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José María Cabellud Novellón


Voz timbrada y fácil emisión, con buena vocalización y alcanzando notas altas como el mi y el sol sobreagudos. José María Cabellud Novellón fue un gran tenor con una enorme proyección y una prometedora carrera que tristemente se vio truncada. Pero su obra y vida dan constancia de su grandeza y así recordamos al gran tenor sariñenense “José María Cabellud Novellón”, con su viva voz resonando en la historia de los grandes teatros españoles.

Cabellud 1956

José María Cabellud Novellón

José María Cabellud Novellón nació en Sariñena el 27 de junio de 1936 en la calle Mercado. De familia humilde, su padre Francisco Cabellud Fauquer “Paco” trabajó como jornalero agrícola y fue un buen cantador de jotas, sobretodo de picadillo. Paco realizó el servicio militar en Jaca, donde fue testigo directo del alzamiento republicano de Fermín Galán de 1930. La sublevación le pilló de guardia, como “cabo semana”, y rápidamente fue sofocada. Los capitanes Fermín Galán Rodríguez y Ángel García Hernández fueron fusilados mientras el resto de la guarnición fue trasladada y encarcelada en cárceles de África. Al poco intercedieron por ellos y Paco pudo regresar. Una vez en Sariñena  se casó con Isidra Novellón Calatayud y tuvieron tres hijos, José y dos hermanas. Isidra fue una de esas muchas mujeres que se desplazaban hasta la estación de ferrocarril de Sariñena, distante a unos tres kilómetros del pueblo, para recoger el carbón que caía de los trenes al subir la cuesta. Luego lo utilizaban para calentarse y lo vendían para ir obteniendo pequeños ingresos.

A los doce años, José apacentaba vacas ajenas y llegó a realizar una trashumancia con ganado lanar hasta la montaña. En aquellos años, José ganó el concurso local de jotas “Dejando boquiabiertos a los miembros del jurado”. Con quince años marchó a Sabadell a trabajar de albañil y, de acuerdo con una entrevista en la Nueva España, fue a trabajar con un tío suyo. Allí, en Sabadell  comenzó a dar sus primeras voces en el Centro de Arte de Sabadell, donde recibió sus primeras orientaciones gracias al tenor cómico Vicente Picó, quien le enseñó trozos de ópera, zarzuela, romanzas…

Definitivamente José María Cabellud se inició como tenor en Huesca. En 1959 realizó el servicio militar en la capital oscense, en el cuartel de Artillería núm. 29. Sus compañeros, al escucharlo, le animaron para que cantase en público sorprendiendo con su magnífica voz. Enseguida, en el mismo cuartel comenzó a recibir clases de solfeo: “Estaba cumpliendo el servicio militar en Huesca. En el cuartel comencé a cantar algunas arias. Me informaron que había un maestro de capilla, a quien consideraban una autoridad en la materia. Me presenté a él. “Quiero que me enseñe”, le dije. Me miró muy sorprendido y preguntó “¿Qué quieres cantar?” “Ópera”, le respondí. “Ah, pues no vas mal encaminado”.

Al poco, José cantó para el reverendo don Gregorio Garcés, maestro de la Capilla de la Catedral de Huesca que quedó completamente fascinado al escucharlo y descubrir que José alcanzaba el sol sobreagudo. Aquello le dio el empuje necesario para iniciar sus estudios musicales, por lo que fue becado por el ayuntamiento y la Diputación provincial de Huesca. “He aquí algo que, posiblemente, no tiene par en voces de tenor. El maestro de la capilla de la Catedral, sentado al piano, obligó a José María Cabellud Novellón, a vocalizar haciendo escalas. Se eligió la primera de las vocales con cierta picardía, el maestro, fue subiendo y subiendo las manos sobre el teclado y el tenor, cantando. (Dio el la agudo, con absoluta naturalidad. Luego, el do de pecho con enorme facilidad José María no sabe respirar, cantando. Sin embargo después del do, el re. ¿Imposible, ¿verdad? Queda otra nota. Allá donde el sonido empieza a perderse: ¡¡El mi sobreagudo!! Y nuestro hombre lo dio, perceptiblemente, causando estupor en el pianista… y en nosotros. Creo, sinceramente, que se escribirá mucho y bien sobe este muchacho. Hemos sido los primeros en entrevistarle -trabajo hecho hace dos días-. Puede ser un dato para su historia. Jaime, Nueva España – 24/01/1959”.

¿Ante un gran artista lírico?

La Prensa y la radio de la capital de la provincia nos dan cuenta en estos días de la aparición de un gran artista lírico de nuestro pueblo, el joven José Cabellud Novellón. Es por lo visto de condiciones naturales extraordinarias. Si efectivamente esas condiciones existen, es deber de los organismos oficiales locales y provinciales de estudiar la forma de que las posibilidades artísticas de este joven no queden malogradas. Hemos dicho en más de una ocasión que Sariñena ha tenido en todos los tiempos individualidades destacadas. De todo corazón deseamos que los vaticinios que estos días se hacen del joven José Cabellud tengan plena confirmación.

Nueva España – 01/02/1959.

Cabellud Radio Huesca

Cabellud en Radio Huesca

No cabe duda que José María Cabellud cobró cierta notoriedad y despertó el interés de la sociedad oscense convirtiéndose en una magnifica promesa altoaragonesa. “Este joven tenor lleva unos, días actuando entre bastidores, en nuestra ciudad y está a punto de ser presentado, en público, por Radio Huesca. Siente azoramiento cuando comprende nuestros propósitos. -¡Adelante, muchacho!- Jaime, Nueva España – 24/01/1959 “. José María Cabellud mantuvo amistad con Alberto Turmo, director por aquella época de Radio Huesca. Como cita la anterior noticia, José Cabellud fue presentado a la sociedad oscense en Radio Huesca, donde debió de realizar diversas intervenciones “cantó varias veces en radio Huesca y ante el general Samaniego».

Cabellud fue considerado el nuevo Fleta en la sociedad oscense y así lo relata Tomas Jaime en el artículo El «sol» sobreagudo dado por la garganta del tenor altoaragonés José María Cabellud (Nueva España – 28/01/1959): “Nadie en el mundo, mientras no se demuestre lo contrario, ha sido capaz de dar, limpiamente, a pleno pulmón, una nota cuya escritura incluso está prohibida para voz humana. La historia contemporánea de este fenómeno comenzó así: José Cabellud Novellón cantaba y cantaba en la explanada de su cuartel de Artillería núm. 29, de guarnición en Huesca. Sus amigos le escuchaban, muy: complacidos.-Anda, José- Hazlo en público que te aplaudirán”. El artículo ensalzaba al descubierto tenor a la vez que hace hincapié en la necesidad que se inicie en el estudio y la formación:

Pero ¿quién ha enseñado a filar a este chico?, -preguntamos. -Yo lo he oído así en los discos y creo que me sale muy parecido- respondió el interesado.

“Presentado que fue al reverendo don Gregorio Garcés, maestro de la Capilla de la Catedral, se descorrió el telón de este muchacho. Una escala, dos, cinco más. El pianista, engañándole, iba  cambiando de tono, siempre ascendiendo, en vertical. El resultado fue éste: el tenor lírico acababa de dar el mi sobreagudo. Y lo que es más significativo: sin apariencias de esfuerzo.

El maestro buscó al periodista y le sopló al oído lo que creímos inconcebible. Y añadió: «Su voz es sonora, fuerte, de impostación natura. Algo que escapa a toda ponderación».

Valía la palabra del sacerdote, entrañable amigo nuestro, por añadidura. Pero, haciendo honor a nuestro nombre, le replicamos: -No creemos sino lo que vemos, en este casa concreto lo que oímos.

La cita no se hizo esperar. Tres personas en torno a un piano. El maestro en cuestión, el tenor y quien suscribe. Presintiendo pudiera ser un dato histórico, añadimos: Siete y cuarto de la tarde del lunes, día 26 de enero de 1959.

José María, para limpiar su garganta, entumecida por reciente guardia nocturna hecha en el cumplimento de sus deberes militares, inició aquella privada actuación con dos piezas, de Donicetti y de Verdi. Analizamos: José María Cabellud se esfuerza en el registro medio, más aún en, el grave, y le sirve de descanso el agudo. Para él el «do de pecho» es un recreo, una diversión, nota que sostiene el tiempo que empleamos para liar un cigarrillo.

Faltaba lo principal, lo que puede ser fundamento y base de su vida artística. El maestro, adivinando nuestro pensamiento, inició unos arpegios y, en plan de reto, espetó al militar: —Este señor duda de lo que yo sé que es verdad. ¿Quieres vocalizar, José María?

Con la «e», el tenor, obediente, empezó a cantar. Para abreviar, entonó el «la» agudo y fue subiendo, sin respirar. La, si, do, re, mi ¡Ya está! Rendidos a la evidencia, íbamos a felicitarle cuantío, sobrecogidos de emoción, el cantor siguió hacia arriba. Ahora el fa ¡¡Y el sol!!

