La sabina albar (Juniperus thurifera), principal sabina de Los Monegros, suele presentar gran diversidad de porte. En general, es considerada de porte bajo y arbustivo, con una copa cónica u ovalada en ejemplares jóvenes o bien desarrollados, pudiendo ser asimétrica, irregular, y en ejemplares desmochados aplanada. Sin embargo, es capaz de sobrepasar hasta los 25 metros de altura gracias a la intervención humana. Así, por medio de la poda, se han desarrollado características sabinas de gran porte arbóreo que salpican el paisaje monegrino, vestigios de un paisaje histórico que nos ha sido conservado.
Efectivamente, a lo largo de los tiempos las sabinas han sido objeto de podas, principalmente como aprovechamiento de leñas menores, pero también como aporte para el ganado, sin olvidar su efecto frente a incendios. Las sabinas sin podar, que apenas se desarrollan, se denominan “sabinizos” mientras que el proceso tradicional de poda se ha denominado “ramiar”. Francisco Lasierra, El Chato de Pallaruelo de Monegros, recuerda como se rameaban las sabinas, en su artículo “Las Sabinas”, publicado en la revista Quio, “Hoy los antes citados (sabinizos) se dan en nuestra monte en cantidades muy numerosas, estas sabinas sino se cortan las ramas de debajo, operación que aqui denominamos «ramiar” y que en realidad se llama poda, en vez de ser árboles con un crecimiento normal están prácticamente siempre igual, y más bien son como arbustos. Tengo ejemplos de cuando era pequeño, de algunas ramiadas con mi padre, y que con el paso de los años se han convertido en árboles; así, algunos vecinos de Pallaruelo, que vamos ramiando bastantes, esperamos ver los frutos de su crecimiento.” Sin embargo, una cita de 1819 en el libro de ordinaciones de Perdiguera, aportadas por Constantino Escuer, sobre la regulación de la poda de las sabinas, aparece el término “Escemalar”: “Pena del que escemala carrasca o sabina. Instituimos y mandamos que a cualquier vecino o avitador que se cogiese escemalando carrascas o sabinas, tenga de pena por cada cemal de carrasca 30 sueldos y de sabina 10 sueldos”. El caso, de la pena por “escemalar”, Escuer apunta “Hay que tener en cuenta que, según el Aragonario, escamalar es: desgajar, desmochar, desramar, podar, tronchar. Por otra parte, según el mismo diccionario, zemal es un tocón y camal es una rama. Con lo cual, esa pena podía ir destinada al que cortase ramas gruesas, o al que arrancase los tocones. Pienso que más lo primero que lo segundo”.
La tradición oral ha apreciado la leña de sabina como combustible doméstico, tanto en hogares como en hornos de leña o fraguas. Por el contrario, nunca la ha considerado buena para carbón. “Los propietarios de sabinas se dejaban antiguamente algunas, seleccionadas al efecto, para tener leña con que calentarse durante su vejez. Sin embargo, hay quien dice que da mucho olor y puede provocar dolor de cabeza. Probablemente ello sea más cierto en la leña poco seca.” (Usos etnobotánicos de la Sabina Albar y arbustos que le acompañan en Aragón, L. Villar, Instituto Pirenaico de Ecología. Espagne J.V. Ferrández. Instituto Pirenaico de Ecología, Espagne).
En su poda tradicional, encontramos citas en Segovia, donde las sabinas se podaban “reguilar” con frecuencia para acelerar su formación y de paso conseguir forraje para las ovejas. “También para que se posasen los pájaros y poder cazarlos. En algunos casos indican: “Tanto personal que había antes, descabezaban los árboles, podaban de cualquier manera por la escasez de leña, y por eso no crecían tanto”. Igualmente, en Los Monegros, las ramas se empleaban como alimento para el ganado: “Forraje verde o seco La rama de sabina, denominada barda, bardera o ramonizo, es considerada buena forrajera para las ovejas; se cortaba en invierno como forraje, sobre todo los inviernos duros. Según indican “los animales también comen los frutos”. Hay curiosos comentarios de pastores en relación con las variedades de esta especie según la palatabilidad del ganado. Así distinguen sabinas amargas y sabinas más dulces: “les gustan más las ramas que tienen agállaras (agallas)”, “algunas ramas son más amargas y no les gustan”. Pasto En general la sabina es apreciada como buen forraje, aunque las jóvenes no son comidas por las ovejas” (Emilio Blanco. Inventario Español de los Conocimientos Tradicionales relativos a la Biodiversidad. Miteco).
