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Francisco Javier Beltrán Calavera


Peñalbino hasta la medula, Francisco Javier Beltrán Calavera nació en Lérida, ciudad donde se atendían las necesidades sanitarias de la localidad altoaragonesa de Peñalba. Su padre, Francisco Beltrán era labrador y matachín, lo que llevó a Paco a escribir el libro “La matacía del tocino en Peñalba, Huesca”. Un libro que, a través de fotografías y de recuerdos de su padre, recoge la memoria del trabajo de matachín. Sin duda, Paco es un peñalbino de pura cepa orgulloso y gran conocedor de parte de su historia.

Paco en Gestiona Radio.

Su madre, Rosa Calavera tenía la tienda local “Casa la Rubia”, por la calle principal del pueblo dedicada al nobel aragonés Ramón y Cajal. Paco se ha criado en Peñalba, corriendo por sus calles, con la bicicleta y jugando al futbol por sus eras: -Después de salir de la escuela íbamos corriendo a jugar a las eras-. Entre los chico del pueblo y los vecinos entusiastas, sacaron adelante un equipo de futbol que años después subiría a la categoría  de regional  preferente “El CD.  Peñalba ”. Su afición al futbol marcó a Paco, como es conocido, en lo que ha sido y es parte de su vida profesional.  Paco escribió el libro “Peñalba, más de 50 años de fútbol” que se presentó conjuntamente con una exposición fotográfica de la historia de este deporte en el pueblo, dentro de una fiesta de todos los aficionados peñalbinos el 1 de Noviembre de 2013.

Del libro “Peñalba, más de 50 años de fútbol”.

-Se jugaba mucho por el pueblo-, con la bici llegaban hasta Valcabrera y la Valcuerna, donde se bañaban, iban por el monte y las balsas. En Peñalba existían varias balsas. Estaba la “Balsa Lugar”, apunta Paco, donde actualmente están las piscinas y al lado, donde está la pista de tenis, se encontraba la “Balsa Fraguada”. Existía la figura del aguador, este era el tío Julián, quien, con una cubeta tirada por un macho, una mula, iba repartiendo agua por las casas. Otras balsas respondían a la “Balsa Loren”, por donde tiene la granja  Carlos Reblet, la “Balsa Nueva”, cerca de donde actualmente existe un taller, y la “Balseta Hoguera”, donde se encuentran  los depósitos de agua potable del pueblo -El agua corriente comenzó a llegar a través de una tubería desde la salida de un  túnel por la zona de Alcubierre del canal de Monegros. Sería en torno a 1968-.

Dibujo de Peñalba, por Paco Beltrán.

El Barranco de La Valcuerna era un manantial, de críos lo cruzaban por una pasarela de piedras y cemento, un poco más abajo de las escuelas, y cuando bajaba agua se mojaban los pies. A la escuela iban a clases diferenciadas por sexo y agrupados por edades, Paco iba hasta con niños de cinco años mayores que él. Recuerda a los profesores y profesoras  Don José Til y Don Gabriel, la señorita Pilarín, etc….

La carretera nacional II, que en un principio pasaba por dentro del pueblo, era un continuo paso de vehículos, costaba mucho incorporarse y mucho más cruzarla, existía el dicho “Va a pasar hoy hasta el coche de Valfarta”, que era el coche que iba desde Valfarta  a Sariñera . La Nacional II atravesaba la localidad hasta que se realizó la variante de Peñalba, aproximadamente, en 1964. La Nacional II ha marcado mucho a estos pueblos, desarrollando actividad, tanto en hostelería, talleres y transporte. Celebre es el toro de Osborne ubicado en la localidad, de recuerdo en la Película de Bigas Luna “Jamón Jamón”, comenta Paco.

Peñalba desde la cueva Sabeta. Por Paco Beltrán.

Paco indica que: -ha habido muchos transportistas en Peñalba de forma autónoma, ha sido un pueblo muy dedicado al transporte, sin embargo ahora prácticamente se ha quedado con la referencia de algunas agencias como   Blascotrans , Carreras, Tisaire… que han dejado algunas de sus sedes de una forma u otra en el pueblo-.  

-Si a la  restauración nos referimos, también ha sido un pueblo con bastantes bares a los largo del tiempo ,  Bar la Mallena, donde paraba el coche de línea Zaragoza- Lérida, el Motel Aragón (al que siempre se le llamaba Hostal Aragón,  o simplemente el Hotel), La Ruta, el Trigal y el restaurante de Tomás Cacho al lado del silo. También estaba el bar de las Mañas, que era una fonda y además funcionó como pub. Actualmente, con la liberación de la autopista, la nacional II tiene bastante menos  circulación. Ahora, los bares del pueblo son La Posada y el Hogar del Jubilado con el salón social, y en verano también la piscina. Hubo un tiempo que el baile se hacía en la Cantonada, y cuando se tiró el ayuntamiento viejo, en el hueco que quedó en la plaza, hasta la construcción del nuevo, se hacía un envelado para el baile. Aparte de estos,  ha habido diferentes lugares en los que tocaron las orquestas para las fiestas-.

Mítico fue el Patxy, primero el Patxy I, en el antiguo cine Avenida, que a la vez servía como pista de baile -Acababa el cine y se quitaban las butacas transformándose en una discoteca-. Patxy responde a Jesús Ezquerra, quien con su mujer, Marisa Frauca,  llevaron primero el Patxy I, en el Avenida, y luego el Patxy II en la calle Horno, bocacalle con María Auxiliadora.

aco en la Romareda con la cadena Ser.

Paco marchó a estudiar a Zaragoza, donde realizó el bachillerato en los Escolapios, de la denominada entonces calle del General Franco y ahora llamada Conde Aranda. Estudió en la actual Facultad de Educación en la Especialidad de Ciencias Humanas y postgrado en Educación Física. Ha ejercido como profesor de educación física, siendo Técnico Deportivo Superior y director del colegio público de Garrapinillos “Gustavo Adolfo Bécquer”. Entrenador nacional de fútbol sala de 1ª División ha entrenado al Racing Delicias femenino y al Sala 10 masculino en  la división de Honor del futbol sala nacional.

Además, ha hecho algunos pasos en el periodismo deportivo, ha sido director de deportes en Onda Aragonesa Radio, Gestiona Radio y  comentarista de fútbol en Cadena Ser Radio Zaragoza, comentando retransmisiones radiofónicas del Real Zaragoza, y tertuliano deportivo en Aragón Televisión.

