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Ángel Labrador Labrador


Ha sido durante muchos años mayoral del dance de Valfarta. Ángel es memoria viva del dance pero también de la vida de la pequeña localidad monegrina de Valfarta. Con Ángel repasamos parte de su memoria, del dance y de Valfarta, nos abre sus puertas con gran familiaridad, aquella tan propia de los pueblos de antes. 

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Ángel nació en Valfarta en 1938 en el seno de una familia de agricultores: «En Valfarta había de todo un poco, algo de ovejas, colmenas, el agua de balsas… todo ha sido agua de balsas”. En casa guardaban el agua en aljibes y tinajas y en el aljibe moderno guardaban hasta 15.000 litros de agua. El aljibe nuevo lo hicieron cuando Ángel ya estaba casado, pues antes se guardaba en tinajas. Su mujer Felisa es natural de Bujaraloz y a los doce años ya comenzó a servir en una casa acomodada. El agua la iban a buscar con una mula y una cuba: «La balsa a la entrada de Valfarta era para las ovejas y mulas, mientras la balsa buena era para beber. Estaba más alta y recogía el agua que venía de la ermita. Hace años que se enronó la balsa”. También había algo de viñas, oliveras y almendreras: “El regadío llegó a Valfarta hace 40 años, sobre 1980”.

“En Valfarta había casas incluso con hasta tres familias” y cuando Ángel iba a la escuela en clase eran de unos 15 a 20 chicos y chicas “Ahora no queda nadie”. A los 13 años ya fue pastor, Ángel fue rebadán de ganado y entre cuatro hombres llevaban un rebaño de unas cuatrocientas cabezas de ganado lanar. A los 14 años marchó a Cataluña “Aquí no se cogía nada”. Eran cuatro hermanos y una hermana, toda la familia marchó durante nueve años a trabajar a una finca de Cataluña: “Era una finca que casi estaba entre las tres provincias, Tarragona, Barcelona y Lérida, por La Panadella”.  Luego, Ángel volvió a su Valfarta natal.

“Los primeros tractores había que solicitarlos”, primero tuvieron un Lanz de 38 caballos que tenían que enchegar con una candileja, luego llegaron los Ebros de 45 caballos: “El paso de mulas a tractores y cosechadoras fue muy sustancial”. La primera cosechadora la llevaban arrastrada por el tractor, era una Santana, luego tuvieron una Class.

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Dance de Valfarta

Ángel ha vivido toda la vida el dance. Empezó de pequeño, eran cuatro hermanos y los cuatro comenzaron a danzar pronto. Los jóvenes comenzaban con los volantes pero él comenzó en un cuadro de mayores. Al tiempo llegó a ser mayoral, cargo que ha ejercido hasta 25 años.

Actualmente en el dance de Valfarta solamente se hacen las mudanzas y los diálogos, las pastoradas ya no se hacen. “Antes venía Vicente Capitán, el gaitero de Sariñena y después se llevaba a Sena en una tartana, había un coche que hacía de correo entre Sariñena y Valfarta”. Ahora de gaitero viene Martín Blecua, leva 33 años, acompañando el dance de Valfarta, y desde hace unos años Leandro Cucalón y Javier Espada. Con el dance se sube en procesión danzando hasta la ermita, la misa es en la iglesia, se sube y se hace un reposo, un descanso, luego se hace el himno de San Miguel.  Se interpretan las diferentes mudanzas: “Ay cardelina, Las aves y las flores, El broquel, San Miguel, Hoy celebramos fiesta… son muy melodiosas”. “En Bordando” es una mudanza que dejaron de danzar y de la que no se acuerdan: “Era muy curiosa y debía de ser muy difícil, por eso se fue dejando”.

“El mayoral de La Almolda dijo que era más bravo el dance de Valfarta”, de La Almolda venía el gaitero Mariano Labat “El Moce”, una vez fueron a danzar a Jaca y cuando pasaron desfilando ante la presidencia Mariano Labat cortó el dance.

El dance estuvo parado los años de la guerra y después, los años que la familia de Ángel marchó. Lo reanudó con mucha ilusión el tío Agustín Labrador, antiguo mayoral, después fue Luis Miguel Dueso. Se hacen cuatro cuadros más el de volantes.

Antiguamente se hacían dichos y motadas, también hubo rebadán: “Había dichos que cada danzante discurría, lo decía cada danzante o algunos danzantes”. Salían de misa y ponían unos bancos alrededor de la plaza para ver el dance y entre mudanza y mudanza decían los dichos: “El rebadán quería hacer el papel de mayoral y rebadán”.

El día después de San Miguel se realiza un pasacalles y por las casas sacan para comer y beber. Ahora se danza el día de San Miguel y el sábado, antes se hacía, además de con palos, con broquel y espadas. Quedan a ensayar el domingo antes de San Miguel.

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Ángel de mayoral con su familia que continúa la tradición.

