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Liborio Maestro Camón


Liborio Maestro Camón nació en Sariñena el 26 de noviembre de 1936, de padre sariñenense Carmelo Maestro y madre najina Isabel Camón. Su familia trabajaba el Espartal, un campo de casa Paraled, y la huerta “La Garnacha”, con cepas, parras de vino, y árboles frutales, que su abuelo José Maestro Martínez y abuela María Pueyo arrendaron en su época.

Su abuelo vivía en la calle Lalueza y ellos pegados a una casa de José Casas, quien fue director del banco Aragón junto con Emiliano Gaspar. De hecho, Liborio aún recuerda como Emiliano –Nos dejó 2.000 pesetas para comprar una vaca-.

A los 9 años, Liborio dejó de ir a la escuela. Por aquel entonces padecía de ataques epilépticos, lo que le llevó a visitar a un especialista en Zaragoza, al doctor José María Julián -Había que subir escaleras en la escuela y me dijeron que no fuese a la escuela-. Los ataques epilépticos le daban mucha debilidad por lo que le pusieron un régimen muy “bárbaro”. Pero, a pesar del régimen, le volvieron a dar ataques epilépticos hasta que, con 10 años, Josefa, la Mauricias, dueña del campo donde trabajaba, le pone jamón en un plato y vino en bota. Liborio rompe su estricta dieta y desde entonces no vuelve a sufrir ningún ataque más.

Liborio recogía remolacha e iba al esparto con su padre. Cuando Liborio apenas tiene 11 años, su familia arrienda tierras de Adrián Basols, que este había comprado a Eduardo Millera (El Casader). Allí iban a mallancar, entrecavar y a aclarecer remolacha -Se dejaba la más grande-. Al esparto llevaban dos burros para hacer dos cargas, su padre hacía 4 fajas y él 2. Con 12 años, su padre hacía la carga del burro y él la floja, con 13 Liborio ya se hacía el fajo de la grande y con 15 años hacía la carga de los dos burros. Iban a buscar esparto a los comunes de Moncalver, por el tozal de Mataliebres; estas eran propiedades comunes que vendieron -Los privados no se quejaban-. El esparto lo vendían a Basols y a Jesús Del Río, casado con la del Estichano. Jesús del Río estaba enfrente del actual taller de Arasa.

Se cogían dos panes en un saco, ½ kilo de arroz, 4-5 kg de patatas, 1 abadejo, 1 chorizo, 1 kg. de tozino rancio, 1 o 2 cebollas y con aquello pasaban toda la semana en el monte, eso era todo el rancho. Guisaban y comían en el monte, con 11 años, y dormían por alguna paridera. Muchas veces, la primera faja de esparto que hacían era para hacer la cama. Si había luna hacían esparto por la noche. Iban hasta Alcolea, monte Pitarque y Montes. Arrancaban el esparto a tirón, a jada o con dallón y lo dejaban en una ringlera. Igual se juntaban 60 personas, la mayoría de Sariñena y Lanaja, pero sobre todo de Lanaja. Liborio iba con sus amigos.

Arrancaban el esparto y Antonio Huerva lo pesaba mientras Lobateras apuntaba. Hacían cuatro fajas. Lo fajinaban y al día siguiente al camión de Letosa. Con un par de obreros Antonio Mir (Machín) y José Giménez, cargaban los camiones y lo descargaban en la era Basols, trabajaban muchas personas. El esparto se rastrillaba para quitar los peines, como peinarlo, apunta Liborio. Si estaba en un fajo pequeño y con diez fajadas lo ponían en una empacadora y lo pesaban. Sacaban fajos grandes para la papelera, la mayoría para San Sebastián, un tal Leza, un camión nuevo que compró Basols.

Entonces el esparto se cotizaba bastante y en Sariñena quitó mucha hambre a muchas familias. Siempre que se podía se hacía esparto, al igual que otros trabajos de campo.

