Aventurarse por estas tierras, en pleno verano, resulta de lo más inapropiado, por no decir del todo desaconsejable. Y me dirijo a vosotros, ávidos lectores, que ya sabéis de la dureza del estío aragonés, del calor sofocante del que uno no puede escapar, de esa sed insaciable que acaba mermando el mayor de los espíritus aventureros; por muy Campeador o Quijotesco gustes ser.
Aquí, en Los Monegros, arden las mismas piedras y el mismo suelo; para nada resulta extraño que puedan morar aquí los diablos. Malditos paramos bajo al azote de un sol implacable, donde encontrar una sombra es ardua tarea, solamente algún escaso árbol salpica el camino, entre los campos abiertos dorados de cebada y trigo. Parecían interminables, con ese horizonte claro y con la sierra callada de Alcubierre al fondo, oscura, inquietante, con su recortada silueta y misteriosa impronta donde historias de bandoleros se suceden mucho más allá de sus confines.
Ya me hubiese gustado no hablar del bochorno, de ese aire abrasador que golpea la débil faz y agrieta la tierra, pues, en estas tierras, hasta el aire arde. No puede ser de otra manera y el carruaje del correo aprovecha las horas de menor calor para proseguir su empresa hacía Zaragoza, recorriendo el viejo camino real desde que partimos de Monzón.
Sin mucho tardar alcanzamos Sariñena, villa inmortal donde las haya, y su rica vega a orillas del Alcanadre. Cuando el sol culminaba en el cielo, guardamos merecido descanso, no sin antes deleitarnos de una deliciosa y copiosa comida y regar nuestros ansiosos estómagos con vino recio de la zona. Un vino duro que por lo menos engañaba la sed. A la tarde dejamos atrás la inmortal villa, pasando por su salada laguna, con el hedor de un muladar donde se amontonaban los huesos apilados de aquel preciado bestia que con tanto esfuerzo ha sacado adelante a esta pobre gente. Toda una oda a la muerte y a la vida.
Habréis notado una desafección por parte de quién redacta estás atrevidas líneas, pues así fue parte de la idea que me acompañó durante gran parte del trayecto, hasta que descubrí lo que, sin duda alguna, debería de considerarse como un auténtico oasis en el corazón de Los Monegros y, por qué no decir, de todo Aragón.
Primero avisté su torre elevada en la planicie, destacando en el agreste paisaje, entre secarrales de espartos, albardín, ontinares y sisallares, romerales y tomillares, y secanos llenos de segadores resecos, con callos en las manos y la carga a cuestas de una cosecha que apresuraba llenar los graneros. Entenderéis, queridos lectores, que esta es tierra de sed y hambre, de cosechas perdidas, sequias, plagas de langostas y otros males que a veces hacen comprender a quienes se echan al monte, al mal oficio de bandolero, de malhechores y rufianes delincuentes.
Pero volviendo a lo que en verdad nos atañe, allí estaba una de las más desconocidas cartujas, mimetizada en el agreste paisaje, con su color a tierra, formando parte de ella. No obviare que sentí un recogimiento al acercarme, era como si hubiese estado aguardando mi llegada, esperando, y yo no hubiese tenido o deseado otro fin o destino en mi aventura de la vida que acabar acudiendo a su feliz encuentro.
Los hermanos se afanaban en los trabajos de la vida, llevaban una rica huerta y cuidaban el ganado, los pastos y secanos del predio, de un olivar y vid. Dentro, los padres llevaban su retiro y recogimiento, de silencio, y su espiritualidad emanaba de las paredes del monasterio, lo impregnaba todo. Indudablemente, la virgen protege este templo perdido en mitad de la nada, en un lugar de los olvidados Monegros.
En los aledaños del monasterio, como por arte de magia, brotanan unas aguas milagrosas de una fuente manantial. Aflora de las entrañas de la tierra un agua apreciada y deseada, con propiedades curativas y, con total certeza, bendecida por la venerable Virgen de Nuestra Señora de las Fuentes. Estas dichosas aguas aplacan la sed que tanto aflige esta tierra, la rabiosa sed que se apodera de todo y hace de la vida una lucha constante. No negaréis que no hay mayor milagro en la tierra que el agua que nos da la vida y bien podéis hacer gala de ello las gentes de Los Monegros.
