/1938 con 2 parientes. Fuente documental de que procede la información: AHB, lligall «Refugiats de guerra (1936-39)-VI».
  • Cuello Laín, Antonia. De Sariñena. 36 años, casada y profesión S.S. Llegó el 28/04/1938 a Manresa Ctra. Igualada con 3 hijos (?). Fuente documental de que procede la información: AHB, lligall «Refugiats de guerra (1936-39)-V».
  • Gil Marcuella, Ángeles. De Sariñena. 7 años, soltera. Nombre responsable de la casa Andrés Nolla Gil, parentesco Primo (?). Llegó el 6/10/1938 a Manresa Born, 30, 2n. Observaciones: Posible error en lugar de procedencia: Tarragona?. Fuente documental de que procede la información: AHB, lligall «Refugiats de guerra (1936-39)-VI».
  • Grañón Rodés, Carmen. De Sariñena. 17 años, soltera. Nombre del padre Mariano y madre Carmen. Nombre responsable de la casa Mariano Grañón Vicente, parentesco padre Llegó el 26/03/1938 a Manresa carretera Igualada. Estancia 5 meses. Fuente documental de que procede la información: AHB, lligall «Refugiats de guerra (1936-39)-VI».
  • Grañón Rodés, Concha. De Sariñena. 19 años, soltera. Nombre del padre Mariano y madre Carmen. Nombre responsable de la casa Mariano Grañón Vicente, parentesco padre Llegó el 26/03/1938 a Manresa carretera Igualada. Estancia 5 meses. Fuente documental de que procede la información: AHB, lligall «Refugiats de guerra (1936-39)-VI».
  • Grañón Rodés, Enrique. De Sariñena. 6 años, soltero. Nombre del padre Mariano y madre Carmen. Nombre responsable de la casa Mariano Grañón Vicente, parentesco padre Llegó el 26/03/1938 a Manresa carretera Igualada. Estancia 5 meses. Fuente documental de que procede la información: AHB, lligall «Refugiats de guerra (1936-39)-VI».
  • Grañón Rodés, Josefina. De Sariñena. 14 años, soltera. Nombre del padre Mariano y madre Carmen. Nombre responsable de la casa Mariano Grañón Vicente, parentesco padre Llegó el 26/03/1938 a Manresa carretera Igualada. Estancia 5 meses. Fuente documental de que procede la información: AHB, lligall «Refugiats de guerra (1936-39)-VI».
  • Grañón Rodés, Marián. De Sariñena. 7 años, soltero, (Nota: Aparece como género hombre). Nombre del padre Mariano y madre Carmen. Nombre responsable de la casa Mariano Grañón Vicente, parentesco padre. Llegó el 26/03/1938 a Manresa carretera Igualada. Estancia 5 meses. Fuente documental de que procede la información: AHB, lligall «Refugiats de guerra (1936-39)-VI».
  • Navarro Gelaberte, Domingo. De Sariñena. 0 años, soltero. Nombre responsable de la casa Ramón Gelaberte Grañón, parentesco abuelo. Llegó el 14/04/1938 a Manresa con dirección de destino Fraternitat, 5, 3r. Observaciones: 9 meses. Fuente documental de que procede la información: AHB, lligall «Refugiats de guerra (1936-39)-I».
  • Novellón Torras, Pilar. De Sariñena. 3 años, soltera. Nombre del responsable de la casa Josefa Torras (Torres) Vitales, parentesco ¿madre?. Llegó el  28/04/1938 a Manresa Ctra. Igualada (Torre) con 2 parientes. Fuente documental de que procede la información: AHB, lligall «Refugiats de guerra (1936-39)-V».
  • Rodés Fernández, Carmen. De Sariñena. 43 años, casada. Nombre del responsable de la casa Mariano Grañón Vicente, parentesco marido. Llegó el  26/03/1938 a Ctra. Igualada. Fuente documental de que procede la información: AHB, lligall «Refugiats de guerra (1936-39)-VI».
  • Torres Vitales, Josefa. De Sariñena. 29 años, casada y profesión S.S. Llegó el  5/04/1938 a Manresa Ctra. Igualada (Torre) con 2 parientes. Fuente documental de que procede la información: AHB, lligall «Refugiats de guerra (1936-39)-V».
  • Varela Cuello, A. De Sariñena. 7 años, soltera. Nombre responsable de la casa Pilar Cuello Laín y parentesco ¿madre?. Llegó el  5/04/1938. Fuente documental de que procede la información: AHB, lligall «Refugiats de guerra (1936-39)-VI».

