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Beatriz Serrate, bibliotecaria de Castejón de Monegros


Beatriz Serrate Giral nació en Huesca un 29 de junio de 1967 aunque se puede decir que natural de Castejón de Monegros, su pueblo. Una imprescindible que ejerce de bibliotecaria en su pueblo, amando a su biblioteca y a su gente.

Recuerdos de la niñez, escuela, juegos, tradiciones, la vida en el pueblo, marchar y quedarse.

Tuve una infancia feliz. Me gustaba ir a la escuela junto a mis vecinos. Recuerdo que nos avisábamos de unos a otros y subíamos juntos al colegio, con unas carteras de cuero que nos hizo de forma artesanal un guarnicionero de Castejón de Monegros.

En el patio del colegio jugábamos a la comba, la goma, balón prisionero y a las canicas. También nos gustaba coleccionar cromos de series infantiles televisivas: La Abeja Maya, Heidi.

Con 12 años cursamos la segunda etapa de EGB en el CRA de Peñalba, junto a alumnos de las localidades de Valfarta y Peñalba. Fue una experiencia muy enriquecedora y creamos unos lazos de amistad que se siguen manteniendo actualmente.  Fue la época de mi despertar cultural, colaborando en el periódico escolar, formando grupo de teatro y en el año 1980 una profesora me animó a participar en los I Juegos Florales de Poesía resultando ganadora del premio de La Rosa. Desde entonces me gusta mucho la poesía.

La vida en el pueblo era y es tranquila. La mujer desde siempre ha ocupado un papel muy importante en el medio rural, ejerciendo principalmente de cuidadora de sus hijos y de sus padres; y apoyando en las tareas agrarias y ganaderas.

En los años 70 hubo mucha emigración a ciudades como Zaragoza y Barcelona. Son los que ahora regresan a pasar sus últimos años de jubilación en el lugar que les vio nacer y mucho de ellos nuevos lectores de nuestra biblioteca.

¿Bibliotecaria? ¿Cómo has llegado a ser bibliotecaria rural?

Tras finalizar mis estudios universitarios de Trabajo Social en la Universidad Laboral de Zaragoza, en la que fui colaboradora de forma voluntaria de la Biblioteca de este centro; regresé a mi pueblo en el año 1988 y posteriormente fui la responsable de la biblioteca Pública de Castejón de Monegros.

¿Bibliotecaria rural, mucho más?

La Biblioteca es el principal centro de referencia cultural de nuestros pueblos. Es el lugar en el que los niños leen sus primeros cuentos, donde muchos adolescentes se han iniciado en el uso de las tecnologías, ya que allí se encuentra el telecentro rural de DPH; y el sitio en el que los lectores disfrutan de las últimas novedades literarias.

¿Qué es un libro?

Un libro nos permite soñar con los ojos abiertos y viajar a través de nuestra imaginación; nos abre puertas a otros mundos.

Un género literario, un libro imprescindible, escritor/a, una poesía, una palabra bonita, una gran frase, una película y una canción

Me gusta mucho la poesía, cualquier poema de Antonio Machado y un poema que me encanta es uno de Mario Benedetti “Te quiero”, principalmente esta estrofa que dice:

Te quiero en mi paraíso
Es decir que en mi país
La gente viva feliz
Aunque no tenga permiso.

Una palabra bonita: empatía.

Una gran frase: “Toda Biblioteca es un viaje; todo libro es un pasaporte sin caducidad”, Irene Vallejo (El Infinito en un junco).

Una película: Memorias de Africa, Sydney Pollack.

Una canción: Y nos dieron las diez, de Joaquín Sabina, el mejor poeta de nuestro siglo.

Una reflexión sobre el papel de las bibliotecas en nuestros pueblos y, sobre todo, frente a la despoblación.

Es un lugar de encuentro con nuestros lectores, una fuente de sabiduría y un servicio que se debe mantener en nuestros pueblos, a pesar de la despoblación.

¿Qué sientes al oír Los Monegros?

