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Geología de Los Monegros


Los Monegros se caracterizan por su interesante geología, formaciones litológicas variadas que favorecen la creación de diferentes formas de relieve y que contienen un importante registro de la evolución sedimentológica y climática de la Cuenca del Ebro durante el Mioceno. Sus estratos contienen diversos yacimientos de micromamíferos fósiles y ofrecen un registro magnetoestratigráfico continuo que permite datar, con precisión, todos los acontecimientos geológicos acaecidos en la zona. Su geomorfología, asociada a unos suelos y una flora típica de estepa árida, producen, en conjunto, paisajes singulares que se asocian a zonas semi-desérticas.

A través de Concha Arenas Abad y Gonzalo Pardo Tirapu, geólogos de la Universidad de Zaragoza, y Manuel Pérez Pueyo, geólogo alcoberreño, descubrimos su formación y evolución y nos adentramos en aspectos de la geología de Los Monegros, incluidas algunas de sus peculiaridades geológicas. En definitiva, Los Monegros son un territorio donde la erosión, a pesar de la escasez hídrica, han desempeñado un papel fundamental y los estratos son como un libro abierto a nuestro pasado geológico.

Por Concha Arenas Abad, Gonzalo Pardo Tirapu, Manuel Pérez Pueyo y Joaquín Ruiz Gaspar.

Los geólogos Concha Arenas y Manuel Pérez interpretando los estratos.

Formación

Los Monegros se sitúan en la parte central de la Cuenca del Ebro, una cuenca sedimentaria formada durante el Cenozoico como consecuencia de la aproximación entre las placas Euroasiática y Africana que se inició hace unos 84 Ma. Esta aproximación afectó a la placa Ibérica, situada entre Europa y África, e hizo que se elevaran los sedimentos depositados en cuencas marinas anteriores, dando lugar a la cordillera de los Pirineos, el Sistema Ibérico y la cordillera Costera Catalana. En medio de estas tres cordilleras quedó una depresión, la Cuenca cenozoica del Ebro. Desde el final del Eoceno (aproximadamente hace 36 Ma; Costa et al., 2010) la Cuenca del Ebro dejó de tener conexión con el Océano Atlántico. Al quedar sin salida al mar (situación de endorreísmo), la cuenca fue ocupada por sistemas aluviales que depositaban gravas, arenas y arcillas procedentes de la erosión de los relieves limitantes. Estos sistemas sedimentarios alimentaban áreas lacustres localizadas en la parte central de la cuenca. Las fluctuaciones en los aportes hídricos de los sistemas aluviales produjeron cambios en las características de los lagos, depositando en ellos diferentes capas sedimentarias, básicamente calizas y margas durante épocas de más humedad, y yesos y halita en los momentos de más aridez.

Mapa geológico que muestra la distribución de las UTS en la cuenca del Ebro (T1 a T8; modificado de Muñoz et al., 2002) y la ubicación de los ríos Luna, Huesca y Los Fayos. (modificado de Arenas et al., 2001). Áreas y tramos de estudio: SA, Sierra de Alcubierre (tramos: 1, Ontiñena; 2, Albalatillo; 3, Lanaja; 4, San Caprasio); MC, Montes de Castejón (secciones 5: Esteban; 6: Castillo de Sora); SF, zona San Felices (tramo 7, San Felices-Agüero). BR: Bardenas Reales (tramos: 8, Sancho Abarca; 9, Pico del Fraile; 10, Cabezo de Marijuán); TA: Comarca de Tarazona (tramos: 11, Lugar-Melero; 12, Umbría Alta). Tomado de Pérez Rivarés et al. (2016).

La zona de Los Monegros se nutrió principalmente del “sistema fluvial de Huesca”, denominado así por Hirst y Nichols (1986), proveniente de la zona oeste de la Unidad surpirenaica central, que aportaba sedimentos finos, arenas y arcillas, sin cargas gruesas. Pero además, en el área de Los Monegros se encuentran depósitos de calizas, margas y yesos que se formaron en lagos extensos, cuyo registro más continuo se encuentra en la Sierra de Alcubierre. Esos lagos registraron tanto fases de alta salinidad, en correspondencia con etapas de aridez, con formación de yeso, como fases más húmedas, con formación de calizas y margas ricas en fauna y flora de agua dulce. Entre la fauna se encuentran gasterópodos, bivalvos y ostrácodos. En el entorno vivirían vertebrados, como roedores. La flora lacustre estaría formada por plantas subacuáticas, por ejemplo, algas calcáreas (charophyta) y otras hidrófilas.

Afloramientos de yesos entre margas y calizas.

Hacia la mitad del Mioceno medio (aproximadamente hace 14,4 Ma), se produjo un avance de los sistemas fluviales pirenaicos que causó el desplazamiento de los sistemas lacustres hacia el sur. Este fenómeno se registra en la parte más alta de la Sierra de Alcubierre. De ese momento se conservan en los antiguos depósitos fluviales fragmentos de troncos de sauce, testimonio de la existencia de bosques de ribera.

Modelo teórico de facies para un sistema asimétrico para el mioceno central de la cuenca del Ebro desde el Pirineo hasta los márgenes Ibéricos. Arenas and pardo (1999).

