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Barrio de la Estación


Segundo premio.- XXII CERTAMEN DE LITERATURA «MIGUEL ARTIGAS” Monreal del Campo.- Año 2022.

Este relato se basa en una foto que existe en realidad y que fue realizada -posiblemente en 1933- por un fotógrafo desconocido en un barrio rural ferroviario.

El topónimo Parrasernil es ficticio.

Rosalía y Dionisio y sus hijos Lourdes y Esteban en el Barrio de la Estación de Sariñena.

Por Victoria Trigo Bello .

A mi padre.

Barrio de la Estación

Aún pudo ver y verse mi padre en esa foto con las últimas luces de sus ojos. Hija mía, hija mía, sollozaba mi niño anciano y rendido… Esa foto, salvo en el número de personajes, se parece un poco al cartel de la película Los Santos Inocentes. A Delibes le hubiera inspirado una familia tan pobre, la misma que compondría una estampa pintoresca para aquel fotógrafo anónimo que recogía las imágenes de una barriada crecida junto al ferrocarril. A Delibes y a su castellano profundo les habría dictado una novela esa familia con lo mejor de su armario, varada en ese tiempo desde el que miran los muertos, una familia con la sorpresa de ser fotografiada allí, en el Barrio de la Estación de Parrasernil, a pocos metros de donde la vida era un estruendo de ruedas y del fuego que circulaba por los carriles.

Esa foto hoy comparte escritorio con mi ordenador. Como telón de fondo de la misma, tras el grupo aparece una parcela de planta única, vivienda alquilada por lo poco que pudiera permitirse un sueldo de mozo de tren asignado a esa estación, que llegó con su mujer y con una hija y apenas instalados vio nacer al heredero de su miseria al que tuvieron que meter en agua helada para que rompiera a llorar. Mis abuelos con expresión de estupor, ambos sentados en el centro de la escena. Ella, repeinada, mira con la desconfianza propia de una montañesa que sabe de las soledades de mil senderos de herradura y de la aspereza de una aldea perdida donde vale más un buey que una persona. Tiene a su izquierda a la primogénita, de cinco años y con la falda levantada por una ráfaga que le deja la braga al descubierto. El patriarca, envejecido de todos los peonajes de sol a sol que jalonaron su juventud, luce su chaqueta que huele a alcanfor, la que se pone con el pantalón bueno -el de tela de rayita y que también huele a alcanfor-, y calza los zapatos brillantes de cuando se casó -que le incomodan porque sus pies tratan más con las alpargatas que con el material fino del calcero para señoritos-, sostiene un cigarro de picadura en su mano diestra y con la otra respalda al chaval. Por último, este chaval, una criatura con un triciclo famélico al que una piedra ante la rueda delantera frustra el intento de escapar del posado.

La estación era el arrabal, el Gólgota de los obreros donde el tiempo y la existencia se medían en trenes. Ningún reloj mejor que el péndulo de esos dioses de hierro en sus idas y venidas, la carbonilla como estela, el vapor acolchando la mordedura de bielas y contra bielas. Una iglesia pequeña, suficiente para almas sin otra esperanza que la de marchar. Una cantina en la que algún trago de más y alguna mala racha en los naipes suponía más dificultad en la dificultad. Y los trenes, los trenes cargados de noches gélidas o de soles de brea, espadas que atravesaban ese paisaje de tierra roja, tierra de carne y sangre que adivinaba la proximidad de una guerra y que intuían que con ella todas las desgracias conocidas resultarían, por comparación, penurias aceptables, pecados veniales que con un poco de penitencia serían perdonables y no supondrían nada más grave que un diminuto borrón en un lienzo inmenso.

Esteban Trigo Estúa en la Estación ferroviaria de Sariñena.

El casco urbano de Parrasernil era otra cosa, otro planeta. Parrasernil era el pueblo. Parrasernil era la laguna, el ayuntamiento, las aceras, la escuela, las casas más habitables, el palacete venido a menos –la parte baja eran cuadras- pero con un escudo que hablaba de una lejana hidalguía, los edificios para gente que, aun siendo humilde, no se rozara mucho con el mal. El mal verdadero y mayúsculo se quedaba en el Barrio de la Estación, en sus calles polvorientas, en el paso a nivel que se abría y cerraba como las fauces de un monstruo. El mal era aquel calor que se pegaba amarillo y pajizo a las paredes, el otoño larguísimo como una culebra o una maldición, las lluvias que caían con desgana, hijas de nubes aburridas, los cristales eternamente sucios, las bombillas heridas de melancolía, los gatos apedreados, la jaula de una cardelina muda. El mal era el hambre en la infancia de rodillas huesudas, en las botas de puntera descosida, en la roña tras las orejas. El mal era el aviso de los trenes taladrando el silencio sin cesar, esposados a la vía hasta que se cayeran a pedazos.

Mi padre conservaba esa foto amortajada como un cadáver que no quería enterrar por completo. Era el fósil de su niñez, el único vestigio de su lugar de nacimiento en un verano de moscas que tejían su plaga sobre el cesto en que lo dejaba su madre para irse a lavar la colada de quien pudiera pagarle por la ofrenda de su espalda sacrificada, por sus manos de esparto, con las uñas comidas por la sosa. Esa foto de los cuatro ante la parcela, esa foto de esos pobretones hoy a pocos centímetros de la pantalla donde desfilan cotizaciones de bolsa y valores con los que configuro un sinfín de gráficos e informes, fue rescatada por mí cuando buscaba la póliza de decesos suscrita por mis abuelos en la década de los cuarenta, cuando se puso de moda asegurarse un hueco digno para los restos mortales. Me iba a tocar en breve utilizarla y ya se había interesado gentilmente por ella la directora del geriátrico para saber a quién llamar si usted no estuviera localizable cuando se produzca el óbito.

Esa foto me traslada a las últimas semanas de mi padre, cuando él deambulaba penosamente con el andador por los jardines, todavía saludando a otros residentes entre resoplidos asmáticos, sus paseos de calvario –los médicos, erre que erre en que saliera a tomar el aire- antes de fracturarse la otra cadera y quedar definitivamente encamado. Esa foto en sepia, con sus piernecillas tiernas en tensión, sus músculos aún de leche, pero ya rabiosos sobre los pedales como jinete en un caballo torpe, sus labios apretados tragando aquella frustración, negando una sonrisa al hombre desconocido que se la pediría tras una cámara montada sobre un trípode, marcó un hito en la vida de mi padre. Ese día de la foto, mi padre descubriría que no había camino posible con la barrera de un guijarro cerrándole el paso. Ese día mi padre aprendería a perder, a prensar la ira mandíbula contra mandíbula, a aguantar esa detención, esa brida, porque un fotógrafo daba órdenes y todos le obedecían.

Aún pudo ver y verse mi padre en esa foto con las últimas luces de sus ojos. Hija mía, hija mía, sollozaba mi niño anciano y rendido. Aún pudo sostenerla con sus manos ya abanico de venas secas, archipiélago de manchas, flores de cementerio. Aún pudo sonreír su rostro de mejillas hundidas al chiquillo que se empinaba sobre los pedales de aquel trasto, quizás préstamo de algún amigo un poco menos pobre. Aún pude yo encontrar en las piernas lacias de mi padre moribundo -sus pies presos en las taloneras, con las úlceras ansiosas de graparse a su pellejo- la fragilidad de aquel niño que no podía remontar el dique, la oposición de esa piedra. 

Enmarqué la foto y la coloqué como detalle vintage en mi despacho de ejecutiva. Aunque cercana a mi jubilación, no quiero privarme de esa imagen en el lugar donde desde hace muchos años paso más horas que en mi casa. He pensado también en el regreso que cinco décadas después del disparo de aquel fotógrafo hicimos al Barrio de la Estación con mi padre -entonces ya padre y abuelo-, para rastrear algún vestigio, algún hierro de triciclo oxidado que aún latiera por allí. He pensado en la búsqueda infructuosa que hicimos de alguna brizna de raíz, en nuestro tímido pulsar el timbre de la puerta de una casa –la única que parecía habitada-, en pronunciar el apellido Clavería ante una mujer, aproximadamente de mi edad, que hizo salir a su marido, algo mayor, y en cómo, entre ella y él, los dos a una, apenas pudieron tejer una sombra de lo que fuera aquel ayer tan lejano. Que si la harinera, que si una firma de gaseosas, que sí, que sí, que en una parcela hubo una pareja que venían -¿de dónde dicen ustedes que eran…?- con una chica y pronto les nació un chico, pero que no podían precisar más, porque todo eso era lo que ellos habían oído contar de siempre… De siempre y ya de nunca. Y luego, en aquella visita a Parrasernil, mi padre, cincuentón de buena planta, posó con estilo de actor bajo el cartel que identificaba la estación, jefe onírico de aquellos trenes tan perdidos.

Esteban y Victoria Trigo.