Un sol que no fue chillido. Sol sobreagudo perfecto, lleno, sonoro, vibrante, de escalofrío. El reverendo, soltando las manos del teclado, cual si quemara el- marfil, gritó: ¡Basta, basta! ¡¡quieto!!

Los dos temimos por su suerte. José María se sonrió, desabrochándose el cierre superior de su guerrera. Estas son las primeras páginas, inéditas, de este tenor lírico altoaragonés. Cómo y cuándo y de qué modo será escrita la segunda y siguientes, no lo sé. Difícil es profetizarlo. Al despedirnos le dije: No me atrevo a decir que cantas como los ángeles, pero sí como donde… los ángeles.”

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José estudió en el Conservatorio Superior de Música del Liceo de Barcelona, consiguiendo la medalla de oro y premio al mérito del Conservatorio del Liceo de Barcelona en 1964; el premio «Julio Batlle», en 1965, para cantantes de ópera; el «Santa Cecilia» en 1966 y dos diplomas correspondientes al curso 1963-64. Acudió al curso nocturno mientras continuaba trabajando de albañil en la obra, lo hizo durante siete años de 1959 a 1966 “Desde hace 7 años, todos los días, al término de la jornada laboral, me desplazo a Barcelona para ampliar y perfeccionar estudios en el Conservatorio del Liceo”.

El 22 de diciembre de 1964, el tenor José María Cabellud fue presentado en Sabadell en un concierto organizado por las Juventudes musicales de Sabadell. El acto se celebró en el salón de la Academia de Bellas Artes de la ciudad y Cabellud interpretó Arias de Marta, Tosca, Madama Buterffly, Werther y Faust acompañado al piano por José María Llorens. Aunque ya antes, en Sabadell, había realizado varios conciertos, colaborando con el centro aragonés de Sabadell, interpretando jotas en diferentes fiestas o con motivo de la inauguración del nuevo centro aragonés en 1951.

En 1965 José actuó en el marco de la Fiesta de la Poesía de Huesca. En aquella ocasión estrenó la jota “Monegros” una canción compuesta expresamente para que fuese interpretada por José María Cabellud, cuya letra correspondía al padre Antonio Castán y música de Gregorio Garcés. “La escribió para su do de pecho, para su propia voz” apunta Marga Cabellud, hija de José María Cabellud.

La lectura de los trabajos fueron seguidas de grandes aplausos. A lo largo de la proclamación de poetas galardonados, actuó el notable tenor don José María Cabellud, Medalla de Oro del Conservatorio de Barcelona, quien interpretó magistralmente las siguientes composiciones lírico-musicales:»Amarilli», «Seguidillas de Vives», un fragmento de «La Arlesiana», del maestro Cilea y «Monegros», cuyos autores son los reverendos don Antonio Castán, parte literaria, y don Gregorio Garcés la parte musical, quien además acompañó al piano al tenor y amenizó con magníficas interpretaciones la iniciación de la fiesta. El tenor Cabellud fue objeto de entusiásticas ovaciones, sobre todo al interpretar «Monegros», que tenía carácter de estreno.

Nueva España – 01/06/1965.

También José participo en 1962 en un homenaje a Miguel Fleta: “Como muchos no ignoran, el próximo mes va a rendirse un homenaje, en Huesca y en  Albalate de Cinca, a quien fue primerísima figura en el canto, Miguel B. Fleta, altoaragonés. En el acto musical que se prepara podremos escuchar las voces de Miguel Fleta, hijo, de una de sus hijas, del tenor Bernabé Martí, de nuestros paisanos Latre y Cabellud, y de otras figuras del pentagrama. Sepa usted, señor, qué… Nueva España – 07/04/1962.

En el concierto y distribución de premios, del curso 1964-65 del Conservatorio Superior de Música del Liceo, José María Cabellud debutó en el Liceo cantando el primer acto de Manón y Fausto. En la opera Manón de Massenet en el Liceo, participó como protagonista en el primer acto de la tercera parte, de la crónica de aquel concierto se hizo eco el Diario del Altoaragón, que por aquel entonces se llamaba Nueva España: “Una voz potente y muy bella, llena de matices y calidades musicales, rigurosamente educada y capaz para el logro de todos los aciertos que la ópera exige”. También intervino con la representación de dos actos de “Fausto” encontrando algunas críticas como: “José M. Cabellud “Fausto” posee una voz de grato timbre y fácil emisión y mostró valentía en los agudos, desenvolviéndose con soltura”.

Triunfo de un sariñenense 

José María Cabellud, hijo de una modesta familia de nuestra población, es un becario de nuestro ayuntamiento y Diputación Provincial, para cursar su carrera de música y canto en el Conservatorio Superior de Música del Liceo.

Finalizada su carrera con éxito, el pasado nueve de abril compareció para revalidar su título en el concierto que organizó la prestigiosa institución de la Ciudad Condal, acto al que habían sido invitadas nuestras autoridades locales, pero que, debido a dificultades surgidas a última hora, no pudieron asistir como hubieran sido sus deseos.

De la Prensa catalana, en relación con este acto, copiamos lo siguiente: «En el concierto organizado por el Conservatorio Superior de Música del Liceo, que tuvo lugar en la noche del pasado día nueve de abril, el tenor sariñenense, José María Cabellud, logró un considerable éxito al ser presentado en la tercera parte del concierto como protagonista en el primer acto

de la ópera de Massenet, «Manon». José María Cabellud, una voz potente y muy bella, llena de matices y calidades musicales, rigurosamente educada y capaz para el logro de todos los aciertos que la ópera exige, cantó impecablemente toda su parte, siendo además como intérprete un correcto «Cavaliere Des Grieux», de «Manon», desenvolviéndose con entera naturalidad en el gran e imponente escenario del Gran Teatro del Liceo. Tuvo como oponente femenina, en el también difícil cometida de «Manon» a una excelente soprano, Angeles Velasco, quien haciendo también sus primeras galas en la ópera, mostró una voz limpia, potente, dúctil y bellísima, que unida a su juventud y encanto, resultó deliciosa para este romántico personaje. El papel de «Lescaut», corrió a cargo del barítono Juan José Escoto, que cumplió bien su cometido, y en los, restantes personajes que intervienen en este primer acto de la hermosa partitura de Massenet, lucieron también muchas cualidades y calidad de voces los cantantes: Carlos Luis Casteig, Daniel Más, Carlos de Nadaí, Carmen C. Castillero, Esther Casas e Isabel Luis Calvo con la colaboración de un nutrido coro de alumnos y alumnas del Conservatorio (clases de canto y conjunto vocal), bajo la dirección del maestro Ricardo Valls, con coreografía maestro Ricardo Valls, con coreografía de Juan Magriñá, con el ballet, fino y delicado lleno de gracia que ilustra este acto de la ópera «Manon», constituyendo entre todos, una magnífica muestra de la calidad organizadora del Conservatorio. José María Cabellud, en el reparto y distribución del premio y diplomas correspondientes al último curso, obtuvo la medalla de oro y el premio «Julio Batlle», para cantantes de ópera, ganado recientemente en un concurso de canto, en el mismo Conservatorio, así como dos diplomas correspondientes al curso 1963-64. Este magno festival celebrado el pasado viernes en el Teatro del Liceo de Barcelona, donde conocimos tantas y aplaudibles facetas que han hecho el continuado éxito del tenor Sariñenense, ofreció también la posibilidad de escuchar un cualitativo concierto a cargo de la orquesta del mismo Conservatorio, que, bajo la dirección del maestro José María Roma, interpretó un programa con obras, de Weber y Haendel». Nuestra felicitación a José María Cabellud por sus éxitos.

Nueva España – 22/04/1965.

Es en 1966 cuando se le concedió el premio “Santa Cecilia”, un premio que se concedía cada cinco años a cantantes de ópera que finalizaban sus estudios en el Conservatorio del Liceo. En su actuación interpretó un “Lieders” de Scarlatti, aria de “Tosca” aria de “Madame Buterfly” y un fragmento de la “Arlesiana”: “La actuación de José María Cabellud, sorprendió a los más entendidos, por la potencia y afinación de su voz y por el alarde artístico en todos sus movimientos y situaciones comprometidas en escena, que resolvió siempre con emotiva sencillez. Un aficionado con maneras de divo, esto es lo que se comentaba en el publico después de la representación” (Sabadell, 7 de abril de 1966).

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Aquel año de 1966 estrenó en La Farándula de Sabadell la ópera “Manón” de Massenet acaparando excelentes críticas: ”Cabellud demostró en su brillante actuación el dominio de una técnica depurada y una fina sensibilidad” (Taule-Viñas); “Demostró las excelentes cualidades de cantante y actor. Su voz es bonita y la juega con asombrosa ductilidad pasando del falset al tono natural hasta atacar el agudo, con una limpieza que sorprende” (15 de agosto Sabadell).

