En el cementerio de Sariñena se encuentra una tumba que alberga los restos de 13 hombres asesinados durante la guerra española, el 28 de julio de 1936. El paso del tiempo ha ido borrando los nombres que cada vez se van volviendo más ilegibles. Rescatamos parte de sus historias, episodios duros y trágicos.
Las victimas corresponden a Eduardo Colay Bierge, sacerdote coadjutor ejecutado a los 24 años de edad, el Teniente Coronel E.M. Bernardo Cariello Torrente, a los 65 años de edad, los señores Mariano Caballero, José María Arrelda Oroz (comerciante), Jesús Oto Portoles, Mariano Rivera Riva, Eduardo Baile Herrerin (Industrial), Fulgencio Desentre García (Contable), Tomás Aguilar Refusta (Industrial), Felipe Cativiela Solan (Agricultor) y tres personas de identidad desconocida. La Causa General de Huesca, Pieza Principal, Rama Separada nº 131 Sariñena dicta que “Fueron fusilados por la canalla roja, la fecha indicada, en la carretera de Sariñena a la Estación del Ferrocarril, y después trasladados al Cementerio y quemados”.
La fosa se encuentra inventariada por el Ministerio de Justicia con el número de registro 1454/2009 HUES. Se encuentra en el pasillo central del cementerio, en el lado derecho, destacando una cruz de piedra y una gran losa, también en piedra con los nombres de las personas enterradas. Además, la lápida contiene la siguiente inscripción: “Aquí reposan las cenizas de trece caballeros Españoles que por dios y por la patria dieron su vida en esta villa. El 28 de julio de 1936”.
Al parecer a Eduado Colay Bierge, coadjutor de Sariñena y recién ordenado sacerdote, se le instó en repetidas ocasiones la prohibición de celebrar oficios religiosos. Aun así, celebró misa en una casa particular, por lo que fue detenido, encarcelado y ejecutado. Daniel Pinos, en su libro “Ni el árbol ni la piedra”, data su encarcelación el 21 de julio y su ejecución el 28 del mismo mes. Cuenta que Eduardo Colay y Bernardo Cariello gritaron, antes de morir fusilados: “¡Viva Cristo Rey!”. Eduardo era natural de Francia aunque naturalizado en España. Su madre, María Bierge Oliveros, natural de Abiego (Huesca), declaró como testigo (ES.28079.AHN//FC-CAUSA_GENERAL,1412,Exp.1).
Estuvieron a punto de ejecutar al párroco Pedro Segura Gavín, mosén Pedro se libró por la intervención del Molinero. Desafortunadamente, mosén Pedro no aguantó aquellos años convulsos y cayó en coma falleciendo el 6 de octubre, su entierro fue multitudinario. Luis Buil Espada, en su libro “Toda la vida en guerra de un pacifista”, describe la gran personalidad y querencia que tenía mosén Pedro “El cura, Don Pedro, se quedó y estuvo bien cuidado así como la casera que era hermana suya. Este cura se había comportado siempre muy bien. A pesar de su edad se quitó una vez los pantalones en la iglesia para dárselo a un necesitado. El también era pobre; después de mucho tiempo murió de enfermedad pero nunca le faltó nada.”
El Teniente Coronel del Ejército Mayor Bernardo Cariello Torrente, natural de Tamarite de Litera, vivía retirado junto su esposa Fausta Marcellán, en el caserón familiar casa Marcellán de Lastanosa, a donde se desplazaron para detenerlo cerca de veinte hombres montados en un camión. Lo trasladaron a la cárcel de Sariñena y fue fusilado al poco tiempo. Los cadáveres fueron quemados en el cementerio municipal y en los informes políticos sociales encontramos el siguiente testimonio: “En dicho recinto donde había restos humanos medio calcinados de varios cadáveres que días anteriores habían sido asesinados, a los que prendieron fuego de uno de los cuales se le quemaron únicamente las ropas haciendo mofa y burlas de dichos restos, tirándoles piedras al pene al que aparecía intacto, hasta que un convecino, testigo presencial, le recriminó tan inhumana acción.
«En los primeros momentos de estallar el Glorioso Movimiento Nacional, se trasladaron al pueblo de Lastanosa con un camión los vecinos de esta villa Francisco Masueras, como chofer, Pedro Bornao, Dionisio Buil, Ángel Monviola, Vicente y Antonio Lapiedra, un tal López, celador de teléfonos, Ramón Carbonell Jiménez, José Carreras Gavín, Román Romerales, Juan Abadías, Francisco Basols Buil, José y Joaquín Toro, Bautista Peralta Rodrigo, Jesús Penón Corvinos y los vecinos de Capdesaso Félix Albala Lana, Ángel Rivases Buil, Moises Cazcarra, José Puertas y Pascual Araso ,como acompañantes, los cuales detuvieron en dicho pueblo a Don BERNARDO CARRIELLO TORRENTE, Teniente Coronel de inválidos, al que condujeron a Sariñena y el Comité revolucionario lo metió en la prisión, juntamente con cuatro individuos más desconocidos en esta, a los que calificaron espías de las fuerzas Nacionales, así mismo detuvieron al Coadjutor de esta Parroquia Don EDUARDO COLAY, cuya detención efectuaron los vecinos de esta localidad Ángel Monviola, Bautista Peralta, Joaquín Garces, Faustino Lacuna, un hijo, Jesús Penón y José Nogués Carpi, así lo tiene declarado este último.
Los seis detenidos, en la noche del 28 al 29 de Julio de 1.936, fueren sacados de dos en dos, por los vecinos de esta villa Francisco Basols Buil y Antonio Marías Tella y Juan Gascón Ferrer, los cuales lo asesinaron en la carretera de Huesca (extramuros de la localidad) siendo ejecutados primeramente los señores Carriello y Colay. Estos asesinatos fueron presenciados por los vecinos le esta villa que en dicha noche prestaban al servicio do guardia en la salida del camino da los Olivares a unos setenta y cinco metros del lugar del hecho, José Zamorano Cabellud, Francisco Toro Mora, Mariano Useron Gracía, José Monviola Bornao y José Nogues Carpi, así lo tiene dicho este último.
A las pocas horas de cometidos estos asesinatos, en un camión trasladaran los cadáveres al cementerio de esta villa por orden del entonces alcalde José Paraled Sarrate, los vecinos la misma Mariano Bosque, Teodoro Sama, Antonio Olivan, José Bel y Manuel Ullod; acto seguido, los citados individuos, con el camión de referencia y ordenado por la misma autoridad, recogieron siete cadáveres que en la misma noche habían sido asesinados en la carretera le Lanaja (extramuros de esta población ) cuyos nombres y lemas antecedentes de los mismos son ignorados en esta localidad, por ser forasteros, los cuales fueron conducidos también al cementerio y acinados con los seis anteriores, los rociaron con gasolina y les prendieron fuego, ignorándose si el siniestro lo cometieron los conductores de los mismos o el sepulturero municipal, llamado Tomás Ade Muro, puesto que unos a otros se acusaron de ser los autores.
El Noticiero, 25 de julio de 1952.
Del 14 al 18 de Octubre de 1.936, la escolta del Comisario Político del Campo de aviación de esta localidad, Franco Quinza, detuvieron al Señor Arizaleta, administrador de la Señora Viuda de Bastaras, el cual lo trasladaron al cementerio de esta villa, donde fue fusilado por dicha escolta en presencia del citado comisario, y los componentes de la misma eran ajenos a esta localidad, entre los cuales se encontraban los ex guardias civiles Víctor Esporrin del Río, José Puivecino Calasanz y Salvador Carrera Mayans.»
Causa general de Sariñena (ES.28079.AHN//FC-CAUSA_GENERAL,1412,Exp.1).
En el expediente personal de José Carrera Gavín Consejo de guerra, Procedimiento sumarísimo de urgencia 351-39 (Víctor Pardo Lancina y Raúl Mateo Otal. Todos los nombres) queda recogido: «Salió el diciente -relata Carrera Gavín- por orden del comité, en unión de Juan Abadías Ángel Mombiola Allué, Francisco Nogués Espada, Francisco Basols Buil, Ramón El Gitano y otros varios que no recuerda, estos todos vecinos de Sariñena, llegando al pueblo de Lastanosa procediendo a la detención del referido señor Cariello al que condujeron a Sariñena y entregaron al comité, según orden que este les había dado. Este comité lo formaban, entre otros que no recuerda, José Brunet, Vicente Nogués Roy Sampudela, Romerales El Jinete y Francisco Masueras; que se enteró después que había sido asesinado en unión de dos más, pero ignora quiénes fueron los autores, ni quién ordenó su muerte.»
El caso de Tomás Aguilar Refusta lo rescata su nieto Manuel Maynar Aguilar. A raíz de la publicación de este artículo ha conocido el lugar donde se encuentra enterrado su abuelo: «Otra buena persona, cuyo único delito fue tener coche y llevar a unos amigos desde Zaragoza a Robres para recoger al cura del pueblo antes de que la zona cayese en poder de las fuerzas paramilitares que avanzaban desde Cataluña para combatir a los insurrectos en Aragón. Y no se llevó también por delante a mi tío Luis Maynar Ferrer porque una alta fiebre le impidió acompañarle siendo sustituido por otro de los allí enterrados».
El Noticiero, 26 de julio de 1938.
Jesús Oto Portolés fue detenido en Robres y fusilado en Sariñena el 27 de julio de 1936. Era soltero y natural de Robres, aunque domiciliado en Zaragoza. Hijo de Joaquín Oto Serreta, comerciante natural de Robres, fue fusilado en Tardienta el 20 de octubre de 1936. Su hermano Ángel Oto Portolés también fue fusilado en Tardienta el 20 de octubre de 1936. Ángel, natural de Zaragoza, estaba soltero y contaba con 33 años de edad, era perito de marina .
Fulgencio Desentre García, contable, era natural de Torralbilla (Campo de Daroca) y pertenecía a una de las familias de mejor posición del pueblo, señala su sobrino Luis Yáñez Montenegro, «lo cual no quiere decir que fuera rico». «Trabajó de secretario para un rico de Sariñena, ignoro cuál. Oí que había enseñado a leer y a escribir por altruismo a muchos analfabetos», aunque Luis no sabe si esto sucedió en Sariñena. Luis cuenta que su tío Fulgencio fue quemado vivo «En mi familia los hubo socialistas, falangistas y anarquistas. Que no se vuelva a repetir. Que por cierto, su hermano Pascual Desentre levantó en armas al pueblo de Torralbilla contra la Guardia Civil en el año 1940. Un episodio muy desconocido y extraño».
El Noticiero. Zaragoza, 27 de julio de 1939.
Felipe Cativiela Solan natural de Villanueva de Gallego, contaba con 47 años de edad. Hijo de Nicolas y Ascensión, era hermano de Casimiro, José, Martín y Jacinta. Estaba casado y tenía tres hijos, Abel, que murió en la guerra con tan solo 18 años, Carmen y Jesús. Jesús vivió la guerra en el bando republicano, fue cura capuchino hasta que abandonó el sacerdocio. Era agricultor, muy fuerte, de buena familia y ejerció en Villanueva de Gallego como delegado de la casa de abonos Cros. Conocía al delegado de Sariñena de la Cros, Ballarín.
Felipe era muy listo y emprendedor, llegó a ser dos veces alcalde, por orden del gobernador, de Villanueva de Gallego. Villanueva de Gallego llegó a ser el primer pueblo de Aragón con agua corriente. Solía decir que uno no se puede arruinar dos veces en el mismo día, vendía y compraba tocinos, novillos, alfalfa… alquiló 2000 hectáreas que roturo y sembró en el Castellar, por Juslibol. No recogió apenas cosecha y quedó medio arruinado, al año siguiente, hipotecándose, sembró tres vagones y recuperó mucho más de lo que había perdido.
A finales de julio de 1936, un amigo de Zaragoza le pidió el coche para ir a buscar a un cura en Robres. Felipe tenía un ford t4 y un chevrolet. Al final el amigo no se presentó y Felipe salió junto a otras personas hacía Robres. En Leciñena les paró la guardia civil y les advirtió que de aquí p´alante su seguridad no se podía asegurar si continuaban su viaje, que era arriesgado y peligroso. Efectivamente, fueron interceptados poco antes de llegar a Robres, los tomaron como espías siendo detenidos y llevados a Sariñena donde fueron encarcelados. A los dos días, sin juicio, fueron fusilados. Soltaron a uno de Almudevar. Testimonio familiar de su sobrino Félix Cativiela Bescos.
El testimonio de José Zamorano Cabellud manifestó que los cadáveres fueron llevados al cementerio «Encargando al enterrador llamado Tomás Adé, vecino de Sariñena, que los echara al foso destinado para quemar los huesos, que los rociara con gasolina y que les prendiera fuego, lo cual lo cumplió rápidamente, estando dicho Tomás Adé en el repetido Sariñena en libertad». Causa General de Sariñena (ES.28079.AHN//FC-CAUSA_GENERAL,1412,Exp.1).
La fosa contiene otros tres restos, personas de las que desconocemos su identidad y que difícilmente podremos averiguar. Otros sucesos ocurrieron durante la guerra y estas no fueron las únicas ejecuciones durante la Sariñena republicana y como zona de guerra, con gran actividad por su cercanía al frente, por el aeródromo de “alas Rojas” y su comunicación ferroviaria con Barcelona. El administrador de la familia Bastaras, Arizaleta fue detenido en la Cartuja de las Fuentes y fusilado en Sariñena. En los informes políticos sociales encontramos el siguiente testimonio: “El informado salió con un grupo que salió de esta a Lanaja con el fin de sostener el avance nacional (en cuya ocasión cogieron a un falangista, asesinándole un Catalán que iba en el grupo, de cuyo sujeto nadie da datos. Manifestando, así mismo, que el informador acompañado de varios más fueron a buscar a la Cartuja con el propósito de detener al Sr. Administrador de Bastaras al que no encontraron siendo detenido posteriormente por la escolta del comisario político del campo de aviación de esta villa y en octubre del 36 fue asesinado en el cementerio de esta villa por los mismos que lo detuvieron.”
En la causa general de Sariñena (ES.28079.AHN//FC-CAUSA_GENERAL,1412,Exp.1) se hace referencia a Eusebio Ainaleta Españez, de 32 años de edad, empleado, pertenecía a Falange Española, calle Vieja. Su cadáver fue encontrado en la carretera Sariñena.
El 25 de marzo del 38 también fueron fusilados Teodoro Cabellud Blanco, de profesión caminero a los 54 años de edad, Pilar Conte Dueso, a los 20 años de edad, Antonio Loscertales Peralta, labrador de 60 años, Carmen Tierz Marias, dedicada a “sus labores” 58 años y el 26 de marzo del 38 fue fusilado José Almerge Montel, caminero de 60 años de edad. En el campo de aviación “Alas Rojas” aparecieron los cadáveres “incendiados” de los aviadores de derechas Abelardo Carazo y Muntaner. Las personas sospechosas fueron los responsables del campo de aviación, el comandante Reyes, el comisario político Franco y el Capitán Adonis Rodríguez.
La memoria es una lección, un ejercicio vital que como sociedad hemos de saber asumir, respetar y aprender, para transmitir y nunca volver a repetir.
Don José nació en el año 1890 en una buena casa de Binaced en la que todos sus hijos habían estudiado alguna carrera, Binaced dista unos cincuenta kilómetros de Sariñena y forma parte de la comarca denominada Cinca Medio.
A principios del siglo XX ejerció de maestro en Belsierre (municipio sobrarbense agregado en la actualidad al ayuntamiento de Puértolas y a 34 kilómetros de la villa de Ainsa). Allí conoció a su esposa Concepción Lascorz Mariñosa (doña Concha). Tuvieron cuatro hijos: Concha, José María, Conrado y Berta.
Posteriormente pasó a practicar la docencia en el barrio de la Estación de Sariñena. Allí vivieron en una casa propiedad de la familia Llamas y cedida a los maestros.
En el otoño del 37, comenzada la guerra, la familia decidió exiliarse a Francia al considerar don José que sus ideas liberales y socialistas (se había afiliado a FET- UGT en 1937) podían ser peligrosas para su integridad y la desgracia de los suyos. A pesar de que le acusaron de ser de Izquierda Republicana, él nunca se consideró ni rojo ni comunista.
Marcharon los seis, Berta tenía entonces unos meses, en el coche de línea que subía de Barbastro y que pasaba por Ainsa, Labuerda, Laspuña, Escalona…, allí bajaron y se dirigieron andando por Belsierre hasta la aldea de Bies (pequeño pueblo de dos casas, hoy deshabitado) donde se quedaron a dormir en casa Marcial, propiedad de su amigo el alcalde Ramón Bernad y de su esposa Teresa Garcés. Ambas familias habían acordado exiliarse a Francia conjuntamente aprovechando que Ramón conocía perfectamente los caminos pirenaicos que llevaban al país vecino.
Al día siguiente de madrugada, la familia Bernad-Garcés con sus cinco hijos y la familia Castanera-Lascorz con los cuatro propios bajaron hasta Hospital de Tella y allí cogieron el autobús que les llevaría por Lafortunada hasta Bielsa, llegados al citado pueblo continuaron hasta Parzán y posteriormente se dirigieron a Francia por caminos y sendas ya nevados.
De los dos años y medio que permanecieron en el exilio no tengo información..
En 1940 y recién terminada la Guerra Civil regresaron y don José pidió el reingreso en el cuerpo de maestros para seguir en la docencia.