A la entrada del recinto amurallado, si os acercáis a ella, hallaréis una pequeña hospedería donde, como no podía de ser de otra manera, acabamos recogidos. El trato fue cordial, los aposentos sencillos pero acogedores, suficiente para gentes de paso. Reinaba la paz y se guardaba escrupuloso silencio, había que respetar el trabajo de los hermanos y el silencio de los padres, no se podía perturbar la atmosfera divina que gobernaba el barroco cenobio.
Al caer la noche, en su profundo silencio, algo me hizo abandonar mis aposentos. No fue ningún ruido ni nada me molestó, fue algo interior, algo me estaba llamando. Salí al patio del monasterio, todo permanecía en rigurosa calma, solamente el aire se movía ligeramente refrescando la noche. El cielo rebosaba de estrellas mientras paseaba por su patio, no tardé en alcanzar la puerta de la iglesia, estaba entreabierta y sentí que alguien había en su interior.
La curiosidad pudo con mi alma y no puedo aún dejar de evitar mi sorpresa y jubilo cuando pude contemplar la iglesia y, aunque estaba completamente a oscuras, se apreciaba un conjunto de pinturas de extraordinaria belleza, de colorido y calidad. Quedé absorto, recorrí una a una cada pintura, por la iglesia, por su paredes, bóveda, cúpula, tribuna y claustrillo, allí entré a una de las capillas, completamente a oscuras, sentí una presencia. Advertí su larga túnica blanca con capucha, su rostro contemplativo mirando las pinturas, escudriñando cada pincelada, como quien admira su obra. Se atusaba su larga y espesa barba blanca, no dejaba de mirar cada detalle, sin alterarse de mi presencia, pues en verdad ni me advirtió, ni se percató que estaba allí. Solo más pude hacer que retirarme de nuevo a mis aposentos.
A la mañana siguiente, antes de remprender la marcha, pude volver a contemplar la iglesia, la luz se apoderaba maravillosamente del espacio y las pinturas lucían en todo su esplendor. En una de las pinturas vi el rostro de Fray Manuel Bayeu y para mí sorpresa correspondía al mismo monje de la noche anterior. Fray Manuel Bayeu era el autor de tal inconmensurable obra, pintor entre los grandes. -Tristemente nos dejó hace poco más de un año-, fueron las palabras que dijo un hermano que nos acompañaba en nuestra visita mientras yo me quedaba absolutamente perplejo. Involuntariamente, un escalofrío me invadió el cuerpo, un tremendo recogimiento se apoderó de mí, no dije palabra, quedé mudo y a nadie conté que me había sucedido la noche pasada. Quedé tan sumamente impresionado que hasta dudé de mi cordura, si fue el maldito vino de esta tierra o si había sido un sueño en mi profundo dormir.
Me despedí prosiguiendo mi camino, dejando atrás sus muros y su silueta que se iba perdiendo en el horizonte. ¡Ay mis gozos por esta cartuja, de mis entrañas, devoto de su virgen y de su fuente de vida que fluye como la sangre en el cuerpo! ¡Ay de mi, que veo presencias en la casa de dios! ¡Ay mi virgen, a ti me debo!
Sí, tuve la suerte de encontrar entre sus muros al más desconocido de los Bayeu, saga de pintores familiarmente unida al ilustre, entre los más ilustres, extraordinario pintor de corte Francisco de Goya. Parece que es obra del mismo Goya, los coloridos murales no dejan indiferente a quien tiene el privilegio de poder contemplarlos.
Me permitiré en no caer en el efecto de no volver a elogiar las pinturas que envuelven tan majestuoso templo, de anticipar al lector en sus maravillas para que las podáis contemplar en persona y sorprenderos por vosotros mismos. Pues es bien sabida su belleza y espectacularidad en su grandeza mural que no deja impasible hasta al menos formado en estas ilustradas artes.
En vano dije anteriormente que en estas tierras debía de morar el diablo, llevado por una desacertada y superficial impresión, pues he de ser digno de reconocer mi error y rendirme a los pies de esta tierra hermosa que resulta todo un milagro para la vida. Debéis de ser sabedores, que en mi ha dejado profunda impresión y huella, que desde entonces es dado en mí una imperiosa necesidad de transmitir tales misterios que me acontecieron, pues, si en alguna ocasión tenéis el privilegio de contemplar la gloria de la Cartuja de Nuestra Señora de las Fuentes, recordar que entre sus paredes aún mora Fray Manuel Bayeu velando por sus pinturas, protegiéndolas al paso del tiempo para que sean eternas.