Al poco, José marchó a participar en el concurso internacional de Toulouse, donde interpretó unas diez piezas, estrenando un “Ave María” que había escrito el padre Gregorio Garcés, entonces organista de la Basílica del Pilar. Manuel Ignacio Yzuel Sanz escribe en su artículo “El Ruiseñor” en la revista “Monegros”, que Cabellud quedó como semifinalista en el concurso de Toulouse. Luego continuó su viaje hasta Ginebra para realizar pruebas para unas grabaciones invitado por el suizo Mr. Voltás, representante de una importante firma discográfica. Voltás lo conoció en una representación de curso del Conservatorio Superior de Música del Liceo, en el escenario del primer teatro lirico de España, donde interpretó el segundo y tercer acto de “Faust”, de Gounod. Tras unas primeras pruebas en la “ciudad helvética” Cabellud emprendió una nueva aventura en Suiza.

En suiza consiguió un gran éxito actuando en el Gran Teatro de Ginebra. En una entrevista en el periódico Sabadell, agosto de 1966, relatan: “Deberá cantar fragmentos de óperas tales como “La favorita”, “Tosca”, “Manon”, “Faust”, “Bohemes”, “La Arlesiana”, etc…” En la entrevista, realizada por Juan Armengol, Cabellud resalta la importancia de salir al exterior “Debo salir al extranjero, puesto que aquí es muy difícil  poder trabajar debido  a la escasez de teatros de ópera”.  Finaliza la entrevista expresando su agradecimiento a Sabadell “Que me dio la oportunidad de debutar en lo que considero mi ciudad, actuación que me ha permitido entrar en contacto con el teatro de la Zarzuela de la capital, y el gran teatro de Ginebra, donde actuaré en la próxima temporada y asimismo en la televisión suiza y posiblemente francesa”. José María Cabellud, Un gran tenor nacido en Sariñena: “Ha sido contratado para actuar en la televisión suiza”.

En la entrevista “Breve diálogo con José María Cabellud” matiza que compagina bien su carrera con su trabajo en la construcción y explica como las pruebas con la casa “Atlántida” de Ginebra fueron bien, grabando un disco con canciones clásicas españolas y dos italianas y también “Cintas para los coches”. Respondiendo a Luis Papell, Cabellud explica que difícilmente lleguen a España las grabaciones, pue la casa “Atlántida” solamente tenía corresponsales en Suiza, Alemania y Norteamerica.

“Su casa fue el Liceo, donde más actuó” afirma Marga Cabellud “Una vez actuó en la iglesia de Sariñena junto a una soprano, fue durante unas navidades y cantaron clásicos”. Su hijo Pepo acudía de pequeño a sus representaciones y recuerda como anticipaba a sus compañeros de butaca la muerte de su padre en la próxima escena, aunque bien advertía que su muerte era de mentira. También el guarnicionero de Sariñena, Ángel Royo “Ramoner” guarda alguna anécdota de Cabellud, cuando, al salir de Sariñena el tren con destino a Barcelona, solo más coger el túnel antes de El Tormillo, arrancó con una potente jota para sorpresa de todo el vagón. Una anécdota que no duda en recordar a la familia cada vez que se los encuentra por la calle.Sin título 3

En 1966, José participó en el IV concurso internacional de canto Francisco Viñas en Barcelona celebrado los días del 21 al 27 de noviembre. José María Cabellud participó como tenor con el número 40 interpretando las siguientes piezas:

  • 2 arias de oratoria: Frank En ce temps là (de «Les Beotitudes») y Verdi lngemisco (del Requiem».
  • 4 arias de ópera: Cilea E la solita storia (de «La Arlesiana»), Massenet Oh! dispar (de «Manón»), Danizetti Una Vergine (de «La Favorita») y Massenet Ah! non mi ridestor (de «Werther»).
  • 3 canciones: Calleja Granadinas, Caccini Amarilli y Schumann lch grolle nicht.

En 1967 actuó, como cantante, en el Teatro de la Zarzuela, con la comedia lírica de “La Chulapona”, donde se representó por 2 meses y compartió escenario con el actor cómico José Sacristán. También en 1972 actuó en el Teatro Español de Madrid, con  “La gran compañía de Zarzuela Tomas Bretón”. En la temporada de 1971-1972 participó en la obra “I puritani”, de Bellini, en el teatro Liceo de Barcelona. Se realizaron tres representaciones de la obra donde José María Cabellud interpretó como tenor el papel de Sir Bruno Roberton. La obra, bajo la dirección de Renato Sabbioni y director de escena Dídac Monjo, contó con Eduard Soto como Lord Gualtiero Valton, Carlo Micalucci como Sir Giorgio, Luciano Saldari como Lord Arturo Talbo, Vicenç Sardinero y Attilio D’Orazi como Sir Riccardo Forth, Rosa Maia Ysàs  como Enrichetta y Cristina Deutekom como Elvira.

En el anteriormente referido artículo de Manuel Ignacio Yzuel Sanz “El Ruiseñor” de la revista “Monegros”, Yzuel escribe que el sencillo y noble Cabellud recibió la oferta de actuar en la Scala de Milán, ofrecimiento que rechazó, por la dificultad del idioma.

SABADELL. — Presentación del tenor sabadellense José María Cabellud en «La Farándula», con la representación de «Moñón».

 Ha sido puesta en escena con gran brillantez en el coliseo de «La Farándula» la ópera «Manon», de Massenet. En función de gala y patrocinada por el Ayuntamiento y la Caja de Ahorros, hizo su presentación ante el público sabadellense el tenor local José María Cabellud, medalla de oro y premio al mérito del Conservatorio del Liceo de Barcelona, en cuyo teatro actuó ya con franco éxito.

Completó la pareja central de la obra la excelente soprano Lina Richarte y los cantantes Escoto, Rico, Forcada, Soto y coro y orquesta de espectáculos del Liceo.

José María Cabellud demostró en su brillante actuación el dominio de una técnica depurada y una fina sensibilidad.

Para Sabadell fue un gran acontecimiento artístico, ya que nuestros conciudadanos esperaban la actuación del gran tenor, el cual no defraudó ni un momento el interés del selecto y nutrido auditorio, que llenaba el teatro.

TAULE-VIÑAS.

La Vanguardia 7 de agosto de 1966.

 

Sabadell. Sesión de gala en el Teatro «La Farándula».

Por la Compañía lírica de Pablo Civil fue presentada como función de gala en las fiestas del Aplec, la obra lírica del maestro Vives «Doña Francisquita», que fue interpretada con figuras representativas de la zarzuela, y protagonizada por el tenor sabadellense José María Cabellud.

El excelente timbre de voz y la educación musical de nuestro tenor, fueron ampliamente aplaudidos por el numeroso público sabadellense que acudió a la Farándula atraído tanto por la calidad de la obra de Amadeo Vives, como por la fama justamente lograda de nuestro tenor que demostró una vez más su excelente condición de cantante y su dominio en cualquier exigencia de partitura que se le confíe.

 T. V.

La Vanguardia 18 de mayo de 1967.

Concierto y distribución de diplomas y premios en el gran teatro del Liceo.

Después de la distribución de los premios que fue presidida por un buen número de personalidades, profesores y artistas vinculados al Conservatorio, el telón del teatro se levantó para la representación de fragmentos de los actos primero y segundo de la popular ópera «Marina», de Arrieta, que tuvo por intérpretes los alumnos más aventajados de las clases de canto del Liceo.

Destacó netamente por la pureza de su voz, la soprano Julia González, aplaudiéndose también las posibilidades del tenor José María Cabellud y del resto de los solistas, con Concepción Pérez, José Cruañas, Luis Pazo y Enrique Arrufat.

La Vanguardia 7 de abril de 1968.

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En 1971 participó en la Gran Gala Lírica con “Doña Francisquita”, en Molins de Rey. En el periódico de Sabadell, en la edición del 24 de octubre de 1972, José María cabellud “El arte por vocación” aparece en portada. Una reseña que resalta su gran figura y dotes operísticos, que además d su disco publicado preparaba uno en catalán: “Mi mayor deseo -aclaraba Cabellud- es dedicar unas horas al bel canto, corrigiendo defectillos que uno tiene. Estudiando nuevas ópera, zarzuelas y canciones. Superarse, en una palabra”.

En 1973 grabó un LP con el sello Palobal “Romanzas de Zarzuelas” con la Orquesta de Cámara de Barcelona con el director, J. Casas Augé. Un Lp con diez temas donde interpreta El Trust de los Tenorios, Doña Francisquita, Los Gavilanes, Luisa Fernanda, El último romántico, La Chulapona,  La Generala, El Huésped del Sevillano y Adiós Granada. (http://datos.bne.es/edicion/biso0000551461.html) El trust de los tenorios. Jota «Te quiero» / Arniches, Álvarez, José Serrano — Doña Francisquita : de la Romanza de Fernando / Romero, Fernández, Amadeo Vives — Los gavilanes. Escena de la flor / Ramos Martín, Jacinto Guerrero — Luisa Fernanda. Romanza de Javier / Romero, Fernández, Moreno Torroba — El último romántico. Romanza / Tellaeche, Soutullo, Vert — La chulapona. Romanza / Romero, Fernández, Moreno Torroba — La generala. Romanza / Perrín, Palacios, Amadeo Vives — El huésped del Sevillano. Canto a la espada toledana, Romanza «Mujer de los ojos negros» / Luca de Tena, Reoyo, Jacinto Guerrero — Adiós, Granada : granadinas de la zarzuela «Emigrantes» / Pablo Cases, Barrera, Calleja.