Para comprobar las implicaciones políticas o en hechos de guerra de los docentes que solicitaban el reingreso, se habían creado unas Juntas Municipales y Provinciales. Estas juntas tenían la misión de verificar el grado de participación que habían tenido los maestros en la extinta República y en la Guerra Civil. En el caso que nos ocupa, don José tuvo que presentarse ante la Junta Municipal de Educación Primaria de Sariñena que estaba presidida por el alcalde accidental Melchor Pueyo y en la que ejercía como secretario mosen Jorge Lecha. La junta dio el visto bueno y en marzo de ese mismo año don José fue rehabilitado provisionalmente para volver a ejercer su profesión en la escuela del Barrio de la Estación. Al año siguiente solicitó el traslado a las Escuelas Nacionales de Sariñena y se lo concedieron.
Alquilaron un piso en la calle Mercado (popularmente de los Porches) propiedad de la familia Bastida-Cascales y allí vivieron hasta su fallecimiento.
También ejerció de maestro en el pueblo de Larrés (municipio de Sabiñánigo) donde su hija Concha conoció al que después iba a ser su marido y donde permaneció toda su vida. Este destino profesional no tiene una datación conocida.
Las rehabilitaciones de los maestros iban acompañadas de algún tipo de sanción más o menos grave dependiendo de su implicación política en tiempos de la Segunda República. En el caso de don José, el castigo fue el de trabajar sin derecho a sueldo durante dos años. No tuvo más remedio que aceptar la sanción puesto que, además de ser un maestro vocacional, era lo que mejor sabía hacer. Para poder subsistir se vio en la necesidad de dar numerosas clases particulares en su casa y más tarde de bachillerato, contabilidad y preparación de oposiciones en un cuarto que arrendó en casa Paraled (Sabineta). Cobraba 25 pesetas al mes por dichas clases y enseñó a numerosos alumnos como los hermanos Morén, Ángel Barrieras, Ricardo Herrezuelo, Ramón Gómez, José López, Ángel Royo, Domingo Lana, los hermanos Anoro, Antonio el cartero, Antonio Gascón y los hermanos Porta entre otros.
Con esta represalia y otras peores fueron sancionados cerca de 20.000 maestros de los 60.000 que había ejerciendo en tiempos de la República. Las plazas de los que fueron depurados definitivamente pasaron a ser ocupadas por militares que habían combatido en el bando franquista.
En esos tiempos difíciles, don José y su familia recibieron la solidaridad de muchas personas de Sariñena en forma de productos de la huerta, de la matacía, incluso leña o los posos del café que le daban en una conocida cafetería próxima a su domicilio.
También tenían un corral con gallinas y conejos en la calle Violinista José Porta al que doña Concha le sacaba un buen partido.
Esta delicada coyuntura económica familiar la vivieron hasta marzo de 1942, fecha en la que ya se regularizó su situación.
Don José preparó a su hijo José María para oposiciones a la RENFE en las que consiguió la mejor nota. Fue el número uno de su promoción y se mantuvo en su plaza de Lérida hasta que se jubiló. Recuerda Berta que su hermano tuvo que engañar al tribunal respecto a su edad pues opositó con 17 años, incumpliendo la normativa que exigía a los opositores haber cumplido los 18. Al final de su vida laboral tuvo que jubilarse un año más tarde porque su edad real no correspondía con la que constaba en los papeles oficiales.
Su tercer hijo Conrado aprobó oposiciones a banca en Barcelona.
En la vida familiar existe una anécdota muy representativa de aquel año tan difícil como fue el 1937 en que nació su hija Berta en el barrio de La Estación y la inscribió en el Registro Civil con el nombre de Libertad Castanera Lascorz. Era juez municipal Cándido Alegre Sarrate y así lo anotó en el certificado de nacimiento el secretario del mismo Manuel Carpi Arroyos.
Mi madre (cuenta Mª José) pasó a llamarse familiarmente Berta, o sea el diminutivo del mencionado Libertad, pero nadie se dio cuenta de que había habido una alteración sustancial en el acta de nacimiento hasta que años más tarde cuando fue a arreglar unos documentos le dijeron que ese no era su verdadero nombre, que estaba inscrita como Matilde. Alguien había tachado en su acta el nombre elegido, o sea Libertad y a su lado había escrito, increíblemente, Matilde.
Puede ser que el autor del cambiazo pensara que lo de Libertad era demasiado revolucionario y no lo permitió.
Así que en 1990 tuvo que ir al juzgado con varios testigos los cuales aseguraron bajo juramento que siempre se la había conocido con el nombre de Berta. Entonces el juez adjuntó un certificado al Acta de Nacimiento en el que quedaba reflejado el cambio de nombre que, sin el consentimiento de la familia, había realizado la autoridad judicial competente en esos días.
Don José también dio clases en las Escuelas Nacionales al que suscribe y aún recuerda su enjuta figura, su bien hacer, su carácter bondadoso y su célebre boina que utilizaba alguna que otra vez a modo de elemento admonitorio contra los que tenían dificultades en mantener cierta disciplina.
Tenía fama de buena persona y de buen maestro, con gran habilidad para enseñar matemáticas, contabilidad y gramática. Incluso dicen que se sabía el Quijote de memoria.
Este pequeña gran historia la he escrito animado por el interés de su hija Berta y de su nieta Mª José Bernad. Ambas querían dar conocimiento público de las dificultades que tuvieron que solventar don José y doña Concha a lo largo de su vida y también la de recordar la figura de un excelente maestro que dejó huella en muchas generaciones de sariñenenses.
Don José falleció en Sariñena en diciembre de 1967 y su esposa doña Concha en mayo de 1981. Ambos lucharon por tener una vida digna en unos tiempos difíciles y ahora descansan en paz en nuestro cementerio
El segundo apellido de Casto, Expósito, ya nos pone en la pista de su infancia en un hospicio, en este caso el de Zaragoza. Se casa con Pascuala Puértolas, de Farlete y termina viviendo en Perdiguera, donde tendría cinco hijos, un varón llamado Antonio, y cuatro hijas: Inés, Victoria, Rosario y Trinidad.
Casto López Expósito
Por Constantino Escuer Murillo
Afiliado a Izquierda Republicana y vocal de este partido en Perdiguera, es elegido junto a Hilario Murillo y Segundo Arruga, concejal del ayuntamiento de Perdiguera tras el triunfo del Frente Popular.
Tras el golpe militar que dio comienzo a la guerra civil, la situación en el pueblo se vuelve muy peligrosa para las personas de izquierdas. Detenciones y fusilamientos hacen que una noche Casto huya del pueblo acompañado de su hijo Antonio, que por entonces tiene 19 años. En casa quedan Pascuala y sus cuatro hijas.
Rosario López
Padre e hijo continúan la huida y se unen al ejército republicano. Antonio irá a luchar al frente y Casto, debido a su avanzada edad, será destinado como guardián a una prisión de Barcelona. Entretanto, Pascuala y sus hijas continúan en el pueblo y pasados los días, son detenidas para ser interrogadas. Quiere la fortuna que estando detenidas, se produce un bombardeo y los guardianes que las custodiaban se van a proteger a un refugio, momento que aprovechan para huir en dirección a Leciñena, donde estaban las líneas republicanas.
Me comentó hace unos años Antonio Alfranca, que recordaba perfectamente el momento en el que se cruzó con ellas cuando huían por la carretera, la madre en medio y las hijas cogidas de sus brazos. Se acercó a ellas, pues era amigo íntimo de Antonio, y después de desearles suerte, les dio recuerdos para su amigo Antonio.
Pascuala y sus hijas llegan a Leciñena , continuando su huída hacia Alcubierre y más tarde hacia Lérida, tras los pasos de Casto. Finalmente llegan a Barcelona donde permanecerán hasta casi el final de la guerra.
Antonio López Puértolas.
Antonio, el hijo de Casto, muere el último año de la contienda en el frente de Valencia y Casto con el resto de la familia, tienen que huir de Barcelona ante el avance de las fuerzas franquistas, cruzando a Francia con el último tren que pasó la frontera y que fue bombardeado por la aviación enemiga.
Trinidad López
Ya en Francia, son internados en el campo de Argeles Sur Mer, donde tantos refugiados republicanos fueron hacinados por las autoridades francesas, en unas condiciones atroces que causaron cientos de muertos. Pasados los meses, son reubicados fuera del campo, pero cuando todo parece que va un poco mejor, comienza la segunda guerra mundial y en un momento dado, son detenidos de nuevo por los nazis y trasladados al campo de Angouleme, justo un día después de que saliese de este campo el famoso «convoy de los 927», donde 927 paisanos españoles fueron trasladados en tren al campo de concentración de Mauthausen, librándose de una muerte cierta por los pelos.
Nada sé de las peripecias que sufrieron en el campo de Angouleme, pero tras la liberación de Francia, Victoria y Trini encuentran pareja en París y se quedan a vivir allí. Por su parte, las otras dos hijas, Inés y Rosario, se van a Venezuela donde también formaron familia. A la muerte de Pascuala, acaecida en Francia, Casto decide irse a Venezuela con sus hijas Inés y Rosario y allí acabaría su vida en el año 1959.
Quiero agradecer gran parte de estos datos a Omar de Castro, nieto de Casto y que en la actualidad reside y trabaja en Inglaterra. También me dice que sus tías ya murieron y que su madre Rosario, tiene 94 años y está en una residencia delicada de salud.
De izquierda a derecha Trini, Rosario, Pascuala, Casto y Victoria. Arriba Inés (ya en Venezuela) y Antonio (fallecido en el frente de Valencia).
Vaya desde aquí mi homenaje y mi reconocimiento a Casto, un hombre con una dura infancia y al que sus ideales y su sentido de la justicia social, le hicieron estar en el punto de mira de los fascistas, lo que le obligó a estar en permanente exilio junto a toda su familia. Sirva el mismo reconocimiento para su hijo Antonio, que murió luchando por la libertad, y al resto de su familia, perseguida y exiliada como él.
Subo la única foto que tengo de Casto, posando con la junta directiva del sindicato agrario de Perdiguera del año 1927. También subo una foto de las dos hijas pequeñas, Trinidad y Rosario, que les hicieron en la escuela y que les mandé ya hace años. Ha sido el único recuerdo visual de su niñez, ya que escaparon de Perdiguera con lo puesto.
Constantino Escuer Murillo, natural de Perdiguera, es un agricultor muy unido a su tierra. Valora tanto la vida, que es capaz de ver la vida que no somos capaces de ver los demás; es todo un conocedor y descubridor de la entomofauna monegrina y de la naturaleza en general. Pero además, Constan es colaborador de la revista monegrina «Montesnegros» y gran divulgador y conocedor de su tierra. He de agradecerle que haya querido compartir dos emotivos escritos sobre la guerra civil en Perdiguera, valiosos testimonios para que la memoria continúe viva en nuestros corazones.
Constantino Escuer Murillo
IN MEMORIAM
«Rogad a Dios en caridad por estos cuatro seres inocentes, que en horas de confusionismo, dieron su vida por España. Manuel Escuer – Saturnino Alfranca – Benito Bailo – Segundo Arruga» Así reza la inscripción en la lápida de una tumba que encontraremos en el cementerio de Perdiguera nada mas franquear su puerta.
Tal día como hoy 28 de agosto de 2016, se cumplen ochenta años del asesinato de estos cuatro vecinos de Perdiguera, que junto al maestro de Lanaja, cuyo nombre desconozco, fueron fusilados en las tapias del cementerio.
No fueron los primeros en ser pasados por las armas tras la sublevación militar del 18 de Julio de 1936, ya que previamente y en las tapias del cementerio de Torrero, habían sido fusilados el secretario del ayuntamiento de Perdiguera Félix Lamata Sanz y el médico del pueblo Martín Serrano Díaz. Con posterioridad, también sería fusilado el maestro de la escuela de niños Victoriano Tarancón Paredes.
El marmolista que realizó la inscripción de la lápida, por algún motivo, cometió un error a la hora de escribir uno de los apellidos. Las cuatro personas que fueron fusiladas por el único delito de pertenecer a Unión Republicana son: Manuel Escuer Doñate de 52 años, que en el libro de defunciones del ayuntamiento, cuando se habla de las causas de su muerte pone «Muerto a causa de las circunstancias actuales», Saturnino Arruga Alfranca de 51 años y con las mismas causas de la muerte, Benito Bailo Arruga de 40 años «Muerto a causa de la guerra» y por último Segundo Arruga Alfranca de 29 años, que consta como «Muerto por haber sido fusilado».
Este último, Segundo, fue secretario de Unión Republicana, partido que tenía un pequeño casino en la actual calle de Las Plazas, que se cerró tras el golpe militar y que hasta entonces fue centro de reunión y debate político. Como muestra de ello, en una carta dirigida al Gobernador Civil, el alcalde informa de que en el Centro de Unión Republicana, ha tenido lugar el día 17 de enero de 1936 a las ocho de la tarde un acto político, y dice literalmente: «Pláceme significar a V. E. que se verificó el acto con el mayor orden, sin ocurrir ningún incidente, siendo el número de los asistentes de 80 a 100 y los oradores que tomaron parte en el acto, Don Joaquín Centelles, Don Carmelo ¿Esques? D. Saturnino ¿Guallar? y D. Casimiro Sarría, siendo los puntos tratados relacionados con la próxima campaña electoral a Cortes».
Tras esta elecciones, ganadas por el Frente Popular, y con motivo de tres renuncias, se designarían tres nuevos concejales al ayuntamiento de Perdiguera, Hilario Murillo Castelreanas, Casto Lopez Expósito y el propio Segundo Arruga Alfranca. Toman posesión de sus cargos en marzo del 1936 y es elegido alcalde Hilario. Poco dura su mandato, ya que el 21 de julio, tres días después del golpe, el sargento de la Guardia Civil del puesto de Leciñena «Por orden de la superioridad», da por clausurada la Comisión Gestora del ayuntamiento.
De estos tres concejales, Segundo Arruga ya sabemos cómo terminó, fusilado junto a sus tres compañeros y el maestro de Lanaja en un criminal acto al que acudieron numerosos espectadores, entre ellos muchos niños de la escuela, alguno de los cuales arrastraría terribles pesadillas hasta su muerte. Otros niños, ya de mayores, decían recordar al maestro de Lanaja dando vivas a la República mientras el pelotón de fusilamiento les disparaba. Casto tuvo que huir y terminó su vida en Venezuela, e Hilario, tras muchas vicisitudes, se libró de una muerte a la que estuvo condenado.
Espero poder escribir más adelante y con más detalle de los acontecimientos que rodearon la huida forzosa para escapar de la muerte de Hilario y Casto, así como de los horribles hechos que sucedieron en Perdiguera a finales de septiembre de 1936, pero hoy 28 de agosto de 2016, ochenta años más tarde, vaya mi particular y sentido homenaje para Manuel, Saturnino, Benito y Segundo, vecinos de Perdiguera, por su compromiso político y su lucha por lograr una sociedad más justa. Y también para el maestro de Lanaja en representación de tantos servidores públicos que como Félix, Victoriano y Martín, fueron asesinados por defender los ideales de la República.
Constantino Escuer Murillo
28 de agosto del 2016
A SANGRE FRÍA
Pocos imaginaban en el pueblo, que aquel 27 de septiembre de 1936, hoy hace de ello 80 años, se producirían unos hechos que constituirían la página más negra y trágica de la historia de Perdiguera.
Aquel domingo, en un pueblo tomado desde el inicio de la guerra por los militares sublevados, un grupo de guardiaciviles al mando del teniente del cuartel de Movera, después de bien comidos y bien bebidos, según contaban quienes se acordaban de ello, se dedicaron a recorrer el pueblo deteniendo a 31 vecinos que fueron introducidos maniatados en la caja de un camión. Posteriormente fueron trasladados al límite del término de Perdiguera con Villamayor, donde en las paredes de una antigua casilla de peones camineros que había junto a la carretera, fueron fusilados y enterrados en una fosa que allí hicieron.
Sin duda alguna, la saca estaba preparada con un listado de personas a las que había que aniquilar por sus ideas políticas, aunque cabe la posibilidad de que, según algunos testimonios, en la borrachera de la acción, se detuviera a algunos pocos que no figuraban en la lista, pero tuvieron la mala suerte de cruzarse en su camino.
Resulta imposible nombrar caso por caso la tragedia de todos los fusilados, pero sí que tengo testimonios como el de Rogelia, la hija menor de Pedro Escanero y Juliana Vinues, que entonces tenía 16 años, quien me contaba entre lágrimas, que después de asesinar a sus padres, pretendieron que bajase a la plaza a bailar con los soldados unos días después del fusilamiento, y gracias a la intervención de un mando que se había alojado en su casa, la dejaron en paz.
O el caso de Estefanía Castelreanas, madre de Hilario, alcalde y presidente de Izquierda Republicana, que no quiso escapar del pueblo cuando lo hizo su hijo, convencida de que con su edad, siendo devota cristiana y ayudando en las labores de la parroquia, nada le podía suceder. Pues como no encontraron al hijo, se la llevaron por delante.
O el de Pascual Murillo (hijo) de 16 años, quien al ver que se llevaban a su padre Pascual detenido, corrió tras el camión gritando ¡Padre, padre, padre! hasta que detuvieron el vehículo y lo subieron con el resto de los detenidos.
O el de Petra Cugota, de 32 años y en su último mes de gestación, cuyo patente embarazo no fue suficiente para que se compadeciesen al menos del hijo que estaba por llegar.
O el de los otros dos adolescentes de 16 años, Elías Arruga y José Alfranca, que fueron asesinados antes de que pudieran saber lo que era la vida.
Me gustaría poder dedicar unas palabras para cada uno de los asesinados, pero lamentablemente carezco de información suficiente para poder hacerlo. Mi respeto y mi recuerdo para cada uno de ellos.
Pasada la guerra, los cuerpos fueron exhumados de la fosa donde se encontraban y enterrados en el cementerio municipal bajo una lápida común situada muy cerca de la entrada a mano derecha.
Si alguna vez entráis al cementerio de Perdiguera, dedicad al menos un pensamiento para estas 31 personas, que fueron, víctimas inocentes de una maquinaria de terror que intentó aniquilar a todos sus adversarios políticos, y protagonistas involuntarios de una tragedia que todavía tiene sus consecuencias en el pueblo donde vivieron.