Es La tierra en la que nací, donde vivo y en la que quiero morir: “es esa tierra hermosa, dura y salvaje, donde he formado un hogar y disfruto mucho de sus paisajes, de sus espectaculares amaneceres y atardeceres”

Una esperanza, ilusión o deseo.

Esperanza de un mundo mejor, que podamos vivir en armonía y en paz.

Inmaculada Bailo, bibliotecaria de Perdiguera


Inmaculada Bailo Murillo nació en Zaragoza, un frío diciembre de 1962. Desde hace años lleva la biblioteca de Perdiguera, una imprescindible, una bibliotecaria de Los Monegros del medio rural aragonés.

Recuerdos de la niñez, escuela, juegos, tradiciones, la vida en el pueblo, marchar y quedarse, lo que ha cambiado, la vida de antes, trabajos, el papel de la mujer…

De la niñez recuerdo que todo era simple y a la vez muy difícil.

Me encantaba ir a la escuela, disfrutaba aprendiendo. Puedo, incluso, recordar cuando aprendí a leer. La maestra  sentada en su mesa y todos nosotros, en parvulitos éramos mixtos, haciendo fila para leer nuestra cartilla diaria. La atención era individualizada y cada uno progresábamos a nuestro ritmo. Mi progresión lectora fue muy rápida, enseguida percibí una independencia desconocida, un mundo propio donde no precisabas de adulto alguno. Antes de acabar párvulos, ya había leído dos libros, tras superar las obligatorias cartillas.

A contar, aprendimos con piedrecitas de río. Puedo escuchar el sonido de las piedras sobre la mesa de madera y ver las cuidadas uñas rojas de nuestra maestra. Estrenamos escuela, donde ahora está la farmacia. Al principio, íbamos a clase los sábados por la mañana y al salir repicaban las campanas anunciando que era víspera de fiesta. Era feliz.

En la escuela de mayores ya nos separaron por sexos. En el recreo jugábamos siguiendo las tradiciones: a las tabas, a la comba, a las gomas, algún corro, al escondite, etc.

5º de EGB, ya lo hice en Zaragoza, como la mayoría de los niños de Perdiguera, dada la mala enseñanza que había en las escuelas municipales, por aquel entonces.

Abandoné mi escuela unitaria con 13 alumnas y entré en Santo Domingo de Silos donde los niños se contaban por miles, fue un choque mental. Las largas jornadas escolares en la ciudad transformaron nuestra vida totalmente.

En un pueblo la infancia es fácil, la adolescencia no tanto. Yo me aburrí muchísimo. Además no había bibliotecas y mi escasez de libros era casi total, especialmente cuando dejó de venir la entrañable biblioteca móvil.

Como en el resto de los pueblos, nuestro tiempo libre transcurría fuera de casa, en la calle, las eras, haciendo excursiones al monte y lo que cambió nuestro ritmo veraniego fueron las piscinas, primero la infantil del parque y, finalmente (1976), la actual. Consiguió que todo el mundo quisiera pasar los veranos en el pueblo, se creó otro ambiente. Y aquel pedazo de césped con los aspersores funcionando era el paraíso, un oasis en el desierto.

A mi modo de ver, Perdiguera no es un pueblo muy tradicional. Puede ser causa de la emigración a la ciudad o nuestra vida a caballo entre esa misma ciudad y el pueblo. A principio de los años 90, quedábamos unos cuatrocientos y pico habitantes, con una media de edad muy elevada, hasta que se construyeron las urbanizaciones, que devolvieron la vida al pueblo y llenaron el colegio, pero claro, con otro bagaje.

Y determinante, como no, la falta de trabajo, particularmente el femenino.

¿Bibliotecaria? ¿Cómo has llegado a ser bibliotecaria rural? ¿Qué significa ser bibliotecaria en un pueblo? Dificultades, alegrías…

Comencé a trabajar en la biblioteca en noviembre de 2001. Solo eran 7 horas semanales, más tarde 9, para mí era como una afición, aparte tenía el otro trabajo, el de vivir. Me presenté a la oferta del ayuntamiento, porque pensaba que nadie más acudiría, como había sucedido con la ludoteca dominical. No fue así, pero el entrevistador me eligió.

