El territorio de Los Monegros es conocido por su particular paisaje estepario, donde las sabinas representan el máximo desarrollo de la vegetación en la zona de mayor aridez de Los Monegros. Habitan la tierra agrietada por la sed, de escasas precipitaciones y permanecen erguidas bajo la sofocante intensidad solar estival, resistiendo la intensa fuerza del cierzo y escondidas en la boira de los heladores inviernos. Los Monegros es un contraste estacional, de un amplio rango climático, un paraíso por descubrir que exige paciencia y reflexión ante unos horizontes amplios y profundos que invitan a perdernos en sus solitarios páramos semidesérticos.

Sabina monegrina.

Distribución Sabina albar, Península Ibérica.
En el rigor de la estepa monegrina, la sabina albar (Juniperus thurifera) salpica el paisaje, presentando un gran desarrollo, en contra de la percepción generalizada de ser una especie de crecimiento lento. Botánicamente, las sabinas pertenecen al grupo de las coníferas o pínidas, del género Juniperus. Pertenece al dominio del Coscojar-Espinar con sabina albar (Rhamno-Cocciferetum Thuriferetosum). Un dominio que se distribuye entre los 300 a los 450 m. de altitud, en un territorio de un régimen térmico extremadamente cálido y con escasas precipitaciones. Se desarrolla entre relieves de vales donde abundan afloramientos de yesos y donde son frecuentes las inversiones térmicas, las nieblas persistentes en invierno y el cierzo. Estas condiciones, según el ecólogo César Pedrocchi Renault, establece el carácter montano de la sabina albar y lleva a aceptar la idea de Rivas-Martínez de considerar la independencia de esta subasociación climática (Thuriferetosum) respecto al Rhamno-Cocciferetum, diferenciándola como asociación Juniperetum phoeniceo-thuriferae (Br.-Br. & O. de Bolòs), Rivas-Martínez, 1987.

Sabinar monegrino.
El sabinar albar en Aragón, principalmente, ocupa grandes zonas en los fondos de la depresión del valle del Ebro (Pallaruelo, Castejón de Monegros, Retuerta de Pina…) y en zonas altas de Teruel. En Los Monegros se distribuye por zonas del piedemonte de la sierra de Alcubierre, formando bosquetes de lo que debieron ser verdaderos bosques de sabinas. Para Javier Blasco, la retuerta de Pina representa un vestigio, en si mismo, de los antiguos sabinares monegrinos. Se constata con la presencia de especies como el espino negro (Rhamnus lycioides), Asparagus acutifolius, Ephedra mayor, carrasquilla (Rhamnus alaternus), coscoja (Quercus coccifera) y Osyris alba. La sabina albar aparece acompañada junto a otras especies como el pino carrasco, el enebro (Juniperus Oxycedrus) y la sabina negra (Juniperus Phoenicea). Por los llanos agrícolas de secano, la sabina albar presenta una estructura abierta de ejemplares aislados en los márgenes de los campos, destacando por su belleza el sabinar de Pallaruelo de Monegros y el puerto de la Portellada. Por contra, en vaguadas y vales suelen formar bosquetes muy densos, ocupando los espacios que antiguamente eran aprovechados por el ganado y para la obtención de leñas.
Para Miguel Ortega (Los bosques de Los Monegros), en Los Monegros «es el lugar del mundo donde vive con diferencia a menor altitud, y si esta aquí es por el frío invernal, lo de la sequedad simplemente lo soporta. Este es un árbol típico de las parameras ibéricas, lugares fríos que comparte con la carrasca y el roble quejigo, pero ocupando los suelos de peor calidad como los muy pedregosos; pues es un árbol de pleno sol y no soporta crecer bajo la sombra de otras especies de mayor desarrollo. La pregunta es ¿entonces como puede vivir en Los Monegros?, pues aprovechando donde no tiene competencia, como las depresiones donde se acumula el frío, con sus nieblas heladas y la escarcha formando el dorondón, aquí ningún otro árbol le hará sombra, y (nunca mejor expresado), demasiado frío para el pino carrasco y demasiado seco para la carrasca y el quejigo.»
Las sabinas de Los Monegros nunca surcaron mares ya que terminaron en techumbres como vigas y en humo después de ser reducidas a carbón. Y vieron las recuas de mulas primero, y al tractor después, transformando la monteriza en huebra y sementero condenándolas finalmente a vivir en lindes entre cultivos. A las supervivientes. A las últimas.
Javier Blasco Zumeta