Igualmente ha sido presidente de la Asociación Nacional de Entrenadores de Fútbol Sala, seleccionador de la selección aragonesa de fútbol sala, con la que ganaron el campeonato de España (2001). También ha dado clases, conferencias – En muchas partes del mundo- sobre todo de futbol sala.

Desastre aéreo, por Paco Beltrán.

A Paco le gusta la pintura – Dicen que soy expresionista-. Ha hecho algunas exposiciones, una conjunta con la joven artista local Judith Lerín y otros artistas del pueblo. Paco es una persona activa, comprometido con su pueblo, gran forofo del Real Zaragoza y muy querido en su pueblo, Peñalba de su corazón.

Los hermanos Lana Torres


Paco

Francisco Lana Torres

Francisco Lana Torres nació en 1915 en Sariñena. Hijo de Pablo Lana Marías y María Torres Allué, fueron tres hermanos: Francisco, Marina y Emilia. Su padre, Pablo Lana Marías ejerció como funcionario de telégrafos.

Francisco, conocido como Paco, vivió poco en Sariñena, donde «Los pijáitos iban al casino y los obreros al café» (Plaza de los republicanos españoles: testimonios de exiliado. García, Gabrielle). Pronto comenzó sus estudios en Zaragoza, primero en los maristas y luego con los jesuitas para acabar estudiando ingeniería de telecomunicaciones. Durante su época de estudiante estuvo afiliado a la organización estudiantil y de izquierdas FUE (Federación Universitaria Escolar). Con el inicio de la guerra tuvo que abandonar sus estudios, alcanzando el grado de Teniente de Ingenieros Zapadores. Por sus conocimientos en explosivos, contribuyó a la detonación y voladuras de infraestructuras, tales como puentes, con el objetivo de impedir el avance de las tropas sublevadas.

«Mi padre era funcionario de telégrafos. Un tío, primo de mi padre, era diputado radical socialista en Huesca. De muy joven, ingresé en la FUE. Estaba cursando estudios de ingeniero de telecomunicaciones. Cuando se produjo el levantamiento militar, tenía veintiún años, me uní sobre la marcha a la columna anarquista de Durruti, procedente de Barcelona se dirigía a Barcelona. Empecé la guerra con los anarquistas, pero sin serlo. Durante la guerra, el Gobierno de la República había abierto escuelas militares. Así que acabe ingresando en una escuela popular de guerra. Era el comandante de la Centuria quien designaba quien podía acceder a una escuela popular de guerra» (Plaza de los republicanos españoles: testimonios de exiliado. García, Gabrielle). El tío, primo de su padre, al que hace referencia, responde a Casimiro Lana Sarrate.

Luchó en Teruel, al parecer un invierno durísimo: «Tomamos Teruel por primera vez en diciembre. De allí, marché a Cuenca. Quince días más tarde, las tropas franquistas atacaban de nuevo Teruel, por lo que regresé. La diferencia de fuerzas era evidente. No todos los aviones eran de la Primera Guerra Mundial, tampoco hay que exagerar. Había aviones de caza rusos que no estaban mal, pero las fuerzas franquistas eran mucho más importantes. Sobre todo la aviación. Evidentemente, yo estaba en contra de la no intervención, nos faltaba armamento. Éramos idealistas, pero al cabo de dos años, comenzamos a dudar si alcanzaríamos la victoria» (Plaza de los republicanos españoles: testimonios de exiliado. García, Gabrielle).

Tras la batalla del Ebro se exilió a Francia «De un lado del río, los fascistas; del otro, los republicanos. Me encontraba en Valencia y debía de llegar a Barcelona, el trayecto lo hice por el mediterráneo» (Plaza de los republicanos españoles: testimonios de exiliado. García, Gabrielle). Paco acabó en el campo de concentración francés de Argelès-sur-Mer del que terminó escapando para unirse a las guerrillas de maquis.

Para escapar de los Alemanes, Paco se escondió en la ciudad ocupada de Burdeos, dedicándose a la construcción de una base de submarinos de guerra del ejército nazi. Allí muchos españoles fueron usados como esclavos en la construcción de aquella instalación militar. Más de 2.000 españoles presos fueron empleados a trabajos forzados por los alemanes sufriendo penosas condiciones que acabaron con la vida de más de medio centenar de ellos. La base de submarinos nazis que construyeron 2.080 esclavos españoles, El Mundo.

Paco logró escapar y refugiarse en la Bretaña francesa. En una terraza de un bar en la ciudad de Rennes, conoció a Carmen Renault y enseguida se enamoraron. Como no tenía documentación, se escondió durante seis meses en el desván o buhardilla del colegio, donde Carmen daba clases. Carmen era maestra y el desván estaba justo encima de su clase. Cuando obtuvo una documentación falsa, Paco pudo salir de su escondite y trabajar como electricista instalando campanarios eléctricos en todas las iglesias de la zona. Paco y Carmen acabaron contrayendo matrimonio residiendo en la localidad de Rennes. Como muchos españoles exiliados, Paco soñó con volver a una España libre, pero no pudo ser. Francisco Lana Torres falleció en septiembre del 2004.

Paco Carmen Dinard 1951

Francisco y Carmen en Dinard, 1951.

En Francia, Paco trabajó y perteneció a la sección sindical de UGT y fue secretario del PSOE de la localidad de Rennes (Ille et Vilaine), también fue secretario del Grupo Departamental del PSOE de Ille et Vilaine. Además, la Fundación Pablo Iglesias recoge que participó activamente en congresos como representante de ambas organizaciones, así es el caso de los VII, el VIII, el X, el XI y el XIII Congresos del PSOE en el exilio celebrados en 1958, 1961, 1967, 1970 y 1974. En el VIII Congreso de 1961 lo hizo como delegado suplente. En la UGT fue delegado de la Sección de Rennes al VIII, IX, X y XI Congresos de la UGT en el exilio celebrados en 1962, 1965, 1968 y 1971 respectivamente. En los dos últimos como delegado suplente. En abril de 1976 representó a Rennes en el XXX Congreso de la UGT celebrado en Madrid. En 1981 continuaba residiendo en Rennes suscrito a El Socialista (Fuente: Fundación Pablo Iglesias).