A partir del Mioceno superior, en un momento entre hace 11,5 y 8,5 Ma, la Cuenca del Ebro se empezó a abrir al Mar Mediterráneo, a partir de un proto-Ebro que drenaba la cordillera Costero Catalana (García Castellanos et al., 2003). La erosión remontante de este río comenzó por las zonas más próximas al mar y evolucionó hacia el oeste, alcanzando la Cuenca del Ebro, donde se produjo la eliminación parcial de los depósitos lacustres y aluviales, con la captura los ríos de los Pirineos y la Ibérica. Se fue modelando el relieve hasta la situación actual, con muelas y sierras en la parte central, separadas por el río Ebro y sus afluentes. Es decir, en esta fase exorreica se produjo el “vaciado erosivo” de la cuenca con eliminación parcial de los depósitos acumulados anteriormente, que fueron transportados hacia el Mar Mediterráneo en un volumen que se ha calculado en 30.000 km3 (García Castellanos et al., 2003). En resumen, se desarrolló el modelado del relieve actual que aún continúa, una erosión diferencial que ha dado forma a paisajes y parajes espectaculares como los barrancos de La Estiva y del Bujal en la Sierra de Alcubierre, o zonas como el monte de Cajal, Gabarda o Jubierre, e igualmente los característicos torrollones. Muchas de estas zonas están declaradas como LIG (Lugar de Interés Geológico).

Modelo de facies lacustres para las unidades T5, T6 y T7. Modificado por Arenas y pardo (1999)

La sierra de Alcubierre: un registro excepcional del clima pasado

La sierra de Alcubierre constituye un registro sedimentario muy importante, con afloramientos excepcionales, donde es posible estudiar una sucesión de fenómenos y procesos a lo largo de millones de años. La sierra de Alcubierre, junto con otros relieves, como los Montes de Castejón, la Muela de Zaragoza y la Muela de Borja, quedan como testigos de lo que fue la Cuenca del Ebro y su evolución hasta la actual Depresión del Ebro. A la vez, la interpretación de los procesos registrados en las sucesiones de rocas de la sierra permite conocer cómo era el clima del pasado, observando que ha tenido una gran variabilidad dentro de una tendencia general a lo largo del Mioceno.

Corte geológico Sierra Alcubierre. Arenas y Pardo (1999); Pérez-Rivarés (2016)

La sierra de Alcubierre presenta tres unidades de depósito (Arenas, 1993; Arenas et al., 2007):

  • La parte más baja y antigua contiene depósitos con predominio de yesos y margas en la zona más central, mientras que hacia el norte y el este hay mayor presencia de calizas, p. ej. hacia la zona de Lanaja, y de areniscas y arcillas hacia Albalatillo y Pallaruelo de Monegros. Se ha asignado a una unidad de depósito denominada T5.
  • En el nivel intermedio se encuentra gran abundancia de calizas y margas con pequeñas intercalaciones de yesos; especialmente peculiar es la intercalación conocida como Miembro Perdiguera. Todo este conjunto se asigna a la unidad de depósito T6.
  • En las partes más altas de la sierra, San Caprasio y Monte Oscuro, litológicamente, de más a menos abundantes se hallan lutitas (arcillas y limos), areniscas, calizas y margas. Se corresponde con la unidad de depósito T7. En esta unidad hay huesos de roedores que han ayudado a datar como Mioceno medio ese intervalo.
Mapas geológicos y cortes transversales de las zonas de la Sierra de Alcubierre y Montes de Castejón (A) y Tarazona (B). Las secciones magnetoestratigráficas donde los límites de TSU son reconocidos se indican (T4/T5, T5/T6 y T6/T7). Tomado de Pérez Rivarés et al. (2016).

Las edades de estas unidades, según los datos magnetoestratigráficos, calibrados con bioestratigrafía y un punto con datación absoluta son (Pérez Rivarés, 2016): la unidad T5 entre los 20,8±0,66 y los 16,2±0,14 Ma; la unidad T6 se prolonga hasta los 14,3±0,15 Ma, y la unidad T7 termina hacia los 13,4 Ma en San Caprasio. No se conoce con precisión la edad del límite superior de esta unidad; se sabe es más moderno de los 12 Ma en áreas de la parte oeste de la Cuenca del Ebro.

Los estudios sedimentológicos, mineralógicos y geoquímicos sugieren que, en el registro de la Sierra de Alcubierre, el clima evolucionó hacia condiciones más húmedas a lo largo del Mioceno. Sin embargo, se detectan variaciones del clima a menor escala, que quedan reflejadas por la alternancia de intervalos ricos en evaporitas (yeso), estromatolitos y/o calizas laminadas, e intervalos ricos en calizas con fósiles de agua dulce, bioturbación por raíces e insectos, y margas. Representan, respectivamente, etapas de más aridez, con condiciones salinas y menor lámina de agua, y etapas de más humedad, con agua dulce y expansión del área lacustre. Estas etapas alternan en el tiempo según ciclos astronómicos de la órbita terrestre de distinta duración que causan cambios en el clima. Así, a gran escala, la unidad T6 correspondería a una expansión del sistema lacustre respecto al de la unidad T5, mientras que la unidad T7 refleja un avance hacia el sur del sistema fluvial de Huesca.

Arenas and Pardo (1999)

También hay que señalar que los diferentes estratos están dispuestos prácticamente horizontales. No obstante, por la zona cercana a Villamayor se observan algunos plegamientos debidos a la plasticidad de las rocas evaporíticas ante cualquier deformación; se observan, por ejemplo, en los taludes de la carretera de Sariñena a Zaragoza. Tales pliegues suelen ser debidos a hundimientos por disolución del sustrato yesífero.

