He decidido comenzar recordando a aquellos maestros y maestras que impartían docencia en nuestra localidad hacia mitad del siglo pasado. Aquellas personas a las que se les trataba con respeto y con la consideración de don o doña fueron: María Dueso, Urbana, María Pilar Pinilla, Pilar ( catalana de Lérida), Carmen Pueyo, Blas Casasús, José Castanera, Pío Toda, Tere Guillén, Mariano Sampietro, Alfonso Aparicio, Ramón de Sena, Emilia Arán, María Jesús Berdiel, directora y Fausto Gonzalvo, director, entre otros.
Por Manuel Antonio Corvinos Portella
Todos ellos debieron adaptarse a la normativa de la Ley de Educación sobre la Enseñanza Primaria de 17 de julio de 1945. En ella se definía a la escuela como una comunidad activa de maestros y escolares, instituida por la familia, la Iglesia o el Estado, como órganos de la educación primaria para la formación cristiana, patriótica e intelectual de la niñez española.
A partir de ahí la vida en la escuela se programó para que chicos y chicas adquirieran unas habilidades que el estado y la sociedad de entonces demandaba. Allí se aprendía cultura general, esfuerzo, disciplina y educación. También se compensaba la insuficiente alimentación de la posguerra. Se hacían funciones teatrales. Se practicaba la horticultura. Y además se fomentaba la religiosidad y el patriotismo nacional.
El periplo escolar de aquellos alumnos y alumnas de mitad del pasado siglo comenzaba en las clases de párvulos (niños o niñas) , luego debían pasar por cuatro cursos más que se denominaban primer grado (hasta los siete años), segundo grado (desde los siete a los 10) y tercer grado de carácter especial (hasta los doce). A los diez años, los que iban a realizar el bachillerato se presentaban en Huesca a la prueba de ingreso y si la superaban podían estudiarlo por libre o matricularse en algún colegio de la capital.
Cada grado tenía su enciclopedia propia y cada una de ellas englobaba todas las asignaturas. La más utilizada fue la enciclopedia Álvarez.
Las mañanas de un día cualquiera estaban dedicadas a impartir cultura general de 9:30 h. a 12:30 h. y las tardes a labores, trabajos manuales o a llevar el huerto escolar dirigidos por don Blas.
Las niñas de primer y segundo grado disponían de un pequeño paño donde aprendían a hacer punto atrás, hilvanes, vainica, pespuntes, costuras, ojales, etc.). En tercer grado ya realizaban bordados, lagarteras, punto de cruz, festones, patrones de ropa de bebé en papel de seda… Mientras cosían una compañera les leía pasajes de algún libro de carácter religioso.
A media mañana el maestro o maestra repartía entre el alumnado un trozo de queso de color amarillo. Las chicas lo recibían en clase de doña María y los chicos en sus aulas respectivas . El famoso queso estaba envasado en grandes latas cilíndricas de metal dorado de 5 kilos y seguidamente en el comedor bebían un vaso de leche en polvo. Ambos alimentos llegaron a España a través del plan ASA (Ayuda Social Americana). Entre 1954 y 1963 el gobierno de Franco recibió más de 300.000 toneladas de leche en polvo, venía en grandes bidones de cartón rodeados con flejes metálicos.
Aquellas toneladas se transformaron una vez preparada para su consumo en 3.000 millones de litros.
Aquel comedor escolar donde se repartía la leche también era utilizado al mediodía para dar de comer a los niños que en su casa tenían problemas de subsistencia. Las cocineras fueron Antonia, Paquita, Luisa y Miguela y los menús consistían, entre otros, en comidas bastante energéticas a base de garbanzos, lentejas, patatas guisadas con ajo picado y tocino frito; de segundo abundaba el tocino y de postre dos galletas. Cada semana un profesor o profesora se quedaba a cuidar el comedor y comía con los aproximadamente 25 alumnos que utilizaban ese servicio.
En cuanto a las funciones teatrales se hacían cada dos años y para ello se empleaba un aula de gran tamaño que sólo se dedicaba a este tipo de eventos. La citada clase estaba situada de tal manera que desde sus ventanas se podían ver la calle del Molino y a las caballerías aliviando su sed en el abrevadero. A aquellas entrañables funciones asistía toda la escuela, padres y madres, el secretario del ayuntamiento don Fidel Bailo y el concejal Miguel Villacampa. También eran invitadas sor Concepción y sor Felisa por parte del colegio “La Milagrosa”.
La función del año 1954 tuvo la siguiente programación:
-El Trébole (canción y baile grupal).
-Caperucita Roja y Blancanieves (diálogo a cargo de Pili Villa e Ilda Gómez).
-La Concejala (romance jocoso declamado por María Teresa Calzada).
-Una poesía recitada por Antonio Lobateras.
En 1956 teatralizaron la obrita titulada “España y sus regiones”. En la primera escena aparecen dialogando entre sí Leonor Encuentra, María Dolores Ezquerra, Pili Tierz e Ilda Gómez contando ésta, que había tenido un sueño sobre la formación de España. En la siguiente escena aparece Celia Casañola anunciando a Isabel la Católica (papel realizado por Tere Casabón). Al lado de la reina se coloca Pili Alegre representando a España y llamando una a una a las alumnas que personificaban las distintas regiones: Aragón representado por María Teresa Calzada cantó una jota, Andalucía era Pili López, Galicia era Maribel Nogués y así hasta completar las diecisiete regiones.
