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María Jesús, bibliotecaria de Monegrillo


Abril, mes del libro, de la escritura, la literatura y la creatividad. Las bibliotecas se llenan de actividades, esos templos culturales, aún mas en nuestro medio rural, rebosan de actividades en torno a los libros y sus autores/as. María Jesús Solanas Morales, natural de Monegrillo, lleva cerca de 30 años al frente de la biblioteca de Monegrillo «Ángel Jaría». Con ella, comenzamos una serie de entrevistas a las verdaderas almas de las bibliotecas, a sus imprescindibles bibliotecarias.

Recuerdos de la niñez, escuela, juegos, tradiciones, la vida en el pueblo, marchar y quedarse, lo que ha cambiado, la vida de antes, trabajos, el papel de la mujer…

Mis recuerdos son muy bonitos, En Monegrillo había 3 escuelas, una de niñas, otra de niños y de párvulos, en total unos 120 niños, los juegos eran siempre en la calle, casi sin horarios, ¡eran tiempos felices!.

En Monegrillo se sigue viviendo muy bien, pero estamos quedando muy pocos, los jóvenes se nos van, pero vuelven los fines de semana y el pueblo se viste de fiesta con tantos niños. En fin, aquí estamos y aquí nos vamos a quedar.

La mujer ocupa y siempre ha ocupado un lugar importantísimo en los pueblos.

¿Bibliotecaria? ¿Cómo has llegado a ser bibliotecaria rural? ¿Qué significa ser bibliotecaria en un pueblo? Dificultades, alegrías…

¿Bibliotecaria? ¡Para mí es la profesión más bonita que existe!, voy camino a los 30 años de profesión y nunca me canso de estar en ella, que mejor sitio que mi pueblo para ejercer lo que más me gusta. Como en todos sitios hemos tenido nuestras dificultades y por supuesto alegrías.

¿Bibliotecaria rural, mucho más?

La biblioteca en un pueblo puede convertirse en el principal foco de cultura, además de centro social donde se puede uno encontrar con personas para hablar, comentar un libro, los niños pueden jugar, leer cuentos, vamos que sirve un poco para todo y para todo bueno.

¿Qué es un libro?

¿Has oído el refrán, sabes más que un libro abierto? pues así es! un libro es la manera de conocer la historia, una manera de viajar, una manera de evadirse, de reír, de llorar, emociones a montón, un libro es una unión entre personas que se juntan para comentarlo, en fin, que quieres que te diga, lee mucho y me darás la razón.

Un género literario, un libro imprescindible, escritor/a, una poesía, una palabra bonita, una gran frase, una película y una canción.

Si te contesto a eso te doy mi particular opinión, pero cada uno tiene su libro preferido, su canción preferida, somos distintos y cada uno tiene sus gustos, pero te voy a decir uno de mis libros preferidos es “El cura de Almuniaced” de José Ramon Arana, escritor con raíces de Monegrillo y mi canción “abarcas vacías” de Joan Manuel Serrat.

Una reflexión sobre el papel de las bibliotecas en nuestros pueblos y, sobre todo, frente a la despoblación.

Hace casi 30 años empezó su andada la biblioteca de Monegrillo con muchísima ilusión. Una biblioteca, lo he dicho a lo largo de la entrevista, es de las cosas mas importantes que puede tener un pueblo, personalmente estoy muy orgullosa de la biblioteca de Monegrillo, muy orgullosa de la gente de este pueblo que la ha valorado y la ha aprovechado al máximo y con una ilusión que no decrece. Tenemos un club de lectura con mas de 20 personas, un taller de escritura con 12 personas, cada vez que se hace algo todo el mundo colabora, es como para estar orgullosa y más….

¿Qué sientes al oír Los Monegros?

Monegros es mi tierra, la comarca que nací y en la que vivo, es una comarca un poco extensa, pero es mi comarca y todo lo mío lo defiendo y lo aprecio.

Una esperanza, una ilusión o un deseo.

Esperanza, que frene un poco la despoblación, e ilusión que las bibliotecas se mantengan en los pueblos y sean el nexo de unión de sus gentes, aunque estemos pocos.

Os Monegros, 15 años


15 años recorriendo Los Monegros, sus gentes, pueblos y paisajes, recogiendo parte de su extensa cultura, tradiciones y memoria. Siguiendo tantos pasos, de gente fuerte y humilde, aprendiendo de sus duras manos y arrugas de sabiduría, sintiendo todo lo que heredaron de sus antepasados, sus experiencias y conocimientos de toda una forma de entender, comprender y sentir la vida.

15 años tratando de sembrar en los surcos abiertos de una tierra cuarteada, dura y seca, en la inmensa aridez con los brazos abiertos, aguardando la lluvia que tanto se hace rogar. Viendo los campos cambiantes en sus continuos ciclos, como viendo las vidas pasar y descubrir sus huellas en cada montón de piedras amontonadas a los lados de los campos, en las espaldadas masadas o en las abandonadas balsas.

Son años de luces y sombras, de boiras y cierzeras, de días soleados y noches estrelladas. Son muchas las caídas y tropiezos, de perderse en caminos, en cruces y desvíos, hasta descubrir una imponente sabina que te hace levantar la vista y saber que el camino recorrido ha valido la pena.

