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Gonzalo Alcolea Huerva


Natural de Pallaruelo de Monegros, Gonzalo nació un 25 de junio de 1936. Su padre era agricultor, tenía tierras de secano que con el tiempo se han vuelto de regadío. Su madre trabajaba haciendo faenas para las casas ricas  “Iba mucho a lavar con agua de balsa y con el jabón que ella misma hacía”. Fueron tres hermanos  y los tres tuvieron que emigrar.

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A la escuela fue poco, a los 10 comenzó a ir de rebadán con el ganado, de aprendiz de pastor con su tío José Huerva y el tío Isidoro Camón, los dos mayorales. Así, Gonzalo solamente fue a la escuela desde los 6 hasta los 10 años, pero al poco entró la educación obligatoria y tuvo que volver desde los 12 a los 14 años. De su edad apenas serían una media docena de críos. Jugaban a los pitos y a la bomba entre muchos otros juegos.

Con siete años lo bajaban al pozo en un pozal, con la carrucha. En cada casa había un pozo y lo bajaban para limpiarlo. Como era oscuro bajaba con un candil. En una ocasión lo bajaron demasiado y el agua comenzó a llegarle hasta el cuello, gritaba pero arriba no le oían y el candil se apagó, había más de metro y medio de agua. Al final lo subieron pero estuvo a punto de ahogarse.

Por el monte iban a mirar nidos por las sabinas, nidos de picarazas y cuervos, a tirarse por los bordiles de paja por los que bajaban de cabeza. Iban a la balsa buena a buscar agua con un carretillo de madera, llevaban pozales en el carretillo donde cabían unos cinco pozales de diez litros cada uno. En el carro llevaban hasta doce pozales “Los pozales eran de zinc”.

La balsa se limpiaba cuando se secaba, empleaban las caballerías. En Pallaruelo de Monegros estaba la balsa Tío y la balsa Buena y trataban que siempre tuviesen agua. Luego en las casas se almacenaba en los aljibes.

Su padre iba a buscar piedra a la virgen Vieja, su padre trabajó haciendo la carretera que iba de Sariñena a Bujaraloz y con un mallo machacaba las piedras “Sería a mediados de la década de 1940”.

Con 15 años, Gonzalo marchó a Monzón de pastor, estuvo un año. A los 16 años marchó con su familia a Raimat (Codorníu). Allí trabajaron por casa, huerto y 200 kg de harina, llevaban la tierra y las viñas, las podaban y vendimiaban. A los 21 le tocó hacer la mili y luego marcó a Alpicat (Lérida) donde trabajó como camionero hasta su jubilación a los 60 años. Aunque a los 62 volvió a su Pallaruelo natal y llevó las tierras de casa.

Siempre ha vuelto a Pallaruelo de Monegros, sobre todo para vacaciones y fiestas. Se vio obligado a marchar ya que entonces no había trabajo “Igual llegamos a marchar unas veinte personas en aquella época, fueron años muy malos que no se cogía nada en el campo, sería a principios de la década de 1950. La mayoría marchó a Barcelona, había muchas fábricas y mucho trabajo”.

De zagal cogía leñas de romero y sosa y en Sariñena o Capdesaso la cambiaban por patatas, garbanzos o judías. En casa criaban un tozino al año “Aunque si no se cogía cosecha no había dinero”. Con cepos cogían conejos que también criaban con  letacines o apanucios, hierbas que daban a los conejos para comer. Cazaban con varas o con perros conejeros, los hacían salir de los cados y los atrapaban.

Gonzalo fue danzante igual que su abuelo Mariano quien le enseñó a danzar. Ensayaban los domingos en las escuelas, recuerda Gonzalo. También se acuerda del tío Pascualer, el diablo y del tío Juaner que hacía las motadas.

En las fiestas había orquestas, en una era se hacía la carrera pedestre y al ganador se le daba un pollo y también, a veces, una garrafa de vino “Se hacía en la era donde se trillaba, por la mañana se regaba, a primera hora, para que fuese mejor la carrera”. También se remojaba la plaza para el baile. Para la celebración de los quintos se iba casa por casa a pedir y luego hacían merienda.

A los Pallaruerlo les llamaban los pelaos, los calvos y cuando los de Castejón de Monegros pasaban les decían “Quies un peine”, a rejodidas alguna les amenazaba con la escoba. Eran otros tiempos a los que nos hemos acercado gracias a Gonzalo, tiempos en los que con una perra gorda en la tienda compraba una papelina de almendras tostadas en casa de la tía Rosa y merendaban un trozo de pan con chocolate o pan con vino y azúcar. Gracias Gonzalo y a Pilar Guerrero y Aimar Mir de la Residencia de la tercera edad de Sariñena por su colaboración para la realización de las entrevistas, gracias!!

