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Lana Sarrate, Einstein y los kocherthaler.


Conmemorando los 130 años del nacimiento del sariñenense Casimiro Lana Sarrate nos adentramos en los entresijos de su relación con el sabio universal Albert Einstein y el papel decisivo que mantuvieron los Kocherthaler, tanto en su relación de amistad como en su implicación en la visita de Einstein a España. Además especulamos sobre el paso de Einstein por Sariñena y descubrimos aspectos inéditos, curiosos y algunos graciosos, de Einstein a través de tres cartas de Lina Kocherthaler a Lana Sarrate.

Albert Einstein

Lana Sarrate y Einstein

Mucho se ha hablado de la implicación del sariñenense Casimiro Lana Sarrate en la visita de Albert Einstein a España en 1923. Lo cierto es que Lana Sarrate compartió amistad con Einstein a quien conoció en Alemania en los años veinte del siglo pasado. Lana Sarrate fue, junto a Esteve Terradas Illa, responsable del contacto para su visita a España. Fue a través del Instituto de Metalurgia y Mecánica de Barcelona, con la Generalitat de Catalunya y, entre otros, sus amigos Rafael Campalans y Bernat Lassaletta. «En mayo de 1922 es Casimiro Lana Sarrate quien se encarga, con éxito, de negociar el viaje a España, con la presión añadida de la Universidad de Zaragoza, fijándose la visita para el próximo año» (Monografías de la Real Academia de Ciencias de Zaragoza. 27: 35–68, 2005. Einstein en España. Javier Turrión Berges). En la misma línea se manifestó Thomas F. Glick, Einstein y los españoles: ciencia y sociedad en la España de entreguerras, citando a Tomeo Lacrué (Biografía científica de la Universidad de Zaragoza) «Los arreglos finales los hizo en Alemania ese verano Lana Sarrate que informó a Terradas, a su llegada a Alemania, a cerca de su aceptación definitiva de Einstein». No obstante, para Thomas F. Glick «Aunque Lana participó en las etapas finales de la preparación de la visita de Einstein, su papel se limitó a actuar como intermediario de Esteve Terradas, profesor de acústica y óptica de la Universitat de Barcelona, que fue la figura que dominó la instancia de Einstein en Barcelona»

Efectivamente, en mayo de 1922 Lana Sarrate realizó gestiones desde Berlín para cerrar el viaje de Einstein a España. Incluso aprovechó para escribir a Einstein proponiéndole realizar la traducción de su teoría de la relatividad, desconociendo que su edición en español, de Rey Pastor, estaba ya en imprenta. En aquella misiva, destaca la cita a Lina kocherthaler, una prima de la mujer de Einstein residente en Madrid y por medio de quien, Lana Sarrate, había recuperado la dirección postal de Einstein en Berlín.

Los kocherthaler

Lina kocherthaler era prima tanto de Albert como de su mujer Elsa Einstein, pues ambos eran primos. Lina Einstein, que nació en 1883, adquirió el apellido kocherthaler al contraer matrimonio con Julius Kocherthaler. Los Kocherthaler respondían a los hermanos Julio, Lothar, Siegfried y Kuno. Julio nació el 2 de enero de 1875 en Ernsbach, Forchtenberg, Baden-Württemberg (Alemania) y falleció el 27 de agosto de 1927, a los 52 años de edad en Bad Kissingen, (Alemania). Julio y Lina tuvieron dos hijos, Oscar Arturo Kocherthaler (Nació en Madrid en 1905) y Walter Louis Cortell (Nació en Madrid en 1909).

Julius fue cofundador de la Compañía General de Minería Española y pariente lejano tanto de Einstein como de Fritz Haber (The Berlin Years: Writings & Correspondence January 1922-March 1923 Page 585).

Einstein llega a Madrid

Tras visitar Barcelona, la mañana del 1 de marzo de 1923 Einstein tomó el tren de Barcelona a Madrid. Einstein viajaba con su mujer Elsa. En el trayecto de aquel viaje, Einstein pasó por Sariñena, pueblo natal de Lana Sarrate. Seguro que Einstein contempló los paisajes de su amigo Lana Sarrate, áridos y puros de Los Monegros antes de su transformación a regadío. Quizá podamos suponer, en el mundo de las conjeturas, que Lana Sarrate le hablase de su tierra y Einstein, a su paso, prestase mayor atención y desde la ventana de su vagón contemplase una tierra seca, de yermos, tierras baldías, pastos secos y campos de cebada y trigo; que tratase de atisbar la villa de Sariñena o incluso llegase a apearse en la estación a estirar un poco las piernas. Quizá, el mismo Einstein estuvo en Sariñena.

Finalmente, Einstein llegó a Madrid el 2 de marzo, dirigiendo unas palabras “de cortesía” a quienes le estaban esperando. También tuvo unas palabras para los Kocherthaler, a los primos de Elsa y Julio Kocherthaler a quienes exclamó:

-¡Eh bien!, qu´est-ce qu´ilfaut faire?- (-¡Bueno!, ¿qué debemos hacer?-)

-Sortir- Exclamó don Julio. (-Salir-)

Thomas F. Glick. Einstein y los españoles: ciencia y sociedad en la España de entre guerras. El Debate y El Sol del 2 de marzo de 1923.