También aparece Romanza, “Bella enamorada”. José M.ª Cabellud. Orquesta de Cámara de Barcelona.  Dir.: J. Casas Augé© 1973, Palobal LP 4.167 (Lp).

En breve, la compañía de zarzuela del maestro Damunt en el Romea.

El Teatro Romea abre de nuevo sus puertas al género lírico español con la presentación de la compañía de zarzuela del prestigioso maestro José M.» Damunt. El debut de la compañía se efectuará el próximo día 11 de junio con la representación de la popular opera “Marina”  en función homenaje a su creador el “divo”, fallecido recientemente Hipólito Lázaro.

El reparto para la función inaugural estará compuesto por la eminente soprano ligera Carmen Dueñas, divo tenor José Rius, el gran barítono Ramón Contreras y el bajo procedente del Teatro de la Zarzuela de Madrid, Esteban Astarloa.

La compañía anuncia como reposiciones las obras catalanas «Cancó d’amor i de guerra» y «La legió d’honor» y «El pájaro azul», entre las de repertorio.

El maestro Damunt presenta en esta ocasión a un plantel de nuevos valores. Aparte de los artistas mencionados en la función de debut, figura la eminente soprano Angelita Naves y Marieli Merino (recién llegada de América), el barítono Andrés Viñas, los tenores José Cabellud y Fernando Carmona, los actores Ramón Cebriá, Tomás Sánchez, Vicente Bon, José Gil y A. Buxaderas.

La Vanguardia 1 de junio de 1974.

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En palabras de Marga Cabellud, prácticamente su padre pasó de marchar de Sariñena, con una bicicleta, para trabajar como albañil a tener su propia empresa de construcción con más de cien trabajadores. José María Cabellud no dejo de trabajar como albañil y empresario de la construcción. Su trabajo y dedicación a su familia le hizo rechazar una gira por Italia que seguro hubiese relanzado su carrera a lo más alto del mundo de la ópera y la zarzuela española. Años antes, José María Cabellud Novellón había conocido en Sabadell a Pilar Val Ezquerra, curiosamente natural de Lanaja, población cercana a Sariñena. Los dos aragoneses habían emigrado por trabajo a Barcelona donde se conocieron, cortejaron y acabaron contrayendo matrimonio. Pilar había marchado, como muchas chicas de su época, a servir en casas de la capital condal. De aquel matrimonio nacieron cinco hijos: Marga, Pepo, Marta, Teresa y Pili. Algunos nacieron en Sabadell y las últimas ya en Sariñena donde regresó la familia Cabellud Val. Lamentablemente, José María Cabellud Novellón falleció en 1978 en un accidente de tráfico a los 42 años de edad.

José María Cabellud Novellón era feliz cantando, eso siempre fue lo más importante para él y así lo reflejó “Canto porque me gusta, porque necesito cantar”. Según Marga Cabellud “Cantaba alegremente trabajando en la obra, incluso cuando era más empresario que albañil y no dudaba en coger en cuanto podía el pico y la paleta”. Su gran potencial como tenor siempre estuvo presente en su vida, pero también supo tener los pies en el suelo, con su familia y empresa, incluso llegó a manifestar que no le gustaba la vida artística “No se hace otra cosa que viajar y viajar. Canto por afición, por deporte”. Sin duda, la figura de José María Cabellud Novellón es la de un gran tenor, una voz portentosa y extraordinaria, con una proyección impresionante pero a la vez consciente que lo más maravilloso de cantar fue disfrutar y hacer feliz a los suyos. ¡Qué su voz vuelva a vibrar como el gran tenor que siempre será!.

Todo mi agradecimiento a la familia Cabellud Val.

Carmen Novellón Oliván


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Carmen nació en Sariñena en 1932, en la calle La Meca, enfrente del reloj de la plaza Alvarado y actual plaza de la Constitución. Su padre Andrés Novellón fue caminero, controlaba y mantenía un tramo de camino antes de que se asfaltasen las actuales carreteras. Su trabajo consistía en controlar y mantener un tramo determinado: “limpiaba cunetas, arreglaba pequeños baches y si estos eran muy grandes venía una máquina”. Andrés trabajó por distintos lugares, entre ellos estuvo en Ontiñena, Terreu… “lo fueron trasladando por varios sitios”. En algunos tramos tenían una casilla, una caseta donde guardaban el material y se refugiaban, en otros no tenían nada. “Andrés fue muy honrado”, recuerda Carmen, “en una ocasión se encontró una caja de tabaco y la guardó hasta que volvió a pasar el camión de reparto y la devolvió”. Su madre Rosalía Oliván tuvo seis hijos y trabajó en casa. Carmen fue la cuarta y hasta los 14 años fue a la escuela de Sariñena.

En su juventud Carmen iba a buscar agua a la fuente del quiosquer, que estaba frente al bar de Pitera: “hasta pusieron una sombrilla para poder descansar en verano”. Iba a lavar a la acequia y al río: “detrás de las monjas había unas escaleras que bajaban y allí estaba el lavadero, un lavadero grandioso y cubierto”. Este lavadero era para lavar de pie, era más cómodo que el que estaba camino de la Laguna y que también estaba cubierto; pero había que lavar de rodillas, mucho más incómodo. Por el lavadero de la Laguna estaba el tejar. Al río iban a lavar con sus madres cerca del puente, donde además aprovechaban para bañarse y  volver con las ropas limpias: “la ropa se secaba tendida por las matas”.

Durante la guerra, Carmen recuerda la evacuación del pueblo: “En una tartana de Anoro se subieron niños y ancianos y marcharon a refugiarse a las masadas”. Su padre Andrés trató de salvar varias cosas de casa, pero muchas se quedaron y entre ellas un apreciado y viejo acordeón de su tío. Para marchar les dejaron una burra que utilizaron para que fuese su madre con su hermano pequeño, pero el estruendo de un cañonazo asustó a la burra y los tiró al suelo. Luego veían los camiones militares llevando muñecos que cogían de las casas, puestos en los camiones, haciendo sufrir a los zagales.

Con Carmen vamos recordando aquella Sariñena: “En frente del antiguo hostal Romea estaba la tienda de ultramarinos de Jesús Portella, luego la trasladaron a la calle Eduardo Dato, cerca del estanco. Allí vendía petróleo Candido y arriba vivía una profesora, Josefina, a la que iba a fregar y limpiar; la llevaba en el carrito de la leña por la casa, era una forma de divertirse”.

“En la plaza hubo una fuente, en la esquina del ayuntamiento. En frente estaba la farmacia de Loste, el comercio de Ferraz y la carnicería de la Catalana.”

Carmen vivió por la calle Soldevilla, allí estaba la carnicería de Mariano Huerva «Pichirrin», la carbonería de Pilar y el antiguo cuartel de la guardia civil. También vivieron Asunción Paraled, Trallero, Ferraz… Pilar «la Carbonera» estaba arriba de la calle: “le traían camiones de carbón y lo vendía a capazos, era carbón brillante de bolas y trozos”. El camión basculaba en la calle y, cuando limpiaban el suelo, el agua bajaba completamente negra. También estaba el bar de casa Pedro, al lado de la carnicería. Pedro era de Madrid y era habitual que sirviese una bebida y un plato de olivas, casa Pedro fue muy conocida y respetada.

Carmen trabajó en la panadería de Silvina «La Tora» y José Orquín Casañola, la panadería estaba en la calle La Meca, por donde estaba Vitales y la casa del pregonero; allí estaba el horno: “una calle sin salida”. Antes de la carnicería de Latre estuvo la carpintería de Orquín, José Orquín tocaba en la orquesta Cobalto y un hermano de José murió en la Guinea Española.

En la panadería, Carmen comenzó de niñera además de ir a vender pan al barrio de la Estación. Subía con Juanito Anoro que tenía un coche grande abierto por la parte de atrás donde ponían los paquetes y maletas y subía y bajaba viajeros a la estación. Después de comer, el coche de Anoro paraba en la panadería y Carmen colocaba los sacos de pan, subía a la estación y a las ocho de la tarde volvía. El pan lo vendía en una casa detrás de la iglesia del barrio de la Estación. En el despacho del pan conoció a su marido, Julián Latorre de Peralta de Alcofea. Julián trabajaba cargando y descargando en la estación y después marchó de labrador a casa Mirasol “El Recio”. Carmen y Julián se casaron en Sariñena y fueron de viaje de novios a Peralta de Alcofea, marcharon en tren hasta El Tormillo donde les fueron a recoger. Tuvieron dos hijos, un chico y una chica, aunque Carmen no dejó de trabajar en el horno: “al mayor me lo llevaba al horno”.