He pensado en lo que serían esos amaneceres de somier de paja y sábana basta, con el sueño hecho ojeras, los adultos siempre madrugando para hacer cualquier chapuza para algún amo pasajero, que la nómina del tren daba poco de sí. Lo que usted mande, no se preocupe. O si no me paga ahora, ya me dará algo para mis hijos, que les gustaron mucho los bollos y el chocolate de la semana pasada. He pensado en ese cuarteto de mis abuelos, mi padre y mi tía, ante la novedad de un fotógrafo, en el repetido estate quieto, hijo mío, no seas travieso, que este señor nos va a retratar. He escuchado a mi abuela preguntar si aquello costaría mucho dinero. He escuchado a mi abuelo responderle que no importaba, que así tendrían una foto para enviar a los parientes de Argentina, para que vieran qué majos estaban los chicos. He escuchado a mi tía decir que hacía frío, que se le metía el aire en los ojos, que le daba miedo aquel hombre tan serio que se escondía al otro lado de ese armatoste. He escuchado a mi padre insistir con un quiero marcharme y exprimir un chirrido de aquel cacharro, aquel jamelgo rodante que se negaba a avanzar.

Y también he escuchado la agonía de esas locomotoras cansadas pero a pesar de ello siempre grandiosas con su cargamento larguísimo, diosas descendientes de dinosaurios que evolucionaron del reino animal a un reino metalúrgico en el que latía un infierno. Y los juramentos de algún fogonero si el carbón era de mala calidad y las paladas resultaban insuficientes para alimentar aquel vientre de fuego. Y el silbato del Jefe de Estación que, banderín rojo enrollado, daba la salida a un maquinista que se sentiría, quizás, piloto de un avión que volaba por tierra.

Y junto a ellos, como coro gris e imprescindible decorado de la epopeya ferroviaria, he visto a los viajeros de maleta pobretona y pañuelo paquetero asomados a esas ventanillas para los adioses añadidos. He visto a las mujeres de abrigo raído y medias de muchos inviernos. He visto las lágrimas de todos los nunca jamases, las últimas recomendaciones en el andén. Porque la gente, más que venir se iba. Era raro ver a alguien esperando a quien llegara. Era raro un abrazo de bienvenida. Y, como bastidor del escenario, las traviesas crucificadas bajo aquellos carriles que las convertían en teclas de un piano trágico.

En esa foto de aquella familia ferroviaria está la negación de la esperanza. Y ahora yo, con mi padre ya ceniza a pie de vía, retorno a ese instante ahogado en el océano de trenadas de esa playa parrasernillense hoy casi desierta. Y desde la nostalgia heredada puedo inventar la historia de un crío navegando con un triciclo por los charcos, un crío al que un día cualquiera, un día sin marca alguna en el calendario, llama su padre desde lejos para que vuelva a casa. Allí, en el reducido comedor de aquella parcela, un señor se toma una copita de anís y dice al padre que les hará la foto en cuanto estén los cuatro listos, que mejor que no tarden para aprovechar la luz, que pronto dejará de ser tan buena para impresionar el negativo. Y su padre contesta que enseguida, como usted diga, y lleva al hijo recién entrado de la calle a lavar las manos y la cara con una astilla de jabón que huele a sebo que hay junto a un cubo de cinc que reposa en el pequeño patio interior, bajo los tendedores de alambre, cerca del ponedor donde una gallina vieja ejecuta cada pocos días el milagro de un huevo para alejar un poco la sombra del cuchillo. La madre, que ya ha abrochado a la chica los zapatos de ir a misa el domingo, aguarda a su retoño con una camisita limpia, sacada del paquete de ropa que recibieron de unos primos de Madrid, que les mandan todo lo que ya no sirve a sus hijos.

El fotógrafo comienza a preparar su equipo. Primero sale el padre, con orgullo de cabeza de familia, que pone dos sillas ante la puerta de la casa. Le sigue la madre, con las dudas de qué se le ha perdido allí a ese individuo un tanto atildado, de bigote pelirrojo y manos blanquísimas, que les ha entregado una tarjeta con la dirección de su estudio en Barcelona –la abuela, analfabeta, coge con recelo ese rectángulo de cartulina- y el artista visitante asegura que enviará antes de un mes la fotografía. Mejor dicho, las fotografías, porque serán dos copias, que el señor me ha pedido una para sus parientes, ¿verdad? Tras mi abuela va la chica, vergonzosa, que se arrima a su madre y, a regañadientes, se separa un poco obedeciendo al fotógrafo. Venga, guapa, no te pegues tanto a tu mamá, que llevas un vestido muy bonito y no lo vas a lucir. No, no coja a la chica en brazos, que ya es muy grande, no se la ponga encima. La chica ha de estar de pie y a su derecha, señora. Usted está ahí bien, sentada junto a su esposo. Por último él, mi padre, que no ha consentido en dejar dentro de casa el triciclo. Bueno, no importa, queda bien el niño así, con los pies en los pedales, aclara el fotógrafo. A ver, ahora miren todos aquí sin pestañear… No, no, no, que el chico se mueve. Nuevo intento. Otra vez el crío haciendo mención de largarse. No, hombre de Dios, no le pegue al chico que si se pone a llorar será peor porque perderemos más tiempo. A ver si esto sirve para conseguir que se esté quieto… Y el fotógrafo del bigote pelirrojo y las manos blanquísimas, se agacha, coge una piedra y la coloca allí, en la base de la rueda delantera, como un cepo que la amarrara y la soldara al suelo. Y mi padre callado, impotente ante esa piedra que ha hecho encallar su triciclo.

Ya está. Mire, ya que ha sido usted tan amable de invitarme a esa copita, le hago un descuento y así la mujer se queda más tranquila. Seguro que habrán salido los cuatro estupendamente. Yo conozco bien mi oficio. Antes de un mes pondré en camino la fotografía. Dos fotografías, sí señora, dos. Luego, lo que tarde en llegar, que eso ya no depende de mí. Sí, descuide caballero, que ya he anotado las señas. Sí, le prometo que en letra bien grande pondré Parrasernil y, en letra aún mayor, Barrio de la Estación, para que no se pierda dando vueltas por la localidad. No, si la quieren enmarcada, eso es otro precio, señor mío. Además, hágame caso, aunque costara lo mismo, mejor enviarles solo la foto –dos fotos, señora, dos, duerma tranquila-, porque seguramente les llegaría el cristal roto, que ustedes mejor que nadie sabrán lo mal que tratan los paquetes en estos furgones, que agarran las sacas del correo y las lanzan como si las quisieran despeñar. Luego ya, compren un marco en Lérida o en Zaragoza. O quizás lo haya en Huesca, que para algo es también capital de provincia. La verdad, no creo que en un pueblo tan pequeño como Parrasernil haya alguna tienda de cosas finas así, vamos, me extrañaría mucho. Y gesticulaba como si sus brazos remataran en abanicos en vez de en manos.

Para la abuela, cada vez que veía pasar al cartero era un interrogante. Que no, mujer, que no hay nada a nombre de ustedes. Joder, qué pesada, todos los días preguntando. ¿Se cree que voy a quedarme para mí algo suyo? Igualmente cada día, bronca con el abuelo. Que si ese fotógrafo les había sacado los dineros y no les iba a enviar nada. Que si a saber si se perdía el sobre. Que si en mala hora le habían pagado por adelantado, que si algo quería ese hombre, que hubiera vuelto con la foto –con las dos fotos-, y entonces, después de ver si merecía la pena el resultado, le pagarían. Y el abuelo, harto de escucharla, le replicaba siempre lo mismo. ¡Qué termita eres, como si fuera el fin del mundo que ese floripondio nos hubiese timado! ¿Para qué iba él a querer la foto de unos pobretones? ¿Te crees que no fotografiará a gente importante y se sacará copia bien grande de militares y actrices, para poner en el escaparate? Y la abuela, vuelta a la carga de que eso de la foto sería una estafa, un sacaperras. Entonces el abuelo, incapaz de hacerla callar, pegaba un golpe en la mesa y se marchaba a la cantina dando un portazo.

Pero el sobre llegó cuando el tema estaba casi olvidado. En papel marrón rígido, con las señas puestas como había dicho el remitente, recibieron la foto –las dos fotos- y quedó atrás la pesadilla de la abuela de haber tirado el dinero y las discusiones con el abuelo. Y era cierto lo anunciado por el fotógrafo: habían salido muy bien. Hasta el vestido de la cría abanicado por el viento les hizo gracia. Fíjate, qué moza se le ve ya, apuntaría la abuela. Y mira el chaval, qué fuerza se le nota en las piernas, añadiría el abuelo satisfecho de la bravura que apuntaba su vástago.

Y, casi al instante, se pondría a buscar papel fino para escribir con bastante soltura a los parientes de Argentina. Queridos todos: os mandamos una foto para que conozcáis a los chicos. Nosotros vamos tirando, gracias a Dios. Ya nos contestaréis y nos diréis si os ha gustado. El crío no se quería estar quieto y el fotógrafo le puso una piedra delante de la rueda, ¿la veis? Ya llevamos dos años aquí en Parrasernil, en el Barrio de la Estación. En cuanto pueda, pediré cambiar a otro destino y a ver si allí encontramos una casa más grande, porque otra vez estamos esperando familia. Nos va mal, pero hay que aceptarlo a ver si trae un pan bajo el brazo. Nos da igual si es chico o chica con tal de que venga bien. ¿Qué tal estáis vosotros? Escribidnos pronto, que nos agradará leer lo que contéis. No sé cuándo os llegará la presente. Aquí termina el verano y ya hay alguna tormenta. Recibid el cariño de vuestros hermanos y sobrinos que no os olvidan.