Unidades litográficas y tectosedimentarias en la sierra de Alcubierre.

Salinas, lagos salados

Así pues, las épocas secas se han traducido en el registro geológico de Los Monegros en los extensos afloramientos de yesos que vemos hoy. Un proceso similar actual es la dinámica de las saladas de Bujaraloz, donde en condiciones de aridez, debido a la evaporación, se concentran las sales. La escasez de precipitaciones y la gran evaporación favorecen el depósito de minerales solubles en general, en particular sales sulfatadas y cloruradas, tanto en las saladas como en los poros del sedimento cercano, creando un ecosistema muy específico y singular, con su propia biodiversidad.

Estromatolitos

Una de las curiosidades de la sierra observable en cualquiera de las tres unidades de depósito es la presencia de estromatolitos. Se trata de estructuras minerales, normalmente calcita y dolomita, que se caracterizan por su laminación fina. Pueden tener geometrías de pequeños domos. Los estromatolitos se originan en relación con tapices microbianos (habitualmente bacterias, y entre ellas cianobacterias) que viven sobre el fondo de zonas acuáticas, y que favorecen la precipitación mineral y la fijación de partículas carbonatadas produciendo finas películas que se acumulan a lo largo del tiempo. Los estromatolitos de la sierra de Alcubierre van asociados a periodos secos y suelen aparecer en calizas y dolomías. Son rocas sedimentarias y a la vez estructuras bio-sedimentarias formadas gracias a la acción de seres vivos. La actividad fotosintética de las cianobacterias en grandes concentraciones, (por ejemplo, el típico verdín que se forma en algunas zonas con agua) favorece la precipitación de carbonatos. El resultado es una sucesión laminada de tapices de cianobacterias fosilizadas.


Estromatolitos en los estratos de calizos
Corte de estromatolito.

Fotografías: Concha Arenas.

Capa de cenizas volcánicas

Otra de las curiosidades de Los Monegros es la presencia de una capa de cenizas volcánicas entre los estratos de margas, areniscas y calizas de la unidad T5; la capa presenta un color rosado, gris claro o verdoso, y un espesor en torno a los 4-8 cm. Se reconoce en diferentes lugares de Los Monegros y sirve como nivel de correlación, dado que, transportadas por el viento, su depósito se realizó instantáneamente a la escala del tiempo geológico. La capa fue encontrada por primera vez por doctorandos anglosajones (Hirst, 1983). Posteriormente, varios investigadores de la Universidad de Zaragoza y de otras instituciones realizaron el estudio sedimentológico, el mineralógico y su datación. Está formada por ceolitas (analcima), feldespatos, cuarzo y esmectitas (Bauluz et al., 1994). Una datación muy exacta y precisa mediante 40Ar-39Ar de 19,3±0,7 millones de años (Odin et al., 1997), que resulta muy útil para conocer la edad de los diferentes estratos, pues es un punto de anclaje con la escala de tiempo de polaridad geomagnética.

Estructuras de tormenta

En los sedimentos lacustres monegrinos se encuentran testimonios de que las masas de agua en que se depositaron estuvieron sometidas a episodios de fuerte oleaje de tormentas. Se trata de estratos de calizas (a veces dolomías) que contienen láminas formadas por granos de cuarzo o de caliza (de tamaño arena o limo). Los conjuntos de láminas forman pequeños montecillos y depresiones, de varios decímetros de altura y separados lateralmente unos decímetros. Esta estructura es un tipo de estratificación cruzada particular, denominada hummocky cross stratification por los anglosajones –o HCS en abreviatura–, cuya traducción sería estratificación cruzada en montículos. La formación de esta estructura tiene lugar a mayor profundidad que las rizaduras de oleaje de buen tiempo (“ripples”) y requiere, además de intensos flujos de oscilación, flujos unidireccionales dirigidos desde la orilla hacia aguas más profundas, condiciones que solo se dan con oleaje de tormenta.

Estructuras de tormenta.

Se da la circunstancia de que estas estructuras son más frecuentes en la Sierra de Alcubierre, que en sedimentos de la misma edad en otras áreas más al oeste en la Cuenca del Ebro, como los Montes de Castejón, cuando formaban parte del mismo sistema lacustre. Por ejemplo, se observan en la carretera de acceso al cerro San Simón o en el camino a San Caprasio desde Farlete. Todo ello sugiere que esta estructura (HCS) se generó en una orilla lacustre afectada por vientos fuertes y persistentes que soplaban hacia dicha orilla tras un largo recorrido sobre un extenso lago central en la Cuenca del Ebro. ¿Evidencia de que el cierzo ya desempeñaba su función en el clima mioceno de la cuenca? Muy posible, al menos las condiciones orográficas (Pirineos y cordillera Ibérica capaces de orientar el régimen de vientos) ya se habían establecido.