Marina Lana Torres nació en 1920 en Sariñena, aunque su verdadero nombre era María Pilar. La vivienda familiar se ubicaba en la calle Goya de la localidad monegrina. A los dieciséis años, con el estallido de la guerra, Marina fue enfermera voluntaria en el Hospital Militar de Sariñena y miliciana, perteneciendo a las Juventudes Socialistas Unificadas. En el hospital conoció al teniente de intendencia catalán Tomás García-Ciaño Napal, nacido en 1911.

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Marina, segunda por la derecha con otras enfermeras.

Tomás no participó activamente en la guerra y se dedicó a realizar labores de intendencia en Sariñena. Gracias a su intervención, evitó que delatasen a dos monjas que se encontraban clandestinamente realizando una celebración religiosa, hecho por el que siempre le estuvieron muy agradecidas. Tomás no las delató y ocultó lo visto para proteger las vidas de las religiosas.

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Marina abanderada en un desfile en Barbastro.

Marina quedó retratada por el fotógrafo Agustí Centelles desfilando con la bandera de la JSU (Juventudes Socialistas Unificadas) junto a las milicianas sariñenenses Isabel Millera, Amparo Casañola, Dolores Laín, Rosario Orquín y Emilia Huerva. El desfile transcurrió en 1937 en Barbastro, calle General Ricardos (Sariñena Antigua, Salvador Trallero).

Durante la guerra, en casa de la abuela de Marina estuvieron once mujeres solas y tuvieron que vender algunas propiedades para poder ir sobreviviendo. Con el avance del bando nacional, Marina y Tomás marcharon a Barcelona y tras la guerra no pudieron regresar a Sariñena. Además, Marina contrajo tuberculosis y tuvo que retirarse al Pirineo aragonés para sanarse, a Aísa, en la Jacetania.

Hasta 1941 Marina no pudo regresar a Sariñena y aun así no pudo volver a su casa de la calle Goya, que por entonces alojaba a un militar a modo de fonda. Así, primero se fue a vivir con una tía y luego a una casa en la plaza del ayuntamiento, en casa Manin. Allí vivió con Tomas, con quien pronto contrajo matrimonio. Al final, pudieron vivir en la casa natal de calle Goya, aunque tan solo por poco tiempo.

Marina y Tomás abandonaron Sariñena marchando a San Sebastián donde Tomás trabajó en la Mutua General de Seguros. Después lo nombraron Director de la sucursal de Mahón, en la isla balear de Menorca. Allí estuvo durante 5 años. Finalmente lo trasladaron a Zaragoza donde Marina adquirió cierta notoriedad gracias a su profesión de modista y sus diseños exclusivos y reputados. Se especializó en ropa infantil siendo una dura competencia al afamado comercio Ríos de Zaragoza. Marina tuvo una gran personalidad, con un carácter fuerte y alegre.

Pablo Lana Marías fue denunciado a pesar de sus pocas vinculaciones políticas y trasladado a una cárcel de Madrid. Allí estuvo encerrado en el corredor de la muerte durante 5 años esperando todos los días que lo fusilaran. Al final, fue el párroco de Sariñena quién logró sacarlo de la cárcel y volvió a su trabajo habitual montando postes de telégrafos. Al cabo de un tiempo, estando trabajando y subido a un poste, llegó la Guardia Civil y su denunciante y Pablo cayó al suelo perdiendo la vida. ¿Qué pasó?, nadie lo sabe, la versión oficial es que cayó del poste al suelo y perdió la vida.

En la relación de vecinos de Sariñena, con responsabilidades políticas, aparecen tanto Paco como su padre Pablo. Francisco como teniente del ejército rojo que tras la guerra se halló ausente, exiliado, mientras que Pablo fue considerado izquierdista de U.G.T. figurando en situación de detenido.

Mi agradecimiento a Yöel Lana Renault por compartir la historia, su gran disposición y amabilidad, gracias.

Francisco Amador Mene y Rosa Lacambra Taira


Francisco Amador Mene, de familia de agricultores, nació en Zaragoza en 1933, aunque siempre ha sido y ha vivido en Alcubierre. Rosa Lacambra Taira también nació fuera, en Barcelona en 1937, aunque su familia también era de Alcubierre, localidad a la que regresaron tras la guerra. A través de ellos recorremos parte reciente de la historia de Alcubierre y de su sierra.

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Francisco estudió en la escuela de Alcubierre -Entonces había unos 90 alumnos en la escuela-. Había dos colegios en Alcubierre, uno de chicas con dos clases, donde actualmente está el centro médico, y otro de chicos, donde se encuentra la farmacia; contaba con dos cursos.

Paco vivió la guerra civil y recuerda cuando se retiraron las tropas republicanas -muchos se refugiaron en las casetas del monte-. La familia de Paco se refugió en la paridera de saso Cabero, en el corral de Lasheras. Desde allí veían como bajaban todos los milicianos retirándose hacía Lanaja. Dos milicianos se detuvieron en la paridera y llamaron a la puerta: -Salgan fuera o le prenderemos fuego al pajar-, gritaron los milicianos.  Dentro estaban cuatro o cinco familias y gracias a la actuación de su tío consiguieron disuadirlos -No tenía ningún sentido, éramos familias y las tropas nacionales pronto iban a ocupar la zona-. El tío acabó convenciéndoles para que marcharan -¡Hombre, por favor, no hagan una cosa de estas!-. Tardaron en volver al pueblo, hasta que el grueso del ejército del bando nacional continuó su avance.

Paco, como conocen en Alcubierre a Francisco, recuerda como tras la guerra hacían instrucción en la era Ruata y en la escuela cantaban el Cara al Sol. Hubo interrogatorios en la planta alta del ayuntamiento e incluso un hombre se tiró por la ventana, suicidándose, para no ser torturado. Algunos fueron obligados a ir a limpiar los váteres a las casas ricas.

El ayuntamiento de Alcubierre, cuenta Paco, se construyó en 1896 -Fueron años malos y el gobernador Alvarado destinó dineros para hacer el ayuntamiento-. También fue un año muy malo 1945 y el gobernador de entonces incentivó Alcubierre con la construcción del barrio nuevo -Cada semana iba a trabajar uno de cada familia, así se repartía el trabajo que tan necesario era-. Por suerte, el año siguiente (1946) fue muy bueno.

En verano iban a remojarse las cuadrillas a las balsas, nadaban en la balsa de monte viejo, donde está el pequeño pantano (El Pantaner). Un día, el tío Nogues les encarrañó -Cogimos la ropa como pudimos y escapamos corriendo desnudos-.

