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Los bosques de Los Monegros


Miguel Ortega, naturalista y etnógrafo, nos adentra en un maravilloso artículo en los bosques de Los Monegros. Un viaje fascinante a sus entrañas a través de todo un enamorado de Los Monegros que lleva tiempo descubriendo su increíble naturaleza, única y singular y de una extraordinaria riqueza y biodiversidad. Su trabajo se puede seguir por medio de sus páginas webs arboreo.org y Territorio inquieto además de su canal de YouTube.

Texto y fotografías: Miguel Ortega.

Pinar de pino carrasco en la solana de la sierra, Monegrillo.

El propio título ya parece un contrasentido, muchos opinarán que como va a haber bosques en Monegros si es un desierto; y otros recordando la leyenda de la ardilla capaz de cruzar Iberia sin poner el pie en el suelo, se imaginaran un Monegros primigenio selvático, ni unos tienen razón.

Otro problema es al propia definición de bosque, para los botánicos en un bosque las copas de los árboles proyectan tanta sombra en el suelo, que la flora de debajo de los ellos es diferente de la de las zonas sin árboles, y esta definición como veremos es muy difícil que se de en Los Monegros, por lo que usaremos el término bosque como sinónimo de masa forestal o de arbolado más o menos disperso.

Antes de continuar tenemos que tener en cuenta el espacio físico, Los Monegros es la parte central del Valle del Ebro, valle rodeado de altas montañas (Pirineos, Sistema Ibérico, Costero Catalana) que interceptan los frentes de nubes, vengan de donde vengan, por lo que en la zona central del valle desde el momento de su formación geológica siempre ha llovido menos que en las zonas que lo rodean; de manera que la escasez de agua es una constante ; y como zona interior, su clima contrastado frío en invierno y caluroso en verano, también lo es.

Aún así, y tanto por los registros históricos como a través de estudios de polen conservado en los sedimentos, sabemos que en Los Monegros siempre ha habido árboles y bosques. Pero la densidad de los mismos habrá dependido de variaciones en el clima y perturbaciones como los incendios, así como de la actividad humana. Respecto a esto último si observáis fotos de zonas del Pirineo de hace 100 años veréis que había muy pocos bosques, y eso que son zonas donde abundancia de las precipitaciones favorece a los árboles, y ese estado era por el uso que se hacia de madera y leña, y las roturaciones para crear campos de cultivo y pastos; es fácil deducir si en los Los Monegros hay poblamiento desde antiguo, con las mismas necesidades de superficies de cultivo y pastos, y de leña y madera, pero con menos humedad, la presencia de árboles es más complicada, salvo en los lugares con una estricta reglamentación como los vedados.

Donde no crecen árboles, el color banco es debido a la acumulación de sales a pesar de la presencia de agua cerca de la superficie. Laguna del complejo Bujaraloz-Sástgo

Aunque no hay consenso total sobre el tema, el panorama de Los Monegros sin intervención humana podría ser de arbolado, con una densidad más alta en la zonas de umbría de la sierra, que se iría aclarando y cambiando de especies según aumentaba la sequedad y empeoraba la calidad del suelo y con ello su capacidad de retener humedad. La masa forestal tampoco seria uniforme, los incendios dejarían zonas abiertas que los grandes herbívoros mantendrían un tiempo despejadas hasta la recuperación forestal; más o menos como ocurriría en otras zonas, existiendo bosques con rodales no uniformes y con árboles en varias etapas de crecimiento. Solo faltaría el arbolado en las zonas con exceso de sal en el suelo, en las laderas orientadas al sur cuya pendiente y suelo escaso impediría el establecimiento de una vegetación más allá de la esteparia con sus plantas de origen Norteafricano y de Asia Central, y por supuesto en las zonas donde la erosión dejara en superficie las rocas y el suelo mineral, (la existencia de sales y yesos no facilita la recuperación). El suelo expuesto, sin la protección de la vegetación es fácilmente retirado por el viento y el agua de escorrentía.