Desde 2008 trabajo 26 horas semanales, pero no son exclusivas para la biblioteca.

Estos años nunca han sido iguales. Al principio, me encontré con una acertada selección de literatura infantil y juvenil, nada para adultos. Lo pasé fatal porque no llegaban partidas para la compra de libros. Ahora se echan de menos los lectores y no los fondos. La llegada de internet fue otro revulsivo ilusorio, pues rápidamente todo el mundo lo tuvo en sus casas.

En fin, que todo influye para bien o para mal en estos pueblos tan pequeños. Influye la Corporación o el concejal de quien se depende; influye la frecuencia con la que los padres acercan a sus hijos a la biblioteca, incluso más que la cantidad de niños del momento; influyen nuestras circunstancias personales, etc.

El trabajo, en sí, es precioso, porque es muy variado. Tiene su parte administrativa, su parte tecnológica, su gran porción literaria, cultural y organizativa de actividades. Las pequeñas bibliotecas nos dan la oportunidad de dar nuestra impronta en aquello que más nos gusta o dominamos. También permiten rellenar las carencias de nuestras localidades. Por ello, cada biblioteca de pueblo es un mundo, porque cada pueblo tiene distintas necesidades.

Nosotras nos entregamos en cuerpo y alma, mientras es posible. Esta entrega puede volverse en nuestra contra, pues la vida es más que nuestro trabajo. A veces, genera tal responsabilidad sobre el funcionamiento de la biblioteca que, cuando cualquier acontecimiento o circunstancia personal nos absorbe, no podemos abarcar todo lo que queremos o se nos exige y se forja una especie de culpabilidad.

Se nos llama bibliotecarias porque trabajamos y gestionamos las bibliotecas, pero yo me considero una “encargada de biblioteca”. Sin contar los estudios, no es lo mismo un contrato como bibliotecaria que uno de auxiliar, ni tampoco si un contrato es a tiempo completo o parcial. Sin embargo, las expectativas de nuestros usuarios o de nuestros “jefes” son tremendas, de una capacidad infinita, que el tiempo físico no permite.

¿Qué es un libro?

Para mí un libro (narrativa) es un universo propio, donde te sumerges y te entretienes, aprendes o reflexionas y si te encanta quieres compartirlo.

Un género literario, un libro imprescindible, escritor/a, una poesía, una palabra bonita, una gran frase, una película y una canción

No tengo un título preferido, porque el tiempo cambia mis gustos y mis perspectivas. Por ejemplo, de joven, Sinuhé el egipcio era uno de mis favoritos, porque viajaba y nos mostraba antiguas culturas. Nunca he tenido filtros, he leído lo que ha caído en mis manos. Disfruto mucho con el suspense de deducción, no de terror y con unas dosis de humor.

Estos últimos años, he leído cuentos y poesías y muchas veces me llenan más que una novela.

Una reflexión sobre el papel de las bibliotecas en nuestros pueblos y, sobre todo, frente a la despoblación.

En cuanto al papel de las bibliotecas en nuestros pueblos, pienso que es mucho más importante de lo que piensa el público en general. En primer lugar es un elemento de igualdad, donde lo que hay está a disposición de todos. Si no se usan estos fondos o funciones, es porque no se necesitan. Con el futuro tan incierto que se avecina, tal vez más personas vuelvan sus miradas, de nuevo, hacia las bibliotecas. Aunque puedo constatar que los usuarios más frecuentes solo vienen por placer.

¿Qué sientes al oír Los Monegros?

Cuando pasaba la mayor parte del tiempo fuera del pueblo, escuchar o leer el nombre de nuestra comarca era como pensar en casa. Imaginaba siempre en azul y amarillo y en horizonte, mucho horizonte. Ahora, siempre estoy y disfruto su luz, no tengo que pensar.

Emilia Castillo, bibliotecaria de La Almolda


María Emilia Castillo Olivan nació en 1970 en Zaragoza pero es natural de La Almolda, donde está a cargo de la biblioteca desde el año de su inauguración en 1994. Una imprescindible en la serie de entrevistas a las bibliotecarias de Los Monegros.