Con Jesús Puyol, el Risas, estuvo haciendo esparto en Alcolea, iban a pie. También con Puyol estovo por las Negras junto con Pablo Olivan, José Carpi y Luis guerrero, con la plataforma de Pablo Olivan. Arrancaron esparto durante todo un día y toda la noche, llenaron el carro y lo vendieron en Sariñena. Liborio, de cansado que llegó estuvo 3 días durmiendo, cuando se levantó para ir de fiesta, su madre le dijo que ya había pasado, tenía 16 años.

En un día hizo más de 1000 Kilos, unos 37 fajos arrancados, pero el pesador, que era Pascual Palacio de Del Río, no le quiso poner más de 1000 kilos. Casi siempre iba con Antonio Orús, que eran muy amigos y trabajaban juntos. A veces le marcaba lo que tenía que arrancar. También iba mucho con Cheringa, Antonio Peralta. Lo único que se le daba mal era que no tenía mucha destreza para atar los fajos, pero la faena se la repartían, algunos arrancaban, otros ataban los fajos y otros lo cargaban.

La remolacha se jodió cuando cerró la azucarera de Monzón. La pesaban los Mauricios, repartían la semilla y la recogían en la estación ferroviaria de Sariñena, a veces tenían que cargar ellos el vagón. Carros, galeras, bulquetes a base de caballerías. El tuerto, El Chupón, descontaba el barro que llevaba la remolacha, el 2% o el 3%. Las Pepetas, madre de Murillo, una hermana de su madre estaba debajo de la maquina cuando accidentalmente la chafó, sería por la década del 48 o 52.

En el 46 cayó una gran nevada, el peor invierno que Liborio recuerda -No había agua en las casas y se helaron todas las fuentes-. Las oliveras se murieron, cortaron y arrancaron muchas para leña. Fue un invierno muy malo, tenía unos 10 años. En casa de Alonso había una fuente, en el barrio Lalueza, y hicieron fuego para que saliese agua. Desde casa El Sillero no veían de la nieve que había

Hizo la mili y tras ella enganchó en Nivel Campo con Genaro Llorens y José Escanero. Cogieron la contrata de los marguines y lo hacían todo a mano, los desagües a pico y pala y los balates, echaba tierra el tractor y a pala y jada hacían el marguín. A cuerda y al drecho con un tiro partían los bancales. Luego, el grupo de tractores se dedicaban a nivelar.

Pronto Liborio comenzó a llevar una oruga. Fueron a Cihuela, Soria, encima de Contamina, a nivelar. Fue con la pala a hacer balates, pero le hicieron coger la oruga, que se le dio bien, comenzando a ser maquinista con 27 años hasta los 63 que se jubiló sin parar de llevar maquinas. Con Pujol estuvo 7 años haciendo nivelaciones. Con Eugenio Tortajada 14 años. También fue a trabajar a Colominas con Juan Manuel Olivan. El primer día en el monte un hombre pregunto por él y cogiéndole el morral, le mandaron con el coche a Tramaced donde le hicieron coger el tractor y a los 15 días tractor con una cuba de agua.

Un día que estaba en el bar Azul jugando al Truque, le llamaron a la oficina, que estaba en casa Sabineta. La empresa, asociada con Giral, necesitaba un maquinista en Asturias para llevar una cargadora. Aunque no la había llevado nunca, le dijeron que el sábado a Asturias. A los tres meses se llevó a la familia, su mujer María Luisa Casañola Blanco y sus hijos María Luisa, Carmelo y Gloria. Sin embargo, a los dos meses regresó y trabajó en el canal de Terreu con la misma empresa “Tortajada Colominas y Giral”.