¿Qué diremos de la fuente? La fuente fue la más concurrida, y, en verdad, que disponiendo de un agua tan excelente.
“Desde la Cartuja” S. Ortiz. Nueva España, 13 de mayo de 1954.
El entorno de la Cartuja de Nuestra Señora de las Fuentes esconde una fuente milagrosa por donde brota el agua en el árido y seco paisaje monegrino, todo un oasis: la fuente del Milagro. Un lugar donde, según la tradición popular, la imagen de la virgen de Nuestra Señora de las Fuentes se le apareció a un pastor en el mismo manantial, dando, posteriormente, nombre al monasterio de la orden cartujana, estableciéndo a principios del siglo XVI.
La Fuente, que consagró tu divina Planta, brota un milagro en cada gota, de que tú nombre tomó: del Milagro te llamó, y los obra muy frecuentes; Amparad a tus Devotos, &c.
Gozos de la milagrosa imagen de Nuestra Señora de las Fuentes: que se venera en su Cartuja en los términos de la real villa de Sariñena. Documento de 18..? Biblioteca de Catalunya.
Fuente del Milagro de la Cartuja de Nuestra Señora de las Fuentes
La fuente del Milagro
La fuente se localiza en una vaguada en un pequeño barranco al sur del actual monasterio y la loma contraria donde se encuentran las escasas ruinas del anterior monasterio. Cerca existen unos restos muy ruinosos de una pequeña iglesia. En el fondo, del pequeño y frondoso barranco, encontramos una pequeña construcción, un edificio de planta cuadrangular. Accediendo a su interior, podemos observar una construcción en mampuesto de caliza, abovedado y un suelo que casi siempre suele aparecer inundado. El agua brota a una pileta a través de tres caños que surgen por las bocas de unas figuras de cabezas humanas, en una placa metálica y rectangular con la inscripción – Agua Sulfatos Nitratada -. La placa debió de ser colocada cuando el monasterio fue utilizado como balneario a finales del siglo XIX.
A la izquierda aparece una entrada pequeña, con arco, que da paso a una red de galerías subterráneas que actúan para captar y canalizar el agua hasta la fuente. Las galerías fueron excavadas y parten en dos ramales, uno más corto hacía la derecha y otro a la izquierda mucho más largo que se divide en dos. De acuerdo al SIPCA (Sistema de información del Patrimonio Aragonés) su construcción se sitúa en la edad moderna, entre 1760 a 1790, con alguna reforma entre y 1881 y una restauración relativamente reciente en el 2011 –Tiene una puerta en el primer tramo, utilizada para regular la acumulación del agua. Tras esta puerta el ramal gira hacia la derecha y gira varios metros más hacia el fondo, donde se aprecian conductos para la filtración del agua y canales en el suelo para una mejor calidad del transporte. –
En el 2016, el Grupo de Tecnologías en Entornos Hostiles (GTE) de la Universidad de Zaragoza realizó un levantamiento topográfico de las galerías, cartografiando 220 metros de galerías. El resultado del trabajo se publicó bajo el título “La fuente del milagro, en la cartuja de Nuestra Señora de las Fuentes” (Revista Lucas Mallada nº 18), por José Antonio Rausa, José Luis Villarroel y José Antonio Cuchí.
Levantamiento topográfico. GTE Universidad Zaragoza.
El artículo señala que las galerías fueron excavadas en distintas fases, algunos tramos aparecen revestidos en obra de mampostería tomada con mortero de cal y otros presentan las paredes desnudas, incluso -Conservan huellas de instrumentos metálicos y pequeñas hornacinas-. Las galerías debieron ser excavadas por los mismos cartujos: -Los frailes, conocedores sin duda de las corrientes subterráneas, minaron el terreno en diferentes direcciones y la dotaron de una cantidad suficiente al abasto, no solo del convento, sino de una regular población. Aquí se ve de cuanto es capaz la inteligencia del hombre, aplicada a cosas útiles.- (El Diario de Huesca 27 de noviembre de 1875). Testimonios orales cuentan que debió de existir algún tipo de pozo de ventilación, ya que en la superficie se observaban montículos de piedra donde se situaban.
El agua abandona la construcción y, a través de un reguero, conduce barranco abajo, hasta una pequeña balsa de almacenamiento. La fuente surtió a los monjes de agua de boca, riego y como fuente de energía del molino, apuntan desde SIPCA. -La fuente que riega la huerta, metida en un barranco, debió ser un manantial escaso de agua. También ensayaron el cultivo del olivo y de la vid, pues junto a la casa se ve un hermoso olivar y un campo con varias filas de una y otra planta, hoy lozanas y en completo desarrollo.- (El Diario de Huesca 27 de noviembre de 1875).
