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Casto López, del hospicio al exilio


     El segundo apellido de Casto, Expósito, ya nos pone en la pista de su infancia en un hospicio, en este caso el de Zaragoza. Se casa con Pascuala Puértolas, de Farlete y termina viviendo en Perdiguera, donde tendría cinco hijos, un varón llamado Antonio, y cuatro hijas: Inés, Victoria, Rosario y Trinidad.

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Casto López Expósito

Por Constantino Escuer Murillo

     Afiliado a Izquierda Republicana y vocal de este partido en Perdiguera, es elegido junto a Hilario Murillo y Segundo Arruga, concejal del ayuntamiento de Perdiguera tras el triunfo del Frente Popular.

    Tras el golpe militar que dio comienzo a la guerra civil, la situación en el pueblo se vuelve muy peligrosa para las personas de izquierdas. Detenciones y fusilamientos hacen que una noche Casto huya del pueblo acompañado de su hijo Antonio, que por entonces tiene 19 años. En casa quedan Pascuala y sus cuatro hijas.

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Rosario López

    Padre e hijo continúan la huida y se unen al ejército republicano. Antonio irá a luchar al frente y Casto, debido a su avanzada edad, será destinado como guardián a una prisión de Barcelona. Entretanto, Pascuala y sus hijas continúan en el pueblo y pasados los días, son detenidas para ser interrogadas. Quiere la fortuna que estando detenidas, se produce un bombardeo y los guardianes que las custodiaban se van a proteger a un refugio, momento que aprovechan para huir en dirección a Leciñena, donde estaban las líneas republicanas.

     Me comentó hace unos años Antonio Alfranca, que recordaba perfectamente el momento en el que se cruzó con ellas cuando huían por la carretera, la madre en medio y las hijas cogidas de sus brazos. Se acercó a ellas, pues era amigo íntimo de Antonio, y después de desearles suerte, les dio recuerdos para su amigo Antonio.

    Pascuala y sus hijas llegan a Leciñena , continuando su huída hacia Alcubierre y más tarde hacia Lérida, tras los pasos de Casto. Finalmente llegan a Barcelona donde permanecerán hasta casi el final de la guerra.

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Antonio López Puértolas.

   Antonio, el hijo de Casto, muere el último año de la contienda en el frente de Valencia y Casto con el resto de la familia, tienen que huir de Barcelona ante el avance de las fuerzas franquistas, cruzando a Francia con el último tren que pasó la frontera y que fue bombardeado por la aviación enemiga.

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Trinidad López

    Ya en Francia, son internados en el campo de Argeles Sur Mer, donde tantos refugiados republicanos fueron hacinados por las autoridades francesas, en unas condiciones atroces que causaron cientos de muertos. Pasados los meses, son reubicados fuera del campo, pero cuando todo parece que va un poco mejor, comienza la segunda guerra mundial y en un momento dado, son detenidos de nuevo por los nazis y trasladados al campo de Angouleme, justo un día después de que saliese de este campo el famoso «convoy de los 927», donde 927 paisanos españoles fueron trasladados en tren al campo de concentración de Mauthausen, librándose de una muerte cierta por los pelos.

      Nada sé de las peripecias que sufrieron en el campo de Angouleme, pero tras la liberación de Francia, Victoria y Trini encuentran pareja en París y se quedan a vivir allí. Por su parte, las otras dos hijas, Inés y Rosario, se van a Venezuela donde también formaron familia. A la muerte de Pascuala, acaecida en Francia, Casto decide irse a Venezuela con sus hijas Inés y Rosario y allí acabaría su vida en el año 1959.

      Quiero agradecer gran parte de estos datos a Omar de Castro, nieto de Casto y que en la actualidad reside y trabaja en Inglaterra. También me dice que sus tías ya murieron y que su madre Rosario, tiene 94 años y está en una residencia delicada de salud.

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De izquierda a derecha Trini, Rosario, Pascuala, Casto y Victoria. Arriba Inés (ya en Venezuela) y Antonio (fallecido en el frente de Valencia).

     Vaya desde aquí mi homenaje y mi reconocimiento a Casto, un hombre con una dura infancia y al que sus ideales y su sentido de la justicia social, le hicieron estar en el punto de mira de los fascistas, lo que le obligó a estar en permanente exilio junto a toda su familia. Sirva el mismo reconocimiento para su hijo Antonio, que murió luchando por la libertad, y al resto de su familia, perseguida y exiliada como él.

Subo la única foto que tengo de Casto, posando con la junta directiva del sindicato agrario de Perdiguera del año 1927. También subo una foto de las dos hijas pequeñas, Trinidad y Rosario, que les hicieron en la escuela y que les mandé ya hace años. Ha sido el único recuerdo visual de su niñez, ya que escaparon de Perdiguera con lo puesto.