A los años, Tartajada paró y se lo quedó Ausinis, empresa estatal del estado. Con Ausinis estuvo 7 años hasta que hizo revisión de plantilla y se tuvo que ir. Estuvo realizando el travesal desde Pertusa hasta Tardienta, el ceme (cuadrado), lo ha cortado él con la máquina; son tramos cortos. El túnel de Sesa a Pilarces, el segundo tramo, la segunda sección la hizo él con la máquina. Estuvo un año entero trabajando en el túnel.

  • 1er túnel Pertusa – Salillas.
  • 2do túnel Sesa – Tramaced.

Luego estuvo en el paro hasta que de nuevo le fueron a buscar los de Ausini, dijo que no y al día siguiente con Pepe Bierge, los de la Madelenas de Grañén, lo cogieron para la gasolinera de Castejón para llevar el camión de gasoil para las obras del canal.

Espartero, remolachero, ha ido al caracol y ha cogido miles de kilos además de ser maquinista, una vida de trabajo y esfuerzo. Liborio ha visto la transformación de esta tierra de duros secanos a todo un regadío. Orgulloso de sus orígenes y de su pueblo, su memoria indudablemente forma parte de la Sariñena actual que sin el trabajo y el esfuerzo de su gente no se podría entender.

Relacionado: Esparteros y esparteras de Lalueza.

Victoriano Tarancón Paredes


La labor de un docente silenciada con las armas.

Por Costán Escuer.

Victoriano Tarancón Paredes.

Era sabido en Perdiguera que Victoriano Tarancón Paredes, maestro de la escuela de niños en el curso 1935/1936, había sido fusilado en el verano tras el final del curso, pero se pensaba que, como les ocurrió al secretario del ayuntamiento Felix Lamata Sanz y al médico Martín Serrano Díaz, dicho fusilamiento se había producido en Torrero.

En octubre de 2017 se pusieron en contacto conmigo desde la asociación memorialista de Soria “Recuerdo y Dignidad”, para comunicarme que se había encontrado en Cobertelada (Soria) una fosa que contenía los restos de cinco maestros asesinados después de ser sacados de la cárcel de Almazán.  Los maestros, asesinados según iban bajando de la camioneta que los trasladaba, eran: Eloy Serrano Forcén de 22 años, maestro de Cobertelada; Victoriano Tarancón Paredes de 26 años, maestro de Perdiguera; Elicio Gómez Borque de 23 años, maestro de La Seca; Hipólito Olmo Hernandez de 42 años, maestro de Ajamiel y Francisco Romero Carrasco de 57 años, catedrático de la Escuela de Magisterio.

Tres años más tarde de esta comunicación, en noviembre de 2020, la forense y criminóloga Mª Monserrat del Río, miembro de esta asociación, me pide información sobre el paso de Victoriano por Perdiguera y si podría contactar con algún alumno suyo que todavía estuviera en condiciones de hablar de su maestro. El objetivo era escribir un libro que narre las historias de estos cinco maestros y a la vez sirva de homenaje a su memoria. De estas inquietudes surge el libro “A la sombra del cenacho. La fosa de los maestros” y del capítulo que Monserrat escribió sobre Victoriano podemos saber la trayectoria vital de este maestro, servidor de la república y docente comprometido con la enseñanza en su más amplio sentido.

Victoriano, que era el mayor de diez hermanos, nació el 26 de agosto de 1909 en Baraona (Soria), un pueblo de 606 habitantes en el que tan solo sabían leer y escribir un tercio de su población. Sus padres hicieron un gran esfuerzo económico para que pudiera cursar los estudios de magisterio y Victoriano consigue el título que le habilitaba como maestro nacional en verano de 1927.

Tras varios cursos impartiendo clases como interino, aprueba el tercer ejercicio de la oposición para el ingreso al Magisterio en abril del año 1932, siendo nombrado maestro titular de Perdiguera para el curso 1935/1936.

Terminado el curso y ya comenzada la guerra civil, se marcha a su pueblo, Baraona, para pasar las vacaciones en compañía de su familia.