Durante la guerra civil, en el frente Aragón, de forma improvisada, por medio de organizaciones obreras y luego a través del Comité Sanitario de las milicias antifascistas y bajo el mando del Comité Central de Sanidad de Barcelona, se instalaron diferentes hospitales de guerra, muchos llamados hospitales de sangre; hospitales provisionales cerca de las zonas de combate que recibían los heridos del frente. Hasta que finalmente el frente aragonés se dividió en dos sectores sanitarios: el norte, que comprendía desde Siétamo hasta Castejón de Monegros pasando por Tardienta, Robres, Alcubierre y Lanaja, y el sector sur que abarcaba Osera, Fuentes de Ebro, Pina, Quinto, Gelsa, La Zaida, Almochel y Lecera con dos sedes principales, en Bujaraloz y Caspe. Cada cabeza de sector contaba con un médico jefe responsable y cada centro debía de instalarse en un lugar con “Abundante agua”.
Visitando Sariñena. Arxiu Històric de Cardona, Domènec Martínez, AHC500-23.
Artículo enmarcado en la serie sobre la guerra civil en Sariñena
En Sariñena se estableció la cabeza del sector norte ubicando en la localidad el Hospital Militar de Sariñena (Carles Hervás i Puyal Sanitat a Catalunya durant la República i la Guerra Civil. Política i organització sanitáries: L´impacte del comflicte bèllic). Así, Sariñena ocupó un lugar muy destacado como punto neurálgico del frente de Aragón y especialmente en el frente de Los Monegros, donde llegaban diferentes columnas y milicianos, principalmente por ferrocarril, desde Barcelona al aeródromo Alas Rojas y al mismo frente muy delimitado en la sierra de Alcubierre. De esta manera, el hospital de Sariñena formó parte importante de los distintos hospitales del frente, contando además con el Hospital de Evacuación del barrio de la Estación ferroviaria de Sariñena y la red de trenes medicalizados. A su vez, el aeródromo Alas Rojas estableció su propia enfermería bajo el mando del capitán médico Manuel Conde López, que “Estaba muy en contacto con el banco de sangre y hospital militar de Sariñena” (Alas Rojas Sariñena, Salvador Trallero).
La sanidad en el frente
Las primeras atenciones se hacían en el mismo campo de batalla y en parapetos de las mismas trincheras, aprovechando cuevas y oquedades, para su posterior evacuación, por medio de las “auto-ambulancias”, a los hospitales de 1ª línea, donde se clasificaban, atendían, realizaban las operaciones de urgencia, a través del equipo quirúrgico, y, si era el caso, se evacuaban a otros hospitales de 2ª línea o también llamados de convalecencia.
Sección catalana del Socorro Rojo Internacional
A la vez que se desarrollaba y organizaba, realiza trabajos de importancia reconocida, como la instalación del hospital de sangre: la casa de reposo para los combatientes internacionales; lavaderos mecánicos, a Sariñena y Alcañiz; la construcción de coches ambulancia, que libra la sanidad de guerra; la organización de la ayuda moral y material a los refugiados y las expediciones de comestibles, ropas de abrigo y material sanitario a los frentes de más importancia.
La Humanitat: Any 6, núm. 1589 (30 març 1937).
El traslado de enfermos, del frente a los hospitales, se realizaba en ambulancias estableciendo, incluso, un tren sanitario en la línea ferroviaria que unía Tardienta, Grañén y Sariñena: «El traslado de nuestros heridos y enfermos se tiene que efectuar por carretera que, dada la mala situación en que se encuentra, ofrece graves peligros e Incluso que cuando lleguen al hospital de sangre de Sariñena, hayan podido fallecer en el trayecto. Por cuanto funciona, casi con absoluta normalidad el ferrocarril de Tardienta a Sariñena, Lérida y Barcelona, ¿no se podría establecer un servicio de hospital sanitario, anulando las ambulancias por carretera.» (Desde Tardienta Necesidad de montar un tren sanitario para hacer el servicio de Tardienta a Sariñena, anulando el actual por carretera. Solidaridad Obrera, 28 de agosto de 1936).
La organización sanitaria, del comité de milicias, quedó plasmada en el diario La Publicitat de agosto de1936: «Las ambulancias sanitarias las tenemos organizadas según la tracción, en trenes y coches. Estas últimas van hasta la línea de fuego por tal de proporcionar los primeros auxilios a los heridos y atender su evacuación. Después se instalan los heridos en trenes hospitales que los trasladan a los hospitales de sangre que se han establecido en Reus y Lérida. Cuando el estado de los heridos lo precisa, otros trenes los transporta inmediatamente a Barcelona.» Ante la necesidad de procurar atender lo más pronto posible, el artículo señala: «Esta necesidad nos ha obligado también a establecer un hospital de sangre en Sariñena, cerca de las líneas avanzadas».
A las doce de la mañana, procedentes de Sariñena y de paso para Barcelona, llegó un tren conduciendo 25 enfermos.
El Noticiero universal, 11-08-1936.
Efectivamente, a fin de no saturar los sectores del frente, se dio suma importancia a la evacuación a hospitales de retaguardia. De esta manera, desde Sariñena, se evacuaba principalmente a Barbastro, Lérida y Barcelona. Para ello se utilizaron trenes medicalizados “Tren-Hospital” que partían desde la Estación de Ferrocarril de Sariñena. La línea de estaciones de Tardienta, Grañén, Poleñino y Sariñena fue un eje vital para la evacuación de heridos del frente de Huesca y de Los Monegros. En el sector sur se priorizó la evacuación desde Caspe en vez de Bujaraloz, también por vía férrea, lo que permitió una buena evacuación a través de trenes-hospital hasta Vilanova i la Geltrú.
La Voz, 12 de agosto de 1936.
«A las doce de la mañana, procedente de Sariñena y de paso para Barcelona, llegó un tren conduciendo 25 enfermos (Lérida)«.
El noticiero Universal 11 de agosto de 1936.
Llegan heridos para reponerse.
Llegaron de Sariñena y otros frentes a Barcelona 29 heridos que se encontraban hospitalizados en Lérida. Fueron trasladados al Hospital Clínico. Entre ellos figuran dos soldados de Zaragoza, que heridos, fueron abandonados por los fascistas y recogidos por los milicianos, que les atendieron.
La Libertad: La Libertad – Año XVIII Número 5108 – 1936 agosto 13 (13/08/1936).
Recibimos con ruego de publicación, la siguiente nota
«Solidaridad Obrera» en su edición de ayer, día 28, insertó una crónica de Tardienta, el autor de la cual evoca con gran celo por la creación de un tren hospital, que haga la línea Tardienta-Sariñena, al objeto de evitar el transporte por carreteras, por resultar enojosos y perjudiciales a los heridos.
Este Consejo Sanitario de Guerra tiene interés en hacer constar que el tren hospital Tardienta-Sariñena, es ya un hecho, como lo es el de Barbastro – Lérida y el de Lérida-Barcelona. Ahora bien como la ferocidad fascista no respeta para nada los trenes hospitales, a la hora del bombardeo es imposible su circulación y eso obliga a emplear otros medios de locomoción que llamen menos la atención de los artilleros fascistas, los cuales diríamos que prestan una predilección sádica por hacer blancos a las ambulancias y hospitales.»
El nuevo tren hospital proyectado por el Consejo Sanitario de Guerra
Salió de la estación de Barcelona (M. Z. A.), con dirección al frente sur, el nuevo tren-hospital, con el cual de hoy en adelante contará el Consejo de sanidad de Guerra, para atender las necesidades del trente. Subió para visitar el frente en dicho tren el honorable consejero de la Generalidad de Cataluña, señor Martín Rouret, y el ciudadano señor Artemio Aguadé, en representación del Comité Central de Milicias Antifascistas. Con los referidos ciudadanos hicieron también el viaje los doctores Jaime Aguadé, De la Cruz, Sala, Perramón, Gispert y Rallo, todos del Consejo Sanitario de Guerra, El viaje tenía por objeto hacer el libramiento oficial del nuevo tren- Hospital, proyectado por el mencionado Consejo.
Dicho tren cubrirá los servicios de la línea de fuego, hasta Flix. Está dotado de un vagón moderno de tercera, previamente desmontable, y en el cual se le pueden adaptar y en consecuencia se le han adaptado treinta y ocho literas de una suspensión perfectamente favorable a todas las comodidades de los pacientes. Consta también de un vagón «sleeping» para la instalación de heridos o enfermos cuyo estado les precisa la máxima comodidad. También consta de un vagón restaurant con sus correspondientes accesorios necesarios para el traslado y cura, de los enfermos.
Cuando llegó a Flix el tren, sus ocupantes, los doctores del Consejo, ocuparon diversos autos, con los cuales hicieron una larga inspección en los frentes de Caspe, Alcañiz, Puebla de Hijar, etc., eta, recogiendo su impresión médica.
Confiamos que el nuevo tren-hospital cumplirá maravillosamente su cometido.
Los talleres e industrias sanitarias han construido las literas y demás material complementario con exquisita delicadeza y esmero.
Los obreros ferroviarios por su cuenta han desempeñado y cooperado con entusiasmo su cometido, demostrando su grande entusiasmo, en la construcción de los vagones de tercera y adaptándolos a las características de su nueva destinación.
El noticiero Universal 29 de agosto de 1936.
Los inicios del Hospital Militar de Sariñena
El Hospital de Sangre de Sariñena se ubicó en la céntrica y pudiente casa solariega Penén-Paraled, en la plaza de la Iglesia, casa que primeramente fue saqueada y requisada, instalando, posteriormente, en sus dependencias el Hospital Militar de Sariñena y con el tiempo pasó a ser del ejército popular: Hospital Militar de Sariñena – XI Cuerpo del Ejército.
En palabras de coronel Luis Alfonso Arcarazo, el Hospital de Sariñena correspondía a «Un hospital de campaña improvisado en julio de 1936 para prestar apoyo sanitario a las columnas milicianas llegadas desde Cataluña para controla la sublevación de las capitales aragonesas». En la crónica de su intervención «El Hospital Militar de Sariñena (1936‐1938)», en las jornadas «Sariñena en Guerra» y publicada en la revista «Suplemento Armas y Cuerpos» Arcarzo explicó como «Se improvisó un hospital con algunas camas y un discreto quirófano, atendido por el personal sanitario de la población».
El improvisado hospital en cuya organización inicial debió estar implicado Comité Local o Comité Revolucionariode Sariñena estaba dirigido por el médico local tal y como queda recogido por el periodista austriaco Franz Borkenau, en su obra El Reñidero español: «El hospital tiene un aspecto bastante decente, considerando que se trata de un establecimiento improvisado. Está a cargo de médico local, pero cuando lo visité sólo cuatro de las dieciséis camas estaban ocupadas por pacientes que sufrieran alguna enfermedad. El hospital adyacente, destinado a los heridos, trataba solamente un caso. De todos modos, esta guerra no está provocando muchas bajas; sólo logran esto las matanzas en el interior.»
También recoge el hospital la poetisa, sindicalista, periodista, feminista y atleta Ana María Martínez Sagi en “Escenas de la campaña por tierras de Aragón” aportando su propia descripción del mismo: «Una casa particular, la mejor sin duda del pueblo, se ha habilitado para hospital. Allí se encuentran atendidos perfectamente ocho o diez heridos, y algunos enfermos; estos en su mayoría sufren de acolitis (Colitis) aguda, debido al agua insalubre de aquellos pueblos de la provincia de Huesca.» (La Noche, 5 de agosto de 1936. Texto recogido en Dones que surten del paper. Periodistes catalanes que expliquen un país: 15 (Lo Plançó) Tapa blanda – 27 noviembre 2018. Edición en Catalán de Elena Yeste Piquer (Colaborador), Francesc Canosa Farran (Colaborador)).
Así mismo también contamos con el testimonio de Manuel de Córdoba, en un artículo publicado en el periódico vespertino barcelonés “La Noche” y publicado el día 12 de septiembre de 1.936 (Artículo reproducido por el historiador sariñenense Arturo Morera en la revista Quio nº75), en el que detalla algunos aspectos interesantes del hospital. Manuel de Córdova describe los distintos departamentos: «Las enfermerías, el quirófano, las salas destinadas infecciosos, las dependencias auxiliares. Todo limpio, con pulcritud pregonera de una intervención femenina celosa del orden». En su volumen, Francesc Closa Salinas apunta que el Hospital de Sariñena presentaba 300 camas disponibles mientras que el de Grañén 45 camas (La organización sanitaria del XI Cuerpo del Ejército Republicano (1937-1939) Closa Salinas, Francesc). Luis Alfonso Arcarazo recoge, entre las dependencias, una máquina industrial para lavar y desparasitar la ropa de pacientes y soldados «Ya que los parásitos era uno de los problemas que mortificaba a los combatientes en las trincheras».
Luis Alfonso Arcarazorecoge que el Comité de Milicias Antifascistas y el Comité de Guerra del Frente de Aragón, que radicaban en Barcelona, se hicieron cargo de la asistencia sanitaria de los combatientes desplegados en el Frente de Aragón haciéndose cargo del Hospital de Sariñena.
El 6 de octubre de 1936 se constituye el Consell Sanitari de Guerra por parte de la Generalitat de Cataluña, formado por representantes de las diversas organizaciones, entre ellos el sariñenense Tomás Tussó Temprado, en representación del POUM, o el médico barcelonés Francesc Bergós i Ribalta, por UGT, y que estuvo al cargo del área sanitaria de Sariñena (Joan Ramón Soler i Segon. Paper del Consell de Sanitat de Guerra de la Generalitat de Catalunya en la Guerra Civil española, 1936-1939).
Además, apunta Alcararo «El hospital de Sariñena tuvo varias denominaciones en función de su dependencia. Con la militarización de las columnas y su dependencia de la Consellería de Sanitat i Asistencia Social pasó a denominarse Hospital Militar de las Milicias y del Ejército Republicano y desde junio de 1937 fue la Clínica Quirúrgica de Sariñena».
El hospital fue el centro de referencia en el sector, donde llegaron gran cantidad de sanitarios, muchos provenientes de Cataluña, entre ellos, señala Arcarazo a cirujanos, traumatólogos, internistas, odontólogos, psiquiatras, practicantes o enfermeras. Igualmente, el hospital es destino de visitas de altos cargos encargados de la sanidad en el frente y del comité sanitario.
Visita al frente del consejero del ayuntamiento de Barcelona Hilario Salvador y el doctor Tussó.
Salimos el doctor Tusó y yo de Barcelona el martes último, a primera hora de la tarde, marchando por Lérida directamente a la parte de Huesca para hacer noche en Sariñena, donde acampaba la columna que manda Jorge de Arquer, y pasando por Monzón.
Allí pudimos ya observar que los bravos milicianos guardan una inmejorable disciplina y que su organización es asombrosa por lo perfecta, llamando poderosamente nuestra atención el hecho de que sus componentes no son solo hombres del trabajo manual, pues entre ellos hay un licenciado en Filosofía y Letras y un médico sueco que desempeña su cometido como tal médico, de un historial tan liberal que además de haber participado en la gran guerra, fue también revolucionario en Rusia y ahora está con los amantes de las libertades de España.
El noticiero universal 8 de agosto de 1936.
Visita a las instalaciones sanitarias
Los doctores Jaime Aguadé, Francisco de la Cruz y Severino Perramón, del Comité Sanitario, efectuaron una visita de inspección a los Hospitales, Trenes sanitarios y Ambulancias de Lérida, Barbastro, Sariñena y Tardienta, en las cuales encontraron al personal sanitario en perfecto estado de disciplina.
La moral entre los heridos es elevadísima, hasta el punto de que al hablarles de convalecencia respondían que su deseo era reintegrarse cuanto antes al frente de batalla, con objeto de aniquilar al fascismo que se bate en retirada.
Este Comité desearía que aquellos que sienten enfervorizarse su voluntad ante el peligro escuchasen las palabras de los héroes que permanecen en cama, algunos de los cuales no se levantarán jamás. Así verían el alma fortalecida que a todos precisa, si quieren librar a nuestro país del yugo que ha estado a punto de imponernos el militarismo monárquico, por fortuna abatido.
El noticiero Universal 14 de agosto de 1936.
Del Frente de Aragón
Tuvimos ocasión de estar a las puertas de Siétamo el día 31 de julio, mientras se estaba librando un combate en las calles mismas de la población.
En la plaza había algunos muertos y heridos. Cuando la Cruz Roja los recogía, fue ametrallada desde el campanario. Cuando un practicante del Hospital de Sangre de Sariñena, junto con un miliciano recogían un herido, al miliciano le entró una bala por la espalda. Este miliciano se llama Robusté, de Mataró. Por la noche una Ambulancia intentó de nuevo recoger los muertos y heridos. Los fascistas la apresaron y fusilaron al chofer y a los dos practicantes. El fascismo no tiene humanidad ni delante a los que cumple una misión sagrada.
J. Oltra Pico. La Batalla: Número 14 _ 18 de agosto de 1936.
Interesándose por el paradero de un miliciano
El delegado político de la centuria 28 de la columna «19 de julio», destacada en un sector del frente aragonés, hace constar que se desea saber el paradero del miliciano Mario Garcés Bergés, herido el día 16 de agosto en Tardienta e ingresado en el Hospital de Sariñena.
Si está restablecido en esta fecha se solicita se incorpore a dicha centuria, por ser ésta la de las Cinco Villas (Zaragoza).
La vanguardia 22 de septiembre de 1936.
Aviso
Se pone en conocimiento de los familiares del compañero miliciano Eduardo Oriol, que va ser herido en el frente el 23 de agosto, de carácter leve y que se encuentra hospitalizado en Sariñena.
