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Eugenio Monesma Moliner, el nieto del Trenzaderas


Con raíces monegrinas, el etnógrafo, investigador y documentalista altoaragonés Eugenio Monesma Moliner siempre ha querido y valorado esta tierra. Ha pisado el polvo monegrino, aventurándose a descubrir e inventariar los secretos del territorio, sus piedras de areniscas, construcciones tradicionales y sus gentes, costumbres y oficios, el saber popular y recorrer sus paisajes. Para Eugenio, Los Monegros posee un valor excepcional, pero ha de ser su propia gente quien reconozca y ponga en valor a Los Monegros.

Eugenio Monesma Moliner en el paraje de Jubierre.

Gregoria Pallares Cor, abuela materna de Eugenio, era natural de Castejón de Monegros. De joven marchó a servir a una casa de Sariñena, lugar donde conoció a su abuelo Pedro Moliner, natural del mismo municipio de Sariñena. Le decían el Trenzaderas, a modo de apodo, y le llamaban así por las trenzas de los pantalones que siempre llevaba sueltas. Se casaron, pero los cinco primeros hijos murieron. Al sexto, Benito, lo pasaron por la acequia la noche de san Juan y se marcharon de Sariñena, nunca más volvieron – ¡Consiguieron engañar a la maldición! -.

Eugenio nace en Huesca, donde ha desarrollado su vida. Con 18 años se fue a Ibirque, al lado de Nocito, con un pastor, para aprender la vida de pastor. Para Eugenio, la etnografía y antropología ha sido algo vocacional, afición y profesión que ha compartido con su primo Manuel Benito y Ángel Gari, del Instituto Aragonés de Antropología.

Pronto comienza a grabar artesanos y documentar oficios. Eugenio ya se había iniciado en la realización con cortos en super 8, películas de corte pacifista y cortos de animación. “Jaque de Reyes” fue uno de sus cortos, sobre las guerras y su maquinaría, cómo se organizan, quienes combaten, quienes pierden, quienes ganan y quiénes se benefician. También realizó “Soldados de papel”.

En 1990 crea la productora Pyrene P.V y en 1983 pasa a vivir de la realización. Aquel año realiza Navateros y su carrera le ha llevado a realizar más de 3.200 documentales, publicaciones, programas de televisión y recibir numerosos reconocimientos, distinciones y premios.    

Desde sus inicios se ha aventurado por Los Monegros. Entonces, Los Monegros no se habían estudiado, prácticamente no se había estudiado nada. Con su primo Manuel Benito bajaban a Los Monegros, iban a ver a Macario de Lanaja y descubrían los secretos monegrinos. Manolo comenzó a investigar los dances y Eugenio los oficios. Pero iban por todas partes, igual subían a la montaña que recorrían el llano.

Eugenio Monesma Moliner ha realizado numerosos trabajos etnográficos y antropológicos, especialmente como productor audiovisual. Con su mirada al mundo rural, en Los Monegros ha documentado todos los dances. Los dances los grabó íntegramente con Manuel Benito, además de realizar un documental genérico sobre los dances de Los Monegros. El dance de Los Monegros se ha conservado muy bien, igual que los de la zona de la ribera alta y baja del Ebro, apunta Eugenio – El dance es la fiesta más importante en Los Monegros -. El diablo de Castejón era su pariente, Serrate, cuando lo grabó. El dance de Castejón de Monegros lo ha grabado tres veces, la primera vez en super 8 en el año 85 u 86 y en video otras dos veces.

Igualmente, ha grabado el yeso de La Almolda y sus hornos de yeso, además los de Lanaja y Leciñena. La cera y la casa de la cera en Castejón de Monegros, el esparto en Lalueza y Poleñino, el jabón de palo en Leciñena, las plantas medicinales por la sierra de Lanaja o el nivelador de Lalueza Valentín Baseca. La botería Mairal en Sariñena y la siega y trilla con la asociación Añoranza, los grabados de pastores por Usón o el tambor de Robres, una caseta de piedra seca.

Eugenio Monesma Moliner en la Bodegueta, entre Sariñena y Castelflorite.

