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Nicolas Andión Pena


Nicolás Andión Pena responde a la figura de médico rural, de beneficencia, aquel cuya disponibilidad abarcaba las 24 horas del día los 365 días del año. Gallego de nacimiento es sariñenense de adopción, localidad a la que dedica su profesión y vida, donde ejerce como médico durante más de 30 años, entre 1942 y 1978. Querido y respetado, nos sumergimos en su memoria y recuerdo gracias a sus hijas Inés y Margarita.

Nicolás Alejandro Andión Peña nace el 15 de diciembre de 1906 en Galicia en el lugar de Famelga/A Coutada- Sta María de Aguasantas, Concello de Cotobade, Pontevedra (hoy Cerdedo-Cotobade tras la fusión de ambos municipios). Lugares muy próximos dentro de la parroquia y separados por apenas 3 km. Hijo de Cándido Andión García, de A Coutada, y Adelina Pena. Fue el mayor de ocho hermanos, aunque dos murieron solo mas nacer, entre ellos Benito, Manuel Félix, María Inés, Cándido y Nicolás.

Estudia medicina en la Universidad de Santiago de Compostela, siempre becado y con muy buenas notas, especializándose en hematología, especialidad encargada de enfermedades de la sangre o hematológicas. Especialización que quiso realizar en Alemania pero que el ascenso de Hitler complica del todo. Finalmente, realiza el MIR en Portugal, Oporto, Lisboa y Coímbra. Durante un tiempo vive en Vigo hasta que, con el estallido de la guerra, es llamado a filas en el bando nacional donde ejerce como médico. Principalmente realiza labores en retaguardia llegando hasta Jaca. Para él, la guerra es muy dura, practica mucho la cirugía, siendo un tremendo aprendizaje.

Así, tras la guerra, Nicolás no quiere quedarse en Galicia como médico, allí llueve mucho y prefiere un lugar más seco. Así que oposita y en 1942, entre sus destinos, elige Sariñena. Le habían quitado Vigo y, al haber estado en Jaca, decide que le gusta mucho más este clima.

Anteriormente, Nicolas había contraído matrimonio con Josefina Bello Fernández, también gallega de Maniños en La Coruña. Una mujer muy culta, que a pesar que no la habían dejado estudiar era una autentica devoradora de libros, una gran lectora. Josefina, de primeras, no viene a Sariñena y permanece por un tiempo en Galicia, en Maniños donde nacen sus dos hijas Inés y Margarita. Gracias a que tiene un salvoconducto para ir a Galicia, Nicolas puede ir a ver a su mujer e hijas con total libertad.

Nicolas, Josefina, Margarita e Inés.

Nicolás encuentra una Sariñena muy destruida por la guerra, sin encontrar casa para poder vivir. Por ello no tiene más remedio que alojarse en el hostal Ispa, Hotel Comercio Ispa, donde permanece bastante tiempo e incluso llega a pasar consulta. También se aloja en el hostal el notario de Sariñena Joaquín, con quien mantiene una gran amistad. Fueron años duros, había mucha miseria y muchas enfermedades, como el tifus, las fiebres de Malta, tuberculosis o la cirrosis; pues se bebía mucho vino.

Al tiempo, por suerte puede vivir en un pisito de la plaza el Salvador, popularmente conocida como plaza de la Iglesia; Inés aún recuerda las casas caídas y la plaza llena de tierra. Después, con la construcción de las casas de la avenida Huesca por Regiones Devastadas le conceden una casa en la actual calle Delicias nº 1, pared con pared con Pedro Cascales, el otro médico de Sariñena. “Años más tarde hacen el cuartel, pero antes solo había huertas”, recuerdan Margarita e Inés, “donde luego se hicieron las escuelas nuevas”. Allí residen y ejerce hasta su jubilación.

Margarita e Inés viven su infancia en Sariñena y guardan muchos y buenos recuerdos, como ir a las monjas, que aún estaban en la calle Rafael Ulled, actualmente parte del casino viejo. Iban con sus botas, como un viaje divertido. Además, en casa tenían un pequeño gallinero, con gallinas y pollos, un cuarto muy pequeño, con un palo, donde les daban de comer.

Nicolás se desvivía por la gente, pura dedicación, no comía hasta que no acababa la consulta y había días que se le hacían las cinco de la tarde, pues había días que igual atendía a 70 personas. Aunque le llamaba a cualquier hora e incluso por las noches, cualquier necesidad o urgencia la atendía, personas heridas o enfermas. Solía tener la sala de espera llena y al principio la gente no tenía ni para pagar, ejercía por pura vocación. “Atendía gratis e incluso hasta daba medicamentos gratis”, recuerda Inés como algunos pagaban con comida y como tenían nevera de hielo, y cabía poco, lo daban a personas que lo necesitaban “Respetaba mucho la vida de los demás, nunca hablaba mal de nadie, ni se metía en la vida de nadie”.