Aún pudo ver y verse mi padre en esa foto con las últimas luces de sus ojos. Hija mía, hija mía, sollozaba mi niño anciano y rendido.

Los trenes rugían al otro lado, muy cerca. Él ya no podía pedalear.

José Esteban Senabre


José Esteban Senabre nació en Barcelona el día de San Esteban del año 1915. El mundo estaba en guerra, en España reinaba Alfonso XIII y Francisco Franco era ascendido a Capitán por sus méritos en la guerra del Rif de Marruecos.

Por Jesús Esteban.

José era hijo de militar, cuando nació, su padre andaba luchando en tierras africanas, tratando de hacer carrera. Poco o casi nada se preocupó de él, de hecho, no se conocieron hasta después de finalizada la guerra civil. Fueron sus abuelos, Rodrigo y Zoila, los que cuidaron de su crecimiento y educación. Rodrigo, de origen cántabro, era marino mercante, capitán de barcos de vapor como el Alcudia o el Sagunto.  

·        Sargento del Bon (Batallón)de Zapadores Ejército Popular de Cataluña (Centro Documental de la Memoria Histórica, DNSD-SECRETARIA, FICHERO,17,E0043983).

El inicio de la guerra civil le pilló con 20 años en Barcelona, donde se mal ganaba la vida como contable. Los ideales de juventud, unido al clásico “estar en el lugar y momentos adecuados”, le llevaron a enrolarse en las milicias republicanas, previo paso por la Escuela Popular de Guerra, creada para dotar de mandos intermedios al Ejército Republicano. En dicha Escuela se formó como mando antes de tener un destino en el frente: Sargento del Batallón de Zapadores en el frente de Aragón, unidad perteneciente a la columna Lluis Companys. Era el mes de Abril del año 1937.

Sargento, propuesto para ingreso en la Escuela Popular de Mando y Enseñanza Militar de Valencia. S.M. Carp. 2066. Fol. 33. (Centro Documental de la Memoria Histórica, DNSD-SECRETARIA, FICHERO,17,E0043983).

Sargento de la 4ª Compañía del Batallón de Zapadores del frente de Aragón. (
Centro Documental de la Memoria Histórica, DNSD-SECRETARÍA, FICHERO,17. E0043981)
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José Esteban pasó por Sariñena en torno a junio de 1937, inmortalizándose en una fotografía en el río Alcanadre. La imagen la envió a sus «Queridos primos Santiago y José Luis» firmado por Pepe, Sariñena (Huesca) a 6 de junio de 1937. Para Antonio Olivan, el lugar parece responder «A la zona entre El Tozal de Mataliebres y la gravera de Albalatillo, más concretamente enfrente donde está ahora la depuradora, que casualmente allí existía un vado antiguamente, y que te llevaba a mitad recta de Sena y en línea recta en la otra dirección está el Campo de Aviación». Quizá podemos suponer que estuvo alojado en el campo de aviación de «Alas Rojas», no hace muchos días antes, el Batallón Los Topos pertenecientes al Regimiento de Zapadores Minadores, se había establecido en la localidad de Sariñena, a los que el Consejo Municipal de Sariñena tuvo que buscar alojamiento para tareas de desescombro tras la explosión del polvorín en pleno centro de la localidad (La guerra civil en Sariñena).

José Esteban Senabre en el río Alcanadre a su paso por Sariñena. Hay un detalle en el cinto del uniforme: la torre que indica que pertenecía al cuerpo de ingenieros.

José estuvo en el batallón de Zapadores del frente de Aragón cuya delegación política estuvo ubicada en los locales que ocupaba el Primer Parque de Ingenieros en Sariñena.

En el frente de Aragón luchó hasta su derrota y retirada en la primavera del 1938. Volvió con vida a Barcelona, que era mucho, donde presenció la entrada en la ciudad de las tropas nacionales el 26 de Enero de 1939.

Terminada la guerra rehízo su vida. Contrajo matrimonio con Conchita Rierola y tuvieron 7 hijos, 6 chicas y un varón, a los que hicieron crecer con salud y, pese a las enormes dificultades económicas, darles una educación. Falleció en Barcelona el 8 de Octubre de 1982, a la edad de 66 años.

Esteban Panzano Llamas


Alcalde, político liberal y canalista, personalidad destacable junto a Juan Alvarado, Pedro Basols o Joaquín Paraled en pro del proyecto de Grandes Riegos del Altoaragón. Además, su vida es un relato de parte de la historia de Sariñena, de su antiguo ayuntamiento, las calles José Fatás o Gasset. Una figura olvidada que rescatamos y reconstruimos a través de distintas informaciones de hemeroteca, archivos y bibliografía.

Esteban Panzano Llamas nació en Sariñena en 1873 y falleció en Barcelona el 1 de diciembre de 1944. Hijo de Esteban Panzano y Emilia Llamas Domenech, su madre Emilia Llamas murió a temprana edad, cuando Esteban contaba con apenas doce años, el 16 de septiembre de 1885: Nuestro querido amigo y correligionario de Sariñena el industrial don Esteban Panzano, cuyas simpatías están tan arraigadas en aquella villa, sufrió ayer la inmensa desgracia de perder a su cariñosa y buena esposa víctima en pocas horas de la epidemia reinante. Tenga la seguridad el señor Panzano de que tomamos parte muy principal y directa en su dolor” (Diario de Huesca del 18 de septiembre de 1885). En 1885 la epidemia del cólera causó unas 120.000 víctimas en España.   

Esteban, de familia pudiente, fue propietario, comerciante, político liberal, alcalde de Sariñena y diputado provincial y en 1923 gobernador civil de Orense. Hombre dedicado a los negocios, comerciante y propietario “En 1903 hay constancia suya como propietario de una tejería y en 1943 vendía una finca en Sariñena”. (El fin de la Restauración en Huesca: elecciones y políticos José María Sirón Bolea).

“Está próxima a terminarse la fábrica de alcohol que por cuenta da nuestro buen amigo D. Esteban Panzano Llanas de Sariñena se construye en esta villa” (Diario de Huesca – 02 de marzo de 1900).

En algunas referencias aparece su segundo apellido con la letra “n” en vez de la “m” y además es muy frecuente que solamente aparezca nombrado con el primer apellido, pudiéndonos llevar confusión con su padre. Así, que durante las primeras citas, no podemos atribuir cada referencia a uno de los dos.

Esteban Panzano de Pablo

Se cita que la familia descendía de la localidad de Huerto, pero estaba bien arraigada en Sariñena. Como se ha comentado anteriormente, contrajo matrimonio con Emilia Llamas Domenech que falleció el 16 de septiembre de 1885. Fruto de aquel matrimonio nacieron Esteban, Dolores y Pilar.

Un año después, falleció la joven Pilar Panzano Llamas “A las primeras horas de la mañana de ayer falleció en esta, capital la niña Pilar Panzano y Llamas, encantadora hija de nuestro amigo y correligionario de Sariñena don. Esteban. Por la tarde tuvo lugar el acompañamiento del cadáver hasta la plaza de Zaragoza, demostrando así los numerosos amigos y conocidos del señor Panzano, el sentimiento por pérdida tan temprana como dolorosa (Diario de Huesca del 30 de junio de 1886).

Juan Llamas y Barcia, padre de Emilia Llamas Domenech, también fue un rico y comerciante de Sariñena, así encontramos la siguiente referencia tras su fallecimiento en 1895: “Falleció ayer en Sariñena el inteligente y rico comerciante de aquella villa, D. Juan Llamas y Barcia, padre de nuestros amigos D. Fermín, D. Francisco y D. Juan, y suegro del que lo es muy querido y considerado D. Esteban Panzano. El señor Llamas, después de una vida activa y laboriosa, se había conquistado posición desahogada y la consideración y estima del vecindario sariñenense. Descanse en paz nuestro amigo, y tenga la seguridad su estimable familia de que la Redacción toda de este DIARIO toma parte muy directa en su natural y acerbo duelo”. (Diario de Huesca 18 de mayo de 1895).

Esteban Panzano de Pablo debió de casarse por segunda vez. Aparece reflejado al conocerse la noticia del fallecimiento de Silvestre Fortón Rivares, quien al parecer ejerció varias veces “con justificado acierto” de alcalde y juez municipal (Diario de Huesca del 28 de febrero de 1900). Silvestre murió  el  23 de febrero de 1900 a los 83 años de edad. En su esquela aparecen sus afligidas hijas Victoria y Sor Engracia, religiosa profesa en Santa Rosa e hijo político don Esteban Ponzano de Pablo, (Diario de Huesca – 1/03/1900). Victoria Fortón Ballarín falleció el 7 de julio de 1927 en Sariñena (Diario de Huesca – 08/07/1927), viuda de Esteban Panzano de Pablo. En la noticia se refiere a sus hijos Antonio y Victoria Panzano, hijos políticos don Esteban y doña Dolores Panzano y prima doña Andresa Ballarín. Esteban Ponzano de Pablo murió a los 65 años de edad, así que debió de nacer en 1862. Victoria debió de ser la segunda esposa de Esteban Panzano de Pablo “Pertenecía la finada a muy antigua y prestigiosa familia de la tierra baja, heredera de la casa de Fortón, de Huerto, casa de abolengo por su apellido y por su posición”.