De sentir sus raíces, su palpitar que te permite soñar y volar, surcar paramos únicos y singulares.

Os Monegros es un proyecto personal, independiente, sin ningún tipo de ayuda y que comparte libremente artículos, investigaciones, entrevistas y escritos varios. Acumulando y atesorando un amplio archivo en una plataforma digital que llega a todas partes del mundo. Un lugar de encuentro, donde opinar y criticar, de utilizar, apoyar u obviar, un lugar de paso donde siempre estás invitado a quedarte y regresar.

15 años donde compartir, donde contarnos nuestras historias y recuerdos, como sentados en la vieja cadiera al calor del hogar o reunidos a la fresca en una noche de verano.

Años de ilusiones y frustraciones, de un camino donde uno no sabe a dónde va. Donde encontrarse con la gente da sentido a todo, pues la vida es un camino y lo importante es el recorrido.  

Alegría y sufrimiento, sequias y cosechas perdidas, sed y hambre, guerras, malditas guerras y tantas ausencias. Tanto pasado que ahora lloran los pueblos viéndote marchar, las casas vacías, calles desiertas y escuelas cerradas, sin las risas por las plazas ni en los pequeños parques ni en las viejas eras.

15 años de la salamanquesa de Los Monegros, paciente, tranquila, de estudiados pasos, serena y astuta, contemplando el devenir de nuestros pueblos y hogares, testigo de este mundo rural tan poco valorado y tan amenazado.

-¡Ay!, mis queridos y amados Monegros-, pues como decía José Antonio Labordeta -Que de los pobres nunca hay un amigo, hay un amigo siempre de los más ricos y a esos les llevan agua y cordericos- Y van pasando los años entre proyectos de centrales o basureros nucleares, de delirantes proyectos de mega casinos o de llenar todo de molinos eólicos. Parece que seguimos sin querer esta tierra, sin aupar definitivamente esta tierra. Continuaremos a pesar de vuestra inquina a un bello territorio de áridas estepas y saladas lagunas, de espacios abiertos y curiosas formaciones geológicas, de torrollones y barrancos que asemejan desiertos, sierras donde perderse y preciosos sabinares. Patrimonio y tradiciones, una cultura ligada a la sed que ha marcado el carácter de la gente. -¡Pues aún no han vencido!- y seguiremos resistiendo con rasmia y sin reblar haciendo ciertas tus grandes palabras, gran poeta, -De esta tierra hermosa dura y salvaje haremos un hogar y un paisaje-.

Gracias a todas las personas que hacéis posible Os Monegros. Gracias, muchísimas gracias.

2006-2021, 31 de marzo, decimoquinto aniversario de Os Monegros.  Aridez.

Joaquín Ruiz Gaspar

Responsable de Os Monegros.  

Gonzalo Alcolea Huerva


Natural de Pallaruelo de Monegros, Gonzalo nació un 25 de junio de 1936. Su padre era agricultor, tenía tierras de secano que con el tiempo se han vuelto de regadío. Su madre trabajaba haciendo faenas para las casas ricas  “Iba mucho a lavar con agua de balsa y con el jabón que ella misma hacía”. Fueron tres hermanos  y los tres tuvieron que emigrar.

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A la escuela fue poco, a los 10 comenzó a ir de rebadán con el ganado, de aprendiz de pastor con su tío José Huerva y el tío Isidoro Camón, los dos mayorales. Así, Gonzalo solamente fue a la escuela desde los 6 hasta los 10 años, pero al poco entró la educación obligatoria y tuvo que volver desde los 12 a los 14 años. De su edad apenas serían una media docena de críos. Jugaban a los pitos y a la bomba entre muchos otros juegos.

Con siete años lo bajaban al pozo en un pozal, con la carrucha. En cada casa había un pozo y lo bajaban para limpiarlo. Como era oscuro bajaba con un candil. En una ocasión lo bajaron demasiado y el agua comenzó a llegarle hasta el cuello, gritaba pero arriba no le oían y el candil se apagó, había más de metro y medio de agua. Al final lo subieron pero estuvo a punto de ahogarse.

Por el monte iban a mirar nidos por las sabinas, nidos de picarazas y cuervos, a tirarse por los bordiles de paja por los que bajaban de cabeza. Iban a la balsa buena a buscar agua con un carretillo de madera, llevaban pozales en el carretillo donde cabían unos cinco pozales de diez litros cada uno. En el carro llevaban hasta doce pozales “Los pozales eran de zinc”.

La balsa se limpiaba cuando se secaba, empleaban las caballerías. En Pallaruelo de Monegros estaba la balsa Tío y la balsa Buena y trataban que siempre tuviesen agua. Luego en las casas se almacenaba en los aljibes.

Su padre iba a buscar piedra a la virgen Vieja, su padre trabajó haciendo la carretera que iba de Sariñena a Bujaraloz y con un mallo machacaba las piedras “Sería a mediados de la década de 1940”.

Con 15 años, Gonzalo marchó a Monzón de pastor, estuvo un año. A los 16 años marchó con su familia a Raimat (Codorníu). Allí trabajaron por casa, huerto y 200 kg de harina, llevaban la tierra y las viñas, las podaban y vendimiaban. A los 21 le tocó hacer la mili y luego marcó a Alpicat (Lérida) donde trabajó como camionero hasta su jubilación a los 60 años. Aunque a los 62 volvió a su Pallaruelo natal y llevó las tierras de casa.