Con la roturación para la creación de pastos, y de campos, el aprovechamiento de leñas y maderas, intensificado al aumentar la población, redujo la superficie forestal; y lo que es peor y de más difícil recuperación, la perdida de suelo y la consíguete erosión. Este el momento a partir del cual la vegetación esteparia se extiende y se mantiene por la presión del ganado. Y ahora que ha disminuido la ganadería extensiva, y se abandonan pastos, muchas superficies forestales se van recuperando y aparecen árboles, donde nadie recuerda haberlos visto.

Los suelos erosionados ricos en yeso, la pendiente, el exceso de pastoreo de épocas pasadas, la escasez de precipitaciones, incluso la inversión térmica, dificultan el establecimiento de la vegetación, por eso aparecen matas separadas. Pero en la umbría, el lado izquierdo de la foto, esta es más densa y unos pinos han comenzado a crecer, nos indican la capacidad de regeneración de la naturaleza a poco que mejoren las condiciones y si le damos tiempo.

Ahora que ya sabemos que en Monegros si que debería haber más bosques y el porque no los hay, podemos pasar a ver que árboles los van a formar.

Las plantas y por supuesto los árboles son un fiel reflejo de las condiciones ambientales del lugar donde viven, y sobre todo del clima. Modificando la cantidad de agua de las precipitaciones (altitud, orientación, capacidad del suelo para acumular el agua) y también de las temperaturas (sobre todo por la altitud) veremos como unas especies sustituyen a otras, en un recorrido ideal desde las umbría de la Sierra de Alcubierre a las orillas del Ebro.

Aunque recibieran la misma cantidad de precipitación, la solana y la umbría de la Sierra, la menor insolación de esta última y por lo tanto menores temperaturas y menor evaporación hará que siempre sea un poco más húmeda, lo suficiente como para que en su parte más alta no solo encontramos, carrascas sino también robles quejigos e incluso arces de montpelier, que compensan la alta luminosidad de sus cielos (hay pocos días nublados que la atenúen) durante la época vegetativa, y unos recursos hídricos muchos años al limite, con hojas de menor tamaño pues cuanto menor es la superficie de la hoja menos pérdida de agua por transpiración, y por lo tanto mayor resistencia a la sequía.

Por debajo, en lugares con menor humedad, orientación sur o pendientes que no retiene bien el agua, va a dominar un árbol muy mediterráneo, seguramente el que es capaz de vivir con menos precipitaciones (150 mm) es el pino carrasco. Este es un árbol de “vida corta” eso quiere decir que no suele superar el par de siglos, y en parte es debido a su estrategia frente a los incendios, en lugar de rebrotar desde las raíces como hacen otras plantas leñosas de la zona (carrasca, roble, coscoja, boj, enebro), lo que hace es acumular semillas año a año (de ahí sus características copas repletas de piñas), cuando llegue el incendio el árbol perecerá pero quedaran sus abundantes semillas, que estimuladas tanto por la temperatura como por algunos compuestos químicos liberados con la combustión, germinaran en un suelo sin competencia por el agua, rico en nutrientes por la ceniza; y en tal densidad que compiten entre ellos y tienen que auto aclarase para desarrollarse convenientemente. El problema para este pino no es la existencia del incendio sino su frecuencia, demasiado pronto no tiene suficiente cantidad de semillas, si los incendios se distancias demasiado sus semillas es posible que ya no sean fértiles y no germinen.

En uno de estos pinares bien desarrollados, la vegetación que prospera bajo ellos, no difiere de la que hay en las zonas sin pinos (no seria un autentico bosque como hemos comentado al principio) por eso los botánicos denominan esta formación coscojar aragonés, y no pinar.

Ya hemos comentado que este pino es muy mediterráneo, resiste las sequías y el calor, pero no así el frío, por eso en las zonas más deprimidas de Los Monegros, donde se produce la inversión térmica es sustituido por otro árbol aún más frugal y sufridor.

A la izquierda arriba en la ladera sin labrar pinos carrascos, abajo entre la fajas de los campos sabinas. El nivel de la inversión térmica de invierno explica esta separación, Pallaruelo de Monegros.

