René es una imprescindible, una mujer que, desde su ventana, observa satisfecha la vieja ermita románica-gótica de Sariñena. Una ermita que se salvó gracias al ímpetu de muchas personas, logrando que el río Alcanadre no la despeñase de la frágil ripa sobre la que se sustenta. Aquel peligro se difuminó al levantarse un muro de contención que fue una dura batalla por la conservación y protección de nuestro patrimonio. Sin duda, René fue un gran motor de arranque y de recorrido en un capitulo vital en la historia de la villa de Sariñena: La preservación de la ermita románica de Santiago.

René Noguera Noguero
René es natural de Graus, donde vivió parte de su vida. En Graus se casó con Emilio Pallas que trabajaba, junto a su hermano, en el taller familiar Neumáticos Pallas. Pronto se bajaron a Sariñena donde establecieron su propio taller “Sería la década de 1950, cuando se estaban haciéndose las nivelaciones con Nivelcampo y no había ningún taller de ruedas, así que fue muy bien”. Al principio tuvieron el taller en la avenida Huesca, donde está el bar Ricks, Emilio comenzó trabajando sólo pero con el tiempo fue cogiendo gente. En aquel taller pasaron mucho frío, recuerda René, luego ya construyeron un gran taller y casa, también en la avenida Huesca. René trabajó llevando la contabilidad del taller, con las cuentas y facturas “entonces todo era más manual, con la calculadora y la máquina de escribir”.
“Muchos críos iban al taller a arreglar los pinchazos de las bicicletas”.

Emilio Pallas en el antiguo taller.
Los camiones los tenían que atender por las aceras y por detrás entraban los tractores “que muchos venían con los aperos”. Ahora, en esa parte de atrás es donde René tiene su huerto. A René le gusta mucho el patrimonio y la fotografía, además del huerto que le da vida. Actualmente René hace jabones y colonias “Aromas del pirineo y de Monegros”, se le daba bien y decidió hacerlo como afición.
Al principio, a René le desoló un poco llegar a Sariñena, era un pueblo en transformación, había mucha necesidad, “había mucha gente y poca vivienda”. Emilio fue muy trabajador, muy tratable y buena persona; tuvieron dos hijos que continúan con el taller familiar, ahora en el polígono industrial Saso Verde de Sariñena.
A René el patrimonio siempre le ha interesado y pronto planteó a la asociación de Amas de Casa realizar un museo etnológico en Sariñena. Al final, entre doce mujeres, emprendieron aquella ilusión que poco a poco y con trabajo y esfuerzo se fue haciendo realidad. En un principio el ayuntamiento cedió el local donde había estado la caja de ahorros, en la plaza de la iglesia. Luego se trasladó al edificio del Hospital, en el barrio del Carmen, allí estuvieron varios años “El alcalde Ángel Mirallas colaboró y nos ayudó mucho”. Al tiempo, Mirallas les llevó a visitar una casa para ver que les parecía, era la casa de La Miguela, antigua fonda que actualmente alberga el museo. La casa les encantó y gracias a una escuela taller se rehabilitó y se instaló el museo: El museo de La Laguna de Sariñena.
“Muchas cosas se fueron recogiendo casa por casa y por corrales, íbamos como traperas convenciendo a la gente”, por suerte contaron con gran ayuda, entre ellos los hijos de René, que con el camión transportaron varías cosas “y también gracias a José del ayuntamiento”. En la etapa del hospital estuvieron durante unos 12 años y desde el grupo de mujeres se encargaron de enseñar el museo al público cada vez que lo solicitaban, sin duda fue una encomiable labor. En la revista “Quio, de Sariñena y Los Monegros” ponían un listado de las visitas de cada periodo.
