* Mariano López López en una terraza de Sariñena.
La memoria histórica es una dignificación de vidas que fueron arrastradas al olvido, de personas que bajo el fascismo encontraron la muerte, el exilio, la represión, el sufrimiento… y la terrible dominación que aún, en nuestros días, es tan latente. Pretenden que miremos hacia otro lado, que miremos adelante y no levantemos viejas heridas. Pero las heridas aún siguen abiertas y hay que cerrarlas para cicatrizar, ser una sociedad progresista y avanzada y desterrar definitivamente la amenaza del fascismo de nuestras sociedades.
He tenido el gran placer de conversar y escuchar a Mariano López López, quien vivió de muy joven la guerra civil española en la localidad de Sariñena. Su padre Mariano López Javierre, natural de Peralta, antes de la guerra fue capataz de telefónica en Barcelona. Al estallar el levantamiento militar, contra el gobierno de la Republica, se trasladó a Sariñena con su mujer Dominica López Castellar, natural de la localidad de Huerto, y sus tres hijos. Mariano López Javierre estuvo afiliado al sindicato de la CNT y tomó parte activa en el comité del gobierno local de Sariñena, ejerciendo el cargo de alcalde de la villa.
Mariano López López contaba con tan sólo cinco años de edad cuando estalló la guerra, pero aún mantiene vivos muchos recuerdos y no olvida todo lo que le contó su padre años más tarde de la contienda. Memoria viva de cuando su padre intervino en mítines, en mediación de conflictos, visitas al campo de aviación y cuando se refugiaban de los bombardeos. En el campo de “Alas Rojas”, el campo de aviación republicano de Sariñena, su padre se reunía con el general Montenegro.
“Los pilotos Rusos tenían una disciplina formidable, estaban siempre preparados e incluso dormían en el avión. Los cigarrillos rusos eran muy apreciados y a su padre siempre le obsequiaban con alguno.”
Mariano López López recuerda cuando miembros del POUM fueron expulsados por cometer maldades, se les dio 24 horas para abandonar el pueblo. Recuerda cuando un grupo intentó quemar la cárcel, suceso que al final se evitó; y cuando el cuartel de la Guardia Civil se tomó con horcas y escopetas ante la inmediata rendición del cuartel, “fue lo mejor, pues tenían preparado un duro ataque”. También recuerda cuando un grupo de la FAI quemó en la plaza los retablos de la iglesia. Su padre, Mariano Lopez Javierre, pasó los primeros días del levantamiento escuchando las comunicaciones, pudiéndose anticipar a las diferentes maniobras y evitar males mayores, fue un hombre integro y de paz.
Fueron momentos difíciles y duros, su padre tenía un Ford de ocho cilindros con el que pudieron huir a Barcelona. Cuando marchaban de Sariñena, el joven Mariano López López, recuerda observar como colocaban las cargas sobre el puente del río Alcanadre, el avance de los nacionales estaba cerca, muy cerca. En Barcelona tuvieron un serio percance en una gasolinera, al repostar de combustible se incendió el vehículo, hecho que Mariano hijo, hoy en día, no considera que fuese fortuito. Aún así, la familia consiguió escapar a Francia, el padre retornó a España durante los últimos seis meses de la guerra huyendo, de nuevo a Francia, al finalizar la guerra. La acogida en Francia sólo trajo más desgracias, su padre fue internado en el campo de concentración de Argelès, mientras el resto de la familia sobrevivió en una torre de caballos. El campo de concentración de Argelès, al principio, solamente consistía en una explanada de tierra y con el tiempo se fueron construyendo barracones de madera, los mismos prisioneros los construyeron. Había guardianes del campo que disparaban a quien trataba de salir del campo. Mientras la familia vivía en la torre de caballos, su hermano Florial, de catorce meses de edad y nacido en Francia, enfermo, por lo que fue ingresado en un hospital de monjas. Mariano recuerda acudir a visitarlo y ver como lo mimaban las monjas, como lo trataban de una forma muy especial. Pero en una de las visitas se les comunicó su muerte, vieron tan sólo su ataúd de madera y aunque les dijeron donde lo enterraban, nunca encontraron el lugar de su tumba. “Quizá no murió en ese hospital y fue adoptado por alguna pudiente familia francesa…”
Tuvieron la oportunidad de abandonar Francia para dirigirse en barco hacía Latinoamérica, pero la necesidad de mano de obra en Francia les dejo en el continente europeo.
El fascismo que se levantó contra el gobierno legítimo del pueblo, destruyó vidas, tantas vidas anónimas y algunas como la de Mariano López López han vuelto a su lugar encontrando silencio, incluso desprecio, en una España con una historia reciente escrita y dominada por los vencedores fascistas. Mariano López López vivió en Francia la segunda guerra mundial, de nuevo su vida se encontró con el fascismo, ha vivido su vida en Paris, pero siempre ha regresado a sus orígenes. La emoción es incontenible al recordar la infancia, los amigos que nunca se olvidan y que una vez más se han visto por las calles, conversando en la terraza de cualquier bar de la Sariñena actual.
Un privilegio encontrarme con Mariano, de escuchar y aprender, de sentir que las personas esconden historias que nos implican a todos y todas para dignificar y respetar nuestro pasado. En esta línea continuaremos, desde la web “Os Monegros” abrimos los ojos al pasado, a la recuperación de nuestra memoria histórica y en diferentes artículos, próximamente, espero poder sumergirme en la delicada historia reciente de Sariñena.
Mirando al futuro, caminando el presente y construyendo el futuro.
Publicau en Os Monegros el 15 septiembre del 2013.
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