Recuerdos de la niñez, escuela, juegos, tradiciones, la vida en el pueblo, marchar y quedarse, lo que ha cambiado, la vida de antes, trabajos, el papel de la mujer…

Recuerdo ir al colegio con los niños vecinos, recuerdo a mi amiga Lourdes, que pasaba por mi casa y marchábamos juntas. Los paseos en bicicleta, jugar a la goma, al tejo, al churro va, la fresca del verano jugando a polis y a cacos  por todo el pueblo. Y las fiestas que se hacían en cada calle, “ir a las corridas” de la Calle de San Juan, San Antonio, San Roque, o la calle Mayor. Y sobre todo muchos niños.

La libertad que teníamos a todas horas, no había tanto peligro como existe en la actualidad. Las puertas de los vecinos abiertas por si queríamos pasar. Los abuelos sentados en corros tomando el sol en el invierno y la fresca en verano. Las abuelas mayores haciendo ganchillo o encaje en los patios frescos, ahora todo eso no existe y cada vez hay menos gente en el mundo rural.

Recuerdo que las mujeres antes se dedicaban a las tareas del hogar, la crianza de los niños y el cuidado de las personas mayores que tenían a su cargo. En la actualidad, la mujer rural, además de salir a trabajar, se involucra en los actos culturales de la población y es la primera en participar en actividades vecinales.

¿Bibliotecaria? ¿Cómo has llegado a ser bibliotecaria rural? ¿Qué significa ser bibliotecaria en un pueblo? Dificultades, alegrías…

La biblioteca de mi pueblo se abrió en 1994, entonces el ayuntamiento convocó una plaza y entré a trabajar en ella.

Para mí, ser bibliotecaria significa felicidad, orgullo y pasión por los libros. Me encanta verlos, ir a comprarlos, seleccionarlos pensando en cada uno de los lectores. La cercanía con cada socio, el trato individualizado diferencia una biblioteca rural de una urbana.

La biblioteca es un punto de referencia cultural muy importarte en una localidad pequeña. Sirve de encuentro para jóvenes y mayores, lugar donde aprender, jugar, intercambiar opiniones y experiencias. En general, de convivencia entre todos los usuarios.

¿Qué es un libro?

Un libro nos da alas, estimula nuestra imaginación y nos permite vivir otras vidas, soñar con lugares que no conocemos, sentir con intensidad emociones, incluso relajarse y dejar atrás el estrés.

Cuando leemos no solo podemos sentirnos identificados con los diferentes personajes de los libros, sino que podremos saber cómo son lugares que no conocemos, costumbres que nunca hemos visto y esto nos permitirá tener una mayor sensibilidad hacia nuestro entorno y hacia las personas que nos rodean.

 Para mí un libro es arte, todo un gran placer, nada caro y de fácil acceso.

Un género literario, un libro imprescindible, escritor/a, una poesía, una palabra bonita, una gran frase, una película y una canción

Mi género preferido es sin duda alguna la novela. Así bien, no podría elegir un solo libro imprescindible, en mi mente rondan muchos que serían de lectura obligatoria en la vida de un ser humano. “Libertad”, es la palabra que escojo, porque es un derecho que todas las personas deben tener para aprender a actuar de manera responsable en la sociedad.                                                                            

Durante un tiempo tuve un mural colgado en la biblioteca con la siguiente frase: “El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho”. Es de Miguel de Cervantes.

Una reflexión sobre el papel de las bibliotecas en nuestros pueblos y, sobre todo, frente a la despoblación.

La biblioteca es un servicio imprescindible en nuestros pueblos, ya que impulsa el conocimiento entre los que la visitan. Como ya se ha ido comentando durante la entrevista, es un lugar de encuentro, en el que cambiar opiniones y pensamientos. A través de nuestras actividades, siempre novedosas y actualizadas a los tiempos, queremos que niños y mayores vean la importancia de la lectura. Aunque nos encontramos en una zona pequeña, y en tendencia a la despoblación, se quiere que los niños tengan las mismas posibilidades en cuanto a lectura se refiere, que otro de sus iguales que viven en grandes ciudades con mucha más oferta.

¿Qué sientes al oír Los Monegros?