Siempre ha vuelto a Pallaruelo de Monegros, sobre todo para vacaciones y fiestas. Se vio obligado a marchar ya que entonces no había trabajo “Igual llegamos a marchar unas veinte personas en aquella época, fueron años muy malos que no se cogía nada en el campo, sería a principios de la década de 1950. La mayoría marchó a Barcelona, había muchas fábricas y mucho trabajo”.

De zagal cogía leñas de romero y sosa y en Sariñena o Capdesaso la cambiaban por patatas, garbanzos o judías. En casa criaban un tozino al año “Aunque si no se cogía cosecha no había dinero”. Con cepos cogían conejos que también criaban con  letacines o apanucios, hierbas que daban a los conejos para comer. Cazaban con varas o con perros conejeros, los hacían salir de los cados y los atrapaban.

Gonzalo fue danzante igual que su abuelo Mariano quien le enseñó a danzar. Ensayaban los domingos en las escuelas, recuerda Gonzalo. También se acuerda del tío Pascualer, el diablo y del tío Juaner que hacía las motadas.

En las fiestas había orquestas, en una era se hacía la carrera pedestre y al ganador se le daba un pollo y también, a veces, una garrafa de vino “Se hacía en la era donde se trillaba, por la mañana se regaba, a primera hora, para que fuese mejor la carrera”. También se remojaba la plaza para el baile. Para la celebración de los quintos se iba casa por casa a pedir y luego hacían merienda.

A los Pallaruerlo les llamaban los pelaos, los calvos y cuando los de Castejón de Monegros pasaban les decían “Quies un peine”, a rejodidas alguna les amenazaba con la escoba. Eran otros tiempos a los que nos hemos acercado gracias a Gonzalo, tiempos en los que con una perra gorda en la tienda compraba una papelina de almendras tostadas en casa de la tía Rosa y merendaban un trozo de pan con chocolate o pan con vino y azúcar. Gracias Gonzalo y a Pilar Guerrero y Aimar Mir de la Residencia de la tercera edad de Sariñena por su colaboración para la realización de las entrevistas, gracias!!

 

Aldea


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Aldea por Valdecarros, güega entre Lanaja y Castejón de Monegros. 

Ya hace tiempo que nadie vuelve y el aire corre por estas viejas cuatro paredes. Duramente resisten los vetustos muros de piedra que inevitablemente comienzan a desmoronarse. Es tiempo de ausencias y de olvidos, ya no se cuentan añejas historias al calor de la lumbre del pequeño hogar, de un pequeño espacio que familias compartieron generaciones tras generaciones. La soledad embriaga tiempos sin memoria, de saberes populares, del esfuerzo y trabajo en esta sierra monegrina, de leyendas de bandoleros y del gran Cucaracha. Ya no humea la chimenea, ni despide antes del amanecer, ni espera después del anochecer.

Días de otoño, de preparar las tierras y sembrar, dormir al calor de las mulas en la pequeña aldea que hace muchísimos años se levantó piedra a piedra. Una a una se fueron colocando las piedras que se arrancaron a la sierra, con las manos encallecidas y duras, con las manos de segar en verano bajo el implacable sol, donde sólo la vieja sabina, a su sombra, se hallaba resguardo. Las mismas manos que aserraban los pinos y bajaban de la sierra las leñas, que arrancaban los romeros para los hornos y el esparto para hacer sogueta, las manos que recogían las almendreras, olivares y viñas.

La sierra permanece salpicada de aldeas espaldadas por tiempos que ya no valoran su propia historia, la de su gente, la de sus abuelos y abuelas. La vegetación va apoderándose, los tejados hundidos y los muros a merced de la erosión del abandono. Con ellas desaparece parte de nosotros y nosotras, vidas que fueron e incluso nacieron en aquellas solitarias aldeas esparcidas sobre la sierra de Alcubierre.

El aire, el cierzo corre por las cuatro paredes, entra por las puertas que ya nada guardan y nada resguardan, mientras la enrona se va acumulando en su abandonado espacio. Ya no bajan los carros llenos a los pueblos, ni van sus gentes montados en ellos, ni bajan ni suben. Y el viejo poblado de Peñalbeta aparece distante, resignado a la desmemoria, igual que los caminos los reclama el monte, igual que muchos campos que ya no se cultivan.

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Sabina por Valdecarros, güega entre Lanaja y Castejón de Monegros. 

Las balsas ya no recogen el agua como antes, ya no sacian la sed, aquella sed que ya no fatiga a los hombres y mujeres en estos malditos y rabiosos secanos. Los muros de piedra de los campos se derrumban llevándose tantos recuerdos, tanta sabiduría que tanto costó aprender. Ya no abundan los rebaños de cabras y ya casi no hay pastores, las parideras quedan vacías y el silencio se adueña de todo. La sierra permanece como ausente.

Sólo el aroma a ontina, romero y tomillo, a monte, perdura la esencia de tantas gentes. Los cielos claros y limpios, el aire puro y el olor a tierra, los campos de trigo y cebada. Quien levantó cada piedra sabe el valor de cada muro y de cada aldea que siempre buscó legar a los suyos. Ahora nosotros y nosotras somos sus herederos y el frío entra entre las cuatro paredes, el aire recorre paredes que ya no hablan, callan porque ya hace tiempo que hemos dejado de escuchar.

