Las Carboneras de Sariñena

Durante años, muchas mujeres de Sariñena se dedicaron a recoger carbón quemado por la vía ferroviaria de la estación de Sariñena: cagacierros, cagafierros, carbonilla, escoria, carbón quemado o a medio quemar que los trenes tiraban a las vías. Aquellas mujeres lo aprovechaban para cocinar y calentar las casas y/o lo vendían; incluso lo mojaban para que durase más en la estufa. Para muchas familias fue un medio de sustento o un buen complemento en tiempos muy difíciles y duros. La estación y su vía de comunicación ferroviaria, donde también se producía el estraperlo, ayudó a sobrevivir la miseria de esta tierra y en su memoria rescatamos una práctica que con tanto esfuerzo desarrollaron, principalmente, muchas sariñenensas.

Van Gogh. Mujeres portando carbón en Borinage, región minera de Bélgica. Acuarela 1882.

Por la estación ferroviaria de Sariñena circulaban los trenes de la línea Madrid-Zaragoza-Barcelona, siendo uno de los puntos de repostaje tanto de agua como de carbón. Por lo general, los trenes solían ir tirando carbón quemado a la vía y, entre aquellos restos, solía encontrarse carbón parcialmente sin quemar. Además, se realizaba el vaciado total de calderas en varios puntos cercanos antes de llegar a la estación de Sariñena, vaciando completamente los fogones de las locomotoras especialmente en el margen izquierdo del puente sobre el río Alcanadre donde solía acumularse formando un gran montículo.

Antiguo puente ferroviario sobre el Alcanadre, Sariñena.

“Media Sariñena subía a buscar carbón, muchas mujeres” apunta José Paul, que trabajó como ferroviario en la Estación de Sariñena, “La gente iba a buscar carbón al puente, pero también andaba por la vía del tren buscando trozos de carbón y, si había algún trozo mitad bueno y mitad malo, lo rompían y se lo llevaban”

En el país vasco se las conocía como las Escarabilleras, por el nombre de escarabilla que se le daba al resto del carbón desechado y que no había prendido en su totalidad “Este carbón o escarabilla era vendido a bajo precio para ser utilizado en los hogares como combustible para cocinas y estufas.” (Wikipedia).

  Cagacierros .— Cagaferro  (m.) (Arag.) Escoria del carbón mineral quemado en las fraguas.  

A través de diferentes testimonios nos acercamos a esta desconocida actividad que llevaron a cabo muchas mujeres, uno de sus muchos trabajos que emprendieron sin ningún reconocimiento y valoración. “Las carboneras de Sariñena”, una historia de esfuerzo y sacrificio.

José Antonio Villellas lo veía desde la huerta de Capdesaso cuando de crío, junto a sus amigos, veía como algunas mujeres recogían los restos aprovechables del carbón que los ferroviarios descargaban del tren, a la orilla del rio, en un montón grande, que casi tapaba el ultimo ojo del puente.

Lo mismo recuerda José Paul “Subían muchas mujeres, -Iban a esgarrapar con una barra de hierro o un rastrillo y si era bueno el maquinista les tiraba alguna vigueta entera.”

Una de aquellas mujeres era Ángeles Ballarín Laín, natural de Sariñena (2 de agosto de 1928), que con unos 11 años ya iba a buscar carbón subiendo andando a la estación. La guerra obligó a su madre a trabajar fuera de casa, mientras que Ángeles tuvo que ayudar en casa. Subía por el camino de los olivares, unos tres kilómetros para coger algo de carbón para el gasto de casa, iba a la misma estación y al puente: “Los trenes normalmente iban tirando el carbón a lo largo de la vía y limpiaban la caldera y tiraban el carbón cuando llegaban a Sariñena o un poco antes, solían hacerlo antes de pasar el puente sobre el Alcanadre, si venían de Lérida. Si venían de Zaragoza a veces lo limpiaban en la cuesta de Santa Cruz de Capdesaso o en la misma estación de Sariñena.” Aquellas mujeres lo recogían y cargaban en sacos y/o en pozales: “Se manchaban, sobre todo cuando estaban cerca cuando lo tiraban, pero se lavaban cuando bajaban y pasaban por la acequia”.

“Yo recuerdo ver a mi abuela Petra la Huerta era una de ellas, que venía con un saquito de carbón en la cabeza Si nombre era Petra Aineto creo que el segundo apellido era Pinos..”

Antonio Tella.

Para Pilar Sanz Grustán, aquí, en Sariñena, las máquinas de carbón descargaban carbón del viejo y metían uno nuevo, el que tiraban lo cogían las mujeres y lo bajaban a casa, luego lo vendían o lo quemaban en casa, Iba la gente que no tenía para comprar carbón, se lo ahorraban.