Monegros es mi tierra, son los paisajes áridos y singulares, pero con una belleza particular. Al oír Monegros pienso en su gente, siempre mirando el cielo en busca de unas pocas gotas de lluvia que permitan sacar una cosecha en el mes de junio.

Una esperanza, ilusión o deseo.

La esperanza para un pueblo como La Almolda se llama agua, nuevos regadíos que permitan asentar población y garanticen un medio de subsistencia a las generaciones futuras.           

      

                                                           

Sara Pareja, bibliotecaria de Robres


Sara Pareja García nació en 1983 en Andalucía pero vive en Robres donde se encarga, desde hace cuatro años, de la biblioteca municipal. Una imprescindible que hace posible que se mantengan abiertas las puertas de la biblioteca local, un mundo mágico de libros, de cultura e infinitas historias y aventuras.

Recuerdos de la niñez, escuela, juegos, tradiciones, la vida en el pueblo, marchar y quedarse, lo que ha cambiado, la vida de antes, trabajos, el papel de la mujer…

Mi niñez fue en Andalucía (Málaga) de donde vengo, de un pueblecito de la costa llamado La Cala del Moral, un poco más grande que Robres, con un solo colegio mixto pero dos y tres clases por curso. Los juegos eran en la calle: la rayuela, el elástico, la comba, juegos de pelota, patines y mucha bicicleta. Juegos en la playa de arena, voleibol y a ver quién cogía más piedras o conchas dentro del mar, las tradiciones parecidas aquí pero con otras fiestas…malagueñas, sevillanas, flamenco…

Para mí la vida en el pueblo es muchísimo mejor!. Nos conocemos todos, tranquilidad, menos contaminación, seguridad para nuestros hij@s. La ciudad para una tarde de entretenimiento.

El papel de la mujer sí que ha cambiado mucho, trabaja más ahora fuera de casa, es más independiente, más libre.

¿Bibliotecaria? ¿Cómo has llegado a ser bibliotecaria rural? ¿Qué significa ser bibliotecaria en un pueblo? Dificultades, alegrías…

Pues hablé con Olga la alcaldesa diciéndole que pena que teniendo una biblioteca tan chula, no se utilice ni se abra…y me ofreció llevarla. Encantadísima porque me encanta leer, me encanta. Los libros, las actividades para niñ@s y adultos!! Así llevo 4 años y por muchos más!

Ser bibliotecaria en un pueblo significa conexión con la gente, le recomiendas a la gente un libro( en Robres la mayoría de gente me pide que le aconseje un libro) que para esa persona va a ser especial para sus momentos de desconexión, de tranquilidad.

Dificultades únicamente por el tiempo, porque si pudiera abriría todas las tardes, me encanta estar aquí y recomendar, preparar…pero teniendo otro trabajo es mas complicado.

¿Bibliotecaria rural, mucho más? Actividades culturales, centro social…

Teniendo el apoyo que tiene la biblioteca de Robres con el ayuntamiento, con las asociaciones… no para de hacer actividades y proponer cosas que siempre son bien recibidas.

¿Qué es un libro?

Es un medio de transporte hacia el mejor lugar del mundo.

Un género literario, un libro imprescindible, escritor/a, una poesía, una palabra bonita, una gran frase, una película y una canción.

personal? romántico o histórico, las nueve revelaciones de James Redfield, Luz Gabás y Dan Brown, ¨Sin condiciones¨ de Jorge Bucay, sonríe, cuando cambias el modo en que ves las cosas las cosas que ves cambian también., Película: LUCY, y canción: la vida es un carnaval de Celia Cruz.

Una reflexión sobre el papel de las bibliotecas en nuestros pueblos y, sobre todo, frente a la despoblación.

Es imprescindible una biblioteca en cada pueblo, el que cada persona pueda acceder al préstamo gratuito de la lectura y demostrar que en un pueblo se vive genial, cuando formas una familia por la tranquilidad que tienes, cuando eres mayor por la paz que hay y cuando eres joven, si si…joven, porque aunque en niveles de estudios no hay los mismos recursos que en una ciudad, las cuadrillas, las reuniones de amigos, las quedas, las fiestas del pueblo son inigualables.