-Por donde la granja de Franchón estaba el Chorro de la botija, el agua bajaba del barranco y corría un buen chorro de agua, allí se iba a lavar la lana -. Entonces, cuentan Paco y Rosa,  todas las lomas estaban peladas y enseguida bajaba agua cuando llovía -¡Qué viene barrancada!-, decían. -En una ocasión, en casa de Antonio Ramón el agua llegó hasta el balcón en una barrancada, recuerda Paco. -Por el barranco del Piojo bajaba mucha agua, atravesaba parte del pueblo y el tío Pascual tenía que colocar dos tablones para pasar la calle. Antes llovía mucho, incluso se ponían tajaderas en las puertas de las casas para que no entrase el agua-.

Para desviar el agua, del barranco del Piojo, había un badén en la antigua carretera, los autos tenían que aflojar mucho y los chicos aprovechaban para subirse a las escaleretas del coche correo de línea. El coche venía de Tardienta, era la línea de Huesca a Lanaja. También estaba el coche que venía desde Zaragoza. Desde Robres, el coche ascendía la cuesta de El Tollo, le costaba mucho subir, así que iba muy despacio, circunstancia que los zagales también aprovechaban para subirse a las escaleretas del coche. -El coche iba tan lento y era tan viejo que una vez Juanito se bajó antes de la subida y le dijo al chofer-arriba te espero, que voy a mear-.

De críos les gustaba patinar en la balsa cuando en invierno helaba, hasta cruzaban la balsa con la bicicleta -Se formaba hasta un palmo de hielo-. Lo hacían en la balsa grande y pequeña, eran las balsas para el ganado. Al lado del silo estaba el Balsón, donde se iba a buscar agua para beber –Antes se iba a buscar agua con pozales-. -Desde la balsa de Valmediana se llevó una tubería hasta una fuente del pueblo, fue durante la república. En la calle había un pozo manantial, el pozo el Hospital-.

Hasta más o menos 1950 nevaba mucho, comenta Paco y Rosa -En el 46 cayó una nevada de más de un metro de nieve, la gente salió a quitar la nieve de El Tollo para que llegase el coche de línea-.

Se hacían bailes los domingos por la tarde, las fiestas de Navidad, la pascua y las mayores de Santa Ana. Incluso llegaron a haber dos bailes y se traían orquestas, el salón de Padrilla y el granero de casa L´Angela. Entonces se iba a comer y beber por las casas, se cantaban jotas y se bebía vino, -nada más que vino-. En Alcubierre, aunque no había huerta había mucha viña. -De quintos se hacían trastadas, se daba la vuelta a los carros, movían las macetas…-.

En casa Ruata había tres pastores y tres rebadanes -Había mucho ganado-. Existía la Bicera, un rebaño solamente de cabras  que lo componía hasta unas doscientas cabras. Se juntaban en la plaza de las Cabras, la plaza de la Virgen del remedio -Entonces se bebía mucha leche de cabra.

A la sierra subían con caballerías a los corrales, subían con mulos y carros de dos ruedas -Subir costaba unas tres hora-. Había muy pocos pinos, casi no había, terrancos. Había sabinas, comenta Paco, sobretodo había oído que había muchas por la zona de Monteoscuro.

Sierra Alcubierre

Sierra de Alcubierre con localización incendio de 1945.

 En 1945 hubo un gran incendio en la sierra de Alcubierre, el fuego comenzó en la zona del Peaje, cerca de San Caprasio, en la huega entre los montes de Alcubierre, Lanaja y Farlete. El fuego avanzó muchísimo hacia el noroeste, hasta cerca de Lomagorda, monte de Lanaja. Se quemó mucho terreno y se tuvieron que realizar repoblaciones.

Luego vinieron años muy malos y gracias a las repoblaciones hubo trabajo (Repoblaciones en la sierra de Alcubierre). En la zona de la balsa de las Piedras se instaló un vivero y actualmente aún queda la caseta de los forestales. Trabajaban unas doscientas personas. Paco subía andando desde Alcubierre hasta san Caprasio, tenía unos 18 años, sería el año 1951. De forestal estaba Adrián, era algo loco. Salían de Alcubierre a las cinco de la mañana para comenzar la jornada de trabajo a las ocho, por las faldas de san Caprasio. Los de Robres venían en bicicleta. Trabajaban ocho horas y luego se volvían para el pueblo.

Domingo el de Calavera, en la balsa Pina, cuando rayaba el alba decía -Pronto lloverá-, veía el destello del alba que anunciaba lluvias.  Alberto Lasheras, cómplice de esta entrevista, recuerda un refrán que decían cuando giraba la veleta de la torre por el vierto y se veían las nubes venir de Pina: “El agua de Pina, llena la badina”.

A jada ahoyaban, iban haciendo los agujeros hasta que cambiaba el tiempo en invierno y se comenzaba con la plantación. La planta se traía desde Huesca con un camión y se descargaba en el vivero de la balsa de las Piedras. Después, con un burro se subía a las lomas donde se estaba trabajando. Se llevaba en los esportones de los burros.

También venía gente de Lanaja, se quedaban a dormir en la sierra ya que tenían mucha distancia. En verano, por los taludes, ponían lazos para cazar conejos pues entonces había mucho.

Para los trabajos agrícolas la gente se quedaba en los corrales -subían hasta las gallinas-. En Valmayor había muchos corrales, el de Arazo, el Sorder, el de la Ángela, el Calavera (por los hondos de Valmayor), los de casa Camilo, caseta el Bonico… No dejaban hacer leña de pino, no se podía cortar hasta que comenzaron a dar lotes de unos tres pinos cada uno. Los marcaba el forestal, primero Adrián y luego el de Cuarte. Los lotes los hacían por Loma Gorda y los arrastraban con mulas. Acabaron sacando leñas de la zona de Cinacorba, una de las partes altas. Por la zona de Las Labaneras estuvieron aclareciendo, con el forestal Luis Madorrán.

-Paco de las Carrascas, barranco el Hambre, barranco de san Caprasio, la Plana…- muchos lugares recuerda paco y Rosa. -El manantial de la Fontaneta, donde el agua es muy salada y no se podía beber, en cambio, el agua de pozo Pablico, subiendo a la sierra, sí que se bebía-. A Valmediano, por Monte Viejo, se iba a buscar agua hasta que se enronó. Su padre llegó a ver lobos, estaba la casa del tío Matalobos.