También ha capturado el juego de las olletas de Huerto o las corridas de rosca de Grañén, en la festividad de santa Águeda, la romería de palos de Huerto, la vieja remolona en Alcubierre o la festividad de San Sebastián en Castejón de Monegros cuando tiran las naranjas a san Sebastián y sacan la cabra.

-Buscando secretos de las piedras por Castejón de Monegros, José Puey me llevó hasta «El arenal», un lugar con un tipo de piedra frágil con grano muy fino que utilizaban las mujeres para fregar los útiles de la cocina y para sacar brillo a los hierros. –

En su momento, trató de documentar al tonelero de Sariñena, pero no pudo ser. Ha estudiado los pozos de hielo, recrearon el oficio de los pozos de hielo en Uncastillo. También a inventariado las cías, para almacenar grano, hay 6 o 7 muy interesantes por monte Tubo, se almacenaba trigo. Con el esparto descubre el tarantismo y el baile de la tarantela, también estaba la picadura del alacrán y la solución de freírlo en aceite y con ese aceite aplicarlo untado en la picadura –Hasta los años 60 se ha mantenido la tradición oral-.

Mención especial merecen las cuevas rituales de Los Monegros, las mal llamadas cuevas de la fertilidad o fecundantes. Aunque es verdad que, desde un principio, se relacionaron con la fertilidad, por su similitud en forma a un útero materno. Desde hace dos años, investigaciones recientes junto a Aurelio Bail han encontrado diferentes cerámicas, llegando a la conclusión que las cuevas respondían a enterramientos, claramente era cerámica de enterramientos anterior a la romanización: -En Huesca hay 54 cuevas, la mayoría en Los Monegros y en el conjunto de San Lorenzo encontramos casi juntas en torno a una docena de cuevas. Están muy próximas entre ellas-.

Eugenio ha sido pregonero de las fiestas mayores de Sariñena en 1985: “Luego vendrá el pregón de un bravo realizador que hace buenos cortos, en plan moralizador, aunque lo que mejor maneja es el costumbrismo, eso de costumbres y tradiciones, que no son de ahora mismo.  Eugenio Monesma Moliner es este pregonero; aplaudirle con ganas, que no cuesta dinero.” También, en el 2011 ejerció de pregonero de las fiestas de santa Ana de Monegrillo y en las de Castelflorite.

Con Carmelo Lorente Acín, el mayoral del dance de Bujaraloz, descubrieron el agua en la zona de Los Monegros más seca, realizando el documental el Patrimonio hidráulico en Bujaraloz –Los Monegros son paisajes muy diferentes, el tema del agua es muy importante, balsas, aljibes… Los paisajes de la provincia de Huesca no solo son Pirineos, Monegros y sierras. –

Participó en la creación del centro de interpretación de la guerra civil de Robres, con Manuel Benito y ha colaborado con la casa Miguelé en La Almolda, espacio expositivo que nos lleva a una casa del siglo XX, desarrollada por el ayuntamiento de La Almolda y la fundación Miguel Carreras. También ha grabado fogones tradicionales en Los Monegros, con Constantino Escuer Murillo en Perdiguera y otros lugares como el conejo en Grañén.

No deja de visitar Los Monegros, de descubrirlos, pues Los Monegros son una tierra desconocida – Tiene muchas tradiciones y al no haber tantas influencias externas no se han contaminado –. Apunta que Los Monegros posee mucha cultura, pero tiene que haber gente de casa que lo valore primero y luego la gente de fuera. Trata siempre de apoyar las iniciativas y siempre que puede acude. Sin duda, Eugenio es un enamorado de Los Monegros:

Esos Monegros secos que nos cantaba Labordeta tienen su belleza si los observamos con detenimiento. Jubierre, ese espacio estepario de gigantescos torrollones entre Castejón de Monegros y Sena, que en un día caluroso de verano bien nos podrían parecer los molinos de Don Quijote, es un territorio poco conocido. Recorrer su paisaje disfrutando de las formas y colores de la naturaleza es un placer. Aquí os dejo con uno de los tozales, el llamado de Colasico, donde las tierras de colores, las lajas de areniscas orientadas hacia el infinito y los cristales de yeso emergiendo en formación entre la tierra de buro transportan nuestra mente hacia otros lugares de este planeta. – (Texto de Eugenio Monesma en una de sus excursiones por Jubierre).