La referencia a los hijos políticos “don Esteban y doña Dolores Panzano” pueden atribuirse a los hijos de Esteban Panzano de Pablo con su primera mujer con Emilia Llamas Domenech y con el segundo matrimonio, con Victoria Fortón Ballarín, tuvieron dos hijos, Antonio y Victoria.

Dolores Panzano Llamas acabó casándose con Anselmo Bercero Abadías, natural de Almudevar. La boda tuvo lugar en la iglesia parroquial de Sariñena el 23 de julio de 1902. Como madrina asistieron Victoria Fortén de Panzano y entre las invitadas las “señoritas” Julia Castañera, Matilde Abril, Ascensión Marías, Quiteria Sarrate y Paquita García y señoras Vicenta Llamas de Áltemir, Asunción Raso de Llamas, Josefa Alverola de Balaix, Irene Guiral de Montull y Adela Sarraté de Paraléd.

Esteban Panzano de Pablo debió de tener, al menos, una hermana. En 1887 falleció Dolores Panzano “Con profundo pesar damos cuenta de la de la señora doña Dolores Panzano de Pueyo, esposa del ilustrado farmacéutico y conocido propietario e industrial D. Pablo Pueyo, y hermana de nuestro distinguido correligionario y amigo de Sariñena D. Esteban Panzano. La cruel enfermedad que minaba su existencia hace ya algún tiempo, tuvo en la tarde de ayer el fatal desenlace, previsto por la ciencia.

La finada era una señora virtuosísima y digna de los respetos que merecía a cuantos la trataban. Su viudo el Sr. Pueyo, su hermano político el Sr. Panzano y las apreciables familias de ambos, pueden tener la seguridad de nuestra sincera participación en su profunda pena” (Diario de Huesca del 26 de marzo de 1887).

Son varias las referencias de Esteban Panzano, a través de la información del Diario de Huesca, como comerciante:

Perdigacho. Se vende uno de recomendabilísimas condiciones para la caza, joven, que se dejará a prueba para los términos de Sariñena. Su precio 80 pesetas. Don Esteban Panzano, de la mencionada villa, dará razón.  (Diario de Huesca del 9 de enero de 1883).

“Con motivo de Ia quinta hemos tenido el gusto de estrechar la mano de nuestros muy queridos amigos y correligionarios, don Joaquín Salazar, joven e ilustrado abogado de Villanueva de Sigena; don Magin Fortacin, don Esteban Panzano y don Antonio Ulled, dignos individuos del municipio de Sariñena. También, de paso para Madrid, hemos saludado, con la complacencia de siempre, a nuestro distinguido compañero don Manuel Saez, abogado y notario de Grañen”. (Diario de Huesca del 14 de febrero de 1883).

Por el gobierno civil se encarga a los alcaldes, guardia civil, y demás autoridades de la provincia procedan a indagar el punto donde se halla una yegua extraviada de la propiedad de don Esteban Panzano, de Sariñena (Diario de Huesca del 8 de enero de 1887).

Pero también le podemos atribuir la de político, pues nuestro protagonista en 1887 escasamente contaría con 14 años. Así parece ser en la noticia donde se solicitan diversas inclusiones en el censo electoral “Demanda de don Esteban Panzano solicitando las siguientes inclusiones en el censo electoral para diputados a Cortes en el distrito de Sariñena (Diario de Huesca del 10 de noviembre de 1887). En la noticia ampliada se cita a Esteban Panzano de Pablo, vecino de Sariñena, en la demanda ante el Juez de Sariñena, solicitando se incluya en las listas electorales de diputados a Cortes, de aquel distrito, a determinados individuos. Diario de Huesca del 15 de noviembre de 1887.

En otras citas no es posible distinguir a cuál de los dos se refiere la noticia, al padre o al joven Esteban Panzano llamas, quien pronto debió de coger las riendas familiares, tanto en su dimensión comercial como política: 

Comité democrático gubernamental constituido en Sariñena con fecha 27 de Marzo de 1881. Presidente: Don José Altemir, comerciante. Vicepresidentes: Don Antonio Castañera, Abogado y propietario. Don Juan Llanas, comerciante. Vocales: Don Esteban Panzano, comerciante. Don Pablo Lacuna, propietario. Don Antonio Abril, profesor de Veterinaria y propietario. Don Gabriel Cazan, propietario. Don Teodoro Mirallas, propietario. Don Mariano Cazan, propietario. Don Blas Sarrate, comerciante. Secretario: Don José Martínez, Procurador y propietario.

Diario de Huesca – 5 de abril de 1881.

El 31 de enero de 1896, “los jóvenes don Teodoro Miralles, don Esteban Panzano, don Mariano Bastaras, don Pedro Berdún, don Teodoro Casamayor, y don Inocencio Lucea, en representación de los vecinos de Sariñena, Lanaja y Alcubierre, conferenciaron con el ingeniero de Obras Públicas señor Canals e ingeniero señor Sorribas para interesarles el pronto estudio de la carretera de Alcubierre a Sariñena”.

Aparece en una noticia el 27 de  marzo de 1899 del diario de Huesca en la que acudió, junto a otros propietarios de Los Monegros, a una reunión celebrada en Selgua para solicitar de los Poderes públicos la reposición del arancel para los trigos que se importen “No determinando Gobierno medidas necesarias para evitar depreciación trigos, esta región puede considerarse perdida”. Y, en aquel mismo año, Diario de Huesca del  26 de abril de 1889, asistió al segundo día de fiesta de Huerto: El día 23, segundo de la fiesta, hallábanse entre nosotros nuestros amigos de Sariñena los Sres. Castañera (D. Antonio y D. Joaquin,) D. Esteban Panzano, don Joaquín Martel, D. Ecequiel Porta y D. Casimiro Lana, y varios otros amigos de poblaciones inmediatas”.

Fabricantes alcohol vínico. Se han reunido en esta capital los fabricantes y manipuladores de alcohol de vino y de residuos de la uva para tratar de constituir un Sindicato que defienda los intereses colectivos del gremio. Entre los miembros de la junta de defensa del gremio se encontraba Esteban Panzano Llanas como vicepresidente. Diario de Huesca – 11 de septiembre de 1899.

Fiestas de Sesa: En casa del reputado médico de esta localidad D. Mariano Lasala, donde se hospeda, fue saludado el distinguido huésped por el Ayuntamiento y amigos de esta villa, por D. Esteban Panzano de Huerto, por D. Fernando Altemir, D, Casimiro Lana y otros amigos caracterizados de Sariñena. Diario de Huesca – 2 de octubre de 1899.

Matrimonio

Esteban Panzano Llamas primeramente se casó con María Calvo Torrente que falleció en Sariñena a los 28 de edad el 13 de septiembre de 1900. La finada, María Calvo, hija de la distinguida familia de este apellido de Alberuela de Tubo, hermana del abogado don Emilio Calvo, caracterizado amigo nuestro, era ejemplar en virtudes y por su bondadosa amabilidad ganaba la simpatía de cuantos la conocían y trataban”(Diario de Huesca – 14 de septiembre de 1900).

Después contrajo matrimonio con Victorina Almudévar Calvo, el 30 de enero de 1904, en la iglesia parroquial de santa Engracia de Zaragoza. Contaron como padrinos con Teresa Bescós de Lapetra, afín próxima de la novia, y de D. Esteban Panzano, padre del novio, rico propietario de Huerto. Autorizó el acto en funciones de Juez municipal por delegación, Gaspar Mairal, y lo suscribieron como testigos Juan Alvarado, Diputado a Cortes por el distrito de Sariñena, Sixto Lagaña, José Calvo y Rafael Acebillo. Tras la ceremonia se desplazaron en carruajes a la basílica del Pilar y luego al banquete en el restaurante de la Paz (Diario de Huesca – 1 de febrero 1904).

El 6 de julio de 1913 falleció su mujer Victorina Almudévar de Panzano. El matrimonio dejó, al menos tres hijas “Hoy salen para Sariñena nuestro querido amigo don Esteban Panzano y sus monísimas hijas Victorina, Emilia y Carmencita. Ecos de Sociedad (Diario de Huesca – 14 de junio de 1918). También debió de tener un varón: “Con objeto de pasar las Pascuas de Navidad, llegaron de Madrid la bella señorita Victorina Panzano en compañía de su hermano el joven abogado don Esteban Panzano” Ecos de Sociedad (Diario de Huesca – 26 de diciembre de 1928).

Emilia murió joven, a los veintiún años de edad, en Huesca, en mayo de 1930, antes siquiera de casarse con su prometido Adolfo Aquilué, “compañero de prensa” cita el Diario de Huesca del 10 de mayo de 1930. Emilia debió de trabajar como telefonista pues asistieron Sus compañeras de Teléfonos de Huesca, de las telefonistas de Zaragoza, de cuya central, con el jefe, vino una representación, y de sus amigas”. En el Diario de Huesca del 9 de mayo de 1930, en el apartado “Los que Mueren” se realiza una reseña sobre la triste noticia y de su apenada familia, padre Esteban Panzano, hermanos Esteban, Victoriana, Carmen y Pilar, abuela y demás familia.  Hay constancia de María Panzano Almudevar, en la relación de cursillistas para realizar la segunda prueba de los actuales cursillos de 1933 (Diario de Huesca del 12 de octubre de 1933).