Subían de romería a san Caprasio. Una vez subieron un piano para la fiesta, lo tocó el abuelo de Alberto Lasheras. Se subía en carros, con mulas y burros. Con el tiempo comenzaron a subir en tractores y montados hasta en alguna traella y arrastrando un pino para hacer polvareda. En otra ocasión subieron en un camión y en una faja plana bulcaron. -Han pasado muchas cosas pero por suerte nada grave-. Al santo lo llegaron a bajar y subir en hombros entre cuatro, fueron unas veces excepcionales –lo que nos cansemos-. Una vez bajaron al santo debido a una rogativa para pedir lluvia y en otra ocasión para su rehabilitación.

Para la vieja Remolona, tradición de Alcubierre, recogían huevos por las casas y poca cosa más. Con lo que recogían, les hacían una gran tortilla de patatas para merendar, luego chocolate y torta de cacerola. La Petreta les vestía bien maja la vieja remolona y les hacía la merienda. -Antes había pique para haber cuál era la primera cuadrilla que salía a pedir por el pueblo-.

En la calle vivían 100 personas y ahora apenas 20, Paco y Rosa han conocido tres generaciones. Ha trabajado en el campo pero también en un taller y de albañil, formaron un grupo de albañiles mientras uno se encargaba de las tierras. Se hicieron Agrupación Agrícola.

Estuvo trabajando en la instalación del sagrado corazón de Jesús de Alcubierre, recogían las piedras con caballerías en Valdelumbierre, luego con tractor y remolque. Las piezas las descargaron en la virgen del remedio y las subían con un carro y un macho. La grava y la arena la traían de Torres de Barbués, con un carro y un tractor con pala.

Lo montó el albañil Escanero de Lanaja con andamios y una grúa. El Jesús Redentor llegó desmontado, por piezas, y se guardó en la antigua cárcel. Una fuerte airera casi tiró todo el andamiaje, daba miedo, tuvieron que atar todo con sogas.

Gracias a Albero Lasheras Taira por hacer posible esta entrevista que, de la mano de Paco y Rosa, nos ha trasladado a la vida de antes en Alcubierre y parte de la historia de la sierra que tanta vida tuvo antaño.

Paco Villellas Arasanz


Natural de Capdesaso, Paco Villellas Arasanz nació en 1933.Su padre fue ferroviario en la Estación de ferrocarril de Sariñena: “Limpiaba y encendía las máquinas de vapor. Las reparaba y las volvían a encender con leña, primero echaban unas pastillas y luego la leña para después ir echando viguetas de carbón”. Su madre trabajaba en casa, fueron tres hermanos.

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Paco fue a la escuela de Capdesaso hasta los 13 años. Primero les daba clase uno de casa Paul quien, aunque no era maestro, enseñaba a los críos. Luego ya llegó un maestro oficial “Don Andrés”. Entonces igual estaban una treintena en la escuela “Había clases separadas de chicos y chicas”.

De crío, Paco iba a la fuente a refrescarse y jugaban con una pelota de goma, a marro, a burrico falso (churro, media manga, manga entera), a ladrones y ministros y al frontón. Durante las fiestas patronales disfrutaban de la orquesta “Estrellas Negras” de Binaced y la orquesta “Colombia”, con 16 años los mozos pagaban a los músicos y, para que saliese más económico, iban a comer cada día a una casa. Se hacían carreras de bicicletas: “Se colocaba una cuerda con anillas y tenían que pasar un lapicero por las anillas”. Para los quintos se hacía merienda y bailes y para Santa Agueda las chicas les sacaban a bailar, hacían merienda y baile tarde y noche. En las fiestas del 3 de mayo se iba a Santa Elena.

Paco bajaba mucho a Sariñena, en la plaza del ayuntamiento estaba la tienda de bicicletas de Perico. Una vez, por la plaza, conoció a quien luego fue su mujer Magdalena Laín Martín, natural de Sariñena de casa Carrasca por parte paterna y Cuquera por parte materna. Luego, Paco bajaba a Sariñena al baile, con la bicicleta “Una vez volviendo, a las dos de la mañana, se me reventó una rueda a la altura del olivar de Juanillo, tuve que volver andando”. Han tenido dos hijos, su hijo Paco ha continuado en el mundo ferroviario y Elena es periodista.

De chico, Paco trabajaba en la huerta, iba todos los días con la burra hasta que a los 18 años entró a trabajar en la Renfe. Empezó de ayudante con su padre, ayudando a encender maquinas. Le hubiera gustado ser fogonero o maquinista pero no pudo ser. Al principio iba andando desde Capdesaso hasta la estación, hasta que ganó algunas perricas y se pudo comprar una bicicleta, una Orbea, después tuvo una BH.  Al tiempo comenzó como ayudante mecánico y a los ocho años le hicieron mecánico “Oficial montador”.

En la estación había una rotonda para dar la vuelta a las maquinas, los maquinistas hacían noche en la estación, en el edificio en el Cuarto de Agentes, “Tanto los que venían de Lérida o Zaragoza pernoctaban en Sariñena”. Paco estuvo por lo menos veinte años trabajando en la estación ferroviaria de Sariñena, pero cerraron el depósito de vapor y lo mandaron a Barcelona. Allí estuvo 2 años temporal en calderines, cobraba como jefe de equipo, luego al puerto a carga y descarga de contenedores. Después lo trasladaron a la Barceloneta a material móvil y más tarde en Can Tunis, cerca de la Seat, donde estuvo de mecánico de trenes hasta que se jubiló. En Barcelona estuvo en total veinte dos años y cuando se jubiló volvió a Sariñena.

“En la estación de ferrocarril de Sariñena había varias secciones de material y tracción, de material móvil, el jefe de estación y obreros…. Estaban las brigadas de mantenimiento y arreglo de vías. Entonces no había maquinaria y se hacía todo manual.  Había guarda frenos cada pocos vagones para frenar el convoy ferroviario, hasta que llegaron los frenos automáticos y desaparecieron la figura de los guarda frenos.”

Paco es memoria viva de lo que significó la Estación Ferroviaria de Sariñena, una gran actividad que nos ha acercado con gran cariño, gracias Paco.

Gracias a Pilar Guerrero y Aimar Mir de la Residencia de la tercera edad de Sariñena por su colaboración para la realización de las entrevistas, gracias!!