Félix Tabueña, antiguo pastor de Pallaruelo de Monegros, contaba como se podaban las sabinas: “Las ramas las aprovechaban para el ganado y el hogar”. Con el astral las iba desramando, se guardaba la astraleta en el cinturón y trepaba hasta la copa hasta dejarles una buena corona. Las dejaban bien podadas y así se formaban buenos fustes, ideales para la construcción de casas. A veces le decían que podaba demasiado, pero esas sabinas que podó en una marguin de un campo, cerca de la balsa del ahogau, nunca se murieron: “Las sabinas se mueren cuando se dejan yermos los campos, unos valles los abandonaron y las sabinas se secaron”.
Para Francisco Lasierra, las hojas que había en las sabinas eran exquisito manjar para el ganado lanar, pero muy especialmente para las cabras, hasta tal punto, que solían estar por la zona de monte más poblada de sabinas y así se mantenían mucho mejor. Igualmente lo atestigua José Luis Campos, pastor de Monegrillo, “Sin podar, a ellas, al ganado ovino y caprino, les gusta mucho…se escuelgan igual ovejas que cabras. Yo les doy en la mano de las de abajo y no las quieren, de un metro y medio para arriba sí.”
Entendiendo la poda como actividad cultural y tradicional, resulta interesante la iniciativa que el Parque Natural de la Puebla de San Miguel, Comunidad Valenciana, dentro de su programa de conservación de ejemplares monumentales, que en noviembre del 2012 llevó a cabo con la poda de Sabina Albar mediante técnicas tradicionales. Su objetivo fue estudiar los métodos tradicionales y la gestión realizada durante años que han favorecido notablemente la conservación de estos árboles centenarios “Antiguamente los vecinos de Puebla “Echaban una sabina”, nombre como se conoce a este tipo de poda, para poder aprovechar sus ramas para el ganado. Esta técnica consistía en la poda completa de la sabina para sanearla y fortalecerla, solía hacerse cada 10 o 12 años dependiendo del crecimiento de la sabina. Sus ramas se podaban y eran utilizadas para alimentar el ganado durante el invierno, proporcionaban zonas de sesteo, de ellas obtenían la madera para la construcción de casas.”
Como hemos visto anteriormente, una de la finalidad de la poda era la búsqueda de grandes fustes para destinar a la construcción. La corta de los fustes enteros ha sido destinada para la construcción como vigas, dinteles, pilares y postes, para cercados, tapias y vallas, además para fabricación de herramientas y fabricación de muebles y enseres doméstico. No obstante, hay que apuntar la pudrición del interior del tronco de la sabina, se suelen ahuecar con el tiempo, lo que muchos grandes portes no han servido para la construcción o para la fabricación de muebles. Paco Lasierra, el Chato, cita como las sabinas que estaban en las fincas gozaban del privilegio de los agricultores, si bien se utilizaban algunas para puertas, cletas, tableros de carro y muchos objetos que de su madera muy resistente al paso del tiempo se hacían.
A su vez, los portes finos han destacado por su resistencia a la producción, siendo utilizados en balsas y en el cauce del río Ebro: “En el Ebro aún permanecen postes de sabina, los colocaban antiguamente para la pesca de anguilas, hace ya más de 40 años. Con la madera de sabina se construían piezas para los pozos, iba muy bien la sabina pues es resistente a la pudrición. Según un viejo carpintero, amigo de Javier Blasco, la sabina no servía de mucho, pues la pequeña tiene muchos nudos y las grandes están podridas por dentro.” (Las sabinas de Los Monegros). También aguantaban bien la pudrición hundidos en el fiemo, y eran colocados en las parideras como puntales para separar corderos u ovejas en lactancia. “Los mismos palos servían a veces para cerrar la paridera de un modo rudimentario”. “En Lanaja y otros pueblos de Monegros, para aumentar el volumen de carga de los carros, al acarrear la «garba» (miés) a las eras, se usaban «pugas» y «pugones», que prolongaban el varal por ambos lados y por atrás. Las «portaderas» o capachos de mimbre para llevar las uvas al «cubo» o lagar, se remataban con madera de trabina, sobre todo por la parte de las asas, por su tenacidad.” (Usos etnobotánicos de la Sabina Albar y arbustos que le acompañan en Aragón, L. Villar, Instituto Pirenaico de Ecología. Espagne J.V. Ferrández. Instituto Pirenaico de Ecología, Espagne).