Tenemos una imagen suya proporcionada por las hijas de un primo que se exilió en Argentina. Por el testimonio de estos familiares, se pudo saber que Victoriano fue detenido – el 3 de agosto de 1936 según consta en el libro del registro penitenciario de Almazán – cuando se encontraba en compañía de sus hermanos pequeños sentado en el umbral de la puerta de su casa.

Su final, ya se sabe, fue sacado de esa cárcel tres semanas más tarde, el 25 de agosto, la víspera de su 27 cumpleaños y trasladado con los otros cuatro maestros hasta el lugar donde lo asesinaron y enterraron.

Fosa de Cobertelada (Soria).

Pero tras su muerte todavía ocurre un hecho absolutamente deleznable. El 30 de diciembre de 1939, pasados más de tres años desde su asesinato, en el expediente de la Comisión Depuradora del Magisterio de la provincia de Zaragoza, se estampa el sello de “resuelto”.

Este expediente recoge la información del alcalde de Perdiguera, quien en un durísimo documento, dice que nada puede decir de su actuación en la escuela, pero que era íntimo amigo del alcalde del Frente popular, del médico y del secretario del ayuntamiento (recordemos que el médico y el secretario fueron fusilados y que el alcalde, condenado a muerte, se salvó en el último momento), considerados los dos últimos como elementos peligrosos y recomienda que no vuelva a ejercer en este pueblo.

Más suaves son los informes del párroco y del sargento de la guardia civil, quienes destacan que a pesar de su laicismo profesaba un gran respeto hacia la religión, habiendo asistido en ocasiones a actos religiosos y que era un buen docente, aunque de ideas avanzadas. Incluso dicen que en el capítulo de la conducta moral se había comportado discretamente.

En consecuencia, el 13 de junio de 1939, como paso previo a la resolución de ese expediente, se determina su separación definitiva del cuerpo y la baja en el escalafón. Todo esto cuando Victoriano ya llevaba casi tres años bajo tierra.

Pude hablar a finales el año 2020 con los dos únicos alumnos de Victoriano que quedaban vivos: Isidoro Alfranca y Federico Gracia.

Los dos reconocieron inmediatamente a su maestro cuando les enseñé la foto.

Federico, que en aquel curso tenía seis años, por ser tan pequeño no tenía muchos recuerdos sobre las enseñanzas de Victoriano, pero sí me dijo que era una persona muy amable que, a diferencia de otros maestros, no gritaba y nunca pegó a nadie.

Isidoro, que ya tenía once años cuando le dio clase Victoriano, lo primero que me dijo cuando le conté que habían aparecido sus restos en una fosa común fue: ¡Pero cómo pudieron matar a ese maestro…! Todo lo que aprendí en la escuela se lo debo a él. Tenía una paciencia infinita, explicaba las cosas las veces que hiciera falta y acostumbrados como estábamos a recibir bofetadas con el anterior maestro nos sorprendió que no pegase nunca a nadie. Era un magnífico maestro y muy buena persona. Cómo lo pudieron matar…  me volvió a decir apesadumbrado, nunca nos habló nada de política.

Estos testimonios de quienes fueron sus alumnos, son un reconocimiento a la labor docente de Victoriano y suponen el mejor homenaje que puede hacerse a un maestro preocupado por dar a sus alumnos la mejor educación para hacer de ellos personas cultas y con juicio crítico.

                                                                                    

                                   

Prudencio Santolaria Pérez


Prudencio Santolaria Pérez ejerció de maestro en Sariñena en la década de 1920. El sariñenense Luis Buil Espada lo recogió en sus memorias “Toda la vida en guerra de un pacifista”. Una simple mención como maestro suyo y a quien, años más tarde, encontró en plena guerra del 36 ejerciendo de secretario de la FETE (Federación española de Trabajadores de la Enseñanza) de la UGT de Barcelona.