Francisco Larroy Masueras


Paco es el último combatiente vivo de La Madeleine, una heroica batalla durante la segunda guerra mundial en Francia. Desde su exilio, Paco ha vivido prácticamente toda su vida en Anduze, donde llegó exiliado desde Sariñena junto a sus padres y hermano Antonio. Los hermanos Larroy son todo un ejemplo de supervivencia y compromiso por la libertad, dos sariñenenses de leyenda.

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Paco Larroy Masueras

Francisco Larroy Masueras nació en Sariñena en 1924. Su padre José Larroy Bollic descendía de familia de herreros pero se dedicó a construir carros: “Fue carretero”. El taller lo tenía al lado de la herrería, calle Goya nº 4, subiendo a mano derecha. Su abuelo dividió la casa en dos, así que los dos talleres estaban pegados, las puertas eran iguales: “Tal y como subías primero estaba la herrería, que la llevó mi tío, y luego el taller de carros”. Además, en casa vendían abono de pescado para los campos, se podía leer en la fachada: “Se venden abonos”. Su madre era Adelaida Masueras Clavería y sus hermanos tenían una fábrica de gaseosas camino del río, a la salida de Sariñena, al lado de garaje de Eloy Casabón y durante la guerra todo quedó destruido. Antonio, hermano de Paco, era tres años mayor, nació en Sariñena en 1921 y murió a los noventa y cuatro años de edad, el 18 de noviembre del 2015.

Paco fue poco a la escuela, pero aún recuerda al maestro don Pío, a algunos amigos como el Peti (el cafetero) y el rubio Chin. Iban a robar manzanas por la huerta, a bañarse al río, a la Laguna a cazar patos y de romería a san Isidro. Recuerda la línea de autobús de la sesantina, de unas seis fuentes y del cine del teatro Romea. Al Romea iban a ver películas en el gallinero, pues era más barato, “Al dueño del Romea lo fusilaron en Sariñena”, recuerda Paco. La plaza Alvarado, actualmente de la Constitución, «Rebosaba de vida, había un abrevadero y encima el bar Las Delicias». También estaba el quiosco que había hecho su Padre, donde vendían cervezas. La plaza estaba llena de gente, de vida, y además las vacas, mulas y caballos iban a beber al abrevadero y, al caer la tarde, volvían solos.

Llegó la guerra y todo se quebró, Paco la vivió con nueve años. Su padre, José Larroy Bollic fue conserje de Izquierda Republicana y estuvo en el comité local: “Estuvo cuando los milicianos venidos de fuera querían fusilar a los cerca de 40 detenidos de derechas en la cárcel, estaba al lado de la ermita de Loreto, se opusieron dejando claro que aquí no se mataba a nadie”. Su tío, Manuel Masueras Clavería, fue directivo de Izquierda Republicana y Francisco Masueras Clavería fue patrullero al servicio del comité con su automóvil, fue detenido y murió en Burgos, “No había hecho nada malo”, recuerda Paco.

Del frente llegaban camiones con heridos y fallecidos, Paco aún recuerda ver de crío los cadáveres en la entrada del Hospital Militar. Aún se acuerda Paco del jefe del campo de aviación “se llamaba Franco y La Pava, un avión que salía hacía Huesca a bombardear todos los días hasta que un día no volvió”. En casa acogieron a una hermana de su padre que estaba de monja en Fonz y también a una monja del País Vasco que no podía regresar a casa y se tuvo que quedar con los Larroy-Masueras. Su madre Adelaida aprovechó aquellos tiempos para montar un puesto de venta de mantecaus y churros en la calle del medio: “Había mucho trasiego de milicianos en Sariñena, hizo dineros pero lo perdieron todo al cruzar la frontera”.

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Paco Larroy y Joaquín Ruiz

Se fueron a refugiar de los bombardeos a la masada de Florencio, era amigo de su padre y fueron unas dos o tres familias; a unos siete kilómetros por la carretera a Sena. Al acabar los bombardeos, su padre José volvió al pueblo pero vio que no había quedado nada, tan sólo encontró ruinas. A los pocos días marcharon dirección a la frontera, hacía el Valle de Aran: “Balaguer, Tremp, Valle de Aran y Francia”. Solamente estuvieron un mes en Francia, a su hermano lo llamaron a quintas y su madre decidió volver a la España republicana para estar más a salvo. Estuvieron dos o tres meses en Vila Sacra, en la provincia de Gerona, hasta que de nuevo se vieron obligados a huir a Francia. Fueron por la costa mientras las tropas fascistas les acribillaban a balazos desde el mar, “Nos asaron”.

Al cruzar la frontera los alojaron en un campo de refugiados. Luego los distribuyeron, su padre y su hermano Antonio fueron a un campo de concentración durante dos años, mientras que su madre y él fueron llevados en tren hasta Anduze, un pequeño pueblo en la región francesa de Occitania, en el departamento de Gard.

En Anduze, Paco estuvo muy bien, era un refugio y la gente del pueblo les acogió bien. Allí fueron a parar varios exiliados Españoles. Con el tiempo consiguió contratos de trabajo para su padre y hermano, lo que les permitió abandonar el campo y reunirse con la familia. Así, José y su hijo Antonio comenzaron a trabajar en la agricultura, compraron una casa y vivieron una pequeña época en calma: “Estábamos muy bien”.

Pero de nuevo el fascismo les sumió en una guerra; con la segunda Guerra mundial, el ejército Nazi ocupó Francia y muchos no dudaron en hacerles frente. Entre ellos Paco y Antonio que se echaron al monte, junto a otros españoles y franceses, protagonizando una de las más épicas batallas de la segunda Guerra Mundial. El investigador caspolino Amadeo Barceló, autor de «¡Viva el maquis!. Tras las huellas de maquis, guerrilleros y clandestinos en el Bajo Aragón» ha investigado y estudiado aquella batalla de La Madelaine, «la batalla contra la Wehrmacht, cuando el 25 de agosto de 1944, 32 españoles, de los que nueve eran aragoneses, lograron rendir a una columna entera de alemanes compuesta por 700 soldados”. Amadeo conoció y entrevistó a los hermanos sariñeneses Antonio y Paco Larroy y con su estudio, además de darlos a conocer no ha dudado en reivindicarlos. Así fue en noviembre del 2015 cuando, de la mano de Salvador Trallero, Amadeo presentó en Sariñena su extraordinario trabajo «¡Viva el maquis!” y en las Jornadas conmemorativas del 80 aniversario del bombardeo y final de la Guerra Civil en Sariñena (1936-1938), celebradas en marzo del 2018 y organizadas por la investigadora Gemma Grau.