Vida política

Esteban Panzano Llamas fue nombrado Alcalde de Sariñena por la Real Orden del 27 de diciembre de 1901 y el 29 de diciembre de 1903.  Una carta en el Diario de Huesca, del 2 de septiembre de 1903, elogia el programa de fiestas elaborado por la comisión que presidía como alcalde: “Brillante programa de festejos que habéis dispuesto para las fiestas do Sariñena. Gigantes y cabezudos, músicas, bailes, rondallas, fuegos artificiales, corridas, limosnas, solemnes funciones religiosas, con sermón de un Padre jesuita eminente; un verdadero derroche de gusto y de dinero”.

La primera en los días 3, 4, 5 y 6 de Enero y la segunda domingo, lunes y martes de Pasión, o sea ocho días antes del domingo de Ramos.

Grandes Ferias en Sariñena

Habiendo adquirido Esteban Panzano Llamas la antigua casa de Orús (en el centro del ferial), con las cuadras adosadas a la misma, capaces para 200 caballerías, y con agua para abrevador dentro de la palanca, y habiendo hecho en ella mejoras de importancia, la pone a disposición de recriadores y tratantes. Para pedidos de cuadras dirigirse a D. Antonio Lalaguna, en Biescas; D. Enrique Gístau, en Boltaña; D. Gabriel Morón, notario, en Benasque; JD. José Aragüé, almacén de ultramarinos, en Zaragoza, y al propietario, en Sariñena.

Diario de Huesca del 22 de diciembre de 1910.

Calle a José Fatas Bailo

En mayo de 1912 decide honrar al que fue uno de sus mentores en la escuela José Fatas Bailo, proponiendo que la calle del medio pasase a llevar su nombre, calle donde vivió el maestro.  Así fue y la propuesta fue aprobada por unanimidad, “Puede, pues, sentirse orgullosa esta villa, que sabe pagar como se mereció aquel apóstol del Magisterio, que nació para enseñar y lo consiguió, dejando perenne una estela luminosa en el corazón de sus hijos y en la mente de los que tuvieron la suerte de ser sus discípulos” (Diario de Huesca – 23 de mayo de 1912).

Su hijo Luis Fatas, en el Diario de Huesca del 26 de mayo de 1912, escribió la siguiente carta de agradecimiento:

«Señor don Esteban Panzano.—Muy querido amigo: Ayer recibí la estimada carta en que me comunicas el acuerdo tomado por ese Ayuntamiento de tu digna presidencia de dar el nombre de mi difunto padre a la calle en que tantos años vivió.

Grandísimo ha sido el pesar que nos ha originado la pérdida de aquél; al sentimiento que ordinariamente ocasionan desgracias de esta índole, se une el especial que produce la consideración de los grandes méritos del finado, cuya ejemplar vida, así en lo

privado como en lo público, fue espejo de ciudadanos honrados, humildes y laboriosos.

Mas esa pena que comúnmente no se mitiga con nada, halla también, en este caso especial, el alivio que le proporcionan determinaciones como la que acabáis de tomar, y a mostrarnos permanentemente lo que puede lograr la bondad por humilde que se manifieste cuando se desarrolle entre corazones generosos y nobles, como los vuestros, cuyos frutos son actos ostensibles de su gratitud.

Haz el favor de significar el profundo agradecimiento de toda esta familia a tus compañeros de Concejo, por el acuerdo tomado.

También espero de tu bondad que me digas con la antelación posible, qué día pensáis colocar las placas en la calle.

Saluda con el mayor afecto a tu familia y amigos, y como siempre es tuyo

que le abraza.»

Luis Fatás.—Madrid 23 de Mayo de 1912.

El acto fue llevado a cabo el 2 de septiembre, el día del patrón de Sariñena San Antolín. Se descubrió la placa con su nombre y asistieron “Los hijos de éste, el diputado a Cortes por Boltaña, don Luis, y el profesor de primera enseñanza don Guillermo” (Diario de Huesca – 28/08/1912).

Aquel merecido homenaje tuvo eco en Carlos Velilla, natural de Calatayud que ejerció como maestro de primera enseñanza en Sariñena y que además también fue maestro de Esteban Panzano. En una carta dirigida al Diario de Huesca del 31 de mayo de 1912 alaba la decisión adoptada por, en palabras de Carlos Velilla “Perpetuar la memoria del gran maestro, del inteligente y laborioso funcionario de la administración de primera enseñanza, cuya oficina a su cargo se citaba como modelo de actividad entre los de su clase en España (sin que con esto queramos mortificar a nadie); del varón, insigne, del amante padre de familia cuyo gran cariño, traspasando los umbrales del hogar, se extendía hacia todo el Magisterio primario, a quien consideraba como de su propia familia…: del que en vida se llamó don José Fatas y Bailo”.

Hemos saludado con gran satisfacción a nuestros excelentes amigos de Sariñena don Joaquín Paraled, don Esteban Panzano y don Fernando Marquina.

Ecos de sociedad. Diario de Huesca – 29/09/1914

Diputado Provincial

Hemos saludado con afectuosidad a los excelentes amigos don Esteban Panzano, don Joaquín Paraled, don Pedro Basols, don Rafael Chicoy y don Fernando Marquina.

Ecos de sociedad. Diario de Huesca – 06/07/1912

Esteban Panzano junto a Joaquín Paraled Serrate (1877-1836) y Pedro Basols fueron “Los hombres fuertes que aseguraron Sariñena, y en parte su distrito, a los liberales durante todo el periodo” (El fin de la Restauración en Huesca: elecciones y políticos José María Sirón Bolea)

Ha sido proclamado diputado provincial por el artículo 29 en la elección parcial Fraga-Sariñena don Esteban Panzano de esta última localidad. La Vanguardia 4 de octubre de 1915.  

Esteban fue responsable de la obra restauración del antiguo ayuntamiento, en 1914, posteriormente destruido durante la guerra. A la vez, trató de desecar la laguna de Sariñena, que por aquel entonces causaba numerosos problemas a la villa. Consiguió la traída de aguas potables con depósito “La traída de aguas potables con depósitos y la instalación de teléfonos ya conseguida y que se prometen establecer muy pronto”. Esta información viene dada a raíz de la conferencia que el ingeniero de la Granja Agrícola de Binéfar, el señor Navarro, dio en Sariñena sobre la Remolacha. La noticia aparecida en el Diario de Huesca del 28 de febrero de 1916, además de ensalzar “La magnífica huerta regada como todos los lectores saben (y si no lo saben deben saberlo) con aguas del río Alcanadre, en el cual hay dos hermosas presas construidas por la compañía del ferrocarril del Norte y que costaron la friolera de cien mil pesetas”, destaca la buena comida en la fonda de Rafael Ispa “En Sariñena se come opíparamente”. El artículo aparece firmado por “Un sariñenense más”.

En 1913 manda un telegrama al conde Romanones: «Sariñena 16 Marzo.—Excelentísimo señor presidente del Consejo de ministros.—Nada más noble y justo que poner en vigor preceptos legales encaminados a respetar creencias religiosas ciudadanas. Felicito a V. E. disposición sobre enseñanza Doctrina, y para V. E. y Gobierno será aplauso sincero España liberal.—El alcalde, Esteban Panzano.»

La actividad a favor del proyecto de Riegos del Altoaragón fue una constante, donde la actividad de Juan Alvarado fue importantísima. También la de los muchos ayuntamientos de Los Monegros que reivindicaron la obra para apagar la sed, miserias y hambrunas que asolaban esta árida comarca. El de Diario de Huesca del 9 de noviembre de 1913 recoge una carta que, como alcalde de Sariñena, Esteban Panzano remitió al “Excelentísimo señor Rafael Gasset” reconociéndole su labor y reconocimiento nombrando una calle del municipio en su honor. Su reproducción resulta inevitable, igual que otras que responden a retazos de nuestra historia como pueblo, de su lucha y nivel intelectual en sus reivindicaciones pos dar un futuro a esta tierra:

Muy respetable señor y amigo: Cuando todas las cuestiones de un país y entre ellas la importantísima de la Agricultura, quedan desatendidas a pesar de justas y constantes quejas; cuando a la razón, al derecho y a la justicia se sobrepone la infamia, sin que los hombres de buena voluntad y pensamiento honrado sepan ligarse entre sí, para que apoyados en una razón contribuyan al término de los males que nos afligen, es muy consolador y permite abrigar alguna esperanza ver alzarse algún español que como V. E. se preocupa del bien de su patria, y que comprende que su misión como gobernante, como político, como español y como ministro de la Corona, tiene más objeto que servir a este o a otro partido para el medro personal de los individuos que lo forman.