Crecimiento anual julio 2013
«La sabina es de tronco grueso y corteza grisácea agrietada en tiras filamentosas, forman copas frondosas, cónicas cuando son jóvenes, que se redondean con la edad, suelen alcanzar alturas de hasta diez metros o más.» En contra de lo que se cree no son de crecimiento especialmente lento y gran longevidad, los años de lluvia suelen crecer tanto como los pinos y los que no llueve, según César Pedrocchi, menos o nada. «Los botánicos han escrito que engrosan el diámetro de su tronco un promedio de solo 3 mm anuales. No pueden, ni necesitan, crecer más rápido ya que ningún otro árbol puede vivir ahí y quitarles la luz», explica Javier Blasco Zumeta. Crecen despacio y viven mucho. En Los Monegros la sabina tiene un crecimiento claramente bimodal, con un pico primaveral y otro otoñal. “Esta gran plasticidad para ajustar sus patrones de crecimiento hace presuponer que puede llegar a ser capaz de aguantar unos niveles muy elevados de estrés, como consecuencia de un previsible clima futuro más seco y cálido”. Así concluye un estudio que compara sabinas de Soria y Los Monegros. «El crecimiento de los árboles se inicia en marzo y se detiene totalmente durante el verano. Con las lluvias de septiembre los árboles vuelven a generar madera hasta noviembre. Las sabinas de mayor longevidad constatadas en la península ibérica son las de Calatañazor, con cerca de 500 años, lejos de la creencia de edades milenarias en las sabinas. Su madera es muy resinosa y aromática.»
Miguel Ortega señala que, a través de sus anillos de crecimiento (de menos de 1 mm), podemos comprobar como es capaz de sobrevivir con esta sequedad, pues es un árbol que con buenas condiciones, en fondos de vales o los años lluviosos, puede tener grandes crecimientos (anillos de cerca de10 mm) «Con las lluvias de primavera el árbol va creciendo pero llegando el verano deja de crecer, entra en descanso pues no tiene suficiente agua, y así espera hasta final del verano o en otoño, si cae suficiente agua vuelve a crecer, y no dejará de hacerlo hasta la llegada del frío cuando el resto de árboles ya están en descanso, en su tronco queda registrado con un falso anillo en cada momento de crecimiento a lo largo de un mismo año. Así con esta frugalidad, plasticidad y sabiendo aprovechar el momento nos podemos encontrar con estas grandes sabinas en Los Monegros (que por cierto, no se ha comprobado de una forma científica que ninguna sea milenaria).»
El nombre científico de esta especie, thurifera, significa «productora de incienso», ya que su madera es muy aromática, de olor resinoso agradable, por lo que se ha quemado para este fin, produciendo un olor muy penetrante que al decir de las gentes ahuyenta a los insectos y según Pío Font Quer hace huir a las serpientes.
La sabina negral, Juniperus Phoenicea, es más oscura y se parece más a los cipreses, sus frutos al madurar son de un color rojizo, su nombre Phoenicea hace referencia a su coloración. Los frutos “gayubas” de la sabina albar al madurar adquiere un tono azul oscuro.
La Sabina
Allí permanece quieta
igual que la soledad,
pasa el tiempo por sus ramas
y no las puede truncar.Quieta,
altiva,
la sabina
testifica
que bajo ella
se agruparon
los anarquistas.Soporta la ira del cierzo
igual que un barco a la mar
y bajo la densa niebla
es como un ángel guardián.Cuando paso por su lado
me entran ganas de abrazar
el viejo y duro tronco
que la hace realidad.Y allí permanece enhiesta
como un monegrino más
sabiendo, como ellos saben,
lo duro que es pelear.José Antonio Labordeta
Las sabinas en Los Monegros han mantenido una estrecha relación con el ser humano, los portes largos y rectos han sido aprovechados para la construcción de mases, masías y aldeas (casetas de monte), construyendo la parte principal del esqueleto del tejado. Además, las ramas de las sabinas constituían una fuente de alimento invernal para el ganado lanar. Visitando enormes sabinas con un viejo pastor de Pallaruelo de Monegros, Félix Tabueña, me enseña sorprendentes ejemplares del sabinar de Pallaruelo, con la mirada de quien ha visto crecer las sabinas. Con su saber, transmitido generaciones tras generaciones, enseña que la mano del hombre ha contribuido en el desarrollo de las características sabinas de porte largo y desnudo. En invierno, cuando escaseaba el alimento para el ganado, los pastores las desmochaban, las podaban. Las sabinas las han formado a base de “ramiar” que es como se conoce la labor de la poda. Para no causar la muerte de las sabinas, cada año podaban un piso.