Eugenio Monesma Moliner y Joaquín Ruiz Gaspar (Os Monegros).

Continúa su interés por Los Monegros, surcando lagares y trujales, algunos fueron documentados en la sierra de Alcubierre -Hay referencias que había en el monte hasta que a partir del siglo XIX comenzaron a desaparecer-. También arnales, abejares o colmenares, la miel y la cera, construcciones perimetrales, inventariando una docena por el monte de Castejón de Monegros. Destaca el arnal «del Cortante» o de «Casa Salvio»: -Vemos que se trata de un recinto cerrado con un edificio de bancales al fondo en el que se alojaban las cajas o colmenas bien protegidas y orientadas hacia el sur para recoger el calor de los rayos de sol en los meses más fríos. Todavía se conserva la máquina extractora de la miel, una especie de centrifugadora manual que servía para separar la miel de la cera. –

Eugenio, en su visión global, reconoce el valor excepcional de Los Monegros, de sus tradiciones y cultura hasta el entorno, el medio natural y el paisaje. Queda mucho por descubrir, por aprender, por estudiar y sin duda su trabajo resulta imprescindible en ese testimonio documental que significa su obra, un tesoro etnográfico de un valor universal que deja constancia de una forma de vida artesanal y de sabiduría popular que hemos dejado atrás. ¡Gracias Eugenio!

-Os recomiendo este espacio poco conocido de Los Monegros. Se trata de Jubierre, en el término de Castejón de Monegros. De vez en cuando, sobre todo en este tiempo primaveral, me gusta hacer alguna excursión por sus tozales. Ayer, recorrimos algunos de los parajes más conocidos y visitables. Pero hay lugares recónditos a los que tras una buena andada puedes acceder por sus barrancos. El agua, escasa, se convierte en fuente de vida. Jubierre como paisaje le tiene encantado, se tendría que estudiar y proteger, hay restos anteriores a la romanización. La Gabarda como paisaje también es excepcional-.

Museo de Oficios Antiguos Monegros


          El Museo de Oficios Antiguos Monegros es un viaje a nuestro pasado, a nuestra memoria etnográfica, un lugar donde redescubrimos como se vivía antes. Pero también, es un viaje que nos permite contemplar el vertiginoso paso del tiempo y el gran desarrollo tecnológico que, en los últimos cincuenta años, ha revolucionado la humanidad.

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            En la monegrina localidad de Sena encontramos el Museo de Oficios Antiguos Monegros, inaugurado el 10 de julio del 2015. El museo es la antigua fonda Felisa y herrería de Florentín, del matrimonio Florentín Nogués y Felisa Inglán. En el interior encontramos cerca de 5.000 utensilios y herramientas, un conjunto museístico dividido en diferentes espacios que recrea, con gran detalle, diferentes oficios perdidos. Herrería, albañilería, barbería, aperos de labranza y siega, la carpintería, la escuela, la habitación de fonda, la tienda, la cocina, la bodega, los juguetes… espacios que, de forma didáctica, desarrollan un recorrido que ellos mismos describen como “fiel imagen del modo de vida de nuestros antepasados que  queda reflejado por medio de sus enseres”.

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            En el museo descubrimos que en Sena había hasta 5 talleres de carros y carruajes que exportaban por todo Aragón, un oficio poco conocido pero de gran complejidad. Trabajaban magistralmente tanto la madera como el hierro y fabricaban a la perfección fabulosos carros de gran belleza y utilidad. En el museo podemos contemplar un gran carro de los antiguos talleres “Tisaire” de Sena. Aquella gran tradición de construcción de carros da origen a una curiosa particularidad de Sena, sus hogares tradicionales con los aros metálicos de las ruedas de los carros. Un mundo de curiosidades, de recuerdos y sentimientos, de sabiduría popular forjada a lo largo de la historia.

 20161119_172526           Cada objeto cobra una enorme dimensión, traen muchos recuerdos y despiertan muchos sentimientos. Algunos los recuerdas y otros los desconoces, en algunos reconoces su nombre y en otros le das tú propio nombre dependiendo de tu zona. Es un museo lleno de detalles y curiosidades, como la primera bicicleta que llegó a Sena y que en la Guerra Civil fue incautada. Cada objeto guarda una profunda historia que Alejandro Campoy Rios narra con profundo cariño y orgullo. Alejandro es el responsable del museo y junto a su padre, ha ido recogiendo, adquiriendo y restaurando la extensa colección. Ha invertido gran esfuerzo y trabajo, su ilusión es ya toda una realidad, el más que recomendable Museo de Oficios Antiguos Monegros.

