* Ilustración de José Luis Cano [Ver blog]
(Miguel Servet es conducido a la hoguera por Farel)
Hace quinientos años nació en Villanueva de Sigena Miguel Servet, a orillas del río Alcanadre, un 29 de septiembre de 1511. El villanovano, el Monegrino, el aragonés universal que en el siglo XVI se enfrento con la jerarquía de la iglesia y el reformista Juan Calvino, murió por defender sus ideas y fue un ejemplo de lucha por la libertad de expresión.
Servet fue una gran figura, un gran intelectual y humanista de su época, un personaje que transciende a nuestros días. Un sabio tenaz, leal y fiel a sus ideas; un medico de pobres y descubridor de la circulación menor de la sangre.
A pesar de su heterodoxia religiosa fue un cristiano profundamente devoto. Fue más grande que el mundo, avanzó rápido, giro más que la tierra y que los hombres y fue condenado a morir quemado en una hoguera en Ginebra.
“El 27 de octubre de 1553 un hombre desarrapado, con el jubón comido por los piojos y barba de varias semanas camina renqueante y cansino escoltado por un escuadrón de arqueros por las calles de Ginebra. Su mirada apagada revela una mezcla de desconcierto, abandono y alienación. La triste comitiva llega a la colina de Champel. Allí los alguaciles llevan a nuestro personaje a una estaca de madera rodeada de haces de leña todavía verdes y le colocan una corona de paja y follaje rociada de azufre. Luego sujetan su cuerpo a la estaca con una cadena de hierro, le colocan uno de sus libros, la Christianismi Restitutio, en sus brazos y atan su cuerpo fuertemente con una cuerda gruesa.
El verdugo atiza el fuego en su rostro y el reo da un alarido que horroriza a la multitud. El suplicio se prolonga largo tiempo, al ser leña verde la utilizada para consumar el sacrificio. Algunos asistentes al horrendo espectáculo arrojan leña seca a la pira para mitigar el sufrimiento del reo. Dando un gemido espantoso, el condenado expira no sin antes decir: ¡oh Jesús, hijo del Eterno Dios, ten compasión de mi! y pasada media hora,fallece.”
* Relato de un testigo de la muerte de Miguel Servet
Fueron varios los teólogos de su época que pidieron a Servet que se retractara de sus doctrinas, pero él no rebló y un 27 de octubre de 1553 ardió sentenciado a morir en la hoguera.
El teólogo y humanista francés Sébastien Châteillon escribió tras la ejecución de Servet “Matar a un hombre no es defender una doctrina, sino matar a un hombre”. Se abrió el camino a la libertad de conciencia que en 1789 fue recogida en la declaración universal de los derechos del hombre.
La ignorancia
ha llegado ha quemar la sabiduría
ha consumido las ideas
ha hecho arder la inteligencia.
Discrepo, luego el poder arremete
¡retracto al heterodoxo!
o ¡condena al impío!
la hoguera está ardiente.
Atado
con su libro abrazado
quemado su pensamiento
y su último aliento.
Pero su historia
puede más que la ignorancia,
es la grandeza de la esperanza,
eterna es la libertad que no te han arrebatado
es la esencia que no se ha quemado
ha perdurado, es conciencia
de Servet obra y vida.
Publicau en “ Os Monegros el 27 de octubre del 2011.
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