Balneario
Como hemos comentado antes, el conjunto monástico fue transformado como balneario entre 1877 y 1891, según el SIPCA -Debido a la calidad de las aguas, el conjunto fue convertido en balneario durante un breve período tras su desamortización.–
Un nuevo establecimiento balneario se ha abierto en la provincia de Huesca, titulado de la “Cartuja de Nuestra Señora de las Fuentes”. Su excelente agua sulfato nitratada está dando gran resultado para la curación de varias enfermedades.
La Época, 23 de agosto de 1877.
El Globo, 1878.
«Un nuevo establecimiento balneario se ha abierto en esta provincia titulado de la Cartuja de Nuestra Señora de las Fuentes, propiedad del rico hacendado D. Bernabé Romeo. Su excelente agua sulfato nitratada. está dando gran resultado para la curación de varias enfermedades, en especial para afecciones herpéticas, del pecho y venéreas. Distante pocos kilómetros de la estación de Sariñena, en la vía férrea de Zaragoza a Barcelona, y un servicio de ómnibus desde aquella villa, la Cartuja está llamada a ser uno de los puntos que atraigan concurrencia veraniega a esta provincia.»
El Globo (Madrid. 1875). 23 de agosto de 1877, n.º 682.
El balneario, fruto de la familia Romeo Belloc, quedó recogido en los medios de la época donde encontramos elogios al balneario y sus aguas. Incluso en una casa de Lanaja apareció una caja de madera para almacenar botellas de agua de boca de la Cartuja de las Fuentes.
La virtud de estas aguas, desconocida del público por espacio de tantos siglos, ha sido notada por el ilustrado propietario de dicha finca, D. Bernabé Francisco Romeo, y analizadas detenidamente, según tengo oído. por bastantes notabilidades médicas de España, los cuales las han encontrado excelentes para curar un sinnúmero de enfermedades. No puedo detallarlas porque no he podido hacerme con un prospecto, a pesar de la diligencia que para ello he puesto; pero esté V. seguro que no han de pasar muchos días sin que de todo me halle enterado, a fin de que por mi conducto lleguen estas cosas a conocimiento de los pacientes lectores de EL DIARIO, quienes de seguro aprovecharán mis noticias para buscar un remedio eficaz que ponga término a sus dolencias, o amengüe por lo menos las que hoy padecen.
Diario de avisos de Zaragoza Sariñena, 27 de junio de 1877.
Diario Avisos Zaragoza, 1877.
Querido amigo. Aquí me tienes hace ocho días saboreando los ricos manantiales de agua medicinal de que la naturaleza prodiga en toda clase de medios en bien de la humanidad, ha dotado a este establecimiento.
Cartuja de las fuentes (Sariñena) 24 de julio de 1877.
Aquí se respira; el embalsamado y fresco ambiente vivifica, la temperatura primaveral que se disfruta reanima; y si a esto se añade los benéficos auxilios que proporciona la fuente medicinal, cuyas cristalinas aguas parece que incitan al más displicente y desfallecido, te con vencerás de la oportunidad de mi venida aquí, como el año pasado.
Cartuja de las fuentes (Sariñena) 24 de julio de 1878
Diario Democrático, 1880.
Diario de Barcelona: Año 1880, no. 186, 4 de julio de 1880.
Cartuja de las Fuentes, 20 de Julio de 1878.
Sr. Director del Diario de Avisos.
Querido amigo: Aquí me tienes desde hace tres días, huyendo del calor sofocante de mi residencia habitual y en busca de las comodidades y condiciones higiénicas, que de ningún modo pueden hallarse durante esta temporada en los grandes centros de población.
Aquí se respira; el embalsamado y fresco ambiente vivifica; la temperatura primaveral que se disfruta reanima; y si a esto se añade los benéficos auxilios que proporciona la fuente medicinal, cuyas cristalinas aguas parece que incitan al más displicente y desfallecido, te convencerás de la oportunidad de mi venida aquí, como el año pasado.
Es sitio nuevo, poco conocido y por lo mismo no tan concurrido aun como fuera de desear; pero el que venga una vez no lo olvidaré jamás: si es enfermo, por los buenos resultados que hallará en sus dolencias; y si bueno, porque difícilmente hallará un punto de mejores condiciones para pasar 15 o 20 días caniculares.