La existencia de un sabinar de sabina albar en Los Monegros es una de sus muchas singularidades, es el lugar del mundo donde vive con diferencia a menor altitud, y si esta aquí es por el frío invernal, lo de la sequedad simplemente lo soporta. Este es un árbol típico de las parameras ibéricas, lugares fríos que comparte con la carrasca y el roble quejigo, pero ocupando los suelos de peor calidad como los muy pedregosos; pues es un árbol de pleno sol y no soporta crecer bajo la sombra de otras especies de mayor desarrollo.

La pregunta es ¿entonces como puede vivir en Los Monegros?, pues aprovechando donde no tiene competencia, como las depresiones donde se acumula el frío, con sus nieblas heladas y la escarcha formando el dorondón, aquí ningún otro árbol le hará sombra, y (nunca mejor expresado), demasiado frío para el pino carrasco y demasiado seco para la carrasca y el quejigo.

Umbria de la sierra de Lanaja, entre pinos y sabinas van apareciendo carrascas, quejigos y arces que se ven mejor en otoño con el cambio de hoja.

A través de sus anillos de crecimiento (de menos de 1 mm), podemos comprobar como es capaz de sobrevivir con esta sequedad, pues es un árbol que con buenas condiciones, en fondos de vales o los años lluviosos, puede tener grandes crecimientos (anillos de cerca de10 mm). Con las lluvias de primavera el árbol va creciendo pero llegando el verano deja de crecer, entra en descanso pues no tiene suficiente agua, y así espera hasta final del verano o en otoño, si cae suficiente agua vuelve a crecer, y no dejará de hacerlo hasta la llegada del frío cuando el resto de árboles ya están en descanso, en su tronco queda registrado con un falso anillo en cada momento de crecimiento a lo largo de un mismo año. Así  con esta frugalidad, plasticidad y sabiendo aprovechar el momento nos podemos encontrar con estas grandes sabinas en Los Monegros (que por cierto, no se ha comprobado de una forma científica que ninguna sea milenaria).

Texto y fotografías: Miguel Ortega.

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Un poco de agua es demasiado.
Qué ocurre en Monegros durante una ola de calor.

Antonio y Josefa Bosque Barrieras


Entrevista a los hermanos de mi abuelo. Por Laura Lalana Bosque 2º Bachillerato IES Gaspar Lax

1.- ¿Me pueden decir el nombre y apellidos, lugar y fecha de nacimiento, dónde vivían con sus familias y cuál era el trabajo de sus padres?

Antonio: Yo soy Antonio Bosque Barrieras, nací el 20 de febrero de 1.931 en Sariñena, y he vivido siempre ahí. El trabajo era ir a trabajar al campo, y ya. Se iba al campo con las mulas, pero mi madre se quedaba en casa.

Josefa: Yo soy Josefa Bosque Barrieras. Nací el 22 de abril de 1.923 en Sariñena y también he vivido siempre aquí. El trabajo era también ir a labrar al campo con las mulas.

2.- ¿Tienen o tenían hermanos o hermanas? ¿Cuántos?

Antonio: Nosotros somos hermanos. Éramos tres chicos y tres chicas.

Josefa: Y uno que se murió.

Antonio: Bueno, se murió uno de muy pequeñer en la guerra.

Josefa: No, yo digo una chica que a los cinco años se murió, porque entonces los críos se morían.

Antonio: Sí, en total siete, pero sólo vivieron seis.

3.- ¿Qué recuerdos tienen de su infancia?

Antonio: La cosa no estaba como ahora ni mucho menos, había pocos medios, no había de nada.

Josefa: Pasar hambre no, pero bueno, tampoco te ibas siempre a la cama con la tripa llena, te quiero decir. 

Antonio: Y que no había nada. La cocina con leña, ni teníamos nada, ni calefacción, ni baño…

Josefa: A la cuadra.

Antonio: Ah, sí, no he dormido yo poco con las mulas en la cuadra ahí…

Josefa: Sí, y dormir en la pajera, porque no había sitio arriba.

Puede decirme algo de juegos, trabajos en casa, la escuela, la vida en el pueblo y en el campo… cuando eran niños.