Natural de Bailo, Prudencio Santolaria Pérez nació el 26 de mayo de 1896 (Expediente de alumno del Archivo Provincial de Huesca de 1911 ES/AHPHU – N-000278/000488 – SANTOLARIA PEREZ, PRUDENCIO. BAILO (HUESCA) Productor: Escuela Normal de Magisterio de Huesca SANTOLARIA PEREZ, PRUDENCIO).

Estudió en la Escuela Normal Superior de maestros de Huesca, realizando el Grado Superior de lengua Castellana (Diario de Huesca 22 de mayo de 1913).

En febrero de 1921 le fue adjudicada la plaza de Sariñena, cubriendo una vacante “en virtud de las oposiciones últimamente celebradas” (La Asociación, Revista de Primeras Enseñanza) y en 1929 fue designado a Sitges “Primer turno. -Séptima, 8537. -Don Prudencio Santolaria Pérez, excedente de Sariñena (Huesca), la de Sitges (Barcelona), siete años y 25 días. Caso segundo del artículo 70 del Estatuto” (Parte Oficial. Dirección General de Primera Enseñanza.9 de diciembre de 1929).

También aparece como primer escalafón de maestros de escuelas nacionales existentes en 1931: Número del escalafón general 5805 Número en la categoría 3140 Titulo y nota del mismo S nacido el 26 de mayo de 1896 en Bailo (Huesca).

Al parecer, afiliado a la UGT después de la guerra fue depurado por el franquismo como muchos otros maestros, «La educación, un arma revolucionaria». Por orden ministerial del 31 de julio de 1940, BOE N.º. 185, del 4 de julio de 1953, pág. 4060, fue apartado del servicio y condenado a «Trasladar fuera de la provincia durante tres años y inhabilitaciones para cargos directivos y de confianza” (https://garciaifortuny.com/biografia/formacio/).

Tras la guerra, Prudencio estuvo en la escuela nacional de Salomó (Tarragona), José García Fortuny lo recuerda por varios motivos “Primero porque, tanto en casa, los padres, en sus conversaciones, cuando hablaban de él, soltaban que las autoridades locales no veían muy de buen grado su presencia. Eso sí, ellos siempre tuvieron un aprecio y estima personal por Don Prudencio. Estos mismos conceptos también el sentía susurrando con otras personas del pueblo.” En un segundo lugar por sus cualidades como maestro: “Con los años José recuerda muy bien que fue un buen maestro, y que tenía una especial calidad por el lenguaje y la literatura castellana, lo que en términos académicos llaman «Letras». José ha querido dejar constancia de este docente porque siempre ha tenido un cierto convencimiento de que, junto con el Dr. Vado Camarena, y su labor pedagógica, lo que hizo que, con los años, se convirtió con esta manía investigadora.”

Don Prudencio Santolaria Pérez no puede participar en el concurso restringido por no haber realizado y aprobado el concurso oposición a plazas en localidades de más de 10.000 habitantes y reunir ninguna de las restantes condiciones que exige el artículo 15 del Decreto de 5 de febrero de 1959. (BOE de 20 de abril de 1961).

Prudencio contrajo matrimonio con Juana Mur Ordás y falleció en Barcelona el 1 de julio de 1969 a los 73 años de edad (La Vanguardia 2 de julio de 1969).   

En homenaje al maestro Don José Castanera Escaned


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                        Don José nació en el año 1890 en una buena casa de Binaced en la que todos sus hijos habían estudiado alguna carrera, Binaced dista unos cincuenta kilómetros de Sariñena  y forma parte de la comarca denominada Cinca Medio.

  A principios del siglo XX ejerció de maestro en Belsierre (municipio sobrarbense agregado en la actualidad al ayuntamiento de Puértolas  y a 34 kilómetros de la villa de Ainsa). Allí conoció a su esposa  Concepción Lascorz Mariñosa (doña Concha). Tuvieron cuatro hijos: Concha, José María, Conrado y Berta.