Las especies relictas y fósiles de Los Monegros

Los Monegros presentan hoy, sobre los sustratos yesíferos, unas asociaciones vegetales y entomológicas singulares en la Península Ibérica, con elementos que se encuentran en áreas tan separadas de ellos como las estepas del Mediterráneo oriental y del Asia central (Braun-Blanquet y Bolós, 1957; Ribera y Blasco-Zumeta, 1988; Ribera, 1999). Mucho queda por estudiar acerca de este tema, pero todo apunta a que esas áreas contienen los relictos de unas biocenosis que tuvieron mayor extensión y continuidad anteriormente. Se puede especular sobre si tal continuidad estuvo relacionada con un periodo de clima árido, y por tanto con una mayor extensión de los ambientes esteparios alrededor del Mar Mediterráneo. A este respecto, la denominada Crisis de salinidad del Messiniense, que ocurrió al final del Mioceno, podría ser un buen candidato: en esa época, entre 5,97 y 5,33 Ma atrás, el Mar Mediterráneo sufrió varios episodios de desecación, al menos parcial, a consecuencia del cierre de la comunicación con el Océano Atlántico. Esa situación endorreica favoreció la formación de importantes depósitos de yesos y sal en sus fondos (Krijgsman et al., 1999). Para entonces la Cuenca del Ebro ya se estaba vaciando (desde unos millones de años antes, entre 11,5 y 8,5 Ma). En este contexto extensas áreas alrededor del Mediterráneo pudieron estar bajo condiciones de intensa aridez. Pero cuando después se abrió el Estrecho de Gibraltar al inicio del Plioceno (hace 5,33 Ma), el área perimediterránea tendría un clima menos árido, lo que determinaría que las asociaciones de estepa quedaran reducidas y fragmentadas en áreas disjuntas, como ahora las encontramos, siendo Los Monegros una de esas áreas relictas.

Fósil de hoja de palmera. Sierra de Alcubierre.

Pero vayamos atrás en el tiempo. A lo largo de toda la sucesión estratigráfica del Mioceno se han encontrado diversos yacimientos de pequeños roedores fósiles (Agustí et al., 2011). No son sino fragmentos de ellos, de los que tiene especial interés la dentición, mediante la cual se definen los diferentes géneros y especies. Estos micromamíferos experimentaban una rápida evolución, lo que permite establecer toda una secuencia bioestratigráfica, definir pisos continentales miocenos como el Aragoniense; además, ayudan a reconocer los ambientes en que se encontraban y seguir las migraciones que efectuaban. Pues bien, entre otros interesantes aspectos de esta fauna fósil monegrina, en el Mioceno medio, hacia la mitad de la unidad T6, se encuentran elementos de un glírido fósil, es decir, un lirón, del género Vasseuromis. Los estratos en que aparece ese fósil se han datado mediante magnetoestratigrafía en 15,3 Ma. Este género se encontraba en Europa central a lo largo de todo el Mioceno, pero en España se creía desaparecido durante unos millones de años, desde el Mioceno inferior hasta el Mioceno superior. Hete aquí que no había desaparecido de España, sino que había encontrado su refugio en Los Monegros durante el Mioceno medio.

Huecos de raíces en la roca.

Los Monegros, espacio geológico

En resumen, los Monegros a nivel científico son muy interesantes, pero también a nivel paisajístico. Hay mucha variación de unidades geológicas, modelados, torrollones, saladas y barrancos. Un lugar interesantísimo para adentrarse en el mundo de la geología, para conocer cómo se formó nuestra tierra, la misma que pisamos, contemplamos y sentimos cada día. En definitiva, un geoparque a nuestros pies. ¡No te lo pierdas!

Manuel y Concha buscando estromatolitos.

Bibliografía

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Arenas, C. (1993). Sedimentología y paleogeografía del Terciario del margen pirenaico y sector central de la Cuenca del Ebro (zona aragonesa occidental). Tesis Doctoral, Universidad de Zaragoza, 858 p. https://zaguan.unizar.es/record/70725.

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Costa, E., Garcés, M., López-Blanco, M., Beamud, E., Gómez-Paccard, M. y Larrasoaña, J.C. (2010). Closing and continentalization of the South Pyrenean foreland basin (NE): magnetochronological constraints. Basin Research, 22: 904-917.

García-Castellanos, D., Vergés, J., Gaspar-Escribano, J. y Cloetingh, S. (2003). Interplay between tectonics, climate and fluvial transport during the Cenozoic evolution of the Ebro Basin (NE Iberia). Journal of Geophysical Research, 108, 2347, doi: 10.1029/2002JB002073. B7.

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Krijgsman, W., Hilgen, F.J., Raffi, I., Sierro, F.J. y Wilson, D.S. (1999). Chronology, causes and progression of the Messinian salinity crisis. Nature, 400: 652-655.

Odin, G.S., Cuenca, G., Canudo, J.L., Cosca, M. y Lago, M. (1997). Biostratigraphy and geochronology of a Miocene continental volcaniclastic layer from the Ebro basin, Spain. En: A. Montanary, G.S. Odin y R. Coccioni (Editores), Miocene Stratigraphy: An Integrated Approach. Developments in Palaeontology and Stratigraphy, 15, Elsevier, pp. 297-310.

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María Pilar Pérez, bibliotecaria de Lanaja


Mª Pilar Pérez Alcubierre es de Lanaja y desde hace bastantes años es la responsable de la biblioteca de su localidad. Pasión y entrega, una imprescindible en nuestro viaje conociendo a las bibliotecarias de Los Monegros.

Recuerdos de la niñez, escuela, juegos, tradiciones, la vida en el pueblo, marchar y quedarse, lo que ha cambiado, la vida de antes, trabajos, el papel de la mujer…

Hasta los 6 años íbamos a la “escuela de las Misioneras del Pilar”, la EGB la cursamos en la “Escuela Carretera”, recuerdo que los primeros días en clase solo íbamos chicas hasta que nos cambiaron a clases mixtas.