Siempre estaba formándose, por dos veces acude a Barcelona a realizar cursos, a los laboratorios “Grifols”, además recibe un montón de revistas médicas que devora leyendo.  En una ocasión, salva a una persona del tétanos que había cogido al clavarse algo y unos laboratorios le preguntaron que había hecho.

Su mujer Josefina ayuda en la consulta, recibe, escribe las recetas y mantiene la estufa “tenían una estufa de leña de salamandra”, entre muchas otras cosas. La consulta les da mucho trabajo, además de tener que ir a visitar por las casas “vivieron a gusto”. Aunque nunca cogen vacaciones, prácticamente no falta nunca. Pedro Cascales sí que cogía vacaciones, todo el mes de septiembre. Siempre se ayudaban, se mandaban continuamente papeles. También su hija Inés ayuda en la consulta, con las bajas y altas, llevando un fichero muy detallado a máquina, ejerciendo de secretaria. Inés también es una gran lectora, como su madre, de tebeos y novelas. Para Margarita sus mejores recuerdos mejores son de cuando vivíamos en la calle Delicias «aunque luego nos fuimos a estudiar y solo pasábamos las vacaciones».

Como médico también lleva las localidades de Capdesaso y Lastanosa. Al principio va en tartana, no había ni coches hasta que comienza a haber taxis. Una vez casi caen al río Alcanadre con el taxi, “El primer coche que compró era de segunda mano”. Luego, con su coche llega hasta llevar a más de uno al hospital de Huesca. Pedro Cascales lleva Albalatillo y Pallaruelo de Monegros Sin olvidar a Domingo Pardo que ejerce como practicante. Hay un tiempo que, en el edificio conocido como el Hospital, Nicolás y Cascales tallan a los quintos que van a hacer el servicio militar obligatorio.

Nicolas con su hija Margarita y su marido.

Era sano y muy fuerte, siempre había sido de estar por casa y nunca de bares, una vida sana. Hacía vida muy normal, solía subir paseando hasta el barrio de la Estación de Sariñena. Odiaba la sandía y los melones, decía que producían cólicos. Muy amigo del farmacéutico Rafael Loste, del secretario Fidel Bailo y el comerciante Pepe Brunet. Se juntaban en la rebotica o en la parte alta de las Marianitas, la tienda de Pepe Brunet, y hablaban de sus cosas y, como no, de política. Más de una vez, Marga le tuvo que ir a buscar a las Marianitas para avisarle de una urgencia.

Nicolas y Josefina con un nieto, sobre 1980.

Era muy profesional jubilándose en 1978, incluso jubilado ayudaba y atendía a la gente. Muchas de sus pertenecías médicas de la consulta y del laboratorio fueron donadas al museo etnográfico de Sariñena. Solía decir que si volviese a nacer no sería médico, pero nadie le creía.

Nicolas y Josefina en Ordesa.

Fallece a los 76 años de edad el 10 de octubre de 1983, en Lérida junto a sus hijas y resto de familia “Babeaba con sus nietos”. Sin duda, un gran médico que dejó una gran impronta en Sariñena que lo recuerda con gran cariño y donde incluso una calle lleva su nombre. Ambos, Nicolas y Josefina descansan en el cementerio municipal de Sariñena, por voluntad propia.

Gracias a sus hijas Margarita e Inés.

Las Marianitas


El comercio sariñenense de costura y confección de las Marianitas, o el Marianito, como también se conocía al negocio que regentaban Pepe Brunet y Ascensión Latorre, confeccionaba todo tipo de ropa de trabajo, calzoncillos recios, camisas de abuela… “Pepito cortaba la tela y las subía arriba, al granero, donde cosían las mujeres”. Cosían en el granero donde había una gran terraza y también unos balcones que daban a la calle donde descansaban contemplando el bullicio de la calle Eduardo Dato, entonces la arteria principal de Sariñena.

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Pili, Josefina lafita, Josefina Anoro, Maribel y Francisco.

A finales de agosto, en casa de Josefina Anoro nos hemos reunido para recordar el comercio de las Marianitas, nos ha acompañado también Josefina Lafita y se nos han ido uniendo Pili Anoro, Maribel Anoro, Francisco y José Gomez. Fruto de aquel encuentro y con la excusa de Las Marianitas, hemos recorrido parte de los comercios que existieron en la historia reciente de Sariñena. Un gusto y un placer.