Ya hace mucho tiempo que nadie vuelve y ya hace mucho que nadie espera. Aunque a veces parezca que aún quiere esperar.

  • Nota: Aldea es la forma de denominar a las casetas de monte en la sierra de Alcubierrre.

Ángel Labrador Labrador


Ha sido durante muchos años mayoral del dance de Valfarta. Ángel es memoria viva del dance pero también de la vida de la pequeña localidad monegrina de Valfarta. Con Ángel repasamos parte de su memoria, del dance y de Valfarta, nos abre sus puertas con gran familiaridad, aquella tan propia de los pueblos de antes. 

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Ángel nació en Valfarta en 1938 en el seno de una familia de agricultores: «En Valfarta había de todo un poco, algo de ovejas, colmenas, el agua de balsas… todo ha sido agua de balsas”. En casa guardaban el agua en aljibes y tinajas y en el aljibe moderno guardaban hasta 15.000 litros de agua. El aljibe nuevo lo hicieron cuando Ángel ya estaba casado, pues antes se guardaba en tinajas. Su mujer Felisa es natural de Bujaraloz y a los doce años ya comenzó a servir en una casa acomodada. El agua la iban a buscar con una mula y una cuba: «La balsa a la entrada de Valfarta era para las ovejas y mulas, mientras la balsa buena era para beber. Estaba más alta y recogía el agua que venía de la ermita. Hace años que se enronó la balsa”. También había algo de viñas, oliveras y almendreras: “El regadío llegó a Valfarta hace 40 años, sobre 1980”.

“En Valfarta había casas incluso con hasta tres familias” y cuando Ángel iba a la escuela en clase eran de unos 15 a 20 chicos y chicas “Ahora no queda nadie”. A los 13 años ya fue pastor, Ángel fue rebadán de ganado y entre cuatro hombres llevaban un rebaño de unas cuatrocientas cabezas de ganado lanar. A los 14 años marchó a Cataluña “Aquí no se cogía nada”. Eran cuatro hermanos y una hermana, toda la familia marchó durante nueve años a trabajar a una finca de Cataluña: “Era una finca que casi estaba entre las tres provincias, Tarragona, Barcelona y Lérida, por La Panadella”.  Luego, Ángel volvió a su Valfarta natal.

“Los primeros tractores había que solicitarlos”, primero tuvieron un Lanz de 38 caballos que tenían que enchegar con una candileja, luego llegaron los Ebros de 45 caballos: “El paso de mulas a tractores y cosechadoras fue muy sustancial”. La primera cosechadora la llevaban arrastrada por el tractor, era una Santana, luego tuvieron una Class.

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Dance de Valfarta

Ángel ha vivido toda la vida el dance. Empezó de pequeño, eran cuatro hermanos y los cuatro comenzaron a danzar pronto. Los jóvenes comenzaban con los volantes pero él comenzó en un cuadro de mayores. Al tiempo llegó a ser mayoral, cargo que ha ejercido hasta 25 años.

Actualmente en el dance de Valfarta solamente se hacen las mudanzas y los diálogos, las pastoradas ya no se hacen. “Antes venía Vicente Capitán, el gaitero de Sariñena y después se llevaba a Sena en una tartana, había un coche que hacía de correo entre Sariñena y Valfarta”. Ahora de gaitero viene Martín Blecua, leva 33 años, acompañando el dance de Valfarta, y desde hace unos años Leandro Cucalón y Javier Espada. Con el dance se sube en procesión danzando hasta la ermita, la misa es en la iglesia, se sube y se hace un reposo, un descanso, luego se hace el himno de San Miguel.  Se interpretan las diferentes mudanzas: “Ay cardelina, Las aves y las flores, El broquel, San Miguel, Hoy celebramos fiesta… son muy melodiosas”. “En Bordando” es una mudanza que dejaron de danzar y de la que no se acuerdan: “Era muy curiosa y debía de ser muy difícil, por eso se fue dejando”.

“El mayoral de La Almolda dijo que era más bravo el dance de Valfarta”, de La Almolda venía el gaitero Mariano Labat “El Moce”, una vez fueron a danzar a Jaca y cuando pasaron desfilando ante la presidencia Mariano Labat cortó el dance.

El dance estuvo parado los años de la guerra y después, los años que la familia de Ángel marchó. Lo reanudó con mucha ilusión el tío Agustín Labrador, antiguo mayoral, después fue Luis Miguel Dueso. Se hacen cuatro cuadros más el de volantes.

Antiguamente se hacían dichos y motadas, también hubo rebadán: “Había dichos que cada danzante discurría, lo decía cada danzante o algunos danzantes”. Salían de misa y ponían unos bancos alrededor de la plaza para ver el dance y entre mudanza y mudanza decían los dichos: “El rebadán quería hacer el papel de mayoral y rebadán”.

El día después de San Miguel se realiza un pasacalles y por las casas sacan para comer y beber. Ahora se danza el día de San Miguel y el sábado, antes se hacía, además de con palos, con broquel y espadas. Quedan a ensayar el domingo antes de San Miguel.