Josefa: Íbamos a jugar con los críos.

Antonio: Venías del campo y luego si te sobraba un rato de tiempo, jugábamos a la pelota con los críos. Te juntabas aquí (con) críos y las pelotas, entonces, hechas de trapo o de lo que había, que era nada.

Pero de muy joven ya, a trabajar al campo. A lo mejor de once u [sic] doce años ya a trabajar, y después ibas a la escuela si acaso poco, particular por la noche a lo mejor ibas, pero nada. Por eso lo poco que sabemos.

Josefa: Enseguida a picar con la jada.

Antonio: A picar, a hacer remolacha y cereales.

4.- ¿Había agua potable cuando eran niño? ¿Había luz?

Antonio: Yo me acuerdo de no ver agua potable en casa, de tener que coger los cántaros y  [sic] ir a la fuente a buscar agua.

Josefa: No había agua. Luz sí.

Antonio: ¿En la época de hace setenta años? Ni agua potable.

¿Tenían animales en casa?

Josefa: Burros.

Antonio: Mulas, cerdos y gallinas, conejos, de todo eso.

Josefa: Nada, cuatro sólo, no más había.

Antonio: Mi madre sí criaba muchos animales, ¿eh? Todos los años, un par de cerdos y gallinas. Teníamos las mulas, y criábamos animales, gallinas, el cerdo, que lo matábamos para casa…

5.- ¿Qué hacía la juventud para divertirse?

Josefa: Nada.

Antonio: Pues mira, te digo, ¿Qué ibas a hacer? Jugabas aquí, a correr, a jugar a marro que le [sic] llamábamos, a encorrerte (localismo de Aragón, correr detrás de alguien) por ahí. A lo mejor, uno la paraba, así, ¿sabes? (escenifica la acción). Y a brincar, a brincar uno encima del otro. Al churro le [sic] llamábamos. El churro, media manga y manga entera. Y como estaba uno así (escenifica la acción), así te lo adivinaba. El que estaba abajo lo tenía que adivinar.

¿Cómo eran las fiestas, los bailes, etc.?

Antonio: Aquí íbamos al baile, al casino, y tocaban cinco o seis: los Lobateras, Jorge Casasnovas…

Josefa: Pero antes era en la plaza.

Antonio: Y tocaban [sic] la orquesta del pueblo cuando íbamos al casino, así ibas al casino a bailar.

Josefa: En la plaza lo hacían antes del casino.

Antonio: El casino es más viejo, y después vinieron [sic] el entoldao. Un entoldado, ¿sabes? Que lo ponían en la plaza.

Josefa: Y bailaban allí también.

Antonio: Y después al casino. Pa fiestas sólo.

Josefa: Hombre, aquí en Sariñena en el casino todo el año, ¿eh?

Antonio: En el casino, tol año había, sí.

Antonio: Eran normal (es), eran las fiestas. Ibas a las fiestas y [sic] ibas al baile, claro. Lo que pasa es que las cosas de repostería, que ahora no te falta [sic] en todo el año en casa, entonces, pa Navidad y la fiesta, y no había más. Pa Navidad, empanadones y farinosos.

Josefa: Y frutas ni en comías, si no eran del campo.

Antonio: La fruta nosotros la teníamos abundante, de casa, claro. Las cosas de comer, de lamines (localismo de Aragón, golosinas), de lo que hay ahora, que no falta [sic] en todo el año magdalenas ni cosas de esas, entonces, nada más lo catabas pa las fiestas y pa Navidad.

Josefa: Y las hacíamos en casa.

6.- ¿Cuál era el trabajo de los jóvenes?

Antonio: Eso depende. El campo principalmente, pero otros serían mecánicos, y otros, lo que fuera.

Josefa: Poner herraduras en las patas en las mulas. Y a abrevar a los abrevadores [sic].

Antonio: El nuestro, el campo.

Josefa: Yo estaba en el horno.

Antonio: Y era panadera.

Josefa: Iba a repartir las levaduras pol pueblo, antes de amasar.

