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Pueblo: Montesusín


Montesusín se fundó en 1958 donde llegaron 88 colonos con sus respectivas familias. “En El Principio Era Desierto. Y Un Día Acampó La Vida” Montesusín. 50 Años Después (2009, Ayuntamiento de Grañen),  Macario Olivera Villacampa. Un sugerente titulo de un libro imprescindible para conocer la historia de Montesusín, donde Macario recoge su historia desde los difíciles inicios hasta su edad de oro.  Montesusín pertenece al municipio de Grañen, en 1980 eran 402 habitantes, en el 2000 unos 298 habitantes y actualmente  son 233 habitantes. 

Montesusin (8)

A través de jóvenes de la localidad conocemos su visión e inquietudes sobre la vida rural. Una perspectiva joven para reflexionar sobre el presente y futuro de nuestras localidades, una serie de entrevistas enmarcadas en la serie “Pueblo” de la iniciativa cultural “Os Monegros”. Gracias al IES Montes Negros de Grañen y muy especialmente a Lurdes Gracia por ayudar a hacer posible este proyecto.

Candela Pérez Mur

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  • IES Montes Negros Grañen
  • Curso: 1º de la E.S.O.
  • Localidad: Montesusín.
  • Libro: Torres de Malory.
  • Música: Melendi.
  • Película: Campeones.
  • Deporte: Judo.
  • Equipo: F.C. Barcelona.
  • Afición: Practicar judo.

Sí, a Candela le gusta más el pueblo pero también la ciudad “Depende de muchas cosas”, pues para Candela “En el pueblo se está más tranquilo pero en la ciudad hay más gente con la que estar”. Candela va a entrenar a Huesca, practica el judo y si viviese en Huesca podría entrenar más. En Huesca tiene buenas compañeras y amigas, en cambio, en Montesusín sólo están dos chicas de su edad. Así, Candela tiene pensado ir a estudiar a Huesca y, si puede, estudiar fisioterapia.

El parque y la plaza son los mejores sitios de Montesusín, es donde van cuando salen y donde más tiempo pasan. “Antes el parque estaba lejos pero ahora está cerca y eso va muy bien”. Las fiestas mayores de septiembre son muy buenas “Viene mucha más gente que para las otras y se juntan muchas amigas”. La recogida de tortas es muy tradicional, para la fiesta de septiembre, luego se hace chocolate cocido y una merienda.

A Candela le gustaría que hubiese más niños, más gente. Le gustaría una tienda donde comprar comida para no tener que ir a Huesca.

Se siente monegrina, le gusta el paisaje y los campos. Ve mal que no haya gente “Va a llegar un momento que no haya nadie”. “Habría que hacer algo para que la poca gente que queda no se tenga que ir”. Antes se hacían más cosas en el pueblo pero ahora que están pocos, se han dejado de hacer muchas cosas: “No se hace nada porque la gente se ha ido a Huesca a vivir, había tienda, la piscina era más grande, había equipo de fútbol… para las fiestas se hacían muchas más cosas”.

Nicoleta Elena Popescu

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  • IES Montes Negros Grañen
  • Curso: 1º de la E.S.O.
  • Localidad: Montesusín.
  • Libro: El diario de NiKki.
  • Música: Bad Bunny.
  • Película: El Bola.
  • Deporte: Balonmano.
  • Afición: Estar con los amigos.

A Nicoleta le gusta mucho más el pueblo “En la ciudad, en un piso, no se puede hacer mucho ruido y hay muchos coches por las calles. En una casa de pueblo hay mucha más libertad”. De Montesusín le gusta la plaza y su fiesta “Viene mucha gente de fuera para las fiestas”. Para Nicoleta “Cuando viene gente al pueblo se puede jugar a juegos de más personas, como a polis y cacos y a la lata (se pone una botella en el centro de la plaza, se le da una patada y mientras  uno va a buscarla los demás se esconden. Luego los tiene que ir buscando)». La plaza es muy representativa.

En verano aprovechan mucho para ir a jugar a la piscina, es lo que más le gusta del pueblo. Lo malo es que cuando hay algo roto tardan en arreglarlo y además hay una calle por donde pasan muchos coches y no se les ve venir bien.

Quedan en el parque, hay una mesa redonda y allí se juntan para hablar y estar con los amigos. En invierno van al bar, toman algo, juegan al parchís o al futbolín. La fiesta de mayo es muy buena, le gusta mucho, hay hinchables y hacen muchas cosas “Se hace la carrera de la cuchara con un huevo duro, es muy divertida”.