Tengo muy buenos recuerdos, los tiempos han cambiado mucho. Cuando salíamos de la escuela nuestra vida transcurría en la calle con los amigos: jugando a “Marro”, al escondite, pañuelo, chocolate inglés, las “Chivas”… Cuando terminaba las fiestas de San Mateo nos hacíamos toros de fuego con una caja de madera y una lata, quemábamos gomas y todo el mundo a correr, para luego llegar a casa y hacer los deberes.    

Algunas tardes nos acercábamos a la Biblioteca, era toda una aventura ¡estaba todo tan nuevo!, la habían inaugurado hacia pocos años. Este año pasado celebramos el 50 Aniversario, ¡ahí es nada!.

En cuanto al papel de la mujer, en nuestros pueblos es muy importante, son las que acuden y colaboran con todas actividades que se organizan. 

¿Bibliotecaria? ¿Cómo has llegado a ser bibliotecaria rural? ¿Qué significa ser bibliotecaria en un pueblo? Dificultades, alegrías…

A bibliotecaria llegué por casualidad, quería quedarme a vivir en Lanaja, sacaron la plaza, me presenté y la aprobé. Fue una suerte, siempre me había gustado este trabajo. 

Es un trabajo muy gratificante, como nuestros pueblos son pequeños te permite conocer a los usuarios, así como, saber sus preferencias por la lectura, por lo que recomendarles libros es muy sencillo. Cuando te lo devuelven y te dicen “me ha encantado”, es una gran alegría.

¿Bibliotecaria rural, mucho más? Actividades culturales, centro social…

Las bibliotecas son los motores culturales de los pueblos, organizamos numerosas y variadas actividades: Clubs de lectura, encuentro con autores, talleres… También son lugares de encuentro.

¿Qué es un libro?

Para mí un libro es la forma de vivir aventuras, viajar, conocer lugares; todo ello desde tu propia casa.

Un género literario, un libro imprescindible, escritor/a, una poesía, una palabra bonita, una gran frase, una película y una canción

Me gusta la novela. Unas novelas que no me ha dejado indiferente son “El silencio de las Palabras” de Jean Kwok y  “Mil soles Esplendidos “ Hosseini, Khaled.

Una palabra bonita «Vida».

Una reflexión sobre el papel de las bibliotecas en nuestros pueblos y, sobre todo, frente a la despoblación.

Juegan un papel muy importante y desde ellas se organizan muchas actividades. Los fondos que disponemos están muy actualizados y para su selección contamos con la opinión de los usuarios.

Durante el confinamiento ayudamos a que fuera un poco menos duro, nos solicitaban libros y se los llevábamos a los domicilios. 

Tenemos que pensar que las bibliotecas tienen un competidor bastante duro “El libro electrónico”.    

¿Qué sientes al oír Los Monegros?

Pienso que es una tierra dura, donde sus gentes son fuertes, quizás por todo lo que les ha tocado vivir. Me encantan los colores rosas y rojizos de sus atardeceres.

Una esperanza, ilusión o deseo.

Mi deseo sería que en nuestros pueblos se creara trabajo, para que los jóvenes se quedarán a vivir y así poder tener más servicios y las calles otra vez llenas de niños.

Prudencio Santolaria Pérez


Prudencio Santolaria Pérez ejerció de maestro en Sariñena en la década de 1920. El sariñenense Luis Buil Espada lo recogió en sus memorias “Toda la vida en guerra de un pacifista”. Una simple mención como maestro suyo y a quien, años más tarde, encontró en plena guerra del 36 ejerciendo de secretario de la FETE (Federación española de Trabajadores de la Enseñanza) de la UGT de Barcelona.

Natural de Bailo, Prudencio Santolaria Pérez nació el 26 de mayo de 1896 (Expediente de alumno del Archivo Provincial de Huesca de 1911 ES/AHPHU – N-000278/000488 – SANTOLARIA PEREZ, PRUDENCIO. BAILO (HUESCA) Productor: Escuela Normal de Magisterio de Huesca SANTOLARIA PEREZ, PRUDENCIO).

Estudió en la Escuela Normal Superior de maestros de Huesca, realizando el Grado Superior de lengua Castellana (Diario de Huesca 22 de mayo de 1913).

En febrero de 1921 le fue adjudicada la plaza de Sariñena, cubriendo una vacante “en virtud de las oposiciones últimamente celebradas” (La Asociación, Revista de Primeras Enseñanza) y en 1929 fue designado a Sitges “Primer turno. -Séptima, 8537. -Don Prudencio Santolaria Pérez, excedente de Sariñena (Huesca), la de Sitges (Barcelona), siete años y 25 días. Caso segundo del artículo 70 del Estatuto” (Parte Oficial. Dirección General de Primera Enseñanza.9 de diciembre de 1929).

También aparece como primer escalafón de maestros de escuelas nacionales existentes en 1931: Número del escalafón general 5805 Número en la categoría 3140 Titulo y nota del mismo S nacido el 26 de mayo de 1896 en Bailo (Huesca).

Al parecer, afiliado a la UGT después de la guerra fue depurado por el franquismo como muchos otros maestros, «La educación, un arma revolucionaria». Por orden ministerial del 31 de julio de 1940, BOE N.º. 185, del 4 de julio de 1953, pág. 4060, fue apartado del servicio y condenado a «Trasladar fuera de la provincia durante tres años y inhabilitaciones para cargos directivos y de confianza” (https://garciaifortuny.com/biografia/formacio/).