Antonio: Antes se iba [sic] a buscar las masas a casa.

Josefa: Y se cocían.

Antonio: Lo llevabas al horno y allí se cocían.

7.- ¿Qué recuerdan del matrimonio? ¿Cómo se celebraban las bodas? ¿Y el viaje de novios?

Antonio: Pues mira, a lo mejor se casaba un pariente y hacías un pequeño refresco en casa.

Josefa: En casa. Siempre en casa.

Antonio: Un pequeño refresco cuando salías de la boda.

Josefa: Refresco y comida se hacía.

Antonio: Pero más que nada eso era.

Josefa: Y cuatro. Ibas [sic] cuatro y nada, la comida que hacían por casa.

Antonio: En casa, y a lo mejor hacías…

Josefa: Algún caldo y cosas de esas, matar conejos.

Antonio: Mataban pollos y estábamos ocho…

Josefa: Pero en casa. Entonces, los restoranes no había pa ir.

Bueno, no había, no había… ¡no había perras pa ir (risas)! Yo aún fui a Zaragoza, pero fui porque me dieron la casa, que si no, no habría ido. A casa de mi tía. Allí fui yo. Dormíamos los novios con la prima, todos arriba en un cuarto. Fíjate, con los novios, y ahí estuvimos.

Antonio: Y tus abuelos a Madrid, a casa de la hermana de tu abuelo.

8.- Díganme cómo eran sus casas, ¿tenían hogar?

Los dos: Malas.

Josefa: Yo dormía en un cuarto en la casa de la abuela, que cuando caía la nieve la veía por el tejado. Es lo que era.

Antonio: Si estaba sin nada la habitación de abajo, estaba sin lavar el techo.

Josefa: Estaba sin lavar, y cuando nevaba, la nieve reprandaba [sic].

Antonio: Un hogar pa quemar leñas había. Si te mandaban, anda, ale a buscar leña, y la echabas en la cocina. Y a echar escobizos (localismo de Aragón, escoba corta, pequeña, y de ramas secas), aliagas…

Josefa: Lo que había.

Antonio: Ni cuartos de baño, ni aguas potables.

Josefa: A la cuadra, con las mulas, que no había váter. Y te picaban las gallinas, las muy malditas.

9.- ¿Cómo eran sus trabajos después de casarse?

Josefa: Después de casarme, yo ya nada… En casa con el crío.

¿Tuvieron hijos?

Antonio: No.

Josefa: Yo sí. Un hijo.

10.- ¿Cómo era el cuidado de los hijos?

Josefa: Pues mira, como se podía. Hacías todo lo que podías pero no se podían atender bien, porque no había nada. Se le daba todo lo que podías, yo eso era lo que hablaba con tu tío Antonio. Yo trabajaba en el horno y venía a almorzar a casa. Y mi madre me guardaba un plater de farinetas (localismo de Aragón, gachas). Y decía:

—Yo no quiero eso, mamá.

—Pues oye, no tengo otra cosa.

Y me daba una perrica pa comprarme chocolate de aquel del que me gustaba, y me lo comía mejor que las farinetas. Pero si no, farinetas. No había otra cosa.

Antonio: Cosas de comer, todo cosas de casa, prácticamente. Hombre, ahora…

Josefa: Aquello no era, y esto tampoco. Ahora es demasiado. ¿Por qué ande va a parar? Que hay mucho derroche ahora, más de cuatro en casa na más hacen que derrochar. Yo ahora he visto barras de pan tiradas en el contenedor.

Antonio: Yo tirar el pan si había perros y por ahí no me importaba, pero tirarlo por tirarlo siempre me ha causado rechazo.

Josefa: Siempre había uno que le daba para tener más perras… pero pa los demás, na más había calamidades.

Antonio: Y dormir amontonaos. Eran las casas pequeñas y caro.

Josefa: Vosotros, los hermanos, dormíais en la cuadra, en una pajera. Y nosotras a montón. Yo dormía con mi abuela, y a los pies me echaba a mi madre. Y la otra en la cabecera.

¿Cómo se entretenían?