Aunque los primeros que se llevaban carbón eran los que trabajaban en la estación, señala José Paul “Llevaban una cesta con una cuerdeta y cada vez que bajaban a Sariñena se llevaba alguna que otra vigueta de carbón. Muchos bajaban de medio lau del peso- “. Tal y como hemos apuntado antes, en la estación de Sariñena los trenes hacían acopio de carbón para su uso como combustible en los trenes de vapor y limpiaban completamente sus calderas vaciándolas antes de llegar a la estación. El carbón, en forma de viguetas, lo traían de Asturias, y lo almacenaban. Era carbón del bueno, apunta José Paul: “Hacían pilastras de carbón y lo custodiaban tres guardias a turnos de ocho horas cada uno. A veces hacían la vista gorda y otras lo robaban directamente. Los guardias le quitaban el carbón a según quien pillaban.”

Pero también había a quien se lo regalaban, tal y como contaba Lorenzo Abadías López, del bar el Gorrión, a quien le regalaban carbón. Lorenzo recordaba cómo “En la estación había una gran montaña de carbón para los trenes”.

Manuel Antonio Corvinos Portella, en su artículo “El Auxilio Social y otros asuntos de aquella época”, apunta como a algunos maquinistas/fogoneros les daban pena las pobres mujeres y les tiraban algún lingote de carbón sin quemar, “un tren tiró tanto carbón que estuvo muy cerca de no llegar a Barcelona”. Igualmente, Manuel Antonio Corvinos recoge el estraperlo y la importancia que tuvo: “Las leyendas populares dicen también que, en esos años, en Capdesaso y en La Estación corría el dinero como nunca lo había hecho antes”.

A Sariñena llegaban los estraperlistas desde Barcelona con maletas vacías que llenaban de trigo o de otros productos para luego regresar a la Ciudad Condal. Unos centenares de metros antes de entrar en la estación barcelonesa, los contrabandistas arrojaban a las vías los paquetes con comida, donde eran recogidos por familiares; así evitaban las requisas, multas o incluso la cárcel por realizar un comercio ilegal de artículos intervenidos por el Estado. Dicen que muchos se hicieron ricos con este tipo de comercio. En Capdesaso los trenes llegaban a parar en el paraje llamado de Santa Cruz para realizar operaciones de estraperlo. Allí los ganchines vendían sacos de trigo a los maquinistas y estos los escondían debajo de las briquetas de carbón.  Para dejar espacio suficiente, los ferroviarios arrojaban el carbón sobrante junto a las vías, que inmediatamente era recogido por otros avispados personajes. Manuel Antonio Corvinos Portella, en su artículo “El Auxilio Social y otros asuntos de aquella época”  

Las viguetas eran muy apreciadas hasta el punto que, en una ocasión, dos mujeres discutieron y pelearon por ver quien se quedaba con una de aquellas preciadas viguetas, un lingote de oro negro.

Conchita Porta Llamas, de las carboneras, solo tiene un remoto recuerdo… (era una niña), pero las recuerda con un pañuelo en la cabeza y vestidas de negro, recogiendo la carbonilla o carbón junto a las vías del tren: “En la Estación el carbón siempre fue un misterio, para mí, en todas las casas teníamos estufas de carbón, en la escuela recuerdo un cuarto con un montón de carbón tremendo, solo llevábamos leña y papel para encender. Tal vez los ferroviarios que en aquella época eran muchísimos lo podía coger, gratis. Algo que no he olvidado nunca, oír hablar bajo y con misterio. decir, hoy han pillado robando briquetas de carbón.”

También lo vivió Berta Castanera Lascorz “A la estación iban a buscar desde Sariñena carbón, china chana por el camino de los olivares, después de comer, y lo recogían por las vías, donde había carbón que aún servía”. Berta se bajaba dos sacos con su madre, con cuidado que no les pillasen los guardias. Iban escondiéndose, algunas por las noches, pues había dos guardias vigilando, 

Hay quien apunta como aquellas mujeres tenían que esconderse de la guardia civil para que no les confiscasen el carbón quemado, cuando volvían de la estación.  Ocurrió durante la dictadura, de acuerdo con el testimonio de Manuel Olivan Foj, “Muchas mujeres de maridos republicanos encarcelados o muertos, para poder alimentar a sus hijos y sobrevivir, iban a recoger el carbón quemado que tiraba el tren en un terraplén de la vía. Aquel carbón aún servía y las mujeres acudían a recogerlo, les costaba llenar sacos que después debían de llevar hasta el pueblo, a más de tres kilómetros de distancia. Volvían negras, destrozadas por el peso y la distancia, y asustadas por no encontrarse con la guardia civil, quienes les quitaban el saco a las pobres mujeres, les hacían la vida imposible.” Igualmente, Manuel recuerda esconder los sacos en el carro cuando volvía con su padre de recoger leña, normalmente romeros, para el horno de pan: “El saco lo vendían por unas tres pesetas, para aquellas mujeres tan represaliadas y humilladas era la única forma de sobrevivir”. (La post guerra, Conversaciones con Manuel Olivan Foj).

