Siempre he sentido curiosidad por los motes que se le ponen a las diferentes casas en los pueblos. Aquí en Alcubierre hay una larga lista de ellos, en una ocasión delante de una de estas casas, en la calle granero nº 4, le pregunté a José Antonio Pérez Lacambra: ¿Por qué se conoce tu casa como “casa la comadre”? No me podía imaginar que detrás de ese apodo iba a encontrar una asombrosa historia de superación, de amor propio, de búsqueda de autoestima en un contexto que se hizo cada vez más duro y terrible, que gracias a algunas pistas que recordaba Pérez, he podido ir completando para conocerla un poco mejor.

Florentina, ya viuda, con sus hijos y su madre ciega.
Florentina Casamayor Giménez, La comadre de Alcubierre
Por Alberto Lasheras Taira.
Florentina nació en Alcubierre el 14 de marzo de 1870 y era hija de Simón Casamayor y de Agustina Giménez. Su niñez estuvo marcada por el final de las Guerras carlistas (La Tercera 1872-1876) y la acción de Mariano Gavín Suñén (1838-1875) como bandolero, desarrollada entre 1870-1875, conocido como el bandido “Cucaracha”.
Respecto a su familia hemos encontrado un hermano, Pablo Casamayor Giménez, casado con Julita Usieto, con la que tuvieron ocho hijos y de la que aportamos una fotografía como testimonio de esta época. Otra fotografía muy interesante es la de Florentina, ya viuda, con sus hijos (Mariano, Ángel, Cándido, Vicenta y Enrique) y su madre Agustina. Agustina era ciega desde hacía unos años y muy probablemente debido a la diabetes. Voy a transcribir una historia que me contó José Antonio relacionada con el marido de Florentina y que Agustina, por una casualidad pudo transmitir a un importante personaje:
Agustina ya ciega, estaba sentada en la puerta de una casa en el barrio del Arrabal, de Zaragoza, llorando desconsoladamente. Al verla en ese estado se acercó un señor y le preguntó por su amargura y ella le respondió: “¡Ay señor, que han denunciado a mi yerno Mariano por estar descargando leña en la puerta del corral de casa! Como no ha podido pasar una tartana que llevaba a un terrateniente de Alcubierre, con mucha prisa, éste le ha denunciado a la Guardia Civil y le han requisado las mulas. Sin ellas, no puede trabajar y le han dicho que tiene que ir a Sariñena al juzgado a presentarse para resolver el asunto, si no, lo detendrán y lo llevarán esposado, ¡tendrá que ir andando porque no tiene las mulas!”. También le acusaron de haber falsificado el nombre, por no haberlo dado completo ya que él les dio sólo un nombre y los dos apellidos. No sabemos muy bien quién era este caballero que estaba pasando unos días de descanso en una torre de Zaragoza. Le decían el senador o quizá fuese un magistrado de Madrid. El caso es que le pidió a Agustina que le dijese la fecha del juicio porque él se personaría en el juzgado de Sariñena para estar presente en la resolución del conflicto y ver qué se podía hacer. Así ocurrió y cuando le plantearon las acusaciones a Mariano, el “senador” le preguntó a continuación y rebatió una a una las quejas por injustas, consiguiendo la libertad de cargos y la devolución de las mulas para que volviese a casa. Al terminar la vista, con voz clara y fuerte exclamó: “Mariano Remigio Lacambra Cisterna, libre y sin costas. ¡A la calle! Una historia que nos muestra la dureza de una época para la mayoría de la gente humilde y el poder de las pocas personas con recursos.
Es muy probable que de joven aprendiera de su madre, Agustina, las habilidades y conocimientos de una buena comadrona; “recoger” a los recién nacidos en los partos. La asistencia a los partos en España hasta bien entrado el siglo XX, tenía lugar en el propio domicilio de la parturienta, normalmente en el dormitorio. De este modo “el dormitorio ha actuado como hilo conductor de la vida ya que normalmente se nacía y se moría en él” (Nuria Ruiz Comín 2008). Así, Florentina, contribuía con algunos reales a la estrecha economía familiar.

