* Foto: Monasterio de Sigena
En el siglo XII Doña Sancha, reina consorte de Alfonso II de Aragón, en un lugar de Monegros, cerca del soto del río Alcanadre, entre los desaparecidos poblados de Sixena y Urgellet, eligió el emplazamiento del cenobio de Santa María de Sigena, que mandó construir en el año 1183. El lugar era una antigua laguna donde supuestamente se habría aparecido la virgen La laguna tuvo que ser drenada para la construcción del monasterio. Destinado a las religiosas procedentes de los grandes linajes aragoneses, fue fundado el 23 de abril de 1188 con monjas de la Orden de Malta, también conocida como “Orden del Hospital” u “Orden de San Juan de Jerusalén”.
“El sitio donde está fundada esta real casa es melancólico y mal sano; en cuyas circunstancias se apoya la razón de permitir á las señoras que salgan á pasear por los alrededores hasta la distancia de una hora; á sus casas nativas por un año, y á los baños cuando el estado de su salud lo exige.” (Madoz)
La orden de religiosas fue eximida del decreto de clausura establecido por el concilio de Trento y lucharon entre los s. XIV y XV para no estar bajo la jurisdicción del castellán de Amposta, a quien por ubicación geográfica le debían obediencia como su superior dentro de la Orden de Malta. El monasterio fue importante en Aragón, albergó el Panteón Real y el archivo de la Corona de Aragón. La iglesia es románica del siglo XII y con otras dependencias, antiguamente, el monasterio llegó a construir un importante conjunto medieval. El padre de Miguel Servet, Antón Serveto, fue durante el primer tercio del siglo XVI notario del monasterio.
Pero los años de esplendor acabaron con la entronización de los Trastámaras en la Corona de Aragón, posteriormente, el monasterio fue saqueado en la guerra de la Independencia contra los franceses, a principios del s. XIX, lo que aceleró su periodo de decadencia. En 1843 es afectado por la desamortización, aunque posteriormente es recuperado por la Orden. Tras la I república, con la restauración Borbónica (1874-1931), los años de las abundantes aportaciones económicas, por parte de la nobleza aragonesa, son sólo un recuerdo lejano pasando a sobrevivir el monasterio de limosnas y pequeñas donaciones.
* Acuarela de Valentín Carderera de la sala capitular.
Con la Guerra Civil el monasterio es quemado y saqueado, y gran parte queda destruido. El Panteón Real también fue profanado. Después del incendio numerosas obras fueron sustraídas y trasladadas a Barcelona, de donde nunca han regresado. Es entre los años 1992 y 1994 cuando el gobierno de Cataluña adquirió obras de arte del monasterio sin que el gobierno de Aragón pudiese ejercer su derecho de tanteo y retracto. Un litigio pendiente de resolución que se alarga en el tiempo, al igual que el planteado desde 1995 tras la disgregación de las parroquias aragonesas del obispado de Lérida, donde quedaron retenidas muchas de sus obras de arte.
Se ha llevado acabo una restauración parcial del conjunto monástico, aunque aún queda mucho por hacer, por rehabilitar, por luchar y por defender. Un patrimonio tan revindicado como el monasterio de Sigena se encuentra lejos de recuperar su esplendor, una aspiración revindicada con fuerza por el Instituto de Estudios Sijenenses “Miguel Servet” (Michael Servetus Institute) y muchos ciudadanos;… y los bienes religiosos reclamados sin volver, en unos litigios que se eternizan. Indudablemente, aún queda también mucho por escribir…
Publicau en “ Os Monegros el 31 de enero del 2012.
– Enlaces relacionaus:
- El instituto de estudios Sijenense «Miguel Servet».
- Miguel Servet, 27 de octubre.
- Fotos del Monasterio de Sigena.