Desde su ventana René siempre ha contemplado la vieja ermita de Sariñena, una ermita románica XIII que peligraba su integridad con un inminente riesgo de desaparición. René decidió que tenía que hacer algo y, aunque los primeros movimientos se iniciaron en 1980, es en 1995 cuando se constituyó, con otra mucha gente, la Asociación Amigos de la Ermita “me dijeron que podía hacer una asociación, así que recurrí a la cofradía de la virgen de las Fuentes”. La gente fue animándose y la asociación fue creciendo, peligraba la base de la ermita que empezaba a quedar colgada sobre la ripa del río Alcanadre. La Confederación Hidrográfica del Ebro costeó en 1997 la primera fase con la construcción del primer muro que consolidaba la base y luego la segunda, en 1999, que completaba el muro hasta el nivel de la ermita, unos 22 millones.
“Al final fue una obra de urgencia, el encargado dijo que antes de un año se habría caído”, así fue, el arquitecto del gobierno del Gobierno de Aragón, Carlos Aranda, había realizado un informe en el que aseguraba “la cantería era extraordinaria, pero el edificio corría verdadero peligro de caer por fallo del terreno”. Con aquella obra la asociación logró su gran objetivo, preservar la ermita de Santiago de Sariñena, todo un símbolo de la villa monegrina, donde cada 15 de mayo se acude en procesión.
Pero la asociación no se quedó allí y continuó y continúa trabajando por su amor por la ermita y son muchas las acciones, obras y reparaciones que se han ido realizando. En 1999 la escuela taller de Sariñena reconstruyó el nevero, en el 2000 la familia Gascón-Villacampa donó la campana Virgen de las Fuentes e Ilda Gómez confeccionó un mantel artesanal.
Se recuperó la antigua cruz de término gracias al excepcional trabajo del maestro cantero Carlos Goñi “se pagó todo desde la asociación” y fue terminada e instalada en el 2001. “La cruz de término, sufragada por los asociados, se encargó al cantero Carlos Goñi. Consta de basa, fuste, faldón y cruz. La base es lo único que queda de la antigua cruz. En el fuste hay cuatro caras o quimeras grabadas, que según antiguas creencias protegían a la cruz de daños externos. En el faldón se representa a Santiago Apóstol, San Eufrasio, Santa Águeda, San Antolín, San Isidro Labrador, San Jorge, Santa Ana con la Virgen y San Pedro. En la parte anterior de la cruz, se representa a Jesucristo, la Virgen, San Juan y María Magdalena, con tres figuras que ayudan. En la parte posterior, están la Virgen de las Fuentes y el niño. Todo ello creación original de Goñi” (Marga Bretos. Diario del Altoaragón).
En el 2005 se restauró el tejado de la ermita gracias al gobierno de Aragón, obras con las que la asociación además arregló la espadaña, bancada y puerta lateral. En el 2006 se llevó la luz instalándose la iluminación interior y exterior. En el 2007 se encargó la escultura de Santiago a Carlos Goñi. Se arregló el óculo con alabastro que puso Carlos Goñi y se arreglaron las puertas “se abrió la puerta lateral que estaba tabicada”.
Para Santiago se hace misa y la asociación obsequia con magdalenas y refrescos. También hubo la idea de hacer una pasarela peatonal para conectar, por las antiguas pilastras del desaparecido puente, con Sariñena.
Actualmente la ermita románica-gótica de Santiago de Sariñena del siglo XIII, fundada por san Eufrasio y lugar de paso de uno de los muchos ramales del Camino de Santiago, goza de gran salud. El trabajo y esfuerzo de la asociación han hecho posible su dignificación constituyendo un extraordinario espacio patrimonial, histórico y de ocio. Peo la obra no estuvo exenta de cierta polémica, pues hubo quienes veían inevitable su caída o un gasto inútil. Pero el trabajo, el tesón y el cariño por lo nuestro han apuntalado firmemente todo un emblema de Sariñena para las futuras generaciones.
Cuando René observa desde su casa la ermita, sin decir nada, la siente y ahora la ve blanca y protegida, la satisfacción es enorme. “Hay que terminar de adecentarla y continuar cuidándola. Una persona sola no hace nada, el valor ha sido el grupo, todos los socios, la gente que ha donado, el curso de restauración de muebles, las personas que han ido a limpiar… la gente ha colaborado mucho ¡todos a una!”.