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Ángel de mayoral con su familia que continúa la tradición.

Ahora en Valfarta están pocos, quizá viviendo unas 40 personas y a misa normalmente van ocho o nueve. La juventud al no tener trabajo han marchado y cada vez hay menos gente. Ángel se ha dedicado a los cerdos, cuarenta y cinco cerdas de cría: “Molía la cebada y se lo vendía a uno de Peralta”. Ángel llegó ir hasta pamplona para comprar un cerdo como semental.

Cuando comenzó sobraban danzantes, ahora faltan: “Se hacía el ofertorio, el tarirán y se ensayaba un mes antes, cerca del bar, en plena calle”. El dance de Valfarta continúa vivo haciendo vibrar de emoción cada año, formando parte de las fiestas y de sus gentes. Gracias Ángel por tu gran acogida y por tantos recuerdos.

 

Pueblo: Sesa


Sesa pertenece a la comarca de la Hoya de Huesca, aunque para los jóvenes su centro de referencia es el IES Montes Negros Grañen. A orillas del Guatizalema, destaca la ermita de la Jarea  y la iglesia de Juan Bautista. La localidad ha sufrido un gran descenso desde los 834 habitantes en 1900 hasta los 167 habitantes en el 2018, una pérdida del 79,97% de su población. Sesa presenta una densidad de 5,43 hab./km² con un índice de viabilidad demográfica de menos tres.

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A través de jóvenes de la localidad conocemos su visión e inquietudes sobre la vida rural. Una perspectiva joven para reflexionar sobre el presente y futuro de nuestras localidades, una serie de entrevistas enmarcadas en la serie “Pueblo” de la iniciativa cultural “Os Monegros”. Gracias al IES Montes Negros de Grañen y muy especialmente a Lurdes Gracia por ayudar a hacer posible este proyecto.

Isaac Sacristan Peréz de Tudela

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  • IES Montes Negros Grañen
  • Curso: 4º de la E.S.O.
  • Localidad: Sesa.
  • Película: El niño de pijamas de rayas.
  • Música: Alejandro Sanz.
  • Deporte: Fútbol americano.
  • Equipo: F.C. Barcelona.
  • Aficiones: Jugar a vídeo juegos.

Actualmente a Isaac le gusta más la ciudad «Hay más gente y más movimiento», pues en Sesa no tiene mucho que hacer: “Antes venía más gente pero ahora se han despreocupado del pueblo y ya no vienen”. Así, que a Isaac no le gustaría quedarse a vivir en Sesa “Hay que desplazarse siempre a todos lados”. Cada dos por tres suele ir a Grañen para estar con los amigos y sobre todo cuando hay alguna fiesta.

Le gusta el deporte y juega a fútbol americano en Villanueva de Gallego, donde va a entrenar cada semana. Del pueblo le gusta la libertad, salir seguro por la calle y por las noches “Los padres no están tan pendientes, te tienen más a mano” aunque está todo demasiado desierto “Solamente estamos cuatro jóvenes”.  La piscina es lo mejor, las fiestas son muy pobres y no hay mucha actividad. La iglesia de Sesa es lo más representativo del pueblo.

En principio quiere estudiar nutrición y deporte, aún no tiene muy claro dónde “Dependerá donde llegué la nota”. Hace falta gente en los pueblos, a Isaac le gustaría que se arreglasen las casas: “Tendría que haber más actividades que hagan más atractiva la vida en los pueblos. Hay pueblos muy vacíos, tendría que haber alguna tienda que no te obligase a desplazarte por cualquier cosa. Antes se vivía del campo y había mucha más gente.»

Inma Satué Carrera

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  • IES Montes Negros Grañen
  • Curso: 3º de la E.S.O.
  • Localidad: Sesa.
  • Música: c/dc.
  • Deporte: Fútbol.
  • Equipo: Real Madrid.
  • Aficiones: Descansar.

A Inma le gusta el pueblo y también le gusta la ciudad, pero las fiestas de los pueblos son mejores: “En Sesa no hay muchas cosas, no hay tienda y el bar se abre a ratos, a veces sólo en fin de semana”. Inma quiere estudiar en Huesca, estudiar mecánica  o quedarse en el pueblo con la explotación familiar, en la granja de su padre.

La fiesta es lo que más le gusta, cuando hay gente, el buen ambiente y el buen rollo que hay entre todos: “La gente va viniendo cuando puede, cuando vienen con sus padres, a pasar el verano, navidad o semana santa”.

En el pueblo hay muy poca gente y no se puede hacer muchas cosas por el pueblo, están pocos y siempre los mismos “A veces cansa, pues mucha gente marcha a estudiar y a trabajar a Huesca».

La ermita es un lugar especial de Sesa, se encuentra en la parte alta del pueblo, es un lugar muy tranquilo “Hay una cueva a unos tres kilómetros del pueblo, es un buen paseo para ir andando, corriendo, en bici o en moto». Echa en falta la panadería, la han cerrado recientemente, una tienda… hace años había hasta un estanco, una peluquería y el bar lo abrían todos los días. “Iría bien algún local como peña, no hay nadie en los pueblos no hay casi gente. Los pueblos viejos están vacíos: Sesa, Tramaced, Piraces… en cambio, los de colonización, aún gozan de cierta buena salud».

