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Los Gimenólogos


Los Gimenólogos responden a un grupo de historiadores-investigadores aficionados franceses que trabajan por la recuperación de la memoria, de la Revolución Social y la guerra de España de 1936. Gracias a Myrtille, gimenóloga, nos adentramos en su trabajo muy relacionado con el Grupo Internacional que actuó en Los Monegros durante la guerra de 1936.

Grupo Internacional Columna Durruti. Los Gimenólogos.

¿Qué son los Gimenólogos?  Origen y trayectoria de los Gimenólogos ¿Antoine Gimenez?

Dos amigos de Marsella tenían algunos ejemplares del manuscrito de los recuerdos de Antoine Gimenez, cuando este murió en 1982 en esta ciudad. Se llamaba en realidad Bruno Salvadori. Nació en 1910 en Chianni (Pisa, Italia), y tomó contacto desde muy joven con el ideal libertario. Vagabundeó por Europa, bien transportando publicaciones, bien rehuyendo policías políticas que le seguían el rastro. En varias ocasiones fue expulsado de Francia y España. Por eso cambió de identidad en Barcelona y, a partir de 1935, pasa a llamarse Antoine Giménez. Actúa con esa documentación falsa hasta el final de su vida. Según sus propias palabras, Antoine era un rebelde que vivía al margen de la sociedad y se convirtió en un revolucionario en España, al ver reorganizarse la sociedad sobre unas bases comunistas libertarias.

Bruno Salvadori. Los Gimenólogos.

Su texto recoge los recuerdos de su estancia en España durante el periodo 1936-1939, en su mayor parte en el frente de Aragón. Antoine se integra en la columna Durruti, en uno de los grupos de voluntarios internacionales que se constituyeron en Pina de Ebro, bastante antes que las Brigadas Internacionales: el Grupo Internacional, creado por los franceses Berthomieu, Ridel y Carpentier en agosto de 1936, es muy poco conocido:

El Grupo [Internacional] se formó antes de que se planteara dar un sueldo a los milicianos. […] la mayor parte de sus miembros habían abandonado su profesión y sus ocupaciones habituales para acudir a España. Algunos venían de Italia, como el joven Giua, otros del Ruhr y del Sarre, otros del underground político y social, como aquel notable «palquista» romañol que, decidido a encontrar su final en el combate, sacrificó el botín que había acumulado en Francia para comprar armas.

Mercier Vega en 1975.

Bianchi, Staradolz, Bolchakov, Zimmerman, Santin, llamado el bordelés, Conte, Jiménez, Scolari, Balart, Barrientos y Cottin, compañeros de la cabalgada anónima.

Mercier Vega en 1970.

Gimenez y Ridel. Siétamo. Los Gimenólogos.

Antoine combatió hasta el final de la existencia del Grupo Internacional en Pina de Ebro, Fuentes de Ebro, Velilla de Ebro, Gelsa, Peñalba, Farlete, Alcubierre, Perdiguera, Bujaraloz, Siétamo, Sariñena, Tardienta, y en Cataluña. Pero para él «los recuerdos no son sólo los hechos materiales, los combates, las aventuras, sino también los motivos más o menos conscientes que nos llevaban a la acción».

Eso lo comentaba Paco Madrid, el prologuista de la primera edición de los Recuerdos:

«Lo que Antoine Gimenez nos ofrece son las experiencias directas de alguien que estaba luchando -junto a otros muchos- por llevar a la práctica esas difusas ideas que hasta entonces habían poblado su cotidianeidad y que de pronto se hacían realidad palpable. Era el sueño hecho realidad, la utopía convertida en actividad creadora y sustentada por miles de trabajadores y campesinos que no dudaron en participar también en esta nueva experiencia revolucionaria. Y naturalmente en esta exposición no podían estar ausentes las relaciones afectivas en su aspecto más amplio. […]