Este vecindario, esta villa de Sariñena, el Ayuntamiento que es su genuina representación, y al que me honro presidir, ha sabido desde el comienzo en que se puso a discusión el proyecto de los Grandes Riegos tratar esta cuestión con excelente sentido práctico siendo el primero en protestar de campañas insidiosas, como en aplaudir otras meritorias, y que no regateando tiempo y dinero para llegar al logro de las aspiraciones del país, no podía en modo alguno dejar de dar una prueba, aunque insignificante hacia V. E, por la forma en que se ha colocado el broche de oro al indicado proyecto de redención y acordó en  sesión celebrada el día 5 del actual y dar el nombre de la calle de Gasset (don Rafael) a una de las más importantes de esta villa, como prueba de gratitud que esta Corporación municipal ofrece a uno de los más ilustres españoles, y con ella su afectísimo seguro servidor q. b. s. m.

 Esteban Panzano Llamas.7-11-1913

A finales de aquel año de 1913, el 19 de diciembre, se celebró un importante acto con motivo de la visita a la villa de Máximo Escuer, barón de Romañá (Presidente del sindicato) y Félix de los Ríos (Ingeniero). Disfrutaron de un gran banquete en la fonda Ispa e intervinieron a favor del proyecto de Grandes Riegos, obra muy reivindicada en estas tierras. Hacen hincapié a los presentes en la importancia de suscribir correctamente las hectáreas para regar  “Para que así una Comisión del Sindicato pueda ir a Madrid”. También hizo uso de la palabra el ilustrado abogado sariñenense Muro Sevilla, ensalzando a Romañá, a de los Ríos y a Escuer. También ensalza al diputado a Cortes Juan Alvarado y al canalismo afirmando “De manera rotunda y categórica, que el canalismo, en gracia de su interés por la obra de los Grandes Riegos, se ha desbordado, saliéndose de su natural y justo límite”. Continuó el banquete con el discurso del barón de Romañá y la presentación de dos comisiones al señor Romana y acompañantes, una de Albalatillo y otra del Centro obrero de Sariñena.

En 1914 una terrible sequía asoló el territorio, situación que sirvió para continuar reivindicando el proyecto de Riegos del Altoaragón. De esta manera, el alcalde de Sariñena y vocal de la Junta del Sindicato de Riegos vuelve a mostrar la necesidad de “tan magna obra” y animando a llevar a cabo con «entusiasmo” la inscripción de las tierras—trámite exigido para la subvención-.Esteban dirigió a los poderes públicos los siguientes telegramas (Diario de Huesca del 2 de abril de 1914):

«Ayuntamiento a ministro Fomento, Madrid.—Encarecemos á V. E. conceda todo interés proyecto Riegos Alto Aragón que libre a esta comarca miseria se avecina, suplicando sea reproducido proyecto señor Gasset.—Esteban Panzano Llamas.»

«Presidente Consejo ministros, Madrid.— Rogamos V. E. conceda importancia e interés á proyecto Grandes Riegos Alto Aragón salvación esta comarca, reproduciendo proyecto señor Gasset.—Esteban Panzano Llamas.».

En 1914 propicia la reunión de alcaldes y representantes de Pomar, Estiche y Santalecina, para tratar un camino vecinal que debía de cruzar la cuenca del Cinca al Alcanadre, pasando por este pueblo, poniendo así más fácil comunicación la fértil ribera del caudaloso río con la capital del partido (Diario de Huesca del 7 de abril de 1914).

En abril de 1914, la situación del campo se vuelve extremadamente dolorosa. Los textos recogidos en el Diario de Huesca del 15 de abril de 1914 son estremecedores, la desolación de los campos anunciaba tragedia en el secano monegrino:

Ya no puede mirarse la situación de esta comarca, más que desde un punto de vista muy negro; ya no son aprensiones exageradas cuanto se diga y reflexione sobre el porvenir que espera a este rincón de España que ni el consuelo le queda de hacer uso de la esperanza, a la cual Dios, por una delicadeza exquisita, por un supremo refinamiento de bondad, hizo virtud. Doloroso es contemplar en medio de las líneas hieráticas del monte, los campos que sembrados fueron tan pródigamente algún día, azotados hoy por los pasados hielos, por los vientos de la tormentosa primavera actual y por la pertinaz sequía que ha hecho perderse en ellos completamente la cosecha del año de gracia de 1914. En todas partes se escucha ya está exclamación que pone escalofríos en la médula: ¡no se cogerá ni un grano!; y el presentimiento de la ruina y la miseria de esta zona de Aragón, existe y se manifiesta con la emigración, única forma que por cuestión de esto mago tienen de sublevarse estos sufridos habitantes. Esta villa, que de cerca toca tan fatales consecuencias, no podía estar indiferente sin buscar algún remedio a tanto mal y que por lo pronto más aplicación tuviera. : Con una actividad digna de elogio y siempre puesta al servicio de su país, nuestro querido amigo don Esteban Pantano, remite la siguiente correspondencia a los Poderes públicos y a la Prensa española, esa Prensa noble y benévola que acogió siempre los ecos de la opinión y en todo momento puso sus columnas a disposición de todos en bien de la Patria. Dice así: «Presidente Consejo ministros, Madrid.—Esta comarca que confió una vez más a la tierra en buenas condiciones siembra frutos, perdidos ya falta lluvia, va despoblándose en busca pedazo de pan emigración. Malestar general lo mismo de esta villa como país, me obliga dar cuenta vuecencia en súplica urgente remedio que evite terrible miseria a la vista, dando principio obras proyecto Riegos Alto Aragón.

Sariñena 15 Abril 1914.—El alcalde, Esteban Panzano Llamas.

Ministro Fomento, Madrid.—Perdida por completo cosecha por falta lluvia, esta comarca ante temor perecer de hambre, queda despoblada por alarmante emigración, malestar general país, me obliga dirigirme vuecencia en súplica urgente remedio a miseria próxima, dando comienzo obras públicas, especialmente proyecto Riegos Alto Aragón.

Sariñena 15 Abril 1914.—El alcalde, Esteban Panzano Llamas.

Director Heraldo, Madrid.—Los horrores que la sequía ha producido en este país, no tienen descripción. Labradores jugaron última carta sembrando abundantemente seducidos por el excelente tiempo. Hoy lloran porvenir definitivamente perdido y emigran de estos pueblos en grandes masas. Con dolor veo próxima explosión de la miseria. Si fraternidad española existe, jamás se encontrará mejor ocasión para demostrarse. Recurro a usted porque ese periódico refleja latidos país y se puso laudable servicio de otras más pequeñas amarguras, esperando sé interese fomento obras públicas en estas comarcas.

 Sariñena 15 Abril 1914.—El alcalde, Esteban Panzano Llamas.

Director La Mañana, Madrid.—Imposible describir situación crítica, esta comarca halagada un día por inmejorable siembra, y perdida hoy por completo toda esperanza de salvación causa pertinaz sequía. Es alarmante emigración general que se inicia si remedio urgente a miseria gen-eral, no viene con obras públicas. Ese importante diario que siempre acogió benévolo ecos opinión, lo hará una vez más y nunca con mayor motivo que hoy en favor de este desgraciado país.

Sariñena 15 Abril 1914.—El alcalde, Esteban Panzano Llamas.

Director ABC, Madrid.—Seguro que ese periódico acoge ecos opinión con sentimiento participo a usted precaria situación esta comarca que desaparece por horror á miseria próxima causa pérdida total cosechas falta lluvia, en alarmante emigración, si urgente remedio tanto mal no viene con fomento obras públicas.

Sariñena 15 Abril 1914.— El alcalde, Esteban Panzano Llamas.

Director Correspondencia de España, Madrid.—Conocedor sentimientos altruistas de esa importante publicación me veo en la necesidad de participar a usted con verdadero dolor, el estado triste de esta comarca que sembró bien y el tiempo inclemente le niega hoy salvación esperada en cosechas pérdidas por completo. Si la fraternidad española a la que este país acude hoy lleno de fe se olvida interesando urgente remedio con obras públicas, trozo de Aragón des desaparece ante el horror de la miseria que se avecina.

Sariñena 15 Abril 1914. -El alcalde, Esteban Panzano Llamas.

Director Liberal, Madrid.—Recurro a usted en súplica acoja eco triste de este país que desaparece causa pérdida total frutos que confió a la tierra en inmejorables condiciones y pertinaz sequía le niega cruel asomando estos horizontes fantasma del hambre si urgente remedio con principio obras públicas no viene en favor esta infeliz comarca que nunca puso obstáculos a su Patria y en grande emigración tiene que abandonarla.

Sariñena 15 Abril 1914.—El alcalde, Esteban Panzano Llamas.

Director La Época, Madrid.- -Ruego a usted acoja en ese importante periódico ecos lastimeros de este país que viendo perdidas las cosechas por falta lluvia a tiempo pide remedio urgente Poderes públicos y pronto tendrá si este no viene, que desaparecer por completo en alarmante emigración total.

Sariñena 15 Abril 1914.—El alcalde, Esteban Panzano Llamas.