Josefa: En la calle jugando, hija mía, a pegar patadas con una peloteta o a jugar a marro o… a eso, porque no había otra cosa, porque pa ir por ahí a los bares, no. A ningún sitio, porque no había pa pagar nada, ni pa pagar un vaso de agua había (ríe).

Antonio: Beh, ni había bares, había poca cosa. Tabernas le [sic] llamábamos, más que nada. Las que hubiera en aquella época, hace cincuenta u ochenta años, pues qué me sé yo.

Yo en Sariñena me acuerdo de ver un banco, ¿eh?, ¡un banco! (con ademán de sorpresa), ande está el Central Hispano (fusionado con el Banco Santander en 1.999), allí había el Banco de Aragón que le [sic] llamaban, con tres u [sic] cuatro empleados. Y sin más.

11.- Al hacerse mayores, ¿en qué ha cambiado la vida en el pueblo?

Josefa: Ahora mucho.

Antonio: La vida ha dado un cambiazo (con énfasis), del 500% o qué me sé yo de cuánto ha cambiao.

Josefa: Antes había ranas y bichos y ahora ya no se oyen. Antes estabas aquí al lado y oías cantar crac crac.

Antonio: Bueno, ahora eso ya ha desaparecido mucho.

Josefa: Y culebras, en venían por aquí por la calle abundantes.

Antonio: Hombre, y el campo no se puede comparar hoy el adelanto que hay. Entonces, todo a mano, a cortar alfal, que si corto con la galla…

Josefa: Y el sacarlo al cargadero, que no había pa llevarlo a ningún lao.

Antonio: Lo que te costaba entonces un día de trabajo muy grande, ahora diez minutos, caro.

Josefa: Ahora ya no nos hace falta de nada. Están mejor los pobres de ahora que los ricos de antes.

Antonio: El adelanto que hay hoy en todo comparao a entonces, pues entonces lo que digo yo. Entonces, ir a cortar cuatro espigas de alfal (fa), te matabas un día y ahora cuesta diez minutos.

Josefa: Y entonces a llevar la comida al campo que íbamos.

Antonio: Claro, estabas trabajando en el campo y ya no podías subir a comer. Y las mujeres siempre bajaban al campo a llevar la comida.

Josefa: Y yo también he ido. Na, cuatro judías.

Antonio: Sí, ya te digo que vosotras, aunque mi madre no. Pero anda que no bajaban pocas veces las que querían bajar… (ríe)

12.- ¿Recuerdan algún dicho o refrán?

Antonio: Pff, muchos. Ahora no sé.

Josefa: Ahora no se me viene ninguno a la mente.

13.- ¿Ha cambiado la mentalidad de la gente? ¿Y la suya?

Josefa: Pues mucho. Mucho ha cambiao.

Antonio: Pues no sé, pues entonces, qué te diré yo, mira, pues yo no sé. Entonces me parece que había más compañerismo.

Josefa: Más que ahora.

Antonio: Cuando matabas los tocinos (localismo de Aragón, cerdos), amigos y vecinos y por ahí, todos a hacer la cena.

Josefa: A hacer cena.

Antonio: De cuando hacían, que ahora eso ya no existe, caro.

Josefa: Ya hace años que no existe eso.

Antonio: Pues antes, cuando se mataba la matanza del cerdo, pos siempre se reunían las familias.

Josefa: Mariano —tu abuelo—, y por ahí, aquí en la calle los días de fiesta, como no iban a ningún lao, se compraban un litro de vino y ahí estaban toda la tarde.

Antonio: Ah claro, no había más.

Josefa: Un traguer, con la bota.

Antonio: Tres o cuatro viajes al sol con el pobre vino y a pasar allí la tarde.

Josefa: No había pa más.

Antonio: Pero chica, yo te diré que siempre he procurao hacer siempre lo mejor que he podido en todo. ¿Mentalidad? Pues mira, habrá de todo en la vida, pero, hay quien es muy familiar, y otros hagan menos caso de eso.

Ni le quitaré ideas a nadie ni le impondré, cada uno… Que aunque nos enseñen buenas ideas, siempre habrá gente mala pa todo.