¿Qué sientes al oír Los Monegros?

Siento que es el lugar perfecto para vivir, porque aunque le falte el mar, tiene ríos y lagunas.

Una esperanza, ilusión o deseo

Que siga quedándose juventud o familias en el pueblo, para mantener escuelas, actividades…que sigan habiendo tantos lector@s o más como hasta ahora y que la gente no deje de escribir ni de leer.

Luisa Casañola Andrés, bibliotecaria de Sariñena


Luisa Casañola Andrés nació en Huesca el 8 de abril, de la quinta del 73. Siempre ha vivido entre San Juan del Flumen y Sariñena y desde hace años se encarga de la biblioteca municipal de Sariñena, ubicada en el Centro Cultural Antonio Beltrán. Profesionalidad, cercanía y familiaridad en una biblioteca alegre y dinámica, llena de vida y actividades que responde al centro neurálgico de la actividad cultural de Sariñena. Con Luisa continuamos conociendo a las bibliotecarias de Los Monegros, las imprescindibles.

Recuerdos de la niñez, escuela, juegos, tradiciones, la vida en el pueblo, marchar y quedarse, lo que ha cambiado, la vida de antes, trabajos, el papel de la mujer…

Entre los recuerdos de mi niñez siempre me encuentro con las noches de salir a la fresca con las vecinas de mi abuela en San Juan, las vueltas a la manzana con la bici, el pantano, la matacía o las hogueras. Entre San Juan y Sariñena, siempre en el camino; las tardes de trastienda, brasero, mesa camilla, mil colores y labores, LUNIMER. Paco e Isabel.

Las vecinas, la tienda de Guillermo, después M.ª Cruz con Miriam. La calle, nuestra segunda casa, la Calle Fatás, Casa Paca, la panadería de Bruna y Concha con la verdulería.

Al final del recorrido, la biblioteca, como punto de encuentro.

¿Bibliotecaria? ¿Cómo has llegado a ser bibliotecaria rural? ¿Qué significa ser bibliotecaria en un pueblo? Dificultades, alegrías…

Hace más de treinta años que se pusieron en marcha los estudios universitarios de Biblioteconomía y Documentación en la Universidad de Zaragoza. Dependiendo en su ubicación física y en su gestión administrativa de la Facultad de Filosofía y Letras. Nunca llegó la licenciatura y hoy es el grado en Información y Documentación. Era entonces lo que más cerca tenía de casa y estaban relacionados con el ámbito de la comunicación que es lo que me llamaba la atención. Soy de la promoción 1993-1996.

Aunque fue la archivística la disciplina que me llevó a conocer los archivos y su importancia como guardianes de las decisiones, actuaciones y memoria. Las prácticas de la carrera las hice en el archivo municipal de Sariñena, entonces, ubicado en la segunda planta del ayuntamiento; no había una persona fija y había mucho trabajo por hacer. Quería quedarme aquí en Sariñena porque tenía mi vocación en la puerta de casa.

El archivo me llevó a la biblioteca. La biblioteca es un espacio que crea futuro con vertiente social como espacio para las personas, sus servicios están en continua adaptación y nos ofrecen opciones que no están disponibles en ningún otro lugar, de forma gratuita.

¿Bibliotecaria rural, mucho más?

Trabajamos en ideas innovadoras y creativas. Nuestro reto es seguir generando valor siempre con el libro como herramienta que une a la sociedad.

¿Qué es un libro?

En los libros hay poesía, palabras bonitas o grandes frases.

Un género literario, un libro imprescindible, escritor/a, una poesía, una palabra bonita, una gran frase, una película y una canción.

Películas de libros y hasta canciones. Ahora mismo estoy con “Las formas del querer” de Inés Martín Rodrigo, premio Nadal 2022. Y como dice la autora “Las palabras escritas y leídas ha sido siempre mi mejor refugio”.

¿Qué sientes al oír Los Monegros?

Al oír Los Monegros, escucho la canción, “de esta tierra hermosa, dura y salvaje; haremos un hogar y un paisaje”.