Apuntes etnográficos de la Villa de Sariñena XIII

Pa San Miguel acontecía la “Miguelada”, fecha en que los jornaleros y criadas podían cambiarse libremente de casa para la que trabajaban. Pa Todos los Santos se llevaban lamparillas y flores al cementerio. La noche de las “animas”, la noche anterior a todos los Santos, se colocaban en las casas unas lamparillas o candelarias y esa noche se tocaban las campanas y contaban que salían las almas, “dichoso mes de noviembre que empieza con Todos los Santos y acaba con San Andrés”.  Las candelas también se encendían cuando había tormentas, para Santa Bárbara la patrona de las tormentas.

El día de Santiago se refrescaban con la gaseosa de papel de la samaritana y la armisen (la llamada gaseosa de pito). Se iban a las fuentes al lau del puente actual, al puente viejo más abajo del instituto y del Gallipuente, ande aún quedan las pilonas, y a la fontaneta del juez. Muchos pozos de casas son de agua blanda, no apta para personas. Pa hacer el hielo emburaban una zona cóncava en una era, ande luego vertían agua pa que s´helase por la noche. A la una de la noche iban a coger el hielo y lo guardaban en neveros, en algunas casas tenían uno pequeñer, “antes helaba mucho más”. No se abrían los neveros hasta hacer horchata o la limonada en verano. Llega a la memoria que s´hacia ponhe: azúcar, canela, naranja y vino rancio, hoy en día no falta en el belén viviente.

El vinagre se empleaba como desinfectante. Recuerdan como iban mujeres a recoger el carbón quemado a las vías del tren. Al carbón quemado y muy seco se le decía cagacierros. Las mujeres pobres lo cogían para venderlo. A muchos maquinistas les daban pena aquellas mujeres y les tiraban alguna vigueta de carbón, se lo disputaban entre ellas.

            Los lunes a lavar la ropa, los martes a aclarar. De Castejón de Monegros y Pallaruelo de Monegros traían leña con las caballerías. Los romeros eran muy apreciados, especialmente para los hornos de pan, junto a la poda de los olivos. De Lanaja traían leña de carrasca pero los pobres se tenían que conformar con la cañufla, las barrillas, las aliagas, el fiemo… De la Almolda traían el yeso, también desde Valfarta. Llegaban a la plaza de Villanueva ande más que un mercado era un trueque, las naranjas las cambiaban por alpargatas de esparto.

            Unos de Sariñena fueron a vender judías y otras legumbres de estraperlo a Alcubierre, con el miedo de ser detenidos por la guardia Civil. Una vez en Alcubierre a una mujer le dieron prisa para que comprara -¡qué nos va a pillar la guardia civil!- a lo que ella respondió: “Este-sen ustedes muy tranquilos que soy mujer de guardia civil y sepan que nosotros también pasamos mucha hambre.”  Da una idea del hambre que se pasó.

Con este último artículo se pone fin a los apuntes etnográficos de la villa de Sariñena. Cumpliendo el objetivo de la transmisión, queda recogido y contado al pueblo.  Gracias a todas las personas que han participado.

«Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos, sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir.»

                            José saramago, Cuadernos de Lanzarote.

Publicau en Os Monegros el 17 de febrero del 2014.

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