En la cercana localidad de Fonollosa, a escasos kliometros de Manresa, fueron a parar gentes de Sariñena: «Con el estallido de la guerra, estuvieron en Fonollosa diversas familias de refugiados procedentes de Sariñena y de otros lugares de Aragón. Fueron alojados en la ermita del Grau, a cal Xiscano, al Gorg Negre y a Jaumandreu. A la Mongia vivieron unas mujeres que tenían los compañeros luchando en el frente. En el Gorg Negre un grupo de mujeres con un montón de niños. Se las conocía como “las carboneras”, porque este era su oficio. Otros optaron por desertar y esconderse en los bosques. Eran los emboscados, que dormían en escondrijos, cuevas y barracas. Sus familias le suministraban alimentos de forma disimulada. De noche se acercaba a casa y, cuando podían, trabajaban en los campos. Algunos jóvenes fueron a defender la República pero muchos no volvieron.» (En recuerdo de todas las victimas). 

Otra de las poblaciones que sirvió de refugio y acogida fue La Garriga, en la provincia de Barcelona y allí encontramos un documento interesante y sorprendente. Una relación de refugiados, sin especificar la fecha, que muestra en un momento dado el registro de 56 sariñenenses refugiados en dicha localidad. Además, entre los numerosos aragoneses, los 95 de Vicien, los 35 de Barbastro…, aparecen los 12 monegrinos de Barbués, los 6 de Torralba de Aragón y los 5 de Sangarrén. Gracias a Enric Costa Argemí, del Àrea de Patrimoni del Ajuntament de la Garriga, por su ayuda en la consulta y acceso al documento.

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Arxiu Municipal de la Garriga (AMLG). Fons Ajuntament de la Garriga.

La Garriga tenía poco más de 3.000 habitantes antes de iniciarse la Guerra Civil española, y pasó a tener cerca de 10.000 poco antes de su finalización, acogiendo personas que huían de las zonas del Estado español en la medida  que eran ocupadas por las tropas franquistas y gentes que escapaban de los continuados bombardeos que sufría la ciudad de Barcelona.

Un número muy importante de estos refugiados eran niños, procedentes en su mayoría del País Vasco, de Madrid y de Castilla, a los que se procuraba fueran debidamente escolarizados, bien alimentados y que disfrutaran de sesiones de ocio propias de su edad, conscientes de que habían sido apartados, para su mejor seguridad, de sus entornos familiares, de que habían sufrido las consecuencias de los bombardeos y que habían llegado a la Garriga en unas condiciones de transporte muy penosas.

Joan Vendrell i Campmany

http://vencamp.blogspot.com/

No pocos murieron por el camino, especialmente los ancianos y heridos, en los que se cebaba el agotamiento que producía una caminata interminable. Mi madre fue testigo doloroso de las quejas y lamentaciones de las madres que habían perdido a sus bebés, algunos aún de pecho, por lo general muertos de frío y neumonía después de tantas jornadas bajo la lluvia y la nieve de los Pirineos.

Pinos Barrieras, D., Ni el árbol ni la piedra, Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2005, p. 79.

Tras la retirada, para los que no se habían exiliado, familias enteras, comenzó la represión franquista. La depuración de personas llevó a unos 140 sariñenenses y sariñenesas a la prisión provincial de Huesca. Se iniciaron 86 expedientes por parte del Tribunal de Responsabilidades Políticas de Aragón, afectando a otros tantos vecinos presos, huidos o muertos y a sus familias, con castigos como fuertes multas, incautación de bienes, inhabilitaciones, cárcel y destierro. Así como dos sentencias a pena de muerte dictadas por sendos consejos de guerra sobre los vecinos acusados del delito de “adhesión a la rebelión“; el molinero de 42 años José Carreras Gavín fusilado en Huesca el 14-8-1940 y el camarero de 36 años Francisco Basols Buil, fusilado en Barbastro el 21-7-1942. (Miguel Pardina Pueyo: de Pallaruelo de Monegros a Mauthausen- O Crabero).

