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Ainhoa Trinidad, bibliotecaria de Lalueza y San Lorenzo del Flumen


Ainhoa Trinidad Funes nació en 1978 en Huesca y en el año 2005 se casó y vino a vivir a Lalueza; estando entre los dos sitios desde entonces. Es la responsable de la Biblioteca pública de Lalueza y San Lorenzo del Flumen, una imprescindible en nuestra serie de bibliotecarias rurales de Los Monegros.

Recuerdos de la niñez, escuela, juegos, tradiciones, la vida en el pueblo, marchar y quedarse, lo que ha cambiado, la vida de antes, trabajos, el papel de la mujer…

Mi infancia huele a albahaca, a San Lorenzo, a mi abuela, a mis amigas “La Cla” que son mi familia.

He crecido rodeada de mujeres fuertes e independientes que me han hecho ser la mujer que soy y valoro el papel de esta en el mundo rural, estoy convencida de que ha sido reconocido. Las dos palabras que la definen son voluntad y participación.

Desde cría soy muy aficionada a la lectura asi que es un lujo trabajar en una Biblioteca.

Tengo muy buenos recuerdos de juventud en Lalueza, donde he formado una familia.

¿Bibliotecaria? ¿Cómo has llegado a ser bibliotecaria rural? ¿Qué significa ser bibliotecaria en un pueblo? Dificultades, alegrías…

En 2005 me casé y fui a vivir a Lalueza, salió la plaza en el Ayuntamiento y estuve trabajando, haciendo sustituciones hasta el 2010, desde el que llevó trabajando ininterrumpidamente.

Ser Bibliotecaria rural es una ACTITUD. No se centra sólo en el trabajo de Bibliotecaria; siendo esta pequeña no sólo te ocupas de la selección de libros, registro y catalogación, préstamo y organizar las actividades que se realizan, sino que es una actitud de implicarse con los demás, de sonreír, de escuchar, de preocuparte, de comprender, de compartir, en resumen, de tener una actitud de apertura y de confianza en las personas.

Las dificultades evidentemente son el presupuesto que disponemos y en particular el tener que ocuparte de dos Bibliotecas; la de Lalueza y la de San Lorenzo, pertenecientes al mismo Ayuntamiento, no sólo se comparte el fondo, sino que las actividades que realizamos siempre se hacen en los dos municipios, con que los recursos que contamos se reducen. El tiempo que tengo que dedicar a cada una estando a media jornada, es muy limitado, pero tengo la satisfacción de contar con muy buena gente que siempre están dispuestas para echar una mano y un trato muy cercano con el Ayuntamiento, gracias a esto la Biblioteca está viva, son indispensables.

¿Bibliotecaria rural, mucho más? Actividades culturales, centro social…

Realizamos distintas actividades culturales en la Biblioteca; desde cuentacuentos, talleres de escritura, de encuadernación, de costura, de pintura de cerámica, de poesía, manualidades.

Tenemos una especial ilusión puesta en el Club de lectura, con 20 mujeres.

Intento traer las últimas novedades, nuestra Biblioteca está muy actualizada, además continúo con el préstamo a domicilio, indispensable en el confinamiento y un servicio más que hago de buen grado, ya que me permite llegar a gente que bien por horario o edad no pueden acudir a la Biblioteca o simplemente ¡por comodidad!

El 23 de abril celebramos los tres municipios el día de Aragón, este año toca en Lalueza donde aparte de actividades para los más pequeños, organizamos la tradicional Feria del libro, contaremos también con una muestra de cerámica de La Asociación de San Lorenzo y colaboramos con la Asociación Española contra el cáncer Sariñena-Monegros con la venta de rosas solidarias.

¿Qué es un libro?

Los libros pueden desempeñar un papel fundamental en nuestra vida, leer es una actividad personal, individual y desarrolla principalmente la empatía, muy necesaria en estos tiempos convulsos.

Un género literario, un libro imprescindible, escritor/a, una poesía, una palabra bonita, una gran frase, una película y una canción

Soy muy aficionada a la novela histórica, mis indispensables son Los episodios de una guerra interminable de Almudena Grandes, la trilogía de Escipión el Africano de Santiago Posteguillo. Mis imprescindible “Eichmann en Jerusalén” de Hannah Arendt y “o charrar d´a chen de Uesca” de Francho Nagore.

Me encantan los libros infantiles de Anna Llenas y un libro de poesía “Poemas de una colona” de Mari Tricas, sin duda.

Una palabra bonita; GRACIAS

Una frase “Ya que estamos de paso dejemos huellas bonitas”.

Una película “El poder del perro” ha sido un descubrimiento

Una canción; estaría entre “S´ha feito de nuey” “Dicen que un querer ye de dos nomás

y que ye mas fácil fer-lo caminar cuando l’uno caye l’atro a devantar”.

y “Motivos de un sentimiento” de Joaquín Sabina. “¡Qué manera de aguantar, qué manera de crecer, qué manera de sentir, qué manera de soñar, qué manera de aprender… qué manera de VIVIR!”