            Además, Sena ofrece un conjunto de casas solariegas, tales como la de Chavarriga y Blecua, la antigua casa de las Carmelitas descalzas, la iglesia gótica de la Asunción y la Casa Consistorial del siglo XVI; claro ejemplo de arquitectura civil aragonesa y Bien Catalogado del Patrimonio Cultural Aragonés desde el 2002. Sena no deja de ser un pueblo muy recomendable para su visita y cercano al Real Monasterio de Santa María de Sijena.

             Gracias a Alejandro Campoy y a Rocío Sanz por su gran acogida, un museo al que hay que volver.

 

 

 

OFICIOS DESAPARECIDOS V “Colchonero”


MANUEL MARTÍN AINOZA Y ROSA AYALA MORILLA: COLCHONEROS

     Por entre las medievales calles del barrio del Castillo vive un entrañable matrimonio que con toda amabilidad me reciben en su casa y me cuentan numerosos detalles de un oficio que desapareció a principios de los años setenta.

     Hasta hace cuatro décadas en todas las casas de nuestro pueblo se  utilizaban únicamente colchones de lana y teniendo en cuenta que la lana se iba apelmazando por el uso, cada año había que “parar” el colchón, por lo que este oficio contó con numerosas personas que vivían de él o que lo tenían como un apoyo  a la economía familiar. Era una profesión ambulante y nuestros colchoneros/as  se desplazaban por casi toda la comarca

     Dada la imposibilidad de hablar con Manolo, las preguntas me las responde su esposa Rosa.

    Me cuenta que ella es de Lorca (Murcia).

——————————–

-¿Vuelve mucho por Lorca?

Muy poco, en 60 años he ido un par de veces. Ya no la conocería.

-¿De dónde les viene el conocimiento de este viejo oficio?

La colchonera era la madre de Manolo y ella fue la que le enseñó el oficio. Manolo la ayudaba si se lo permitía su otro trabajo.

Se llamaba Josefa Ainoza Castejón y era de Castejón de Monegros.  Imagino que  lo aprendería de su madre, allá en Castejón.

-Entonces, ¿ el oficio de Manolo no era el de colchonero?.

Bueno, ese y otros más, trabajó en empresas como Corominas o el tejar y también llevaba el huerto. Después de morir la abuela “paró” colchones esporádicamente si alguien se lo pedía. Al final  lo tuvo que dejar  cuando se cayó de la moto y se rompió los tendones del hombro.

-¿En qué año se perdió el oficio?

Recuerdo que el último colchón que paró fue el año en que  murió la abuela, más concretamente en el año 1973. Ya se habían puesto de moda los colchones FLEX.

-Tengo entendido que había dos tipos de colchones de lana.

Sí, estaba el sencillo y el inglés.

El sencillo no tenía ningún misterio, se cosía redondo y sin bordes y al inglés se le cosía con un bordillo de tres dedos de “reciura” con lo que las camas quedaban  mejor hechas y se dormía mejor. También se unían con cintas las dos superficies del colchón por varios sitios simétricos para que la lana no se moviese haciendo ese característico dibujo de bultos y hondos

…Pero, ¿el precio no sería el mismo?

Los sencillos muy pequeños valían 800 pesetas, los sencillos pequeños 1.000 pesetas, los sencillos de matrimonio 1.500 pesetas y los de estilo inglés sobre 2.000 pesetas, porque se trabajaba el doble.

-¿Cómo se hacía un colchón?

Se ponía un cañizo en alto y en él se colocaba la lana y se “bareaba” con una “bara” de avellano para esponjarla y quitarle la suciedad gorda. Después se iba colocando la lana bareada encima de una tela y cuando se cubría toda se ponía otra encima, se sentaban en  el suelo y se disponían a coser las dos telas. Esta última fase era muy pesada.

-Se necesitarían pocos  materiales.