Con el tiempo, Carmen comenzó a trabajar en el ayuntamiento de Sariñena, se dedicó a la limpieza y le dieron un piso en el ayuntamiento, junto a los pisos del jefe de Correos y el secretario, que estaban en el piso de arriba. El piso de Carmen estaba en la planta baja, donde luego ampliaron la antigua biblioteca. Carmen ha sido una mujer trabajadora sacando adelante a su familia. Gracias a Carmen hemos ahondado en la memoria de nuestro pueblo, recorriendo parte de su historia. Carmen siempre ha sido muy conocida y querida en Sariñena y con sus entrañables recuerdos y vivencias hemos disfrutado de un agradable encuentro, ¡Gracias Carmen!.

Un agradecimiento a Pilar Guerrero y Aimar Mir de la Residencia de la tercera edad de Sariñena por su colaboración para la realización de las entrevistas, gracias!!.

Reflexiones de Domingo Lana Novellón


                       Aficionado al guiñote, butifarra, lectura, guitarra,  poesía  y ajedrez, Domingo pasa las primeras horas de la tarde en el casino practicando alguna de sus aficiones favoritas y después se acerca a conversar en las tertulias que se forman en el Centro Social. Por M. A. Corvinos Portella.

Domingo Lana

Domingo Lana Novellón

  -Allí quedamos en vernos para hablar de su vida y enseguida comienza  por el principio  haciéndome un resumen de sus datos familiares.

  Mi padre fue Manuel Lana Laín, mi madre era  Felisa Novellón Peralta de casa Codaneta y mis hermanas Felisa y Pilar. Nací el 4 de agosto de 1933 en el número 13 de la calle La  Rosa. Estoy casado con Nieves Lacuna Vicente de casa Marianeta a la que conocí cuando tenía 13 años  y aún iba a la escuela. Por lo tanto llevamos 59 años juntos y hasta el día de hoy hemos sido muy felices, por lo menos por mi parte (sonríe).  Hemos tenido dos hijos, Sergio y Blanca, de los que estamos muy orgullosos.  Nieves y yo hicimos  el viaje de novios en tren por Lérida y Barcelona hasta la Costa Brava donde vivía mi primo Pedro Novellón.

  Mi padre no me pegó nunca, ni siquiera me “carrañó”, siempre razonaba las cosas. Era muy casero y no le gustaba ir por las tascas.

  Mi madre fue muy trabajadora y regentaba una casa de comidas en la calle La Rosa. Era una gran cocinera y tenía mucha clientela, la recuerdo como una gran madre.

-Os dicen de casa “Codaneta”, ¿de dónde viene este apelativo?

  Mi abuelo se llamaba Pedro Novellón Codana y si a ese segundo apellido le añades el sufijo monegrino eta ( seguramente significará el hijo pequeño de casa Codana). Eso me parece lo más probable.

-Después de estas disquisiciones iniciales me cuenta sus vivencias en las escuelas  

nacionales y otros asuntos escolares.

   En cuanto a mí te diré que empecé a estudiar como todos en las nacionales, aunque luego mis primos, Casimiro Lana que era ingeniero químico de gran prestigio, profesor y político republicano  en Barcelona y Paco Lana médico en Zaragoza, le aconsejaron a mi padres que estudiara bachillerato. Mi padre aceptó de buena gana los consejos y se vendió una talega de judías para poder comprar los libros, luego me matriculó en la academia de don Valentín González en la calle Ugarte. También marchaba a pie  tres días  por semana al barrio de la Estación a estudiar con un cura vasco llamado don Pedro. Era muy culto, sabía tres idiomas y era una persona excelente. Debo decir que tanto el uno como el otro, al ver las dificultades económicas que padecíamos en casa, no quisieron cobrar a mi padres y yo correspondía aprovechando las clases.

  Recuerdo una anécdota que me sirvió de enseñanza para toda la vida… Debía tener 9 o10 años cuando ocurrió…, aquel día no me había podido aprender la lección de Geografía de Europa y, por supuesto, no me la sabía, llegué a clase y al comprobar don Pedro lo que pasaba,  me dijo una frase que me llegó al alma y que siempre he recordado:

-¡Parece mentira Domingo que sabiendo lo que le cuestas a tu padre no te sepas la lección!

  Aquella noche apenas dormí por la angustia que sentía debido el fallo cometido y también por las horas que estuve estudiando aquel tema. Han pasado muchos años y todavía soy capaz de recordar la anécdota y la lección.

Al día siguiente llegué a la Estación y le espeté entre eufórico y respetuoso:

-¡Ya me la sé!- y sin dar tiempo a otra cosa fui repitiendo sin pestañear aquellos países europeos y sus capitales que el día de antes se me habían atragantado.

 Al final, todo aquel año de esfuerzo y estudio  me sirvió  sólo para adquirir cultura puesto que llegó la hora de matricularme y no lo pudimos hacer porque no disponíamos del dinero suficiente.

  Me dio una gran rabia, me eché a llorar,  metí los libros en una caja que aún guardo y que ya no la he vuelto a abrir.

  Ahora puede parecer una tontería, pero mi primer viaje a Huesca quedó cancelado y no conocí la capital hasta que me sortearon para hacer la mili.

-Por supuesto que en su memoria aparecen nombres propios con sus pequeñas historias y de los que guarda certeros recuerdos estudiantiles.

  De los maestros de las nacionales tengo muy buen recuerdo de don Martín, un maestro que tenía una gran cultura y que también sabía enseñar. Era muy serio.

   Y otro que me viene a la memoria, eso sí, totalmente opuesto al anterior, era don Carlos Canela, un hombre muy elegante con cierto parecido a Xavier Cugat. Lo recuerdo con sombrero, traje marrón y dos maletas de cuero que utilizaba todos los lunes y viernes para ir o volver en tren a Almacellas  Allí tenía una fonda y  las maletas las llenaba de productos de primera necesidad como aceite, judías, garbanzos, etc.  No sé si esos productos les daba salida en su fonda o se dedicaba al estraperlo. Como viajaba en primera e iba tan arreglado nunca sospecharon de él.

  Muchos viernes don Carlos dejaba el trabajo a mi cargo y se marchaba picándose también las clases de los sábados. Yo hacía lo que podía, recuerdo que enseñé a multiplicar y dividir por dos cifras a José Antonio Gascón y a alguno más de la clase, también hacía los dictados. Recuerdo que una vez me lo dejó escrito en catalán y no entendía nada, menudo chasco.   Los lunes por la mañana volvía a suceder lo mismo porque el tren nunca llegaba a su hora.

  Era tan “pincho” que cuando nos daba trabajos manuales cortaba los cristales con el anillo, por lo que me figuro que la piedra debía ser un diamante.

-La posguerra fue una etapa muy difícil para casi todos, quizá más para los niños porque tenían que compaginar escuela y trabajos para la economía familiar.

   Yo nunca fui un crío, salía de la escuela y marchaba a trabajar al campo. Igual hacía sogueta que “aclarecía” remolacha o cualquier otra cosa de la huerta.

  A los once años tuve que dejar la escuela.

-Me explica qué es lo de aclarecer remolacha.

  Lo de aclarecer remolacha se hacía cuando, después de haber sembrado varias semillas en un mismo hoyo, al nacer estas, arrancabas las plantas menos fuertes y dejabas sólo una.

– Su padre Manuel Lana fue un referente para Domingo.

   Mi padre trabajó 19 años en la contrata de la RENFE para cargar o descargar el carbón de las máquinas de tren. No fue a la guerra, pero estuvo movilizado en ferrocarriles. Cuando iban a llegar los nacionales a Sariñena marchamos toda la familia en el tren hacia Cataluña.  Al llegar cerca de Suria  nos dirigieron hacia Barcelona. Allí el asunto pintaba muy mal y después de varios días el hambre empezó a hacer mella en mis  dos hermanas y en mí, por lo que mi padre pidió permiso para volver a Sariñena. Le advirtieron que no lo hiciera, más que nada por el parentesco con el político republicano Casimiro Lana, pero no hizo caso y volvimos. Al llegar al pueblo lo echaron de la RENFE y no tuvo más remedio que trabajar los huertos de los abuelos y el secano de Las Almunias. El primer año y  mientras crecía lo que habíamos sembrado y plantado las pasamos canutas. Mientras tanto yo iba aprendiendo el oficio de agricultor.

  Con el tiempo mi padre pasó a  trabajar en Regiones Devastadas “escachando” casas en ruinas o levantando el barrio nuevo de detrás del cuartel y yo me dediqué al campo.

-Me cuenta las faenas que hacían en el monte y una inquietante anécdota.

 Yo seguí de agricultor y compramos dos burros y dos machos para trabajar mejor el secano de Las Almunias. Recuerdo que con 14 años me quedé a dormir sólo en la paridera y en ese “bautismo iniciático” dormí poco,  sobre todo por el miedo que pasé sin luz, con el roer de las ratas y con las historias de maquis que aún se contaban  Lo que ocurrió nunca lo tuve muy claro puesto que o bien mi padre calculó mal el tiempo o me engañó. El caso es que me dijo que le esperara mientras él se iba a regar a los “Chamarcales” y ya no volvió a buscarme. De todas maneras antes no se tenían tantos miramientos con los críos.