 

Félix Tabueña Tabueña


Félix nació en Pallaruelo de Monegros en 1927. Fue un 21 de febrero pero en el DNI se equivocaron y le pusieron el 22, así que no tuvo más remedio que asumir su cumpleaños el 22 de febrero. Su padre era agricultor y pastor, especialmente era capador y capaba muy bien los mardanos, iba a muchos pueblos de capador, entre ellos Lanaja y Castejón de Monegros: “Les retorcía un testículo, los revolvía al revés y así mataban el nervio, después  ataba una cuerda hasta que encallaba”.  

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Fueron siete hermanos, pero su madre murió muy joven y pronto tuvieron que trabajar, algunos emigraron a Barcelona. Félix fue a la escuela con cuatro o cinco años pero la guerra la interrumpió. Iba con José María, un maestro de Tardienta, y al menos le dio tiempo para aprender a leer y escribir.

Tras la guerra le mandaron a casa Ruata para hacer “mandaus”. Félix era muy joven y ayudaba en la casa: ayudaba a la cocinera, iba a buscar y reponer leña, ordeñar y apacentar las cabras… vamos, a todo lo que le mandaban. Al ser tan joven, la señora de la casa, la Pelai, le mandaba a la escuela para que aprendiera. Pero el maestro, al verlo llegar tarde el primer día, prácticamente lo despachó de la escuela “¡Qué ya había dado la clase!”. Al enterarse la Pelai fue a quejarse a la escuela y enfadada regañó al maestro “Lo puso como un guante y exigió que no lo volviese a despachar”. A partir de entonces, el maestro Don Paco, que debía de ser de Albalatillo, lo trató muy bien y nunca más dijo nada malo. Con Don Paco, Félix aprendió mucho «Hacía leer el Quijote y muchas fabulas».

Félix realizó el servicio militar a los 21 años, estaba de pastor de casa Ruata y avisó que marchaba, pero al final le retrasaron un año de mili. Así, Félix marchó a Castedefell, a la torre donde estaba su hermano, y allí estuvo un año cultivando verduras antes de hacer la mili.

“En Pallaruelo de Monegros había prácticamente tres casas que tenían unas tres partes del monte de Pallaruelo, casa Pelai, Servando y Soldau, también estaba la casa fuerte del Maleno Tenían hasta criau. Esas casas empleaban a más de la mitad del pueblo para sus labores. Los demás trabajaban para sus casas o tenían que buscarse la vida por el mundo.”

“Las mulas labraban mejor, las mulas buenas.” Con las mulas de la casa iban a buscar leña, cogían romeros, ramas de sabina y pino, ginestas… Algunos iban a Sariñena a vender fajos de leña, su abuela, con cuatro zagales, bajaba a Sariñena a vender leña y, a cambio, se llevaba algo de patatas para casa.

El agua la iban a buscar a la balsa con mulas, carretillos y pozales, llenaban cantaros, toneles y cubas y cada cierto tiempo tenían que limpiar el barro que se acumulaba en el fondo de las balsas. Las  mujeres iban con cantaros y las casas ricas con cubas que llenaban con pozales de 10 litros “Cabían unos 90 pozales en cada cuba y el aljibe más grande de Pallaruelo cabía 32 cubadas”. Los aljibes de las casas se llenaban con la mengua de enero, cuando más helaba para asegurar la mejor calidad del agua. “Cuanto más hielo mejor”, antes helaba mucho, recuerda Félix, “Las balsas por lo menos tenían tres dedos de hielo y pasaban por encima”. En invierno, a veces, tenía que romper el hielo con la jada para que el ganado pudiese abrevar. Estaban las balsas del Consejo, del Tozal, la balsa buena y la del Tío.

Por el monte había caza, tanto conejos como perdices, los viejos iban a la espera y los zagales encorrían perdiganas “Al segundo vuelo ya se podían atrapar y se usaban para reclamo”. Pagaban por ellas, “Antes la gente era muy espabilada”. Ponían cepos para los conejos ”Los viejos eran mejores, los cogían sólo por la pata pero no los mataban. Las raposas lo sabían y al sentir los gritos iban y cogían el conejo mientras que el cepo lo desperdigaban por el monte. Los nuevos cepos los cogían por el cuerpo y los mataba en el momento”.

“La cosecha solo era buena los años que llovía, pero esos solo eran muy pocos años”. Cuando tuvo edad, Félix fue a la siega y a la trilla, aunque trabajó toda su vida de pastor para casa Ruata. Un año estuvo en Sariñena, era de crio, con 15 o 16 años, en casa Torres, pues se habían quedado sin pastor, de rebadán. En casa Torres trabajó con tío Miguel, el de la Polonia, en las Almunias y por la zona del Moscallón, “Ha cambiado todo mucho, no se criaba nada y ahora ni se reconoce”. Félix cogía setas de cardo “Había muchas siempre que la primavera hubiese sido lluviosa. Había dos hombres de Sariñena que se dedicaban a coger setas y luego las vendían”.

