Hace tiempo que me voy haciendo la misma pregunta ¿Qué es lo que hablo? En mis expresiones diarias no cumplo perfectamente con el castellano, introduzco palabras que no reconoce el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española: «alcorzar», «esbarizar», «escobar», «pozal», «trucar», «zurziquiar»… Mi acento es diferente, empleo diferentes adverbios «ascape», «abentau», «prou» y preposiciones «pa», «ta»… Diferentes conjugaciones verbales «merendemos», «caminemos», «paizeba» y poseo una fórmula diferente de combinar pronombres de tercera persona «l´en digo», «m´en boy». Añado que teles características en nuestro lenguaje son comunes en todo el territorio de Los Monegros (Os Monegros), que están vigentes, pero carecen de reconocimiento, de estudios y de valoración por parte de los hablantes y de las instituciones.
Según mis investigaciones, las peculiaridades principales de nuestro lenguaje monegrino, se aproxima a la lengua románica aragonesa. Atendiendo a un estudio de William J. Entwistle, durante los siglos XII y XIV, la fabla se extendía y se hablaba en todo Aragón, la ribera de Navarra, el interior de Valencia y puntos de Soria y Murcia. A partir del compromiso de Caspe en 1412 el aragonés sufre un importante retroceso al instaurarse la dinastía castellana de los Trastámara y el castellano va ocupando el espacio de nuestra vieja lengua. Es claro por tanto que en nuestra región se hablaba el aragonés.
Trabajar en este aspecto nos ayudaría a comprender, aún más, nuestro lenguaje actual. Un estudio del archivo parroquial de Sariñena, publicado en el Quio nº 101 destacaba la aparición de nombres en aragonés: «Aynes», «Colau», «Margalida», «Nadala»… En el artículo «El habla de Sariñena en los Siglos Medievales» de Arturo Morera (ver Quio nº 92) reconoce la presencia del aragonés «Que se hablaba y se escribía en nuestra tierra», lo cual manifiesta una realidad lingüística compleja y digna de ser estudiada objetivamente. La toponimia también nos acerca a un pasado marcado por el aragonés o por su influencia, «La Clamor», «Corcullo», «Barceladas», «barranco Malfaras», «Enado», «Esquiñones», «Puyalón», «Los Sasos», y el mismo topónimo de «Los Monegros».
No obstante el libro «El Aragonés, Identidad y Problemática de una Lengua» sitúa a Los Monegros como territorio lingüístico del aragonés en el siglo XIX y como conocido en el siglo XX. Según Francho Nagore Laín en su estudio «Os Territorios Lingüísticos en Aragón» actualmente en Los Monegros han quedado abundantes restos léxicos e inclusos morfosintácticos, cuestión que refuerza con la actual aparición de numerosos vocabularios y recopilaciones plasmados en el libro colectivo «Bocabulario Monegrino» con más de 7700 voces.
El aragonés carece de reconocimiento oficial, a falta de una ley lenguas en proceso de ser una realidad. El Gobierno de Aragón no es ajeno a esta realidad lingüística y como señala Eva Almunia Badía (Consejera de Educación, Cultura y Deporte): «Somos una comunidad trilingüe donde conviven tres lenguas, el aragonés, el castellano y el catalán y proponemos un proyecto de convergencia cultural y lingüística capaz de reforzar nuestra identidad de pueblo con voluntad firme de avanzar hacia el reconocimiento pleno de los derechos lingüísticos de todos los ciudadanos y ciudadanas de nuestro territorio» (En la presentación del libro «Un nombre para ti, índice de nombres propios»)
Evidenciado nuestro carácter lingüístico hemos de ser capaces de definirlo, estudiarlo, transmitirlo y dignificarlo; desde la autoestima de saberse herederos de un legado histórico, cultural y humano de nuestro pueblo.
Publicau en «Quio», rebista de Sariñena y Os Monegros (nº103) y en Osmonegros el 9 de abril del 2006.
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