  En el mes de febrero íbamos  a “romper” la tierra; en los meses de marzo y abril a “mantornarla”  y a “terciarla”; en verano a segar y en otoño a sembrar. Para no tener que perder el tiempo yendo y viniendo,  permanecíamos varias semanas en las Almunias. Vivíamos en la masada con lo más básico  hasta que terminábamos los trabajos, aunque los domingos los pasábamos en casa.

 Cuando íbamos en verano a segar o trillar primero ayudábamos a mi tío Juan y después él nos devolvía el favor.

 Estos trabajos los combinábamos  con los de las huertas. Los animales del corral los cuidaba mi madre.

-Como mi vocabulario agrario es muy limitado, me explica pacientemente el significado de esas palabras del campo.

   Romper la tierra era labrarla con una orientación específica, se hacía de Este a Oeste, o sea del lugar de la salida del Sol a su ocultación; mantornarla era hacer los surcos  de Norte a Sur y terciarla era hacer la tercera labor de labranza haciendo los surcos más abiertos. Estas técnicas, que ahora no se usan, mejoraban la tierra y las cosechas.

   Para hacer  rectos los surcos teníamos nuestro truco…, tomábamos un punto de referencia allá lejos en la sierra y mientras labrábamos no lo perdíamos de vista y nos salían bastante rectos.

-Las comidas en el monte no eran demasiado variadas, pero si energéticas.

   El menú del monte en los meses de invierno generalmente era “judías de careta” para almorzar, judías blancas para comer y sartenada de patatas para cenar. Los mayores bebían  vino y los demás agua del pozo artesiano que teníamos y que se surtía de algún manantial interno.

   En el hogar  siempre había un  puchero con judías enriquecido con “ensundia” y alguna otra cosa más. Aquel puchero estaba todo el día “enronado” con ceniza, .hirviendo poco a poco. Como no había madera echábamos en el hogar cualquier cosa que ardiese, generalmente “granza”, o sea la mezcla  de paja larga y gruesa, espigas y grano sin descascarillar que quedaba después de aventar .

  Teníamos en la masada, colgada del techo con una cuerda la “garrancha” que no era otra cosa que una cesta llena de alimentos. La cesta tenía por la parte superior un plato a modo de tapadera, estaba agujereado por el centro para que pasara la cuerda. Este artilugio hacía precipitarse al suelo a las ratas que se atrevían a bajar. En un rincón había una tinaja con tape llena de cebada para los machos y burros y en ella también guardábamos algunos alimentos. Cada noche nos levantábamos dos veces para dar  de comer a los bichos.

-Le pregunto por el pozo de donde bebían el agua.

  Mi tío Juan Lana tenía en el monte un pozo de “calera”. Este tipo de  pozo es distinto porque recoge superficialmente  las aguas de lluvia. Se lo había mandado hacer al “Can-Can”. El nuestro, como te he dicho era artesiano y se surtía de aguas subterráneas.

  Ahora ya no se pueden beber agua en el monte.

-Al final me habla de la mili y de la otra profesión que ha ejercido  durante tantos años y que le ha granjeado el cariño de muchas personas.

 Tuve suerte con la mili porque gracias al sorteo fui “excedente de cupo” y sólo hice tres meses de campamento en Arguís. Vivíamos en tiendas de campaña, hacíamos prácticas de tiro, caminatas e instrucción y nunca bajamos a Huesca. Soy de la quinta del 54-55 como Jorge Anoro, Jesús el “Roso”, Ullod, Joaquín Gilaberte, Luis Mairal, Antonio Mir, Antonio Maestro, Cucalón…

  Años más tarde, a mitad de los sesenta,  me hice profesor de autoescuela y durante más de cuarenta estuve enseñando a conducir a mucha gente de Sariñena y comarca. Ahora el negocio familiar  lo llevan mi hijo Sergio y mi nuera Sandra.

  Y para compaginar todas las tareas agrícolas con las estaciones compuso una larga poesía que me recita sin dudar, pero que no me deja publicarla, quizá más adelante…

  Por último no me queda más que darle las gracias por su amabilidad  y por  compartir con todos nosotros retazos de una vida preferentemente dedicada a su familia, a su autoescuela, al dance y a sus amigos.

A. Corvinos Portella

ENTREVISTA A DOMINGO LANA NOVELLÓN


 Domingo es una enciclopedia viva y charlar con él es un placer. Las conversaciones que mantuvimos durante algunas tardes mientras nos tomábamos unos cortados en el Centro Social dieron los suficientes datos como para componer otra entrevista en el siguiente número de nuestra publicación. Mi interlocutor iba desgajando de su memoria retazos de su vida y de su pasión por el dance. Fueron unos momentos muy interesantes mientras, a nuestro alrededor, el resto de asiduos y asiduas se divertían con los juegos de mesa, veían la televisión o charlaban tranquilamente.

      En el exterior un grupo de jubilados jugaba a la petanca haciendo caso omiso a la ola de calor que esos días caía sobre Sariñena. En este número podremos enterarnos de cosas interesantes sobre el dance del que Domingo formó parte, de una u otra manera, desde los nueve años..

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Domingo situado a la izquierda de la foto.

Entrevista a Domingo Lana Novellón , por Manuel Antonio Corvinos Portella.

A propósito del Dance.


-Nada más sentarnos comienza una argumentación filosófico-social muy razonada sobre las bases que sustentan el origen y la vitalidad del dance…

-Las dos leyes más antiguas de la humanidad son las biológicas y las sociales.

El dance pertenece a esta última y es nacido de la propia naturaleza de las personas. Es una forma de expresión literaria oral y sin raíces escritas. Podría decirse que es un reflejo de la vitalidad social de la vida.

En todas las culturas se danza desde tiempo inmemorial. Todas las tribus y pueblos del mundo lo han hecho y lo siguen haciendo.

También puede decirse que es una forma natural antiquísima de expresión cultural y social del ser humano..

Por lo tanto el dance es un libro de Historia donde los porqués del tiempo han ido marcando los pasos de la vida.

-Después completa su alegato con un ejemplo.

-Recuerdo unos dichos de Antonio Susín que corroboran esta afirmación. Se trata de un romance que tiene una antigüedad de unos cincuenta años y nos habla de los cambios tecnológicos ocurridos en la sociedad de entonces y que ahora pudieran parecernos sencillos y entrañables, pero que bien pudieran ser extrapolados a nuestra sociedad actual. Están expresados con la mejor socarronería altoaragonesa:

Todo remata en el mundo

las radios tan alparceras

como el pan blanco que asoma

los morros por una cesta.

Sucumbieron con sus ondas

aquellas costumbres viejas

antes iba un pregonero

que al llegar a las esquinas

sacaba de la trompeta

la saliva mal gastada

y noche de garraspera

limpiándose las narices

con un pañuelo de celpa

Hombre seco el pregonero

en verano sin chaqueta

en invierno un tapabocas

y siempre por compañera

llevaba trotando calles

su descarada trompeta.

Al primer toque que daba

acudíamos los críos

vestidos con culereta

muchos chicos y algún grande

con la boca bien abierta

le podían dar posada

a un pan de La Masadera.

-¡Chicos, ¿qué pregonarán?¡

-¡Que hable el hombre por su cuenta¡

-En la calle Cantarranas

dicen que un yerno a su suegra

le ha roto las dos varillas

a golpes de horca pajera.

-En el barrio Mercadal

allá en la placeta Roda

se ha escapado una pollina

y lleva tres muertes hechas.

Y pa remate de cuentas

siempre la misma musica

pregonaba sardineta:

-Todo el que quiera comprar

sardineta fresca de casa

Jesús el Currutaco

la tienda frente al Romea

vale el kilo a tres perretas.


-Aunque no viene demasiado al caso le pregunto por los tipos de pregones que se hacían.

-Desde que yo recuerdo siempre ha habido tres tipos:

Si el pregonero tocaba la trompeta, el vecindario sabía que iba a pregonar asuntos del Ayuntamiento o de publicidad local.

Si tocaba el tambor iba a vocear sobre riegos.

Y si le daba a la campana iba a contar cosas relacionadas con las cofradías o asuntos de la iglesia.


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Domingo con su hijo Sergio.

-En esta primera entrega, Domingo quiso centrarse únicamente en el dance y para darle una cierta cronología, empezaré, como vulgarmente se dice, por el principio y para ello utilizaré unas palabras de nuestro protagonista en una entrevista que le hizo Joaquín Ruiz para su página Web “Os Monegros”… (ver entrevista aquí)

-Aquel año de 1923 tenía que debutar el gaitero Vicente Capitán porque tanto Sixto “El Rey” y Tomás “El Malo” ya estaban mayores para continuar de gaiteros. Vicente Capitán ofreció a Susín ser su sustituto como general cristiano durante las fiestas patronales. Al final, y para decepción de Susín, el papel fue para uno de los danzantes del grupo que, además, alojaba el cuarto del gasto (la Casa del Gasto) en casa de su madre Isabel “La Cota”. En esas fiestas de 1923 Susín ejerció de diablo, lo que le permitió “hacer todo tipo de diabluras”. Con dieciséis años pasó unas fiestas inolvidables: “persiguiendo a las chicas y levantándoles las faldillas con la forca que llevaba cargada de codetes”.