Butlletí del Comitè de Defensa Local: Núm. 053 (13 set. 1936) Vilanova i la Geltrú: el Comitè, 13/09/1936 (Vilanova i la Geltrú).
Accidente de Automóvil
Ayer, a última hora de la tarde, cuando regresaba de Sariñena a Barbastro el teniente coronel Gómez García, un camión que iba en dirección a esta última población, se lanzó contra los dos coches de escolta del citado jefe, resultando heridos de alguna consideración un chófer y dos individuos de la escolta, que han pasado hospitalizado a Sariñena.
Los heridos, que han mejorado algo en su estado, se han trasladado mañana a Barcelona.
El noticiero Universal 12 de diciembre de 1936.
Entre los muchos heridos que el Hospital Militar de Sariñena atendió, muchos fallecieron en el hospital e incluso algunos llegaron simplemente ya cadáveres. Algunos de aquellos fallecidos, que fueron inscritos con su respectiva «Acta de defunción», quedan recogidos en el trabajo de investigación: Hospital de Sariñena, fallecidos de guerra.
El sello del Hospital Militar de Sariñena – XI Cuerpo de Ejército – Administración aparece con la cruz de la Soberana y Militar Orden de San Juan de Jerusalén, de Rodas y Malta. Para el investigador monegrino Alberto Lasheras: «La cruz es un emblema con una gran carga de significado e historia desde el S.XII. Tiene un gran significado para el mundo cristiano y dado que la Orden realizaba actividades militares y hospitalarias, se ha ido utilizando como símbolo para identificar al personal militar y sanitario». La cruz aparece envuelta entre ramas y con una corona mural con cuatro torres almenadas en la parte superior.
Visita Hospitales de sangre
El comandante Villalba, teniente coronel Valdés y el dirigente Jorge Arque, tras celebrar en Leciñena un acto político organizado por las Juventudes Unificadas marcharon a Sariñena “Visitando los Hospitales de Sangre allí establecidos”.
El Liberal: Año XXXV Número 11280 – 1936 Septiembre 15.
Hospital de Evacuación
En el barrio de la Estación de ferrocarril de Sariñena se instaló, con la llegada de la columna del POUM, el 30 de julio de 1936, el Hospital de Evacuación, un centro desde el que se evacuaban heridos del frente a Barcelona. En el edificio, que había servido de Cuarto de Agentes del ferrocarril, aún pueden leerse las pintadas que lo identificaban como Hospital de Evacuación. «También había un tren hospital en uno de los muelles de la estación donde llevaban los heridos y los más graves los derivaban al hospital. Luis Porta se encargaba de llevar la ambulancia, iba a recoger al frente a los heridos para llevarlos al hospital, en una ocasión la ambulancia fue bombardeada y él se salvó, pero no los heridos que llevaba»José Porta Martín.
Sin embargo, las difusas letras dejaban entrever unas letras anteriores difícilmente legibles. A través de una fotografía, que se encontraba sin referenciar, se puede observar cómo antes de ser “Hospital de Evacuación” fue “Hospital de Sangre del POUM”, siguiendo la misma línea que el Hospital de Sangre de Sariñena.
«Cada noche los comunistas del aeródromo que acogía la escuadrilla Alas Rojas tachaban las siglas del POUM de la fachada. Los del POUM, cada mañana las volvían a pintar.»
Manuel Grossi
Manuel Grossi, líder revolucionario al mando de la columna del Partido Obrero de Unificación Marxista POUM, llegó a Sariñena con la columna el 30 de julio de 1936. Grossi, en sus cartas, narra como las fuerzas del POUM dejaron organizado el hospital antes de su avance hacía el frente. El denominado «Hospital del POUM» llegó a ser un centro de los distintos hospitales de la zona, según Grossi. «Los médicos también pertenecían al POUM. Creo que ha sido uno de los centros hospitalarios más serios y mejor organizados que han existido en el Frente de Aragón en todo el período que ha durado la guerra».
En repetidas ocasiones, ha sufrido ataques nocturnos por parte del PSUC, y más concretamente venidos del Campo de Aviación, donde se encontraba como comisario general un tal Franco, que al caer la noche organizaba unas patrullas y se presentaba en el hospital con ademanes de fiera atemorizando al personal sanitario.
Lo que resulta pintoresco es que el personal del hospital había pintado, con letras de un metro de altura el nombre del hospital, o sea HOSPITAL DEL POUM. Esto se relucía en los muros de la entrada. pues bien, cada noche los del Campo de Aviación (PSUC) se presentaban con escobas y pinturas y lo dejaban negro. Por la mañana los del POUM se las liaban y a la media hora las letras HOSPITAL DEL POUM volvían a quedar estampadas. Y… esto ha durado hasta que todo el resto de unidades del POUM se concentró en el sector de Huesca. Cierto que las letras desaparecieron, hasta el grueso de las ofensivas por parte del enemigo, y hasta que han sido reemplazadas las unidades de la 29 División, es decir, hasta que los del PC-PSUC, y la no menos participación de la CNT deshicieron nuestras milicias.
Manuel Grossi. Cartas de Grossi, Sariñena Editorial
Jordi Arquer llegó a escribir, en un artículo publicado en La Batalla, defendiendo al POUM de los ataques del PSUC: «Nuestros milicianos saben ya a qué atenerse sobre diferentes cosas del frente. La solidaridad (?) de los elementos psuquistas que contra ellos han desatado una campaña canalla sobre la cuestión de Leciñena que la censura de guerra no nos permite hablar; la solidaridad (?) demostrada en Grañén en ocasión de ayudarles; la solidaridad borrando, fusil en mano contra sanitarios indefensos, el nombre de P.O.U.M. de nuestro hospital de sangre de Sariñena» (La Batalla: Número 94 _ 19 de noviembre de1936).
«Un hospital de evacuación de heridos en Sariñena, provincia de Huesca, dirigido por el capitán médico doctor Durán, asistido de cuatro enfermeros y varios enfermeras. Hay que advertir que en esta población, por ser cabeza de partido judicial, existe un hospital de partido, dirigido por los médicos de la localidad’, que ayudan al nuestro en él servicio de la evacuación de toda clase de heridos llegados del combate.»
«Morros está indignado con el Comité Sanitario Central, y con las Milicias d otros partidos políticos. Parece que Trueba en Sariñena no estuvo muy correcto y también me relata un incidente del Capitán Durán con los milicianos de guarnición en esta población».
Alberto Just. Organización, técnica y humanitarismo de nuestra columna sanitaria. La Batalla: Número 27 _ 2 de septiembre de 1936.
Igualmente, el hospital del POUM de Sariñena aparece citado por Josep M. Comelles y Josep Sauret Pont en su artículo «Los psiquiatras catalanes del POUM y la neurosis de guerra. Luces y sombras de una aventura generacional» en que que indagan en la trayectoria profesional de Jaume Sauret Guasch, Josep Solanes y Francesc Tosquelles, tres psiquiatras vinculados al POUM durante la guerra. En relación a Sauret cuentan que combatió en la zona de Huesca donde la columna del POUM instaló un hospital médico-quirúrgico en Sariñena: «Donde trabajaban médicos, practicantes, un estudiante y dos chicas». El hospital lo ubica en el barrio de la estación de Sariñena, exactamente cerca de la estación para su evacuación a otros hospitales «Estaba cerca de la estación para acoger a heridos que llegaban en ambulancias y podían evacuarse por ferrocarril a Lleida». Además apuntan a los capitanes médicos que dirigian el hospital «Lo dirigían los capitanes médicos Irañeta y Wisner (Dr. Mina) con una docena de médicos, entre ellos, Morros y Sauret, practicantes, camilleros y conductores de ambulancias. El dispositivo se basaba en ese hospital y en centros secundarios en Grañén, Alcubierre y Siétamo, donde fue destinado Sauret».
En un artículo sobre las transfusiones de sangre y su dificultad, queda constancia de los trenes quirófanos y parte de su papel médico en el frente: «La dificultad de disponer donantes se hizo presente en seguida, como se constata en un reportaje de aquellos momentos sobre un tren quirófano donde se destaca como hecho remarcable la colaboración de diversas personas ofreciéndose a donar sangre “Un camarada de Sariñena, el fogonero del tren, compañeros del comité de abastecimientos incluso vecinos del pueblo donde el tren estaba estacionado.»(Inici i desenvolupament de les transfusions a Catalunya. La Guerra Civil. Hervás Puyal, Carles. Citando a Hervás Puyal C. De Belchite a l´Ebre. El Dr. Rafael Pulido Cuchí i l´activitat quirurgicá al tren-hospital núm 20 (1937-1939) Afers, 2016; 84: 391-427).
Una anécdota
Nos la cuenta Salvador Coll empleado de la compañía de vagones camas.
El vagón quirófano -se dice- tiene un valor histórico. Antes era un vagón-salón en el cual viajaba Francesc Macià cuando iba a Madrid a llevar el Estatuto de Cataluña. Precisamente va a seguir la misma ruta: Lérida, Sariñena… Es el vagón número 4.168.
La Humanitat: Any 5, núm. 1426 (20 set. 1936).
También, desde la estación de Sariñena, se realizó la expulsión de mujeres del frente aragonés a Barcelona. Fue a partir de una orden dada por Durruti que culpaba a las mujeres del aumento de enfermedades venéreas entre sus filas: “Que causaba más bajas que las balas enemigas”. Un hecho recogido en la película Libertarias de Vicente Aranda y que también aparece recogido por Jesús Arnal Pena (Por qué fui secretario de Durruti: Memorias del cura que ayudó al líder anarquista en la guerra civil (1936-1939)): “Habla con la gente de Transportes y manda todos los vehículos disponibles a las centurias. Que recojan a las milicianas, sin dejar ni una; que las lleven a la estación de Sariñena y que las facturen a Barcelona en vagones precintados. ¿Lo oyes bien? ¡Precintados!.”
Hospital de EvacuaciónBarrio Estación SariñenaHospital de EvacuaciónBarrio Estación Sariñena
«Que recojan a las milicianas, sin dejar ni una; que las lleven a la estación de Sariñena y que las facturen a Barcelona en vagones precintados. ¿Lo oyes bien? ¡ Precintados!»
Yo fui secretario de Durruti, Memorias de un cura aragonés en las filas anarquistas. Mosén Jesús Arnal.
Boletín oficial de la Brigada no.1 Cruz Roja Comisión Provincial de Barcelona 1 de junio de 1937.
Relato de una visita al Hospital de Sariñena publicado en «Combat», diario de la juventud comunista ibérica del POUM:
Hoy hablaba con un compañero herido que hay en el Hospital de Sariñena. Le he entregado una cartera que se dejó en una casa de Albero Alto. La herida del camarada es grave. Se le extrajo una bala de la cabeza. No habla mucho. Cuando le entrego la cartera él me mira. Entiendo que quiere que le abra. Yo lo veo. Busco entre los papeles y unos billetes algo que adivino debe codiciar. Saco el retrato de una chica con una dedicatoria, le acerco a los ojos húmedos, negros y en fundidos. Apunta una íntima satisfacción bajo el vendaje blanco de su frente. Rosario, esta excelente chica de Sariñena que desde el primer día está junto a otras compañías al servicio de nuestros heridos, lo mira con los ojos húmedos y luego nos confiesa, lejos ya de la cama del enfermo:
-iNo puedo! . iSoy una tonta! Esto y lo otro es demasiado… Pero tengo yo que estar aquí…
Y vuelve solicitada al pie de la cama de un enfermo que plantea, a humedecerle los labios.
Combat, 4 de septiembre de 1936.
El personal del Hospital Militar de Sariñena
Manuel Conde López, “Memorias de un médico militar”, apunta como en Sariñena se había instalado, en el centro de la población, un hospital de sangre, atendido por los cirujanos de Barcelona que se turnaban en sus servicios: «En este ambiente profesional tuve ocasión de colaborar con los más destacados cirujanos catalanes. Recuerdo entre otros al Profesor Francisco Bergós Ribalta, que formaba parte del elenco de cirujanos y jefe de Sanidad del frente de Aragón.«
Efectivamente, el médico barcelonés Francesc Bergós i Ribalta estuvo al cargo del área sanitaria de Sariñena. Según el historiador Arturo Morera, Bergós fue el encargado de organizar los puestos de socorro y curación en las columnas, así como los hospitales de Sariñena, Barbastro, Fraga y Caspe. Nombrado en 1936, por la Generalitat de Cataluña, como miembro del Consejo de sanidad de Guerra, se instaló en el frente de Aragón como jefe de los servicios sanitarios, dirigidos desde el Hospital Militar de Sariñena. Después de encargarse de la sanidad a la defensa civil, junto a Frederic Tarrida y Jaume Isern, fueron destinados al área sanitaria de Sariñena (más tarde II cuerpo del ejército). Francisco Bergós Ribalta fue designado, meses más tarde, jefe general de Defensa Civil, además «Con el grado de mayor de Sanidad Militar, organizó la evacuación de heridos en la retirada de Cataluña y después la sanidad del campo de Argelès» (Cos Militar de Sanitat). El historiador sariñenense Arturo Morera cita a Bergós entre las muchas personalidades que estuvieron en Sariñena durante la contienda: «Médicos como el creador de los hospitales de sangre, doctor Bergós, que tanto hizo por dotar con los mejores medios al hospital de Sariñena durante el dominio republicano» (La guerra del 36 en Sariñena. Revista Quio de Sariñena y Los Monegros nº 21″).
Caso Bergós
El miércoles 2 de noviembre en Torralba, se celebró una reunión entre las distintas células Sanitarias del Partido Socialista Unificado – IC. Participaron los delegados de las células sanitarias de las células de Sariñena, Grañen, Almuniente, Tardienta, Torralba, Robres y Lanaja y entre otros asuntos acordaron lo siguiente sobe el denominado caso Bergós:
Caso Bergós (Delegado al Frente por el Consejo de Sanidad de Guerra, de los servicios Sanitarios). – Comunicar al camarada Bergós que aprovechando la necesidad de hacer una labor política y marxista, aprovechando el lugar que ocupa y siendo militante del partido, cosa o cosas que hasta ahora ha olvidado y que no ha llevado a cabo hasta el momento con la magnitud que le correspondía, toda vez que esta al Consejo de Sanidad de Guerra, como Delegado de nuestro partido.
Arxiu Nacional de Catalunya. ANC1-886-T-6953 Informes enviats per l’Estat Major de la Divisió Carles Marx, de les Milícies Antifieixistes de Catalunya.
El Dr. Bergós Ribalta en el exilio fue profesor de la Escuela de Sanidad Militar de Montevideo y publicó varios libros y ensayos, uno de ellos una biografía de Luis Companys (Manuel Conde López, “Memorias de un médico militar»).
Bergos y Ribalta, Francesc de Assís. (Barcelona, 1903 – Montevideo, 1978). Profesor de anatomía en la Universidad de Barcelona. Durante la guerra va dirigir, en Sariñena (con la colaboración de Frederic Tarrida y Jaume Isern) el área Sanitaría de lo que después sería el 11 Cuerpo de Ejército. Más tarde fue jefe general de Defensa Civil. Mencionado en Francia. Luego pasó sucesivamente por Argentina (Mendoza), Chile, Bolivia, otra vez Argentina (Buenos Aires) y acaba en Montevideo, donde fue Profesor de la Escuela de Sanidad Militar y «Fellow» en la Facultad de Medicina. Director de Sanidad de la Defensa Pasiva del Uruguay. Presidente de la Sociedad Latinoamericana de Hematologia.Miembro del Consejo Nacional Catalán. Presidente del Centro Catalán de Montevideo.
El exilio de médicos catalanes después de la guerra civil. Josep Miret i Monso.
No obstante, de acuerdo a un documento del Hospital de Evacuación primaria de Alcubierre, se cita, en septiembre de 1936, al compañero Duran como director del Hospital de Sariñena. En la misma línea, también encontramos la referencia del médico catalán Pelai Vilar i Canales quien en sus memorias relata como en el mes de junio de 1937 «actuó como un director de un hospital de campaña del XI Cuerpo del Ejército en Sariñena» (Hervás i Puyal, Carles. «Pelai Vilar i Canales. Guerra i exili. «Memòries d’un metge català en la sanitat militar republicana, 1936-1942"». Gimbernat: Revista d’Història de la Medicina i de les Ciències de la Salut, 2023, Vol. 79, p. 236-236, https://raco.cat/index.php/Gimbernat/article/view/408340). Igualmente Antoni Porta, médico, estuvo destinado en el hospital de Sariñena del XI Cuerpo del Ejército, del que fue director en enero de 1938 (Consideraciones sanitarias en torno a la batalle del Ebro, Hervás i Puyal, Carles Fundació-Museu d’Història de la Medicina de Catalunya. Barcelona (Barcelonès)).
Arxiu Nacional de catalunya. ANC1-1-T-11488.
Frederic Tarrida y Castells (Esparraguera, Baix Llobregat, 1898 – Barcelona, 1974), otorrinolaringólogo, con Jaime Isern y Rascall (L’Hospitalet de Llobregat, Barcelonès, 1912) y bajo las órdenes de Francesc Bergós dirigieron desde Sariñena la Sanidad de lo que después sería el XI Cuerpo de Ejército. Frederic Tarrida y Castells, México DF: Médico &empresa, llega a finales de 1941, procedente de Francia. Regresó a Cataluña en 1973. Jaime Isern y Rascall, empresario y director de laboratorios farmacéuticos, fue presidente honorario del Centro Catalán de Caracas. (El exilio de médicos catalanes después de la guerra civil. Josep Miret i Monso).