Aparte de las condiciones que dejo enumeradas, fuera del bullicio de los gran- des centros, con las comodidades de un gran convento cartujo por habitación, una buena y bien servida fonda y café, gran sala de reunión con gabinete de lectura, piano y armónium y terreno apropiado para distraerse con la caza, creo que son atractivos poderosos para el más exigente. Nada diré de la amabilidad y buen trato del servicio y de los dueños del establecimiento que se desviven en la complacencia y no omiten gastos para multiplicar los atractivos y acreditar su establecimiento, que, dicho sea de paso, por sí mismo se recomienda.
Respecto a los medios de comunicación, aunque en despoblado, la casa tiene establecido servicio diario para los señores bañistas a Lanaja y a la estación de Sariñena coche diario para llevar y traer a los viajeros.
Es decir, que nada falta de cuanto pueda apetecerse, y los maravillosos efectos de las aguas se reconocen y se extienden cada día más.
Tuyo, M. Diario de avisos de Zaragoza 22 julio de 1878.
Cartuja de las Fuentes, 10 Septiembre 1878.
Sr. Director del diario de Avisos.
Mi querido amigo. Muchos días han pasado que me había propuesto dedicarle cuatro mal pergeñados renglones desde este grandioso edificio, morada en su origen de ejemplares religiosos, más tarde granja agrícola digna de ser imitada como escuela práctica de modernos adelantos, y hoy establecimiento balneario con ricas y abundantes aguas medicinales.
La situación agradable de este monasterio, querido amigo, es a propósito para conocer el hermoso cielo que cubre las inmensas llanuras de Sariñena. Los aires puros que respira el doliente que viene a dejar en este sitio el triste recuerdo de sus crónicos padecimientos y la complacencia que encuentra el bañista en la exquisita acogida de los propietarios, y en la confianza que simboliza en el momento que se forma parte de esta colonia, hace de la Cartuja de las Fuentes un alegre y cómodo sitio de recreo en la estación que fina.
Si a un monasterio situado en ameno sitio de Aragón no hubiesen llevado sus condiciones, personalidades políticas y de elevada sociedad. casi me permitido conceder a este establecimiento títulos de tan agradable residencia; pero en estos momentos, amigo mío, la misera provincia de Huesca, digna por tantos conceptos de la tutela compasiva del gobierno, no puede ofrecer a los dolientes si no su completa curación en este prodigioso manantial.
Continúa en esta comarca la aterradora sequía que ha sido causa en el pasado año del malestar general que se siente en toda la provincia de Huesca, y que sería en el presente, de no poder hacerse en buenas condiciones la sementera, origen de la más espantosa miseria. Suyo, L. R.
Diario de avisos de zaragoza. 11 septiembre 1878.
Cartuja de las Fuentes, 20 Julio de 1879.
Sr. Director del diario de Avisos.
Querido amigo: Héteme ya aquí por tercer año en compañía de mi hija saboreando los ricos y abundantes manantiales de este establecimiento balneario, cada día más acreditado por los sorprendentes efectos de sus aguas.
El agradecimiento es un deber de conciencia, y como que tampoco conozco el egoísmo, de aquí el que yo quiera hacer partícipe a todo el mundo de estas aguas, que por lo que son en sí y por las condiciones espaciales que les acompañan, llegarán a ser sin duda muy aceptadas.
Hay establecimientos en España y en el extranjero de más aparato, de más relumbrón, de más moda si se quiere, pero a este le recomienda su misma naturalidad y sencillez. El arte y la especulación no han llegado más que hasta la comodidad, que en esta parte difícilmente le supera ningún otro establecimiento.
El que viene una vez aquí, no olvida ya el establecimiento, obligándole, casi sin querer, a convertirse en un propagandista de sus benéficos efectos. El estómago, el hígado, el bazo, las escrófulas, orina, flujos, opilación, plétora, herpes, reuma, fiebres intermitentes, tisis y otras enfermedades menos importantes, hallan aquí su mejor antídoto, y como a las maravillas de las aguas se une la temperatura constante de 15º, un ambiente puro, embalsamado por los efluvios del tomillo, romero y demás plantas propias de la vegetación silvestre esto se hace inmejorable. Por otra parte, la tranquilidad que se disfruta, el buen servicio de la fonda, acomunada a todas las fortunas, la amabilidad del servicio, el incomparable celo de los dueños del establecimiento y la comodidad del viaje por ferrocarril y coche hasta aquí, lo hacen doblemente recomendable.