Por su relato, conocemos con precisión cuál era la situación en el frente de Aragón; con qué medios tenían que luchar los milicianos y cómo se volvía inútil el heroísmo desplegado por éstos para enfrentarse a un enemigo infinitamente mejor pertrechado. […]

En las memorias de Antoine Giménez no nos encontramos con la intrusión imprescindible del héroe, sino con la participación consciente del individuo. […]

Antoine Giménez fue un superviviente que aún tendría que atravesar dolorosas experiencias a lo largo de su vida, pero de todas ellas la que más impresión causó a su ánimo fue, sin duda alguna, la experiencia revolucionaria vivida en nuestro país.»

¿Un trabajo colectivo, un equipo de investigación, de estudio, colaboración?

¿La gimenología? ¿Podemos decir que existe este término?

Decidimos mostrar el recorrido de éste ilustre desconocido empezando por la realización colectiva de un serial radiofónico en Francia en 20 capítulos, emitido en radios comunitarias de Canadá, Bélgica, Francia y Suiza.

Después, hemos publicado una edición castellana de sus recuerdos en 2005: Del amor, la guerra y la revolución. Una pequeña edición italiana Amori e Rivoluzione salió en 2007 a Lugano. Pero al investigar más adelante en los archivos y en otros testimonios, a partir de lo que Gimenez nos contaba: datos, combates, discusiones, vida cuotidiana a la retaguardia de hombres y mujeres conocidos y desconocidos etc. – hemos redactado un aparato crítico más amplio que los recuerdos de Antoine: En busca de los hijos de la noche. Por eso hemos inventado una cátedra en Gimenologia al publicar en 2006 la edición francesa de los Recuerdos con casi 600 páginas (Les Giménologues). La segunda edición castellana salió en 2009, aumentada. También las ediciones siguientes: francesas con casi mil páginas e la inglesa.

Todo esto fue realizado colectivamente por un grupito de afinidad de más o menos 5 a 10 personas en Francia, con contactos y colaboradores en España, Italia, Alemania, Suiza. Por eso la gimenología es una disciplina que no deja de extenderse, y seguimos interesándonos en todo lo relacionado con la revolución social que se dio en amplias zonas de la España de 1936.

Isidro Benet. Los Gimenólogos.

Al presentar Los Recuerdos de Antoine en Francia en los años 2006-2009 nos hemos encontrado con unos milicianos o activistas protagonistas del frente de Aragón (o sus descendientes): Engracia, hija de Florentino Galván, miembro del Consejo de Aragón; Emilio Marco, miliciano de la Columna Sur Ebro, cuyo delegado general era Antonio Ortiz; Helios, hijo de Juan Peñalver, centurión de Emilio; Petra Gracia, joven libertaria de Zaragoza, madre de Tomás Ibáñez; Isidro Benet, del Grupo Internacional de la Columna Durruti, y su hijo César; Antoine, hijo de Manolo Valiña, hombre de acción de la CNT-FAI.

Petra Gracia, Los Gimenólogos.

Emilio Marco. Los Gimenólogos.

Los intercambios que se multiplicaron después de 2006 con estos compañeros y compañeras fueron inesperados. Sus andancias nos fueron contadas por ellos mismos o por sus hijos e hijas. Aquí todavía podíamos abordar esta experiencia de forma encarnada, con protagonistas de la base del movimiento libertario español. Sin duda, fueron los últimos en hablarnos con tanta precisión y, como siempre, con tanta pasión.

Así, en la continuidad de En busca de los hijos de la noche, intentamos una vez más articular historias particulares y el análisis de cuestiones colectivas en un libro: ¡A Zaragoza o al charco! El tema central de la obra es la caída de la perla anarquista el 19 de julio de 1936, que representó una terrible catástrofe para el movimiento, en términos simbólicos y militares. Así lo comprendieron los militantes anarcosindicalistas, en Catalunya y Aragón que se movilizaron para recuperarla, con un doble objetivo: aplastar a los facciosos y, para una parte del movimiento, establecer el comunismo libertario.