IMPRESIONES DE GUERRA

Sariñena ofrece a la vista toda la gama de hechos vandálicos que puede dictar conciencia perturbada y una cabeza en derrota

— Una visita a lo que fue base aérea — Pilarín Basols mantuvo con gran fortaleza su fe cristiana a pesar de la horda. – La población civil, que había huido, regresa. — Desde los primeros momentos funciona el “Auxilio Social”

Tenía el cronista a Sariñena ante la vista. El mando retrasaba su ocupación. Estos jefes espléndidos que llenos de victoria son padres de cada soldado, cuidaban con calor las unidades. Al fin se realizó la entrada. En el más profundo silencio de la horda que huía dejando tras sí una estela de barbarie. Voladura de edificios, incendios, el saqueo más vergonzoso. Toda la gama de hechos vandálicos que puede dictar una conciencia perturbada y una cabeza en derrota, la población civil había desaparecido  completamente. La huida por los montes obligada por la tiranía roja que obligó a no pocos a seguir la aventura del descalabro…, la población desapareció. De algunos edificios asciende el humo y presentes derrumbamientos se observan. La horda, después de desvalijar y destrozaron con estudio la población que tiranizaron, prendió fuego a no pocas viviendas que nuestros soldados van apagando para recuperar lo posible.

Una estela de barbarie

Todos los puentes sobre el río Alcanadre, aparecen volados. Han saltado altos. Aquel magnífico de la vía férrea a Barcelona. De líneas elegantes, de tres tramos, que salva aquella imponente, hondonada por donde se estira el río ha saltado volado por tres puntos.

La Iglesia Parroquial, con aquella fachada catedralicia, esta raspada de todo  tributo y mínimo simbolismo de lugar sagrado. A lo largo de aquellas paredes, ¡Sosales los gritos de una propaganda ..a, pornográfica y revolucionaria, en los carteles multicolores.

La Iglesia fue destinada a taller de reparación de automóviles. En su puerta principal hay un letrero colosal con la inscripción: U.H.P. Hay restos de vehículos, grasas, herramientas Sobre la fachada un gran parapeto de sacos terreros donde se escondían armas antiaéreas.

El edificio del Casino de Sariñena se baila en su interior totalmente transformado. Un gran letrero reza: “Casa del pueblo” «Central de Sindicatos» Sin embargo, en estos momentos, aparecen sus salas destinadas a grados escolares. Hay un gran desbarajuste.

En la plaza de la Iglesia, frente a ella, lo que fue una gran manzana de viviendas es hoy una gran calva. Sucedió que hace unos meses un depósito de trilita, con una cantidad de tres mil kilos, hizo explosión, levantando toda la edificación.

Hemos visitado los locales que ocupaba el Banco de Aragón. Allí está el rastro de la horda. La caja fuerte pudo ser violentada. Allí están las señales de ello.

Sin duda la horda no tuvo tiempo suficiente. Toda la documentación se halla por los suelos y el moblaje aparece destruido.

Obra de perversión

Sariñena, como centro radial de una extensa zona, fue centro de lo que ellos llamaran cultura, pero que es la más desdichada perversión de la inteligencia y del corazón.

Aparte de la estación difusora denominada «Alas rojas» que tiene un edificio construido en la llanura que une la estación del ferrocarril con la villa, por cuya difusora se vertieron tantas patrañas y sandeces, Sariñena contaba con una instalación lujosa de centros culturales (¡!).

Cada grupito tiene su hoja de publicación, su biblioteca y centro cultural Comenzando por el más cándido republicanismo hasta el rabioso concepto libertario.

En la calle de «Dato», encontramos centenares de hojas que declaran las excelencias de aquel papel «Adelante». ¡El radical- socialismo redivivo! Los señores Lana, Estéban y Brunet, elogian el republicanismo con ribete socialista.

En el «Hotel Anoro» tienen su sede las juventudes libertarias: telas rojas con rótulos inmensos, banderas, folletos del peor gusto, colores y colores, Prensa que atosiga, carteles que marean. En la plaza «Enado» tienen la se de las Juventudes Unificadas. Tenían, vamos. Allí está Falange Española Tradicionalista y de las J. O. N. S.

En este piso espléndido estaba el socialismo instalado. Sería el académico por la elegancia de de la instalación y el perfil de la Enciclopedia Espasa que sostiene un magnífico «bureau».

En una planta baja del mercado vimos la biblioteca más indecente que se pudo coleccionar. ¿Cultura?

¡Perversión! Combinada con aquel cine grosero que ha sido servido a la procacidad de milicianos y milicianas.

Con estos antecedentes no hay nunca victoria sino derrota; no hay ejército fuerte sino horda bestial.

Campo de aviación

Llevados por la popularidad que la la base aérea de Sariñena logró en nuestra provincia, nos dirigimos a aquello que es el cementerio de una base aérea. Nuestras escuadrillas nacionales han pulverizado en excursiones sucesivas este campo que fue destinado a ser una de las primeras bases de Aragón. Sus edificios quedaron aniquilados y la superficie de él convertida en un sistema de fosos que nuestra metralla sucesivamente fue abriendo.

