Pilar Naudín Tella –La Nivela: La última bruja conocida de Sariñena
Por Manuel Antonio Corvinos Portella
Capitulo I
Llamarla bruja me parece excesivo aunque sus habilidades y artimañas pudieran catalogarse como próximas a esta rama del esoterismo. En cierta manera podríamos decir que practicaba la llamada magia blanca o brujería benéfica. Este tipo de magia es aceptada por la sociedad sin ningún problema. La otra, la denominada magia negra, se lleva a cabo en concomitancia con las fuerzas del mal para producir daño y no es aceptada por la sociedad.
Pilar era una persona de carácter adusto y a la que nadie vio nunca sonreír. La soledad, las necesidades económicas, la incomprensión y el misterio inherente a sus inclinaciones por lo oculto debieron moldear su fuerte personalidad. Su mirada dura y penetrante y su encogida figura emanaban un no sé qué inquietante.
Pequeña, algo encorvada, cara espabilada y con la psicología suficiente como para aprovecharse de la ignorancia o de las necesidades de la gente.
Siempre vestida de oscuro y no muy aseada, le seguía a todas partes un olor especial derivado de la colonia que usaba llamada Ronquina. Es este un ungüento capilar elaborado con plantas medicinales como el romero y la quina, con propiedades antibióticas, antisépticas, cicatrizantes, vasodilatadoras y fortalecedoras del cabello.
Era una mujer de una personalidad muy singular para la época, pues sus aficiones por lo oculto le granjeaban burlas, algún problema y también soluciones alternativas a sus necesidades primarias. Era una persona independiente que no tenía ningún reparo en viajar sola, pero que siempre buscó, a su manera, relacionarse con la sociedad en la que le había tocado vivir, aún teniendo la desventaja de que no sabía leer ni escribir.
Visitaba asiduamente las casas de sus vecinos para charlar, escuchar la radio, contar historias o para que (según Mari Lacerda) le escribiera cartas Teresa Etura en el taller de la sastrería. También me dijo Mari que a veces hacía vaticinios en trova.
Amiga de santos y espíritus se desplazaba una vez al año a visitar al Cristo de Balaguer, conocido por sus milagrosas curaciones. De allí se traía hierbas con propiedades curativas.
También era asidua del santuario de los santos Cosme y Damián, médicos del siglo IV que fueron muy conocidos en su tiempo por sanar todo tipo de dolencias a personas y animales. Ambos murieron decapitados por orden del emperador Diocleciano. El recinto religioso de los citados santos recibió en el siglo XIV (Edad Media) algunas de sus reliquias y desde aquel momento se convirtió en lugar de peregrinación de numerosos enfermos. Anteriormente al cristianismo ya era visitado por motivos parecidos. Se halla situado próximo al pueblo de Liesa en la Hoya de Huesca.
Como parecía tener el don de adivinar el futuro recibía en su casa a numerosas personas para tal fin. También realizaba conjuros para invocar o pedir la intervención de alguna fuerza sobrenatural.
Algunos pudieron ver en ella a una pícara medieval, pero en su defensa hay que decir que tenía mucha fe en lo que hacía, en las fuerzas del más allá y en la interrelación entre ambas.
Poco, aparte de sus andanzas, se conoce de esta atípica mujer. Posiblemente el “respeto” a sus habilidades hizo que el pueblo pasara página y cerrara esa ventana que daba al pasado más oscurantista.
El apellido Naudín es de origen francés y está datado en ese país desde el siglo XII.
En Aragón aparece documentado como infanzón en las Pedrosas (Zaragoza) en el siglo XVIII y también en Castejón de Valdejasa (ambos pueblos muy próximos).
En su certificado de defunción aparecen los siguientes datos:
- Nacida en 1881 en Zaragoza.
- Sus padres se llamaban Juan y María.
- Viuda de Manuel Labad.
- No tuvieron hijos.
- Fallecida el 14 de abril de 1968.
Capitulo II
ANECDOTARIO
En este segundo y último capítulo vamos a conocer alguna de las muchas andanzas y habilidades que se recuerdan de Pilar Naudín. Como verán, unas tienen bastante sorna, otras son de cierta picaresca y otras carecen de explicación. Pero en casi todas esas intrigas se ve la mano de una persona diferente al resto.
Leamos pues:
-Acostumbraba a decir que el coche fúnebre que llevó los restos de su marido Manuel al cementerio de Huesca iba sin conductor.
-Contaba que se comunicaba con su marido a través de sonidos: “Manoler, si eres tú da tres golpes en la puerta”.
-Cuando el cielo se oscurecía por las tormentas, la Nivela echaba sal en el “branquil” de su puerta y colocaba tijeras y tenazas del hogar formando cruces. Ella siempre se vanaglorió de que mientras realizó este ritual nunca hubo “pedregadas” por Sariñena.
