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OFICIOS DESAPARECIDOS III “Cañicero”


  

 El Cañicero

 Duro oficio el del cañizero que servía para completar la economía familiar  en tiempos difíciles al igual que el esparto o el regaliz.

     Las cañas había que cortarlas en invierno en tiempo de mengua (aunque alguno no lo respetara), las más rectas se usaban para las costillas y las torcidas para abrirlas y tejer con ellas. Los lugares más reconocidos para cortar las cañas eran las Cequinbajas, los Charcales, la Capellanía, o las acequias del Molino y Albalate. Las  herramientas que se usaban  para su elaboración eran muy sencillas: una astral para cortar las cañas, una hoz para pelarlas y un partidor de madera con punta de cono que se introducía en la caña y la reventaba  en tres o cuatro varas. En cuanto a la calidad de las  cañas, las buenas eran las duras, las otras llamadas banas no servían por su blandura. Después de cortadas no debían ser almacenadas en el suelo porque se estropeaban. Se utilizaban 23 pares para el cañizo y 15 cortadas para las  trasversales. La medida estandar era de 90cm x 2m.

    El uso que se le daba era muy variado, lo mismo se utilizaban para los cielos rasos de las casas como para secar higos, tomates, claudias, cerollas, escurrir el cerdo de la matacía, vallas en las parideras o varear la lana.

    Hubo un comercio muy pujante de este producto que se llevaba a Huesca en carros con caballerías como hacía Félix Marías.

    La familia Anoro (Joaquín, Francisco, Salvador y Rafael) podían hacer unos 1000 cañizos al año.

    Los ricos mandaban hacer los suyos, se quedaban dos tercios y regalaban el tercio restante al cañizero.

    Según me contaron mis informadores los cañizos mejores y más limpios eran los de Jesús el Can Can.

M.A.C.P.

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OFICIOS DESAPARECIDOS II “El Sereno”


El Sereno

   El oficio de sereno se perdió a principios de los años sesenta del siglo pasado. Su principal misión era la vigilancia nocturna de las calles. Impedían los alborotos, los excesos de los borrachos y los cantos en las vías públicas o en las tabernas, vigilaban por si había peleas o robos y en casos graves avisaban a la Guardia Civil. También daban la hora y el estado del tiempo. Estaban investidos de cierta autoridad.

    Generalmente su jornada comenzaba a las once de la noche y terminaba cuando amanecía. En nuestra villa la  ronda la hacían dos serenos cada noche.

    Su equipamiento consistía en un uniforme gris con gorra de plato y un chuzo (palo armado que utilizaban como defensa) que golpeaban en el suelo para avisar de su presencia y generar tranquilidad en el vecindario; en invierno se protegían con un grueso abrigo uniformado.

   Entre los serenos más conocidos por ser los  últimos se encuentran:  Paco “el Manco”, Plácido Encuentra “Masvino”, José Gómez “Ciriaco”y José Nogués Carpi. Nótese que casi todos tenían un sobrenombre: el primero por la carencia de un brazo, el segundo por tener una taberna con ese nombre y el tercero por un apodo familiar bastante antiguo.

   La soledad, la nocturnidad , la climatología y el sueño eran los principales inconvenientes de esta antiguo oficio.

“LAS DOCE EN PUNTO Y SERENOOOOO…”

M.A.C.P.

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OFICIOS DESAPARECIDOS  I «El pregonero»


Entre recordar algunas cosas y preguntar el resto uno ha ido componiendo una serie de modestos informes que irán viendo la luz sucesivamente. Espero también que estas líneas y las próximas sirvan de pequeños homenajes  a aquellos que desempeñaron estos trabajos.

Por Manuel Antonio Corvinos Portella

pregonero sariñena

José Gómez, el último pregonero de Sariñena.

El Pregonero

   Seguro que mucha gente  recuerda con cariño a los que ejercieron de pregoneros en nuestra villa y a su peculiar forma de decir los mensajes.. Según las fuentes consultadas este oficio de pregonero dejó de realizarse en Sariñena en el año 1975 siendo José Gómez Camón el último de estos personajes de la historia local.

  Ciñéndonos a nuestro pueblo podemos recordar que había tres tipos de pregones y que de su redacción se encargaba Mª Carmen Callén. Para anunciar unos se utilizaba siempre el redoble de un tambor y para los otros, el toque de una trompeta.

  Cuando se oía la peculiar llamada del pregonero la gente callaba y silenciaba al de al lado si era necesario; los que estaban en el interior de sus casas se asomaban por las ventanas, y los que estaban comprando salían a la calle para no perderse detalle; podríamos decir que la vida social se detenía por unos instantes. El interés de los vecinos era muy alto, téngase en cuenta que era el único medio de comunicación social-local de la época. El pregonero recorría las calles y se detenía en lugares predeterminados, siempre los mismos.

    El pregón que se realizaba con tambor era únicamente para dar información del Sindicato de Riegos, tocaba unos redobles y comenzaba:

– “ De parte del Sindicato de Riegos, se hace saber que…” – y avisaba a los regantes interesados que ya podían regar en tal acequia, entre tal y cual boqueras.

   En cuanto a la trompeta se utilizaba para pregonar bandos de interés general tanto del Ayuntamiento como de otras entidades públicas, igualmente de cortes de agua, de luz e incluso de difusión comercial.

   Para los mensajes institucionales y después del toque de trompeta correspondiente, el pregonero comenzaba el bando:

 -“De parte del señor alcalde, se hace saber…”

   Para hacer publicidad de los comercios locales y después del consabido toque  voceaba:

-“Se hace saber que ha llegado a la pescadería de Candela, o a la Perla, o a la  Flor, sardineta fresca a 2 pesetas el kilo…”-

   (toque)

-“Se hace saber que ha llegado Roseta la de Fraga con naranjas a la plaza del Ayuntamiento…”- en este caso la tal Roseta cambiaba kilos de naranjas por kilos de trapos o de hierros.

   (toque)

– “Se hace saber que se vende vino en casa el Cubano, o en casa Lerín a peseta el litro…

   (toque)

-“Se hace saber que ha llegado a la Tienda de Jesús Portella …”.

  En Navidad entregaban una felicitación y a cambio se les daba alguna propina. Parece ser que en este oficio no era tan usual el aguinaldo y que  incluso se utilizó poco..

  Los últimos pregoneros fueron Vicente Capitán Inglán que pregonaba con su clásico traje de pana negro, era hombre de muchos oficios: gaitero, alguacil, pregonero, cestero o carcelero y José Gómez Camón con su uniforme de alguacil municipal, también hombre de varios oficios. Esporádicamente realizaron pregones José Nogués Carpi y Pedro Royo.

   Todos con gorra de plato.

M.A.C.P.

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