Tras la guerra, Prudencio estuvo en la escuela nacional de Salomó (Tarragona), José García Fortuny lo recuerda por varios motivos “Primero porque, tanto en casa, los padres, en sus conversaciones, cuando hablaban de él, soltaban que las autoridades locales no veían muy de buen grado su presencia. Eso sí, ellos siempre tuvieron un aprecio y estima personal por Don Prudencio. Estos mismos conceptos también el sentía susurrando con otras personas del pueblo.” En un segundo lugar por sus cualidades como maestro: “Con los años José recuerda muy bien que fue un buen maestro, y que tenía una especial calidad por el lenguaje y la literatura castellana, lo que en términos académicos llaman «Letras». José ha querido dejar constancia de este docente porque siempre ha tenido un cierto convencimiento de que, junto con el Dr. Vado Camarena, y su labor pedagógica, lo que hizo que, con los años, se convirtió con esta manía investigadora.”

Don Prudencio Santolaria Pérez no puede participar en el concurso restringido por no haber realizado y aprobado el concurso oposición a plazas en localidades de más de 10.000 habitantes y reunir ninguna de las restantes condiciones que exige el artículo 15 del Decreto de 5 de febrero de 1959. (BOE de 20 de abril de 1961).

Prudencio contrajo matrimonio con Juana Mur Ordás y falleció en Barcelona el 1 de julio de 1969 a los 73 años de edad (La Vanguardia 2 de julio de 1969).   

Esperanza Pérez Ancho  


La dedicación en los negocios siempre ha implicado a toda la familia y en el mundo de la hostelería la implicación es absoluta. Esperanza trabajó en la taberna de sus padres desde bien chica y esa herencia le ha acabado acompañando toda su vida. Una mujer de esfuerzo y de lucha, de tesón y emprendimiento que nunca nos dejará de sorprender.

Esperanza Pérez

            Esperanza Pérez Ancho nació en Sariñena el 12 de mayo de 1952. De casa Ancho, su abuelo Ramón Ancho fue guardia civil y además llevó una taberna muy pequeña, con una mesa y un banco, a la que se accedía a través de un patio. Fueron los inicios de la “Taberna Casa Ancho” de Sariñena.

             El padre de Esperanza, Casildo Perez era de Villarroya, un pueblecito cerca de Arnedo, La Rioja, y vino a Sariñena a montar la fabrica de mosaicos Hnos. Pérez. En Sariñena conoció a Paquita Ancho y fruto del matrimonio nacieron Esperanza y Carlos Pérez Ancho. El matrimonio continúo con la taberna casa Ancho, la reformaron y le dieron entrada desde la calle: «la taberna pasó a ser café bar». Estaba la  bodega de venta de vinos, cervezas, refrescos etc. Para refrescar al principio traían grandes barras de hielo, mas tarde compraron una nevera que después de 40 años seguía funcionando.

            Paquita principalmente llevaba la cocina de la taberna, preparaba callos, caracoles, bacalao, anchoas, sardinas de cubo… Esperanza pronto comenzó a trabajar en la taberna y desde que tuvo fuerzas para coger una botella ya llenaba botellas y botos de vino del tonel. En casa Ancho vendían vino a granel. 

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Los balcones de Paquita, cuadro de Jorge Casasnovas.

 

Casa Ancho lucía rebosante de plantas y flores que colgaban de los balcones. «Paquita era una enamorada de las flores y tenia más de 200 macetas, eran sus amigas.»

 

 

            Con un tocadiscos ponían jotas y a Manolo Escobar, entre mucha música de la época, “entonces la gente cantaba mucho, principalmente jotas”. Se jugaba a las cartas, sobretodo por las noches y a puerta cerrada. También se jugaba al siete y medio y al póquer. Esperanza recuerda la primera televisión que compraron, mucha gente se acercó al bar para la ocasión e incluso pusieron las sillas como si fuese un cine para que la gente viese la televisión. Se bebía en porrón y cuando se podía se discutía de política, siempre en voz baja y callaban cuando la pareja de la guardia civil pasaba por la calle.  A Esperanza le gustaba mucho escuchar a la gente y muchos querían hablar “échame un vaser de vino” y aprovechaban para contarle cosas. Se vivía mucho en la calle, había mucha vida y por las noches la gente salía a las calles para tomar la fresca.

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Esperanza con sus padres en casa Ancho.

            En una libreta se apuntaba lo que consumía la gente que iban a “semanadas”, iban apuntando cada consumición hasta que al final de la semana se pagaba todo,  “algunos clientes eran los que iban a fiar, pero eran los menos”. Casildo iba a catar  el vino en bicicleta, a Castejón, La Almolda,  etc.., después lo iba a buscar con toneles de madera alquilando un camión. En casa lo probaban todos, su madre, su hermano y Esperanza: “Siempre lo compraba seco y recio, porque  se guardaba mejor y gustaba mas a la gente del campo, se vendía moscatel, vinagre y vino rancio, nuestra madre nos daba novenas (nueve días) de yemas de huevo batido con el vino viejo  (o rancio como lo llamábamos entonces) por las mañanas… yo creo que tengo buen color desde entonces..”. Para merendar era normal el pan con vino, o con aceite, o con agua y azúcar y de niña era costumbre cambiar trapos por naranjas a un vendedor que venía desde Valencia.

            Su padre Casildo vendía hortalizas, sardinas de cubo “con un periódico las golpeaban para quitar las escamas”, cecina, bacalao…. Sembraba los cacahuetes y los tostaba en casa, los media con un almud y los vendía.