“En su visita a Madrid, después de breves presentaciones, Einstein fue al Palace Hotel con Julius (Julio) Kocherthaler (¿? –1927) y su esposa, Lina Kocherthaler-Edenfeld” (The Berlin Years: Writings & Correspondence January 1922-March 1923 Page 585). A las once del mediodía dieron un paseo en coche por la ciudad, Einstein y los Kocherthaler, siendo reconocidos por “muchos transeúntes” (La Voz y La Vanguardia, 3 de marzo de 1923). Una vendedora de castañas lo reconoció por la calle y le gritó “¡Viva el inventor del automóvil!” (Thomas F. Glick). El sábado por la mañana, después de ser recibido por el alcalde de Madrid, Joaquín Ruiz Giménez, Einstein comió en casa de los Kocherthaler, en la calle Lealtad (Thomas F. Glick. Einstein y los españoles: ciencia y sociedad en la España de entre guerras).

El 4 de marzo, Einstein y su mujer Elsa dieron un paseo en coche con los kocherthaler. El 5 de marzo, aunque no quedó registrado, Einstein almorzó con Kuno kocherthaler. El 6 de marzo visitaron Toledo “con los hermanos Kocherthaler y sus esposas, Ortega y Cossío” (Diario de Einstein). Ortega y Gasset acompañó a Einstein en su visita a Toledo, al igual que en diversos momentos de su estancia. En el viaje a Toledo también estuvieron presentes Manuel B. Cossío, Julio Thomas F. Glick y su mujer Lina, prima de Einstein, y la historiadora del arte, Mª Luisa Caturla. De aquel viaje se conserva un pequeño álbum fotográfico (Conmemoración del primer centenario de las teorías de Albert Einstein. Exposición y seminario).

Einstein en Madrid con Alfonso XIII. Einstein es el único que mantiene los ojos abiertos.

“En Ortega y Gasset, mi padre escrito por Miguel Ortega, hace dos breves referencias a la época en que Ortega visitaba la casa de los Kocherthaler (Kuno Kocherthaler y María Luisa Caturla, entonces, María Luisa Kocherthaler) siendo él todavía niño, y comenta cómo mientras Caturla y Ortega -hablaban de Zurbarán y de otros temas relacionados con el arte-” (Ortega, M., 1983: 74), él y “Polito” jugaban en el jardín de la casa.  Lina Kocherthaler – hermana de Kuno, marido de Caturla– era “prima hermana de Elsa Einstein” (Glick, 2005: 79) –esposa del “señor Einstein, el nuevo mago, confidente de las estrellas” (III, 522), tal y como se referiría a él José Ortega y Gasset–.

Einstein en Toledo

Visita de Einstein a Toledo (1923): José Ortega y Gasset, María Luisa Caturla, Einstein, Lina Kocherthaler, Elsa Einstein y Manuel B. Cossío (Imagen ampliada – Ortega, S. 1983: 136). Polito o Polo, como llamaban cariñosamente a Julio de Kocherthaler (1909-1998), Julio del Val tras el cambio de apellido que llevaron a cabo los tres hermanos Kocherthaler en 1940 –no así Guido, quien había fallecido el año anterior–. (Cf. Mann, Golo (2006). Briefe (1932-1992). Göttingen: Wallstein Verlag, 389). Historias donde no hay más que hombres. María Luisa Caturla y José Ortega y Gasset. Histories in Which There Are Only Men. María Luisa Caturla y José Ortega y Gasset. Sara Jácome González, Universidad de Salamanca.

El 10 de marzo, Einstein visitó el Prado, contemplando principalmente obras de Velázquez y Greco. “Visitas de despedidas. Comida con el embajador alemán. Pasé la tarde con Lina (Kocherthaler) y los Ullmann en una primitiva y diminuta sala de baile”. (Dukas añade: “Lina Kocherthaler, prima y amiga íntima de la familia”). Tarde alegre. (Thomas F. Glick. Einstein y los españoles: ciencia y sociedad en la España de entre guerras). El domingo (11 de marzo) llevaron a Einstein a dar otra vuelta por Madrid (Diario de Einstein).

Manuel Andsade, en Las dos semanas surrealistas que Einstein pasó en España, artículo publicado en el País, narra como Einstein había salido de Alemania tras el asesinato del ministro de Exteriores Walter Rathenau a manos de activistas de ultraderecha. “Einstein también era un objetivo, así que le convenía desaparecer un tiempo, sostiene Gutfreund (Hanoch Gutfreund, físico, antiguo presidente de la Universidad Hebrea de Jerusalén y uno de los mayores expertos mundiales en la figura de padre de la teoría de la relatividad). Einstein, de origen judío como el ministro, inició un largo viaje a Japón, Palestina y, finalmente, a España”.

Aunque primeramente la guerra estalló en España en 1936, preludio de la segunda guerra mundial que arrasó Europa, Einstein ya se había exiliado en 1932 a Princeton (Estados Unidos), huyendo de una Alemania a la deriva por el fascismo materializado en el nazismo.

La visita de Einstein a España quedó borrada “los franquistas no querían saber nada de Einstein, porque era pacifista y rojo separatista, opina Glick” (Manuel Andsade. Las dos semanas surrealistas que Einstein pasó en España).

El exilio de las guerras

Tras la guerra de España, Lana Sarrate se exilió a Buenos Aires, Argentina. El 19 de diciembre de 1939, Einstein escribía a Lana Sarrate, alegrándose de tener noticias suyas. En dicha carta, Einstein da cuentas de algunos amigos comunes como los Kocherthaler, Lina, sus hijos y Kuno: «Lina Kocherthaler se encuentra en Ginebra (Suiza) Avenue Bertrand 19. Sigue siendo la vieja persona encantadora que era antes y no se deja abatir»; Oscar Kocherthaler está en Francia y no sé qué está haciendo. Walter ha estado en Nueva York durante varios años y, a veces, escucho sobre sus eventos comerciales. Kuno, quien se comportó de manera bastante discutible con su familia en asuntos de dinero, vive nuevamente en Madrid. Sus hijos parecen vivir peleando en el campamento de Franco (¡puaj!)».