En el Hospital Militar de Sariñena estuvo el Doctor Isaac Nogueras Coronas. Manuel de Córdova en «La Noche», 12 de septiembre de 1936, escribió sobre Nogueras: «El doctor Isaac Nogueras fue a ocupar la dirección, desempeñando funciones dificilísimas; pero faltaba aún quien pudiera coordinar todos los trabajos, atender a los grandes y a los pequeños menesteres, escuchar a los peticionarios y enrolar a los que se ofrecían…». Isaac Nogueras Coronas fue un médico especialista en tisiología que creó dos sanatorios importantes en la provincia de Huesca. El primero, Boltaña, situado en un fértil valle, era adecuado para los enfermos que necesitaban un clima de mediana altura, y el de Pineta, en uno de los valles más pintorescos del Pirineo aragonés, hubiera podido muy bien competir, en cuanto a situación, aspecto y funcionamiento con los mejores de Suiza, ahora tan de moda. (Moises Broggí. Memóries d´un Cirurgiá). Al parecer, el doctor Nogueras venía de Barbastro donde había tenido problemas con el comité local, en Sariñena encontró protección gracias a la presencia de altos mandos que evitaron desmanes en la localidad. A pesar de ello, Nogueras estaba reclamado por el comité de Barbastro y, aunque estaba protegido, no se sentía seguro: «Más de una vez habían intentado capturarlo sin conseguirlo, gracias a la valiente y decidida oposición de la maestra y de otra gente de Sariñena» (Moises Broggí). Al final, el doctor Nogueras y su familia abandonaron Sariñena con Moises Broggí, solamente lo sabía la maestra y el capitán Conde de la guarnición. Una vez en Barcelona, Moises Broggí relata lo siguiente: «Nos despedimos con un fuerte abrazo, deseándonos mutuamente la mejor suerte. Me dijeron que lo tenían todo preparado para irse a Colombia» .
Certificado de Moisés Broggi de salida hacia el frente al Hospital de Sariñena, 4 de septiembre de 1936. Arxiu Nacional de Catalunya.
Aquella maestra fue Cristina Lana Villacampa, una joven comprometida que “prestó servicios en el hospital rojo de esta villa, como directivo con gran entusiasmo” según las acusaciones franquistas tras la contienda. «A título de rumor, intervino como dirigente en los saqueos de las casas del Sres. Torres y Castanera pudiéndose afirmar con certeza absoluta que tanto muebles como ropas que precisaron para el hospital de sangre rojo fueron sacados del establecimiento comercial de D. Joaquín Blasco Mirallas teniendo la certeza que todo ello era debido a sus indicaciones”. Joaquín Blasco Mirallas regentaba una tienda de muebles y tejidos que durante la guerra fue requisada, material que, en parte, debieron destinar para el Hospital. Joaquín Blasco Mirallas fue alcalde de Sariñena durante los primeros años de la dictadura. Además, el responsable de falange señaló sobre Cristina: “Algún tiempo administradora del Hospital Militar rojo, cargo que dejó voluntariamente al abrirse las escuelas para dedicarse a su profesión”. Manuel de Córdova quedó profundamente impresionado de Cristina Lana, llegando a reflejarlo claramente en su artículo sobre el frente de Aragón: «La maestra del pueblo es una aragonesa de temple, culta, cordial, humana y comprensiva. Sus nervios parecen de acero fino. No conoce lo que es fatiga. Sus ojos -¡lindos ojos de aragonesa!- sonríen comprensivos. -No les daré mi nombre -nos dijo-, porque eso es lo de menor significación ahora. Lo que importa es que se percaten de la labor que nos porque no habremos de desfallecer ahora que ya está hecho lo más importante. Vean, vean… Luego al despedirnos aún reiteró su negativa la maestrica. Conocedores de una de sus debilidades -las golosinas- apelamos a recursos heroicos para convencerla de que su resistencia suponía una puerilidad. No hubo medio, sin embargo de convencerla. Salimos del Hospital sin saber su nombre. La casualidad es a veces nuestra mejor auxiliar. Acertamos a pasar junto a unos chiquillos a quienes preguntamos: -¿Cómo se llama la maestra del pueblo?. Nos dijeron su nombre y no acertamos a recordarlo… – Los rapaces replicaron a coro: – La maestra se llama Cristina Lana Villacampa – Una pitusa rubia, bonita como el sol, añadió: -¡Es más buena la maestra…!».
En el diario de la enfermera australiana Agnes Hodgson (A una milla de Huesca, edición de Judith Keene y Víctor Pardo Lancina), aparece su testimonio con motivo de su visita al Hospital Militar de Sariñena. El 23 de marzo de 1937, Agnes se desplazó desde Poleñino a Sariñena con los dentistas Ramón y Moussons. Visitaron el hospital de Sariñena al que describe como “bastante grande, aunque el quirófano no está también como el nuestro”. En su diario anota que “el superintendente se ha quejado a Moussons de que los casos quirúrgicos que llegan aquí evacuados desde Vicién están, casi todos, infectados, mientras que los de Poleñino y Grañén evolucionan bien”. Otras citas, no directas con el hospital, señalan que el 24 de abril del mismo año, a las 11:30 solicitaron con urgencia, desde Sariñena, la ambulancia de Poleñino y el 21 de junio anotó el bombardeo sobre Sariñena, ocasionando daños en el aeródromo, “afortunadamente, los aviones no se encontraban allí, según cuentan”.
Completamente reseñable fue la presencia del gran psiquiatra catalán Francesc Tosquelles Llauradó (Reus, 22 de agosto de 1912- Granges-sur-Lot, 25 de septiembre de 1994). Marxista republicano de sensibilidad libertaria, que ejerció como psiquiatra en el Hospital Militar de Sariñena, tratando en el mismo frente, «En estrecha colaboración con los médicos y cirujanos», el miedo y la vivencia de la desestructuración de la guerra. Tosquelles es considerado el inventor de la “psicoterapia institucional” (Wikipedia), influyendo “Poderosamente la pedagogía y la psiquiatría de la segunda mitad del siglo XX”. También actuó como ayudante de cirujano y médico generalista (Orígenes y fundamentos de la psiquiatría en España, Víctor Aparicio Basauri).
«Para Tosquelles la guerra no supuso una ruptura con la práctica clínica ni con el afán de seguir investigando en ella, solamente significó cambiar de campo operativo. Se asoció a las Milicias Obreras y fue al Frente de Aragón con otros de Reus, como Solanes, Sauret, Capella y Borrell. Allí, en Sariñena y comarca, es decir, en un contexto completamente novedoso, pudo poner en práctica muchas de las ideas elaboradas en los años anteriores. Trataba a los heridos y otros tipos de enfermos en el propio hospital general, próximo al Frente, en estrecha colaboración con los médicos y cirujanos. Trataba sobre todo el miedo y la vivencia de desestructuración que la guerra producía en los soldados y lo hacía «in situ», es decir, sin trasladarlos a un hospital de retaguardia en el que hubiera la seguridad que produce estar fuera de las líneas de fuego. Lo había aprendido en la práctica y en las conversaciones tenidas en relación a la psiquiatría comarcal -ahora diríamos de sector-; al enfermo había que procurar tratarlo cerca de su entono, de lo contrario su cronificación era mayor; con las neurosis de guerra, allí experimentó la misma cuestión.
El trabajar en ese campo operatorio de Sariñena, en el que no solo hizo de psiquiatra, sino de ayudante de cirujano y médico generalista, le sirvió para comprobar que lo que hasta ese momento había sido una intuición en él, ahora era una convicción, el que la posición que ocupa el médico, como persona, es fundamental en el proceso de la cura y esa posición depende de él y del entorno-siempre algo modificable que le rodea.»
Orígenes y fundamentos de la psiquiatría en España, Víctor Aparicio Basauri.
La investigadora Joana Masó «Tosquelles. Curar les institucions«, sitúa a Tosquelles en el Hospital Militar de Sariñena en 1937: «Movilizado al frente de Aragón, Tosquelles organiza la evacuación de los pacientes del hospital psiquiátrico de Huesca en mano de las tropas fascistas. Es responsable de la restructuración del sanatorio de Sariñena y, más tarde, del hospital de Almodóvar del Campo». Asimismo, Joana Masó apunta que el 21 de noviembre de 1937 «Tosquelles es nombrado teniente médico provisional destinado a las órdenes del jefe de Sanidad del XI Cuerpo del Ejército republicano». Tosquelles debió de estar en Sariñena hasta mayo de 1938, cuando fue nombrado jefe de los Servicios Psiquiátricos del ejército de Extremadura y director de la clínica de Almodóvar en Ciudad Real.
«En Aragón, para comenzar, les proponíamos escuchar la sinfonía inacabada de Schubert. Yo no sé si era la misma música, o era el título que sugería que la vida no se acaba nunca y que no se para en el primer tropiezo. El miedo de morir vestidos, la tenemos todos. Sentados y con la música, se distendían o se relajaban un poco. En todo caso, llegaban entonces a decir algo se su vida sin que nuestra interrogación se hiciese explicita. Interrogar alguien aumenta el miedo.»
Joana Masó «Tosquelles. Curar les institucions«.
«Sauret, ya capitán médico provisional fue destinado al Ejército de Extremadura “por el tiempo de duración de la campaña”15 bajo el mando del capitán Tosquelles con el que compartía alojamiento en Almodóvar que ocupa el lugar de Sariñena o de Bujaraloz»
Febrero de 1938. Josep M. Comelles y Josep Sauret Pont «Los psiquiatras catalanes del POUM y la neurosis de guerra».
Otra figura muy destacable y a la vez olvidada es Tomás Tussó Temprado (Sariñena, 1892-Méjico, 1974), militante obrero de la CNT, ejerció la medicina dedicado a las clases populares. Durante la guerra civil ocupó el cargo de regidor del Ayuntamiento de Barcelona, como consejero de higiene y sanidad. También fue miembro de la Federación Comunista Catalanobalear, del Bloque Obrer i Camperol y finalmente del POUM, en representación del cual fue regidor del Ayuntamiento de Barcelona. Acabada la guerra consiguió exiliarse a Marruecos y luego a México. Publicó algunos escritos en catalán “Necessitat d´una educació i d´una cultura obrera” en la revista L´Opinio y «Cal pendre posicions” en L´Hora. Algunas fuentes lo citan exiliado en Francia, en la población de Lyon, departamento de Rhône (La maçoneria a l’exili: França, 1939. Josep Clara Resplandis).
Otro altoaragonés que ocupó un cargo en el ayuntamiento de Barcelona fue Jesús Ulled Altemir, periodista y político oscense, que ejerció de teniente alcalde en 1931. Los hermanos de Jesús Ulled, Rafael Ulled (Sariñena, 1885 -Barcelona, 1937) y José Ulled (Sariñena, 1888-Barcelona, 1929) intervinieron muy activamente en la política catalana en las filas del Partido Republicano Radical de Lerroux. (Indagacions sobre llengua y literatura catalanes a l´Aragó, Hèctor Moret). Ver La saga Ulled Altemir.
Hermenegildo Claret Senespleda, alférez médico que pasó del hospital de Sariñena al servicio de Aviación del aeródromo republicano de Sariñena Alas Rojas (Diario Oficinal núm. 129 del 29 de mayo de 1937 del Ministerio de Defensa (ADAR)).
Francisco Ignacio Tabernero Vicente (San Martín del Pedroso, municipio de Trabazos, Zamora, 1905 – Caracas, 1987). Licenciado en la Universidad de Barcelona fue médico internista en el Hospital de Sant Pau de Barcelona y de St. Louis de París. Durante la guerra fue jefe de Sanidad del Vº Cuerpo de Ejército, sector de Sariñena (Huesca). Ejerció Medicina Interna en Caracas. (El exilio de médicos catalanes después de la guerra civil. Josep Miret i Monso).
Como estudiante, Jaume Planas Guasch fue enviado al frente como médico de batallón, en tren hasta Barbastro y luego al frente de Tardienta. Encontramos su testimonio en la «Memoria de la profesión “Consell de Col·legis de Metges de Catalunya”.Entrevista al doctor Jaume Planas Guasch hecha, por el doctor Francesc M. Domènec Torné y revisada por el doctor Lluís Daufí». A pesar que se quería pasar al bando nacional, fue requerido para el Hospital de Sariñena. Al hospital habían ido a parar varios cirujanos del Servei d’Urgències de Barcelona y él fue reclamado por su condición de buen anestesista, estuvo durante 1937 y parte de 1938. También ejerció de cirujano operando al que denominó como “Cabecilla de Sariñena” y conocido como Pancho Villa: “Llevaba siempre dos o tres pistolas; era un tipo que vino herido con un vendaje y lo tuve que operar” (Nota: Pancho Villa respondía a un cabecilla de la localidad de Grañén, no hay constancia de ningún Pancho Villa en Sariñena). Jaume narra cómo al final hizo amistad con Pancho Villa, que éste salía con una chica que llamaban Petiforra y cuya hermana iba a hacer faenas al Hospital: “Les llevaba a todos de cabeza”. Jaume, además cita a Gonzalo Aguiló, un cirujano que fue destinado al hospital de Poleñino: “Las ambulancias inglesas tenían una unidad que era el quirófano y una o dos que eran destinadas al personal: para dormir, para comer, para todo… Y esta gente iban con unos autobuses. El Aguiló estaba ayudando a las operaciones. Y cuando vino a Barcelona la ayuda inglesa, buscaron un cirujano e hicieron en Gonzalo Aguiló cabeza de la ambulancia inglesa”.
Además, Jaume Planas relata la anécdota de un doctor amigo suyo que también ejercía en Poleñino. Su amigo trató en vano de desertar por lo que se vio obligado a esconderse porque lo estaban buscando y su vida corría peligro. Gracias a la intervención de Jaume Planas y su buena relación con Pancho Villa, a los pocos días en el diario oficial se publico que su «Amigo» era destinado al Hospital de Sariñena: «O sea que, además, lo envió al mismo hospital que yo. Y yo, como bajaba de vez en cuando de permiso por ir a casa, dije que ya le daría la noticia yo. Le vi, le dije: «Ya lo tienes salvado…, mañana mismo vete hacia allá arriba.» Total, que yo me quedo de permiso a Barcelona y él se va hacia Sariñena, y cuando se me termina el permiso y me vuelvo hacia el hospital, me dicen: «No, no hay plaza para ti, ha venido un nuevo médico; que era mi amigo.»
Todas las actas de defunción de Sariñena, durante la vigencia del hospital, vienen certificadas por los diferentes directores del Hospital Militar de Sariñena. Encontramos al médico Vidal Bosqued Gimeno, M. Blay, Hermenegildo Claret, Pedro Cascales Ballarín, Juan Marcé, Antonio Porta, Antonio Carrera, Pelayo Vila y unos difícilmente legibles y mal transcritos: G. Sevelvo, Muvi Lameca e Yoace Bogueras. También encontramos la certificación por parte del médico del campo de aviación “Alas Rojas” de Sariñena el doctor Manuel Conde López. (Hospital de Sariñena, fallecidos de guerra).
Vidal Bosqued Gimeno, médico del hospital, aparece en las solicitudes de información político sociales al ayuntamiento de Sariñena por parte del Colegio Oficial de Médicos de la Provincia de Huesca, 7 de febrero de 1940.
Pedro Cascales Ballarín, médico de asistencia publico domiciliaria, recibió acusaciones tras la guerra civil. La Jefatura Provincial de Sanidad solicitó a la villa de Sariñena informes políticos-sociales del doctor Pedro Cascales.
El Consejero-regidor de Gobernación del Ayuntamiento de Barcelona, don Hilario Salvador, acaba de realizar una visita al frente aragonés, de donde ha regresado entusiasmado y lleno de optimismo.
«Esta visita — comienza diciendo — la he realizado con el doctor Tusó, porque tenía como finalidad principal propagar entre los milicianos del frente las medidas profilácticas que son necesarias en los campamentos, (de un modo especial las que tienden a evitar que se presenten casos de tifus que, de propagarse entre los combatientes, pueden llegar a constituir un verdadero peligro.
Salimos el doctor Tusó y yo de Barcelona el martes último, a primera hora de la tarde, marchando por Lérida directamente a la parte de Huesca para hacer noche en Sariñena, donde acampaba la columna que manda Jorge de Arquer, y pasando por Monzón.
Allí pudimos ya observar que los bravos milicianos guardan una inmejorable disciplina y que su organización es asombrosa por lo perfecta, llamando poderosamente nuestra atención el hecho de que sus componentes no son sólo hombres del trabajo manual, pues entre ellos hay un licenciado en Filosofía y Letras y un médico sueco que desempeña su cometido como tal médico, de un historial tan liberal, que además de haber participado en la gran guerra, fue también revolucionario en Rusia y ahora está con los amantes de las libertades de España.
La Vanguardia. 9 de agosto de 1936.
En las solicitudes de informes socio-políticos aparece Leopoldo Velazque Bosque, médico de asistencia pública domiciliaria que ejerció su profesión libre en Sariñena sobre el 18 de julio de 1936 (solicitud nº3970 de la jefatura provincial de sanidad Teruel). También encontramos a Manuel Lacruz Espada, practicante de Sariñena de asistencia pública domiciliaria, y la matrona Jacoba Ainoza Ainoza.
Disposiciones del Ministerio de Defensa Nacional Destinos Militares
Capitán don Ramón González Cruz, de a las órdenes del general de la cuarta división como pagador del Consejo de Sanidad de Guerra, a jefe del Depósito de Intendencia de Sariñena.
El noticiero Universal 25 de junio de 1937.
Practicantes
En el Diario Oficial del Ministerio de Guerra aparecen diferentes nombramientos para Sariñena. Los primeros en el diario nº 19 (Valencia, 22 de enero de 1937), donde aparecen los nombramiento de los practicantes militares provisionales: Manuel Lacruz Espada, Jaime Duran Revira (27 julio 1936), Ramón Ortega Gómez (14 agosto 1936) C. Av. Saríñena (Campo Aviación), Ángel Martín Acha, Domingo Pardo Lacruz Hospital Sariñena (20 agosto 1936), Lorenzo Mora Buil Hospital Saríñena (20 agosto 1936) y Aurelio Gálvez Alberico Aeródromo Sariñena (25 agosto 1936).