El establecimiento es un convento de cartujos, y esto creo que basta respecto al punto de vista de comodidad, con cuantas distracciones y fuera de él puede apetecer el más exigente de modo que el tiempo pasa aquí sin apercibirse, bien o hasta con pena llegar el día en que precisamente uno tiene que abandonar esta vida para volver a sus ocupaciones habituales.
Nada de particular por aquí, salud y tranquilidad completa. Tuyo, M.
Diario de avisos de Zaragoza. 22 julio de 1879.
Cartuja de Nuestra Señora de las Fuentes, 12 de Agosto de 1880.
Sr. Director de El diario Democrático.
Querido amigo: Ha pocos días leí en un periódico de esa ciudad, que por este país había secuestradores.
Con respecto a este particular, debo decir a V. que no he visto ningún establecimiento, en poblado ni en despoblado que ofrezca tanta seguridad como este. La posición topográfica es ventajosa: una fuerte muralla encierra unas seis hectáreas de terreno, desde donde se domina una extensión de legua y media cuadrada, que juzgo debe tener la finca de este edificio.
Dentro de la muralla están las casas de los guardas, la gran casa de labor y administración y la fonda, que es el ex-convento de cartujos.
Cada uno de estos edificios está habitado por dependientes antiguos, que llevan en su semblante y antecedentes el sello de la honradez y la lealtad, que disfrutan de los beneficios de la de la Ley de Granjas agrícolas, que tienen caballos y armas, siendo punto donde convergen cuatro puestos de Guardia civil.
Los dueños que pertenecen a la clase acomodada de Zaragoza, pasan aquí los veranos y hasta algún invierno, con numerosa familia.
Lo que no puedo decir a V. es si hay o no, secuestradores en esta provincia que es muy extensa, aunque por desgracia no faltan en España; pero puedo decir a V. que el año pasado por este tiempo fue sorprendido el Diario de Brusi, al dar cuenta de un espeluznante tifus que diezmaba atrozmente la villa de Sariñena, según su corresponsal, y que dicho Diario tuvo que rectificar y desmentir. Yo mismo dejé de tomar entonces estas aguas, como otras muchas personas, que las tenían prescritas por médicos notables.
Si sabe V. que en este país se recolecta mucho trigo, no extrañará V. que los compradores y las hormigas se pongan de acuerdo, para asustar a los que pudieran impedir que hagan su agosto. Suyo afectísimo. N.
El Diario Democrático, de Zaragoza. 13 de agosto de 1880.
Agua
Actualmente el agua no se puede considerar apta para el consumo humano. Este aspecto lo señala SIPCA -Aunque la fuente continúa manando y sus propiedades son muy apreciadas por la población del entorno, carece de aprovechamiento, ya que, según los vecinos, debe ser consumida en el mismo lugar, pues pierde sus propiedades si es almacenada y transportada.–
Es el trabajo de José Antonio Rausa, José Luis Villarroel y José Antonio Cuchí, quien aporta un reciente análisis del agua de la fuente. Dicho análisis concluye: -Sin poder evaluar el efecto sobre la salud de los monjes y el fracaso del balneario a finales del siglo XIX, incluso en la actualidad, que el agua podría presentar problemas para su ingesta sin tratar.- Lo curioso es que cada uno de los dos tramos da un tipo de agua diferente, viéndose el tramo derecho afectado por el regadío frente al de la izquierda de tierras de secano -Uno más salino y cálido (galería principal y ramal oeste) procedente del acuífero del saso, en secano, y otro (galería norte) procedente de infiltraciones del cercano regadío. Hay que señalar que la cartuja se encuentra en el límite de la zona regada por el canal de Monegros.–.
Sobre su carácter “Sulfatos Nitratadas”, el trabajo señala que, por lo general, -Las aguas subterráneas de la zona central de los Monegros suelen tener una composición tipo sulfatado sódico. – Mientras que las aguas del sistema de riego, procedentes del Gállego y del Cinca, tienen una composición bicarbonatado cálcica.– Sobre la característica de aguas nitratadas, actualmente se puede explicar por la presencia de una colonia de murciélagos en su interior a pesar de la actividad ganadera intensiva que conlleva una nitrificación de las aguas.