Pero el corazón de este libro está en la narración de las vivencias de seis protagonistas libertarios que impulsaron la revolución cada uno a su manera.

Se encontrará también un capítulo sobre la única experimentación conocida de comunismo libertario en la historia, con abolición del trabajo asalariado. Esta se produjo de agosto 1936 a agosto 1937 en la única provincia de España sin estado: Aragón. La socialización de la tierra, de los medios de producción y de subsistencia con redistribución igualitaria de las cosechas implicó a casi 300.000 personas (cifras de miembros de la Federación Regional de Colectividades publicadas en junio 37).

«Que este mosaico nos permita vislumbrar lo que se jugó durante las luchas anticapitalistas de los años 30 en España.«

Trabajos realizados

  • Antoine Gimenez, Del amor, la guerra y la revolución. Recuerdos de la guerra de España.
  • Los Gimenólogos. En busca de los Hijos de la Noche. Notas sobre los Recuerdos de la guerra de España de Antoine Gimenez. Editorial Pepitas de Calabaza (2009).
  • Helios Peñalver Segura (y los Gimenólogos). Historia de Juan Peñalver Fernández. De la pols de Mazarrón a la neu dels Alps. Vida, exili i mort d’un llibertari. Arxiu Comarcal del Baix Llobregat y los Gimenólogo (2019).
  • Myrtille. Gimenóloga. Los caminos del comunismo libertario en España (1868-1937). Vol I. Y el anarquismo se hizo español (1868-1910), Editorial Pepitas de Calabaza (2022).
  • Los Gimenólogos. ¡A Zaragoza o al charco! Editorial Sueños de sabotaje, (2023).

Anexo I

Cronología sobre la organización y actividad de los anarquistas internacionales de la Columna Durruti. Agosto de 1936 – julio de 1937.

Hacia mediados de agosto de 1936: En Pina de Ebro, creación del Grupo Internacional (GI) con Ridel, Carpentier, Scolari y Berthomieu como delegados; al mismo tiempo creación de la centuria Sébastien Faure (voluntarios franceses). Sin duda, los extranjeros lucharon individualmente en grupos de francotiradores principalmente españoles, integrados en la columna Durruti (Banda Negra, Metalúrgicos, etc.).

16 de octubre del 36: Batalla de Perdiguera: pérdida de una cuarta parte de los efectivos de la GI. Desplazamiento del núcleo inicial francés; el GI se sitúa en Pina o Farlete.

Otoño del 36: importante llegada de alemanes del DAS, suizos, suecos, austriacos, etc. La centuria Erich Mühsam de Rudolf Michaelis pide que se le asigne la columna Durruti el 18 de noviembre. A finales de octubre, Vagliasindi sustituyó a Berthomieu como jefe de la GI, mientras que Ruano sustituyó a Durruti como jefe de la columna hacia el 10 de noviembre. Las protestas contra la militarización se habían producido desde octubre en la columna Durruti y en la columna Ascaso en el frente de Huesca, especialmente en la sección italiana.

Mediados de noviembre del 36: Vagliasindi y algunos internacionales van a Madrid con los 1500 voluntarios de la columna Durruti; tras la muerte de Durruti en condiciones sospechosas, muchos milicianos quieren volver al frente de Aragón.

A finales de diciembre del 36 – principios de enero del 37: Manzana (asistido por Carl Einstein) sustituye a Ruano y su Comité de Guerra al frente de la columna Durruti, e intenta contener la revuelta contra la militarización: entre 600 y 800 milicianos abandonan sin embargo la columna.

6 de enero de 1937: Los GI basados en Gelsa y Velilla de Ebro se dividieron en dos: los que aceptaron la militarización (con o sin condiciones) se trasladaron a Pina de Ebro (un centenar, principalmente alemanes del DAS); los demás permanecieron en Gelsa. Sin embargo, 49 de los primeros consideraron que Manzana no había cumplido sus compromisos y dimitieron el 11 de enero para ir a protestar a Barcelona (ver carteles, proclamas).

