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Pilar Asín Asín


Pilar es memoria viva de Albalatillo, localidad que quiere con todo su corazón. Se siente orgullosa de su pueblo, del que es gran embajadora y nos abre las puertas de su casa para retraernos a mediados del siglo pasado y a la vida rural de Albalatillo; localidad muy ligada a la agricultura y ganadería. Su entrañable relato es solo parte de las muchas historias y vivencias que Pilar nos podría contar, con su sabiduría y memoria excepcional.

Pilar Asín Asín nació el 18 de abril de 1937 en Albalatillo, hija de Mariano y Ángeles, familia de labradores. En casa tenían algunas mulas y con el aladro araban la tierra de casa – hasta mi madre iba a labrar-. Su padre, Mariano, de quien Pilar recuerda con mucho cariño ser muy “amadrugador”, trabajaba con su hermano -Iban a labrar, pero también a cosechar, a segar, primero con hoces y luego con los dallones. Más tarde aparecieron las maquinas, las primeras llevaban una especie de sierra, como un tronzador de dientes largos, hasta que finalmente llegaron las cosechadoras modernas-. Con las cosechadoras todo fue más fácil, recuerda Pilar, que fueron evolucionando de las cosechadoras de sacos a las de tolva; -entonces ya teníamos tractor con remolque-.

También se acuerda de los trillos, de los cuales había dos tipos, el de piedras, trillo de arrastre y luego sacaron el trillo de rodillos, eran más altos y se ponían arriba. Eran otros tiempos, vida dura y mucho trabajo y esfuerzo, hubo años muy malos: -Un año fue tan malo que todo lo que segaron lo trajeron con el carro-.

Fue a la escuela hasta los 14 años, iban en clases separadas, chicas y chicos, incluso en el patio del recreo estaban separados y no les dejaban estar juntos. Jugaban en la plaza y para las fiestas a bailar -¡entonces se bailaba!-.  La plaza la adornaban con ramas de chopos, colocaban estacas, la plaza era de tierra, formando un círculo grande a modo de pista, y entrelazaban ramas con hojas de chopo para adornarla, la enramaban. De escenario colocaban unos carros a modo de entablado donde se subían los músicos, venían las orquestas de Ríos o de Ballarín entre otras. Iban a comer por las casas que incluso se disputaban entre ellas para ver quien invitaba a los músicos a comer y cenar: -reñían a ver quién se podía llevar a los músicos-.

En la plaza de Albalatillo había una fuente y al lado un abrevadero, apunta Pilar muy orgullosa de su pueblo, del que no deja de hacer gala: -siempre ha estado muy unido-. También, en la plaza estaba el castillo, aunque ella no lo llegó a ver. El castillo desapareció en la guerra y en su lugar hicieron un frontón. Más abajo camino del río, existió un lavadero, lavaban derechas, de pie y había unas buenas losas. Igualmente había un lavadero en la acequia y, aunque allí tenían que arrodillarse, el agua corría y era mejor para lavar. Camino Sariñena aún está la fuente del Saso que construyeron para la guerra en el aeródromo republicano. Iban a bañarse al río, con el viso, tenían su sitio mientras los chicos otro; aunque ellos se escondían para verlas.

Había médico, que venía de Sariñena, y practicante que vivía en Albalatillo.  -Albalatillo tenía de todo, herrero, dos tiendas, carnicería, dos cafés, carpintería, herrero, modista… El café de casa Paco también tenía tienda-, apunta Pilar. Luego estaba el café bar El Palillos, que era café y baile -allí es donde las mujeres comenzaron a jugar a las cartas-. Además, iban el domingo a bailar, que solo les dejaban si antes iban a rezar el rosario el domingo por la tarde. Ellas se sentaban y esperaban a que un chico las sacara a bailar, no podían bailar chica con chica. Aunque el baile primero fue en casa el pianista, donde los chicos pagaban por entrar, y luego en el Palillos. Isidoro Marcial tocaba el piano, era ciego.  