-También solía echar agua bendita en las estancias de su casa. Según me contó Faustino Blanco tenía agua bendecida de trece iglesias distintas.
-Me relató Ilda Gómez que allá por el año 1955 hubo cinco chicas que tenían que presentarse al examen para recibir el Certificado de Estudios Primarios. Dada la importancia del asunto fueron a preguntar a la Nivela por su futuro académico. Lo decidieron un poco a la ligera y otro poco por si acaso era verdad lo que se decía de ella. El caso es que nuestra vidente se percató enseguida de la situación y les contestó irónicamente que se fueran tranquilas puesto que cinco días después de realizada la prueba sabrían el resultado.
La citada prueba consistía en un dictado, una redacción, un problema de aritmética, un dibujo lineal desarrollando algún poliedro y un dibujo artístico.
-Esta anécdota me la relató Domingo Lana y ocurrió en una caseta de las Barceladas donde se hallaba un grupo de hombres dando buena cuenta de un almuerzo mientras alcahueteaban de los asuntos locales, entre ellos las andanzas de la Nivela. De pronto oyeron unos golpes en la puerta y se les apareció inesperadamente Pilar. Con aquel carácter fuerte que la caracterizaba les espetó: “¿Quién de vosotros ha dicho que la Nivela no iba a presentarse en esta reunión?”, y como uno de ellos mostrase algún gesto de incredulidad lanzó una frase al más puro estilo del famoso adivino francés Nostradamus: “Estaba cogiendo flores en el campo, vino un burro y me escupió”. Dejó a todos descolocados con la frasecita y no supieron qué responder. Tras lo cual se quedó a charlar un rato y de paso a distraer el hambre.
-En esta historia que cuentan de ella, el tiro le salió por la culata. Nos habla de una esposa celosa que le fue a consultar sobre las posibles andanzas de su marido. Nuestra bruja le comunicó que éste se veía con otra mujer. La “engañada” se enfadó terriblemente y al llegar a su casa se lo contó al esposo. Al enterarse el acusado, se enfado más todavía y urdió una trama para desenmascarar a la falsa adivinadora.
Siguiendo el plan concebido hizo venir a Pilar para que le diera más información de las aventuras de su marido. Mientras tanto el hombre permanecía escondido en una habitación próxima. Al llegar, la mujer le preguntó dónde estaba su esposo en ese momento, la Nivela le aseveró que ahora mismo estaba con su amante. Oído el falso vaticinio salió airado el marido y se armó la de San Quintín.
-Por las noches solía ir, después de cenar, a casa de algún vecino a tener un rato de tertulia. Los pequeños de la familia lo pasaban de miedo con las historias de cementerios, almas en pena y del más allá que acostumbraba a contar y que ella adornaba parándose en lo más peliagudo de la historia, suspirando profundamente mientras musitaba: “Ya me ha entrado un espíritu”.
-Un hecho que también tuvo mucha repercusión fue cuando halló la chaqueta sustraída del padre de Faustino. Por esta rocambolesca operación recibió un “enfarinoso” y una botella de anís de parte del sustractor para que no lo delatara.
-En otra ocasión vaticinó, en el bar Chicote de Sariñena, mediante el echado de cartas, la muerte de uno de los contertulios diciéndole: “Cinco puñales llevas clavados en el corazón, cuando pasen cinco meses estarás dentro de un cajón. Llevas un pistón que quema mal la gasolina y si te comes las uvas, a Reyes no llegarás”. Aquella cuadrilla se echó a reír con la ocurrencia, pero pasados cinco meses el augurio sucedió tal como la Nivela había predicho.
-Se encontraba G.M.M. paseando con su bicicleta por el puente del río, allá por el verano del 1959 cuando se topó con nuestra protagonista. Por aquel entonces G.M. tenía doce años de edad y ya no recuerda si lo hizo por picardía o por candidez. Sea por lo que fuere, le preguntó si querría adivinarle el porvenir, a lo que nuestra bruja asintió y le profetizó que sería rico y que se moriría a los sesenta años. Teniendo en cuenta que ahora el antedicho tiene setenta es casi seguro que Pilar le tomó el pelo.
-Este otro sucedido ocurrió un día cualquiera del mes de septiembre de mitad del siglo XX. Se acercó Pilar a la carpintería de Antonio Gascón Orlac en la calle del Horno para encargarle una mesa de pino con tres patas. La Nivela tenía intención de emplear la mesa para echar las cartas a los vecinos que se acercasen a verla.