Lina Kocherthaler acabó en Montevideo, su marido Julio había fallecido en 1927. En la primavera de 1948 Lina “fue abordada por quienes deseaban recaudar fondos para la Haganah, el movimiento de resistencia judío en Palestina. Einstein les enviaría una carta que podría venderse en una subasta. Einstein no solo respondió con la contestación del correo, el 4 de mayo de 1948, diez días antes del final del mandato de Palestina, sino que adjuntó una declaración titulada: “A mis hermanos judíos en Montevideo” que revela de manera clara su posición” Ronald Clark, Einstein: The Life and Times.

Las cartas de Lina

Desde Montevideo se produjo un intercambio de cartas entre Sarrate y Lina Kocherthaler entre mayo y septiembre de 1955, después que Albert Einstein falleciese en la ciudad norteamericana de Princeton; el 18 de abril de 1955.Todo apunta que Lana Sarrate pretendía realizar un artículo biográfico sobre Albert Einstein y para ello contó con la amistad y complicidad de Lina kocherthaler. En ellas se narran relaciones personales y anécdotas simpáticas sobre Albert Einstein, además circunstancias entorno a sus últimos días. Al final, reproducimos las contestaciones de Lina Kocherthaler a Lana Sarrate, desconociendo si este llegó a escribir la esperada biografía, artículo o reseña sobre Albert Einstein. Unas cartas familiares compartidas gracias a la familia Lana Sarrate y bajo la traducción de Osmoengros.

Montevideo, 9 de mayo de 1955.

Mi querido Doctor

Tu carta acaba de llegar y me apresuro a responder tus preguntas sobre Albert lo mejor que pueda. Lo conocías bien y entiendo que escribirás un artículo interesante sobre él, incluso más que tus teorías.

Mi relación con él y Elsa era la misma porque las madres de Elsa y Albert (que eran hermanas) eran primas de mi madre. Creo que la relación conmigo era «prima segunda». Nuestros abuelos maternos eran hermanos y se llamaban «Koch». El abuelo de Albert se llamaba Julius Koch, el mío era Hermann Koch. Así que somos parientes bastante lejanos, pero una amistad de 42 años nos ha conectado, y fue francamente conmovedor cómo él, a medida que envejecía, se mantenía firme. Sus cartas para mí son tan amorosas que siempre me ha maravillado lo mucho que me quería.

Así que la última vez que estuvimos juntos -hace meses- también fue muy agradable -y lamento mucho no haber cumplido con su solicitud telefónica a Dallas, donde me pidió que lo visitara una semana más. Estaba demasiado cansada para eso en ese momento, y tal vez fue bueno no volare más allí, ya que él estaba en la cama con gripe y no obtuvo nada de mi visita. ¡Ese es mi pequeño consuelo ahora!

¡Pero, a sus preguntas! No sé cuándo. A. se casó por primera vez, solo sé que entonces era muy joven todavía, y creo que su esposa era búlgara. De este matrimonio viene el hijo Hans Albert, que tiene unos 50 años, el segundo hijo, Eduard, también es hijo del primer matrimonio. Más tarde se enamoró de su entonces muy encantadora prima Elsa, cuyo padre le dejó estudiar. Elsa estaba divorciada y tenía dos hijas, Ilse y Margot. Ilse murió joven – su esposo era el Dr. Rudy Kayser, el editor responsable redactor de “Rund Schsu”, una revista literaria de muy alto prestigio. Albert dejó que Rudi viniera a los Estados Unidos cuando ya era viudo.

Margot vivía con Albert y la secretaria, Helen Dukas, e hizo que su vida fuera agradable y digna de ser vivida con su discreto cuidado. Del mismo modo la señorita Dukas.

En 1925, creo, Albert estuvo con nosotros en Madrid a su regreso de Japón, donde recibió un doctorado honoris causa. Sin embargo, en ese momento era casi demasiado tarde para la celebración en la universidad, a la que también se había presentado el rey. Porque por imprudencia se dieron un viaje en auto con él en la mañana y en medio de la nada el auto se descompuso – ¡ay que alboroto!

La modestia de Albert era francamente conmovedora y cuando yo el año pasado le dije: «Albert, ¡todo el mundo dice que eres un genio»! – respondió curiosamente: «Pero, no, ¡no creas eso! Ni siquiera soy inteligente. Solo lo soy si tengo una idea, llego obstinadamente al fondo de ella hasta que descubro lo que realmente significa”.

¡Y tan modestamente que vivió, ahora se fue de la vida con la misma modestia! Cuando preguntó, los médicos le dijeron para que supiera exactamente que iba a morir ahora. Al principio quería soportar el dolor con calma y no se puso ninguna inyección hasta que fue demasiado para soportarlo y le llevaron al hospital al segundo o tercer día. Allí consiguió, quisiera o no, las inyecciones que le aliviaron el dolor.

Pero él estaba mentalmente muy claro y todavía hablaba con su hijo sobre cuestiones de política y ciencia… ¡estaba sereno y esperaba la muerte con pesar porque sabía que su vida estaba «cumplida»! Así que murió modestamente, sin decir muchas palabras, y hasta el final tuvo su encantador sentido del humor y sonrió con Margotle y su hijo. Entonces llegó el final mientras dormía, y aparentemente la enfermera no pudo entender las últimas palabras porque estaban en alemán.

