María es natural de Santa María de Buil, localidad perteneciente al municipio de Aínsa Sobrarbe, entre Aínsa y Arcusa. Nació en 1932 en la pequeña localidad sobrarbense, entonces apenas eran unos 40 vecinos, con sus principales iglesias de Santa María, donde fue bautizada, y la iglesia de San Martín, la de abajo. “Hay trece iglesias y once cementerios, era un pueblo con muchas aldeas y montañas” y con mucho cariño María recuerda la ermita de San Lino, camino a Morillo de Tou.
María se ha criado a carga de burro, a la escuela fue poco y pronto tuvo que trabajar en casa, ella era la segunda de cinco hermanas y un hermano. Era un pueblo muy pequeño, en 1950 llegó la luz y la carretera no ha llegado hasta hace muy poco. Se juntaban en casas, iban a misa y de romerías.
Tenían cabras, ovejas, algunas vacas, tocinos… labraban con mulas y güeyes. A Aínsa iban a comprar con la burra y vendían algún cordero o tocino cuando podían. “No se gastaba nada”, tenían pocos dineros y se hacían casi todo, se hacían la ropa, con lana de ovejas, los calcetines, los jerséis… Hacían su propio pan, cultivaban cáñamo y hacían sacos, mandiles, alforjas… Tenían colmenas, recogían la fruta de verano y hacían mucha conserva para el invierno, “Ahora, muchos de los campos están poblados de pinos, ya no hay viñas ni olivares”.
A los veinte años se casó y bajó a tierra plana, a Sariñena. Su marido, Casimiro López “Morcilla” era el chatarrero del pueblo. La chatarrería la comenzó Matías, el padre de Casimiro, a la salida de Sariñena carretera a Zaragoza y enfrente de la Laguna. Sus padres también se bajaron al llano, fueron a parar a Grañen, donde se compraron casa y montaron una vaquería.
“La gente llevaba la chatarra y también la iban a buscar, el beneficio estaba en la selección”, clasificaban los metales (Aluminio, cobre, plomo, hierro…) empacaban el cartón y recogían el vidrio, botellas de coñac, de champan… Después lo vendían a Zaragoza o lo venían a buscar desde Pamplona. De los coches se vendían muchas piezas, como recambios, y también se vendían hierros para obras, mientras el cartón y el vidrio se mandaba a Lérida para su reciclado. Francisco, Quico “Matavinos” recogía con un motocarro las cajas y cartones de las tiendas. También se recogía muchos sacos de papel, sacos de simiente que utilizaban en agricultura.
María sabe hacer frivolité, una labor de punto que se teje a mano con lanzadera, es una labor muy difícil de hacer y muy antigua, se lo enseñó una maestra que fue al pueblo cuando era niña, en cambio su hermana no consiguió aprender la técnica.
Vivieron en la calle Goya y tuvieron dos hijos, una chica y un chico, el hijo continuó el negocio hasta que falleció. Trabajaron mucho en la chatarrería: “había mucho trabajo”. Ha estado muy ligada a la laguna, la lleva en el corazón. Ha visto la laguna toda helada: «antes era más pequeña y había muchos más patos, golondrinas…» María recuerda una noche con la luna llena con la laguna completamente helada. Un precioso recuerdo que María nos ha compartido, agradeciendo de corazón su memoria, gracias María.
Un agradecimiento a Pilar Guerrero y Aimar Mir de la Residencia de la tercera edad de Sariñena por su colaboración para la realización de las entrevistas, gracias!!.