Josefa: Con un tío nos dejemos [sic] de hablar también cuando yo era una crieta, que entonces se hablaba por las herencias, que no había ninguna (ríe).

Antonio: O sea, dice que el tío fue el heredero de la casa y te quiero decir… Se dejaron de hablar por la herencia.

Y al otro tío no sé también qué le dejarían.

Josefa: Nada.

Antonio: ¿Y sabes qué le dejaron a mi madre en casa de ella? Doscientas pesetas (ríe).

14.- Díganme si recuerdan algún remedio casero.

Josefa: Qué me sé yo. Té purgante y por ahí tomábamos.

Antonio: Té purgante.

Josefa: Pa la tripa, y si no, agua caliente y por ahí te apañaban pal resfriao.

Y aspirinas, que ahora aspirinas ya no dan.

Antonio: La aspirina tiene que ser muy vieja.

Josefa: De críos ya tomábamos.

Antonio: Cuando hacía frío, pa calentar la cama, la calentaban con un plato de brasa.

Josefa: O con bolsas de agua.

Antonio: Las bolsas de agua ya vinieron después. Bueno, igual ya habría, aunque no lo hubiera en todas casas.

Josefa: Una botella de agua caliente ponían y la cesta con la brasa pa calentar.

Antonio: No dormíamos poco bien en la cuadra, bien caliente, con las mulas, y ahí te levantabas por la noche porque algunas veces te se [sic] cagaban. Teníamos una yegua, la mala aquella, alguna vez te se [sic] cagaba encima.

Y cuando íbamos al monte también, mira, pues a dormir allí, en la paja y las ratas porencima. No me han pasao pocas por encima de ratas… (ríe) cuando ibas al monte a labrar, a sembrar o a lo que sea.

Josefa: Aquí no tenías ni un día pa ir a comprar, y comías lo que tenías en casa.

Antonio: Lo que pasa es que se hacía mucho de casa. Nueces se cogían… bueno (con énfasis), de cinco o seis nogueras. Higos, un saco en secábamos. Pero mírate, y ahora tan contaminao que está todo… 

Josefa: Ahí en la ventana esa (la señala), ahí se ponían de moscas… Negro de moscas, estaban encima (de) los higos. Pues te los comías igual y no te morías. Y ahora tan delicaos que somos todos…

15.- ¿Qué creencias había?

Josefa: Pues sí, se creía. Yo siempre tengo las cosetas que te dan de la Virgen, de Dios y por ahí; así como otros lo tiran, yo siempre lo he tenido. Yo creo que algo tiene que haber.

Antonio: Hombre, pues creencias, cree uno, mira, unos creen más y otros dicen: «Pues bueno».

Josefa: Antes sí, ahora no. Ahora no cree en nada nadie ni nada.

Antonio: La cosa esta de curas a mí igual me da.

Josefa: Antes ocurría que cuando uno tenía una amargura, que le pasaba algo, se ponía el hábito de la Virgen del Pilar, el vestido morao, y lo llevaba (de) continuo un año, medio año o como fuera. Pero ahora no hacen caso ya de nada de cosas de esas.

Mi cuñada llevó más de un año el hábito de la Virgen del Pilar.

Antonio: Pues hombre, pues antes la gente… pfff. En la iglesia de Sariñena, cuarenta no se ven, claro…

Josefa: Pero ahora no, no creen en nada nadie.

Antonio: Ahora la gente pasa más.

Josefa: Oye, que yo sí, yo digo que algo tiene que ver.

Antonio: Pasa más de las cosas. Pues yo, pa decir a misa de propio (localismo de Aragón, a propósito), poco he ido, o sea que yo, ni creo ni dejo de creer.

Josefa: A entierros y por ahí hemos ido (de) continuo. Si es pa San Blas y por ahí, siempre hemos ido también. También tenemos la fe esa de comer algo pa san Blas. Y el año pasao también pa tú [sic] te llevemos [sic], pa todos, una bolseta de tortetas o no sé qué era.

Antonio: Este año me parece que no habrá san Blas…