Pocos: un cañizo, unas “baras” y unas agujas. El cañizo, las telas, la lana y las cintas para coser las ponía la casa. La aguja grande nos la hizo Paquito Casabón (el herrero) q.e.p.d. artesanalmente con martillo y forja..

-¿De dónde sacaban la lana?

Si en la casa no había ovejas la gente compraba la lana en las casas que había, luego la tenían que ir a lavar al río para quitarle la grasa y otras porquerías. Cuando se “bareaba”, la suciedad  se depositaba debajo del cañizo.

-¿Cuántos colchones se podían hacer en una jornada?

En un día se podían hacer dos y si apuraba el trabajo tres. Recuerdo que la abuela Josefa empezaba a las ocho de la mañana y volvía a las tres de la tarde.

¿Sin parar a tomar algo?

No paraba, se llevaba un corrusco de pan en el bolsillo y se lo iba comiendo mientras trabajaba.

¿Sólo trabajaban en Sariñena?

No, también paraban colchones en Albalatillo, Pallaruelo, Capdesaso y en La Estación. Allí iban Manolo y su madre solamente los sábados y domingos, durante todo el día. Hacían los colchones de tres o cuatro casas y comían en una de las casas para las que trabajaban.

Manolo ha hecho colchones hasta en Barcelona. Recuerdo que estuvo durante 20 días parando colchones para la familia que tenemos allí.

-Dado  los difíciles años  de los  que estamos hablando, ¿cómo se desplazaban?

Iban en bicicleta, Manolo llevaba a su madre en el portamaletas y ella llevaba las dos “baras” en la mano.

-¿Había mucha competencia?

Por supuesto, había colchoneros en casi todos los pueblos de la comarca. En Castejón había varios, hasta Sariñena se desplazaban Margarita y su hija Miguela, la madre tenía bastante genio; de Sena venían el matrimonio formado por Victor Mored y Candelaria Alvira que era la encargada de coser los colchones. En Sariñena estaban Catalina “la Eulogia”, Pablo Tomás y sus hijos Faustino y Emiliano y  no recuerdo ninguno más.

    Hoy hemos conocido un oficio de origen medieval que desempeñaron un buen número de monegrinos.

   Las nuevas tecnologías y las nuevas modas arrinconaron hasta su desaparición a los viejos oficios. Podemos decir que el colchón Flex mató al trabajo de colchonero

   Terminó una época y  apareció un nuevo negocio, el del  que compraba la lana de los colchones inutilizados.

   Por las calles sonaba la potente voz  del ¡COLCHONERO LANERO, COMPRO LANA!!!

M.A.C.P.

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OFICIOS DESAPARECIDOS IV “Estañador y paragüero”


                                 

JOSÉ Aº LÓPEZ MOYA EL ÚLTIMO ESTAÑADOR

   Para realizar este cuarto capítulo me entreviste con un convecino cuyo nombre es el que encabeza este artículo. Reside en el barrio del Carmen junto a su esposa y a pesar del exagerado calor que hacía ese 26 de junio (cerca de los 40º a las 13 horas) y lo intempestivo de la hora, se mostró, en todo momento, amable y abierto al diálogo.

-¿Dónde nació usted?

   Yo nací hace 72 años en un pueblecito de la comarca de Calatayud llamado Olvés, ahora tiene alrededor de 110 habitantes, después toda la familia nos fuimos a vivir a Illueca y en Sariñena llevo viviendo 46 años.

-¿Cómo aprendió el oficio de estañador?

   Tanto mi padre como mi madre conocían a la perfección este oficio y ellos me enseñaron. Cuando tocaba, generalmente con el buen tiempo, cogían el carro y a sus 8 hijos y se lanzaban camino adelante por los pueblos buscando a los posibles clientes, que entonces eran muchos debido a las condiciones económicas y sociales de la época. Vivíamos duramente tres o cuatro meses al año.

-No me imagino a diez personas viviendo en un carro.

   Nos arreglábamos, unos dormían dentro y otros debajo, la comida la hacíamos al lado del carro y el agua…, la del río que pasara más cerca. De día nos mandaban a ganarnos algo por el pueblo que visitábamos. Recuerdo que en un  pueblo me gané una peseta paseando varias horas alrededor de un campo haciendo sonar un truco (esquilla) para espantar los pájaros para que no se comieran el ordio.