-A Albalatillo venían los títeres, venían con monos-, iban con sillas a la plaza y veían la actuación. Se hacía procesión para Santa Margarita y fiesta para san Roque, también lo sacaban en procesión y dos casas daban torta bendita, Josefina y Marcial. Los chicos corrían para llevar los santos. Unas navidades con mulas, yeguas o caballos llevaron a los reyes y pajes, apagaron las luces del pueblo y con las antorchas encendidas bajaron al pueblo.

Pilar se casó con Agustín Alfredo Laguna Valentín, siempre le han llamado Alfredo, aunque era de casa Floro. Se casaron en Huesca, en la iglesia de San Lorenzo, y la primera noche la pasaron en Tardienta, tenían parientes allí y como eran fiestas fueron a pasar la noche. Han tenido dos hijos, Alfredo y Pili.

Alfredo era de casa de labradores, tenían cuadras y huerto. Casi todas las casas tenían huertos, en casa empotaban en botellas de cristal, con un embasador y un palo introducían el tomate para conserva. En cada casa se mataba un par de tocinos, hacían bolas, morcilla… de todo -El día de la matacía nos juntábamos toda la familia, íbamos de una casa a otra ayudándonos con la matacía-. Aún guarda Pilar la máquina de las morcillas. También traían pollos de Huesca, de Porta, los iban vendiendo por las casas o lo que les pedían o encargaban.

Alfredo también fue cañicero, hacia cañizos, conjunto de cañas entrelazadas que formaban una estructura compacta, plana, generalmente de unos 2,5 metros de largo por 90 centímetros de ancho. Tenía unos moldes y con el “defendedor” cortaba las cañas en tiras. Luego, iba armando la estructura y formando los cañizos -Cada uno tenía su manera pues eran muchos en Albalatillo que hacían cañizos-.

Alfredo cortaba las cañas en la mengua de enero y en fajos los iba trayendo a Albalatillo. Los hacía tras la siembra -disfrutaba mucho haciendo los cañizos-. Se empleaban para la construcción, para los tejados. También se empleaban planos, en las falsas de las casas, colocados a una altura de medio metro del suelo y sobre ellos se secaban tomates u otras hortalizas o frutas para su conserva.

Con su marido iba a hacer leña, iban con un tronzador, uno en cada punta, iban cerca del río Isuela (Flumen), que había chopos y a trozos lo iban trayendo a casa, los troncos para el fuego y la ramilla para encender. También le acompañó más de una vez a cazar. Alfredo iba a cazar conejos por Jubierre y en el monte de casa con hurón, los domingos. Pilar tuvo un hermano, Mariano, era fraile y murió en un accidente durante una jornada de caza.

En casa tuvieron vacas, ordeñaban a mano, Pilar junto a su suegro -De todo hemos hecho, todo menos carrera-. La leche la vendían a la RAN de Grañén, venían con cisternas a recogerla, llenaban los cantaros y en verano los ponía en el lavadero para que se mantuviesen frescos. Empezaron con 2 vacas, solo para casa, y fueron ampliando hasta tener al final unas 7 vacas. Querían sacar el fiemo por atrás de la casa, a la demba, pero las Bastaresas no quisieron que se hiciese calle.

Alfredo jugaba mucho al frontón, pues en Albalatillo y otros pueblos se jugaba mucho a la pelota a mano, incluso en Albalatillo y otros pueblos se celebraban torneos. Jugaban en parejas y Alfredo siempre jugaba con Carmelo, competía mucho con Nicasio. También participaba en carreras pedestres, algunas en eras, al redol, y aun ganó alguna de ellas.

En Albalatillo, Pilar ha sido y es muy feliz, se siente muy orgullosa de su pueblo, albalatillera de corazón. Muchas cosas han quedado por contar, del desaparecido dance de Albalatillo, de cuando iban a recoger esparto o cuando muchos marcharon a nivelar a Nivelcampo y llegó a Albalatillo el riego. Porque Pilar es pura historia reciente de Albalatillo y ha sido un placer escucharle hablar con tanto cariño de su pueblo que tanto quiere.