Al año siguiente ya hizo de general cristiano y Puértolas de general turco: “nos compenetrábamos muy bien durante el tiempo que lo hicimos juntos”. Después de Puértolas, Carpi hizo de general turco y Paraled de general cristiano.

Susín contaba la siguiente anécdota de Paraled: “se hizo con un faro de tractor para fabricarse un casco, porque antes aquellos no existían, no se llevaban cascos y… de un faro de tractor que tenía él lo desmontó y se lo puso de gorro”.

En el dance, Susín hizo de todo: de diablo, de general turco, de general cristiano, de rebadán y finalmente de mayoral.

El dance de Sariñena obtuvo en Zaragoza en el año 1966 el primer premio de dance regional, con motivo de las segundas jornadas de estudios folclóricos aragoneses promovidas por don Antonio Beltrán Martínez.

Cariñosamente, Antonio Susín, antiguo mayoral del dance de Sariñena, apodó a Domingo Lana Novellón como el “Rebadán del tremoncillo”. El mismo Susín lo cuenta en una entrevista que le hizo el conocido mago oscense Rafael Ayerbe Santolaria (Rayers Sam).


-A partir de ahora Domingo y yo retomamos de nuevo el relato. Me habla de Susín y de la relación entre ambos.

-En el año 1929 se llevó a cabo la Exposición Universal de Barcelona y Susín en ese momento decide cambiar de vida y acercarse al progreso que esa prometía. Marchó a la ciudad condal y encontró trabajo en un taller mecánico. Me contó que en sus ratos libres hacía algo de teatro.

Un día le explotó un compresor y le dejó una marca de por vida en la mano y otra en la cara, para recuperarse volvió a Sariñena y ya no regresó a Barcelona. En su pueblo retomó el oficio de blanqueador.

Durante la Guerra Civil y mientras duró la contienda se dejó de danzar. Se retomó en septiembre del año 39 con Martín “el Donato” de mayoral.

Los ensayos siempre comenzaban a mitad de agosto y se hacían en la era Bolera.

Hacia el año 1940 o 41 , Martín se puso enfermo y lo tuvieron que ingresar en Huesca. Fueron a verlo varios danzantes y no lo debieron ver muy bien puesto que al regresar a Sariñena hablaron con Antonio y le dijeron que se preparara porque iba a ser el nuevo mayoral como así sucedió. Entonces Tarramera pasó a desempeñar el papel de rebadán

Posiblemente fueron cuarenta y siete los años que Susín le dedicó al dance, siendo de todo menos volante ya que en aquellos tiempos no existían. Aunque esto que voy a decir es difícilmente calibrable, estoy seguro que gracias a su esfuerzo y dedicación el dance no desapareció y eso siempre lo debemos de tener en cuenta.

Mi buena relación con Antonio Susín venía porque nuestras dos familias tenían mucha amistad. Mi hermana Felisa Lana “Codaneta” era muy amiga de Isabeleta Susín y además ambas familias realizaban muchas actividades juntas como matacías, descapotar panizo, comidas de navidad, fiestas, etc.

Yo debía tener nueve años cuando conocí a Susín y ya me di cuenta de su personalidad y de su valía. A partir de ese momento empecé a ayudarle a corregir los dichos. Luego pasé a formar parte de nuestro dance en el papel de rebadán durante muchos años y también me dediqué a escribir los dichos y las motadas. Fueron años magníficos de dedicación al dance.

-Domingo, ¿has faltado alguna vez a la cita de San Antolín?

-Estuve relacionado con el dance toda mi vida. Entré en el grupo muy joven, tenía solamente nueve años y nunca falté a la cita, excepto un año en que mi padre me lo prohibió. Resulta que una tarde dejé la trilla a medias para ir a danzar ante unos alemanes que había traído don Antonio Beltrán. Recuerdo que dio una conferencia en el casino y después les hicimos una demostración.

Mi padre se enfadó y ese año me prohibió danzar.

-En todas sus palabras se nota la admiración que Domingo sentía por Antonio. También cuando me cuenta cierto plagio que realizó el más conocido escritor altoaragonés del siglo XX.

-Gracias a Manolo Berdún, gran lector, supimos que Ramón J. Sender había utilizado unos versos de Susín en su célebre novela “Crónica del Alba”.

Susín, en su debut como rebadán, le había dedicado los siguientes dichos al mayoral Martín “el Donato” y que luego fueron inmortalizados sin citar el origen por el escritor de Chalamera.

“Y ahora les contaré un caso

que vi en las Almunias Altas

iba a carriar con mi padre,

y oí un ruido que atronaba

que me creí de momento

sería alguna cabaña;

pero al llegar más adelante

ya vi de qué se trataba:

era Martín, el Donato,

con catorce o quince cabras,

que llevaban en el cuello

esquillas en abundancia.

Y yo le dije: “¡Martín!

llevas muy poco rebaño,

pero buena cencerrada”.

Lo peor es que no son d´él,

casi todas son ampradas;

que a Tomás, el Cartujano

y esto no crean que es farsa,

fue a decirle este verano

que l´en dejara unas cuantas.

Si quiere usted mis consejos,

pa que no se ria el Sarro,

disminuya las esquillas

y aumente más el rebaño.”

 De todos los miles de escritos de Susín puede que este sea el más celebrado y el que más se recuerda en Sariñena.

-Se detiene un momento y pasa a recordar a los viejos protagonistas del dance.

-Entre los antiguos danzantes puedo nombrarte los siguientes, si me dejo alguno que me perdonen los descendientes:

Miguel Puértolas que estaba casado con la “Casiana”, Manuel de “Fodas” casado con Concha (ambas mujeres no se perdían un ensayo), Justo Emilio Casabón, los “Cancanes” (padre e hijo), Antolín el “Paje”, los “Cesteros”, Lombarte, los “Pomares”, los “Canteros”, Manolo “Titana”, Berdú, los hermanos Callén, el “Chupón”, Paco y José de la “Cota”, Manolo el “Roso” al que le gustaba beber y del que guardo una anécdota muy graciosa que luego te contaré, Manuel Puyol , José Antonio Peña y Luis el “Carrizo” entre otros.

-Jennine Friburg en Sariñena era una persona muy valorada, ¿qué relación tuviste con ella?

-Jeannine vino a Aragón a estudiar la jota para hacer un trabajo para la universidad, pero por casualidad llegó a Sariñena y se quedó prendada del dance. Yo entonces trabajaba en Grañén y ella venía a dicho pueblo a comer conmigo para que le contase cosas del folclore sariñenese porque estaba haciendo una tesis doctoral.

-¿Cómo deben ser los danzantes?

-En principio, en siglos anteriores y hasta no hace muchos años, el dance se nutría solamente de agricultores y además entraban a formar parte de él casi casi por herencia..

Esto es muy normal porque estamos hablando de una zona eminentemente agrícola y la vida giraba en torno a la tierra. Los poetas que componían las motadas, los dichos y los romances también eran del pueblo. Sin embargo los gaiteros eran pastores, o sea, personas con tiempo suficiente durante el pastoreo para sacar melodías y ensayar.

 En estos momentos ese origen se ha trastocado un poco y entran a formar parte del dance todo tipo de jóvenes. En todo caso tienen que tener gran afición por la cultura popular, por nuestro folclore y por representar a la sociedad sariñenense.

El que pertenece o ha pertenecido al dance ya nunca lo olvida. Se entra a formar parte de un grupo social bien estructurado, con mucho carácter y muy cohesionado que te da una visión distinta del compañero que tienes a tu lado y de la camaradería. Además sientes que estás formando parte y manteniendo viva la historia de tu pueblo.

 En mi caso mi afición a escribir poesía y mi relación con Antonio me dieron la motivación necesaria para entrar en el dance y pertenecer a él durante muchísimos años..

-¿Cómo celebraban los danzantes el día 1 de septiembre?

-La víspera de la fiesta, antes de salir el Sol, empezábamos yendo todos a comer pan con higos al huerto de la “Pomara” camino de Las Torres. Luego íbamos a esperar la música allá al cuartel, volvíamos todos en cabalgata danzando por las calles del pueblo y acabábamos la mañana yendo a almorzar a la Casa del Gasto. Por la tarde íbamos a la iglesia, cuyo párroco era “mosen” Jorge Lecha Manaque, a bailar las Completas, dábamos una vuelta alrededor del interior de la iglesia danzando.

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En el palacio de la Alfajeria el año que fueron los mejores.

-El día 2 de septiembre es el día clave, la confirmación de que todos los ensayos hechos desde mitad de agosto salen bien.

-El día de San Antolín nos juntábamos antes de salir el sol en la Casa del Gasto (podría decirse que ese era nuestro cuartel general), en aquella época estaba en los bajos de casa Elías Capitán y anteriormente estuvo en la plaza Rebolería, en donde hoy está ubicada una peluquería. Elías era hermano de Vicente Capitán que era el pregonero y gaitero que tocaba en los dances de muchas localidades monegrinas e incluso en algún bario de Zaragoza.