En el mes de enero del 37. La GI se convirtió en la Compagnie Internationale (CI) de la División Durruti; parece que no había ningún capitán a su cabeza antes de la llegada del francés Cardeur a principios de marzo del 37.

Marzo-abril del 37: Manzana intentó formar un Batallón Internacional de Choque (BI) con el CI y otras dos unidades, entre ellas la Banda Negra (un cuerpo libre que contenía españoles y extranjeros como Antonio Giménez, y probablemente Vagliasindi desde la ruptura del comité de guerra de Ruano -hipótesis-).

El 9 de marzo: Los internacionales participan en Barcelona en una asamblea de todos los milicianos del frente aragonés en la que la sección francesa de la CNT (representada, entre otros, por Fortin) intenta convencerles de que acepten la militarización, o de que se vayan. Algunos franceses abandonaron el frente e incluso España; otros se unieron a los grupos de franco-tiradores en Aragón.

El 12 de abril del 37: El BI es enviado a la batalla de Santa Quiteria donde sufrió un 50% de pérdidas debido a la no intervención de la fuerza aérea republicana, en poder de los comunistas. Varios milicianos describieron esta batalla, de la que guardaban un terrible recuerdo (Gmür, Kirschey, Lätt). Los supervivientes fueron enviados a Barcelona a finales de abril para reconstituir el batallón. Manzana, que a menudo se ausentaba, fue sustituido por Ricardo Sanz, que quería imponer la militarización por todos los medios (deteniendo a los «desertores», poniéndolos en primera línea, etc.).

Mayo de 1937: Parte de la columna/división Durruti y toda la BI se encuentra en Barcelona de permiso y asiste o participa en los «actos de mayo»; algunos morirán en los combates. Después del 7 de mayo, otros (especialmente alemanes, austriacos e italianos) fueron detenidos por la policía y los comunistas, y algunos desaparecieron en checas en Barcelona o Valencia.

El 7 de junio de 1937: El Batallón Internacional, reconstituido como pudo, volvió al frente; muchos extranjeros renunciaron o se incorporaron a las Brigadas Internacionales (y en particular a la XII Brigada Garibaldi, creada en noviembre de 1936, comandada por Randolfo Pacciardi, no comunista, donde los anarquistas estaban más seguros que en las otras) La división Durruti se integra en el Ejército del Este, bajo el mando del general Pozas. Giménez está en el Batallón Internacional de la 121ª Brigada Mixta [o de la 120ª ver listas en el apéndice]. Las grandes batallas de distracción en Aragón estaban a punto de comenzar y los milicianos anarquistas fueron, como siempre, enviados al frente, sin protección aérea: morirían en gran número, especialmente los JJLL. El CI luchó en Monte Oscuro a mediados de junio (véase el relato de Eddi Gmür).

Del 7 al 22 de julio del 37: Los internacionales, mal alimentados y mal equipados, fueron enviados de nuevo al frente en condiciones espantosas: la revuelta se estaba gestando y las negativas a entrar en combate se multiplicaban.

El 30 de julio: Se disolvió el Batallón Internacional: los extranjeros podían marcharse o unirse a la XII Brigada Internacional.

Les Giménologues Junio de 2006. Documento revisado en 2016.

Anexo II

Listado grupo Internacionales columna Durruti, sábado 26 de septiembre 1936.

Españoles

Pérez Martínez.
Casadumont, Ramón.
García, Juan.
Garrate, Asencio.
Castela, Emile.
Martínez López, Antonín.
Valcarel, Diego.
Bisquert, Frederic.  
Monji Vieko, Valentín.
Escriba Parreau, Antonie.
Rodríguez Cortes, Juan.
Rodríguez, Manuel.
Moreno, Ángel.
Artica Vidaurre, Vicente.