Las Marianitas tenían unas siete u ocho máquinas de coser y como había mucho trabajo algunas mujeres cosían desde casa. Las Marianitas se situaban en la calle Eduardo Dato, donde está casa Nogues, era de madera, con un gran mostrador de madera y además también vendían muebles. Trabajaban unas siete a ocho chicas, les pagaban muy poco, entre ellas Pilarin Sanz y Pilarin, La Pepina, la mujer de Mariano Loscertales (Hermana de Antolín). Además, en la tienda, vendían mercería, confección, lana, hilo, tijeras, máquinas de coser… Se vendía tanto en la tienda como por medio de comerciales que iban por los pueblos, tenían viajantes. A Josefina Anoro le ha tocado ir a vender máquinas de coser, de la marca Signa, con su hermana Maribel. Josefina Anoro cosía, atendía la tienda, limpiaba, fregaba… le ha tocado hacer de todo, incluso cambiar los muebles de la casa. También planchaban mucho y como no tenían plancha de vapor, con un cepillo humedecían la ropa para su mejor planchado. En la época de la conservera las mujeres que se casaban iban a las Marianitas y se compraban un baúl, de Caravaca de la cruz, donde metían el ajuar para el casamiento.

marianitas

José Brunet Puertas estuvo exiliado en México tras la guerra y volvió porque su madre se estaba muriendo. En su casa, con el tiempo, fue juntándose con amigos con los que hacían tertulias políticas, entre ellos el secretario y el médico Andión.

Josefina Anoro Garces nació en Sariñena en 1939. Su padre trabajó en la harinera, primero en la de Amado Pueyo camino de los Olivares y luego en la nueva que construyeron en el barrio de la estación de Sariñena: “Subía en bicicleta a la estación desde Sariñena con un farol de las procesiones para ver y ser visto, en la harinera iban a turnos”. Su madre trabajaba en casa y además iba a la estación ferroviaria a coger carbón. También tenían almendreras, vid, oliveras… A los 11 años, al salir de la escuela ya iba a coser a las Marianitas. Josefina Lafita Novellón también trabajó en las Marianitas, a los 13 o 14 años abandonó las escuelas para ir a coser. Natural de Ontiñena, Josefina nació en 1943, sus padres vivieron en Villanueva de Sijena y llevaron tierras de casa Blasco.

Cuando terminaban de coser, a la una del mediodía, iban a bañarse al río en verano, recuerda Josefina Lafita. Como hacía calor, bajaban al patio a coser, donde se estaba más fresco. Josefina Lafita se casó con Carlos Vived Conte de Castejón de Monegros, delineante, empleado de banca, pintor y en sus últimos años concejal del ayuntamiento de Sariñena. El hermano de Carlos, Jesús Vived Mairal fue sacerdote que ejerció en Sariñena, después de estar en Almudevar. Jesús fue organista en la SEO de Zaragoza, daba conciertos con sopranos, ahora tiene unos 86 años. Estuvo en la radio con Luis del Olmo, y luego en radio Miramar. Jesús fue amigo de Ramón J. Sender y escribió su biografía y más de cuarenta artículos sobre el escritor de Chalamera.

En Sariñena estaban las sastrerías de Moren, de Juan Lacerda y de Eduardo, que al principio estaba detrás de la iglesia y luego en la calle del medio, donde también fue tienda “Edusan”. También cosía Pilar la Cartujana, era modista y vivía arriba por donde está coaliment, le encargaban vestidos y tenía chicas que le ayudaban.

Han desaparecido casi todos los comercios y tiendas de antes y sin quererlo comenzamos a recordar algunos de ellos. Es el caso de la carnicería Sagarra, la carnicería de Pilarin Latre, primero estaba donde la zapatería de Laín y después en la calle Dato con el callejón del saco donde a las seis de la mañana ya había colas y por la calle Goya y Santamaría tenían unas carnicerías los hermanos Villacampa. La tienda de Laura que vendía vinos y frutas, las zapaterías de Laín, Bretos y la de Julín, enfrente de la de Bretos y donde antes había una posada donde daban comidas. Los Ballarines tenían una ferretería, por el cruce y la mercería en la calle Ugarte, por donde aún está el guarnicionero Ramoner y estaba Rosendo y la pescadería La Perla (Conocida como la pescadería de Gloria). En la calle Ugarte es donde se trasladó Tena, que antes estaba en la calle Soldevila. Por la calle Los Ángeles estaba la tienda de los Escalzo, donde vendían sardinas y frutas, la joyería en la plaza de la iglesia y la tienda de ultramarinos de Virgili en la plaza Villanueva. Ferraz en la plaza del ayuntamiento, donde se compraba a fiar, el joyero, que además vendía armas y munición de caza, y la farmacia de Loste. La tienda de la señora Mercedes que vendía comestibles y periódicos, donde luego estuvo la droguería de Sobella, en el cruce que llevó, popularmente, su nombre.