Agresión en Huesca

En diciembre de 1914, Esteban sufrió una agresión en la ciudad de Huesca por parte de Juan Escanero Lapiedra. Esteban Panzano se dirigía a la estación de tren de Huesca, desde la fonda de Chaure, cuando Juan Escanero le atizó con un palo en la cabeza haciéndole caer al suelo perdiendo el sentido. Tras la agresión, Escanero huyó rápidamente. Esteban regresó a Sariñena donde el médico le realizó el correspondiente reconocimiento “Apreciándole una contusión, con escoriación de la piel, en el codo derecho, otra contusión en la rodilla del mismo lado y una contusión en la parte posterior de la cabeza y en su lado izquierdo”. En la información detallada en el Diario de Huesca del 28 de diciembre de 1914 se especifica: “Se dice que el autor de esta épica hazaña había llegado a Huesca, acompañado de dos sujetos más, en el tren mercancías de las cinco de la mañana, llevando a efecto el hecho relatado, para vengarse de una denuncia que como autoridad, había cursado contra él el señor Panzano”.

La pestilente ciénaga que existe en algunos seres ha salpicado hoy en esa ciudad el rostro honrado y digno de nuestro querido amigo don Esteban Panzano Llamas, alcalde de Sariñena. Cobardemente, traidor-amenté, villanamente un miserable, un tal Juan Escanero Lapiedra, vecino de esta, ha atentado de obra con la más ruin de las armas, produciéndole unas lesiones y huyendo después de cometida la hazaña, a nuestro querido amigo, en el momento que esté se dirigía por el paseo de la Estación de esa ciudad a tomar el tren que lo había de conducir a Sariñena una vez cumplida en Huesca sus perentorias obligaciones en bien del país.

Pronto llegaron la condena y el apoyo a Panzano, la protesta de la manera más eficazen nombre de la Sociedad titulada Montes Comunes de esta villa y como presidente de la misma, Andrés Buisán. (Sariñena, 28 Diciembre 1914). El presidente de la Sociedad Moncalvos Altos, o del Casino Principal de Sariñena “protesta del cobarde atentado de que ha sido víctima en la mañana de ayer en el paseo de la Estación de esa ciudad el digno alcalde de Sariñena don Esteban Panzano Llamas. Sariñena, 28 Diciembre 1914.—El presidente, Joaquín Paraled.—El secretario, Timoteo Ulled.

Entre las muchas personalidades que mostraron su apoyo público estaban Joaquín Paraled, Juan Basols, Timoteo Ulled, S. Santafé, José María Anoro, Julián Abadía, Mariano Torres Ballarín, Amado Cuello, Angel Pardo, Rufino Callén, Miguel Martínez, Francisco Puig, Manuel Tena, Elias Pej Lorda, F. Minquella, Manuel Campo, Florentín Callén, M. Torres Lacuna, Manuel Bailarín Suils, Joaquín Pueyo, Domingo Villacampa, Pedro Villacampa, Victorián Buisán, Bernardo Vicente, Francisco Mirallas Rigal, Ramón Lacruz, Pedro Basols Calvo, José María Martínez, Rafael Ispa, J. Marquina, Francisco Mirallas Rodellar, Manuel Ferraz, Andrés Buisán, Prudencio Sarrate, Blas Aragüés, Sebastián Bernat… (Diario de Huesca – 28 de diciembre de 1914).

Junta de los Comunes

Ha quedado constituida, en la forma que a continuación expresamos, la Junta de Administración de los montes Comunes de Sariñena:

Don Andrés Buisán, presidente; don José Martínez, vice; don Manuel Carpí, depositario; don Francisco Miralles Rodellar, secretario.

Vocales: Don Pedro Lacuna, don Ángel Bailarín, don Mariano Lacuna, don Enrique Rodes, don Marcelino Gallego, don Esteban Panzano, don Prudencio Sarrate, don Benito Santolaria, don Manuel Losmozos, don Mariano Martínez, don Pedro Basols, don Manuel Gilaverte, don Pedro M. Lac Lana, don Manuel Blanco, don Juan Escanero, don Fermín Llamas, don Vicente Nogués, don José Callen.

Diario de Huesca – 23 de diciembre de 1914.

Esteban perteneció al Sindicato agrícola de Riegos del Altoaragón, miembro de la junta Directiva al mando del presidente Máximo Escuer y los vocales Mariano Naval, Mariano Borderías, Plana, Victorían Coarasa y el mismo Panzano. Renovó  de su cargo del sindicato de riegos, por renovación de junta, en mayo de 1915, información publicada a través del Diario de Huesca del 3 de mayo de 1915: En uno de los salones de la Diputación provincial se celebró ayer la sesión del Sindicato de Riegos del Alto Aragón, con objeto de dar cumplimiento a uno de los artículos de su reglamento, cesando en sus cargos el señor conde de Ballovar, don Enrique González Gros, don Esteban Panzano y don Francisco Laguna. El señor Laguna fue reelegido, por llevar solamente seis meses perteneciendo al Sindicato. Para las tres vacantes restantes fueron designados don José Estrada, de Ontiñena; don Joaquín Paraled, de Sariñena, y don Agustín Gros, de Pina. Presidió la sesión don Máximo E.scuer.”

Fue Presidente del Casino Principal de Sariñena, en la junta constituida en 1916 y estuvo acompañado por Florentín Callén como vicepresidente, Ramón Lacruz como tesorero, Julián Minguella como contador y Fernando Marquina como secretario (Diario de Huesca – 16 de enero de 1916).

Como diputado provincial se opuso contra la retirada de aranceles, en el puerto franco de Barcelona, a productos como los trigos, harinas y vinos Pues esto perjudicaría mucho los intereses de los agricultores de Aragón, y especialmente a los de esta provincia, por encontrarnos en el caso de que terminada la guerra, el trigo ruso, como no pagará aranceles; podrá competir con el nuestro, de tal suerte en que no lo podremos cultivar, y, por lo tanto la ruina será inevitable en este país” (Diario de Huesca – 26 de febrero de 1916).

El 7 de septiembre de 1916 asistió, junto a otros alcaldes de Aragón, a la inauguración del nuevo edificio del centro Aragonés en Barcelona. La Vanguardia del 8 de septiembre de 1916.

Hemos tenido la satisfacción de saludar a nuestro muy querido amigo don Esteban Panzano, digno diputado provincial, que ha venido a ésta en compañía de su simpático hijo Esteban. Diario de Huesca – 30/09/1916.

El 21 de octubre de 1916 se da cuenta de la visita de Rafael y José Ulled, hijos de Sariñena y concejal y diputado provincial, respectivamente, en Barcelona “Nuestro querido amigo el diputado provincial don Esteban Panzano sentó anoche a su mesa a los caracterizados viajeros, asistiendo también por invitación particular del dueño de la casa y bondadoso Esteban, los señores Basols (don Pedro y don Juan), Castañera, Aviles, García Bueno, Ulled (don Timoteo), Callón, Ispa, Marquina y Altemir. La cena fue servida con esmerado gusto por la fonda de don Rafael Ispa, y durante el banquete reinó entre los comensales la más franca alegría, propiade gente joven y de chispeante ingenio”.

Regresa hoy a su casa de Sariñena nuestro caracterizado amigo y digno diputado provincial don Esteban Panzano.

Ecos de Sociedad. Diario de Huesca – 15/02/1917.

Se encuentra entre nosotros nuestro querido amigo don Esteban Panzano, con objeto de presidir las subastas de víveres para los establecimientos benéficos.

Diario de Huesca – 21/02/1917.

Ovejas. Se venden cincuenta superiores, jóvenes y a punto de parir. En Sariñena. Esteban Panzano.

Diario de Huesca – 08/12/1918.

El 14 de octubre de 1917, en el Diario de Huesca se da cuenta de la celebración del día del Pilar en Sariñena con la colocación de dos banderas en la casa consistorial y en el cuartel de la Guardia Civil. La noticia refleja la composición municipal de aquellos años y a distintas personalidades:

A las diez de la mañana fueron reuniéndose en el Ayuntamiento las autoridades de esta población, tan dignamente representadas por el pundonoroso capitán de la tercera compañía de la Comandancia de Huesca, don Francisco García Bueno; el joven e ilustrado juez de primera instancia del partido, don Mariano Aviles; digno alcalde ejerciente, don Victorián Buisán; la Corporación municipal, compuesta de los señores Pardo, Torres Lacuna, Villacampa, Martínez Anoro, Lana, Corvinos y Basols; jefe de Correos, señor Sarrate; oficiales de Secretaría, señores Villacampa y Mirallas; juez municipal y secretario, respectivamente, señores Loríente y Mirallas; diputado provincial, señor Panzano y distinguido público, cuya comitiva, seguida de los niños de las escuelas a cargo del profesor señor Borobio, se trasladó al sitio que ocupa el edificio-cuartel, y a una señal del jefe confundidos con el himno a la bandera cantado por los niños, fue izada ésta con majestuosa solemnidad quedando allí orgullosa y ondeando en aquellas alturas, y cuyos pliegues parecen mostrarnos sobre campo rojo y gualdo la imagen de la Virgen del Pilar, Patrona del benemérito Instituto de España y de Aragón entero.

Con igual solemnidad fue colocada la bandera en el edificio de la Casa Consistorial y a presencia también de numeroso público, que oyó con religioso silencio las infantiles voces vaciando al aire el patriótico himno.