            A la escuela Esperanza no faltó nunca, comenzó con las monjas y después pasó a las nacionales. Allí les daban leche en polvo y queso como complemento alimenticio. Las clases estaban separadas entre chicos y chicas y a ellas les enseñaban costura y cocina por las tardes. Cuando acabó la escuela, sobre los quince años, se quedó ayudando a Don. Fausto, maestro director de la escuela y marido de Carmen Dueso Pueyo. Aprendió mecanografía y ejerció como ayudante del entonces director de la escuela Don Fausto.

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            Al tiempo, Don fausto le recomendó para trabajar para la Lechera Catalana-Rania, la central lechera que se instaló en Sariñena. Primero tuvo que marchar a Barcelona para formarse y trabajó en el laboratorio donde analizaban la leche. En Sariñena trabajó unos ocho años hasta que cerró, por lo que se volvió a Barcelona donde continuó trabajando cuatro o cinco años más. A Barcelona marchó junto a su marido Luis, quien trabajó como repartidor, y su hijo Sergio, allí nació su hija Sara.

            En Sariñena, en la Rania se recogía la leche de las vaquerías, se enfriaba y se metía en cisternas para llevar la leche a Barcelona. Esperanza se llevaba trabajo a casa, sentía que tenía que estar a la altura y eso le hizo trabajar mucho más de lo que le correspondía.

            Estando en Barcelona compraron un tractor y todos los fines de semana Luis volvía al pueblo a labrar y luego cogieron tierras en arriendo en la montaña. Estuvieron diez años, en la década de los ochenta, en Jabierre de Olsón, pequeña localidad sobrarbense, donde vivían tres familias. Llevaban tierras y hacían mucha leña para nivelar y arreglar los campos. Esperanza cargaba los camiones mientras Luis cosechaba, una vez le llegaron seis camiones para cargar, pero el último se negó a que le cargase una mujer. Esperanza no pudo menos que instarle a que esperase a que Luis terminase de cosechar y ya le cargaría él, pero pasaron unas cuantas horas y el camionero tuvo que aceptar que le cargara Esperanza.

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            Luego volvieron a Sariñena, han trabajado muchísimo, emprendiendo negocios que con enorme esfuerzo han ido sacando adelante. En su casa llegaron a alojar a gente, hasta tres habitaciones llegaron a tener ocupadas y Esperanza les hacia la comida y limpiaba las habitaciones. Construyeron un secadero, granjas, una explotación de terneros mamones, han llevado tierras, han plantado remolacha y cebollas… y regentan dos bares de la localidad. Y aunque los últimos años el trabajo ha sido más de gestión, no ha dejado de realizar faenas agrícolas o de tener que dar leche a los terneros.

            Siempre ha leído mucho y le ha gustado escribir, tiene escritos cantidad de poemas que algún día espera publicar. Hace años participó en un concurso de poesía que celebraba la asociación cultural del Casino de Sariñena, ganó más de un premio como una maquina de escribir o lotes de libros.

            Esperanza lleva once años luchando contra el cáncer, consiguió derrotar un primero tras cuatro años de lucha, pero un segundo le hace librar una dura y larga batalla que afronta con firmeza y serenidad. Ha sido premio Gabardera 2012 a la mujer emprendedora, que concede la Coordinadora de Asociaciones de Mujeres de Los Monegros. Como dijo Margarita Périz, entonces presidenta de la coordinadora, “a su faceta de empresaria hay que sumar el ejemplo vital de superación”.

        Esta mirada se enmarca dentro de la serie “Rostros”, que va relatando diferentes visiones de mujeres monegrinas y su trabajo en el medio rural de Los Monegros. Muchas gracias Esperanza.

 

Pilar Redrado Pérez


Son generaciones sin infancia, de esfuerzo y  trabajo,  en casa y en el campo. Sin tiempo para la escuela, ni juegos, fueron educadas en la responsabilidad y en el trabajo, en la necesidad y en la supervivencia. Vidas de un tiempo pretérito de una sociedad rural en constante transformación, donde  la mujer se tuvo que abrir camino y afrontar un presente difícil y complicado. Verdaderas heroínas, verdaderos referentes que deberíamos de distinguir y revalorizar.

Pilar Redado Pérez

Pilar Redrado Pérez

            Pilar nació en Vera del Moncayo en 1941 y fue bautizada en el monasterio de Veruela. Su padre trabajó de pastor para un hacendado del lugar y su madre se dedicó a las múltiples tareas del hogar y la huerta. (Fueron tres hermanos, dos chicas y un chico que ya falleció).

            A los tres años  fueron a vivir a Borja, el dueño se vendió el ganado y tuvieron que mudarse. Estuvieron en Borja hasta los diez años cuando de nuevo se trasladaron a Boquiñeni. Pilar no fue mucho a la escuela, pronto  tuvo que abandonarla para contribuir en el trabajo de la casa. A los trece comenzó a trabajar a jornal en el campo, iba a la huerta a esclarecer la remolacha, las tomateras, a recoger cebollas y tomates, arreglar las cajas de tomates… A Pilar no le gusto tener que ir a servir a casas ricas “te mandaba hasta el gato”, pues en el campo, en el momento que cumples con tu trabajo, “ya te puedes ir pa casa”.  Pilar con tan sólo diez u once años trabajó sirviendo en una casa, cuidando a los tres hijos; trabajaba las veinticuatro horas del día y le daban alojamiento y comida por un escasísimo jornal.