Ahora en Valfarta están pocos, quizá viviendo unas 40 personas y a misa normalmente van ocho o nueve. La juventud al no tener trabajo han marchado y cada vez hay menos gente. Ángel se ha dedicado a los cerdos, cuarenta y cinco cerdas de cría: “Molía la cebada y se lo vendía a uno de Peralta”. Ángel llegó ir hasta pamplona para comprar un cerdo como semental.

Cuando comenzó sobraban danzantes, ahora faltan: “Se hacía el ofertorio, el tarirán y se ensayaba un mes antes, cerca del bar, en plena calle”. El dance de Valfarta continúa vivo haciendo vibrar de emoción cada año, formando parte de las fiestas y de sus gentes. Gracias Ángel por tu gran acogida y por tantos recuerdos.

 

Antonio Castejón Nogueras


Natural de Castejón de Monegros, Antonio nació en 1932. Su padre se dedicaba a las labores del campo, tenían sus propias tierras y además llevaban tierras de casas ricas de Castejón de Monegros. Se sembraba trigo y cebada: “venían años muy malos y no se cogía nada”. En casa fueron tres hermanos, él y dos hermanas.

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Antonio fue a la escuela hasta los trece años donde aprendió a leer, escribir y las cuatro reglas: sumar, restar, multiplicar y dividir. El agua la cogían de la fuente del pueblo y por los balsones del monte, que estaban fraguaus con piedra «Allí se sacaba el agua cuando llovía». En Castejón de Monegros no había huerta, sólo las casas ricas regaban con agua de las fuentes, había algunas viñas e higueras, poca cosa. En las casas se criaba algún cordero y se tenían dos o tres ovejas: Un pastor se encargaba de agrupar las 200 ovejas de las distintas casas y las apacentaba por el monte: “Por las tardes, a la vuelta, ellas solas volvían a cada casa”. En cada casa tenían 3 o 4 cabras para leche “Al ganado se les hacía ramas de sabina para que se alimentaran”.

“En Castejón de Monegros había dos o tres fuentes grandes y las casas ricas tenían algo de huerta”

En verano todos iban a la siega “Si había algo de cosecha”. El año 1949 fue muy malo “Aquel año sin sacar las gavilladoras de casa, no se cogió nada y en 1953 también se perdió toda la cosecha”. Con 14 años, Antonio ya labraba con los machos. Ha estado de pastor por las partidas de Castejón de Monegros, llevando ganado para una gran ganadería de Huesca: “Si te cogían se trabajaba para las casas ricas, sino a marchar, mucha gente marchó a trabajar al canal en Mequinenza”. También recogían esparto para venderlo a un comerciante.

Se recogía mucha leña de romero y se bajaba a vender a Sariñena, salían a las tres de mañana para llegar pronto a las seis de la madrugada, recorrían los 24 kilómetros con un carro tirado por mulas. La leña la cogían en el monte de Castejón de Monegros, se pasaban dos días haciendo leña, lo dejaban cortado en la era del Plano, donde tenían un corral. Lo vendían a tanto el fajo, por las calles y plazas. Con 17 años Antonio ya bajaba sólo a Sariñena a vender leña “Entonces, en Sariñena había unos cinco hornos de pan”. Bajaban unos tres o cuatro carros cada día para vender los fajos de romero aunque también iban a otros pueblos ”Hasta Quinto de Ebro o La Zaida”.  Se hacía leña de pino, pero sólo para casa “De estraperlo se iba a hacer pinos en la sierra de Jubierre. También hacían lotes de pinos, pero muy pocos”. Su padre no podía trabajar, le dio un parálisis que le invalidó,  así que Antonio tuvo que trabajar desde muy pequeño.

Con 14 años, en 1946, Antonio marchaba a La Almolda a trabajar ocho horas por 16 o 17 pesetas. Iba andando para trabajar en la construcción, a pico y pala, de la carretera, luego fueron a hacer la de Bujaraloz a Osera: “De Castejón de Monegros a La Almolda hay 8 kilómetros y tardábamos dos horas. Los de La Almolda vendían yesos.”

En 1953 fue a Bisaurri, cerca de Castejón de Sos. De Castejón de Monegros fueron veintiuna personas: “Para hacer un desmonte, a pico y pala, para una carretera”. Estuvo más de un mes gracias al contratista de Cantalobos Antonio Chesa Valdellón.

Antonio se casó en 1960. En Castejón había buenas fiestas, eran muy buenas, venían músicos todos los días y duraban tres días: “Se gastaban pocas perras, no había dineros. Iban orquestas buenas y se hacía el dance, todo a lo pobre”.

A los 38 años se dedicó a arrancar piedra para la construcción de los pueblos de colonización, muchas noches se quedaban a dormir en Lanaja: “En las cerros aparecen las cejas y allí está la piedra, piedra de cal, se hacía con todo: con pico y pala, con barrena…”. En La cartuja de Monegros apañaban la piedra y la abastecían a los albañiles. También trabajó en la construcción del túnel del canal de Monegros en la sierra “Se hicieron anillos de hormigón y se forraba con cemento”. “Lo Gavín”, le decían al terreno, “Se ganaba poco y se trabajaba mucho”.