Franceses

Berge, Raymond.
Gascon, Freeric.
López Gloire, Francisco.
Peron, Joseph.
Boff, Emile.
Monvoisin, Jesn
Lesueur, Joseph.

Alemanes

Schwarz, Jean.
Honecker, Rudolf.
Wettlaufer, Albert.
Schoroth, Willi.
Marx, Auguste.
Heinz, Oskar.
Kneip, Jacob.
Bader, Albert.
Boehme, Kurt.
Majewski, Otto.
Berger, Alfred.
Teschke, Alfons.
Borostowski, Willi.
Rauschenberger, Norbert.
Jacob, Heinrich.
Fischer, Enmanuel.

Holandés

V.d. Donk.

Anexo III

Lista de los muertos en los combates de Perdiguera y Farlete el 11 de octubre de 1936 y 8 octubre de 1936.

Adorma, Placida. ?
Montes, Francisco 8-10-36 Farlette.
Remiere, Joseph 8-10-36.
García, Jean 16-10-36 Perdiguera.
Alonso, Eugenio 3ª Agrupación.
Foret, Miguel. ?.
Medina García, José. ?.
Barrienolas, J. 8-10-36.
Bayeu, Francisco, 3ª agrupación.
Brontin, Jean. 16-10-36.
Berthomieu, Louis. 16-10-36.
Marx, Augusta. 16-10-36.
Giralt, Jean. 16-10-36.
Bellini, Mario. (Ortiz).
Vasco Fontana. ? France.
Romualdo del Papa. ? France.
Carascon, Drionicio. ?.
Lacalle, Simón. 16-10-36.
Jacquelin Marcel. ? Enferma.
Hernaes. ? Muerto.
Gondolfer, Isidore. (Ortiz).
Collin, Emile. 8-10-36.
Starandonzy. 16-10-36.
Urueno, Lorenzo. ?.
Barrado, Teodoro. 16-10-36.
Martín, Jean. ? Ortiz.
Colon Dura, Evaristo. 4ª Centuria.
García, pedro. ?.
Ruzafa, Manuel. ?.
Gloire López, Francisco. 16-10-36.
Ruiz, Eugenio. 16-10-36.
Bianchella, Albano. 8-10-36.
Valcarel, Diego. 4ª Centuria. Pina.
Artica, Vicente.  4ª Centuria. Pina. (Artica Vidaurre, Vicente).
Castelar, Emile.
López Martínez, Antonio. ?.
Conte, Carlos. 16-10-36.
Criballes Estanislas. 16-10-36.
Escriba, Antoni. ?.
Penalba Segura, José. 16-10-36?.
Boudou, Rémy. 16-10-36.
Belmonte, Antonio. ? Hospital.
Gil, Francisco. 16-10-36.
Spohu, Charles. 16-10-36.
Pérez Zorita, Julio. 16-10-36.
… Henry ¿?.
Vitrac Yves. 16-10-36.
Kokoczinski. 16-10-36.
Baudard, Rouger. 16-10-36.
Fernández, Pedro. 16-10-36.
Meller, Pedro. 16-10-36.  Bernard [ou Pedro] Meller.
Delalain, Jean. 16-10-36.
Girbe, Suzanne [= Suzanne Hans].
Recoules, Louis [= Louis Recoule].
Lesaffre, André. 16-10-36.
Galissot, René. 16-10-36.
Albertini, Jean. 16-10-36.
Boff, Emilie. 16-10-36.
Chaffangeon, Georges. 16-10-36.
Santolaria, Benjamín. Desaparecido.
Giancoli, Raymond. Desaparecido.
Teschke, Alfons. Desaparecido.

Los fallecidos en Perdiguera responden al día 16 de octubre de 1936, el listado contiene algunas correcciones de Los Gimenólogos. Documento facilitado por los Gimenólogos.