En definitiva, el agua del manantial es distinta al agua original y ha sufrido alteraciones, una “contaminación” modificando sus características y propiedades. Pero, ¿Cómo sería el agua del manantial? ¿Qué propiedades tenía?. Afortunadamente contamos con un análisis de sus aguas en torno a 1878, cuando el monasterio era balneario. El análisis fue elaborado por parte de la Escuela de Minas y aparece recogido en las memorias de la comisión del mapa geológico de España de 1878, en la descripción física y geológica de la provincia de Huesca desarrollado por Lucas Mallada.
Entre el aluvión que cubre los derrames de la sierra de Alcubierre brota la fuente mineral de la Cartuja de Lanaja, a la que se ha pretendido dar importancia en estos Últimos años. Es muy abundarle, pues llega a 20 litros por minuto su caudal; brota á la temperatura de 17°, siendo 16° la del aire atmosférico; es de sabor algo salino, tiene una limpidez perfecta y se observan en ella algunas burbujas gaseosas muy fugaces. Cien litros de agua contienen, según análisis efectuada en la Escuela de Minas, las cantidades siguientes:
Gramos.
Carbonato sódico Indicios.
Carbonato ferroso Indicios.
Sulfato cálcico 35,00
Sulfato potásico 4,30
Sulfato sódico. 39,70
Cloruro sódico 10,40
Cloruro magnésico 23,20
Nitrato magnésico 27,20
Total 139,80
La analítica aporta una interesantísima y valiosa información sobre la calidad del agua antes de su alteración. Con un caudal de unos 20 litros por minuto, el agua destacaba por su buena temperatura, casi ambiente, con un sabor salino, propio de Los Monegros, clara y limpia y con unas burbujas gaseosas “muy fugaces” fruto de los carbonatos. No obstante, las cantidades estudiadas responden a gramos por cada 100 litros de agua cuando lo propio son miligramos por litro:
mgr/l
Carbonato sódico Indicios.
Carbonato ferroso Indicios.
Sulfato cálcico 350,00
Sulfato potásico 43,00
Sulfato sódico. 397.00
Cloruro sódico 104,0
Cloruro magnésico 232,00
Nitrato magnésico 272,00
Total 1398,00
De acuerdo a los datos, las aguas correspondían a aguas sulfatadas, propias de zonas secas y áridas como son Los Monegros. Los sulfatos aparecen en diferentes proporciones, tanto cálcico, potásico y sódico. Estas aguas sulfatadas estimulan las funciones orgánicas, principalmente del sistema digestivo, utilizadas en discinesias biliares, así como también hepato-protectoras y purgantes.
Agua de la cartuja de las Fuentes
La sal, también presente de cloruro de magnesio, previene la formación de cálculos renales, así como también la prevención de lesiones musculares y equilibrante del pH sanguíneo. La salinidad, dada por el cloruro sódico, no es limitante para su consumo como agua de boca, aunque para su ingesta, actualmente, sería necesario un informe bacteriológico para saber si era muy potable.
Los nitratos son muy bajos, por lo que la anunciada cualidad nitrosa no se ve reflejada en el análisis.
Estudio completo publicado en el Diario de Avisos de Zaragoza, edición del 1 de agosto de 1878, y en El Diario de Zaragoza del 2 de julio de 1878.
El agua de Nuestra Señora de las Fuentes (Huesca—Sariñena).
Dos años hace que, a solicitud de su dueño el señor D. Bernabé Romeo, practicóse en Madrid por vez primera el análisis de las aguas que la naturaleza suministra en su manantial abundantísimo de la Cartuja de Sariñena. Antigua fama les daba no poca eficacia en el tratamiento de gran número de enfermedades, y era tradicional en la comarca el influjo benéfico que su empleo había producido en infinidad de gentes que allí buscaban el restablecimiento de su salud, quebrantada por afecciones diversas. La ciencia nos puso luego en situación de poder juzgar sobre el asunto. En los trabajos practicados por el Sr. Ingeniero profesor de química analítica y docimasia, de la escuela de minas, se hace constar en primer término que como caracteres físicos y organolépticos, el agua es diáfana, incolora, inodora y de sabor ligeramente salino.
Agrupando las bases y los ácidos determinados según la menor o mayor solubilidad de las sales que con ellos pueden formarse, la composición de estas aguas puede expresarse de la manera siguiente:
El residuo perfectamente seco, de la evaporación de un litro de agua, es blanco y pesa 1gr368. El método seguido en la marcha del análisis fue el siguiente, según datos que tenemos a la vista.