Castillo de Tornac.

Las cifras bailan, de unos 32 o 38 maquis españoles a unos 2 a 8 guerrilleros franceses y  de 700 alemanes a cerca de 1500. “Nueve aragoneses se contaban entre ellos: Antonio y Francisco Larroy, el calandino Martín Vidal y los caspolinos Vicente Rufau, Manuel Ornaque, José Arcos, Mariano Calés, Miguel Piquer y su hijo Elías” (Barceló, Amadeo. «¡Viva el maquis!”). Ellos, la 21ª Brigada estuvieron unos cuatro o cinco días esperando la columna alemana 11ª Panzerdivisionen, tenían pocas armas y un fusil ametralladora. Sobre las 11:00 horas de la mañana, comenzaron a llegar los alemanes mientras ellos aguardaban a tenerlos a tiro para comenzar a disparar a los camiones. Fue en la zona del castillo de Tornac, un punto elevado entre carrascas y matorrales, desde donde los maquis dispararon moviéndose de un lado a otro, sin parar, aparentando que eran muchísimos más. Al final, una brillante estrategia y una férrea resistencia consiguió detener la columna hasta que por la tarde, las tropas aliadas, acabaron por doblegar a los alemanes. La hazaña de La Madeleine queda recogida por Amadeo Barceló, tanto en su publicación «¡Viva el maquis!” como en su artículo “Aragoneses contra Hitler: La batalla de La Madeleine”.

Al día siguiente les mandaron a la liberación del departamento francés de Ariège, tras la batalla de La Madeleine se había formado un grupo de unos 50 maquis españoles, su compromiso con la libertad y contra el fascismo fue ejemplar. Con la liberación de Francia, los hermanos Larroy pasaron a España con el resto de maquis. Estuvieron haciendo incursiones entre el valle de Aran y el valle de Benasque, iban a pie, pasando frío y hambre.

Monumentos a los héroes de La Madeleine.

Llevaban tres días sin comer cuando el capitán Martínez pidió voluntarios para bajar al valle de Benasque para encontrar algo de comer. Fueron seis voluntarios, bajaron y encontraron una casa vieja donde había un carabinero y comenzó un combate que se alargó dos días. En aquel combate falleció  Elias Piquer, estaba con Paco cuando murió.

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Tuvieron enfrentamientos en la zona del Hospital de Benasque, las tropas franquistas subieron morteros con los machos para tratar de cogerlos y al final acabaron rompiéndolos. Fue debajo del pico del Aneto donde se rompieron, divididos y perdidos, trataron de regresar a Francia. Una vez a salvo en Francia fueron recogidos por una compañía de maquis de cerca de 50 hombres, pero los gendarmes les hicieron volver a casa y les pagaron los billetes para volver a Anduze. Cuando llegaron a casa sus padres estaban leyendo el periódico, decían que la 21ª brigada de guerrilleros españoles había caído. Ante su sorpresa, la familia Larroy Masueras se rejuntó sana y a salvo.

Paco se casó en 1950 con Suzy Dellien y han tenido dos hijos. Ha trabajado haciendo trabajos públicos y en viñedos, ha sido tractorista en plantaciones, labrando… incluso estuvo trabajando en Mauritania. Su hermano Antonio trabajó durante 40 años para la misma casa, en los muchos viñedos que salpican aquella hermosa campiña francesa. Paco ha regresado en varias ocasiones a Sariñena, pero la edad ya no se lo permite; la primera vez que volvió tuvo que ir a firmar a la Guardia Civil por su padre. Tiene muy presente a Sariñena, al final son sus raíces y muchas han sido las preguntas sobre antiguos amigos y como ha cambiado el pueblo.

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Ricardo Ornaque, Paco Larroy y Joaquín Ruiz.

Los hermanos Larroy, Antonio y Paco son héroes de Francia condecorados con la Cruz de Guerra con Estrella de Plata, un reconocimiento por su participación en la segunda Guerra Mundial luchando contra el fascismo. Forman parte de los muchos republicanos españoles que tras la Guerra de España continuaron la batalla contra aquel fascismo que asolaba Europa. Mientras, todo contrasta con el olvido que aún arrastramos en España, así que aquí el humilde pero muy sentido reconocimiento a los hermanos Antonio y Paco Larroy Masueras, ¡¡Por siempre eternos!!.

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En el 2021 Paco recibió la Orden Nacional de la Legión de Honor (en francés, Ordre National de la Légion d’Honneur), por decreto del Presidente de la República publicado en el Diario Oficial del 1 de enero de 2021, la más conocida e importante de las distinciones francesas. Fue establecida por el emperador Napoleón I de Francia en 1804. La orden se concede a hombres y mujeres, ya sean franceses o extranjeros, por méritos extraordinarios realizados dentro del ámbito civil o militar en ese país.

Gracias al investigador Amadeo Barceló, a la ayuda y gran acogida en Anduze de Ricardo Ornaque y Francine Larroy, hija de Paco, por su amabilidad y su paseo por aquella preciosa campiña francesa. Y sobre todo a Paco Larroy Masueras por un día muy especial y emotivo, ¡gracias!.

Francisco Paul Peralta 


De familia numerosa, fueron cuatro hermanos y aunque la casa estaba bien posicionada, a Paco, por ser de los pequeños, le tocó poco. Así, que Paco nació en 1919 en Capdesaso. Su abuelo Miguel, de casa «Las Paules», fue alcalde de Capdesaso y construyó un molino de aceite junto a la balsa: “tuvo que marchar  a Barcelona para comprar una enorme viga para hacer la prensa del molino”. Tenía mucho ganado y hacía trashumancia, las subía y bajaba andando a Anso. Su padre José fue jornalero y de joven trató de marchar a la guerra de Cuba, pero su padre habló con casa Torres y lo mandó a trabajar a su casa para evitar que marchase a Cuba. Su madre Pilar era muy trabajadora y cosía para la gente.

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Francisco Paul Peralta

En Capdesaso el agua la cogían de una fuente, Francisco iba con una burra y la cargaba con cuatro cantaros, en verano escaseaba y era habitual tener que hacer cola por las noches: «Estaba la balsa, pero el agua no era para beber».  Por el monte de Capdesaso había un reguero hacía Lalueza, Francisco estuvo encargado del agua ya que esa zona se regaba. Una vez acudió al pueblo el obispo y Capdesaso fue una fiesta, pero Paco no pudo ir, además saltó mal un brazal y se dio un buen talegazo.