Nicoleta quiere ser médica, quizá en Zaragoza, aunque primero tendrá que terminar bachillerato en Huesca y luego le gustaría volver a vivir a Montesusín.

Pondría más cosas en el parque, más columpios que no caben todos y un tobogán nuevo que el actual está roto. Además, el pueblo necesita alguna tienda “Hay casas viejas que los abuelos dicen que habría que renovar”.

Los Monegros es un lugar especial, Nicoleta se siente monegrina. Le gusta el paisaje y los pueblos están bien. Le preocupa que haya pueblos con tan poca gente.

El origen de Montesusín viene de cuatro casas donde vivían los Susines, por eso se llama Montesusín. Sobre la vida de antes Nicoleta explica que no había tantos coches, ni teléfonos móviles, se vivía mejor, había más gente, conocías a más gente y podías jugar con mucha más gente.

Continuará…

 

Pueblo: Frula


Frula es un pueblo de colonización creado en 1958 y perteneciente a Almuniente.  De distintas partes llegaron más de ochenta colonos y sus familias, algunas hasta con 10 o 12 hijos: vivienda, lote, yegua, remolque, una vaca y mucho trabajo y esfuerzo para tirar hacia adelante, de sudor a ritmo de jada y construir mucho más que su hogar: ¡su pueblo!. En la década de 1960 llegaron a ser casi 500, con las casas de los obreros llenas, los habitantes del Conde de Centellas, el mayoral, los guardias de campos y del agua, dos tiendas y dos bares, maestro, médico, cura, peluquero, panadero, tendero, molineros, cinero, tractoristas… Actualmente en Frula son 315 vecinos aunque en el 2000 llegaron a ser 389. En 1900 Almuniente contaba con 568 habitantes experimentando una extraordinaria crecida hasta los 955 en 1960, debido a la llegada de los nuevos habitantes de Frula, entorno a los 300 a 400 vecinos. Hoy en día Almuniente no llega a los 200 habitantes y presenta una población de unos 156 habitantes. Ambas poblaciones tienen una densidad de 12,47 hab/km² y su índice de viabilidad demográfica es de menos uno.

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A través de jóvenes de la localidad conocemos su visión e inquietudes sobre la vida rural. Una perspectiva joven para reflexionar sobre el presente y futuro de nuestras localidades, una serie de entrevistas enmarcadas en la serie “Pueblo” de la iniciativa cultural “Os Monegros”. Gracias al IES Montes Negros de Grañen y muy especialmente a Lurdes Gracia por ayudar a hacer posible este proyecto.

Leyre Esteban Launa

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  • IES Montes Negros Grañen
  • Curso: 4º de la E.S.O.
  • Localidad: Frula.
  • Música: Reggaetón, canciones en inglés…
  • Película: Divergente.
  • Deporte: Baloncesto.
  • Equipo: Real Zaragoza.
  • Afición: Estar con los amigos y la familia.

A Leyre le gusta más el pueblo que la ciudad, donde es mucho más feliz, con mucha más libertad y con sus amigos. Del pueblo valora que todo el mundo se junta: en la peña, en el bar… “Lo peor es entre semana” están pocos, unos seis o siete y en fin de semana llegan a estar hasta quince “Entre semana es más aburrido, no hay casi nada y hay pocas cosas”.

Su lugar especial de Frula es un campo donde su abuelo tenía animales, un campo con pinos cerca del pueblo. Aunque las fiestas son lo mejor de Frula y la cena popular. Con los amigos tienen una peña “Que está muy bien ya que en otros pueblos no tienen”. Leyre echa en falta algo más para los jóvenes “Para los niños hay más actividades que para los jóvenes”.

Leyre tiene expectativas de salir a estudiar fuera, en principio a Huesca, para estudiar odontología o algo relacionado con la odontología. Se siente monegrina “Los Monegros están bien”, le gusta mucho el paisaje, ir por los pueblos y conocer a la gente “Es lo bueno de estos pueblos, la gente se conoce”. Leyre es consciente que han cambiado las cosas, su abuela siempre dice que antes se pasaba mucha hambre y se enfada cuando los nietos tiran la comida “¡Qué la comida no se tira!”.

Leyre no nota mucho la despoblación, en Frula se ha quedado mucha gente joven, aunque en muchos pueblos entre semana hay poca gente: “Hay que hacer más cosas en los pueblos y dar más facilidades a las personas”.