Fue abandonado ante la predilección que nuestras armas aéreas sentía por la base y pericia de nuestros aviadores que machacaron todos los proyectos rojos. En una ocasión los cazas rusos se negaron a elevarse ante la presencia de la aviación nacional. Mientras los jefes anduvieron a tiros, nuestros aparatos destrozaron una regular cantidad de aviones rojos y nuestros cazas ponían fin a las discusiones entre los aviadores en rebelión.

Una mujer fuerte

Pilarín Basols, oficial de la Hacienda de Huésca. Conocida en esta ciudad. La señorita Basols, de la Juventud Católica de Huesca, ha sido la mujer que ha sostenido el rosario y devocionario en sus manos frente y a pesar de la horda

Nunca lo ocultó. En los sucesivos registros se lo arrebataron. Ella siempre tuvo sus libros de rezo y mantuvo altivamente su bandera católica ante los «aguiluchos de la F. A.I. y ante los «Incontrolados» que no es poco.

Hoy la hemos encontrado, aquí esperando a España. Al saludarla la dijimos: ¡Arriba España! Pilarín. Ella nos contesta con sencillez: ¡Arriba España y la paz de Cristo en el reino de Cristo!.

Esta tesis católica ha sostenido como una mujer fuerte esta señorita ante la horda. Sus primeras preguntas fueron: Cómo van nuestras Juventudes Católicas de España y Huesca.

La población civil regresa

Desde las primeras horas del domingo tornan estas gentes a sus viviendas. Vienen con huellas del terror que han padecido Este puede apreciarse en un detalle. Al contemplar la población castigada no lamentan el castigo, sino bendicen la hora en que fue cortado aquel régimen que dicho sea de paso fue ejercido por los peores.

No fue excesivo el derramamiento de sangre, sin embargo el régimen de opresión y tiranía que han padecido, supera al asesinato.

Algunos asesinatos, continuados vejámenes, persecuciones sin cuento por el motivo más fútil, forman el calvario.

Presencia de España

Ya está aquí la Falange con la exaltación de la Patria, en sus carteles simbólicos y el pan de «Auxilio Social». Al atardecer ya habían regresado una buena parte de los vecinos. Ellos recibieron el pan blanco de la España de Franco y cantidad de víveres para tres comidas.

Luego volverán a comer estas gentes en la mano de la Falange. Hoy, lunes, ya funciona el comedor de «Auxilio Social» que está, lo veo, instalando la incipiente Sección Femenina de Falange Española Tradicionalista.

El jabón de «Auxilio Social» alegra a estas mujeres sencillas que tienen hambre de limpieza. No había jabón; y alguien dio, en una ocasión una gallina por un trozo, de él.

Un cadáver, rojo

Ante el «Hotel Anoro», sirviendo de dosel unos rótulos inconmensurables de gritos «antifascistas» se encuentra el cadáver de un miliciano. Quedó rezagado en la huida de sus compañeros.

Cuando habían llegado las fuerzas nacionales a la plaza, este miliciano quiso defenderse usando granadas de mano. Un certero tiro de pistola le desplomó y quedó con los brazos extendidos y los ojos abiertos.

Nosotros le contemplábamos y trajimos a la consideración un simbolismo. Aquel corpachón tendido junto al desfile interminable de banderas, cantos y generales, era todo ese tinglado bélico y revolucionario que está derrotado y tendido por la superficie de Cataluña, sobre la cual va a pasar inmediatamente el triunfo de la guerra como una realidad y la victoria de la paz como una promesa de futura grandeza.

 Flecha.

«Serían las doce de la noche cuando llegamos a Zaragoza, habíamos salido a las 11 de la mañana de Guadalajara, pasamos un rato y seguimos dirección a Lérida; amaneció cuando ya habíamos rebasado Tadienta, que nos evocaba muchos recuerdos cuando al principio de la guerra los milicianos de las columnas libertarias estaban por allí, ahora se veía muy destrozada. Luego seguimos por Sariñena que salvo algunos olivos viñas y almendros daba la impresión el terreno de la provincia de Huesca en donde nos habíamos adentrado de ser bastante mísero, ayudando a que esta impresión fuera mas viva el que la presencia de grandes extensiones no existía, seguramente por la falta de brazos y animales de labor; no en balde casi toda la contienda fue frente de guerra.»