  Posteriormente pasó a practicar la docencia en el barrio de la Estación de Sariñena. Allí vivieron en una casa propiedad de la familia Llamas y cedida a los maestros.

  En el otoño del 37, comenzada la guerra, la familia decidió exiliarse a Francia al considerar don José que sus ideas  liberales y socialistas (se había afiliado a FET- UGT en 1937) podían ser peligrosas para su integridad y la desgracia de los suyos. A pesar de que le acusaron de ser de Izquierda Republicana, él nunca se consideró ni rojo ni comunista.

   Marcharon los seis, Berta tenía entonces unos meses,  en el coche de línea que subía de Barbastro y que  pasaba por Ainsa, Labuerda, Laspuña, Escalona…, allí bajaron y se dirigieron andando por Belsierre hasta la aldea de Bies (pequeño pueblo de dos casas, hoy deshabitado) donde se quedaron a dormir en casa Marcial, propiedad de su amigo el alcalde Ramón Bernad y de su esposa Teresa Garcés. Ambas familias habían acordado  exiliarse a Francia conjuntamente aprovechando que Ramón conocía perfectamente los caminos pirenaicos que llevaban al país vecino.

   Al día siguiente de madrugada, la familia Bernad-Garcés con sus cinco hijos  y la familia Castanera-Lascorz con los cuatro propios bajaron hasta Hospital de Tella y allí cogieron el autobús que les llevaría por Lafortunada hasta  Bielsa, llegados  al citado pueblo continuaron hasta Parzán  y posteriormente se dirigieron a Francia por caminos y sendas ya nevados.

  De los dos años y medio que permanecieron  en el exilio no tengo información..

  En 1940 y recién terminada la Guerra Civil regresaron y don José pidió el reingreso en el cuerpo de maestros para seguir en la docencia.

   Para comprobar las implicaciones políticas o en hechos de guerra de los docentes  que solicitaban el reingreso, se habían creado unas Juntas Municipales y Provinciales. Estas juntas tenían la misión de verificar el grado de participación que habían tenido los maestros en  la extinta República y en la Guerra Civil. En el caso que nos ocupa, don José tuvo que presentarse ante  la Junta Municipal de Educación Primaria de Sariñena que estaba presidida por el alcalde accidental Melchor Pueyo y en la que ejercía como secretario mosen Jorge Lecha. La junta dio el visto bueno y en marzo de ese mismo año don José fue rehabilitado provisionalmente para volver a ejercer su profesión en la escuela  del Barrio de la Estación.  Al año siguiente solicitó el traslado a las Escuelas Nacionales de Sariñena y se lo concedieron.

   Alquilaron un piso en la calle Mercado (popularmente de los Porches) propiedad de la familia Bastida-Cascales y allí vivieron hasta su fallecimiento.

  También ejerció de maestro en el pueblo de Larrés  (municipio de Sabiñánigo) donde su hija Concha conoció al que después iba a ser su marido y donde permaneció toda su vida. Este destino profesional no tiene una datación conocida.

     familia-castanera-003-1       Las rehabilitaciones de los maestros iban acompañadas de algún tipo de sanción más  o menos grave dependiendo de su implicación política en tiempos de la Segunda República. En el caso de don José, el castigo fue el de trabajar sin derecho a sueldo durante dos años. No tuvo más remedio que aceptar  la sanción puesto que, además de ser un maestro vocacional, era lo que  mejor sabía hacer. Para poder  subsistir se vio en la necesidad de dar numerosas clases particulares en su casa y más tarde de bachillerato, contabilidad  y preparación de oposiciones en un cuarto que arrendó en casa Paraled (Sabineta). Cobraba 25 pesetas al mes por dichas clases y enseñó a numerosos alumnos como los hermanos Morén, Ángel Barrieras, Ricardo Herrezuelo, Ramón Gómez, José López, Ángel Royo, Domingo Lana, los hermanos Anoro, Antonio el cartero, Antonio Gascón y los hermanos Porta entre otros.