 

Iker Monesma Arrieta

Iker Monesma

  • IES Montes Negros Grañen
  • Curso: 4º de la E.S.O.
  • Localidad: Frula.
  • Libro: Prensa deportiva.
  • Música: Secreto de Anuel.
  • Película: Francotirador.
  • Deporte: Futbol.
  • Equipo: S.D. Huesca.
  • Afición: Caza.

A Iker le gusta más la ciudad, sobretodo Huesca donde va todos los días. Iker juega como central en la S.D. Huesca Cadetes División de Honor y tiene que ir a entrenar muchos días de la semana. Así, Iker ve su futuro en Huesca, este año acaba en Grañen y continuará los estudios en Huesca. Aunque en Frula Iker está muy bien, hay muy buen ambiente y tienen peñas donde juntarse, pero su día a día está en Huesca.

Las fiestas de octubre y el aniversario son fiestas especiales: «Hace poco el pueblo hizo sesenta y un años». Lo que más le gusta es el chupinazo y la cena de después, es una cena popular donde va todo el pueblo. La otra fiesta es para mayo. También se hace un duatlón y en la torraza, del campo de tiro, se hace una plantación de árboles cada año.

Le gustaría estudiar algo relacionado con la educación física, estudiar en Huesca. En su pueblo echa en falta que no hay equipo de fútbol ”Se está tratando de impulsar pero es caro y difícil, hace falta dinero y mucha colaboración”.

Hay mucho cambio respecto antes “Ahora se vive mejor, hay mucha diferencia económica”. Los jóvenes estamos muy avanzados y su abuelo le recuerda que valore lo que tiene “Porque a su padre no lo podría haber llevado a entrenar”.

Le gusta de Los Monegros que hay muchas rutas, en bicicleta y el paisaje no está mal. La gente se va a vivir a Huesca por necesidad, para hacer actividades extraescolares, academias y estudios  “Cada vez hay menos niños en las escuelas”.

Continuara…

Soy un sariñenense de los ochenta


Siempre cambian los tiempos, las modas, y cuando te das cuenta ha cambiado tu pueblo y tu gente. No tenía pensado hacer una retrospectiva, pero he caído en la trampa y descubro que no deja de ser un ejercicio de etnografía. La edad no perdona y la memoria es un juego caprichoso que nos traslada a tiempos llenos de magia, tan distintos, que la distancia comienza a ser vertiginosa.

 

Sariñenense hasta la médula y a mi manera, sin dudar en significarme si pienso que es lo mejor para el pueblo, aunque me equivoque, aunque me critiquen, que le voy a hacer, mi pueblo es, y lo digo bien alto y con orgullo: Sariñena y sariñenense soy. Apostando vivir aquí, en el medio rural, por sus montes y sierras, ¡en Los Monegros! aprendiendo de su historia y sus gentes.

Así que me libero de mis recuerdos de niñez y juventud, animando a quien quiera compartir los suyos no dude en compartirlos. Soy sariñenense de jugar en las montañetas, por las eras, calles y plazas; de tardes del fin de semana en el patio de entrada del casino, del parque de las monjas y su fuente redonda que había en el centro. Del quiosco del parque y del cine Victoria donde veíamos alguna película de estreno y a veces circo. De ir a comprar el pan al vidriero, entrar adentro del obrador y ver como amasaba la masa, donde hacía los enfarinosos y empanadicos y lo que daría por volver a comerlos, de Virgili, de Cabezarota… Me acuerdo débilmente del Peti, del bar de la plaza de la iglesia y del estanco de Regaño, cuando me regalaba sugus. Y de casa Ancho, donde comprábamos por la parte de atrás y los domingos, tras salir de misa, a Trallero íbamos en tropel a comprar lamines; menudas colas se formaban.

Nos tocó ir a las monjas, cuantos recuerdos de sor Felisa y cuanto la queríamos. Después unos íbamos a las escuelas, a parvulitos, y otros aún se quedaban dos años hasta llegar al colegio, a la EGB. Vimos construir el nuevo pabellón y llegamos a disfrutarlo. Comprábamos a través de las vallas a la tienda en frente de la escuela y los viernes teníamos el mercadillo pegado a la escuela, un puesto de ganchitos, gusanitos… se colocaba bien pegado a la valla donde podíamos comprar. A veces, después de la escuela, pasábamos por el tonelero y allí nos quedábamos un rato viendo como hacía los toneles. Y el señor Coto, que se encargaba del colegio, iba con un carro de mano y se traía sobras del comedor para su perra Linda, a veces nos llevaba montados en el carro, cuanto cariño le teníamos.