16 de abril de 1939, viaje de Guadalajara a Cervera (Lérida). Memorias de la guerra civil Española, desde mitad de febrero de 1938 hasta el día en que me hicieron prisionero de guerra el 2 de abril del mismo año. Josep Caballé Teixidó.

Para muchos la retirada, exilo o represión y para otros la reconstrucción. Una Sariñena muy destruida y arrasada, mostraba sus calles llenas de escombros, impracticables y con casas derruidas e inhabitables. Los vecinos y el Batallón 408 de Orden Público fueron los encargados de realizar las labores de desescombro y limpieza. Luego llegó la reconstrucciones de la mano de Regiones Devastadas, como su nombre  indica, Sariñena fue devastada por la aviación alemana Condor, como ejercicios y maniobras antesala de la segunda Guerra Mundial.

Auxilio Social a poblaciones liberadas

Han sido establecidos muchos comedores y cocinas de Hermandad.

Los pueblos últimamente socorridos por “Auxilio Social” fueron, en días pasados, los siguientes: Mequinenza, Barbastro (por segunda vez), Perdiguera, Leciñena, Alcubierre, Lanaja, Sariñena (por segunda vez), Poleñino, Robres, Belchite (por cuarta vez), Mediana y Huesca.

En varios de estos lugares se han acumulado almacenes de víveres para el suministro diario de las personas menesterosas.

El Adelanto: Diario político de Salamanca: Año 54 Número 16553 – 1938 abril 6.

Pan blanco

En Sariñena la alegría del pueblo no tuvo límites al ver que a todos sin excepción se repartían pan blanco a manos llenas.

Azul: órgano de la Falange Española de las JONS: Año II Número 470 – 1938 abril 8.

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Francisco Larroy Masueras


Paco es el último combatiente vivo de La Madeleine, una heroica batalla durante la segunda guerra mundial en Francia. Desde su exilio, Paco ha vivido prácticamente toda su vida en Anduze, donde llegó exiliado desde Sariñena junto a sus padres y hermano Antonio. Los hermanos Larroy son todo un ejemplo de supervivencia y compromiso por la libertad, dos sariñenenses de leyenda.

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Paco Larroy Masueras

Francisco Larroy Masueras nació en Sariñena en 1924. Su padre José Larroy Bollic descendía de familia de herreros pero se dedicó a construir carros: “Fue carretero”. El taller lo tenía al lado de la herrería, calle Goya nº 4, subiendo a mano derecha. Su abuelo dividió la casa en dos, así que los dos talleres estaban pegados, las puertas eran iguales: “Tal y como subías primero estaba la herrería, que la llevó mi tío, y luego el taller de carros”. Además, en casa vendían abono de pescado para los campos, se podía leer en la fachada: “Se venden abonos”. Su madre era Adelaida Masueras Clavería y sus hermanos tenían una fábrica de gaseosas camino del río, a la salida de Sariñena, al lado de garaje de Eloy Casabón y durante la guerra todo quedó destruido. Antonio, hermano de Paco, era tres años mayor, nació en Sariñena en 1921 y murió a los noventa y cuatro años de edad, el 18 de noviembre del 2015.

Paco fue poco a la escuela, pero aún recuerda al maestro don Pío, a algunos amigos como el Peti (el cafetero) y el rubio Chin. Iban a robar manzanas por la huerta, a bañarse al río, a la Laguna a cazar patos y de romería a san Isidro. Recuerda la línea de autobús de la sesantina, de unas seis fuentes y del cine del teatro Romea. Al Romea iban a ver películas en el gallinero, pues era más barato, “Al dueño del Romea lo fusilaron en Sariñena”, recuerda Paco. La plaza Alvarado, actualmente de la Constitución, «Rebosaba de vida, había un abrevadero y encima el bar Las Delicias». También estaba el quiosco que había hecho su Padre, donde vendían cervezas. La plaza estaba llena de gente, de vida, y además las vacas, mulas y caballos iban a beber al abrevadero y, al caer la tarde, volvían solos.

Llegó la guerra y todo se quebró, Paco la vivió con nueve años. Su padre, José Larroy Bollic fue conserje de Izquierda Republicana y estuvo en el comité local: “Estuvo cuando los milicianos venidos de fuera querían fusilar a los cerca de 40 detenidos de derechas en la cárcel, estaba al lado de la ermita de Loreto, se opusieron dejando claro que aquí no se mataba a nadie”. Su tío, Manuel Masueras Clavería, fue directivo de Izquierda Republicana y Francisco Masueras Clavería fue patrullero al servicio del comité con su automóvil, fue detenido y murió en Burgos, “No había hecho nada malo”, recuerda Paco.