En 1958 el alumnado de las nacionales llegó al culmen de sus habilidades artísticas en el escenario del cine Victoria.
La religiosidad de esta época llenaba casi todos los momentos de la vida escolar. Aquella gran aula en la que se representaban las funciones también se dedicaba para instalar el belén y cantar villancicos en vísperas de Navidad o para celebrar durante el mes de mayo (mes de las flores) la Inmaculada Concepción. Para llevar a cabo esta última actividad entraban los alumnos o alumnas en la sala donde estaba colocada la Virgen en un altar adornado con abundantes flores de color blanco. Una alumna rezaba una oración específica de un librito dedicado a la Virgen y, por último, todas juntas cantaban la canción popular “Con flores a María “ que comenzaba con el “Venid y vamos todos con flores a María…”
Los sábados había clase normal hasta la hora del recreo, después las maestras y las alumnas se reunían en la clase de doña María para rezar el rosario.
Las clases estaban presididas por un crucifijo y los retratos de Francisco Franco y José Antonio Primo de Rivera. Antes de entrar se cantaba el “Cara el Sol” o el “Prietas las Filas”. Llegados al aula se rezaba una oración antes de empezar la clase. También era obligatoria la misa dominical y en los bancos de la iglesia se sentaban cada maestro o maestra con sus alumnos/as.
Por supuesto que la separación del alumnado por sexos era básica en los planes educativos de la época e incluso había dos recreos, uno para chicos y otro para chicas con una puertecilla de comunicación entre ambos que estaba prohibido franquear.
La disciplina era bastante estricta y había pocos que se atrevieran a transgredir las normas establecidas. Las consecuencias podían ser: copiar repetitivamente frases, ser castigado en un rincón de rodillas o de pie, golpes en la mano con palmeta o regla, tirones de orejas o de patillas, dar vueltas al patio, quedarse sin recreo o alguna bofetada. También les podía pasar lo que les ocurrió a aquellos mozalbetes que fueron pillados “infraganti” robando abugos. Llevados por el guardia hasta el ayuntamiento que presidía por entonces el alcalde Medina, éste determinó que aquella “ banda de robaperas” debía pasar un largo fin de semana aislados en el interior de las Escuelas Nacionales. Me contaron que era tal el aislamiento que, incluso, tenían que mingitar a través de los barrotes de las ventanas que daban a la calle del Muro. Aunque de esto último no estoy muy seguro de su veracidad y más parece que forme parte de las leyendas que generaron aquellos “héroes” de los tiempos difíciles.
Cualquiera de estas penas podían ser impuestas a los recalcitrantes “peladillas” de la época. La palma y la mala fama se la llevó un maestro que venía en Vespa desde Barbastro. Es de justicia decir que la mayoría de los docentes no practicaban este tipo de pedagogía y que sus alumnos y alumnas guardan buenos recuerdos de ellos.
Toda esta información ha llegado hasta la revista Quio gracias a la amabilidad de la maestra doña Carmen Pueyo, de las alumnas Ilda Gómez, María Teresa Calzada y algún que otro alumno de aquella época que no desea ser nombrado. Para todos ellos muchas gracias.
Y para terminar disfruten con el romance de la Concejala.
LA CONCEJALA
Me tienen harta en el pueblo
con tantas habladurías.
¿Quién le mandará a la gente
meterse en las cosas mías?
Porque ya lleva diez años
mi esposo de concejal.
Se cuentan unos infundios…
¡ricontra que están muy mal!
Dice en el pueblo la gente mala:
¡Seña Pascuala, seña Pascuala!
¡Y cómo engorda la concejala!
paice un costal, paice un costal.
Todo porque mi hombre lleva
diez años de concejal.
Porque hemos mercau dos mulas
tres bueyes y un buen jumento
ya dicen los envidiosos
que son del ayuntamiento.
Y no sabe quién tal dice
que de allí no puen sacar
sino algún que otro disgusto
pues de esto… ni siquia un rial.
Ayer sin saber por dónde
se me ha perdido un cochino,
se me ha puesto en la cabeza
que lo tiene algún vecino.
Y el alcalde ha puesto un bando
en la puerta del corral
paque traigan insiguida
al puerco del concejal.
Y siguiendo al tamboril
así dice el pregonero:
¡Lo que ha perdido está tarde
el concejal, es un puerco!.
Dice en el pueblo la gente mala
¡Seña Pascuala, seña Pascuala!
¡Y cómo engorda la concejala!
paice un costal, paice un costal.
Todo porque mi hombre lleva
diez años de concejal.
Seña Pascuala, seña Pascuala
y cómo engorda la Concejala
paice un costal, paice un costal.
Todo porque mi hombre lleva
diez años de concejal.
Manuel Antonio Corvinos Portella
Me han parecido muy interesantes sus artículos.
Una parte de mi familia proviene de Sariñena y de Lalueza y son corvinos, me gustaría saber si también ha investigado sus orígenes para compartir lo que tengamos.
Hay un señor maestro que ha hecho un estudio muy interesante sobre el pueblo de Lalueza, que igual se podría compartir en su blog si el estuviera interesado.
Mi nombre es Mercè
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