Antonio Blas Samper Gerico nació en Leciñena, el 2 de mayo de 1949, aunque prácticamente ha vivido toda su vida en La Almolda; donde eran naturales sus padres. Mecánico, herrero, mayoral del dance e incluso ha ejercido de alcalde. Con Blas, como le conocen en La Almolda, repasamos su vida y con ella parte de la vida de localidad monegrina.
Su padre era tratante de cerdos, tristemente falleció al poco de nacer Blas, en octubre del mismo año. Por ello, la familia se trasladó a La Almolda donde Blas se crio con su madre y abuelos maternos. Su madre trabajó en la fábrica de géneros de punto de La Almolda “Hacían tejidos que mandaban a Barcelona donde hacían las ropas”. En la fábrica llegaron a trabajar entre unas 15 a 20 mujeres.
Blas fue a la escuela de La Almolda hasta los 10 años, luego pasó a los pasionistas de Zuera, en San Gabriel, donde estuvo tres años. Por La Almolda solía jugar mucho al boli “Con una vara larga, de unos 80 cm, y otra de 20cm con punta a los dos lados. Con la vara larga había que darle a una punta de la corta y cuando saltaba, una vez en el aire, se le tenía que golpear”.
En La Almolda se ha vivido de la agricultura y la ganadería lanar, principalmente, cuenta Blas. Además, han tenido viñas, almendreras, olivares. El agua era escasa, la recogían de balsas, principalmente de la balsa buena, y la almacenaban en tinajas y aljibes. Para los animales la iban a buscar con cubos y en el pozo de la Val tenía una noria por la que sacaban agua para el ganado y las caballerías. Cuando no había agua tenían que ir a cogerla a los aljibes de Pina de Ebro, sin que les pillase el forestal, pues les hacía vaciar los pozales de agua. Solían ir a buscar agua con cubas de 300 o 400 litros con un par de mulas y, para que no les pillasen, salían por la noche a las tres de la mañana.
Se hacía yeso, aún quedan muchos hornos antiguos por La Almolda, incluso había un molino de yeso. Las piedras de yeso “los chesos” se cocían en hornos de arco, hacían leña con sisallos y luego, una vez cocidas, las piedras se molían obteniendo el yeso. Para construir iban a Albalatillo a buscar gravas.
Hacía Caspe y Batea vendían paja que se cambiaba por aceite “Se aprovechaba para hacer algo de estraperlo que se escondía entre la paja”. La empresa Carreras compraba esparto y lo que no valía, las raíces “peines”, también conocido como “la borra” lo acumulaban y los zagales iban a tirarse y “rebulcarse”. Cuando llovía se ponían a hacer fencejos, que en La Almolda se les conocen como “Vencejos”.
A los 14 años, Blas volvió a La Almolda y bajó a Bujaraloz a aprender mecánica en el taller Tractorauto. Estuvo hasta que tuvo que realizar el servicio militar a los 21 años. Después, estableció en La Almolda su propio taller como mecánico, evolucionando con el tiempo hacía la herrería: Rejas, barandillas, arreglo de aperos agrícolas…
Blas ha sido y es muy activo, fue presidente de la rondalla local Ecos de la Sierra, ha estado en la comisión de fiestas, concejal durante cuatro años y ha ostentado el cargo de alcalde de La Almolda ocho años.
Actualmente ejerce como mayoral del dance de La Almolda tras dejarlo su tío Luis Samper Boned. El dance lo celebran para Santa Quiteria y San Urbez, realizando mudanzas de palos y espadas junto al gaitero. Los días 22 y 23 de mayo realizan las despertaderas y a las seis de la mañana van tocando por todo el pueblo, cantando coplas, principalmente mujeres.
El día 21, a las cinco de la tarde, se danza por las calles por donde hay capillas de santos “Se sale de la plaza de España y se danza ante cada santo”. Luego, los mayordomos de cada santo invitan a un picoteo, antiguamente dos bizcochos a cada danzante y vino “Ahora sacan de todo”. Suelen acabar a las diez de la noche.
A las siete de la mañana realizan el rosario de la aurora, pero antes hacen la despertadera que va despertando a los danzantes a las seis de la mañana para acudir al rosario. En el el rosario se da una vuelta al pueblo en procesión, los días 22 y 23 a las ocho de la mañana. Luego se baja a casa del mayoral a tomar una copa de anís y unas avellanas.
A las diez de la mañana acuden a la plaza, el primer día de procesión suben a Santa Quiteria, hasta las piscinas (Antigua balsa) danzando y luego andando hasta la ermita. Se hace misa y los danzantes forman dentro de la iglesia. Luego se danza fuera, en la replaceta de Santa Quiteria, y se baja hasta las piscinas para volver a hacer procesión hasta la iglesia, bajando en formación con la banda de música de La Almolda. En la plaza de la iglesia se danza frente al ayuntamiento y luego se procede al vermut a costa de los mayorales de la cofradía.
A las diez de la noche se forma en la plaza para subir con las autoridades a la iglesia y luego a la plaza. Es la noche en que se realizan fuegos artificiales. El segundo día dan vueltas al pueblo en vez de subir a la ermita.
El día 24 hacen una comida todos los danzantes.
El dance actúa tanto con gaitero como con la banda municipal. El antiguo gaitero era Cristóbal Falceto y actualmente ejercen José María Falceto Lascort y Luis Baria Jaria. Mariano Labat Pinos empezó con el clarinete. “El dance de La Almolda tiene que ser rápido, pero no corrido, lo hace el gaitero, de siempre tiene que ser repiquete, se tiene que dar muy rápido, cinco palos en muy poco tiempo”. Danzan siete cuadros “El dance está vivo, aunque es difícil ensayar la gente lo lleva muy adentro y se hace con mucho cariño e ilusión”. Su abuelo Constantino Samper Jaria también fue mayoral, hasta 1962, y su hijo Máximo Samper Bonet hasta 1982. Blas lleva como mayoral unos diez años, lo lleva en la sangre.
El dance de La Almolda quedó recogido por Ezequiel Zeballos Carreras (1922-1993). Ezquiel fue carpintero y danzante mayor y autor del libro Costumbres Tradicionales y Apuntes Históricos del Dance de La Almolda (1988), donde recopiló todo, mudanzas.
Blas lleva el dance en el corazón, al igual que La Almolda. Atesora recuerdos y sabiduría, un amor a su tierra y a su gente, aunque se lamenta “Por 1940 había unos 1800 habitantes y actualmente escasamente somos unos 350 vecinos viviendo”. Aunque La Almolda aún conserva esa fuerza vibrante de su dance, de su empuje de su gente por su pueblo, de esos ecos de la sierra y voces de jota, de ronda y pasión. La Almolda, alma de Los Monegros.