El sariñenense Manuel Lacruz Espada fue presidente del Casino de Sariñena y practicante del Hospital Militar de Sariñena, como auxiliar facultativo 2º y, al parecer, fue «Asimilado como teniente a los efectos de cobros». Manuel fue acusado de ser administrador del Hospital Militar, hecho que negó. No huyó con la entrada de las tropas franquistas y continuó con su actividad en el hospital atendiendo a las tropas nacionales. En 1941, con 66 años de edad fue sentenciado a 2 años de inhabilitación y a 300 pesetas de multa (AHPHU_J_005622_002180).
Nombres de una guerra en la villa de Sariñena, Manuel Lacruz Espada: Practicante de Sariñena de Asistencia Pública Domiciliara. Jefatura Provincial de Sanidad, Huesca marzo de 1940. Responsabilidades Políticas Juzgado Investigación Provincial de Huesca, 5 de septiembre de 1940. Expediente ES/AHPHU – J/005622/002180, 24 de agosto de 1940: “Con anterioridad al 18 de julio de 1936 era de ideología izquierdista, sin estar afiliado a ninguna sindical. Al estallar el Movimiento Nacional, ingresó en el Hospital Militar de esta villa con la graduación de teniente, ejerciendo el cargo de practicante”. Fue acusado de ser administrador del Hospital. En su declaración manifestó que perteneció a Unión Patriótica y que votó a la candidatura mixta de “Los señores Ulled, Lana, Videl y Beltran”. Ejerció como Auxiliar Facultativo 2º “Siendo únicamente asimilado como teniente a los efectos del cobro”. Con la liberación se encontraba ejerciendo en un hospital de Barcelona donde continuó con sus servicios “a favor de la causa nacional”. “Defendió a las Carmelitas evitando que fuera asaltado su convento”.
Domingo Pardo Lacruz, practicante de Sariñena. fue investigado y finalmente, quedó libre de sospechas tras los informes políticos-sociales emitidos por las autoridades franquistas locales. Al igual que el médico Pedro Cascales, los dos profesionales siempre han contado con el respeto y el cariño de la población.
Farmacéuticos
Como farmacéutico tercero provisional fue nombrado para ejercer en Sariñena a Juan Escudero (23 agosto 1936), Foz Casarramona, Loste Bajardí (20 agosto de 1936) y Luis Marco Daks (19 octubre 1936). En el Diario Oficial del Ministerio de Guerra nº 212 (Valencia, 3 de septiembre de 1937) aparece el nombramiento de Domingo Pardo Lacruz para el Hospital Militar de Sariñena.
Antonio Loste Bardají, natural de Sariñena ejerció de farmacéutico y regentó la farmacia familiar. Su expediente de responsabilidades políticas no le atribuye ninguna militancia, ni de partido ni ideológicamente. Aunque si se cita que mantuvo buenas relaciones con las autoridades durante la contienda, además de proteger a su hermana de quien tenía su tutela. Antonio fue encargado de la farmacia del Hospital Militar de Sariñena, pues la farmacia familiar, atendiendo a su expediente, fue incautada pasando a ser “Farmacia Militar del ejército rojo”. Se socializó en octubre de 1936.
El 20 de agosto de 1936 es nombrado farmacéutico tercero provisional y destinado al sector norte del frente de Aragón.
En junio de 1937, dirigió el depósito de material sanitario y farmacéutico del XI Cuerpo del Ejército. El depósito había sido reubicado de El Prats de Rei a Bassella, “Concretamente a casa del Francés, por tanto, próxima a la primera línea de frente. Este nuevo emplazamiento hacía que estuviera sólo a 20 kilómetros del frente, lo que le facilitaba visitar regularmente las divisiones y brigadas y surtirlos rápidamente de los medicamentos y material de curación que requirieran.” (La organización sanitaria del XI Cuerpo del Ejército Republicano (1937-1939) Closa Salinas, Francesc).
En julio de 1937 es trasladado al Hospital Militar de Sariñena, ocupando a la vez la dirección del laboratorio de análisis de Monzón. Antonio llega a alcanzar el grado de capitán farmacéutico provisional pasando a dirigir los Servicios Farmacéuticos del XI Cuerpo del Ejército. En enero de 1938 es destinado al Hospital de Campaña del del XI Cuerpo del Ejército, permaneciendo casi un año. «Le acompañaban, entre otros, el teniente farmacéutico provisional Luis Morató Pou y el soldado farmacéutico Pedro Navarro Rodea. En plena retirada debido al avance franquista lo reubicarían en el Depósito de Farmacia del mismo cuerpo.» (La organización sanitaria del XI Cuerpo del Ejército Republicano (1937-1939) Closa Salinas, Francesc).
Responsables locales
El sariñenense Daniel Millera Muro aparece como Administrador del Hospital y de Abastos, en la relación de individuos incursos en la ley de responsabilidades políticas. También aparece José Izco Martínez, miembro de UGT, como directivo del comité y administrador del Hospital y Manuel Lacruz Espada fue acusado de ser administrador del Hospital Militar, hecho que negó (AHPHU_J_005622_002180).
Conserje
Francisco Moren Salillas desempeñó el cargo de Conserje del Hospital (Expedientes ES/AHPHU – J/005672/000235 y ES/AJTZ – 2017/3).
Agripinio Fernández Cantero «Ingresó en septiembre de 1936 como escribiente en el Hospital de Sariñena del que salió voluntario para el frente al efecto de rehuir posibles persecuciones por considerarle sospechoso ya que su padre era persona francamente afecta a la causa nacional por cuyo motivo sufrió detenciones, en el Batallón de Ingenieros, al que pasó al marchar del Hospital. Expediente de Responsabilidades Políticas ES/AHPZ – J/005973/000045 “De 22 años, soltero, natural de Torrelavega (Santander), vecino de Sariñena.
Personal del Hospital de Sariñena, periódico Alas Rojas, nº 20 del 13 de febrero de 1937:
Miguel Villacampa
Angel Puyuelo
Jesús Acero
Lorenzo Mora
Pilar Cafareida
Agripino Fernández
Marina Lana
Jaime Isern
Jaime Vilaseca
Antonio Taverna
Salvador Casadellas
Manuel Gallego
Juan Moro
Domingo Pardo
Juan A. Escudero
José Buil
Antonio Zaragoza
Rafael Bellmunt
Julio Casabona
José M. Pano
Enrique Bretos
José Bretos
Pedro Cascales
Daniel Millera
Una antifascista
Manuel Escolá
Margarita Muro
Francisco Morén
Luis Marcó
Pedro M. Voltò
Rafael Manos
Nemesio Franco
José M. Gómez
José Oyos
Manuel Admelle
Mercedes Mur
Antonio Linares
Enrique Andreu
Pascual Rodríguez
Francisco Miró
Juan Llamas
Mercedes Morén
Elisa Martínez
Agustina Calvo
José Martínez
Gabino Gerona
Pilar Sesé
Mercedes Romerales
Fermín Orquín
Antonio Loste.
En el frente
Ambulancia tiroteada por los facciosos
Sariñena, 17. Hoy, ha sido trasladada a esta población una ambulancia sanitaria tiroteada por los facciosos con verdadera saña. Hay en el techo los impactos de la metralla de un disparo de cañón que se hizo contra la misma y en uno de los costados más de veinte impactos.
Ha llegado a Sariñena una ambulancia sanitaria que fue cruelmente ametrallada por los facciosos.
Sariñena, 17 (2 t.). — Hoy ha sido traída a esta población una ambulancia sanitaria tiroteada por los facciosos con verdadera saña. Tenía en el techo los efectos de la metralla de un disparo de cañón y en uno de los costados más de veinte impactos. Febus.
Ahora, 18 de abril de 1937
Mario Angeloni. Abogado y político antifascista italiano, dirigente del Partido Republicano, había combatido en la Primera Guerra Mundial como oficial de Caballería, obteniendo en la batalla de Capporetto la Medalla de Plata al Valor Militar. Murió en el hospital de Sariñena de las heridas sufridas en la batalla de Monte Pelado.
Comunicado de prensa: Núm. 216, 22 de abril de 1937
Los facciosos, en sádica crueldad ametrallan una ambulancia sanitaria
Nos llega a la población aragonesa de Sariñena una ambulancia sanitaria la cual ha sido blanco de la artillería facciosa. El vehículo presenta en el techo las marcas inequívocas producidas por la metralla de un obús y en uno de los costados se cuentan hasta una veintena de impactos.
Uno ha sacado fotografías de esta ambulancia demostrativas, ante el mundo civilizado, de los procedimientos barbaros y crueles empleados por los que dicen que luchan por la civilización y la cultura.
La ayuda y la biblioteca
Ayuda
Gracias al Socorro Rojo Internacional, por medio de donativos, se fue dotando de material a los hospitales del frente. También de material para las milicias que operaban en los diferentes sectores de guerra, de lo que da parte el diario La Vanguardia del miércoles 21 de octubre de 1936: “Los auxilios de retaguardia. Un camión de medicamentos y ropa para el frente aragonés”. Entre los muchos aprovisionamientos aparece “Los instrumentos de cirugía de los antifascistas de Perpiñán fueron repartidos entre los médicos de La Granja, Las Casas, Almuniente, Tardienta, Sariñena, Bujaraloz y Sástago”.
Así mismo, en Sariñena se realizaron diferentes actos para recaudar fondos para el Hospital. Así aparece recogido por La Vanguardia, recogiendo la noticia con motivo de la visita del Coronel Villaba al frente de Alcubierre y luego a Sariñena “Allí se celebró una fiesta en el campo de aviación, en beneficio de los Hospitales de sangre. Hubo partido de fútbol, fiesta aérea y baile, y por la noche una velada artística en el teatro Romea. A todos estos actos asistió mucha gente de la localidad y alrededores (La vanguardia, martes 15 de septiembre de 1936)».
Impresiones del frente aragonés
Desde Leciñena nos dirigimos a Sariñena. Allí se celebró una fiesta al campamento de aviación a beneficio de los hospitales de sangre.
Tuvo lugar un partido de fútbol, fiesta aérea y baile, y por la noche una velada artística en el teatro Romea. A todos estos actos asistió mucha gente de la localidad y de los alrededores.
Antoni d´Aragó. Hoja oficial de la provincia de Barcelona: Época Segunda Número 561 – 1936 Septiembre 14.
Tiene lugar en Sariñena un importante festival deportivo
En Sariñena se ha celebrado un festival a beneficio de los hospitales de sangre, de aquella localidad.
La parte más destacada consistió en un partido de fútbol que jugaron el equipo de Sariñena y oteo integrado por milicianos y soldados pertenecientes al servicio de aviación.
Acudió al campo numeroso publico y también se han trasladado muchas de los pueblos cercanos.
El campo ofrecía magnifico aspecto.
La recaudación obtenida, pasan las dos mil pesetas.
Este festival prueba el espíritu de nuestras fuerzas que, además de atender de las necesidades de guerra, ofreciendo sus vidas, cuando es necesario, los tiempos de descanso, los dedican a celebrar actos tan brillantes y humanitarios como el comentado.
La Veu de Catalunya: diari catalá d’avisos, noticias y anuncis: Any 46, Núm. 12554 (17 set. 1936) Ed. Matí.
Incluso los días festivos del 1 de mayo y del 14 de abril, los obreros de Sariñena los dedicaron a trabajar para destinar sus jornales al Hospital de Sangre «Cuyo rasgo lo harán todos voluntariamente ya que, es el sentir general de este vecindario y creen no estamos en momentos de realizar fiestas de ninguna clase» (Acta del 22 de abril de 1937). Además, en el acta municipal del 13 de octubre de 1937, queda reflejada la recogida de mantas y colchones para los frentes y hospitales: “Se da lectura a una orden general del día de octubre de 1937 del XI Cuerpo de Ejército del Estado Mayor de Sariñena en virtud de lo ordenado por el Ministerio de Defensa Nacional en O.G. de 7 de septiembre de 1937 (.. 232) en la que se manifiesta la recogida de mantas y colchones destinados para los frentes y hospitales a consecuencia de la campaña de los elementos necesarios de abrigo” (Actas Consejo Municipal de Sariñena).
Comisaria
A Sariñena en un festival de teatro y futbol se ha recaudado a beneficio de los Hospitales de Sangre la cantidad de 2.000 pésetes. También los obreros de la Casa Cros de Lleida han dejado un día de haber con destinación a los Hospitales de Sangre y que asciende a la cifra de 959’25 pesetas.
Combat, 14 de septiembre de 1936.
A su vez se realizaron algún que otro llamamiento ante la escasez de alimentos, como es el caso al pueblo de Capdesaso manifiesto en en documento del Juzgado Militar de Sariñena, del Estado Mayor del XI Cuerpo de Ejército del Ejército del Este:
Documentos correspondientes a Causa General del A.H.N. Subdirección General de los Archivos Estatales Ministerio de Cultura. España
“Al pueblo de Capdesaso debido a la escasez de artículos de Alimentos, para los Heridos procedentes del frente en esta plaza.
Hago un llamamiento al PUEBLO de CAPDESASO PARA QUE CON SUS MEDIOS Y VOLUNTAD aporten lo que tengan a bien para este HOSPITAL DE SANGRE.
Espero que el Pueblo de Capdesaso respondiera a este llamamiento.
Gracias que espero que atenderán.
Sariñena, 8 de septiembre de 1937.
Pieza segunda de Huesca. Del Alzamiento Nacional. Antecedentes, Ejército Rojo y Liberación. Archivo Histórico Nacional, FC-CAUSA_GENERAL,1413,Exp.2.
Biblioteca
El «Servicio de Bibliotecas del Frente», a partir de febrero de 1937, ubicó en Sariñena una de las dos subcentrales del frente de Aragón, Alcañiz y Sariñena. Estas pertenecían a la subcentral de Cervera, mientras que la segunda subcentral estaba en Tarragona y la central en Barcelona (La Guerra Civil en Sariñena). «Por las actas conservadas de la Institución de las Letras Catalanas, podemos saber detalles de su organización, como la creación de bibliotecas en los hospitales de sangre, dependientes de las dos subcentrales y la creación de bibliotecas de primera línea (doce en primavera de 1937), servidas en cajones-biblioteca con un fichero-catálogo integrado, y con un fondo de libros renovables periódicamente desde las dos subcentrales.» (El Servei de Biblioteques del Front la col·lecció conservada a la Biblioteca Pública de Tarragona Cristina Barbé Aragonés).
En el Hospital Militar de Sariñena se instaló una biblioteca por parte de la Generalitat de Cataluña, que estableció, de acuerdo con la Dirección Sanitaria de «Sanidad de Guerra» del departamento de Defensa, seis bibliotecas en Hospitales de Sangre del frente aragonés: Barbastro, Monzón, Sariñena, Fraga, Caspe y Alcañiz; «con un depósito de mil volúmenes en cada hospital». También se establecieron bibliotecas en zonas avanzadas del frente, en Alcubierre, Bujaraloz, Grañén y Monegrillo (Servicio de Bibliotecas del Frente. Revista Nova Iberia).
De los informes elaborados por las bibliotecarias de Alcañiz y Sariñena se desprende que más de la mitad de los libros consultados eran de literatura, aunque también se leían libros otros temas. Mª Felipa Español explica que los heridos de los hospitales piden sobre todo novelas de aventuras y que “cuando a un lector le gusta mucho un libro, luego lo lee toda la sala. Me ha pasado con “Zalacaín” de Baroja, con “La tournée de Dios” de Poncela”. Y concluye “A la vista de los libros, se vuelve lector el más reaccionario, son poquísimos los que en el hospital pueden leer y no lo hacen”.
Ventura, Nuria. En Cataluña: las bibliotecas como instrumento de libertad.
También existió un reparto de libros en el frente y a los hospitales, recogido en La Vanguardia, del 19 de agosto de 1936, como la distribución de libros a través de la Oficina de reparto mensual de libros. Por encargo del Comité Central de Milicias, Servicios Sanitarios, regentado por Javier Escoda, se efectuaron las siguientes remesas: “Hospital General de Cataluña, 130 obras; Hospital de Sangre de Tardienta, 20; ídem ídem de Bujaraloz, 20; ídem ídem de Sástago, 20; ídem ídem de Sariñena, 20; Clínica La Alianza, 120; Clínica de Barbastro, 15; Hospital Clínico, 118; Clínica Psiquiátrica, 30. Total, 493. Se espera recibir nuevas donaciones de libros destinados a los citados hospitales de sangre y casas de convalecencia”.
La Oficina de Reparto mensual de Libros que regenta nuestro amigo Xavier Escola, lleva hechos los siguientes envíos:
Hospital General de Cataluña, 130 obras; Hospital de Sangre de Tardienta, 20; Hospital de Sangre de Bujaraloz, 20; Hospital de Sangre de Sastago, 20; Hospital de Sangre de Sariñena, 20; Clínica “L´Aliança”, 20; Clínica de Barbastro, 15; Hospital Cínico, 118; Cínica Psiquiátrica, 30; Total 493 obras.
Se espera nuevos e importantes donativos de libros de editores y particulares.
Treball: Diari dels Treballadors de la Ciutat i del Camp: Any I Número 24 – 1936 agosto 18.
Libros para el frente y los Hospitales: La Agrupació d’Escriptors Catalaus, U.G.T., continúa activando la recogida y remesa de libros para el frente, hospitales de sangre y centros antifascistas, con la colaboración del Comité Sanitario, que tiene a su cuidado hace llegar los paquetes a su destino. Últimamente han sido repartidos los volúmenes siguientes: 1.200 libros a los hospitales de sangre de Angués, Siétamo, Puebla de Híjar, Bujalaroz y avanzadas del frente. 100 al hospital de sangre de Sariñena.
La Vanguardia, 22 de octubre de 1936.