Así que tuve que renunciar a un buen amigo. Cuando te haces mayor te sientes más solo, ¡eso es una ley de la naturaleza!

Entonces, querido Casimiro, respondí tus preguntas y más, mientras no recibí a los reporteros aquí porque solo te hablo de cosas que uno solo puede mencionar con mucho gusto, porque nunca se puede decir de un hombre así «sensación». ¡Hacer!

Osear está ahora está en Alemania para curarse, pero quiere volver aquí en julio – Lici volverá un poco más tarde, ya que todavía está visitando a su hija en Hollywood – Walterle está feliz con su casay es un padre muy amoroso– ¡con su pequeña Nina!

Adiós, saluda a la buena Matilde y saludos afectuosos de tu buena amiga.

Montevideo, 19 de mayo de 1955.

Estimado Lana,

¡Sobre todo, muchas gracias por las preciosas fotos y toda la amable carta! ¡Todo me interesó mucho, y les envío las preguntas para que las respondan!

1/. El apellido de soltera de Elsa también era Einstein, porque era prima de Albert. (¡Las hermanas menores, het Velterus!).

2/. No me avergüenzo en absoluto si dices nuestro nombre, porque también creo que es más personal y agradable en el contexto de su presentación.

3/. Hay tantas cosas divertidas sobre Albert que no tengo espacio para escribir sobre ellas. Además, no sé si ya sabes las siguientes cosas. Si es así ¡Lo siento!

Cuando tenía unos 15 años, Albert visitó a una de nuestras tías abuelas. Cuando ella lo recogió en la estación y le pidió su bolso, él respondió avergonzado que se lo había dejado en el tren, a lo que la anciana dijo: «¡Oh, Albert, nunca llegarás a nada en la vida!».

Su despiste era grande, pero su concentración era igual. Y cuando me pidió un día que nos reuniéramos con él en las instalaciones del Fehrbelliner Platz (Parada de transporte público en Berlín), se sentó allí, en medio de una multitud de niñeras y niños pequeños que gritaban, pero se quedó allí sentado haciendo sus signos matemáticos en un cuaderno y trabajando sin ser molestado en un problema importante.

El día de su boda con Elsa se olvidó de bajar a almorzar y se asombró cuando su hija le dijo: «Sí, Albert, hoy es un día especial».

Una noche en Berlín nos invitaron al conocido banquero Oscar Wassermann. Ya estaban todos los invitados reunidos, entonces llegó Albert, un poco indignado. Y contó que llegó a un departamento donde una señora mayor lo recibió amablemente, conversaron y al cuarto de hora la señora le preguntó qué era lo que en realidad le hacía el honor de su visita. Y cuando él dijo que lo habían invitado a W’s, ella le dijo que estaba en la otra casa de al lado. Al día siguiente, vino a Dahlem (Barrio de Berlín) a almorzar y me dijo que estaba al otro lado del puente en Lützow-Ufer, donde conoció a una pareja casada. El caballero le había preguntado cómo había ido la noche, con lo cual él Albert preguntó: «¿También has estado en los Wassermanns?» — y el caballero respondió: «¡Yo soy O. Wassermanns «!

Albert nos visitó en Madrid, procedente de Japón. Aunque fue recibido allí por la emperatriz y el emperador, llevaba poco equipaje consigo. En Madrid, una dama de la alta aristocracia ofreció una gran recepción, a la que acudió también el rey Alfonso. Así que Albert estaba vestido de una manera muy extraña, pantalón de Julio, falda de Kuno, abrigo de Guillermo Vogel. Y cuando, después de la gran recepción, fue conducido por la señora de la casa al guardarropa para ponerse el sombrero de copa y el abrigo, naturalmente no encontró nada y le dijo a la señora: «»Je ne connais pas mon Manteau, parceque je suis tout a ceit prêté.» (No conozco mi abrigo, porque estoy listo).

Su modestia y gratitud eran grandes, y nunca dejaba el Hirschsprung sin despedirse del gordo de Memsell en la cocina y estrecharle la mano en señal de agradecimiento.

Cuando lo visité el año pasado, todavía recordaba lo bien que bailábamos los dos entonces – ¡hace mucho tiempo! y dijo: «Ya nadie baila así».

Bueno, querido doctor Casimiro, ¡he hablado mucho y me encantaría que pudieras usar algo de lo que he dicho!

Todo lo mejor para ti y la linda Matilde. Todo bueno y amor, del viejo fiel Furem (alles Liebe und Gute von  Furem alten, getreuen)

Montevideo, 7 de septiembre.

Mi querido Doctor,

Solo una respuesta rápida a su pregunta porque me recogerán en diez minutos para una visita.

El Benson se compró en Madrid – María Luisa lo descubrió en su momento y a Julio también le gustó tanto que no dudó en comprarlo. Los tapices vienen de Munich von Bernheimer, que tienen las más bellas del mundo.

En 1922, Albert tenía en realidad 43 años, y supongo que era un fotógrafo reciente en ese momento. Entonces, Albert se veía joven y guapo y me imagino que tenía 43 años. Yo misma también tengo una foto de él, del año 1920, en el que es muy similar a tu foto.

Escucho mucho a Margotle porque la cuido ahora que está tan angustiada. Desafortunadamente, ella también está muy plagada de ciática. Pero mejor no escribirle nada al respecto. Me alegro de que no hayas enviado el artículo tan bonito, porque les llegan demasiadas cosas de todo el mundo y como a Albert no le gustaba la publicidad, tampoco se encariñan. Muy amable por tu parte enviarme más de los artículos, pero no es necesario ya que los niños y yo los poseemos. ¡Mil gracias por eso!