Una reflexión sobre el papel de las bibliotecas en nuestros pueblos y, sobre todo, frente a la despoblación.

La Biblioteca tiene un papel fundamental en nuestros pueblos ya que es el servicio cultural y social más cercano, capaz y dinámico para atender a todas las personas que no pueden acceder a otros recursos.

¿Qué sientes al oír Los Monegros?

Cuando escucho los Monegros siento que estoy en casa, en familia, son los tantos momentos vividos en la Peña “Los Monchit@`x”, los amigos, el recuerdo con cariño de los que no están, es descanso, Felicidad…VIDA

Una esperanza, ilusión o deseo.

¡VIVIR!

Lorenzo Abadías López


La vida de nuestros pueblos es la historia de nuestra gente y la vida de Lorenzo es la vida de un hombre llano, forjado en la vida rural que tanto nos caracteriza. Lorenzo y su mujer Leandra regentaron “El Gorrión” un bar del barrio de la Estación de Sariñena. Tiempos de trasiego y vida, sobre todo de vida de un barrio rebosante de actividad que hoy en día es paradigma de la despoblación y del abandono del medio rural.

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Lorenzo nació en Novales en 1929 en el seno de una familia de agricultores. En casa fueron tres hermanos y aunque fue a la escuela hasta los 13 o 14 años, pronto Lorenzo tuvo que trabajar; “El maestro era hijo de Compaire”. De joven Lorenzo cogió las fiebres de malta, una enfermedad muy normal en aquellos tiempos causada por una bacteria que afectaba, principalmente, a personas que trabajan con animales o productos infectados. Su padre estuvo en la cárcel tras la guerra, lo que obligó a Lorenzo a llevar el huerto y las tierras. A los 10 años ya iba al huerto: “En Novales había bastante huerta y todo era para casa”. Con una burra de su abuelo y una mula de casa iba a labrar al campo, de lo bien que lo hacía los mayores se quedaban sorprendidos: “Tenía una faja muy larga”. En la huerta se ponía mucha patata: “Entonces comenzó a aparecer el cuco de la patata, al principio los quitábamos a mano con mi madre, después llegaron los tratamientos”.

Lorenzo se acuerda de ir a visitar a su padre, estaba trabajando en una carretera  por la zona de Campo o por allí cerca, se encontraba preso en las capuchinas de Barbastro.

Con los años Lorenzo comenzó a trabajar de mozo mayor en Callén, llevaba las tierras de la casa, labraba, sembraba, cosechaba… y apacentaba las mulas: “Fue un año muy seco y no se sacó nada de la tierra”. Luego realizó el servicio militar en Melilla, estuvo 18 meses en transmisiones. Al acabar el servició volvió a Callén, donde estuvo dos años de mozo en otra casa. Pero un año antes de hacer la mili, Lorenzo había conocido a Leandra Peña, quien con el tiempo fue su esposa. La familia de Leandra tenía un bar en Fraella: “Tuvieron la primera televisión del pueblo y la gente acudía al bar para verla”.  Lorenzo y Leandra se casaron en Fraella, donde Lorenzo trabajó para un tío suyo.

Tras unos años de casados se vinieron a vivir al Barrio de La Estación de Sariñena, donde adquirieron el bar “El Gorrión”, Lorenzo por entonces tenía unos 35 años. El bar “El Gorrión” además fue tienda, lo inició la familia Porta y después lo tuvo Rafael. En “El Gorrión” daban comidas y les fue muy bien cuando renovaban las vías: “Entonces había mucha gente en la estación”. También estaban los de las oficinas que se quedaban en casa a dormir y de la harinera alguno se pasaba a tomar algún café. A Lorenzo le regalaban carbón: “En la estación había una gran montaña de carbón para los trenes”.

Casi siempre cocinaba Leandra, algunas veces Lorenzo, aunque más bien pocas, normalmente él estaba en la barra. Además atendían la tienda donde además de comida vendían de todo. “Había días que repartíamos hasta 40 comidas y algunas pocas cenas, unas cuatro o cinco, pues muchos trabajadores bajaban a dormir a Sariñena, sólo algunos dormían en el Cuarto de Agentes”.

Lorenzo y Leandra llevaron el bar y la tienda durante unos treinta años, hasta que se jubilaron. En el mismo bar han hecho la vida, han tenido tres hijos, dos chicos y una chica. “Antes pasaban muchos trenes y paraban todos, había mucho movimiento, ha cambiado mucho la estación”.

Un agradecimiento a Pilar Guerrero y Aimar Mir de la Residencia de la tercera edad de Sariñena por su colaboración para la realización de las entrevistas, gracias!!.