Las barberías de El Soto, Florentín, el señor José… La pastelería de Graciela, la actual Lamines, vendían pasteles que traían de Huesca, de la pastelería Ascaso: “Tenía un escaparate precioso”. Cerca estaba la Lucieta que vendía periódicos y revistas, por la calle Eduardo Dato. Maribel de joven repartió periódicos por las casas y leche. Los Gascones tenían la carpintería  por la calle del Horno. Las bicicletas de Fernando Alegre, vendía y arreglaba bicicletas por la calle Goya donde actualmente está la frutería del Rincón de Goya.

Bar El Peti y el bar casa Pitera que se encontraba en la plaza Constitución, donde está Charly sport y había futbolines. Se hacía baile en casa Porra, se iba a bailar los domingos por la tarde. El Bori, el Bodegón, donde está el centro Karma, había una pista donde chicos y chicas iban a patinar. Y casa Puchares, de Teresa la Pincheta donde los domingos se iba a comer caracoles, luego se pasó al Central. El Central lo cogió Trallero y montó una discoteca y años más tarde Manolo con el puf “El Cubano”.

El casino daba mucha vida al pueblo, era el centro cultural y recreativo de Sariñena. Trallero y Nones no dejaban entrar si no eras socio o si no ibas bien vestido para el baile. Pili recuerda como llenaban una torre de copas con champan, el casino lo llevaba Raimundo Cerdá. Había cine pero también en el Romea, José Gomez, marido de Josefina Anoro, recuerda como esperaban a entrar con la película empezada y así les cobraban menos y se podían gastar el resto en cacahuetes.  En el cine Victoria había un ambigú donde la Marta vendía de todo. José Gómez es natural de Sariñena, muy conocido en la localidad, ha trabajado en la harinera de Sariñena de 1962 a 1970, de matachín en el matadero de 1970 a 1979 y de conserje del Instituto de Educación Secundaria de Sariñena de 1979 al 2002. José guarda muchos recuerdos, es una enciclopedia viva de Sariñena.

En casa Muguerza se vendía bebidas, hielo y café, por la calle Goya. La Recaña vendía por las calles castañas, llevaba un carrer y debajo de los porches, de la calle Mercado, tenía una caseta donde vendía las castañas y en verano helados. También vendía castañas y helados la tía Mari Cruz, quien al parecer  fue la primera mujer taxista de Barcelona.

Pilarín Cano vendía cochecitos de muñecos y juguetes de niños, entre cestería y artículos de piel y muebles castellanos de bambú y mimbre, La Cestería. Concha “La Severa” tenía una verdulería, en la replaceta, plaza de la Rebolería, también había una pescadería y  otra por donde está el bar La Lifara, calle Justo Comín, la pescadería de la Candela. En la plaza del ayuntamiento estaba la tienda de Teresa, frente al Romea, que vendía petróleo para las estufas y pegado al Hotel Anoro había una de las gasolineras junto a la de Juanillo en la avenida Huesca.

Las tres hermanas, Josefina, Pili y Maribel se casaron en Sariñena. Francisco, el marido de Maribel es de Barcelona y cuando vino a Sariñena de joven, para las fiestas se pifó con el melocotón con vino. Francisco y Maribel han vivido en Barcelona, donde Francisco ha trabajado de cocinero, con él fueron a trabajar cuatro chicos de Sariñena.

En 1965 hubo un incendio en el cerrado de Torres, la guardia civil fue a buscar gente al Romea para que fueran a ayudar. Desde la acequia hicieron una cadena y con pozales fueron apagando las llamas. También hubo un incendio en el solar de la plaza de la Constitución, por donde estaba la Cai, que entonces era zona de huerta. En uno de los incendios murió desgraciadamente un transeúnte. En un incendio la Roser, la Muda, se escondió en la bañera y la sacaron por el tejado a casa Dupla. También estaba la Raquel Pilorda, tenía muchos gatos, era muy conocida y vivía por donde los morenos. Se quedó soltera e iba con los perros por el pueblo.

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Mercería Josefina

En frente de las Marianitas tenían un pequeño almacén donde Josefina Anoro instaló en 1967 la Mercería Josefina. Lleva 15 años jubilada y durante cuarenta y dos años ha regentado su tienda que ahora regenta su hermana Pili. Una Mercería con encanto, de siempre y de mucha identidad y querida por los sariñenenses y comarca.

Son muchos recuerdos, muchas historias que gustaría contar, estas son algunas de las que hemos de estar muy agradecidos a las Josefinas, a Pili, Maribel, Francisco y José por abrir las puertas a sus recuerdos y compartirlos para que no se pierdan en el olvido.

¡¡Muchas gracias!!