Ojalá nos volvamos a ver pronto; como todos sabemos, ¡la gente vive de esperanzas!!»

Todo lo mejor para ti y querida Matilde de parte de tu vieja amiga.

Gracias a Michael Lana Sarrate por las cartas de Lina a Casimiro.

Humildemente, aventurado al sabio y genio Albert Einstein, a su figura trascendental y universal, no sin cierta relatividad al espacio y al tiempo que tan solo el amor puede superar (Interestelar). Todo por ello y nada por un instante que se supo eterno, en la magia de la ciencia y la capacidad humana de superarse a través de la inteligencia, en un mundo que vivió uno de sus peores momentos. Por eso, el amor vence y transciende las dimensiones del tiempo y del espacio, para tener esperanzas gracias aquellas personas que construyeron un mundo mejor y son todo un referente para la humanidad.

Cristina Lana Villacampa


Cristina Lana Villacampa nació en Triste, municipio perteneciente a Las Peñas de Riglos (Huesca), el 29 de octubre de 1908, a las cuatro y media, y falleció en Madrid el 11 de febrero de 1988. Fue maestra e innovadora pedagógica fundadora del colegio santa Cristina de Madrid. Su historia nos descubre un pasado intenso y una lucha por cumplir su vocación docente y pedagógica. 

Cristina Lana Villacampa

Cristina Lana en el centro junto a su hermana Irene a su derecha.

Su padre Gregorio Lana Capitán y su madre Úrsula Villacampa Puyol eran naturales de Sariñena. Nieta por línea paterna de …….. Lana y Martina Capitán y por línea materna de Manuel Villacampa y Antonia Puyol, fueron siete hermanos, entre ellos las hermanas Irene, Isabel y Cristina y los hermanos Rafael y Silverio. Aunque el matrimonio era de Sariñena, sus tres primeros hijos nacieron en Triste. Gregorio fue capataz, trabajó en la construcción del pantano de San Juan de la Peña, y tras su vida laboral recibió  la medalla por mérito al trabajo de Isabel II. Al acabar su trabajo, en el pantano de San Juan de la Peña, la familia Lana-Villacampa se instaló definitivamente en Sariñena. Así que Cristina era de casa Sabineta, casa ubicada en la calle Santamaría de Sariñena, lugar donde transcurrió su infancia y juventud.

Con quince años, Cristina ingresó en 1923 en la Escuela Normal de Maestras de Huesca, en su expediente  académico aparece tanto el examen de ingreso como las notas de los primeros cursos. Luego marchó a Zaragoza donde estudió magisterio, se especializó en pedagogía. Su padre Gregorio Lana había comprado un piso en Zaragoza para que sus hijas pudrieran ir a estudiar a la capital aragonesa. En 1930 Cristina estuvo designada como opositada en Lechago, con el número 147, (La Asociación, nº 886. Revista de Primera Enseñanza de Teruel) y entre 1934 a 1938 fue directora de las escuelas nacionales de Sariñena, antes y durante la guerra civil. Para Manuel Antonio Corvinos Portella, investigador de la historia local de Sariñena, Cristina fue una excelente pedagoga con ideas renovadoras y que bastantes sariñenenses aún la recordaran.

En mi clase estábamos 30 niñas, aprendíamos mucho porque nuestra profesora doña Cristina Lana Villacampa era muy buena maestra, (la mejor que he conocido). No nos meneábamos y tampoco se nos ocurría hablar, tenía mucha disciplina pero nos quería mucho. Por la mañana de 9 a 12:30 h. aprendíamos a leer, a escribir, verbos, matemáticas, geografía, etc., por la tarde de 3 a 5 h. a bordar, aprender corte para hacer camisones, pijamas, etc. El recreo lo hacíamos en la plaza de la Iglesia.

Dolores Romerales

Manuel Antonio Corvinos, Los Refugios de la guerra.

Cristina Lana Villacampa fue directora de la escuela graduada de Sariñena junto a Nicolás Baldús. De ellos encontramos referencias a su labor en el libro de Salvador Trallero: Sariñena y el Diario de Huesca, destacando la Visita Escolar a Huesca el 3 de mayo de 1935 y su respectiva crónica el  17 de mayo de 1934: Cristina Lana, directora de la Escuela graduada de Sariñena, habla del entusiasmo que siente por hablar en el acto de los niños y de la escuela. Hace un llamamiento a los padres y las madres. Dice que el trabajo de la Escuela única es hacer hombres cultos y ciudadanos del trabajo. Cada generación o época exige una educación; la de la actual es la Escuela única y laica. No enseña la escuela moderna religión, pero tiene cariño, libertad, orden y trabajo. Y en ellas se aprende a amar a los semejantes y a respetar a los extraños. No mira la condición o belleza de los individuos; para ella todos son iguales. La Escuela antigua se caracterizaba por la severidad, la rigidez y la imposición; la de ahora es toda dulzura, libertad y razonamiento. (Trallero, Salvador. Sariñena y el Diario de Huesca (Vol. II)).

Una jovencísima Cristina, muy comprometida socialmente, colaboró con el Hospital Militar de Sariñena, ayudando al doctor Isaac Nogueras Coronas. Especialmente significativa fue su defensa del doctor Nogueras, a quien reclamaba el comité local de Barbastro, “Más de una vez habían intentado capturarlo sin conseguirlo, gracias a la valiente y decidida oposición de la maestra y de otra gente de Sariñena” (Moises Broggí. Memóries d´un Cirurgiá). Así Cristina dedicó parte de su tiempo a ayudar en el Hospital de Sariñena, un gran corazón por los demás, arriesgando su vida por defender al doctor Nogueras en tiempos muy difíciles donde significarse tenía un alto precio.  Cristina debió de ser una persona decidida, valiente, avanzada a su tiempo, debió de ser un soplo de aire fresco en las escuelas y por ello ha sido recordada con enorme cariño en la población monegrina.

