Por María Lahoz Dominguez. Tercero de la ESO A. IES Gaspar Lax.
Marcelina Llorente Sanz , nacida el 28 de junio de 1948 , en Alcorlo (Guadalajara) pueblo cuya historia luego desvelaré, en su casa ,ayudada por la matrona del pueblo que en este caso era su abuela Cipriana.
La bautizaron con muy pocos días al siguiente domingo de su nacimiento, siendo sus padrinos su abuelo materno Estanislao y su abuela paterna Cipriana.
Es la mayor de cinco hermanos, los otros cuatro varones (Basilio, Félix, Victor y Julián)
Su madre, Francisca, era ama de casa al igual que prácticamente todas las mujeres en esa época, pero también se encargaba de los animales que había en casa (cerdo, gallinas…), también hizo de ama de cría para otros bebes que no eran hijos suyos, ya que en aquella época no había leches artificiales y era una manera de que los bebes no se quedaran sin comer.
Su padre, Venancio, se dedicaba a la agricultura. Y también trabajó de guarda del monte reforestando pinos y encargándose de la limpieza de estos.
En esta época era difícil poder ir al colegio ya que desde muy pequeños comenzaban a trabajar, mi abuela no tuvo la oportunidad de ir durante mucho tiempo, sólo asistió un año al colegio , y con 7 años comenzó a trabajar cuidando ovejas.
Una de las anécdotas que ella siempre cuenta trata de una noche que iba a recoger las ovejas y le pilló una tormenta, se refugió en una cueva hasta que se pasó, su padre salió a buscarla y no la encontraba, así que cuando volvía a casa desesperado y gritando su nombre, ella lo oyó y pudieron volver los dos a casa.
Alcorlo es un pueblo con una historia especial, estaba situado en la Serranía, en el Valle del río Bornoba . Ella recuerda escuchar a la gente mayor hablar de abandonar el pueblo porque iban a construir un pantano. Desde los años 70 el pueblo empezó a vaciarse debido a esta amenaza, la mayoría de la gente se marchó a pueblos más cerca de la capital o a Madrid, como es el caso de mis bisabuelos. Marcharon a Madrid como porteros en una comunidad de vecinos en el año 1972 y allí estuvieron hasta su jubilación. Sus hijos ya habían marchado a trabajar a Madrid unos años antes. Finalmente, el desalojo total del pueblo de produjo en enero de 1982 cuando ya quedaban pocas familias, se derribó y quemó todo el pueblo.