Anexo IV

Lista de [37] muertos en Perdiguera el 16 de octubre de 1936

Revisado, corregido y ampliado por gimenólogos en septiembre de 2010 de IIHS Ámsterdam [IIHS PE 50/Caja 521].

Jean García .
Pedro Martínez.
Lorenzo Benzo.
Francisco López Gloire.
Francisco Gil.
Charles Spohu [o Sphou].
Julio Zorita Pérez.
Yves Vitrac.
Roger Baudard.
Bernard [o Pedro] Meller.
Jean Delalain.
Suzanne Girbe [= Suzanne Hans].
Louis Recoules [= Louis Recoule].
André Lesaffre.
René Galissot Jean.
Albertini Emile Boff.
Manuel Hernández.
Santos Tans.
Jean Ferret.
Juliette Baudart.
Jean Trontin.
Louis Berthomieu.
Augusta Marx.
Jean Giralt.
Simon Lacalle.
Alexandre Starandonzy.
Teodor Barrado.
Eugenio Ruiz.
Georges Chaffangeon.
Carlos Conte [= Carlo Conti, el amigo italiano de Durruti exfiltrado desde Zaragoza por Isidro Benet?].
Estanislas Criballes.
Manuel Aracil.
José Segura Rémy Boudou [no muerto en realidad].
Georgette Kokoczynski [su marido pudo haber sido Michel Kokoczynski, un socialista francés, que se refugió durante un tiempo en Marsella durante la guerra y luego en Orán* El «Diario de la Mimosa» fue encontrado en la IISG].
Pedro Fernández.

En otro documento garabateado que es difícil de leer dice:

«Giménez delegó ler gr(oupe?). El testigo permaneció casi hasta el último momento. Scolari (último camarada de Georgette)».

En la lista de David Berry, encontramos los nombres de quince franceses muertos en Perdiguera: los tres que menciona además de la presente lista son:

Bérard Mario, Bergé Raymond [que pudo haber caído el 21-11-36] y Delaruelle Henri.

En otra «Lista de los caídos en las batallas de Perdiguerras [sic] (…) en 11-10-36» [IISG, FAI, PE 15] también encontramos el nombre de Gabaloff.

Y añadimos:

Pietro Ranieri, caído en Perdiguera el 16 de octubre 1936, según el «Dizionario Biografico Anarchici Italiani, BFS, Pisa 2004».

Nota

*Cf. El sector de Marsella. Un chemin vers la liberté sous l’Occupation, de Daniel Bénédite, Clancier-Guénaud, 1984, págs. 284 y ss.

Liste extraída de « Recorrido 4 Isidro Benet La batalla de Perdiguera, 15 y 16 de octubre de 1936 » : http://gimenologues.org/spip.php?article448

La Cartuja de las Fuentes, crónica de un humilde pasajero


Aventurarse por estas tierras, en pleno verano, resulta de lo más inapropiado, por no decir del todo desaconsejable. Y me dirijo a vosotros, ávidos lectores, que ya sabéis de la dureza del estío aragonés, del calor sofocante del que uno no puede escapar, de esa sed insaciable que acaba mermando el mayor de los espíritus aventureros; por muy Campeador o Quijotesco gustes ser. 

Aquí, en Los Monegros, arden las mismas piedras y el mismo suelo; para nada resulta extraño que puedan morar aquí los diablos. Malditos paramos bajo al azote de un sol implacable, donde encontrar una sombra es ardua tarea, solamente algún escaso árbol salpica el camino, entre los campos abiertos dorados de cebada y trigo. Parecían interminables, con ese horizonte claro y con la sierra callada de Alcubierre al fondo, oscura, inquietante, con su recortada silueta y misteriosa impronta donde historias de bandoleros se suceden mucho más allá de sus confines.

Ya me hubiese gustado no hablar del bochorno, de ese aire abrasador que golpea la débil faz y agrieta la tierra, pues, en estas tierras, hasta el aire arde.  No puede ser de otra manera y el carruaje del correo aprovecha las horas de menor calor para proseguir su empresa hacía Zaragoza, recorriendo el viejo camino real desde que partimos de Monzón.