A la una del mediodía sonaba la sirena y la clase la dábamos por acabada por mucho que los maestros/as aún no diesen por terminada la lección. ¡Habría que recuperar aquella enigmática sirena!.  Algunos nos quedábamos en el comedor, de Sariñena éramos muy pocos y la mayoría eran de los pueblos de la redolada. El comedor y el patio tenía su lado muy divertido a pesar de los garbanzos y el pescado del viernes, casi ni comíamos menos mal que de postre teníamos donuts. Jugábamos en los fosos de arena del colegio, pasábamos el agua de un foso a otro y construíamos presas y canales. Por las tardes muchos iban a mecanografía a las monjas, otros a música, a atletismo, fulbito, fútbol o música entre muchas otras actividades; algunos iban a catequesis y luego a Conques de campamento en verano. Y ya pasamos al instituto, al nuevo, aún me acuerdo cuando iban del uno al otro, del Hospital al de los pisos.

Crecimos con dos canales en la televisión, con Espinete, Un dos tres, la Bruja Avería..,  aún me acuerdo cuando aparecieron Antena Tres y Telecinco, fue toda una novedad. Llegó el vídeo, las películas vhs, los casetes de música, dejando atrás los vinilos, grabando la música de la radio y rebobinando con el boli. Vimos aparecer los primeros ordenadores, los disquetes y el «indestructible» cd… La biblioteca estaba en el piso de abajo del ayuntamiento.

En las Antonas comprábamos lacasitos y toneletes a peseta que contaban uno a uno y Ferraz que repasaba las cuentas producto a producto. En la plaza estaba la farmacia, las zapaterías y las loterías, la calle del medio era el centro de Sariñena, el casco tenía vida, con la joyería, las zapaterías, las carnicerías, las barberías, la pescadería de Gloria, la tienda de Emilieta, los porches, con la frutería de Cambra, que siempre me daba algunas cerezas o peretas.  Comprábamos clavos en la ferretería de Ballarín, una treintena para construir un matagatos. Las camisetas de la caja rural, la piscina, con los trampolines que quitaron o el tobogán en la mediana y los cuatro metros de profundidad de la piscina grande. Jugar a zaborrazos y dar vueltas por las acequias y los campos. Preparábamos las carrozas de san Isidro con una semana de antelación. Siempre con las bicis de un lado para otro, no parábamos, con las bicis de calle, las motoretas, las de cross y  cuando aparecieron las de montaña todos queríamos una, ¡eso sí que fue un gran avance!. El taller de López siempre estaba lleno de bicicletas y de motos, y todos pasábamos por el taller.

Hacíamos  más trastadas, a veces más inocentes. Camanduleando por el pesquero, por la parte de atrás de las monjas, los campos y huertos; arramblar fruta y ser emprendidos y perseguidos, caer en acequias y brazales, con rotos y llevar parches. Ir al río, bañarse por las badinas de Santiago y del Hospital, ir en bicicleta a la estación y poner alguna moneda para que la chafase el tren. Llenos de parches y rodilleras, con camiseta de propaganda y en la feria, en la Femoga, recogíamos gorras y propaganda como salvajes. Soy sariñenense de los ochenta, de la feria en las piscinas, las peñas en el antiguo cine y de las dos salas de maquinetas que abrieron a la vez.

Aquellas fiestas de calles llenas de gente, de Gorgorito dando estacazos al lobo, el dance en la plaza del ayuntamiento y el toro de fuego en la plaza de Villanueva. Rosendo y Vitales haciendo fotos, las peñas con pancartas en la cabalgata y el famoso bombo. Las vedetes de las peñas, la huevo fritada y la calzoncillada; y la despedida del baile de las peñas: todos agachándonos para levantarnos y bailar al son de Nellie the Elephant de Toy Dolls.

Quedábamos en el cruce de Sobella o nos buscábamos por el pueblo, no había móviles, pasábamos por casa o por el teléfono fijo. Las noches de verano íbamos al parque de las monjas, la gente aún tomaba la fresca y algunos días se sentía el afilador avisando con su chuflador su llegada. Luego llegó el instituto, las verbenas en la discoteca de los viernes, las noches de verano en el parque, los trabajos yendo a coger melocotones o tomates… Lo dicho, que uno ya puede ir recordando que ya hay muchos recuerdos que se van olvidando y que no cuesta tanto y es divertido compartirlos. Estos son algunos recuerdos y hay muchos más, también están los tuyos ¡no los pierdas!.

Así, que no queda otra que continuar, consciente de mis raíces, de esta Sariñena tan hermosa de la que tan orgulloso me siento: ¡Viva Sariñena!, ¡Viva san Antolín! y ¡Felices Fiestas!