También, Antonio se ha dedicado a la venta de verdura y fruta con una camioneta: “Primero con una Ebro y luego una Nissan”. Iba a Mercazaragoza a las dos de la mañana, muchas veces con su hijo y luego la vendían por los pueblos: “Lanaja, Candasnos, Peñalba… Hasta Lamasadera”. Alguna vez hasta atascó por alguna cuneta. “Luego han venido años mejores, aunque siempre todo costó mucho”.

Gracias a Pilar Guerrero y Aimar Mir de la Residencia de la tercera edad de Sariñena por su colaboración para la realización de las entrevistas, gracias!!

Aurora Ezquerra Serrate


  Aurora Ezquerra Serrate me recibe en su actual vivienda de la casa de La Cera. Una antigua casa donde antaño trabajaban la cera para la fabricación de velas y donde  aún se conserva una espectacular prensa de cera. Aurora ha vivido toda su vida en  Castejón de Monegros, un lugar donde  las mujeres han revitalizado la manifestación folklórica del dance, asumiendo un papel reservado tradicionalmente para los hombres. Aurora es una de las muchas mujeres del secano aragonés, donde la carencia de agua ha caracterizado una vida unida al campo. Una historia más  de una mujer del secano monegrino.

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Aurora Ezquerra Serrate

            Natural de Castejón de Monegros, Aurora Ezquerra Serrate nació en 1919. De casa Lorenzo “El Bruto” fueron siete hermanos. Su padre luchó en la guerra de Cuba y, tras sufrir una amputación en un dedo de una mano, le quedó una pequeña paga que ayudó bastante a su vuelta. En la guerra de Cuba aprendió a tocar la bandurria y cuando volvió a Castejón de Monegros iba a tocar por los pueblos y así se ganaba unos dineros extras.

            Una jovencísima Aurora comenzó a estudiar en la escuela de las hermanas del cura, unas mujeres que enseñaban a cambió de pequeñas cantidades de dinero o algún que otro pago en especias. Después pasó a párvulos en las escuelas municipales, su padre quiso que aprendiese letras, a escribir bien: “si hubiesen tenido dinero hubiera estudiado una carrera”.

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Prensa de cera.

           Su madre cosía, apañaba pantalones, calzoncillos, cosía camisas, tejía jerseys de lana… hacia trabajos de costura a la gente y le pagaban por ello, a veces con dinero y otras veces le daban algo a cambio. Con el tiempo se compró una maquina de coser y mejoró su trabajo. Aquellos pequeños ingresos eran muy importantes para la economía familiar y gracias a ellos no pasaron hambre. Con parte del dinero que ganaba su madre se pagaban los libros escolares de la pequeña Aurora.

            En Castejón de Monegros iban a buscar el agua a una fuente del pueblo y a una balsa. En casa criaban un tocino y hacían la matacía, también tenían gallinas y un pequeño ganado de ovejas y cabras. Aurora aún recuerda ordeñar las cabras y con la leche hacía quesos para casa, mantenía su propio suero. Las mujeres se juntaban a lavar en un lavadero. Toda la familia iba a segar, las mujeres daban gavilla y ataban las garbas.

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Aurora Ezquerra

            Amasaban el pan y luego lo llevaban al horno. En Castejón de Monegros hacían “largos”, unas tortas de pan con algo de aceite. No había mucho dinero y tampoco había azúcar. También hacían “gorros de cura” unos panes macerados, que llevaban mucha harina y que retorcían, era un pan especial, un capricho que hacían de vez en cuando. Al pan duro y que no crecía, que no subía, lo llamaban “coto”.

            Aurora se casó con Leandro Puey Castejón, quien trabajó como labrador y pastor. En Castejón de Monegros los hombres hacían mucha leña de romero, la bajaban a vender a Sariñena unas dos veces por semana. Las mujeres se juntaban para coser en las calles, también era muy común quedar las noches de verano para salir a tomar la fresca.

            Aurora llegó a hacer hasta de albañil en casa, pequeñas obras hasta hacer una escalera hasta la terraza y un mosaico. Las mujeres en Castejón de Monegros tenían pocas salidas, algunas servían en alguna de las tres casas ricas del pueblo y la mayoría trabajaban llevando las múltiples faenas de casa y del campo. Se ha dejado atrás una forma de vida muy dura, las mujeres trabajaban de sol a sol e incluso cuando llegaba la noche. Un pasado que va quedando en el olvido pero que testimonios como el de Aurora nos describen una realidad de trabajo y esfuerzo que debemos de valorar y reconocer.

             Esta mirada se enmarca dentro de la serie “Rostros”, que va relatando diferentes visiones de mujeres monegrinas y su trabajo en el medio rural de Los Monegros. Muchas gracias a Ana Puey Campos y a José Puey Ezquerra, hijo de Aurora .