El encargo puede parecernos muy normal, pero si uno investiga entre los arcanos de la hechicería descubrirá que, en las ceremonias de iniciación de los Caballeros del Templo de Salomón, aparece un altar con tres patas visibles. Representan los tres pilares del mundo cotidiano; la cuarta, la que no se ve, representa al mundo invisible. Posiblemente esta imagen fue utilizada por los magos como una señal a imitar.
Aquella mañana pues, se presentó Pilar a realizar su encargo y después de acordar precio y forma, Gascón Orlac decidió aprovechar la circunstancia e inquirió a la Nivela por el futuro de su hijo Jesús allí presente. Ella sólo le preguntó por la fecha de nacimiento y al conocer que era el 12 de junio miró al muchacho fijamente y dijo: “Día del Corpus” y seguidamente manifestó: “Este zagal tendrá muchos hijos y se ganará muy bien la vida”. Y como todos ya conocen acertó de pleno.
Estos y otros casos que no han salido a la luz, dieron a la Nivela la fama de bruja que ha llegado hasta nuestros días entre los que peinan canas. Para unos, era una impostora y para otros no. Ambos pareceres, el tiempo en qué vivió y las dificultades que tuvo que sortear nos dan idea de una mujer fuerte que ha dejado su impronta en el recuerdo de los sariñenenses.
DATOS ANEXOS
Su marido se llamaba Manuel, era de buena presencia y la sobrepasaba en bastantes centímetros, trabajaba como albañil de la RENFE. No tuvieron descendencia y vivieron en la calle Ugarte número 9. Pilar se quedó viuda muy pronto y debió de pasarlo económicamente mal por lo exiguo de la pensión de viudedad que quedaba en aquellos tiempos, también disponía de un huerto y lo trabajaba.
Posiblemente nunca sabremos por qué se le apodó como La Nivela. Hilando con trazos muy gruesos podría especularse con la profesión del marido y el paso a nivel de la estación.
Pudiera ser que la famosa mesa de tres patas aún estuviese arrinconada en el granero de la casa sita en la calle Ugarte número 9.
Capitulo III
No tenía pensado escribir un tercer capítulo sobre esta singular mujer, pero al recordar que la familia Fernández-Garrido ocupó la vivienda después de su fallecimiento, decidí aprovechar la oportunidad para concluir el tema visto desde otro ángulo.
Ocurrió que, terminada la construcción de la presa de El Grado a finales de los años sesenta, varios de los obreros que en ella trabajaron para la empresa Auxini se desperdigaron por las poblaciones cercanas. Varios de ellos llegaron a nuestra villa y aquí se establecieron.
En aquella época el boom urbanístico en Sariñena aún no había comenzado y las viviendas de alquiler escaseaban. A pesar de dichas limitaciones, la casa sita en la calle Ugarte número 9 no parecía interesar a nadie. Es fácil imaginar que la fama que había perseguido a su antigua propietaria imponía cierto recelo o incluso miedo a los posibles arrendatarios.
La familia Fernández-Garrido con menos aprensión que los demás habló con el dueño, llegaron a un acuerdo y por un ventajoso precio se la arrendaron. Florentín les puso la condición de que nunca debían entrar en una habitación situada en la falsa y que estaba cerrada con llave.
Entraron a vivir en aquella enorme casa un día de 1968 y enseguida se dieron cuenta de que no era una vivienda normal. Entre otras cosas por el tamaño de las habitaciones, por las numerosas dependencias que había entre las tres plantas, por como estaban distribuidas, por aquel gato negro de bastantes kilos de peso que deambulaba desconcertado por la falsa observando a aquellos intrusos y por otras cosas que luego veremos.
Por cierto, aquel enorme gato era utilizado por nuestra protagonista para realizar adivinaciones, para ello colocaba varios platos boca abajo en el suelo, en un momento dado el felino se dirigía a uno de ellos en particular y seguidamente Pilar lo levantaba e interpretaba lo que el plato ocultaba.
Manolo y Eduardo, los pequeños de la familia, vieron en aquel enigmático edificio un filón donde desarrollar su espíritu aventurero y a fe que no se dejaron rincón de visitar, incluida la habitación prohibida.
En el patio de entrada llamaba la atención un enorme lavadero de obra de unos dos metros de largo en el que incluso podían bañarse los dos muchacho o lavar ropa varias mujeres a la vez. El “estanque” era alimentado por un grifo de considerables dimensiones.
También había en ese patio, al fondo a la izquierda, una sala pintada toda ella de color azulete (índigo). El azulete es un color mágico y desde tiempo inmemorial se ha utilizado para ahuyentar o impedir la entrada en las viviendas a demonios, brujas y otros seres del inframundo. La extraña estancia carecía de luz, tanto artificial como natural, por lo que para moverse por su interior era indispensable alumbrarse con velas. Precisamente era allí donde Pilar recibía a las “visitas” que querían conocer su futuro y era en la mesa de tres patas, que comenté en el anterior capítulo, donde les echaba las cartas del Tarot o realizaba vudú con unos muñecos que ella misma confeccionaba.