El comité sanitario de guerra – Servicio de paquetes al frente
Ha regresado del frente la expedición organizadora del Servicio dirigido por el profesor Escoda. Se han montado oficinas de redistribución en Barbastro, Angües, Sariñena, Bujalaroz y Caspe, que ofrecen dar el máximo rendimiento.
La Vanguardia. 27 septiembre 1936.
El hogar del soldado del hospital de Sariñena
Con motivo de la inauguración del Hogar del Soldado del Hospital Militar de Sariñena, tuvo efecto un festival artístico y cultural, organizado por el Comisariado del mismo.
Fue presenciado por los soldados hospitalizados, que quedaron muy complacidos de la fiesta.
Se interpretaron escogidas composiciones musicales ejecutadas por el pianista Juan Vergés y el barítono Ozazúacantó la romanza de «Luisa Fernanda», siendo muy aplaudido. Actuó de «speaker» el humorista Pablo Latorre, siendo muy aplaudido en sus intermedios cómicos.
El noticiero Universal 2 de marzo de 1938.
John Cornford
El escritor y poeta comunista inglés John Cornford, llegó a Leciñena junto a Franz Borkenau, historiador austriaco, el 14 de agosto, alistándose al POUM. Estuvo en el Hospital de Sariñena por una infección gastrointestinal. (“Agnes Hodgson A una milla de Huesca”, Pardo Lancina, Víctor).
Crónica F.V. Jaquetot
Y aunque, en la paz de Sariñena, destaca, como un oasis en la chillante de la actividad bélica, la quietud permanente del Hospital de Sangre. Quietud y silencio que contrasta con la actividad, también permanente, de aquellos que abnegadamente han puesto todo su esfuerzo en defensa de los hombres que han caído al frente de batalla en plena lucha contra los asesinos del pueblo, puestos al servicio del fascismo internacional.
F.V. Jaquetot.
Mirador: setmanari de literatura, art i política: Any IX Número 407 – 1937 febrero 12.
Sanitarios prisioneros, de guerra
Sariñena, 17. Ayer, fueron hechos prisioneros once soldados de Sanidad de Guerra. Estaban en un corral de ganado situado en un monte a pocos kilómetros del pueblo de Tozos y muy cerca de Sariñena. Un destacamento leal se internó en campo enemigo y rodeó el corral, deteniendo a los once sanitarios, a un pastor y a un hijo de éste de once años. Los sanitarios estaban armados de fusiles y bombas de mano. Han hecho al mando interesantes manifestaciones.
La vanguardia, domingo 18 de abril de 1937.
Problemas con el Hospital
En el acta del Consejo Municipal, del 2 de febrero de 1938, se acordó pasar un comunicado al Cuartel General por si estimaban por conveniente dar las oportunas órdenes «Para evitar que arrojen a las proximidades de la vía pública gasas y algodones usados del Hospital Militar de esta plaza, se envíe un comunicado para evitar el peligro que pueda correr la población civil si se repiten estos hechos.” (Actas Consejo Municipal de Sariñena).
Algunos casos
Saltó Reig, Francisco. Natural de Torregrossa, soltero y de 23 años de edad. Miliciano que pertenecía a la División Carlos Marx, al 3r. “Regimiento Agregado”, a la 2ª Compañía. Es herido por metralla en al espalda el día 10 de abril de 1937 en la Sierra de Alcubierre y es trasladado al Hospital de Sariñena. El día 13 de abril de 1937 ingresa al Hospital General de Cataluña de donde sale el día 18 de mayo de 1937. (Els soldats garriguencs malalts, ferits i morts que passen per l’Hospital General de Catalunya de Barcelona entre el 18 de juliol de 1936 i el dia 1 d’abril de 1939 i posteriors Gerard Bellmunt Quintana Centre d’Estudis de les Garrigues).
Alfred Vilà Camí, Alfred. Natural de Cervià pero domiciliado en Barcelona, casado y de 36 años de edad. Soldado que pertenecía a la 27ª División, a la 124ª Brigada Mixta, al 493 Batalló, en la Compañía de Transmisiones y Señales. Es herido en el muslo izquierdo el día 26 de agosto de 1937 en Zuera y es trasladado al Hospital de Sariñena. El día 28 de agosto de 1937 ingresa al Hospital General de Cataluña de donde sale el día 5 de octubre de 1937 para pasar a su domicilio. (Els soldats garriguencs malalts, ferits i morts que passen per l’Hospital General de Catalunya de Barcelona entre el 18 de juliol de 1936 i el dia 1 d’abril de 1939 i posteriors Gerard Bellmunt Quintana Centre d’Estudis de les Garrigues).
Caída del frente
«Antes de la caída del frente aragonés, el XI Cuerpo del Ejército presentaba un hospital base ubicado en la población de Sariñena, dos equipos quirúrgicos, situados en Grañén y el cruce de Gelsa, así como una clínica médica en Peñalba”. (La organización sanitaria del XI Cuerpo del Ejército Republicano (1937-1939) Closa Salinas, Francesc).
Con la inminente caída del frente de Aragón, el 22 de marzo, «Los enfermos del hospital base de Sariñena son evacuados y trasladados a los hospitales de Manresa y Lleida» (La organización sanitaria del XI Cuerpo del Ejército Republicano (1937-1939) Closa Salinas, Francesc). Sariñena fue bombardeada el 25 de marzo de 1938 por la aviación alemana Condor y ocupada el 26 de marzo de 1938.
De Hospital a Auxilio Social
Al finalizar la guerra, en la casa Penén Paraled se instaló la casa del “Auxilio Social” y la sede de Falange. Años más tarde, la adquirió la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Aragón y Rioja, además ha albergado la biblioteca municipal, el sindicato de riegos, un comercio y un bar, actualmente es de titularidad privada. La enorme casa Penén-Paraled data del siglo XVIII, consta de tres plantas con una fachada clasicista de cuidada composición (SIPCA), junto a la iglesia parroquial constituye una seña de identidad patrimonial de Sariñena en el centro de la villa monegrina.
A la memoria de aquellos/as médicos/as, enfermeros/as y sanitarios/as, verdaderos héroes y heroínas de todas las malditas guerras.
Al recuperar la memoria etnográfica de la villa de Sariñena aparecieron referencias sobre antiguos y desaparecidos molinos, retazos de nuestra historia que pasaron sin más, perdidos por los entresijos de la esquiva e inmaterial memoria. Pero cada detalle es capaz de reabrirnos una nueva ventana en el tiempo y destapar el arcón de recuerdos de la vieja cadiera monegrina.
Ángel Ponz en la harinera de Sariñena.
La ventana la abrió Ángel Ponz Poderós buscando el antiguo molino de harina de Sariñena. Lo recordaba de su niñez, pasó muchos días de su infancia en el molino y, aunque estuviese en ruinas, esperaba reconocerlo.
Existía constancia de los desaparecidos molinos de aceite, uno por el camino de la residencia de la tercera edad, siguiendo la acequia del molino, y otro por donde ahora está el actual cine “el molino”, del que aún se conserva la enorme chimenea. Desafortunadamente, del molino de harina no teníamos referencia.
Al final, a raíz de los relatos de las vivencias de Manuel Olivan, surgió la huella de un antiguo molino harinero de Sariñena, camino de los olivares hacia la estación de tren. (La guerra, sucesos)
“En uno de los bombardeos a Sariñena, Manuel se encontraba volviendo de recoger leña de romero del gallipuente, con su padre; leña para el molino de harina camino Los Olivares.”
Ángel Ponz esculpiendo a la diosa Minerva
Ángel Ponz ha vivido los últimos cincuenta años en Alemania, nació en Sádaba pero vino de joven a vivir a Sariñena. Su padre Antonio Ponz Beatove nació en 1900 en Tosos, donde aprendió el oficio de molinero de la mano de sus padres Manuel y Jacoba, en el molino familiar. Pronto fue a trabajar de molinero a Sádaba, donde contrajo matrimonio con Adela Poderós. Luego vinieron a vivir a Sariñena y Antonio trabajó en el antiguo molino harinero. En el desaparecido molino, Ángel recuerda, con ocho años, ver cargar sacos de harina en los camiones.
Aquel segundo molino se hallaba donde actualmente se encuentra la harinera de Sariñena, próxima a la estación ferroviaria. Ángel ha investigado y documentado la historia del antiguo molino, gracias a la ayuda de la Universidad de Zaragoza. Ahora descubrimos el esplendido tesoro patrimonial que constituye la actual harinera, un singular edificio construido en 1940, fruto de la anterior, que deberíamos saber reconocer y conservar: Harinera de Monegros.
La familia Ponz-Poderós vivió en Sariñena, en la calle Soldevila, donde nacieron tres de los cinco hermanos. Hasta que en marzo de 1938, con el avance de las tropas franquistas, se vieron obligados a huir cargando sus pertenencias en mulas, a Monzón y luego a Barcelona. A pesar de no tener ninguna implicación política ni sindical, Antonio defendió la república contra el fascismo, participando en la batalla del Ebro y en retirada destinado a Montjuich. La familia permaneció por un tiempo en Barcelona y Antonio se podía escapar a verlos, de vez en cuando recibían la visita del padre-soldado y ese día era un día de fiesta.
Al finalizar la guerra la familia regresó a Sádaba, mientras que Antonio se retiró a Francia con su unidad militar. Permaneció en distintos campos de refugiados: Argelès, Le Vernet, Barcarés y Saint Cyprien.
Se alistó en la 116 Compañía de Trabajadores y, junto a sus compañeros, fue detenido por los alemanes en la primavera de 1940. Fue trasladado primero al stalag VIII C y, en octubre, al XII D, desde donde escribió una última carta a su esposa Adela.
Tras la visita de la Gestapo, que identificó a los republicanos españoles, se formó un convoy que deportó a Mauthausen unos 700 presos –entre los que se encontraba Antonio- . En el campo ingresaron el 25 de enero de 1941 y le adjudicaron la matrícula 4008. Unas semanas más tarde, el 8 de abril, fue trasladado a Gusen.
Antonio Ponz Beatove
El 8 de noviembre de 1941 se registró la muerte de Antonio Ponz Beatove, victima del fascismo en un campo de exterminio nazi. Su memoria y dignidad permanece en los recuerdos y la historia; en aquel viejo molino. Su memoria se materializa en la desaparecida rueda de molino y en la inadvertida harinera que tantas historias atesoró.
Escultura Santiago, Zaragoza. Ángel Ponz.
Ángel marchó con la primera inmigración a Alemania y ahora ve como van llegando de nuevo. Ha trabajado la escultura de la piedra, especialmente del mármol, dejando su obra en varias restauraciones como en la catedral de Estrasburgo, los palacios de Mannheim, de Bruchhsal y de Schwetzingen, la iglesia jesuita de Mannheim y la imagen de Santiago en la fachada de la parroquia de Santiago de Zaragoza. Sin duda, Ángel es un gran artista y escultor aragonés, ha trabajado la maestría de la piedra, hijo de molinero, fruto del sueño de quienes lucharon por un mundo mejor y acabaron muriendo entre los 186 peldaños de la maldita escalera de Mauthausem.
Ángel recuerda las corridas a los refugios durante la guerra civil y estar presente en la plaza de la iglesia cuando tiraban de una soga para arrancar el retablo. Vivió su niñez en Sariñena y, sobre todo, en aquel viejo molino donde los recuerdos aún permanecen, en la memoria que no se resigna a desvanecer y que vuelve a resurgir, a estar presente recordando y rindiendo sentido homenaje al molinero 4008.
Proyecto escultura Mauthausen, Ángel Ponz.
Mientras me quede voz, hablaré de mis muertos.
Tan quietos, tan callados, tan molestos.
Mientras me quede voz, hablaré de sus sueños,
de todas las traiciones, de todos los silencios,
de sus huesos sin nombre, esperando el regreso.
De su entrega absoluta, de su dolor de invierno.
Mientras me quede voz, no han de callar mis muertos.
Uno de los muchos ratos descifrando la leyenda picada.
El 25 de agosto de 1936 murió Elisa García Saéz, miliciana antifascista que luchó en el frente de Aragón. En los últimos años ha habido un proceso de recuperación de su memoria, convirtiéndose en una figura que refleja la lucha feminista dentro de la revolución que supuso la república española. Recientemente Jordi Rabassa, en su magnifico artículo: Elisa García, la miliciana que todo el mundo olvidó, ha contextualizado y reivindicado la miliciana Elisa García en el papel que desempeñaron muchas mujeres en la lucha antifascista y por la libertad, antes y durante la Guerra Civil; un artículo de imprescindible lectura.
Elisa Garcia fue una miliciana, una luchadora contra el fascismo con las armas en la mano, con un compromiso y una formación militantes innegables.
…recordemos y reivindiquemos a Elisa García Sáez, una militante feminista y antifascista, pero trabajemos también para reconstruir, reformular y situar en un ámbito central de la historia las biografías de los miles de mujeres que, en este caso, vivieron desde diferentes posiciones la guerra civil, ya fuera en el frente o en la retaguardia. Sólo instalando sus biografías en el relato historiográfico hegemónico podremos reedificarlo sin discriminar a nadie, y así podrá ser completo.
La memoria del hambre es la historia de esta árida tierra monegrina, de escasas precipitaciones y malas cosechas, de duros trabajos y de emigración a las grandes urbes. La llegada del regadío ha transformado el medio y nuestra nueva forma de vida deja atrás el hambre, la sed y su memoria, que hoy se asoma para no olvidar de donde venimos y quienes somos.
Además del cultivo del trigo y la cebada, en esta tierra, el panizo nos ha ayudado a sobrevivir; a pesar de su principal producto, el grano, su aprovechamiento abarcaba toda las partes de la planta: la “cascarota” para hacer colchones, el pelo de la “panocha” o “panota” pa infusiones para las infecciones de orina y con el “zuro” y las “cañuflas” s´hacía fuego. En las hogueras se quemaba todo lo que se podía, pues la leña en esta zona escaseaba, se aprovechaba la paja y hasta las “antostas”, el fiemo seco de las cuadras. Cuando aparecían los pelos negros de la panocha, se “espuntaba” el panizo por encima de la panocha y con lo replegau s´hacían fajos para alimentar al “vacumen” (conjunto de ganau vacuno).
La leña la bajaban las gentes de Lanaja desde la sierra d´Alcubierre; de Castejón y Pallaruelo de Monegros traían romeros para vender o cambiar por remolacha o patatas. Alguna casa rica del lugar compraba al año un par de carretas de fajos de romeros y los repartía entre las gentes más necesitadas.
En la festividad de los animales se celebraban las hogueras de San Antonio, ningún animal realizaba faina alguna y las caballerías se quedaban en las cuadras; hasta la Guardia Civil amonestaba a quien hacía trabajar a un animal. En las hogueras se bailaba y se cantaba, en cada barrio s´hacía una hoguera y se asaban patatas. Era la fiesta de las caballerías, los agüelos prendían la hoguera, se sentaban arredol y regañaban a los zagales que enredaban con la hoguera. Un día de fiesta, de descanso, de güen vino y güena compañía.
Con el panizo royo se obtenía la harina con las que se elaboraban las farinetas, alimento básico al igual que la salvadora patata. Las tostadas de vino y azúcar fueron un gran aporte nutricional para los zagales y zagalas de nuestra tierra, ¡toda una gran merendola!. S´ha comido de todo, verduras que en otros lugares se despreciaban, aquí han sido y son un manjar, como las borrajas y los cardos. Igual ha sucedido con las tripas y vísceras: chiretas, cabezas de cordero, sesos, libianos, madejas… lo que antaño era una necesidad, aura la casquería forma parte de la alta cocina. Lagartos, gurriones fritos, serpientes, tordos e incluso rabosas servían de alimento. El hambre ha empujado a las gentes a sobrevivir, al furtivismo en la caza, al estraperlo e incluso al bandolerismo, muy célebre en nuestra comarca por la cuadrilla del Cucaracha.
Los huesos del muladar de la Laguna eran cambiados por naranjas. Por la laguna se juntaba el ganau de diferentes casas: vacas y ovejas eran pastaus por los guayateros (encargaus del rebaño común). Muchos zagales iban a buscar, con cantaros de leche, el caldo de cocer las bolas y butifarras de las matacías de las casas más ricas y lo aprovechaban como apreciado caldo. Tamién se iba al Casino para comprar los “posos de café” que se aprovechaban para volver a hacer un café “una miaja flojer” en casa. En los hornos de pan, los zagales pedían algún corrusquer de pan, había un horno en la calleta, entre la casa de Juan Torres y Mariano Torres y otro cerca de la plaza de la iglesia.
De la “pastura”, que es un cocido pa los tozinos con salvado (cascarilla del trigo) y patatas, recuerda Arturo Morera con los amigos coger algunas patatas antes de que bulcasen el caldero en la zolleta.
Algunas mujeres acudían a las vías del tren a recoger el carbón quemado “cagacierros”, que los maquinistas arrojaban a la vía. Aquellas mujeres daban tanta pena que los maquinistas tiraban alguna que otra vigueta de carbón (carbón sin quemar), que se la disputaban aquellas sufridoras mujeres y que incluso alguna de esa disputa, por la necesitada vigueta, acabó a puñetazo limpio. Las mujeres llenaban pesados sacos que transportaban sobre sus espaldas caminando hasta Sariñena. Muchas portaban el saco sobre su cabeza, llegaban agotadas, negras del carbón, con el miedo a ser interceptadas por la Guardia Civil y les fuera incautada su precaria subsistencia. Muy dura fue la época de la postguerra, de un hambre horrible y una represión terrible. La dignidad de la supervivencia y la lucha de aquellas mujeres es un ejemplo, una memoria, la nuestra, la de nuestro pueblo que no se ha de olvidar.