“Una de las personas que tenía más influencia en el Comité era la maestra, una chica joven, muy decidida, de ideas avanzadas de tipo colectivista, y que actuaba con entusiasmo y moderación.”

Moises Broggí

Cristina vivió una época intensa en una convulsa Sariñena. Tiempos de revoluciones pedagógicas, dirigiendo una escuela rural que llenó de luz y cariño y que aún recuerdan muchos de aquellos niños y niñas que vivieron aquellos tiempos. En su memoria continúa viva el cariño mutuo que profesaron y hoy en día aún la recuerdan con la impronta que nunca se olvida. Aquella agitada Sariñena de república y luego de guerra, para una jovencísima Cristina debió de ser muy intensa. A Cristina se le atribuye un novio aviador que al parecer la impresionaba sobrevolando el cielo sariñenense y que por ello fue apercibido, quien sabe, quizá fuese verdad. El cercano Aeródromo de “Alas Rojas” y la proximidad del frente hicieron de Sariñena un centro de guerra donde el trasiego de milicianos y soldados fue constante. Al final de la guerra y con la entrada del franquismo el destino le tenía preparada una mala jugada a Cristina, un acontecimiento que cambiaría su vida.

Cristina Lana

Cristina Lana a la derecha de la imagen con familiares.

Tras la guerra, Cristina fue acusada por el primer alcalde franquista de Sariñena. Fue acusada por la alcaldía de Sariñena por pertenecer al Frente Popular, “siendo propagandista de aquellos ideales”, aunque no se le conocía afiliación a partido político alguno. La información, que el alcalde manifestó, acusó que “presto servicios en el hospital rojo de esta villa, como directivo con gran entusiasmo”. Continúa añadiendo “tomó parte en actos públicos del frente popular en el teatro Romea de dicha localidad, enalteciendo los ideales marxistas”. Además arremetió contra su labor docente: “siendo de sumo agrado durante las horas de clase en la escuela obligar a las niñas de personas de orden a trabajos fuera del orden de la enseñanza, dirigiendo todos sus esfuerzos en la enseñanza laica por ser este el concepto religioso que le merece la encartada, creyendo pertenece a la masonería”. Por último se le atribuyó como cierto un supuesto “rumor”: “Durante el Glorioso Movimiento y a título de rumor intervino como dirigente en los saqueos de las casas del Sres. Torres y Castanera pudiéndose afirmar con certeza absoluta que tanto muebles como ropas que precisaron para el hospital de sangre rojo fueron sacados del establecimiento comercial de D. Joaquín Blasco Mirallas teniendo la certeza que todo ello era debido a sus indicaciones”.

“Ampliando informes olvidaba decir, que como la referida lana Villacampa negaba la existencia de Dios con las niñas, reproducía con frecuencia en la clase la frase siguientes: ¡niña!  Llama a Dios, ¿no ves como no contesta? ¡Ahora pide a un caramelo a Dios! ¿No ves como no te lo da? En cambio, pídemelo a mí, y verás cómo te lo doy, lo que demuestra claramente el sentir completamente antirreligioso y de pésimos antecedentes”.

Una joven Cristina se vio de repente acusada y ante un proceso judicial con pocas garantías. Considerada “completamente identificada con aquellas tendencias disolventes marxistas”, de conducta “mala” y perteneciente a “clase baja y muy culta”, la acusada se tuvo que enfrentar a un proceso que ponía en peligro su vida.

Pero los siguientes informes políticos sociales no corroboraron las anteriores acusaciones. Gabriel Portolés, como responsable de Falange en Sariñena, no le inculpó delitos, simplemente reconoció que fue “Algún tiempo administradora del Hospital Militar rojo, cargo que dejó voluntariamente al abrirse las escuelas para dedicarse a su profesión”.

El 4 de marzo de 1940 Cristina compareció ante un juez en Madrid, negando las acusaciones  y manifestando que ya había sido juzgada por los mismos delitos, el 25 de octubre de 1938 ante el auditor de guerra de la quinta región Militar, siendo absuelta “libremente con todos los pronunciamientos favorables”. Aún así, Cristina tuvo que continuar con el proceso y en un acto de apoyo popular, en unos tiempos de tanto miedo y represión, el resultado fue sorprendente.

A la entrada de las tropas sublevadas fue juzgada en Huesca y absuelta tras una brillante autodefensa”.

 Manuel Antonio Corvinos

Expediente Cristina Lana.jpg

Cristina presentó en su defensa diversos documentos que respaldaron su inocencia, una declaración de familiares de niñas del colegio con catorce firmas, redacción de las niñas con veintinueve firmas, certificado del pueblo de Lechago expedido por la alcaldía, certificado de las catequistas de Sariñena de 1936 (Señoritas Aurora, María y Pilar Basols, María cruz Torres y Matilde Cascales, todas ellas destacados y valiosos elementos de Falange Femenina y profundamente católicas). Declaración de “No Propaganda” firmada por vecinos de la localidad, dos oficios “por mi apercibimiento a mi proceder” por la Comisión Escolar de Barbastro, declaración de D. Crescencio Lacruz y D. Martín Solano Buil, seis declaraciones de madres de niñas de derechas, comunicado del ayuntamiento de Sariñena de 8 de febrero de 1936, el trabajo escolar desde 1934 a 1938, fecha por fecha, sin interrupción y de una misma niña, declaración de D. Ignacio Gabasa, capitán de Regulares, excautivo y combatiente, y la declaración de las religiosas de las carmelitas de la localidad. (8 de marzo de 1941)