Tumba de Mariano Remigio
Se casó con Mariano Remigio Lacambra Cisterna (Alcubierre 1863- Alcubierre 1921), quedando viuda el 13 de marzo de 1921. Poco tiempo antes, llegó un médico nuevo a Alcubierre y estando ella en el dormitorio asistiendo a la parturienta, el médico le pidió el título de matrona y al ver que no sabía leer ni escribir, la despachó a cajas destempladas y le prohibió ejercer de matrona, bajo la amenaza de denunciarla. Es muy probable que en el desarrollo del parto surgiese alguna dificultad que Florentina pudo solventar antes que el médico y esto hiriese el orgullo del galeno.
Florentina, ya viuda, tomó una importante decisión: aprender cuanto antes a leer y escribir para matricularse en Zaragoza, cursar estudios y poder ejercer de matrona. No sabemos el tiempo que dedicó para el aprendizaje pero sí que el día 2 de junio de 1926 se certifica que ha realizado el examen de ingreso para matrona, en la Escuela Normal de Maestras de Huesca, mereciendo la calificación de aprobado.

Florentina en zaragoza
Florentina fue a vivir a Zaragoza para poder cursar sus estudios y se domicilió en la Calle del Horno número 11, piso 4º. Con 55 años se matriculó como alumna de enseñanza oficial en el curso primero de la carrera de matrona, de 1925 a 1926, el 24 de agosto de 1926 (no es de extrañar que en la facultad sus compañeros de curso la llamaran, cariñosamente, “la abuelita”). El 29 de agosto de 1925, D. Juan Isite y Ara, Decano del Cuerpo Médico de la Beneficencia provincial de Zaragoza, firma un certificado en el que consta que Florentina: “ha realizado las prácticas correspondientes al primer curso de matrona que previenen las disposiciones vigentes para obtener el título de Practicante, autorizado para la asistencia a partos normales durante el tiempo reglamentario, en el Hospital Provincial”. Los profesores y alumnos compañeros de Florentina escuchaban con atención su opinión y su forma de resolver los problemas que podían presentarse en un parto, y sentían un profundo respeto por su amplia experiencia. Contaba un caso en el que el médico daba por muerto el recién nacido y ella insistió en que le dejase reanimarlo, y lo consiguió. Acabado primero de carrera satisfactoriamente, se matriculó para el segundo curso el día 15 de octubre de 1926, para el periodo lectivo 1926 a 1927. El 19 de mayo de 1927 paga por los derechos a examinarse de este curso.
Finalmente, el cuatro de enero de 1928, en Zaragoza, Florentina Casamayor Jiménez firma que “he recibido de la Secretaría de la Facultad de Medicina de esta capital mi Título de Matrona expedido en Madrid a 4 de noviembre de 1927”.
Florentina sacó el puesto número uno de su promoción y sus compañeros la sacaron a hombros gritando: ¡Viva la abuelita!.
A partir de este momento, se preocupó de estar al día en todo lo referente a su profesión. En mayo de 1929 se celebró el Primer Congreso nacional de Matronas, en Madrid, una reunión exclusivamente femenina por lo que fue un caso muy singular en esa época. El objetivo prioritario del congreso era logar para el colectivo la colegiación obligatoria. La Real Orden de 7 de mayo de 1930 concedió la colegiación obligatoria a la clase de matronas y aprobó para el régimen de los colegios los estatutos que se insertan en dicha orden (Gaceta de Madrid 9 de mayo de 1930, pág. 913-915).
Los responsables de denunciar el intrusismo contra las matronas, a partir de este momento, serían los gobernadores civiles, los inspectores provinciales de Sanidad y los subdelegados de medicina. Las denuncias no sólo irían dirigidas hacia las personas que atendieran el parto sin la titulación correspondiente sino que también podían dirigirse contra aquellas matronas que ejerciendo profesionalmente no estuviesen inscritas en su colegio respectivo.

Hermano de Florentina, con la mujer y sus hijos.
Florentina, una vez terminados sus estudios, obtuvo plaza como comadrona titular en Escatrón, donde ejerció como tal, hasta que el estallido de la Guerra de España 1936-1939 la desplazó con la llegada de las tropas franquistas el 12 de marzo de 1938. Tras la batalla de Teruel, el ejército nacional fue avanzando en dirección a la margen izquierda y, por lo tanto retirándose los republicanos desde la serranía Ibérica en dirección a la margen izquierda del Ebro. Me puse en contacto con el ayuntamiento de esta localidad y me dijeron que con la quema de los archivos municipales en la pasada Guerra Civil, había desaparecido toda clase de información. Me facilitaron un contacto: Bautista Antorán Zabay, autor de dos libros sobre Escatrón, quien me dijo que había encontrado dos referencias en el Archivo de Salamanca que podían interesarme.