Del frente llegaban camiones con heridos y fallecidos, Paco aún recuerda ver de crío los cadáveres en la entrada del Hospital Militar. Aún se acuerda Paco del jefe del campo de aviación “se llamaba Franco y La Pava, un avión que salía hacía Huesca a bombardear todos los días hasta que un día no volvió”. En casa acogieron a una hermana de su padre que estaba de monja en Fonz y también a una monja del País Vasco que no podía regresar a casa y se tuvo que quedar con los Larroy-Masueras. Su madre Adelaida aprovechó aquellos tiempos para montar un puesto de venta de mantecaus y churros en la calle del medio: “Había mucho trasiego de milicianos en Sariñena, hizo dineros pero lo perdieron todo al cruzar la frontera”.

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Paco Larroy y Joaquín Ruiz

Se fueron a refugiar de los bombardeos a la masada de Florencio, era amigo de su padre y fueron unas dos o tres familias; a unos siete kilómetros por la carretera a Sena. Al acabar los bombardeos, su padre José volvió al pueblo pero vio que no había quedado nada, tan sólo encontró ruinas. A los pocos días marcharon dirección a la frontera, hacía el Valle de Aran: “Balaguer, Tremp, Valle de Aran y Francia”. Solamente estuvieron un mes en Francia, a su hermano lo llamaron a quintas y su madre decidió volver a la España republicana para estar más a salvo. Estuvieron dos o tres meses en Vila Sacra, en la provincia de Gerona, hasta que de nuevo se vieron obligados a huir a Francia. Fueron por la costa mientras las tropas fascistas les acribillaban a balazos desde el mar, “Nos asaron”.

Al cruzar la frontera los alojaron en un campo de refugiados. Luego los distribuyeron, su padre y su hermano Antonio fueron a un campo de concentración durante dos años, mientras que su madre y él fueron llevados en tren hasta Anduze, un pequeño pueblo en la región francesa de Occitania, en el departamento de Gard.

En Anduze, Paco estuvo muy bien, era un refugio y la gente del pueblo les acogió bien. Allí fueron a parar varios exiliados Españoles. Con el tiempo consiguió contratos de trabajo para su padre y hermano, lo que les permitió abandonar el campo y reunirse con la familia. Así, José y su hijo Antonio comenzaron a trabajar en la agricultura, compraron una casa y vivieron una pequeña época en calma: “Estábamos muy bien”.

Pero de nuevo el fascismo les sumió en una guerra; con la segunda Guerra mundial, el ejército Nazi ocupó Francia y muchos no dudaron en hacerles frente. Entre ellos Paco y Antonio que se echaron al monte, junto a otros españoles y franceses, protagonizando una de las más épicas batallas de la segunda Guerra Mundial. El investigador caspolino Amadeo Barceló, autor de «¡Viva el maquis!. Tras las huellas de maquis, guerrilleros y clandestinos en el Bajo Aragón» ha investigado y estudiado aquella batalla de La Madelaine, «la batalla contra la Wehrmacht, cuando el 25 de agosto de 1944, 32 españoles, de los que nueve eran aragoneses, lograron rendir a una columna entera de alemanes compuesta por 700 soldados”. Amadeo conoció y entrevistó a los hermanos sariñeneses Antonio y Paco Larroy y con su estudio, además de darlos a conocer no ha dudado en reivindicarlos. Así fue en noviembre del 2015 cuando, de la mano de Salvador Trallero, Amadeo presentó en Sariñena su extraordinario trabajo «¡Viva el maquis!” y en las Jornadas conmemorativas del 80 aniversario del bombardeo y final de la Guerra Civil en Sariñena (1936-1938), celebradas en marzo del 2018 y organizadas por la investigadora Gemma Grau.

Castillo de Tornac.