            En Boquiñeni había mucho trabajo en el cultivo de hortalizas y mucha necesidad de salir para adelante, por ello se veían obligadas a dejar pronto los estudios y a contribuir al sustento familiar. No tenían tierras en propiedad: “La mitad de la cosecha era para la casa rica, se trabajaba mucho pero el trabajo, al final, no era para ellos”.

“Lo peor era cuando se pedían dineros a las casas ricas, si alguien no podía pagar sus deudas, por una mala cosecha, las tierras se las quedaban las casas ricas y así iban aumentando su patrimonio”.

            Pilar se casó con Santiago Sanz en la basílica del Pilar de Zaragoza, “con uno de Boquiñeni”. Santiago tenía vacas y tierras arrendadas en las que cultivaban tomates, pimientos, cebollas, alparce para las caballerías… A Pilar le tocaba de todo, tanto en la casa como en el campo. El agua la iba a buscar con cantaros a la acequia o al pozo, a las vacas les llevaban el agua con pozales. Tuvieron dos hijos: Santiago y Rocío, ambos nacieron en Boquiñeni.

            En 1972 llegaron a San Juan del Flumen, allí les correspondió un lote de 20 hectáreas y además una vaca, una mula y un remolque, pero como ya lo traían de Boquiñeni no lo aceptaron.

            A Santiago siempre se le conoció como “El de Boquiñeni”. El lote se lo dieron sin nivelar, así que tuvo que trabajar duramente para poder regarlo. Al principio sembró panizo, pero cuando por fin lo nivelaron perdieron un año de cosecha. Entonces las acequias eran de tierra, hasta que años mas tarde colocaron las canaletas, pretensados Alcanadre. Luego ya plantaron pimientos, tomates, cebollas y remolacha, que llevaban con remolques a venderlo a Monzón y Luceni.

            San Juan del Flumen fue fundado en 1969 y en el 2019 celebrarán su 50 aniversario. Cuando Pilar llegó a San Juan, con toda su familia, no conocía a nadie, pero “pronto me llevaba bien con todo el mundo”. Ya había gente viviendo, había luz y agua. Tenían seis vacas de leche que vendían, las ordeñaban a las seis de la mañana y a las siete de la tarde. Había una zona de huerta y cada lote tenía su huerto, de unos 2000 metros cuadrados. “Impresionaba llegar y no conocer nada ni a nadie”, la casa tenía agua corriente y tuvieron suerte que la casa fuese de solamente planta baja. Las calles eran de tierra y como había habido mucho movimientos de tierras había mucha liebre y conejo. Santiago acudió al sorteo y al poco llegaron desde Boquiñeni con un camión, portando una vaca, dos tocinos y los enseres, fue un 2 de abril de 1972.

            Por la década de los ochenta se pusieron en San Juan del Flumen muchos lotes de pimientos. Hizo falta mucha mano de obra, principalmente de mujeres, que fueron pilares fundamentales para llevar a cabo las distintas labores agrícolas: plantar, escardar, recolectar… De media se ponía una hectárea y media o dos hectáreas de pimientos por familia. En San Juan del Flumen se creó la cooperativa “La hortícola”, dedicada a las hortalizas.

            Hacían la matacía y Pilar iba a otras casas a ayudar con otras matacías y hacer el mondongo. Pilar nunca paraba de trabajar, movía los sacos de tercerilla, sacos de 50 kilos para las vacas que mezclaba con panizo. Compraban leña de Barbastro para alimentar una pequeña estufa que calentaba la casa.  Pilar ha trabajado mucho “¡como una mula!!”, lavaba la ropa después de cenar y la tendía para que estuviese lista para el día siguiente. Hasta para las fiestas se encargaba de hacer la comida para las orquestas.

            Los abonos y las semillas las compraban en Sariñena, a Segarra. También compraron un tractor que pagaron en mano, a tocateja. Entonces se pedían muchos créditos y se pagaba mucho. Aquel año les apedregó (granizo), de tres a cuatro hectáreas de pimientos, fue por 1982. Al principio ponían pimiento de bola que vendían en el mercado de  Zaragoza, luego llegó el pimiento de piquillo que vendían a Navarra. Se hacía todo, desde la simiente, el plantero, plantación, riego, quitar la hierba, abonar, recolectar….

            La remolacha la arrancaban y la colocaban en un montón grande, luego la limpiaban (entre Noviembre y diciembre) y las apilaban en los carros. Para soportar el frío calentaban piedras en las hogueras y se las metían calientes en los bolsillos. La remolacha era un cultivo seguro que les aportaba unos ingresos ya que es un fruto subterráneo al que no le afecta las pedregadas.

            “Si no vas al jornal no vivirás”, Pilar y su familia han luchado muchísimo por forjar su destino, por ser libres y depender de su propio trabajo, de sus tierras y sus cultivos. No ha sido fácil, todo lo contrario, pero con el tiempo pasado, una gran sonrisa y un profundo sentimiento de satisfacción describen a Pilar y su familia. Ahora, Pilar vive en Sena, junto a su familia, donde he tenido el gran placer de conocerla y entrevistarla. Todo un ejemplo, toda una mujer luchadora y trabajadora de nuestro querido mundo rural, una imprescindible.

                   Esta mirada se enmarca dentro de la serie “Rostros”, que va relatando diferentes visiones de mujeres monegrinas y su trabajo en el medio rural de Los Monegros. Muchas gracias a Rocio Sanz Redrado.