-¿Qué pasó después?

   Cuando me independicé compré un carro y una caballería y me fui a trabajar en lo que sabía, o sea de estañador. Me recorría provincias como Guadalajara, Soria, Navarra, Zaragoza, Huesca o Teruel . En una ocasión tardé dos años en volver a casa. Mi carro era mi hogar, en él comía y dormía.

-¿Y cómo aparece por Sariñena?

   En uno de mis viajes por esta comarca decidí quedarme porque me gustó el pueblo. Cambié el carro por un furgón y seguí dedicándome a lo mío, pero sin alejarme demasiado, o sea por la parte sur de la provincia. En 1980 llegó la hora del cambio y me dediqué a las ovejas. No lo debí de hacer mal porque tengo cinco premios conseguidos en la feria de FEMOGA , en 1990 recibí el primer premio al mejor lote de corderas.

-Volvamos a su antiguo oficio, ¿qué herramientas utilizaba?

   Eran bastantes, todas muy sencillas, pero muy prácticas:

Tijeras para cortar la hojalata, el Palo de Vuelta que tenía un agujero en la parte superior y que servía para introducir y sujetar la herramienta que estábamos utilizando, la Uña era una barra de hierro terminada en forma de uña con la que se hacían los bordes de los pucheros, las Tranchas eran herramientas de hierro que servían para hacer los remaches de cobre, luego se sacaban y se ponían en los calderos, un compás para marcar el camino que debías seguir, una barra de hierro, un taladro para agujerear, el soldador que era una delgada barra de hierro terminada en una especie de martillo, un gato para atirantar los somieres, grapas para las tinajas y algunas más.

   Para estañar calentábamos el antiguo soldador en una pequeña estufa de carbón y cuando estaba a una temperatura adecuada lo colocábamos encima del agujero y derretía el estaño, luego añadía  salfumán para que agarrara mejor el estaño, cuando se enfriaba lo lijaba hasta que quedaba fino.

-Además de estañar, ¿qué más cosas hacía?

    Hacía fondos de pucheros, de pozales, reparar calderos de cobre para las matacías, poner grapas en las tinajas, arreglar varillas de paraguas o cambiar la tela, hacer canaleras para los tejados, arreglar sillas y camas y más cosas que ahora no recuerdo, pero vamos, arreglaba de todo.  También fabricaba algunos objetos, sobre todo de hojalata.

-Por curiosidad, ¿Cuánto valían estos arreglos?

   Cuando mis padres podemos hablar de perricas y perragordas no me acuerdo exactamente cuanto, pero de mi época puedo decirte que de arreglar un puchero cobraba  dos reales, en cosas más complicadas podía cobrar tres, cuatro pesetas o incluso un duro.

  ¡¡¡EL ESTAÑADOR Y PARAGÜERO, SE ARREGLAN SARTENES, CALDEROS, SILLAS, PUCHEROS…!!!!

   Muchas gracias José Antonio por su atención. Sus palabras nos han abierto una pequeña ventana a nuestro pasado, hemos conocido un oficio que la vida se  llevó por delante y nos ha dado a conocer las dificultades por las que se movía una parte de la sociedad rural española de no hace mucho.

                                                                              M.A.C.P.

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OFICIOS DESAPARECIDOS III “Cañicero”


  

 El Cañicero

 Duro oficio el del cañizero que servía para completar la economía familiar  en tiempos difíciles al igual que el esparto o el regaliz.

     Las cañas había que cortarlas en invierno en tiempo de mengua (aunque alguno no lo respetara), las más rectas se usaban para las costillas y las torcidas para abrirlas y tejer con ellas. Los lugares más reconocidos para cortar las cañas eran las Cequinbajas, los Charcales, la Capellanía, o las acequias del Molino y Albalate. Las  herramientas que se usaban  para su elaboración eran muy sencillas: una astral para cortar las cañas, una hoz para pelarlas y un partidor de madera con punta de cono que se introducía en la caña y la reventaba  en tres o cuatro varas. En cuanto a la calidad de las  cañas, las buenas eran las duras, las otras llamadas banas no servían por su blandura. Después de cortadas no debían ser almacenadas en el suelo porque se estropeaban. Se utilizaban 23 pares para el cañizo y 15 cortadas para las  trasversales. La medida estandar era de 90cm x 2m.