Además, Benjamín Portera aportó su testimonio en la defensa a Cristina, a la que definió como “modelo de laboriosidad”, que dio a sus dos hijas una “educación perfecta en todas las asignaturas” e impartiendo “las primeras nociones de catecismo y religión” que recibieron sus hijas: “Jamás tuve una queja por parte de mis hijas por malos tratos recibidos por su maestra a la que todas las discípulas habían de acompañar a su casa y la salida de clase, disputándose todas ellas la mayor proximidad a su maestra, como demostración de más gratitud  y cariño pudiendo afirmar esto el 99 por 100 de los vecinos de esta localidad.”  

Manuel Basols Salaver también declaró en el proceso, manifestando que fue concejal del ayuntamiento de Sariñena del 12 de octubre de 1935 a marzo de 1936 cuando entró el Frente Popular. Durante aquel tiempo tuvo relación con Cristina Lana que trabajó con “empeño” para que la cantina escolar funcionase correctamente, “El trato afable, maternal, que daba a los niños, no solo a los asistidos a las cantinas sí que también a todos en general”. En las diversas inspecciones observó: “el buen trato y cariño que tenía para los pequeños, a los que antes de sentarse en la mesa, les hacía ofrecer la comida y bendecía la mesa”. Además, durante esa época, Cristina trató de llevar a efecto un proyecto de implantación de un jardín infantil y consiguió realizar un Homenaje a la vejez, por lo que Manuel Basols la llegó a definir como “Una verdadera entusiasta de todo lo que fuese cobijar al desvalido y amor a la familia”.

Cristina Lana Villacampa fue familiar de Casimiro Lana Sarrate, un ingeniero químico industrial de gran prestigio, diputado a Cortes por Huesca y que consiguió llevar a Cataluña a Albert Einstein. Casimiro inauguró la cantina escolar de Sariñena el 14 de enero de 1933 y tal y como cita la noticia de entonces “Casimiro Lana Sarrate va siguiendo la táctica del León de Graus”, enarbolando la bandera con el lema “Escuela y Despensa” (Trallero, Salvador. Sariñena y el Diario de Huesca (Vol. II)). En esa línea se debió de mantener Cristina, comprometiéndose con la cantina escolar y satisfaciendo una necesidad muy básica en niños y niñas, de una Sariñena rural muy empobrecida y necesitada. El homenaje a la vejez se llevó a cabo el 30 de mayo de 1935: Tuvo lugar en el teatro Romea la celebración del simpático y humanitario acto de Homenaje a la Vejez, viéndose el teatro completamente lleno. La noticia, que aparece en el libro de Salvador Trallero Sariñena y el Diario de Huesca (Vol. II), matiza que “el acto, lleno de plausible caridad a la vejez desvalida, fue justamente celebrado y aplaudido. El fin de fiesta hecho por la compañía ecuestre Asensio en honor y festejo de los homenajeados, llenó con broche de oro el segundo aniversario de Homenaje a la vejez”.

Efectivamente, Cristina ya había sido juzgada el 25 de octubre de 1938 ante el auditor de guerra de la quinta región Militar, entonces no fueron considerados delito por estar bajo las órdenes del dominio rojo. Aún así, Cristina se enfrentó a un proceso largo, incomprensible, que el mismo expediente de 1940, en la declaración de Manuel Basols, nos da alguna clave de lo que verdaderamente debió de suceder: “No concibe el que suscribe como se ha podido mezclar a esta señorita en hechos que no tomó jamás parte, a no ser que sea debido a envidias y celos por ser la que más y mejor enseñaba a sus discípulos”.

Cristina fue más fuerte de quien quiso acabar con ella, tenía un gran corazón y a pesar de las acusaciones y del expediente de depuración, el cariño que había sembrado dio sus frutos y el pueblo la apoyó, lo que no deja de ser excepcional con el miedo que había en aquella época de postguerra. Como anteriormente se ha dicho, Cristina fue avanzada a su tiempo, de joven debió de revolucionar la escuela, debió de ser un aire fresco y la recuerdan con especial cariño. Pero ello le generó envidias y en la memoria colectiva cuentan que le raparon la cabeza y la pasearon en un tractor por la localidad. Cristina pasó siete meses en la prisión de Zuera, todo tras aquella fatídica denuncia. Tras aquel trágico episodio, Cristina Lana Villacampa emigró a Madrid.

En Madrid Cristina se alojó en casa de su hermana Isabel, que vivía con su marido. Allí adquirió un piso y comenzó a dar clases hasta que gestiono su propio colegio. Cristina ejerció de propietaria y directora del colegio “santa Cristina”, cercano al colegio de Nuestra Señora del Pilar, proporcionando una “Enseñanza de calidad y atención al alumno”. Al principio fue un colegio femenino para más tarde pasar a ser mixto. El colegio estuvo en la calle Castelló, esquina con don Ramón de la Cruz, y a los años se trasladó a la Avenida Comandante Franco nº 10, probablemente por falta de espacio, compró un edificio construido para ser colegio. El santa Cristina funcionó como colegio de educación infantil hasta que muchos de sus alumnos/as pasaban al colegio Nuestra Señora del Pilar.