Las cifras bailan, de unos 32 o 38 maquis españoles a unos 2 a 8 guerrilleros franceses y  de 700 alemanes a cerca de 1500. “Nueve aragoneses se contaban entre ellos: Antonio y Francisco Larroy, el calandino Martín Vidal y los caspolinos Vicente Rufau, Manuel Ornaque, José Arcos, Mariano Calés, Miguel Piquer y su hijo Elías” (Barceló, Amadeo. «¡Viva el maquis!”). Ellos, la 21ª Brigada estuvieron unos cuatro o cinco días esperando la columna alemana 11ª Panzerdivisionen, tenían pocas armas y un fusil ametralladora. Sobre las 11:00 horas de la mañana, comenzaron a llegar los alemanes mientras ellos aguardaban a tenerlos a tiro para comenzar a disparar a los camiones. Fue en la zona del castillo de Tornac, un punto elevado entre carrascas y matorrales, desde donde los maquis dispararon moviéndose de un lado a otro, sin parar, aparentando que eran muchísimos más. Al final, una brillante estrategia y una férrea resistencia consiguió detener la columna hasta que por la tarde, las tropas aliadas, acabaron por doblegar a los alemanes. La hazaña de La Madeleine queda recogida por Amadeo Barceló, tanto en su publicación «¡Viva el maquis!” como en su artículo “Aragoneses contra Hitler: La batalla de La Madeleine”.

Al día siguiente les mandaron a la liberación del departamento francés de Ariège, tras la batalla de La Madeleine se había formado un grupo de unos 50 maquis españoles, su compromiso con la libertad y contra el fascismo fue ejemplar. Con la liberación de Francia, los hermanos Larroy pasaron a España con el resto de maquis. Estuvieron haciendo incursiones entre el valle de Aran y el valle de Benasque, iban a pie, pasando frío y hambre.

Monumentos a los héroes de La Madeleine.

Llevaban tres días sin comer cuando el capitán Martínez pidió voluntarios para bajar al valle de Benasque para encontrar algo de comer. Fueron seis voluntarios, bajaron y encontraron una casa vieja donde había un carabinero y comenzó un combate que se alargó dos días. En aquel combate falleció  Elias Piquer, estaba con Paco cuando murió.

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Tuvieron enfrentamientos en la zona del Hospital de Benasque, las tropas franquistas subieron morteros con los machos para tratar de cogerlos y al final acabaron rompiéndolos. Fue debajo del pico del Aneto donde se rompieron, divididos y perdidos, trataron de regresar a Francia. Una vez a salvo en Francia fueron recogidos por una compañía de maquis de cerca de 50 hombres, pero los gendarmes les hicieron volver a casa y les pagaron los billetes para volver a Anduze. Cuando llegaron a casa sus padres estaban leyendo el periódico, decían que la 21ª brigada de guerrilleros españoles había caído. Ante su sorpresa, la familia Larroy Masueras se rejuntó sana y a salvo.

Paco se casó en 1950 con Suzy Dellien y han tenido dos hijos. Ha trabajado haciendo trabajos públicos y en viñedos, ha sido tractorista en plantaciones, labrando… incluso estuvo trabajando en Mauritania. Su hermano Antonio trabajó durante 40 años para la misma casa, en los muchos viñedos que salpican aquella hermosa campiña francesa. Paco ha regresado en varias ocasiones a Sariñena, pero la edad ya no se lo permite; la primera vez que volvió tuvo que ir a firmar a la Guardia Civil por su padre. Tiene muy presente a Sariñena, al final son sus raíces y muchas han sido las preguntas sobre antiguos amigos y como ha cambiado el pueblo.

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Ricardo Ornaque, Paco Larroy y Joaquín Ruiz.

Los hermanos Larroy, Antonio y Paco son héroes de Francia condecorados con la Cruz de Guerra con Estrella de Plata, un reconocimiento por su participación en la segunda Guerra Mundial luchando contra el fascismo. Forman parte de los muchos republicanos españoles que tras la Guerra de España continuaron la batalla contra aquel fascismo que asolaba Europa. Mientras, todo contrasta con el olvido que aún arrastramos en España, así que aquí el humilde pero muy sentido reconocimiento a los hermanos Antonio y Paco Larroy Masueras, ¡¡Por siempre eternos!!.

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En el 2021 Paco recibió la Orden Nacional de la Legión de Honor (en francés, Ordre National de la Légion d’Honneur), por decreto del Presidente de la República publicado en el Diario Oficial del 1 de enero de 2021, la más conocida e importante de las distinciones francesas. Fue establecida por el emperador Napoleón I de Francia en 1804. La orden se concede a hombres y mujeres, ya sean franceses o extranjeros, por méritos extraordinarios realizados dentro del ámbito civil o militar en ese país.

Gracias al investigador Amadeo Barceló, a la ayuda y gran acogida en Anduze de Ricardo Ornaque y Francine Larroy, hija de Paco, por su amabilidad y su paseo por aquella preciosa campiña francesa. Y sobre todo a Paco Larroy Masueras por un día muy especial y emotivo, ¡gracias!.