Todos los cuerpos se reconocieron y determinaron directamente en el agua, y en el residuo de la evaporación de la misma, empleando los procedimientos que a continuación se expresan:
Cal. Se precipitó por el exalato amónico después de agregar cloruro amónico y un poco de amoniaco para impedir la precipitación de la magnesia. Filtrado y lavado el oxalato cálcico, se calcino con precaución para convertirla en carbonato, en cuyo estado se pesó, y se dedujo la cantidad de cal.
Magnesia. En el líquido separado del oxalato cálcico se echó fastato sódico y se precipitó el fosfato amónico magnésico que, filtrado, lavado y desecado, se calcinó para transformarlo en pirofosfato magnésico, cuyo peso sirvió para calcular la cantidad de magnesia.
Potasa y sosa. En otra porción del agua y del residuo se separaron la cal y la magnesia, se convirtieron en cloruros la polasa y la sosa y se pesaron, precipitan 10 en seguida la potasa por el cloruro platinico y alcohol, en estado de cloruro platinico potásico que se pesó, deduciendo de él la cantidad de potasa. La sosa se determinó por diferencia después de haberse asegurado de que la había por medio del anti-moniato potásico y por el color amarillo que comunicó a la llama del alcohol.
Oxido ferroso. Se trató por ferri cianuro potásico, que no dio reacción sensible; pero concentrando el agua é hirviéndola con unas gotas de ácido nítrico y añadiendo sulfo cianuro potásico, se produjo una coloración rojiza débil.
Acido sulfúrico. Se acidificó el agua ligeramente con unas gotas de ácido clorhídrico; se precipitó por el cloruro bárico, y después de filtrar y lavar, se pesó el sulfato baritico, deduciendo de él la cantidad de ácido sulfúrico.
Acido nítrico. Se agregó al agua carbonato sódico puro, se concentró, filtró y lavó. Se evaporó hasta sequedad la disolución, y se determinó el ácido nítrico por el método volumétrico de Pelouze.
Cloro. Acidificada el agua con ácido nítrico y tratada por nitrato argéntico, se filtró, lavó, secó y pasó el cloruro argéntico deduciendo de él la cantidad de cloro.
Acido carbónico. Precipitando por el cloruro bárico amoniacal y tratando el precipitado por ácido clorhídrico, se notó una ligerísima efervescencia, que también se observó al echar un ácido sobre el residuo de la evaporación.
Residuo de un litro de agua. Se determinó evaporándolo hasta sequedad en cápsula de platino tarada.
Hasta aquí las investigaciones de la química: la observación tiene también conquistas en este asunto, y de las que conocemos se desprende:
1. Que en ciertas enfermedades del estómago acompañadas de dispepsіа, enflaquecimiento, insomnio y pérdida de fuerzas, se han obtenido curaciones numerosas con el uso del agua que nos ocupa. Algunas enteritis crónicas, y las hemorroides, se encuentran en iguales circunstancias.
2. Que con el agua de la Cartuja de Nuestra Señora de las Fuentes se han obtenido asimismo curaciones notables, en casos de metrorragias rebeldes y de blenorreas.
3. Que del mismo modo se han dominado con el líquido que estudiamos catarros pulmonares crónicos, bronquitis, laringitis y hemoptisis dependientes de lesiones del aparato respiratorio.
4. Que muchas erupciones herpéticas y eczematosas rebeldes a todo tratamiento, curaron bajo la influencia de estas aguas.
5. y último. Que en la Cartuja consiguieron también el restablecimiento de su salud, después de hacer uso de las aguas, muchos enfermos afectos de fiebres intermitentes de todas clases y otros que padecían ascitis.
La composición del agua de las Fuentes, que más arriba dejamos consignada, puede darnos la clave de alguno de los efectos terapéuticos que se le atribuyen: es más que probable que las fiebres accesionales hayan desaparecido en la Cartuja por el cambio de régimen de vida y de condiciones higiénicas a que se sujetaban los que a tal sitio llegaron en busca de salud. Como quiera que fuere, ofrecen interés para los médicos los datos que apuntamos, suficientes à nuestro entender, para incluir uno más entre los poderosos medios que a la ciencia ofrece la hidrología médica.
Conclusión
En definitiva, las aguas correspondieron a aguas medicinales con diversas propiedades curativas. Un oasis brotando en los secos Los Monegros, respondiendo a un milagro doble, el manantial y la virgen, dando origen y vida al monasterio de la Cartuja de Nuestra Señora de las Fuentes. Todo un milagro.