    El uso que se le daba era muy variado, lo mismo se utilizaban para los cielos rasos de las casas como para secar higos, tomates, claudias, cerollas, escurrir el cerdo de la matacía, vallas en las parideras o varear la lana.

    Hubo un comercio muy pujante de este producto que se llevaba a Huesca en carros con caballerías como hacía Félix Marías.

    La familia Anoro (Joaquín, Francisco, Salvador y Rafael) podían hacer unos 1000 cañizos al año.

    Los ricos mandaban hacer los suyos, se quedaban dos tercios y regalaban el tercio restante al cañizero.

    Según me contaron mis informadores los cañizos mejores y más limpios eran los de Jesús el Can Can.

M.A.C.P.

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OFICIOS DESAPARECIDOS  I «El pregonero»


Entre recordar algunas cosas y preguntar el resto uno ha ido componiendo una serie de modestos informes que irán viendo la luz sucesivamente. Espero también que estas líneas y las próximas sirvan de pequeños homenajes  a aquellos que desempeñaron estos trabajos.

Por Manuel Antonio Corvinos Portella

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José Gómez, el último pregonero de Sariñena.

El Pregonero

   Seguro que mucha gente  recuerda con cariño a los que ejercieron de pregoneros en nuestra villa y a su peculiar forma de decir los mensajes.. Según las fuentes consultadas este oficio de pregonero dejó de realizarse en Sariñena en el año 1975 siendo José Gómez Camón el último de estos personajes de la historia local.

  Ciñéndonos a nuestro pueblo podemos recordar que había tres tipos de pregones y que de su redacción se encargaba Mª Carmen Callén. Para anunciar unos se utilizaba siempre el redoble de un tambor y para los otros, el toque de una trompeta.

  Cuando se oía la peculiar llamada del pregonero la gente callaba y silenciaba al de al lado si era necesario; los que estaban en el interior de sus casas se asomaban por las ventanas, y los que estaban comprando salían a la calle para no perderse detalle; podríamos decir que la vida social se detenía por unos instantes. El interés de los vecinos era muy alto, téngase en cuenta que era el único medio de comunicación social-local de la época. El pregonero recorría las calles y se detenía en lugares predeterminados, siempre los mismos.

    El pregón que se realizaba con tambor era únicamente para dar información del Sindicato de Riegos, tocaba unos redobles y comenzaba:

– “ De parte del Sindicato de Riegos, se hace saber que…” – y avisaba a los regantes interesados que ya podían regar en tal acequia, entre tal y cual boqueras.

   En cuanto a la trompeta se utilizaba para pregonar bandos de interés general tanto del Ayuntamiento como de otras entidades públicas, igualmente de cortes de agua, de luz e incluso de difusión comercial.

   Para los mensajes institucionales y después del toque de trompeta correspondiente, el pregonero comenzaba el bando:

 -“De parte del señor alcalde, se hace saber…”

   Para hacer publicidad de los comercios locales y después del consabido toque  voceaba:

-“Se hace saber que ha llegado a la pescadería de Candela, o a la Perla, o a la  Flor, sardineta fresca a 2 pesetas el kilo…”-

   (toque)

-“Se hace saber que ha llegado Roseta la de Fraga con naranjas a la plaza del Ayuntamiento…”- en este caso la tal Roseta cambiaba kilos de naranjas por kilos de trapos o de hierros.

   (toque)

– “Se hace saber que se vende vino en casa el Cubano, o en casa Lerín a peseta el litro…

   (toque)

-“Se hace saber que ha llegado a la Tienda de Jesús Portella …”.

  En Navidad entregaban una felicitación y a cambio se les daba alguna propina. Parece ser que en este oficio no era tan usual el aguinaldo y que  incluso se utilizó poco..

  Los últimos pregoneros fueron Vicente Capitán Inglán que pregonaba con su clásico traje de pana negro, era hombre de muchos oficios: gaitero, alguacil, pregonero, cestero o carcelero y José Gómez Camón con su uniforme de alguacil municipal, también hombre de varios oficios. Esporádicamente realizaron pregones José Nogués Carpi y Pedro Royo.

   Todos con gorra de plato.

M.A.C.P.

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