También nos dejó su testimonio Elena Encuentra Nogues, quien recordaba como su madre iba a recoger el carbón que tiraban a la vía los trenes que pasaban por Sariñena: “Iban muchas mujeres y volvían con los sacos llenos de carbón sobre sus cabezas, recorriendo los más de tres kilómetros que dista la vía férrea de Sariñena. Recogían el carbón quemado que aún se podía aprovechar y algún lingote que los maquinistas tiraban desde el tren. Una vez, un lingote de carbón le dio en la cabeza a la pobre Antonia, que quedó muy dolorida. A veces llevaban una pequeña carreta para transportar el carbón, pero lo normal era que lo llevasen en sacos. Una vez en casa clasificaban y separaban el carbón según la calidad, por el color a veces cogían los “cagacierros”, carbón quemado que ya no servía y que tenían que tirar. La gente iba a las casas de las carboneras a comprar el carbón para calentarse en casa.” Era una forma de ganarse el pan, para quitarse el hambre que tanto padeció la sociedad española de postguerra.

Van Gogh. Mujeres de los mineros llevando sacos (Las que llevan el peso) refleja el trabajo de las familias mineras en Borinage, Bélgica. Año1881. (Archivo Histórico Minero).

Cabe señalar que la vía ferroviaria y la misma estación resultaba peligrosa, sucediéndose algún que otro percance o accidente. Ángeles Ballarín Laín lleva una cicatriz en la cabeza de cuando le cayó un trozo de carbón y que tiraron uno de Murillos cuando se subieron al vagón “cortaba y le hizo un buen corte en la cabeza, cerca de la frente”. También, Josefa recuerda como al crio de la Amada un tren le cortó dos dedos del pie.

A Nieves Ropero, Manoleta Vicente Julián le contó la historia de «La Querebazas» que, estando allí recogiendo carbón, se puso de parto y allí mismo, con las manos sucias de carbón, palabras textuales, le cortaron el «melico» (cordón umbilical)”. 

Peor le sucedió a María Calatayud Lapiedra, de 65 años, quien, recogiendo carbonilla en la estación de Sariñena, fue alcanzada por una máquina y resultó con los pies y una mano seccionados. El suceso fue recogido en el Heraldo de Aragón del 5 de marzo de 1933: «La víctima se encuentra en el Hospital de Huesca en gravísimo estado». Su nieta Dora Buil, da cuenta de lo que realmente sucedió: “Por desgracia la que atrapó el tren era mi abuela María Calatayud, murió en el hospital de Huesca era sorda y pensamos que no escucho llegar la máquina. Yo vivía junto al puente donde de echaban las escorias de limpieza de las máquinas de vapor y este carbón era el sustento nuestro. Por mucho tiempo recuerdo mucho a María la Cuquera que el saco lo cargaba en la cabeza hasta el pueblo unos 3 km también Petra que era bajita y con el saco en la cabeza, son años para recordarlos con mucho cariño.”

Heraldo de Aragón del 5 de marzo de 1933.

A todas aquellas mujeres, mujeres manchadas de negro, portando el carbón a medio quemar, recorriendo los tres kilómetros distantes entre Sariñena y su estación ferroviaria, con los pesados sacos sobre sus espaldas y su cabeza. Mujeres olvidadas, memoria perdida, carboneras de Sariñena, carboneras sin mina, carboneras de las vías, del trabajo, del esfuerzo, encorvadas por el peso cargado al igual que “Les carboneres del pozu San Antonio de Aller” y las “Escarabilleras” del País Vasco. Memoria, dignidad y orgullo, a vuestra memoria carboneras de Sariñena.

Carboneras de Sariñena

De paso lento y carga de carbón

A sus espaldas, portan su carga

En sacos de carbón a medio quemar

Llevan a cuesta el carbón

Negras de hollín, negras de la vida

A paso lento, portan su carga

Apesadumbradas, portan los cagacierros

A lomos de sus espaldas

o sobre sus cabezas

La escoria de los trenes.

Cargan su pesar

Carboneras de Sariñena

Vienen de la mina

De la vía ferroviaria

De trenes a vapor

Que escupen carbón

Carbón a medio quemar

Para cocinar y calentar.

Mira, mira como vienen

Las carboneras de Sariñena

Santa Barbara bendita

Tranlaralará, tranlará, tranlará,

Mira, mira como vienen Las carboneras de Sariñena.

3 comentarios en “Las Carboneras de Sariñena

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