   Con esta represalia  y otras peores fueron sancionados cerca de 20.000 maestros de los 60.000 que había ejerciendo en tiempos de la República. Las plazas de los que fueron depurados definitivamente pasaron a ser ocupadas por militares que habían combatido en el bando franquista.

    En esos tiempos difíciles,  don José y su familia recibieron la solidaridad de muchas personas de Sariñena en forma de productos de la huerta, de la matacía, incluso leña o los posos del café que le daban en una conocida cafetería próxima a su domicilio.

   También tenían un corral con gallinas y conejos en la calle Violinista José Porta al que doña Concha le sacaba un buen partido.

  Esta  delicada coyuntura económica familiar la vivieron hasta marzo de 1942, fecha en la que ya se regularizó su  situación.

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  Don José preparó a su hijo José María para oposiciones a la RENFE  en las que consiguió la mejor nota. Fue el número uno de su promoción y se mantuvo en su plaza de Lérida hasta que se jubiló. Recuerda Berta que su hermano tuvo que engañar al tribunal respecto a su edad pues opositó con 17 años, incumpliendo la normativa que exigía a los opositores haber cumplido los 18. Al final de su vida laboral tuvo que jubilarse un año más tarde porque su edad real no correspondía con la que constaba en los papeles oficiales.

 Su tercer hijo Conrado aprobó oposiciones a banca en Barcelona.

En la vida familiar existe  una anécdota muy representativa de aquel año tan difícil como fue el 1937 en que nació su hija Berta en el barrio de La Estación y la inscribió en el Registro Civil con el nombre de Libertad Castanera Lascorz. Era  juez municipal Cándido Alegre Sarrate y así lo anotó en el certificado de nacimiento el secretario del mismo Manuel Carpi Arroyos.

  Mi madre (cuenta Mª José) pasó a llamarse familiarmente Berta, o sea el diminutivo del mencionado Libertad, pero nadie se dio cuenta de que había habido una alteración sustancial en el acta de nacimiento hasta que años más tarde cuando fue a arreglar unos documentos le dijeron que ese no era su verdadero nombre, que estaba inscrita como Matilde. Alguien había tachado en su acta el nombre elegido, o sea Libertad y a su lado había escrito, increíblemente, Matilde.

  Puede ser que el autor del cambiazo  pensara que lo de Libertad era demasiado revolucionario y no lo permitió.

   Así que en 1990 tuvo que ir al juzgado con varios testigos los cuales aseguraron bajo juramento que siempre se la había conocido con el nombre de Berta. Entonces el juez adjuntó un certificado al Acta de Nacimiento en el que quedaba reflejado el cambio de nombre que, sin el consentimiento de la familia, había realizado  la autoridad judicial competente en esos días.

    Don José también dio clases en las Escuelas Nacionales al que suscribe y aún recuerda su enjuta figura, su bien hacer, su carácter bondadoso y su célebre boina que utilizaba alguna que otra vez a modo de elemento admonitorio contra los que tenían dificultades  en mantener cierta disciplina.

  Tenía fama de buena persona y de buen maestro, con gran habilidad para enseñar  matemáticas, contabilidad y gramática. Incluso dicen que se sabía el Quijote de memoria.

  Este pequeña gran historia la he escrito animado por el interés de su hija Berta y de su nieta Mª José Bernad. Ambas querían dar conocimiento público de las dificultades  que tuvieron que solventar  don José y doña Concha a lo largo de su vida y también la de recordar  la figura de un  excelente maestro que  dejó  huella en muchas generaciones de sariñenenses.

 Don José falleció en Sariñena en diciembre de 1967 y su esposa  doña Concha en mayo de 1981. Ambos lucharon por tener una vida digna en unos tiempos difíciles y ahora descansan en paz en nuestro cementerio

                                                                     Manuel Antonio Corvinos Portella

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