Las sabinas salpican diversas zonas de Los Monegros como linde de tierras de cultivo o de sombra y protección y a la vez formando bosquetes de sabinas generalmente por la sierra de Alcubierre. “Por supuesto, este árbol es valorado por su sombra y frescor en verano; por ello era a veces respetado en las lindes de algunas tierras de cultivo donde a veces quedan grandes ejemplares” (Emilio Blanco. Inventario Español de los Conocimientos Tradicionales relativos a la Biodiversidad. Miteco). Sobre la sombra de la sabina y su cultura, Francisco Lasierra escribió “La sombra de las sabinas ha sido y es utilizada para infinidad de cosas, cuando se hacían las faenas del campo a mano, a la hora de la comida, eran lugares donde se estaba más fresco, así algunas sabinas que estaban en sitios estratégicos se cuidaban de forma que no diese el sol en todo el día; mención especial merece la siega, cuando en muchos casos comían todos los segadores debajo de ellas; también se ponían las bebidas (agua y vino) para que estuviesen frescas. Los pastores igualmente han buscado la sombra de las sabinas para sentarse, al igual que los perros de estos, que así reposaban del trabajo que les daba el ganado.”
La formación de sabinas arbóreas, al igual que las dehesas, el trasmocho del fresno o del chopo cabecero, son formas culturales de gestión del arbolado, que configuran un paisaje antrópico, muy ligado al uso del territorio con la actividad agrícola y ganadera. Sin embargo, la poda no deja de ser una actividad humana, que puede traer beneficios al árbol o por el contrario causar daños o perjuicios al árbol y a la masa. Las ramas bajas ayudan a conservar la humedad del suelo, evitan una mayor radiación y evapotranspiración, además de favorecer una mayor biodiversidad asociada, sobre todo entomofauna, además de líquenes o su relación “simbiotica” con la efedra, lo que a muchos lleva desaconsejar completamente su poda.
Sin embargo, de acuerdo con algunos estudios sobre selvicultura de sabinas, las recomendaciones sobre su poda apuntan que las podas bajas de las ramas inferiores de las sabinas adultas creen que pueden ser beneficiosas para la masa (muchas veces el porte de la sabina está formado por ramas desde la base) posibilitando un mayor desarrollo de los fustes, lo que además elimina riesgo de propagación del fuego (Cuerda~ 1995): “La poda puede suponer un plus de alimento para el ganado por mejora del tapiz herbáceo bajo la copa (Costa el al., 1986~ Tárrega y Luis. 1989~ y Gómez Manzaneque.1991) y por el propio ramón, e incluso resultarían aconsejables por razones fitosanitarias (menos puntisecado. ramas secas. etc.)».
«No llegamos tan lejos como algunos autores. que refiriéndose a los sabinares estiman que el ramoneo puede ser compatible con la conservación y mejora de estas masas (Fernández-Yuste el al., 1986). pero sí consideramos que una poda técnica con argumentos silvícolas y bajo determinadas características del arbolado~ no sólo no es incompatible con la conservación, sino que es deseable y mejora a la masa. En la práctica la Administración Forestal no ha permitido esa actuación (actualmente parece que ya se permite), aunque el Decreto 12/1987 que regula la protección del sabinar sí lo aprueba (por debajo del tercio superior de la altura total del pie)“ (Gestión de los sabinares albares (Juniperus thurifera L.) Occidentales de la provincia de Albacete. Eduardo Orozco Bayo, Juan José Martínez Sánchez, Alfonso San Miguel Avanz).”
Estas prácticas tradicionales poco a poco se han ido perdiendo, abandonado una gestión que a lo largo de los años ha producido una serie de árboles característicos, sabinas de porte arbóreo, algunas incluidas en el inventario de árboles singulares de Aragón como la sabina Cascarosa de Monegrillo, con una altura de 16 metros o la sabina Filada Jorge de Lanaja, con 12 metros de altura, ambas considerados árboles monumentales. En definitiva, el presente articulo no más pretende realizar una aproximación a la consideración de esta actividad como patrimonio cultural y patrimonial, un modelo de gestión tradicional, que ha creado un paisaje con identidad, manteniendo un carácter agrosilvopastoral tradicional aportando servicios de carácter social, paisajístico y de hábitat. La sabina árborea ¿Un patrimonio cultural?.