Inma ve muy difícil una solución: «Quizá se podrían hacer pisos, arreglar casas y alquilarlas para que venga gente a vivir, pero claro, hace falta más trabajo y sin trabajo los pueblos se mueren».

Continuará…

Pueblo: La Almolda


La Almolda, a los pies de Santa Quiteria, aparece mirando al sur. Tierra de yesos y antiguos yeseros, con sus viejos hornetes abastecían de yeso a toda la comarca. En 1900, La Almolda contaba con 1.124 habitantes alcanzando los 1.243 habitantes en 1910, pero desde entonces ha experimentado un constante descenso hasta los 567 habitantes en el 2018. Así, La Almolda presenta una densidad de 4,31 hab./km² y un índice de viabilidad demográfica de menos uno.

La Almolda

A través de jóvenes de la localidad conocemos su visión e inquietudes sobre la vida rural. Una perspectiva joven para reflexionar sobre el presente y futuro de nuestras localidades, una serie de entrevistas enmarcadas en la serie “Pueblo” de la iniciativa cultural “Os Monegros”. Gracias al IES Sabina Albar de Bujaraloz y muy especialmente a Chusé Rozas Auría por ayudar a hacer posible este proyecto. Y gracias a Carmelo Samper Serrate por ceder sus esplendidas fotografías para acompañar a La Almolda en la serie «Pueblo».

Iván Labarta Jaria

Ivan Labarta (1)

  • IES Sabina Albar de Bujaraloz.
  • Curso: 1º de la E.S.O.
  • Localidad: La Almolda.
  • Libro: Mil leguas de viaje submarino
  • Música: Reguetón.
  • Película: Jack Sparrow.
  • Deporte: Futbol.
  • Equipo: FC Barcelona.
  • Aficiones: Jugar al pádel.

A Iván le gusta mucho el pueblo “Hay menos gente, hay que esperar menos, es más tranquilo y hay menos tráfico”, pero reconoce que en la ciudad hay más gente y puedes hacer más amigos. Iván quiere vivir siempre en La Almolda y, aunque aún no sabe que quiere ser de mayor, sabe que tiene que salir fuera a estudiar.

“En La Almolda hay muchos sitios para divertirse: el campo de fútbol, las pistas de pádel, dos parques…” lo malo para Iván es que sean tan pocos niños. Su lugar especial es Santa Quiteria, es lo más representativo de La Almolda, y el parque. El dance es lo más tradicional, Iván es danzante y le gusta la música y como se tocan los palos: “Siento el ritmo y mucho orgullo de mí mismo”.

Le gustaría que hubiese una pista de baloncesto y más sitios a donde ir. Iván lo tiene todo muy visto, aunque le gusta mucho ir al monte con su abuelo. Los Monegros es un desierto, le gustan, pero para él lo importante es la familia y los amigos; Iván viviría en cualquier lugar. “Hace falta algo más de gente” y a Iván le gustaría que viniese gente, pero no demasiada, aunque en verdad no le preocupa mucho la despoblación.

«Ante no había nada, ni móviles, ni videojuegos… se estaba más en la calle y ahora en casa.»

 

Continuará…

 

Pueblo: Barbués


Barbués, al norte de la comarca de Los Monegros, destaca por su atípico castillo  medieval, con influencia musulmana, del siglo XVI. Actualmente cuenta con una población de 77 habitantes, presentando una densidad de 3, 93hab/km² y un índice de viabilidad demográfica de menos dos. La pérdida de población ha sido progresiva desde que, en la década de 1920, sufrió un gran descenso, pasando de los 504 habitantes en 1920 a los 253 en 1930, una pérdida del 50% de su población.

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A través de jóvenes de la localidad conocemos su visión e inquietudes sobre la vida rural. Una perspectiva joven para reflexionar sobre el presente y futuro de nuestras localidades, una serie de entrevistas enmarcadas en la serie “Pueblo” de la iniciativa cultural “Os Monegros”. Gracias al IES Montes Negros de Grañen y muy especialmente a Lurdes Gracia por ayudar a hacer posible este proyecto.

Carlos García Cabanillas

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  • IES Montes Negros Grañen
  • Curso: 4º de la E.S.O.
  • Localidad: Barbués.
  • Música: Ac/dc.
  • Película: Titanic.
  • Deporte: fútbol.
  • Equipo: Real Madrid.
  • Afición: Cazar.

Carlos es de pueblo, le gusta más que la ciudad “Las cosas que se pueden hacer en un pueblo no se pueden hacer en la ciudad”. La libertad, las noches de verano…  además a Carlos le gusta mucho la agricultura y la ganadería. Carlos quiere vivir en el pueblo, quiere estudiar un grado en agricultura y quedarse a trabajar en casa.

“El verano es la mejor época en los pueblos, hay más vida, la piscina, la pista de pádel, fútbol…” En invierno tienen una peña donde se juntan los jóvenes, es un lugar donde encontrarse y estar juntos. “Lo malo es que la gente se va a Huesca y se hacen pocas cosas para mantener el pueblo. Una tienda iría bien para las personas mayores”.

«Las fiestas de invierno son buenas, son más largas pero hace frío, las de verano también son buenas». Además, en Barbués se hacen las tradicionales hogueras de San Fabián. El castillo de Barbués es un lugar muy característico y especial del pueblo.