Contemplando una centenaria sabina.
Paco Lasierra, natural de Pallaruelo de Monegros, escribió en 1990 dos artículos para la revista “Quio” sobre las sabinas monegrinas. En el llama sabinizos a las sabinas de los cerros, que eran usadas como leña. Lasierra describe como las sabinas del marguin o márgenes de los campos agrícolas, se han empleado tradicionalmente para puertas, cletas (cleta: Ara. puerta rústica consistente en un armazón de palos o estacas), tableros de carro… Su madera es muy resistente, lo que ha dado píe al falso mito de la armada invencible, aunque dura y difícil de trabajar. Javier Blasco Zumeta cuenta que en Pina se empleaban para hacer estacas (empalizados) para sujetar las ribas de las acequias o del río. En el Ebro aún permanecen postes de sabina, los colocaban antiguamente para la pesca de anguilas, hace ya más de 40 años. Con la madera de sabina se construían piezas para los pozos, iba muy bien la sabina pues es resistente a la pudrición. Según un viejo carpintero, amigo de Javier Blasco, la sabina no servía de mucho, pues la pequeña tiene muchos nudos y las grandes están podridas por dentro.
Las cabras solían estar donde más sabinas había, cuanto más viejas mejor, un exquisito manjar para el ganado lanar. Cuando se compraba una caballería nueva, para saber si era buena para el trabajo se le enganchaba una sabina arrancada para ver como tiraba. Las sabinas servían para refugio del sol, para el descanso de la faenas del campo, para el almuerzo, comida o merienda. Un lugar fresco para conservar la comida y la bebida y descansar de la siega, o resguardarse el pastor y sus perros.
Hace su nido el pájaro carpintero “el aguacero””. En las sabinas viejas es más fácil, ya que por dentro están huecas, después los huecos los aprovechan para criar los mochuelos, lirones, ratas de campo y Paco narra que una vez al asomarse se encontró un par de lagartos que le dieron un buen susto. En sus ramas anidan las palomas torcaces, la garza o picaraza, cernícalos, esparveros o águilas, en sabinas viejas y grandes.
“Nadie que se haya criado en pallaruelo podrá contemplar la sabina y permanecer impasible, por ser una de las cosas que nos identifican”
Francisco Lasierra
Diferentes estudios realizados por el profesor Javier Blasco Zumeta han dado como resultado una gran biodiversidad relacionada a los sabinares monegrinos, que encuentran un adecuado hábitat en la base de las sabinas, entre sus extendidas ramas. Se han encontrado 16 especies de himenópteros, uno de los mayores ordenes de insectos, con la cita primera de una especie en la región Paleártica. En otro estudio, se recogen nueve especies y se encuentran tres nuevas citas de piojos (malófagos), parásitos de aves. También existe un estudio sobre los pulgones en los sabinares, en el que se constataron 112 especies, de las que al menos dos fueron nuevas especies descubiertas. Un diverso microhábitat en cada sabina, donde, además, las mismas ramas mantienen humedad necesaria para su buen desarrollo y microfauna que va generando nutrientes.