Zagales y zagalas recibían como “Cabo d´año” un higo seco con una almendra dentro, tamién se hacían collares “zerollos” o “collares zerollicos”, en una cuerda iban poniendo los higos secos con la almendra hasta formar un collar, asinas que, poquer a poquer, se lo iban comiendo.
Muchas gracias a todas las personas que comparten sus recuerdos, aquí quedan plasmados en nuestra revista “Quio”, contribuyendo a recuperar nuestro pasado reciente, de una gran sabiduría de la que es un placer ir aprendiendo. Muy especialmente, gracias a Simone y a los Migueler (padre e hijo) por abrirme el arcón de los recuerdos de la cadiera monegrina, que no se cierre y olvide nuestra memoria, de la que muchos y muchas, siempre nos sentiremos orgullosos.
Paseando por la Cartuja de las Fuentes, monasterio barroco aragonés de la comarca de Los monegros, se observan diferentes grabados en sus paredes, testigos escritos del paso de tropas en la Guerra Civil Española de 1936. Muchos milicianos escribieron su nombre y apellidos, aportando datos como la fecha y el cuerpo o regimiento al que pertenecían. El caso más conocido es el de Modesto Ramón, miliciano de Huesca y que perteneció al «Cuerpo de Tren de la 121 Brigada de la Columna Durruti», firmado el 21 de noviembre de 1937. Su testimonio no significa la presencia de la columna de Durruti por el monasterio, pero si atestigua que pasó alguno de sus milicianos y, quizá, pudo estar el mismo Buenaventura Durruti.
También se puede leer la constancia de la Infantería «Cataluña, regimiento nº 1 03», firmado por Miguel Vilamoro (¿Vilamorzo?) el veinte de diciembre de 1936. Además, por las paredes del monasterio, se encuentran diferentes testimonios que, con detenimiento y paciencia, pueden aportarnos valiosa información sobre su pasado durante la guerra civil. Pero no son las únicas marcas que encontramos en la cartuja, pues abundan firmas relativamente recientes, con tiza o labradas con algún tipo de punzón.
La cartuja de las Fuentes se encontraba cerca del frente de Aragón, en la sierra de Alcubierre, por lo que albergó primero tropas del bando republicano y en segundo lugar del bando sublevado.
En el monasterio, durante su uso como cuartel militar, cada capilla del claustrillo tenía una utilidad y sobre la entrada de algunas capillas aún se pueden leer los borrosos letreros: “Enfermería” (el lugar más frío y más apropiado para evitar infecciones y sanar), “Objetos requisados”, “Prohibida la entrada” o “2ª compañía”.
En la iglesia, encima de la puerta de acceso al claustrillo y la puerta de enfrente, aparece la referencia 2-G-22 que denomina al grupo de bombardeo 2-G-22. El grupo de bombardeo 2-G-22, fue una escuadrilla de la Brigada Aérea Hispana durante la Guerra Civil que estuvo dotada con bombarderos trimotores alemanes Junkers JU-52 y fueron pilotados por españoles al mando del coronel Gallarza y el Comandante Luis Roa Miranda. El grupo operó temporalmente en un aeródromo provisional muy cercano a la Cartuja monegrina. En la relación de aeródromos de la guerra civil del Colectivo Republicano de Esuskal Herria aparece citado el de Lanaja. En Sariñena se encontraba el aeródromo republicano de «Alas rojas».
Roberto Mateo Caballero, «Las Batallas de Lanaja», cita como un avión con tripulación alemana chocó en 1938 con la torre de la iglesia de la Cartuja de las Fuentes, estrellándose en el desaparecido olivar junto al monasterio, donde existía un pequeño aeródromo. Los tripulantes del aeroplano resultaron muertos. El accidente causó daños a la torre y hasta su rehabilitación presentaba un chapitel muy deteriorado atenuado por los desperfectos causados por nidos de cigüeña.
Muchos daños se produjeron en el monasterio durante la guerra civil, pues se quemaron los maderos de las celdas de los cartujos y los escasos restos del mobiliario y del retablo, quemados para evitar el frío y poder cocinar, aunque solamente en un claustrillo se observa evidencia de haber hecho fuego sin haber provocado graves daños. Popularmente existe una falsa creencia sobre los visibles agujeros en los frescos de Fray Manuel Bayeu, no son orificios de balas sino, en realidad, agujeros de percheros y toalleros de cuando el monasterio fue, en un fallido (y desafortunado) intento, transformado en balneario.
La celda prioral albergó una cárcel cuando el monasterio pasó a manos del ejército sublevado. En sus paredes se puede leer el nombre y la fecha de milicianos presos, introduciéndose como “Camarada”. Según el blog de Carlos “Fotos y otras cosas” cree que la celda prioral fue utilizada como calabozo “para cumplir arrestos del personal propio, primero republicano y después de marzo de 1938, fascista”.
Un grafitti en una de las paredes del «calabozo» dice “Gora Euskadi Askatuta”, parece actual, pero el Sr. Alberto Borrás, representante de la propiedad me aseguró que la inscripción pertenecía a la época de la Guerra Civil.
Durante los primeros días del alzamiento militar se produjo el asesinato del administrador de casa Bastaras, familia propietaria del monasterio. El testimonio de lo sucedido aparece en el “Informe político social” a Francisco C. M. de Sariñena.
“Según declaraciones de Mariano Grustán el informado salió con un grupo que salió de esta (Sariñena) a Lanaja con el fin de sostener el avance Nacional (en cuya ocasión cogieron a un falangista asesinándole un catalán que iba en el grupo, de cuyo sujeto nadie da datos). Manifestando, así mismo, que el informado acompañadote varias más fueron a la cartuja con el propósito de detener al señor administrador de Bastaras, al que no encontraron siendo detenido posteriormente por la escolta del comisario político del C. de aviación de esta villa y en octubre del 36 fue asesinado en el cementerio de esta villa por los mismos que los detuvieron”.
Francisco C. M. fue el encargado de las brigadas de trabajo de Sariñena (zona republicana), compuestas por detenidos de derechas para realizar trabajos en el campo. Actuó de testigo favorable para algunos detenidos y mantuvo discrepancias con los dirigentes del comité. Hay testimonio que en el 36 votó a la derecha y ocultó en el monte a Bernardino Navarro, persona de derechas, que fue el director del Banco de Aragón de Soria.
Queda mucho por conocer sobre el episodio de la guerra civil en el monasterio, muchas historias que recuperar y mucho por investigar. El monasterio, como en muchos ámbitos, es una enciclopedia de los últimos 500 años: de arte barroco, de la saga familiar de los mejores pintores de España, de la guerra de la independencia, de la desamortización, de la guerra civil y de la posguerra, entre muchos temas. Quedan muchos capítulos por escribir y muchas historias que narrar.
Aunque nació “accidentalmente” en Monzón en el año 1921, su verdadero lugar, su pueblo es Sariñena. Su vida profesional ha transcurrido en Barcelona, ciudad donde ahora disfruta de su jubilación dedicando su tiempo a la investigación y documentación sobre el pueblo de su infancia y juventud: Sariñena. Ha escritos numerosos escritos de historia sobre la localidad, publicados en la revista local y comarcal “Quio”. Escritos variados acerca de la vida del bandido Cucaracha, el general Nasarre y Noguero, el nomenclátor toponímico de Sariñena, la Cartuja de las Fuentes “una historia accidentada”, el dance de Sariñena, retazos de vida pretérita en Sariñena, los Franciscanos de Sariñena, los Luteranos, San Antolin de Pamiers, el refranero medieval de Pedro Valles y ha publicado numerosos documentos encontrados en el archivo de la Corona de Aragón relacionados con Sariñena. También nos ha desvelado los secretos profesionales del origen de los guijarros de Picasso, en la sede del colegio de arquitectos de Cataluña, por aquel año de 1959, Arturo era jefe del departamento de presupuestos de la constructora.
En 1995 se le reconoció como pregonero de las fiestas mayores de Sariñena. El 22 de mayo del 2010 se le realizó un homenaje descubriendo una placa en la calle que lleva su nombre, la calle de la residencia o de la acequia del molino. En 1997 realizó una petición al ayuntamiento de Barcelona para que dedicase una calle a Sariñena, aunque desconozco cual fue el resultado la intención es muy reconocible. Su principal legado son sus publicaciones“Salvador Sarinianus, historia novelada de Sariñena” y“Remembranza de los tiempos pretéritos”, unos libros con su peculiar forma de transmitir pasión y cariño a nuestra tierra y a sus gentes, vecinos y amigos.
En el número 99 de la revista“Quio” aparece el artículo Anécdotas de los tiempos de guerra del 36, narra como a nuestra villa llegaron milicias del P.O.U.M. desde Barcelona. “Muchos jóvenes de Sariñena y de otros pueblos de la comarca, se unieron a los milicianos y, junto a ellos, combatieron a los militares sublevados en Lanaja, Alcubierre y en las afueras de la ciudad de Huesca. Los jóvenes Pinós, Romerales, Puértolas, Ancho, Buil, Orquín, Lana y muchos otros, se lanzaron a la lucha plenos de ardor y entusiasmo, aunque muy escasos de armas y de disciplina.” Continúa reseñando a Luis Buil en su libro autobiográfico quien escribe que muchos jóvenes sariñenenses fueron a la conquista de Lanaja con una toalla, como única impedimenta y las manos vacías. Arturo cita las palabras que recogió el periódico “Hoy”, del 12 de agosto de 1939, del comandante Aguerri: “En sariñena, me presenté al jefe del frente (Teniente Coronel Alfonso reyes) y le doy cuenta de mi misión… Hablamos largamente durante la comida y me cuenta su tragedia. No manda nadie, no puede hacerse obedecer a nadie. Cada jefe de columna es un semidiós que no admite órdenes, ni consejos ni indicaciones…” Pero la verdadera anécdota de Arturo es la que le aconteció una noche durmiendo en el frente de Huesca. Aquella noche un centinela comenzó a cantar una jota y acabó discutiendo con uno del lado fascista, la discusión sobre en que bando se comía mejor aumento de intensidad hasta que el centinela republicano le tiró una granada que comenzó un fuego cruzado sin sentido en medio de la noche. El “aguerrido” jotero era un sariñenense. Aquel artículo es respondido por Daniel Grustán Ballarín en el “quio” número 100. El escrito es un reencuentro entre buenos amigos de la niñez, intercambiando puntos de vista. Daniel Grustán Ballarín, luchador antifascista y pintor, es autor del libro “Guerra, Exilio y Represión”. Orbituario Daniel Grustán.
Cuando desde este blog comencé a colaborar con la revista “Quio”, en el año 2005, elaboraba una sección de recomendaciones de libros y discos de música aragonesa. Uno de los libros que reseñé fue “Ni el árbol ni la piedra” de Daniel Pinós Barrieras, que relata la historia de su padre Gabriel Pinós Regalado, sariñenense republicano y zapatero de profesión, se incorporó como miliciano en la columna “Roja y Negra” y marchó a combatir al frente de Huesca. Gabriel fue un gran amigo de la infancia de Arturo, la última vez que se vieron fue en el nevado y frío pirineo Leridano, un 25 de diciembre de 1938, y tan sólo pudieron desearse suerte. Nunca ha sabido de su paradero hasta que, gracias a ver la cita del libro, Arturo consiguió conocer la vida que había llevado su gran amigo Gabriel, quien exiliado a Francia luchó contra el fascismo alemán y luego pudo formar una familia. Arturo en su escrito “Gabriel Pinós, Héroe del Maquis” nos cuenta su historia, como el sabe hacerlo, con el corazón. Siempre le ha gustado interactuar con los demás colaboradores de la revista “Quio” y he de agradecer sus comentarios sobre el vocabulario aragonés en monegros del que manifestó que le traían recuerdos de su infancia y juventud en Sariñena.
Efemérides de la guerra civil del libro “Salvador Sarinianus”:
– En 1932 aparece el seminario Adelante, órgano del partido Radical Socialista de Sariñena, dirigido por don José Bruned Puertas.
– En 1936 se establece en Sariñena el cuartel general, el hospital militar y campo de aviación de las fuerzas republicanas durante la guerra.
– 1937 enorme explosión de un polvorín en la plaza de la iglesia con resultado de varios muertos y numerosos heridos.
Visita al campo de aviación del presidente de la Generalitat de Cataluña, Luis Companys, quien pasó revista a las fuerzas militares republicanas estacionadas en la villa.
El afamado escritor soviético Ilya Ehrenburg visitó Sariñena, interesándose por la marcha de la guerra en la zona.
– Año 1938 Ocupación por las tropas del cuerpo del ejército del general Moscardó, del ejercito de Franco, después de un feroz bombardero de la aviación nacionalista que asoló a una buena parte de las edificaciones de la villa.
A Arturo el inicio de la guerra civil le sorprendió en Zaragoza, donde permaneció el primer año de la contienda. Luego pasó a Francia y consiguió llegar a Barcelona desde donde, un 18 de julio de 1937, pudo regresar a Sariñena para reencontrarse con su familia. Describe una Sariñena sede del Cuartel General de los ejércitos republicanos del frente de Aragón, con los servicios de Estado Mayor, batallón de transmisiones, cuerpo de tren, hospital militar, brigadas de reserva, depósitos de munición y el campo de aviación.
Narra en sus remembranzas descubrir la iglesia saqueada y desmantelada y convertida en un gran taller de mantenimiento de vehículos militares. Notó la gran actividad de tropas y aviones, los “chatos” y las “moscas” que marchaban a los combates de Belchite y que aviones enemigos sobrevolaban la población, sonaba la alarma situada en la torre de la iglesia, causando que los vecinos escaparan a los campos y casetas lejos de la población. En la localidad existían refugios, su familia construyó un refugio a pico y pala con su vecino Mariano Mairal. Arturo se afilió a las Juventudes Socialistas Unificadas de Sariñena, ocupando el cargo de secretario de organización del comité local de Sariñena, pero sus estudios en Barbastro no le permitieron desempeñar su cargo.
El 19 de abril de 1937 estalló el polvorín que se encontraba en la calle de los porches, calle del “mercau”, la explosión causó lesiones a una niña de trece años de edad, Ascensión Vicente quien, años más tarde, se convirtió en la esposa de nuestro admirado Arturo Morera.
El escuadrón “Junkers 52”, bajo las ordenes de Joaquín González Gallarza, bombardeó el pueblo de Sariñena el 26 de Marzo de 1938. El pueblo quedó desvastado, las tropas republicanas habían abandonado la localidad y los vecinos se encontraban resguardados en las masadas y casetas del monte. Aún así, hubo dos víctimas. El 27 de marzo una división de marroquíes dirigidas por el general Moscardo ocuparon Sariñena.
* Arturo Morera Corull
En 1938, Arturo Morera ingresa como Carabinero y es destinado al batallón 52, marchó al frente de Sant Joan de l´Erm, hasta que el 29 de enero de 1983 se retiraron por Andorra condenados al exilio. Fue concentrado en el campo de La Tour de Carol, junto a más de diez mil refugiados españoles. Allí encontró al médico de Sariñena Pedro Cascales, quien con otros médicos hicieron lo imposible por salvar vidas. A los pocos días, arturo fue trasladado al campo de Mazeres. Después participó en las “compagines de Travailleurs Espagnols”. En junio de 1941 regresó a España, volviendo a la localidad monegrina. En su pueblo de corazón conoce a su mujer, con quien se casa y se traslada a vivir a Barcelona donde desarrolla su vida laboral. Tras su jubilación ha dedicado gran parte de su tiempo libre a examinar archivos para investigar y novelar la historia de Sariñena.
La revista “Quio” celebra su 25 aniversario y en el reciente número 150, Arturo continúa demostrando su extraordinario valor e implicación con la cultura e historia de Sariñena y Los Monegros. En este reciente número 150, aparece publicado su artículo “Noticias del diario Nueva España de Huesca en el año 1938”, en el que se describen las impresiones del corresponsal de guerra del bando nacional “Flecha”, al que Arturo desmonta con sus recuerdos lo que corresponde a la propaganda fascista. Entre las diferentes noticias destaco las siguientes:
– “En la calle Dato, encontramos centenares de hojas que declaran las excelencias de aquel papel Adelante. ¡El radical-socialismo redivivo!. Los señores Lana, Esteban y Bruned, elogian el republicanismo con ribete socialista.”
-“En el Hotel Anoro tiene su sede las Juventudes Libertarias: telas rojas con rótulos inmensos, banderas, folletos del peor gusto y colores. Prensa que atosiga, carteles que marean. En la plazaEnado tienen la sede las Juventudes Unificadas. Tenían, vamos.”
– En este piso espléndido estaba el socialismo instalado. Sería el académico por la elegancia de la instalación y el perfil de la Enciclopedia Espasa que sostiene un magnífico bureau.”
– En una planta baja del mercado vimos la biblioteca más indecente que se pudo coleccionar. ¿Cultura? ¡Perversión! Combinada con aquel cine grosero que ha sido servido a la procacidad de milicianos y milicianas.”
Un cadáver rojo
Ante el “Hotel Anoro”, sirviendo de dosel unos rótulos inconmensurables de gritos “antifascistas” se encuentra el cadáver de un miliciano. Quedó rezagado en la huída de sus compañeros.
Cuando habían llegado las fuerzas nacionales a la plaza, este miliciano quiso defenderse usando granadas de mano. Un certero disparo de pistola le desplomó y quedó con los brazos extendidos y los ojos abiertos.”
Da la sensación que sin Arturo Morera la historia de Sariñena no existiría. Su narración tan cercana demuestra un profundo amor y nostalgia que representa la persona de Arturo Morera, una de las muchas gentes de nuestros pueblos avocados al exilio del medio rural para sobrevivir. Un vecino ejemplar que ha vencido la distancia y siempre se encuentra muy presente entre nosotros, con sus escritos, su historia y amistad. Un excelente e imprescindible trabajo.
* Basado en sus libros y artículos.
Publicau en Os Monegros el 4 de diciembre del 2013.