Sin mucho tardar alcanzamos Sariñena, villa inmortal donde las haya, y su rica vega a orillas del Alcanadre. Cuando el sol culminaba en el cielo, guardamos merecido descanso, no sin antes deleitarnos de una deliciosa y copiosa comida y regar nuestros ansiosos estómagos con vino recio de la zona. Un vino duro que por lo menos engañaba la sed. A la tarde dejamos atrás la inmortal villa, pasando por su salada laguna, con el hedor de un muladar donde se amontonaban los huesos apilados de aquel preciado bestia que con tanto esfuerzo ha sacado adelante a esta pobre gente. Toda una oda a la muerte y a la vida.

Habréis notado una desafección por parte de quién redacta estás atrevidas líneas, pues así fue parte de la idea que me acompañó durante gran parte del trayecto, hasta que descubrí lo que, sin duda alguna, debería de considerarse como un auténtico oasis en el corazón de Los Monegros y, por qué no decir, de todo Aragón.   

Primero avisté su torre elevada en la planicie, destacando en el agreste paisaje, entre secarrales de espartos, albardín, ontinares y sisallares, romerales y tomillares, y secanos llenos de segadores resecos, con callos en las manos y la carga a cuestas de una cosecha que apresuraba llenar los graneros. Entenderéis, queridos lectores, que esta es tierra de sed y hambre, de cosechas perdidas, sequias, plagas de langostas y otros males que a veces hacen comprender a quienes se echan al monte, al mal oficio de bandolero, de malhechores y rufianes delincuentes.

Pero volviendo a lo que en verdad nos atañe, allí estaba una de las más desconocidas cartujas, mimetizada en el agreste paisaje, con su color a tierra, formando parte de ella. No obviare que sentí un recogimiento al acercarme, era como si hubiese estado aguardando mi llegada, esperando, y yo no hubiese tenido o deseado otro fin o destino en mi aventura de la vida que acabar acudiendo a su feliz encuentro.

Los hermanos se afanaban en los trabajos de la vida, llevaban una rica huerta y cuidaban el ganado, los pastos y secanos del predio, de un olivar y vid. Dentro, los padres llevaban su retiro y recogimiento, de silencio, y su espiritualidad emanaba de las paredes del monasterio, lo impregnaba todo. Indudablemente, la virgen protege este templo perdido en mitad de la nada, en un lugar de los olvidados Monegros.

En los aledaños del monasterio, como por arte de magia, brotanan unas aguas milagrosas de una fuente manantial. Aflora de las entrañas de la tierra un agua apreciada y deseada, con propiedades curativas y, con total certeza, bendecida por la venerable Virgen de Nuestra Señora de las Fuentes. Estas dichosas aguas aplacan la sed que tanto aflige esta tierra, la rabiosa sed que se apodera de todo y hace de la vida una lucha constante. No negaréis que no hay mayor milagro en la tierra que el agua que nos da la vida y bien podéis hacer gala de ello las gentes de Los Monegros.

A la entrada del recinto amurallado, si os acercáis a ella, hallaréis una pequeña hospedería donde, como no podía de ser de otra manera, acabamos recogidos. El trato fue cordial, los aposentos sencillos pero acogedores, suficiente para gentes de paso. Reinaba la paz y se guardaba escrupuloso silencio, había que respetar el trabajo de los hermanos y el silencio de los padres, no se podía perturbar la atmosfera divina que gobernaba el barroco cenobio.

Al caer la noche, en su profundo silencio, algo me hizo abandonar mis aposentos. No fue ningún ruido ni nada me molestó, fue algo interior, algo me estaba llamando. Salí al patio del monasterio, todo permanecía en rigurosa calma, solamente el aire se movía ligeramente refrescando la noche. El cielo rebosaba de estrellas mientras paseaba por su patio, no tardé en alcanzar la puerta de la iglesia, estaba entreabierta y sentí que alguien había en su interior.