Berta Castanera Lascorz y José Bernad Pisa


Berta nació en el barrio de la estación de Sariñena en 1935 y José en Poleñino en 1936, un matrimonio lleno de vida con el que nos sumergimos en el pasado monegrino. Sus memorias y vivencias se plasman, en parte, en el presente artículo, con esas pinceladas de la sabiduría de la experiencia y el sabor de la vida.

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Berta y José

Berta es hija de José Castanera Escaned, conocido maestro que le proporcionó una «Muy buena educación». A los catorce años, cuando se dejaba la escuela, le instruyó en las diversas materias para obtener el bachiller. Berta aprobó el ingreso y el primer año pudo realizar el primer curso, pero ya le advirtieron si no era presencial, el segundo curso no lo podía sacar y así fue, la falta de recursos le hizo desistir: “En el Instituto ramón y Cajal había muchos más chicos que chicas y había que quedarse toda la semana”.

A José le tocó comenzar a trabajar muy de joven “A llevar las mulas”. Su madre tiraba de todos ellos, hacía sogueta en la cuadra de mulas, pues a pronta edad se quedaron sin padre, eran tres hermanos. Durante la guerra la aviación les tiró la casa y tuvieron que ir a casa del abuelo, “Fueron años muy difíciles”. José también hacía algo de sogueta, pero hacía la izquierda y luego no la querían ya que era peor. En Poleñino acarreaba agua con las mulas desde las balsas a las casas. Había pocos años con buenas cosechas y a José le mandaban a hacer líneas para retener el agua “Anda zagal, haz 4 líneas para retener el agua”.  Se pasaron años muy malos, no se cogía ni trigo ni na, se salvó mucho la gente gracias a la huerta, por las patatas, las coles… Una vez, cerca de 20 hombres se dedicaron a verter agua a la acequia para poder regar desde el azud al norte de Grañen. La Isuela se secaba y aquella vez se murieron  muchos barbos. También iban a buscar pozales a La Isuela para lavar y fregar, no paraba, la escuela ni la pisaba. Otra de las muchas faenas que hacían era recoger aliagas.

La madre de Berta era de Boltaña y se bajó con su marido José Castanera a Sariñena. En Sariñena, su padre dio clases de apoyo por las tardes y luego ejerció la docencia en la escuela de la estación. Muchos chicos y chicas iban a recibir clases de José Castanera. Fueron dos chicos y ella, tuvieron una gran educación y el mayor trabajó en la Renfe y el pequeño en un banco en Barcelona. En la estación había mucha vida, recuerda Berta, con 6 o 7 años jugaba con los Anoro y los Porta, había muy buenas fiestas y el baile era en el frontón, en casa Gil por el paso a nivel. Casa Gil y El Gorrión eran fondas. Entonces, en la estación vivían muchos ferroviarios y había mucha amistad y familiaridad con todo el barrio.

A la estación iban a buscar desde Sariñena carbón vegetal, china chana por el camino de los olivares, después de comer, y lo recogían por las vías, donde había carbón que aún servía. Berta se bajaba dos sacos con su madre, con cuidado que no les pillasen los guardias. Iban escondiéndose, algunas por las noches, había dos guardias, uno bueno y otro malo. Berta trabajó en casa Las Marianitas, la tienda de confección y corte enfrente de la Petita, allí bordaba y cosía.

José Berna realizó el servicio militar en Zaragoza y luego vino a Sariñena a trabajar a la finca de Bancels. Su hermano estaba de encargado y José comenzó a trabajar como tractorista, allí iban a la acequia a lavar. Bajaba a Sariñena a bailar, al principio no podía ir al Casino ya que no era socio, pero pronto se hizo socio para poder entrar al baile. Ha sido maquinista y ha trabajado por toda España, también ha trabajado en el campo, ha nivelado, ha trabajado ensanchando la vía férrea de Zaragoza a Barcelona…

Berta y José se conocieron y al tiempo se casaron en la basílica del Pilar de Zaragoza, a Berta le hacía mucha ilusión casarse en el Pilar. De viaje de novios visitaron Madrid, las fallas de Valencia y Barcelona. Han vivido en Sariñena y han tenido tres hijos, una chica y dos chicos. Una vida de trabajo y esfuerzo que han transmitido con gran cariño. Gracias Berta y José. Y un agradecimiento a Pilar Guerrero y Aimar Mir de la Residencia de la tercera edad de Sariñena por su colaboración para la realización de las entrevistas, gracias!!.