La primera está fechada “En Escatrón, a 22 de agosto de 1937. Reunidos los consejeros expresados al margen bajo la presidencia del camarada vice-presidente, fueron tomados los siguientes acuerdos:
1º Sobre una petición de Florentina Casamayor pidiendo una cantidad en metálico a cuenta del titular, se acuerda se miden sus débitos en Abastos y se le da en metálico proporcionalmente según se le reste.
2º Sobre petición de Mercedes Capdevila para visitar a su hijo concederle una cantidad con arreglo a las necesidades que informe el médico.
3º Se acuerda anunciar la plaza de secretario para este Consejo. Obligatorio el poseer el título y ser antifascista antes del 19 de julio de 1936.
4º Se acuerda el poner al cobro la iguala a las caballerías por trimestre, aumentando en el primer trimestre los gastos del veterinario interino.
Y no habiendo más asuntos que tratar, se dio por terminada la reunión a las siete de la tarde.” (Libro de Actas del Consejo Municipal de Defensa. Archivo de Salamanca).
El nuevo ayuntamiento franquista acordó por unanimidad suspender de empleo y sueldo a todos los funcionarios municipales de la etapa republicana e instruir los oportunos expedientes a cada uno de ellos, ordenando que se haga un bando para que en el plazo de ocho días los vecinos dispongan en pro o en contra de los mismos en los citados expedientes.
El día primero de mayo, se procedió a la revisión de los expedientes anteriormente citados, con el fin de ver las actuaciones de los empleados y a propuesta del juez instructor se acordó por unanimidad: “Declarar cesantes de empleo y sueldo a partir de la liberación de esta villa a los empleados D. Francisco Aguerri Ariño, voz pública; Dña. Florentina Casamayor Giménez, comadrona; D. Sixto Martín Artal, alguacil; D.Emilio Canales Baeta, inspector municipal veterinario; D. Pascual Villagrasa Lahoz, auxiliar de Secretaría y a D. Francisco Mur Cavero, guarda municipal, como comprendidos en el decreto nº 93 de 3 de diciembre de 1936, art. 1º en relación con el Decreto nº 108 de 13 de Septiembre de 1936…” (Libro de Actas del Consejo Municipal de Defensa. Archivo de Salamanca).
Las matronas fueron consideradas por el bando sublevado personas especialmente peligrosas, por la posible influencia que podían tener sobre otras mujeres, porque al ocuparse de la salud reproductiva femenina, podían constituir un riego para la moralidad de la población, por lo que fueron objeto de encarcelamiento y represión. Hay importantes trabajos que estudian la represión de las matronas como víctimas de la Guerra Civil Española, por ejemplo los de Dolores Ruiz-Berdún y Alberto Gomis.
Florentina abandonó Escatrón y se dirigió hacia Alcubierre, donde no pudo entrar y llegó a Poleñino. Le preguntó a uno de su mismo pueblo que se encontraba allí, si sabía dónde se encontraba su familia y su hija. Como no le dieron razón y no podía volver hacia atrás, siguió camino hacia Cataluña. Durante la guerra, su familia estaba en el corral de “El Abejar” y en el de “Las Fierlas”, dos corrales más en el monte donde estaban las gentes de Alcubierre por miedo a los bombardeos y buscando seguridad.
Florentina de Cataluña pasó a Francia en una columna de refugiados y muy probablemente ingresó en el campo de Argeles sur le Mer, donde falleció y fue enterrada en una fosa común.
Alberto Lasheras Taira
Fuentes y agradecimiento:
-Historia de las matronas en España en la II República, la Guerra Civil y la Autarquía (1931-1955), Dolores Ruiz Berdún y Alberto Gomis Blanco.
-Matronas Víctimas de la Guerra Civil Española, Dolores Ruiz-Berdún y Alberto Gomis 2016.
-Muchas gracias a José Antonio Pérez Lacambra, nieto de Florentina, a quien he visto emocionarse y alegrarse por recuperar esta historia, por las fotos y las pistas aportadas.
-Muchas gracias al archivo y biblioteca de UNIZAR por localizar y facilitarme el expediente de Florentina Casamayor Giménez.
-Muchas gracias a Bautista Antorán Zabay por su colaboración y por facilitarme sus libros.
-Muchas gracias a Gonzalo Casamayor Suñén por la fotografía de la familia de Pablo Casamayor.