En el pueblo fijos estarán unos cincuenta, Carlos ve que cada vez hay menos gente “En Torres de Barbués habrá unas cincuenta casas y unos quince habitantes”. Mucha gente se queda a vivir en Huesca «Por no estar viajando y cogiendo el coche en invierno y días con niebla».

«Antes todos los días estaba lleno de gente, ahora hay un club social, cuando va uno lo abre, ya no es lo mismo. Antes había vida por las calles y ahora sólo cuatro gatos.»

Continuará…

Pueblo: Tramaced


Tramaced se encuentra a las faldas de la pequeña sierra de Tramaced y pertenece a la comarca de la Hoya de Huesca, pero van a estudiar al IES Montes Negros de Grañen.  Tramaced cuenta actualmente con una población de 99 habitantes presentando una densidad de 6,94 hab./km², su índice de viabilidad demográfica es de menos dos. Tramaced ha ido perdiendo población, a principios de la década de 1960 eran 192 habitantes, perdiendo casi el 50% de su población, el 48,43%. El testimonio de Unax es especial, de vivir en una de las capitales del mundo, en Barcelona, a estar en un pequeño pueblo donde él es el único de su edad.

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A través de jóvenes de la localidad conocemos su visión e inquietudes sobre la vida rural. Una perspectiva joven para reflexionar sobre el presente y futuro de nuestras localidades, una serie de entrevistas enmarcadas en la serie “Pueblo” de la iniciativa cultural “Os Monegros”. Gracias al IES Montes Negros de Grañen y muy especialmente a Lurdes Gracia por ayudar a hacer posible este proyecto.

Unax Guallart Preciado

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  • IES Montes Negros Grañen
  • Curso: 4º de la E.S.O.
  • Localidad: Tramaced.
  • Libro: Comics.
  • Música: Ac/dc.
  • Película: El gigante de hierro.
  • Deporte: Baloncesto.
  • Aficiones: Salir con los amigos e ir en bici.

Unax viene de Barcelona, ha vivido en Sodeto cuatro años y ahora lleva tres meses en Tramaced. Un cambio brutal, de una gran ciudad, considerada entre las diez mejores del mundo, al desierto demográfico de Los Monegros.  Así, es natural que a Unax le guste más la ciudad “Hay un montón de cosas y puedes hacer muchísimas cosas más”.

“En la ciudad puedes ir andando o en metro, aquí, si quieres ir a otro pueblo, te tienen que llevar”. Quiere estudiar bachiller en Huesca y luego, quizá, una carrera y volver a  Barcelona. Pero a Unax también le gusta la vida de pueblo, aprecia lo que tiene, la naturaleza y pasear hasta la ermita  de la Virgen del Puyal “Es un paseo majo”, la ermita está en un lugar elevado y es un lugar muy especial. Le gusta mucho el contacto con la naturaleza: “Es más real que un parque”.

“Si no vives en un pueblo un poco grande como Grañen no hay nada en los pueblos y te tienen que llevar”. De Tramaced sólo están dos chicos que van al instituto de Grañen. Al principio le gustaba la idea de vivir en un pueblo, pero ahora Unax echa de menos la ciudad “El cambio fue muy fuerte aunque me adapté”. Falta comunicación entre los pueblos, comenta Unax “En Tramaced no hay nada, el pan lo traen con una furgoneta”.

Unax ve que la gente no está muy acostumbrada a salir “Los Monegros son majos pero se van despoblando, todos dicen que se quieren quedar pero tendrán que marchar”.

 

Marcos Lafuente Castell

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  • IES Montes Negros Grañen
  • Curso: 3º de la E.S.O.
  • Localidad: Tramaced.
  • Libro: Los juegos del hambre.
  • Música: Oasis.
  • Película: Corredor de laberinto.
  • Deporte: Escalada.
  • Aficiones: Ir a la montaña.

Marcos es de pueblo, para él es más tranquilo y hay más libertad para salir por la calle. Quiere ir a Zaragoza y cree que no volverá. Le gusta la gente: «La gente del pueblo es muy maja pero son pocos». Marcos echa en falta más gente, para las fiestas “La gente se va a la ciudad”.

De Tramaced le gusta la pista de fútbol y el parque. Lo malo del pueblo es que muchos amigos se han ido a vivir a Huesca. Le gusta mucho la fiesta de verano, antes se celebraban carnavales pero últimamente no.

La iglesia es muy maja y representativa del pueblo. Echa en falta gente, le haría mucha ilusión un rocódromo, aunque ya sabe que es imposible, Marcos es realista. Normalmente va a Huesca al rocódromo y puede practicar su deporte favorito.

Le preocupa la despoblación, «Estaría bien que la gente tuviera más hijos». «En Tramaced hay pisos que se alquilan, pero están vacíos casi siempre. Antes había mucha más gente pero ahora hay poca.»

Continuará…

 

Pueblo: Sodeto


Sodeto, pueblo de colonización perteneciente al municipio de Alberuela de Tubo. Establecido en las tierras del Duque de Villahermosa, comenzó a construirse según un planteamiento inicial de casas aisladas hasta que al final se constituyó definitivamente como núcleo poblacional en 1956: “60 viviendas de colonos y 10 de obreros en el núcleo, además de las 14 viviendas diseminadas en las parcelas”. En el 2000 Sodeto tenía una población de 245 habitantes y 209 en el 2018. En 2011 les tocó el gordo de navidad de la lotería nacional, un empuje vital para ir manteniendo población.  