La Corporación municipal obsequió con dulces a los pequeños y con pastas y vinos a los concurrentes, dándose por terminado el acto con magistral discurso dicho por el bizarro capitán señor García Bueno, el cual principia dando las gracias, emocionado del acto que acaba de celebrarse, y que cumplido este deber penetra en el sentir de cuantos pertenecen a la tercera compañía, y de él se hace intérprete fiel para señalar gratitud inmensa al dignísimo Ayuntamiento que en día tan señalado como en el de la Patrona del Cuerpo, ha donado a éste una bandera, enseña de la Patria y baluarte donde se cobijan los más veteranos defensores de la misma.

Para las cuatro vacantes del distrito de Fraga-Sariñena fueron proclamados candidatos los señores don Gaspar Mairal, don José María Orteu, don Esteban Panzano, don José María Alvarez y don Vicente Carderera. Enhorabuena cordialísima a los nuevos diputados. Diario de Huesca del 5 de marzo de 1917. En aquellas elecciones se impusieron los liberales en la provincia de Huesca, a la cabeza de Gaspar Mairal, con José María Orteu, imponiéndose al conservador Vicente Cardedera (Diario de Huesca – 16 de marzo de 1917).

Gozó gran amistad con Gaspar Mairal, siendo invitado más de una vez a la celebración de banquetes íntimos en casa de Mairal, junto a otras personalidades liberales de la provincia de Huesca como Antonio Aura Boronat, Máximo Escuer o Domingo del Cacho (Ecos de Sociedad. Diario de Huesca – 01 de marzo de 1918)

El 4 de septiembre de 1918 llegó a Sariñena una delegación del Centro Aragonés de Barcelona. Recibidos en la estación, una vez en el pueblo salió a su paso una banda militar y numerosos vecinos. Les saludo el diputado Juan Alvarado y el diputado provincial Esteban Panzano, e intervino el sariñenense Mariano Martínez Paños, abogado e ilustrado oficial del Gobierno de Barcelona. Por la tarde disfrutaron de las típicas carreras de pollos y demás festejos, también fueron obsequiados por la junta del Casino Principal y conocieron la vega Sariñenense. Por la noche realizaron la celebración de un banquete en el Casino, con la intervención de los señores Sayos y Solans, señalando lo siguiente: “Con emoción he leído un rotulo Calle José Fatás, pueblo que sabe honrar la memoria de su maestro es un pueblo que se honra a sí mismo y del que hay derecho a esperar mucho” (Diario de Huesca – 5 de septiembre de 1918)

Esteban Panzano fue vicepresidente de la Diputación Provincial de Huesca, constituida el 2 de agosto de 1919, en la cual, Manuel Batalla Bescós fue nombrado presidente y Gaspar Mairal y Mairal vicepresidente de la comisión provincial.

Fue un intelectual, articulista tal y como refiere el Diario de Huesca del 3 de agosto de 1919: “Sin blasonar de agrarismo, pero siguiendo la tradición de nuestro partido, que a tales asuntos ha dedicado siempre preferente atención, don Esteban Panzano, diputado provincial por Sariñena, consecuente liberal y muy querido amigo nuestro, sigue en Heraldo de Madrid escribiendo atinadísimos artículos en favor de la agricultura y ganadería. El hábito no hace al monje, como el nombre no hace a la cosa; lo que importa son los hechos, que prueba el interés de nuestros amigos por labradores y ganaderos”.

Se ha constituido la Diputación en la siguiente forma: presidente, don Manuel Batalla: vicepresidente, don Esteban Panzano: vicepresidente de la Comisión provincial (reelegido), don Juan Lacasa (La Vanguardia del 3 de agosto de 1921).

En 1928 aparece como personalidad durante unas conferencias agrícolas que se celebraron en Sariñena. Después de la festividad religiosa, con asistencia del obispo Fray Mateo Colom en el teatro Romea, que aparece totalmente ocupado de público, ocupa la mesa presidencial el digno alcalde de Sariñena don Francisco Castanera, acompañado del registrador de la Propiedad don Manuel Batalla, del cura párroco don Pedro Segura, juez de instrucción, espitan de la Guardia Civil y de las personas que llegaron de Huesca para asistir a estas conferencias (Diario de Huesca – 05de diciembre de 1928).

Formó parte de los liberales de la provincia de Huesca junto a Ricardo Lapetra, Rafael Cudós, Antonio Gálligo, Pedro Basols alcalde de Sariñena y el exdiputado Joaquín Paraled (Diario de Huesca – 11/06/1922). Pedro Basols ejerció de concejal y Fernando Marquina como secretario (Diario de Huesca – 1 de marzo de 1912).

Siempre preocupado por el campo monegrino, por su sed y la temible plaga de langostas, visitando tierras de cultivo y conociendo su problemática y miedo y temor a que volviese a reaparecer. Así aparece en el Diario de Huesca del 15 de abril de 1922,  con el presidente de la diputación provincial Manuel Batalla junto a Gaspar Mairal “La visita ha tenido por objeto el recabar de tan digna autoridad promesa de apoyo de la Corporación que preside por si la propagación de la plaga hiciera necesario el auxilio a los pueblos perjudicados, y en tal sentido, los visitantes han salido excelentemente impresionados de la favorable acogida que les ha dispensado el señor Batalla, que conceptúa en su verdadera esencia el alcance que para nuestro país agrícola supone la extinción o aminoración posible de los perjuicios que a todos puede causarnos la invasión de la langosta”.

En mayo de 1922, se le rindió un homenaje en Lanaja dando el nombre de Esteban Panzano a una calle principal de Lanaja «Tengo el honor de poner en conocimiento de usted que por acuerdo unánime de la mayoría de la Corporación de mi presidencia, en sesión celebrada en el día de ayer, se acordó poner a la calle Alta de esta localidad el nombre de don Esteban Panzano en prueba del entusiasmo reinante por sus activísimas y acertadas gestiones como diputado provincial, encaminadas a introducir importantísimas mejoras en el distrito que tan dignamente ostenta su representación». Firma esta comunicación el alcalde don Alejandro Abadías. Diario de Huesca del 31 de mayo de 1922.

Gobernador Civil de la provincia de Orense

Ocupó el cargo de Gobernador Civil en la provincia gallega de Orense, desde finales de 1922 hasta septiembre de 1923. En La Región del 26 de diciembre de 1922, el corresponsal de aquel diario lo presentaban de la siguiente manera: «No encuentro palabras para hacer un comentario. Caballerosidad, rectitud, charla amena y agradable, perfecto conocimiento de los problemas que a Orense afectan y con soluciones concretas; nuestro gobernador, más que una esperanza, es una realidad; y de su paso por el Gobierno civil quedarán —no hay duda—satisfactorias huellas. Este modesto cronista se congratula de que Orense tenga la autoridad que merece y aprovecha la ocasión para ofrecerse a ella incondicionalmente.»

Pero parece ser que por su gestión se vio envuelto en varias demandas por prevaricación. (El fin de la Restauración en Huesca: elecciones y políticos José María Sirón Bolea).

En la Gaceta de Madrid núm. 262, del 19 de septiembre de 1923, aparece el anuncio  del Presidente del Directorio Militar, Miguel Primo de Rivera y Orbaneja, del cese de diferentes cargos de Gobernadores Civiles en distintas provincias, entre ellos el Gobernador Civil de la provincia de Ourense Esteban Panzano Llamas.

“El domingo, en el tren correo salió para Huesca, acompañado de su hijo, el gobernador civil que fue de esta provincia don Esteban Panzano” (El diario de Orense, conservador). Esteban fue gobernador hasta el 15 de  septiembre, según da cuenta el Diario de Huesca  del 5 de octubre de 1923.

Nueva Auxiliar de Hacienda: En las oposiciones que se celebran en Madrid para auxiliares de Hacienda, ha obtenido plaza con brillante puntuación, la distinguida y bella señorita de Sariñena Victorina Panzano  Almudévar, hija de nuestro queridísimo amigo el exgobernador civil don Esteban Panzano Llamas. Reciban tara inteligente señorita y familia nuestra más cumplida felicitación. Diario de Huesca 16 de julio de 1925.

“Ayer, festividad de San Esteban, celebraron sus días los señores don Esteban Panzano Llamas y su hijo don Esteban Panzano Almudévar. Reciban nuestra cordial felicitación. Ecos de Sociedad”. Diario de Huesca 4 de agosto de 1935.

“Regresaron de San Sebastián don Esteban Panzano Llamas y sus bellísimas hijas Victorina y Carmen” Ecos de Sociedad. Diario de Huesca 14 de septiembre de 1935.

Comerciante

Esteban Panzano fue todo un comerciante, en el Diario de Huesca del 3 de julio de 1936 aparece el anuncio del concesionario de lubricantes “Espall” E. Panzano Llamas, en Plaza de la República, junto al Circulo Oscense, Huesca.

En SARIÑENA (Huesca) vendo finca 5.720 metros cuadrados, regadío, árboles, frutales, cereales y hortalizas con casa y cuadra nuevas, para ocho caballerías 30.000 ptas. Informes: Esteban Panzano. Huesca (La Vanguardia 28 de agosto de 1943).

Esteban Panzano Llamas falleció en Barcelona, el 1 de diciembre de 1944, donde debió de residir sus últimos años de vida. Fue un alcalde muy activo en una época muy relevante. En su recuerdo, memoria y obra.