Se compraba todo en Sariñena, aunque en Pallaruelo estaba la tienda de la tía Cruz, donde el tío Pito iba a Sariñena con un carrer pequeño para comprar lo que vendían. También estaba la tía Juliana con su estanco y café. Había un horno de pan para todo el pueblo, había horneras y el horno estaba en la plazeta donde estaba correos, “El antiguo horno pasó a casa Ruata a cambio del solar donde ahora está el frontón”.

De pastor, al principio, iban dos pastores. Félix iba con el abuelo Genaro, quien luego fue su suegro. El abuelo de su suegro ya estuvo de pastor en casa Ruata. Antes casa Ruata era casa Asín, hasta que tuvieron dos hijas, una se casó con un Ruata de Alcubierre y otra en casa Torres de Sariñena. Así, iba el mairal y el rebadán, con unas 500 cabezas en casa Ruata, en casa Pelai habría unas 400 y en casa el Soldau con el Maleno unas 400. Antes en Pallaruelo habría unas 3000 cabezas y ahora ninguna. Pastaban por todo el monte y algo en Moncalvo, por el corral del Miñón, del Bolero, el cantero… En las casas ricas no dejaban tener ganado propio a los pastores de casa, pero a Félix le dejaron tener su propio ganado, tuvo unas cuarenta ovejas y las apacentaba todas juntas. Con Jesús Labrador fue seis años juntos «Era muy cazador y cogía muchos conejos».

Cogían rabosas por la piel, las despellejaban por la boca hasta que les dijeron que luego las abrían y a partir de entonces las despellejaban como los corderos. En primavera ya no valían, no te las compraban “Es cuando mudan y el pelo se deshace”. Por el monte comían poco, algo de judías con una patata. Llevaban un puchero y se hacían la comida en el monte. Iban con una burra o un burro castrado, llevaba una alforja de piel que cosía su suegro. En la alforja llevaban el puchero, la comida, las fiambreras de latón, el vino en el botico “Cabían 5 litros” y, entre muchas otras cosas, dos cantaricos de gua. Los cantaros los compraban en La Almolda “Había dos alfareros muy buenos”. Les llevaban leña de romero y a cambio se llevaban jarricos, cantaricos y luego botijos. Los cerraban con un manojo de tomillo, así el agua respiraba y se conservaba mejor.

 Se aseaban con un pozalico en el corral, los críos en un barreño. Para las fiestas, en la víspera, se lavaban en la balsa de los animales. Su hermano se casó en Lanaja y se casó con la tía Paca, una mujer que Macario Andreu recordaba haber oído relatos sobre la picadura de la tarántula. Félix no se acuerda mucho, cuando picaba se llamaba a un tañedor que tocaba la guitarra y el afectado tenía que bailar sin parar hasta que los efectos desaparecían.

Félix atesora gran sabiduría, aquella propia de la vida en el monte, de pastores, una forma de vida que se transmitía de generaciones tras generaciones. Un artista en el labrado de la madera que ya tratamos en el 2013 Félix Tabueña Tabueña, pastor monegrino. Con Félix siempre se aprende y, sobretodo, se pasa muy buen rato, gracias Félix!!

Gracias a Pilar Guerrero y Aimar Mir de la Residencia de la tercera edad de Sariñena por su colaboración para la realización de las entrevistas, gracias!!

Pozalero y un pozo en Los Monegros


Pozalero y un pozo en Los Monegros

– Pozalero

De pozaliar viengo

pues de mí dizen

que soy el pozalero,

¡y ni pozal tiengo!.

En estas, que con el pozal marchaba,

y bien amadrugau el día,

pronto m´alcontre con el pozo;

¡qué me s´escapa el pozal!

menuda rujiada me´n di,

¡pa mañana refriau!

y carrañada me´n darán;

pues el pozal me s´ha escapau

p´al fondo del pozo

me s´ha caido.

De mí dizen

que soy el pozalero

y que no valgo p´al secano,

ni pa ser el pozalero,

ni pa dallar y ni pa trillar.

De pozaliar viengo

pues de mí dizen

que soy el pozalero,

¡y ni pozal tiengo!.

– Un pozo en Los Monegros

¡Un pozo en Los Monegros!

¿Llegará al mar?

y si el vacío es infinito como el horizonte

en esas entrañas foscas y perennes

impenetrables por el Sol,

ande s´encuentran afogadas las penas

y  l´agua que nos da la vida.

Publicau en “ Os Monegros el 2 de enero del 2011.

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