La curiosidad pudo con mi alma y no puedo aún dejar de evitar mi sorpresa y jubilo cuando pude contemplar la iglesia y, aunque estaba completamente a oscuras, se apreciaba un conjunto de pinturas de extraordinaria belleza, de colorido y calidad. Quedé absorto, recorrí una a una cada pintura, por la iglesia, por su paredes, bóveda, cúpula, tribuna y claustrillo, allí entré a una de las capillas, completamente a oscuras, sentí una presencia. Advertí su larga túnica blanca con capucha, su rostro contemplativo mirando las pinturas, escudriñando cada pincelada, como quien admira su obra. Se atusaba su larga y espesa barba blanca, no dejaba de mirar cada detalle, sin alterarse de mi presencia, pues en verdad ni me advirtió, ni se percató que estaba allí. Solo más pude hacer que retirarme de nuevo a mis aposentos.

A la mañana siguiente, antes de remprender la marcha, pude volver a contemplar la iglesia, la luz se apoderaba maravillosamente del espacio y las pinturas lucían en todo su esplendor. En una de las pinturas vi el rostro de Fray Manuel Bayeu y para mí sorpresa correspondía al mismo monje de la noche anterior. Fray Manuel Bayeu era el autor de tal inconmensurable obra, pintor entre los grandes. -Tristemente nos dejó hace poco más de un año-, fueron las palabras que dijo un hermano que nos acompañaba en nuestra visita mientras yo me quedaba absolutamente perplejo. Involuntariamente, un escalofrío me invadió el cuerpo, un tremendo recogimiento se apoderó de mí, no dije palabra, quedé mudo y a nadie conté que me había sucedido la noche pasada. Quedé tan sumamente impresionado que hasta dudé de mi cordura, si fue el maldito vino de esta tierra o si había sido un sueño en mi profundo dormir.

Me despedí prosiguiendo mi camino, dejando atrás sus muros y su silueta que se iba perdiendo en el horizonte. ¡Ay mis gozos por esta cartuja, de mis entrañas, devoto de su virgen y de su fuente de vida que fluye como la sangre en el cuerpo! ¡Ay de mi, que veo presencias en la casa de dios! ¡Ay mi virgen, a ti me debo!

Sí, tuve la suerte de encontrar entre sus muros al más desconocido de los Bayeu, saga de pintores familiarmente unida al ilustre, entre los más ilustres, extraordinario pintor de corte Francisco de Goya. Parece que es obra del mismo Goya, los coloridos murales no dejan indiferente a quien tiene el privilegio de poder contemplarlos.

Me permitiré en no caer en el efecto de no volver a elogiar las pinturas que envuelven tan majestuoso templo, de anticipar al lector en sus maravillas para que las podáis contemplar en persona y sorprenderos por vosotros mismos. Pues es bien sabida su belleza y espectacularidad en su grandeza mural que no deja impasible hasta al menos formado en estas ilustradas artes.

En vano dije anteriormente que en estas tierras debía de morar el diablo, llevado por una desacertada y superficial impresión, pues he de ser digno de reconocer mi error y rendirme a los pies de esta tierra hermosa que resulta todo un milagro para la vida. Debéis de ser sabedores, que en mi ha dejado profunda impresión y huella, que desde entonces es dado en mí una imperiosa necesidad de transmitir tales misterios que me acontecieron, pues, si en alguna ocasión tenéis el privilegio de contemplar la gloria de la Cartuja de Nuestra Señora de las Fuentes, recordar que entre sus paredes aún mora Fray Manuel Bayeu velando por sus pinturas, protegiéndolas al paso del tiempo para que sean eternas.

Miguel Rui
El Eco de la Luz
5 de agosto de 1810

Artículo de ficción. Os Monegros, 2022.