Romería de Lalueza a La Cartuja


El camino Real de Monzón a Zaragoza pasaba por Sariñena, atravesaba la actual Laguna y continuaba por La Cartuja de Nuestra Señora de las Fuentes, allí discurría por las planas de la sierra, por Peñalbeta y ascendía a la sierra de Alcubierre. La cuesta requería la ayuda de caballos fuertes y potentes, “Percherones”, que hacían de apoyo para salvar la sierra y continuar su descenso hacía Farlete, por donde vigilaba la torraza, para acabar en la muy noble, leal, heroica, benéfica, siempre heroica e inmortal Zaragoza, capital de Aragón.

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Mapa de Aragón en 1831

El camino de Lalueza a La Cartuja de las Fuentes gozaba de suma importancia, enlazaba al Real camino de Barbastro a Zaragoza en el mismo corazón de Los Monegros y unía y vertebraba esta inmemorable e antiquísima comarca. Así también lo manifiesta Santiago Vilella Barrachina en su libro “En la vida de Juan Andrés Comenge”, aquel camino de Lalueza a la Cartuja gozaba de “buen estado” y por él “discurrían las tradicionales romerías a San Isidro, en la que labradores de Lalueza y de Los Monegros rogaban a la virgen para que les concediese lluvias y abundantes cosechas”.

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La Cruceta. Foto: Alberto Lasheras Taira.

El camino salía de Lalueza, cruzaba el barranco Salado, por “El Salto”, y alcanzaba la predominante zona de “La Cruceta”, lugar estratégico por donde llegaron a congregarse las tropas francesas, según Santiago Vilella Barrachina, en su avance contra Zaragoza durante la guerra de la Independencia. Hasta allí salían las gentes del lugar de Lalueza a despedir a los romeros con sus estandartes y cruces. Cerca de “La cruceta” se encontraba una losa cóncava, una gran piedra o sillar “foradado” donde, de forma ritual, por creencia o superstición, los peregrinos depositaban piedras, pues según Santiago Vilella Barrachina “se preservaba las cosechas de las tormentas con pedrisco”. Luego marchaban por “La Cobacha”, seguían por “El Boral”, el monte “Artal” de Orillena y el Monte “Oliván” hasta llegar al monasterio de La Cartuja de Las Fuentes (En la vida de Juan Andrés Comenge, Santiago Vilella Barrachina).

Encontramos un ritual mágico, contra tronadas y pedregadas, místico y cultural, donde la tradición obligaba a depositar o tirar una o varias piedras sobre un sillar que encontraban en el camino.

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Losa con piedras. Fotografía: Eugenio Monesma Moliner.

El gran etnógrafo y documentalista Eugenio Monesma Moliner recogió el testimonio de María Teresa Moliner Viñas, dentro de su serie «Los secretos de las piedras»: «En pares. Siempre dos piedras. Dos. Y con esto ya se tenía la garantía, o por lo menos lo creían, que el pedrisco no nos caía y protegía los campos. Bueno, pues yo creo que no tenía otro misterio la piedra.” Para Eugenio Monesma «Estamos ante una piedra ritual en la que los vecinos de Lalueza tenían depositada su confianza para la protección de las cosechas».

El antiguo camino de Lalueza a la cartuja de las Fuentes debía de ser muy importante y transitado, estaba muy bien, aunque actualmente ha sido modificado y ya no existe como tal por las concentraciones parcelarias. En la cartuja existía la portería hospedería, donde se alojaban transeúntes y viajeros.

En Lalueza se mantiene viva la memoria de la antigua romería a la Cartuja de las Fuentes. Marchaban con carros, unos iban más por la misa y otros a pasar un día agradable por la explanada o por el barranco de la fuente del monasterio.

Mosén Demetrio Segura Gavín, sacerdote natural de Castejón de Monegros, ejerció como párroco en Lalueza y vitalizó muchísimo la romería a la Cartuja de las Fuentes. Impulsó la romería, dando voz a la misma cartuja con coro de hombres de Lalueza acompañando la sacra misa.

Mosén Demetrio Segura

Hombre de gran nobleza

Por eso lo quiere tanto

El pueblo de Lalueza. 

En la vida de Juan Andrés Comenge, Santiago Vilella Barrachina

Y para terminar recordar un espléndido romance-poema de Mariano Peralta Asín, natural de Lalueza y que con gran maestría inmortalizó su particular romería a la Cartuja de Nuestra Señora de las Fuentes. Mariano fue un gran escritor de su pueblo y sus gentes que colaboró con la revista del Recautillo y los programas de fiestas de Lalueza.