Campos salpicados de sabinas en sus márgenes.
La deforestación de los Monegros está lejos del mito de la falsa tala masiva para la construcción de la armada invencible. La deforestación, posiblemente se desarrolló en un primera etapa sobre los siglos XIV y XV, en cuyo periodo se produzco un brutal proceso desforestador en el valle del Ebro que desencadeno la formación del delta del Ebro, aunque no hay constancia de una severa deforestación en Los Monegros.
A la actividad ganadera se le puede atribuir una segunda etapa desforestadora, del siglo XV al XVIII, consiguiendo pastos y evitando la regeneración. El geógrafo portugués Labaña en 1611, en su paso por los Monegros, no referencia la presencia ni de sabinas ni sabinares. Frutos afirma que en el siglo XVIII el sabinar (más o menos extendido) era explotado para leñas, madera de construcción y carbón, y el sobrepastoreo lo hicieron retroceder. Aunque Braun-Blanquet & Bolòs (l.c.) sostienen que la deforestación se debió a la tala del sabinar, impidiendo el ganado la posterior repoblación.
En la obra «De la flora Española o Historias de las plantas» de Joseph Quer de 1784 hay una cita muy interesante en relación con la sabina: «En los terrenos del Reyno de Aragón es muy familiar, y con particularidad en los Monegros cerca de la Venta, que llaman de Santa Lucía; y es tan abundante en todo aquel país, que en muchas Villas y Lugares no queman otra leña.» Los llanos de santa Lucía comprendían, de una forma muy general, desde la parte sur de la sierra de Alcubierre hasta la ribera del Ebro.
La historia de la economía de Aragón, Asso, I. 1798 se refiere a la Sierra de Alcubierre como “está cordillera estuvo muy poblada de pinares y carrascales, que suministraban abundante materia para carbón, pero hace algunos años que los cortes hechos incontroladamente han disminuido en gran parte aquellos bosques”.

Bosquetes de sabinas.
Es con la llegada del siglo XX cuando según César Pedrocchi se produce la mayor deforestación debido a la gran roturación de tierras para uso agrícola. Pero el desuso de leñas como combustible, el abandono de tierras y la desaparición de rebaños y el pastoreo han propiciado una gran recuperación de la masa forestal. En la sierra de Alcubierre encontramos bosquetes de sabinas y ejemplares formando masa mixta con el pino carrasco, además de aparecer salpicando los márgenes de campos.
La paleogeografía considera a los bosques de sabinas relictos, paisajes vegetales que ya existían en el cretácico y han viajada a través del túnel del tiempo. Actualmente, los sabinares se encuentran en expansión y configuran un paisaje indisociable a Los Monegros. Nuestros sabinares son especiales y tienen alma de leyenda, pues cuentan que el celebre Bandido Cucaracha escondía su botín en una vieja sabina. Cada sabina es un tesoro, un patrimonio, un monumento por proteger, signo de identidad de nuestra querida tierra de Los Monegros.
Imprescindible: «Sabinas Monegros». Un blog donde explica el proceso para reproducir la sabina albar y sus cuidados posteriores. Un blog muy recomendable, interesante y didáctico, de obligada lectura.
- César Pedrocchi Renault. Ecología de Los Monegros. IEA, 1998.
- Jorge Serrano Bolea. Árboles y arbustos de Los Monegros, PRAMES, 2003.
- Variedad biogeográfica del territorio aragonés. A. Longares Alardren.
- Especies de Hymenoptera Ceraphronoidea colectadas en un sabinar de Juniperus thurifera L. Los Monegros. Paul Desart. Javier Blasco Zumeta.
- Malófagos parásitos de aves de un sabinar de Los Monegros (Insecta: Mallophaga). Javier Blasco Zumeta y María Paz Martín Mateo.
- Pulgones (Hemiptera Aphididae) de un sabinar de Juniperus thurifera de Los Monegros. M. Victoria Seco Fernández, M. Pilar Mier Durante, Javier Blasco Zumeta y Juan M. Nieto Nafría.
- Blanco Castro, Emilio et alii. Los Bosques Ibéricos: Una interpretación geobotánica. Barcelona. Planeta, 1998.
- Los bosques de Los Monegros. Miguel Ortega.
- De la flora Española o Historias de las plantas. Joseph Quer.