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A través de jóvenes de la localidad conocemos su visión e inquietudes sobre la vida rural. Una perspectiva joven para reflexionar sobre el presente y futuro de nuestras localidades, una serie de entrevistas enmarcadas en la serie “Pueblo” de la iniciativa cultural “Os Monegros”. Gracias al IES Montes Negros de Grañen y muy especialmente a Lurdes Gracia por ayudar a hacer posible este proyecto.

Javier Bescós Escario

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  • IES Montes Negros Grañen
  • Curso: 4º de la E.S.O.
  • Localidad: Sodeto.
  • Libro: The Whitcher.
  • Música: La raíz.
  • Deporte: Boxeo.
  • Equipo: S.D. Huesca.
  • Aficiones: Deporte.

A Javier le gusta un tipo de ciudad intermedia Ni muy grande ni muy pequeña, tipo Monzón”.  Le gustaría quedarse en su pueblo, pero todo dependerá del trabajo: si tira para el campo y se queda a trabajar en la explotación familiar o la cocina; Javier quiere estudiar en la Escuela de Hostelería en Huesca.

Le encanta de los pueblos la relación entre personas, conocerse entre la gente y entre distintas edades, “Además, las personas mayores saben mucho y se aprende de ellos”. Lo peor de los pueblos es tener que desplazarse para hacer cualquier cosa y que hay poca gente.

De Sodeto le gusta el pinar cercano, donde está la torre de vigilancia de incendios en desuso y donde, desde una zona despejada y elevada, se contempla un amplio paisaje.

Las fiestas de septiembre son más largas y mejores que las de mayo, que son más cortas. Como tradición, en Sodeto se hace una matacía popular. Pero para Javier, sin duda alguna, el premio de la lotería nacional de navidad ha sido lo más relevante de Sodeto.

El lugar más especial es el parque de la Gabarda.

En los pueblos hace falta gente, aunque van volviendo algunos “Hay muchos empadronados pero en el día a día somos pocos, se nota mucho los fines de semana y los puentes”.

“Es muy incómodo necesitar cualquier cosa y tener que marchar a Huesca para comprarlo y además falta actividades para entretenerse». Se siente monegrino, le gusta la gente, la zona y la agricultura. Su abuelo fue José Bescós Gil, uno de los últimos de abandonar Acín.  A Javier le parece mal la despoblación “La gente está a gusto pero en la ciudad hay más gente, servicios… sólo una tienda sería mucho, una tienda multiservicio”.

«Ahora es todo muy tecnológico, muy artificial.»

Erika Rodríguez Viñuales

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  • IES Montes Negros Grañen
  • Curso: 2º de la E.S.O.
  • Localidad: Sodeto.
  • Libro: El niño de pijama de rayas.
  • Música: Reguetón.
  • Película: La casa de papel (Serie)
  • Deporte: Fútbol.
  • Equipo: Real Madrid.
  • Aficiones: Ir en bici.

Erika prefiere la ciudad “Hay muchas más cosas, gente con quien quedar, salir por la tarde, comprar chucherías que, por ejemplo, es algo que no puede hacer en su pueblo”. Pero para Erika su pueblo es su familia, los amigos, su casa… “Todo es más tranquilo y seguro”.

Lo malo del pueblo es la soledad de diario, de su edad sólo están dos, aunque se juntan con otras edades, principalmente de menos edad. Afortunadamente en Sodeto tocó la lotería y la gente joven se ha ido quedando “Se notó mucho y ha dado mucha vida al pueblo, hay muchos niños y hasta se ha hecho una guardería”. Erika aprovecha fines de semana para ir a Huesca, para tener más vida y hacer muchas cosas, ya que en el pueblo está todo más vacío.

La loma es un lugar especial en Sodeto, Erika suele ir paseando hasta allí y donde conocieron unos amigos que tenían familiares en Sodeto, «Ahora vienen de vez en cuando e incluso van a la loma a merendar alguna que otra vez». Le gusta mucho la fiesta de San Miguel “Como caen en verano viene mucha gente y se hacen gincanas”. “En verano se hacen hinchables en la piscina y hay mucha gente, el verano es mucho más alegre”.  Es muy tradicional la matacía popular,

Erika tiene pensado ir a estudiar a Huesca, a terminar el bachillerato y luego a la universidad, quizá criminología a Madrid. Hace falta gente joven, de su edad «Hay cosas en el pueblo pero falta gente».  Los Monegros han tenido mucha historia, está la Gabarda donde va muchas tardes, a las tirolinas, va mucha gente y es muy conocido.

Grañen es un pueblo grande pero otros se van quedando en menos, si no hubiera tocado la lotería Sodeto igual estaría por la mitad.

Antes no había tantas comodidades.  Su abuelo le suele decir que ahora vivimos muy bien “En la casa de ahora antes estaba el establo, vestían como podían, a veces solo tenían dos mudas (una para trabajar y otra para el día de fiesta), unos zapatos… tenían muy pocas cosas”.

Continuará…