Estudió poco, la pobre maestra era muy pobre y llevaba hasta piojos, la pobre chica casi no podía enseñar nada. Al tiempo, Paco consiguió estudiar en la escuela nocturna. Después de la escuela trabajó de mozo pequeño en Lalueza. Allí se dedicó a labrar, a ir a buscar paja para la caballería, ir a la siega y con un carro llevaba las mujeres para la siega, para dar la gavilla. El primer año ganó unas 500 pts al año, el segundo año unas 600 pts.

Al estallar la guerra, junto a otros cuatro chicos, se volvieron a Capdesaso. Con la relativa calma aprovecharon para hacer muchas meriendas. Durante la guerra estuvo en los dos bandos, en ambos lados tuvo suerte. En un bando se apuntó con la banda a tocar el tambor. También estuvo por tierras catalanas, por el frente de Lérida y en el Prat de Llobregat una vez terminada la guerra. En el frente de Lérida trataron de ocupar un pueblo, fue cuando se produjo el desembalse del embalse de Camarasa que arrasó con fuerza aguas abajo, una acción planificada (Las presas como arma).

En el Prat de Llobregat estuvo después de la guerra, cuando fue llamado a filas. Allí coincidió con unos prisioneros que mandaron para construir un hangar, aquellos habían estado trabajando construyendo el puente de Sariñena. Aquellos trabajadores iban a descansar a Capdesaso, allí una mujer les cosía las capotas, se llamaba Pilar “¡más buena mujer!”, era la madre de Francisco. En el aeropuerto, francisco tenía que tirar un bote de humo cuando un avión se aproximaba para aterrizar y así, el humo, les indicaba la dirección del viento. Una vez bajó un Teniente Coronel y a Francisco le exclamó: “Tú como yo”, señalando su pelo. Paco, que lo llevaba algo largo, se lo cortó sin dudar.

Paco vivió en el barrio de la estación de Sariñena, bajaba a Sariñena andando a trabajar, hiciese sol, viento, niebla o nieve. Tenía 21 años y estaba recién licenciado. Al tiempo Paco tuvo coche y moto, trabajó en casa Anoro del barrio de la estación de Sariñena. En casa Anoro trabajó en el molino de piensos, estaba frente la harinera, molían castañas pilongas, cebada y maíz, aunque no mucho ya que estaba intervenido, «¡Y alfalfa!, se molía mucha alfalfa». Se rompía a menudo la correa de transmisión del motor al molino y  tenían que repararla. Acudía Ramoner, el guarnicionero y la cosía.

También Anoro hacía el servicio de correos, compró un camión y le dijo a Paco: “Mírate bien que luego lo has de llevar tú”. Y así fue, Paco llevó el camión hasta los 64 años. Paco hacia el transporte de la harinera, sacos de 100 kilos a los vagones de tren. Con el camión iba a Candasnos, Peñalba, Sena, Bujaraloz… entonces se mandaba mucho en vagones y algo para la harinera. Francisco trasladó la maquinaria de la antigua harinera, camino de los olivares, a la nueva Harinera Monegros de la estación de Sariñena.

Francisco se casó con una chica de Huesca y vivieron en la casa del cura de la estación, de mosén Pedro, Pedro Verga Ochoa. Su mujer bajó a las fiestas, su padre era guardia municipal. Se llamaba María Dieste y se casaron en Huesca. En aquellos años el barrio de la estación tenía mucha vida, era un barrio pequeño pero había muchos ferroviarios, algunos vivían en vagones. Había un bar en casa de Francisquer “El parador”, una casa agrícola de toda la vida, daban cafés y meriendas, estaba la señora Millera, que prácticamente se crio allí. También estaba «Casa Gil», un hospedaje, y casa «El Gorrión» que era bar y tienda. Había mucho estraperlo en la estación, con los ferroviarios. En «Casa Gil», del señor Rafael, a la vez que tenían a la guardia civil cenando, por el corral sacaban el trigo.

Los viajeros paraban poco en la estación, aunque había mucha gente trabajando. Cambiaban de máquina y gastaban mucho carbón, había una enorme pilada de viguetas de carbón. También estaban los silos, trabajaba Pepe Casas, almacenaban el grano y luego lo vendían para siembra, venían de todas las partes de la provincia a buscar trigo para sembrar. El jefe del silo era Coronas y Acín el escribiente (vivía al lado de la casa del botero).

Los almacenes de la entrada por Sariñena eran los almacenes de Blasco, luego pasaron a Amado Pueyo para la harinera. Más tarde fueron del servicio nacional, se metían vagones grandes por una puerta pequeña. Anoro también tuvo un almacén de abonos, guardaban garbanzos para piensos

Mosén Pedro iba a Sariñena, Lastanosa, Capdesaso y a la estación. A Lastanosa iba y volvía en tren, paraba a cualquier tren, aunque fuese un expreso. Una vez le salió la policía a mosén Pedro, había parado un expreso a las cinco de la mañana, interpeló a su condición de cura para imponerse, dijo que tenía que cumplir con su obligación de celebrar misa.  Mosén Pedro era un cura muy peculiar, en vez de decir que uno se había casado decía que se había suicidado.

A los cuarenta años trabajando, a Francisco le mandaron a Segarra a trabajar, marchó junto a otro chico con los camiones. Estuvo dos años hasta que cerró la empresa y ya se jubiló.

Paco posee una gran memoria llena de recuerdos y anécdotas, se ríe recordando alguna y no duda de contarme la que le sucedió con mi abuelo Emiliano Gaspar. A Emiliano se lo encontró con el coche parado y echando humo subiendo a la estación, mi abuelo estaba asustado pensando que el coche le iba a comenzar a arder. Paco pronto descubrió el problema, pues Emiliano había olvidado quitar el freno de mano y el coche parecía echar fuego. “Un día me encontré una tarjeta de crédito por la calle, miré el nombre ¿y a que no sabes de quién era? Era de tu abuela Asunción Paraled”.

Así que inevitablemente acabamos con ganas de saber más pero también agradecido de haber pasado un agradable rato con Francisco, con su vida, historias y anécdotas. Gracias Paco por todo lo aprendido y por contarlo. Y un agradecimiento a Pilar Guerrero y Aimar Mir de la Residencia de la tercera edad de Sariñena por su colaboración para la realización de las entrevistas, gracias!!.