Peripecias ocurridas en el viaje a la cartuja

El día 9 de mayo

pensando  pasar buen día

en la iglesia la cartuja

en celebre romería.

Este día, por la mañana,

se quedó el pueblo desnudo,

unos para la Cartuja

otros para Torrente, al futbol.

Ya marchan las modistillas

con esa “famosa” rubia

siguiendo la Oscense y Julio

todos a la romería.

Eleuterio con su tractor

se veía con armonía

Antonio con el remolque

con una gran pandilla.

Cambreta con Manoler

también fueron con sus carros,

llevaban a sus familias

y parte del vecindario.

También fueron en bicicleta

para presenciar la escena,

y una rubia pequeña,

con la familia Pena.

Ya estamos en la Cartuja

todos con tanta ilusión

a visitar la iglesia

que es cosa de admiración.

No pudiéndose andar

de tantas personalidades,

unos visitan la fuente,

otros visitan los bares.

Ya llegaron los párrocos

y todos, viejos y menores

todos van a presenciar

los actos religiosos.

Ya terminada la Misa

todos salen por la puerta,

unos a tomar vermut

otros a coger la capaceta.

Ya se marchan a comer

a la sombra las paredes

otros van a las casetas

y alguien a los olivares.

Yo me junté con “Narciso”

que es un amigo cordial,

se dejó la alforja en casa

y partimos la caridad.

Cogimos la capaceta

como si fuera tal cosa,

comimos en medio un haber

al abrigo de una sosa.

Terminamos de comer

y fue una cosa sencilla,

fuemos a tomar café

invitados por las modistillas.

Al llegar a las modistillas

nos juntamos con los Penas,

que nos obsequiaron bien

y allí se empezó la escena.

Allí cantamos unas jotas,

Miguel pena daba la entrada,

nombrando a las modistillas

también a la profesora.

Con aquel vínico rancio

junto con melocotón,

todo eran cosas buenas

pa alegrar el corazón.

Llegó Pedrito Gascón

y José Raúl de Pena,

nos echaron unas fotos

debajo de la olivera.

También llegaron los quintos

cargadicos de licor

molestando a las modistillas

y se terminó el buen humor.

Nos marchamos al Rosario

todos tan condescendientes,

íbamos a cantar los Gozos

a la virgen de la Fuente.

Ya se terminó la tarde

de gozos y maravillas

y acordamos con “Narciso”

agasajar las modistillas.

Al entrar en Poleñino

a visitar a Otín y Elena

invitar algunas cosas

d´esas botellicas buenas.

Pero esto salió muy mal,

se nos volvió la “naranja”

y veréis lo que pasó

a la salida de Lanaja.

Al pasar el cementerio

ocurrió un accidente

chocó la rubia de Lalueza

con un coche de La Oscense.

No nos matamos ninguno

porque así lo quiso dios,

se nos quedó desmayada

Maribel la de Gascón.

Los dos heridos más graves

fueron Mari Malo Gavín

y el que escribe el romance

Mariano Peralta Asín.

Las primeras asistencias

fueron unos de Poleñino,

también venían, alegres

de sidra, champan y vino.

Al presenciar aquel acto

que tan desesperado había,

allí pasaron el tractor

y me montaron arriba.

Llegamos a Poleñino

y me querían acostar

mi dolor era tan grande

que a casa quería llegar.

Siempre me recordaré

y lo tendré en el cerebro

que el lugar de Poleñino

será mi segundo pueblo.

Me trajeron a Lalueza

con el remolque y el tractor,

todo el pueblo de jaleo

y que no estaba el doctor.

Me visitó un practicante

siendo una cosa buena

que el cual está retirado

llamado D. José Pena.

Ya me quedé tranquilo

después de tan apurau,

y ahora me llamarán todos

“Andrés” el resucitau.

Y me velaron de vivo

hasta las tres de la mañana,

el “afamado” “Narciso”

y Manolo “Estozarranas”.

 Mariano Peralta Asín. Lalueza, 9 de mayo de 1954.