“Era un centro distinto, la metodología de enseñanza no era al uso”, apunta Ricardo Paraled, sobrino de Cristina Lana, Cristina decía que había que explicar las cosas para que lo entendiese al que más le costaba, así lo entendía todo el mundo. Maribel Martínez Lana, hija de Isabel Lana Villacampa y sobrina de Cristina, se licenció en Filosofía y Ciencias de la Educación y ejerció de docente en el santa Cristina. Maribel recuerda que Cristina tuvo una gran vocación de enseñanza, pedagógica, innovadora, disciplinada y desde su despacho dirigía el centro, formaba equipos de maestros de primaria y de profesorado de bachillerato. Practicó una enseñanza seglar, además, su personalidad moderna y avanzada hizo introducir disciplinas de baile, teatro, gimnasia… pronto obligó que las chicas, en vez de llevar esas faldas cogidas, llevasen pantalón y camiseta para hacer gimnasia.

Cristina Lana Villacvampa, El arte de ser

Cristina Lana, El arte de ser. Por Apuleyo Soto.

Cristina fue innovadora en la pedagogía, “fue en demasía, para su tiempo, demasiado encorsetado en una enseñanza a la antigua usanza, con una filosofía basada en la libertad personal autónoma que Cristina dirigía, supervisaba y protegía. Cristina Lana Villacampa estaba en todo, desde los alumnos a los profes, a los responsables del comedor y a los/las responsables de la economía general, sus más íntimos/íntimas en la gobernación del colegio, con comedor incluido”, señala Apuleyo Soto, escritor y periodista que ejerció la docencia en el Santa Cristina. No impartía ninguna materia “pero todas por su superioridad fundamental” manifiesta Apuleyo Soto “Era muy mandona. Quería que se hiciera lo que ella mandaba, y no toleraba insolencias de ninguna clase. Todo se hacía como ella demandaba, y sin rechistar, aunque a veces rechistaran  profesores, profesoras, alumnos/alumnas o personal administrativo”.

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Cristina era dulce y fuerte a la vez, porque mandaba y sabía mandar como extraordinaria aragonesa que era de nacimiento, todo el mundo la respetaba, recuerda Apuleyo Soto: “A mí me montó un teatro de más de doscientas butacas en el subterráneo del Colegio, que le costó lo suyo, para que diera clases de expresión corporal a los alumnos/alumnas de primaria y secundaria, entre las que sobresalieron Ana Torrent la protagonista de Víctor Erice en El espíritu de la colmena, hoy todavía en boga cinematográfica, y Rosa María Bule, más tarde directora del Real Ballet de Bélgica  con su marido”.

Cristina lana

Cristina lana con Armstrong, Aldrin y Collins.

Cristina llegaba la primera al centro y cuando llegaban los alumnos los recibía a la entrada al igual que a la salida, se despedía de todos. Dirigía en centro con seriedad y disciplina, había dos grandes pastores alemanes que vigilaban el colegio cuando estaba cerrado y querían tanto a Cristina que la acompañaban por el colegio. Cristina vivió en el centro de Madrid y los veranos los iba a pasar a Valencia, a santa Pola, donde tenía un apartamento y otro por la  isla de Tabarca. Fue viajera y estuvo en Estados unidos con los tres astronautas de la misión Aplolo 11 que pisaron la Luna, Armstrong, Aldrin y Collins. También estuvo en Egipto.

 

Cristina se retiró aproximadamente en 1975 (teóricamente se debería haber retirado en 1973), cuando comenzó a crear la Granja escuela y el centro didáctico activo El Sotillo: “Diez hectáreas para el estudio de la naturaleza y el trabajo autosuficiente con huerta, viveros, cultivos, frutales, animales, zonas verdes y piscina”. Al poco tiempo el santa Cristina cerró sus puertas, diciendo adiós a un proyecto de vida con la impronta de una personalidad fuerte y con una extraordinaria vocación docente y pedagógica meritoria de reconocer y dignificar. En el lugar del santa Cristina, actualmente se encuentra la Facultad de Música y Artes Escénicas de la universidad Alfonso X El Sabio. Cristina murió a los 79 años de edad, en 1988, legando parte de sus bienes a las Hermanitas de la Caridad y a la Universidad Complutense de Madrid.

El colegio santa Cristina fue conocido como el «Santa» por sus alumnos/as y así continúa siendo recordado. El colegio se ha considerado como «Uno de los centros con más historia de Madrid y que por sus aulas han pasado políticos, artistas y empresarios, como Eduardo Serra Rexach, exministro de Defensa; Ramón Espinar, diputado actual de Unidos Podemos; el periodista Juan José Millás o el expresidente de la constructora FCC Baldomero Falcones». Además, por el centro pasó el séptimo presidente de la democracia española, Pedro Sanchez estudió en el «santa» y en una de las anteriores fotos se le puede observar tocando la flauta durante una actuación en el santa Cristina (lainformación.com).

Cristina Lana Villacampa dedicó su vida a la docencia, luchando por conquistar sus sueños, su colegio y aquel jardín infantil que se materializó con la finca El Sotillo. Un colegio que formó durante cincuenta años alumnos y alumnas con la impronta de una maestra cuya vida es en sí misma toda una lección. Cristina fue un gran corazón en tiempos de guerra, pero su vocación docente fue más fuerte y superó todas las vicisitudes a la que se vio obligada a enfrentarse.

Muchas gracias Luisa Casañola Andrés a Ricardo, Eva y Fernando Paraled Santos, a Maribel Martínez Lana, a Mónica Enriquez Paraled y Apuleyo Soto Pajares. Gracias por ayudar, contar y participar en recuperar una extraordinaria figura que merece ser recodada, su memoria queda viva.