A la hora convenida acudíamos a recoger a las autoridades al Ayuntamiento y danzando nos dirigíamos a la iglesia. Después de la misa estaba la procesión en la que danzábamos una mudanza especial durante el recorrido, recorrido que era el mismo que se hacía hasta hace bien poco pasando por la calle La Rosa.

Llegábamos a la plaza del Salvador y hacíamos los dichos y las mudanzas. Al finalizar cogíamos canastas, bandejas y las espadas y recorríamos el pueblo casa por casa. La gente nos echaba de todo. En las bandejas poníamos el dinero, en las espadas ensartábamos las tortas y en las canastas el resto de regalos como madalenas, tortetas de cucharada, longanizas, chorizos e incluso una vez nos dieron un cordero en una casa fuerte. De vez en cuando nos sacaban algún porrón o bota de vino y, como en esta tierra no se puede decir que no, acabábamos bien contentos. A todos estos alimentos les dábamos buena cuenta en la Casa del Gasto hasta que duraban.

Y ya no volvíamos a danzar hasta el día del Corpus.

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Domingo es el que lleva la espada ensartada con tortas.

-¿Qué estructura tiene la función del día 2 en la la plaza

Colocado todo el mundo en su sitio: Santo, autoridades y público en general se da comienzo al dance con un orden establecido que no se ha trastocado nunca:

-Se inicia con un tarirán que es una mudanza de entrada.

-En segundo lugar el mayoral hace la presentación.

-Luego se pasa a la pastorada que es un litigio entre el mayoral y el rebadán.

-Seguidamente se bailan unas mudanzas.

-Después vienen las motadas que son los diálogos entre el mayoral y el rebadán.

-Se baila otra mudanza.

-El mayoral pasa a decir los dichos.

-Una vez finalizados los dichos se baila otra mudanza.

-Luego se hace el volteo de los volantes.

-Posteriormente se recrean la lucha de moros y cristianos y del ángel contra el demonio.

-Como colofón de la representación se baila el degollau,

-Y por último se baila el tarirán final.

Tenemos conservadas veinticinco mudanzas y nueve pasacalles.

-A punto de acabar esta entrevista, le recuerdo lo prometido y sin dudar un momento me cuenta la famosa historia que habíamos dejado colgada.

-Y aquí viene la anécdota que antes te había nombrado…Estando a punto de comenzar las completas nos dimos cuenta de que faltaba un danzante en el grupo de Manolo el “Roso” para completar un cuadro. El mayoral decidió rápidamente que yo podría ser un buen sustituto del ausente. Yo entonces era muy joven y José Cabellud al ver la situación y mi candidez me gastó una broma de principiante:

-Ten cuidado con la espada de Manolo no te la vaya a clavar- me dijo.

Esas palabras me preocuparon y me pasé toda la vuelta a la iglesia con un ojo puesto en Manolo y el otro en hacerlo bien.

Al llegar a la Casa del Gasto le pregunté a Manolo con toda la inocencia de mis años:

-¿Por qué bebe tanto?-

Me tocó la mano y me dijo:

-Mira Codaneta “namás” moriría bien a gusto si fuera “augau” dentro de un tonel de vino.-

Y claro ante semejante contestación ya no seguí con el tema.

-Para terminar hay una famosa anécdota ocurrida en un viaje que los danzantes realizaron a Huesca y que salió a la luz en una entrevista que el famoso mago e ilusionista Rafael Ayerbe Santolaria, «Rayers Sam» le hizo a Antonio Susín.

-“Una vez vinimos a danzar aquí a Huesca y resulta que Domingo era el rebadán y como no era el tiempo, no era San Lorenzo precisamente, no llevaba ramo de albahaca y claro había que solucionar el problema. Entonces hizo parar el coche de línea en el que veníamos todos y bajó, cogió unos tremoncillos y una aliaga y se hizo un ramo.

Subió de nuevo al autobús y le dije”:

Tenemos un rebadán

que para mi es bastante pillo

y en Sariñena le llaman

el rebadán del tremoncillo

Aquí termina la primera parte de la entrevista que me concedió Domingo Lana Novellón este pasado verano en el Centro Social de Mayores. La siguiente versará sobre su vida y la podrán leer más adelante.

Por su amabilidad y paciencia y por compartir sus experiencias con todos nosotros le doy las mas expresivas gracias.

Manuel Antonio Corvinos Portella

Zancarriana w

Domingo Lana Novellón, el rebadán del tremoncillo.


 

Domingo Lana

Domingo Lana Novellón.

             Cariñosamente, Antonio Susín, antiguo mayoral del dance de Sariñena, apodó a Domingo Lana Novellón como el “Rebadán del tremoncillo”. El mismo Susín lo cuenta en una entrevista a Rafael Ayerbe Santolaria:

     Domingo Lana. Ese también fue rebadán conmigo. Y cuando veníamos a danzar aquí a Huesca una vez, resulta que no llevaba ramo de albahaca ni cosas de esas, porque era pa distinto tiempo, no era San Lorenzo precisamente. Y como no llevaba ramo bajo, paró el coche de línea que veníamos todos, y baja y coge unos tremoncillos y una aliaga, y se hizo un ramo.

    Y llega aquí y digo:

 

“Tenemos un rebadán

que para mí es bastante pillo

y en Sariñena le llaman

el rebadán tremoncillo.”

 

Antonio Susín Palacio

Archivo de tradición oral Rafael Ayerbe. 

            A raíz de esta simpática y graciosa anécdota nos adentramos a conocer a Domingo Lana, persona muy conocida y querida en la villa de Sariñena.

            Domingo Lana Novellón nació en Sariñena, un 4 de agosto de 1933, en casa “Codaneta”, en la calle La Rosa. Su padre Manuel Lana Laín fue ferroviario en Sariñena, pero al final de la guerra tuvieron que marchar a Barcelona. Regresaron pronto y su padre se empleó en la llevanza de tierras. Domingo abandonó pronto la escuela, entre los diez y once años, incorporándose a las faenas del campo. Con la mayoría de edad obtuvo el carnet de conducir y por el 64 comenzó a trabajar en la autoescuela, oficio que ha ejercido hasta su jubilación. Mucha gente de Sariñena ha aprendido a conducir con Domingo Lana, un gran maestro. Es persona culta, poeta, ha escrito dichos, motadas y jotas, tocaba la guitarra y siempre ha colaborado en la vida cultural sariñenense. Recuerdo verlo en el almuerzo, cuando me saqué el carnet de conducir, afanoso con el crucigrama del periódico.

            Domingo cuenta que el mayoral Antonio Susín trabajó en un taller mecánico en Barcelona, donde se encargaba de engrasar. Susín tuvo un accidente, le explotó un compresor que le afectó a una mano y parte de la mandíbula. La lesión de la mano le impidió tocar la gaita, aunque algo se defendía con el clarín. Domingo también trató de iniciarse con la gaita, compró un clarín a plazos, pero su padre se lo hizo devolver.

            “Sena y Sariñena han conservado muy bien el dance”. Cuando Susín se puso malo se tuvo miedo “porque se podía perder el dance”. También cuando se perdió la gaita de boto aragonsea, se tuvo que recuperar, con Martín Blecua y Pedro Mir. Mientras reconstruían la gaita, Domingo y Manolo Berdun marcharon a Zaragoza y compraron tres gaitas gallegas. Fueron tiempos difíciles para el dance, incluso hubo un desprestigio del mismo y mucha gente pensaba que era hacer la risa.

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Domingo Lana con la revista «Monegros»

            “Susín era muy buena persona, tenía muy buen fondo”, recuerda Domingo. “La siña Teodora, la madre de Susín, les preparaba una cebolla a tiretas con olivas negras y aceite cuando volvían de trabajar.” Gozaban de una gran amistad, venía de familia y compartían muchas faenas del campo, además de su pasión por el dance.

            Domingo empezó en el dance en el 43 como rebadán y con Susín  como mayoral. Le ha tocado escribir dichos y motadas: “las motadas expresan muchas cosas en pocas palabras”. Recuerda con cariño a Susín  y del mayoral de Pallaruelo, el tío Juaner, del dice que “tenía una luz especial para los dichos y motadas”.

      Manuel Antonio Corvinos Portella recogió, gracias a Domingo Lana, diferentes curiosidades sobre el dance de Sariñena en «La casa del gasto y otros asuntos del dance».

            Domingo me ha recibido en su huerta, me ha hablado del dance con pasión, orgullo y emoción. El dance es una gran tradición y todo un arte: “El dance va con el instinto natural de la persona, es una expresión natural por instinto. Es una expresión oral que tiene su momento, efímera. Pero, cada paso que ha tenido importancia en la vida, se ha visto reflejado en el dance”. Domingo tiene muchas cosas por contar y que mejor que él para contarlas, le animo y espero que pronto las podamos disfrutar.

Zancarriana w