Alcolo en 1982
Hoy en día existe un pantano que se dedica a agua de boca y riego. De aquel pueblo solo queda el recuerdo de hijos de aquellos que vivieron allí y el cementerio que estaba en la parte alta del pueblo y donde no llegaron las aguas.
Las tradiciones de este pueblo se han perdido debido a esta historia y en la actualidad algunos hijos y nietos de gente que vivió allí han creado una asociación de amigos de Alcorlo, se reúnen en la ermita del cementerio el día 24 de agosto cada año y han creado una página web donde van recopilando fotos antiguas y es una manera de estar en contacto y no perder esas raíces.
La casa donde nació, estaba situada en la calle mayor la construcción era de piedra y adobe de una sola planta. Distribuida con un portal amplió, una cocina con chimenea que era la manera de calentarse en invierno y donde se cocinaba, y tres alcobas donde dormían sus padres en la grande y los cinco hermanos repartidos entre las otras dos ,los colchones eran de lana de oveja que rellenaban cuando esquilaban.
No había agua corriente en casa por eso tenían que ir a lavar la ropa al río con jabón hecho a mano en casa aprovechando la grasa de los animales de la matanza. El agua para asearse y cocinar la cogían de la fuente que había en la plaza, luz tampoco había y usaban lámparas de aceite o velas. Para calentarse en invierno tenían la chimenea, y en algunas ocasiones preparaban braseros de picón (restos de las podas y limpiezas que se hacían en el monte).
En casa había varios cerdos que se criaban con los restos de la comida, y que se mataban en enero para tener carne todo el año, la matanza era una fiesta familiar en la que todos ayudaban a hacer las morcillas, a limpiar el cerdo, etc. También había gallinas de las que se aprovechaban los huevos y alguna oveja para la leche y cuando no daban leche también para carne. Al lado de su casa había un horno de leña donde las mujeres iban a cocer el pan.
Como era un pueblo pequeño y no había médico iba una vez a la semana, atendía a los enfermos en el ayuntamiento. En esa época se creía mucho en los curanderos (personas que creían tener un don para curar, sobre todo los dolores de huesos y el “mal de ojo”). Un curandero de aquellos curo a mi abuela de una fiebre muy alta, que el médico no supo curar. Mandó a su padre que le cortara un mechón de pelo lo llevo a la curandera hizo su ritual y le dijo que la niña tenía” mal de ojo”, que cuando llegara a casa su hija estaría bien, y así fue.
Aunque ya desde pequeños comenzaban a trabajar, también jugaban a juegos como: hacer muñecas con trapos, saltar a la comba o hacer trenes con latas de sardinas, los domingos solían ir a dar un paseo por la carretera.
Cuando cumplían 14 años la mayoría de los chicos se iban del pueblo para buscar trabajo. Mi abuela se fue a servir en la casa de unos médicos en Madrid, y sus hermanos también se fueron, unos de camareros y otros en una tienda de ultramarinos, también en la capital. Como los medios de transporte no eran muy frecuentes solo volvían al pueblo para las fiestas patronales y en ocasiones para Navidad.
Como de niña fue poco al colegio en su juventud, aprendió a leer y escribir y un poco de matemáticas, en la Sección Femenina, que era una especie de asociación para las mujeres jóvenes, allí también aprendió a coser.
Las fiestas del pueblo se celebraban en honor a San Bartolomé, el 24 de agosto, se celebraba misa y una procesión, donde sacaban al santo las mujeres solteras. Después se comían rosquillas bendecidas que habían hecho todas las mujeres del pueblo y luego había baile en la plaza y a veces hasta vaquillas.
En sus tiempos de ocio, alguna vez iban al cine o a bailar, pero esto cuando ya era novia con mi abuelo Vicente.
Las bodas en aquellos años no eran tan lujosas como ahora. En este caso se casaron en Humanes de Mohernando, el 20 de abril de 1974,(y nevando ) el pueblo donde vivían los dos en ese momento, fue una boda por la iglesia, los padrinos fueron la hermana del novio y el padrino su hermano Félix. El banquete se celebró en un pequeño hostal con la familia de ambos.

Boda de Marcelina y Vicente. 1974.
El viaje de novios, en este caso fue a Bilbao y San Sebastián, y no de hotel, sino que dormían en casa de unos familiares, duró una semana.
Se compraron un pequeño piso donde siguen viviendo hoy, ya eran otros tiempos y tenía agua, luz y disponían de electrodomésticos. Tuvieron tres hijos, mi abuelo trabajaba en un taller de cerrajería y posteriormente en una planta de áridos y hormigón. Mi abuela se encargó de la casa y de sus hijos, no volvió a trabajar fuera de casa hasta que los hijos fueron mayores.
No tuvo teléfono en casa hasta el año 1988, cuando mi madre, su hija mayor se fue a estudiar fuera.
Mi abuela no tiene carnet de conducir, y nunca se lo ha planteado sacárselo, tampoco le ha sido de necesidad, pues los medios de transporte públicos se han apañado para poder ir al hospital a Guadalajara y de papeleos. Incluso para ir a dar a luz a su primer hijo fue en taxi acompañada de una vecina pues, su marido estaba trabajando en Madrid.
Refran:
Tres jueves hay en el año que relucen más que el sol, Jueves Santo, Corpus Chistri y el día de la Ascensión.
Este tipo de refranes vienen a referirnos que el sentido religioso era mucho más profundo que en la actualidad, en Cuaresma se respetaba mucho el no comer carne , el Corpus Christi era una fiesta muy celebrada en Alcorlo y el día de la Ascensión se celebraban las comuniones de los niños.

Procesión del corpus Christi. 1970.
María Lahoz Dominguez.
Tercero de la ESO.