En aquella lúgubre sala nuestros dos muchachos se atrevieron a entrar en contadas ocasiones porque cuando lo hacían notaban sensaciones perturbadoras. En su primera visita encontraron solamente velas, ungüentos, aceites, hierbas secas y no vieron ningún mueble.
Completaba el plano del patio una cocina a mano derecha con un enorme hogar rodeado por dos cadieras en consonancia..
A la primera planta se subía por unas escaleras situadas a la izquierda del patio, en ella había dos habitaciones, cocina, despensa y comedor, todo muy normal. Aunque en la habitación de los chicos había un descomunal armario empotrado con un hueco de unos 2 o 3 metros de largo por unos 50 cm de ancho que en tiempos debió estar disimulado.
Ambos muchachos dicen que vivieron a gusto esos años, pero de todas maneras no las tenían todas consigo, sobre todo cuando tenían que subir de noche al granero a buscar algo o bajar a cerrar la puerta de la calle, teniendo en cuenta que las bombillas alumbraban lo justo para no tropezar y que en la imaginación infantil las sombras cobran vida y se mueven al antojo de voluntades inciertas, desconocidas y misteriosas, vaya usted a saber… Y además estaba el gato negro que con sus brillantes ojos amarillos resaltando en la oscuridad le daban a esta unas posibilidades maléficas inagotables.
Me cuentan Eduardo y Manolo que aquella habitación prohibida del granero era como la manzana del paraíso y que un día, no pudiendo aguantar más, decidieron entrar y saciar su curiosidad. Esperaron a que sus padres los dejaran solos y entonces se pusieron manos a la obra. La habilidad de Eduardo debía ser especial puesto que después de manipular un rato la cerradura se abrió. Observaron prudentes y expectantes desde la puerta los variopintos objetos que en ella estaban guardados. Vieron colgada en la pared una cruz con su Cristo clavado en ella, varias estanterías soportando numerosas botellas de licor vacías y algunos recipientes con fluidos ya secos que en otro tiempo debieron ser pomadas artesanales; y de pronto, advirtieron en un rincón la presencia de un impoluto y enorme arcón que exacerbó aún más la inclinación de ambos por lo clandestino. No les fue difícil abrir aquel “Arca de la Alianza” descubriendo en su interior objetos de diversa índole y muy bien ordenados: había una vajilla roja de la Cartuja de Sevilla, ropa de cama, camisones, una túnica de color negro, dos extrañas copas de vidrio y un espectacular pañuelo de seda negra que, según ellos, pesaba demasiado.
Satisfecha su curiosidad, ambos decidieron dejar todo como estaba, cerrar la puerta y dedicarse a otras cosas propias de la edad.
Pasados los años la familia Fernández- Garrido cambió de residencia y Eduardo decidió irse a vivir a Zaragoza. Estando allí le ocurrió algo inesperado, no sabe cómo, pero se dio cuenta que tenía aptitudes para adivinar el futuro echando las cartas al igual que la Nivela. Tuvo mucha aceptación en el barrio donde se había establecido y estuvo varios años realizando esta actividad esotérica.
Dado que ningún antepasado suyo había tenido esta habilidad, es normal especular que pudo adquirir aquellos poderes en aquella enigmática casa.
La muerte de Pilar Naudín sucedió en soledad. En una primera vez y al no dar señales de vida fue llamada la Guardia Civil para que entrara en su casa por la fuerza, la encontraron aterida de frío debajo de la cama. Parecía como si al no poder levantarse de alguna caída se hubiese refugiado en aquel lugar. Hubo una segunda vez en que la autoridad debió de nuevo entrar ante la falta de noticias, en esta ocasión la encontraron en el mismo lugar, pero sin vida. Fue enterrada el 14 de abril de 1968.
Desde estas líneas quiero agradecer, en este tercer y último capítulo a Manolo y Eduardo por ayudarme a descubrir los lugares donde Pilar Naudín tenía su vivienda. Una mujer de fuerte carácter que despertó desprecios, recelo y cierta fascinación entre la sociedad sariñenense de mitad del pasado siglo.
Me hubiese gustado añadir al reportaje algunas fotos, pero me ha sido imposible conseguirlas.
Debo agradecer a todas las personas nombradas en este trabajo porque cada una ha aportado sus recuerdos o experiencias y la suma de todas ellas ha servido para tener un conocimiento más humano de una persona tan especial.
Manuel Antonio Corvinos Portella